sábado, 22 de abril de 2017

La mujer del rey 3°



Los encuentros fueron haciéndose cada vez más espaciados, y cuando Byul cumplió los diecisiete, Janeul le dijo que no la vería en un tiempo pues debía hacer un viaje.
-¿Volverás pronto?
-Eso espero, no lo sé-  respondió y era verdad, su padre lo había mandado  en una misión diplomática, no estaba seguro de cuánto tiempo demoraría.
-Janeul, ¿serás mi amigo siempre, verdad? Aún cuando me case, aún cuando pase el tiempo…
-No creo que a tu marido le guste la idea – dijo él tratando de que su comentario sonara ligero.
-¿Entonces un día ya no seremos amigos?
-Oye, no sé por qué estamos hablando de esto de nuevo, pero no importa lo que pase, casada o no, Byul siempre será Byul para mí.
-¿Qué se supone que significa eso? – preguntó ella entrecerrando los ojos y tratando de adivinar los pensamientos del joven que estaba a su lado.
-¿Quién soy yo para ti? –le preguntó
-Eres Janeul – respondió ella sin dudar y comprendió a lo que se refería él. Lo que eran uno para el otro era algo tan profundo que no necesitaba título. Eran simplemente ellos, eran los años que se conocían y los momentos compartidos, eran el consuelo que se daban, las risas y la silenciosa comprensión, eran simplemente ellos y eso era lo que les daba valor.

-Te veré pronto – dijo y lamentó no poder llevarla consigo, la extrañaría estando lejos. Y no podía dejar de preocuparse  por ella. La muchacha había alcanzado su punto de esplendor, era imposible que los demás no lo vieran, imaginaba que sus padres ya habían  recibido propuestas de matrimonio, no se había animado a preguntar pero seguramente a eso se había debido la pregunta de Byul.
Antes de marcharse, envió un mensajero con una nota para la chica “Espérame, pase lo que pase, espérame” pedía, pero ninguno de los dos sabía que a veces el destino no escucha pedidos.
Quizás si uno pudiera saber cuando un hecho desencadenará una serie de infortunios, podría evitarlo, pero no se sabe, un suceso inesperado termina dando lugar a una cadena de sucesos que cambian y marcan la vida de una persona.
La vida de Byul cambió por una pelea en la posada de sus padres, dos hombres se emborracharon, su padre intervino  para separarlos y uno de ellos murió  apuñalado por el otro mientras  el posadero intentaba separarlos.


El muerto resultó ser un noble y su familia tenía buenos contactos dentro de la Oficina de Justicia por lo que el padre de Byul fue apresado junto al homicida y condenado injustamente a la pena de muerte. Fue acusado de complicidad en el crimen y de hacerlo por querer robar al hombre asesinado, no importó que testigos hablaran a su favor, ni ninguno de los desesperados intentos de la madre de Byul por salvarlo. Y así empezó la ruina. La vida de la joven se sumergió en el dolor y fue como si de pronto todas las tempestades se desataran sobre ella intentando hundirla.
Pasar todo aquel penoso proceso y luego asistir impotente a la muerte de su padre, soportar aquella injusticia las desgastó a ella y a  su madre, el dolor por la pérdida fue aumentado por lo terrible  de las circunstancias y, aunque se sentía completamente perdida, intentó ser fuerte por su madre, su salud se había visto muy afectada. Además no tenían a quien recurrir, no tenían familiares salvo un hermano de su padre , pero se alejó de ellas ya que el nombre de la familia había sido manchado, de pronto se habían vuelto unas parias.
Debieron cerrar la posada porque ya nadie iba y su madre se vio urgida a pedir prestado dinero a gente de mal vivir, intentaron trabajar pero  lo que conseguían era temporal y apenas para permitirles sobrevivir. La desesperación  fue mellando sus fuerzas y cada vez era más difícil encontrar una salida, cuando Byul sentía que no podía aguantar más, que era mejor rendirse, leía la nota de Janeul y encontraba las fuerzas para seguir. Debía resistir hasta su regreso, tal como él había pedido.
Sin embargo, cuando los prestamistas vinieron a cobrar su dinero y  las amenazaron con llevársela como pago si su madre no reunía el dinero, la joven sintió que la esperanza era un lujo que ya no podía permitirse.
-Tenemos que irnos de aquí – le dijo su madre.
-¿Dónde iremos? -  preguntó Byul sabiendo de la fragilidad de la mujer.
-Lejos de la ciudad, al campo, donde no puedan llevarte. No podría perderte también a ti- le dijo. Su madre venía de provincia, quizás no fuera tan mala idea marcharse lejos de la capital, pero sería muy difícil. Era un viaje largo y no contaban con dinero.


-De acuerdo- aceptó sabiendo que  tampoco tenían muchas alternativas, si lograban marcharse tendrían una oportunidad. Decidieron partir a la noche siguiente, no tenían muchas pertenencias así que no había mucho que cargar con ellas, el corazón de la joven pensaba en que si se iba, Janeul no podría encontrarla pero lo cierto era que si se quedaban, probablemente tampoco volvería a verlo.
La noche en que huyeron de la ciudad se desató una feroz tormenta, estaban en los arrabales y sin lugar donde refugiarse, el agua era mucha, casi no les permitía ver hacia donde iban y se resbalaban constantemente.
-¡Volvamos!- gritó la joven a su madre.
-¡No podemos regresar!- gritó la mujer dificultosamente y  cayó   al suelo. Byul corrió a su lado.
-Madre, por favor- dijo ayudándola a incorporarse- no puedes continuar, regresemos, por favor. Encontraremos otra salida- insistió tomándola del brazo.
Su madre asintió y Byul la ayudó a avanzar, y apenas llegaron a la ciudad la mujer se desvaneció. Su hija la sintió chocar contra ella, apenas si alcanzó a retenerla para evitarle una caída, tuvo que hacer uso de todas sus fuerzas para cargarla, para pedir ayuda golpeó con desesperación las puertas de la primera casa que vio .
Sintió alivio cuando le abrieron y uno de los sirvientes se acercó a ver qué sucedía, pero inmediatamente le  dijeron que ya no podían hacer nada, que el corazón de su madre había dejado de latir. No quiso creerles, la zamarreó, gritó y lloró hasta que se dio cuenta que ya no despertaría, hasta que se dio cuenta que había dejado de llover pero que su cara seguían mojada porque lloraba sin parar.
Cuando los prestamistas vinieron a llevársela como pago después del entierro de su madre, Byul ni siquiera pudo luchar porque ya no tenía fuerzas, se había terminado de romper esa noche de tormenta en que había quedado sola en la más cruel intemperie.


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