Se terminaron los helados, y tras esperar a que Judith acabara de recoger los platos de la cena, decidieron ir al comedor, para sentarse en los sofás y ver si daban algo interesante en la televisión.
Yola, se hallaba junto a Elisabeth, concentrada en la televisión mientras buscaba algo interesante con el mando, cuando su amiga se medio incorporó del sofá para acercarse más a ella, con su vista clavada en la joven.
- ¿Qué tienes en el cuello? –Dijo al tiempo que alargaba su dedo índice hacía el punto determinado, mientras que Yola, tensaba la espalda por lo dicho.
Por un momento, Yola miró también la confusión que reflejaba el rostro de su madre, por la actitud repentina de Elisabeth, de ésta riéndose hasta con lágrimas resbalando por sus mejillas.
- ¡Mamá, mírame qué es! –Soltó desesperada, levantándose del sofá y yendo al lado de su madre, quien, al inclinarse y mirarle el cuello, solo supo soltar un gemido ahogado, desesperando aún más a la joven.
-Tienes la picadura de un bicho muy pillo –Dijo al fin su amiga, sin poder dejar de reír.
-No te va hacer ni un pelo de gracia –Señaló su madre con gesto negativo de cabeza, acompañado de una gran sonrisa en sus labios.
-Me estáis asustando –Achicó los ojos Yola, mientras se dirigía al pasillo, donde había un enorme espejo de cuerpo entero.
- ¿Qué te hizo Eric, para quitarte tú móvil? –Inquirió Elisabeth, yendo tras sus pasos, causando que ésta se detuviera en mitad y se volteara a mirarla con los ojos abiertos de forma desmesurada.
-No –Gimió incrédula, corriendo a mirarse al espejo-. ¡No! –Soltó en un gran alarido horrorizada ante la mancha que tenía en la parte izquierda de su cuello-. ¡Es un chupetón! –Se volteó con el rostro desencajado hacia las dos mujeres, que estaban quietas observándola con una enorme risa en el rostro, y señalándose el lugar aún incrédula por ello-. El muy necio, me ha marcado –Siguió gruñendo aumentando aún más su enfado.
-Schhh –Intentó calmarla su madre-. Recuerda que tu hermano está dormido.
-Lo mato –Soltó ofuscada, justo antes de emprender nuevamente la marcha hacia su dormitorio.
-Yola –La llamó Elisabeth-. ¿Qué vas hacer? –Empezó a ir tras sus pasos, seguida de Judith-. No hagas nada ahora, no estás pensando de forma coherente –Su voz empezaba a tener un tono nervioso-. Te recuerdo que se halla Jordi ahí, simplemente Eric te ha provocado... ¡Yola! -Exclamó desesperada y empezando a correr tras la joven, para lanzarse sobre ella cuando cruzaron bajo el marco de la puerta del dormitorio.
- ¡Chicas! –Exclamó Judith, ante los golpes que recibieron en sus extremidades éstas dos, al caer con golpe sordo en el suelo-. Desde luego que no estáis muy bien... ¡OH! -Exclamó con sorpresa-. Me temo, que no estamos solas chicas –Avisó, causando que estas dejaran de revolverse en el suelo y alzaran sus rostros hacia donde miraba la mujer mayor.
-Mierda –Masculló Elisabeth en tono ahogado, al toparse con la oscura mirada amenazante de Jordi, al otro lado del cristal de la puerta corrediza, quien se hallaba en cuclillas intentando forzar el cierre, con un Eric sonriente tras su espalda.
- ¡Tú! –Vociferó Yola, alzándose de forma poco elegante del suelo, para señalar con el dedo índice extendido a su vecino y seguidamente, conducir ése mismo dedo por todo lo ancho de su garganta, en amenaza.
Ante aquel gesto, el chico totalmente divertido, se encogió de hombros para guiñarle el ojo.
- ¡Y se queda tan campante! –Se volteó Yola indignada, hacia las dos mujeres con la mirada entrecerrada.
-Tesoro, que nos conocemos –Advirtió su madre en un siseo.
-Yola por favor –suplicó Elisabeth-, solo está buscando provocarte en éstos momentos, quiere que abras la puerta.
-Pero tú puedes cerrarla rápido -Indicaba pensativa Yola, cegada por su venganza sin apartar la mirada ni un ápice de su vecino-. Solo necesito ir y darle una patada en...
-Yola, no –Soltó en orden tajante Elisabeth, consiguiendo con aquello que Jordi se pusiera en pie y la mirara fijamente, con cierta burla.
-Cobarde –Dijo tras el cristal, cruzándose de brazos.
- ¡OH! –clamó Yola consternada, girándose a ella-. Seguro que tampoco quieres patearle sus pelotas.
-Desde hace mucho –Corroboró la chica, alzándose de hombros-. Y no soy cobarde –Le guiñó un ojo, para no mostrarse débil-. Simplemente precavida.
-Pues eso es lo mejor que puedes hacer ahora –Dijo con voz ronca el hombre-. Ser muy precavida –Avisó sonriendo levemente.
Porque voy a por ti, quiero hablar de ciertas cosas que has causado, Elisabeth.
-Utiliza el teléfono, Jordi –dijo con deje burlón-, pero si no estás de acuerdo con mi forma de trabajar, corre a mamá y pide que te asignen a otra persona -Se cruzó también de brazos.
-Espera a que te coja y... -Fue todo muy rápido. Tan pronto estaba el hombre, soltando su amenaza como al instante siguiente, la caída de la persiana de manos de Yola, lo dejaba con las palabras en la boca. Así que, con el ceño fruncido, se giraba hacía su hermano-. Tú novia también se las trae.
Eric, rompió con una fuerte carcajada cuando al instante escucharon como Yola, replicaba ante aquellas palabras de Jordi.
- ¡No soy su novia! –Explotó sulfurada por no haber podido llevar acabo su venganza hacia él.
-Pero te gustaría –Susurró una Elisabeth divertida, ante el movimiento inteligente de la chica con la persiana.
-Ahora no me mosques más –Achicó sus ojos, mirando por un segundo la actitud súper interesada de su madre con ellas-. Que hoy comprendí tus palabras, con la vuelta de él en éste mes de septiembre. Y eso, es jugar sucio –Refunfuñó-. Bien que yo te avisé de Jordi.
-Pero no es lo mismo –Protestó Elisabeth.
-Por qué –Inquirió Yola, saliendo del dormitorio y siendo seguida por las dos mujeres.
-Sabía que rechazarías la beca, si te enterabas del papel que tiene la familia de Eric, en ése centro.
Yola, cerraba sus ojos por un segundo antes de tomar asiento, con un profundo suspiro.
-De modo que hay cierto interés en Eric –Interrumpió su madre la conversación con voz emocionada, logrando que Yola callara, aspirando con cierta profundidad-. ¿Y sabéis si es reciproco?
-Acabas de despertar a la bestia –Masculló entre dientes la joven-. No podías haberte estado calladita.
- ¿En serio? –Soltó con gran mofa-. Con ése gran chupetón, crees que te habrías librado de la curiosidad de tu madre.
-Pero el chupetón éste, no es lo que parece –Soltó con aspereza-. Yo me hallaba en su terraza cenando con él, aceptando una explicación del porqué, no sabía nada de su implicación como profesor –Frunció el ceño-. Que, por cierto, aún no me explicó nada por tú Jordi -Masculló con gran fuerza la última frase, viendo como su amiga hacía una mueca de fastidio, alzando su dedo corazón-. Él apareció de repente, implorándole a Eric que te hiciera venir al piso, sin que tú supieras de su presencia allí... Yo me hice como que no quería molestar y me marché, pero supongo que Eric sospechó desde un principio de mí...
-Señal de que conoce cómo piensa esa cabecita tuya –Interrumpió su madre divertida.
-No te emociones más de lo debido, hazme caso –Marcó Yola con tono arisco, observando como la mujer volteaba los ojos al techo, y soltaba un exagerado suspiro, sacando una risa a Elisabeth-. Te lo dije, ahora irá suspirando por todos los rincones e imaginando cosas, cuando yo diga que estoy por ahí con amigos o trabajando... Como lo sucedido con éste chupetón -Marcó juntando sus cejas-. Simplemente me pilló por detrás sin darme yo cuenta, tumbándome boca abajo en la cama, para quitarme de las manos mi teléfono y no poder avisarte... Recuerdo haberle soltado algunas amenazas hacía sus partes bajas -Allí, las dos mujeres rieron divertidas, sabiendo que no habría sido para nada delicada-. Y dijo que aquel era mi castigo por adelantado. Juro que mañana en el instituto lo mato, cuando vaya a su despacho a recoger mi teléfono móvil.
-Así, con esa actitud no conseguirás llamar su atención –Renegó su madre, tomando asiento en el mismo lugar que momentos anteriores de su huida al espejo-. Y tú tampoco –Se giró hacía Elisabeth, quien marcó veloz un puchero con sus labios-. Y sois tontas, porque ésos dos están muy buenos –Soltó una divertida carcajada-. Anda, pon una película mientras hago palomitas y seguís hablándome de ellos –Les guiñó un ojo, volviendo a levantarse del sillón-. Obvio, que hoy duermes aquí.
-Te lo advertí –Protestó con un gemido Yola-. Has despertado a la bestia enamoradiza de mi madre.
-También podría mirar de huir en éste instante –Se encogió de hombros-. Se creerán que seguimos aquí charlando, si le envío una foto a Eric sentadas con las palomitas, y detrás la pantalla de la tele con una película.
-Mamá, corre hacer las palomitas –Soltó sonriendo nerviosa Yola, por la buena idea de su amiga-. Yo buscaré una película de ésas comedias románticas, para que se lo crean aún más.
Son tremendas, que ya dejen de complicarse y vayan por esos chicos que son unos divinos...MASSSSSSSSSSSSSSSSS! Es aniversario y quiero mássssssssssssssssssss
ResponderEliminar