Los encuentros fueron haciéndose cada vez más espaciados,
y cuando Byul cumplió los diecisiete, Janeul le dijo que no la vería en un
tiempo pues debía hacer un viaje.
-¿Volverás pronto?
-Eso espero, no lo sé- respondió y era verdad, su padre lo había
mandado en una misión diplomática, no
estaba seguro de cuánto tiempo demoraría.
-Janeul, ¿serás mi amigo
siempre, verdad? Aún cuando me case, aún cuando pase el tiempo…
-No creo que a tu marido le
guste la idea – dijo él tratando de que su comentario sonara ligero.
-¿Entonces un día ya no
seremos amigos?
-Oye, no sé por qué estamos
hablando de esto de nuevo, pero no importa lo que pase, casada o no, Byul
siempre será Byul para mí.
-¿Qué se supone que significa
eso? – preguntó ella entrecerrando los ojos y tratando de adivinar los
pensamientos del joven que estaba a su lado.
-¿Quién soy yo para ti? –le
preguntó
-Eres Janeul – respondió ella
sin dudar y comprendió a lo que se refería él. Lo que eran uno para el otro era
algo tan profundo que no necesitaba título. Eran simplemente ellos, eran los
años que se conocían y los momentos compartidos, eran el consuelo que se daban,
las risas y la silenciosa comprensión, eran simplemente ellos y eso era lo que
les daba valor.
-Te veré pronto – dijo y
lamentó no poder llevarla consigo, la extrañaría estando lejos. Y no podía
dejar de preocuparse por ella. La
muchacha había alcanzado su punto de esplendor, era imposible que los demás no
lo vieran, imaginaba que sus padres ya habían
recibido propuestas de matrimonio, no se había animado a preguntar pero
seguramente a eso se había debido la pregunta de Byul.
Antes de marcharse, envió un
mensajero con una nota para la chica “Espérame, pase lo que pase, espérame”
pedía, pero ninguno de los dos sabía que a veces el destino no escucha pedidos.
Quizás si uno pudiera saber
cuando un hecho desencadenará una serie de infortunios, podría evitarlo, pero
no se sabe, un suceso inesperado termina dando lugar a una cadena de sucesos
que cambian y marcan la vida de una persona.
La vida de Byul cambió por una
pelea en la posada de sus padres, dos hombres se emborracharon, su padre
intervino para separarlos y uno de ellos
murió apuñalado por el otro mientras el posadero intentaba separarlos.
El muerto resultó ser un noble
y su familia tenía buenos contactos dentro de la Oficina de Justicia por lo que
el padre de Byul fue apresado junto al homicida y condenado injustamente a la
pena de muerte. Fue acusado de complicidad en el crimen y de hacerlo por querer
robar al hombre asesinado, no importó que testigos hablaran a su favor, ni
ninguno de los desesperados intentos de la madre de Byul por salvarlo. Y así
empezó la ruina. La vida de la joven se sumergió en el dolor y fue como si de
pronto todas las tempestades se desataran sobre ella intentando hundirla.
Pasar todo aquel penoso
proceso y luego asistir impotente a la muerte de su padre, soportar aquella
injusticia las desgastó a ella y a su
madre, el dolor por la pérdida fue aumentado por lo terrible de las circunstancias y, aunque se sentía
completamente perdida, intentó ser fuerte por su madre, su salud se había visto
muy afectada. Además no tenían a quien recurrir, no tenían familiares salvo un
hermano de su padre , pero se alejó de ellas ya que el nombre de la familia
había sido manchado, de pronto se habían vuelto unas parias.
Debieron cerrar la posada
porque ya nadie iba y su madre se vio urgida a pedir prestado dinero a gente de
mal vivir, intentaron trabajar pero lo
que conseguían era temporal y apenas para permitirles sobrevivir. La
desesperación fue mellando sus fuerzas y
cada vez era más difícil encontrar una salida, cuando Byul sentía que no podía
aguantar más, que era mejor rendirse, leía la nota de Janeul y encontraba las
fuerzas para seguir. Debía resistir hasta su regreso, tal como él había pedido.
Sin embargo, cuando los
prestamistas vinieron a cobrar su dinero y
las amenazaron con llevársela como pago si su madre no reunía el dinero,
la joven sintió que la esperanza era un lujo que ya no podía permitirse.
-Tenemos que irnos de aquí –
le dijo su madre.
-¿Dónde iremos? - preguntó Byul sabiendo de la fragilidad de la
mujer.
-Lejos de la ciudad, al campo,
donde no puedan llevarte. No podría perderte también a ti- le dijo. Su madre
venía de provincia, quizás no fuera tan mala idea marcharse lejos de la
capital, pero sería muy difícil. Era un viaje largo y no contaban con dinero.
-De acuerdo- aceptó sabiendo
que tampoco tenían muchas alternativas,
si lograban marcharse tendrían una oportunidad. Decidieron partir a la noche
siguiente, no tenían muchas pertenencias así que no había mucho que cargar con
ellas, el corazón de la joven pensaba en que si se iba, Janeul no podría
encontrarla pero lo cierto era que si se quedaban, probablemente tampoco
volvería a verlo.
La noche en que huyeron de la
ciudad se desató una feroz tormenta, estaban en los arrabales y sin lugar donde
refugiarse, el agua era mucha, casi no les permitía ver hacia donde iban y se
resbalaban constantemente.
-¡Volvamos!- gritó la joven a
su madre.
-¡No podemos regresar!- gritó
la mujer dificultosamente y cayó al suelo. Byul corrió a su lado.
-Madre, por favor- dijo
ayudándola a incorporarse- no puedes continuar, regresemos, por favor.
Encontraremos otra salida- insistió tomándola del brazo.
Su madre asintió y Byul la
ayudó a avanzar, y apenas llegaron a la ciudad la mujer se desvaneció. Su hija
la sintió chocar contra ella, apenas si alcanzó a retenerla para evitarle una
caída, tuvo que hacer uso de todas sus fuerzas para cargarla, para pedir ayuda golpeó
con desesperación las puertas de la primera casa que vio .
Sintió alivio cuando le
abrieron y uno de los sirvientes se acercó a ver qué sucedía, pero
inmediatamente le dijeron que ya no
podían hacer nada, que el corazón de su madre había dejado de latir. No quiso
creerles, la zamarreó, gritó y lloró hasta que se dio cuenta que ya no
despertaría, hasta que se dio cuenta que había dejado de llover pero que su
cara seguían mojada porque lloraba sin parar.
Cuando los prestamistas
vinieron a llevársela como pago después del entierro de su madre, Byul ni
siquiera pudo luchar porque ya no tenía fuerzas, se había terminado de romper
esa noche de tormenta en que había quedado sola en la más cruel intemperie.
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