Aurora amplió la sonrisa. Había sabido
lo guapo que era Alex, no estaba ciega, después de todo. Pero no tenía la menor
idea de lo atractivo que podía llegar a ser si se le daba una oportunidad. Ese
aire despreocupado con él que dijo la última frase unido a la intensidad de su
mirada, hizo que estuviera a punto de abrir su boca de la sorpresa, y de
ninguna manera, eso habría sido una reacción normal.
–Te escucho –respondió con evidente
interés.
Alex sonrió, fijándose en cada gesto
de Aurora. Eso no era nuevo, por supuesto, pero si lo que él sentía. No era lo normal, porque era Aurora y él
sencillamente no la sentía como debería ser.
¿Por qué?
–¿Te parece bien ordenar eso?
–preguntó Alex.
–Confío en ti, esta vez –Aurora dijo
con voz suave– la próxima, yo tengo algo que recomendarte.
Alex posó su mano, despreocupadamente
sobre la de Aurora y sonrió, quitándola de inmediato. Ella lo miró, curiosa.
–Por esta vez, está bien que lo hagas
–soltó.
–Eres todo un enigma, Alex –Aurora lo
miró, como tratando de leer en él.
–Un aprendiz a tu lado, querida
–rebatió Alex, sabiendo que Aurora no podía negarlo. Si existía una persona a
quien misteriosa le calzara perfectamente, esa era ella.
–Sin duda… –Aurora remarcó con interés–
eres encantador.
–¿Es un halago? –preguntó
directamente, dudoso.
–¿Tú qué opinas? –ignoró la pregunta.
–Si tuviera alguna opinión sobre lo
dicho, me la reservo.
–Hummm, encantador e inteligente. Interesante combinación.
Se vieron interrumpidos por la llegada
de lo que había ordenado. Les sirvieron y comieron por varios minutos en
silencio, hasta que la conversación derivó en temas menos interesantes y más
cotidianos.
–Consideraré seriamente el lugar
–prometió Aurora, mientras se despedía en la puerta de su casa– me encantó,
Alex –señaló intensamente.
Él se limitó a asentir, brindándole
una media sonrisa. Aurora se acercó a
besarlo en la mejilla pero el contacto fue más largo de lo normal y él no fue
capaz de resistir la tentación. Giró su
rostro y atrapó sus labios.
El beso fue intenso, rápido,
desesperado. Como siempre lo es con lo
que se desea durante años y finalmente se alcanza. Increíble…
Increíblemente no lo que esperaba
–pensó Alex, separándose con su respiración entrecortada– esto no se sentía
como debía. Como en sus sueños. Como aquella vez que creyó besarla en el
jardín. Como…
–Alex… esto… ¡adiós! –murmuró
rápidamente Aurora, dando un paso hacia él pero alejándose de inmediato. Él
extendió su mano pero solo atrapó la nada, el vacío que había dejado Aurora,
ahora fuera de su alcance. Como de
costumbre. Y no… no estaba triste.
Era peor. Asustaba más. Estaba decepcionado.
***
Danaé miró el reloj de la repisa antes
de marcar el número tan familiar.
Atendió Beth, naturalmente y ella suspiró aliviada. Todo parecía en
calma mientras hablaban, no le había nombrado nada nuevo.
–¿Todo está bien por Italia? –preguntó
Danaé, distraídamente.
–¿Preguntas por algo en particular?
–Beth soltó perspicaz– es la tercera vez que me cuestionas sobre lo mismo, sin
mencionar realmente nada.
–Eh… no –negó– es solo que… hablé con
Marcos y pensé que podía haber ocurrido algo –¡Alex! Gritaba para sus adentros.
–No que yo sepa –contestó con un tono
inseguro. Había algo que parecía dudar
en decir– bueno, cuéntame ¿cómo va todo contigo? ¿Sigues saliendo con Kyle?
–Sí –una sonrisa se dibujó en sus
labios– se ve mucho mejor ahora que antes.
Vi una foto nuestra cuando salíamos, nos veíamos tan jóvenes.
–¿Qué edad se supone que tienes ahora?
¿Cincuenta? ¿Sesenta? –rió.
–¡Qué graciosa eh!
–Siguen jóvenes Danaé, aún tienen
mucho por delante. Tómalo con calma y todo irá bien.
–Lo sé, gracias Beth. No me precipitaré, nunca ha sido lo mío.
–No que yo recuerde –confirmó Beth
murmurando algo.
–¿Sabes? Siento como si quisieras
decirme algo y no supieras como.
–Eres intuitiva –sonrió aprobadora– y,
estás en lo cierto. Danaé, han pasado algunas cosas por aquí.
–Ah… –no sabía bien qué decir–. ¿Qué cosas?
–¿Vendrás a la fiesta de Aurora?
–interrogó y Danaé no supo el por qué del cambio de la conversación.
–Imagino. Creo que puedo tomarme un
par de semanas libres cada semestre. Y ya que mi cumpleaños estaré lejos,
imagino que podría. ¿Por qué? ¿Debería
asistir? ¿Será enorme como todo los años?
–Sí, bueno ya la está planeando, como
de costumbre. Nuestra prima es bastante entusiasta de las fiestas –rieron
juntas pues era un rasgo que ninguna de las dos compartía con Aurora. Beth era
una gran organizadora pero de eventos más serios y Danaé no se le daba nada
bien ni lo uno ni lo otro.
–Beth, ¿qué ha pasado? Tú no eres de las personas que dan
rodeos. Me estás asustando.
–No es nada –restó importancia– una
tontería, realmente. Solo que bastante sorprendente, imagino.
–¿Y es…? –Danaé empezaba a perder la
paciencia.
–¿Recuerdas como todos pensábamos que
Aurora terminaría con Christopher siempre? –preguntó Beth y Danaé arqueó una
ceja.
–¿Sí? –no sabía qué decir. ¿Qué
pretendía Beth?
–Bueno, sí. Eso es lo que yo pensaba y me atrevo a decir
que no era la única, ni mucho menos. Es
solo que parece que estábamos equivocados.
Muy… equivocados.
–¿Por qué? –sintió un nudo en el
estómago– ¿por qué equivocados?
–Porque no era Christopher quien le
gustaba. Aparentemente…
–¿No? ¿Entonces, quien? ¿Yo lo conozco?
–Sí –Beth respiró hondo– es Alex,
Danaé. Aurora está saliendo con Alex.
Danaé se sintió repentinamente
mareada. Su pesadilla se volvía real.
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