viernes, 11 de noviembre de 2016

Aprendiendo a seducir XI Epilogo

-Mmm..No –Le negó su petición con cierta sonrisa traviesa, mientras escurría su cabeza un poco, para empezar a repartir besos por su cabello y algún que otro lametón, para conseguir distraerla un poco.

-OH –Volvió a gemir Silvia, perdiéndose en aquel placer jamás vivido-. Donovan –suspiró su nombre, inclinando su cabeza hacia atrás y elevando así, su cuerpo un par de centímetros del mullido lecho.
-No sabes lo preciosa que eres –Le dijo en el oído, tras ver como su cuerpo suave se retorcía de placer, sin poder evitar que su mirada se posara en sus turgentes pechos, con sus pezones erectos reclamándole también atención-. Sexy, sensual y a la vez dulce… -Susurró, para abandonar al momento su oído y poder descender su boca hacía uno de ellos, donde primero recompensó con un lametazo, seguido de un suave apretón de dientes, observando como su cuerpo recibía la caricia del roce del de ella, al volver la chica a elevar su cuerpo por el placer inyectado, con aquella sensual caricia.

-Mmm –Se mordió Silvia los labios, apretando aún más la sábana en sus puños cerrados-. Por favor… -Volvió a implorar casi sin aliento.

-¿Por favor qué, preciosa mía? –Pidió soplando aire en el húmedo pezón, sacándole otro quejido de placer-. ¿Quieres otro mordisco aquí? –Sugirió volviendo apretar con sensualidad con sus dientes, el rosado y duro pezón-. ¿Oh tal vez aquí? –Jugó con ella con gran picardía, al volver a conducir sus carnosos labios a su inflamado clítoris, para propinarle el mismo toque que su pezón.

-¡AH! –Gruñó pro el placer que le había producido por los dientes de su vaquero sobre ella-. ¡Maldita sea, quiero poder acariciarte, quiero darte también el mismo placer, sentir que disfrutas del momento como yo!

-Y así será, pero no ésta vez enana –Dijo depositando un beso en su ombligo-. Quiero que sea especial, todo para ti –Se detuvo por unos segundos, para mirarla a los ojos vidriosos de deseo.

-Y lo está siendo –Soltó con cierto puchero, con mirada risueña-, pero algo incompleto... -Alargó una mano, para conducirla hacia la mejilla rasposa-. Sabes los años que llevo deseando estar así... -Soltó un suspiro profundo-. Y la de veces que te he imaginado para mis novelas, pero no te puse por miedo a que te reconocieran y se enteraran de mis sentimientos por ti...

Donovan sonrió con ternura, depositando un casto beso en sus labios.

-Te voy a ser sincero pequeña –Acabó por confesar con cierto pesar en su voz-. Temo, que si dejo que me toques, no pueda ser placentero ésta primera vez para ti. Sabes el tiempo que llevo sin acostarme con ninguna mujer.

Reinó el silencio entre los dos por unos segundos, donde él la observó entre cierta exasperación y diversión.

-Silvia, tengo miedo a parecer un adolescente inexperto -Por primera vez, veía al hombre nervioso-. Miedo a decepcionarte  -confesó con cierto resoplido profundo, reflejando sin darse cuenta, lo nervioso que se hallaba -. Miedo - volvió acercar sus labios a los de ella para mordisqueárselos con ímpetu sensual-, a no poder conducirte al nivel que llevo imaginando más de mil noches - Hablaba con su ronca voz, mientras con sus labios acariciaba los de ella al tiempo, que su cuerpo volvía a despertar a la sensualidad con sus cálidas caricias de sus manos callosas, por el duro trabajo de un rancho.

Se hallaba tan absorta en su voz, en su calor, su olor y sus caricias desinhibidas por su cuerpo, que tardó en reaccionar ante aquel peculiar sonido.

El sonido, parecido a dos roscas de las manecillas de un reloj, seguidas por dos chasquidos. Fueron lo que la sacaron de su neblina de pasión, logrando que alce su rostro hacia su mano derecha.

Fue entonces, cuando sus ojos se abrieron con cierta sorpresa al ver su muñeca apresada por el brillante metal de las esposas. Y como el otro tramo, iba la gruesa cadena por detrás del barrote de hierro forjado, hasta apresar por un igual la mano izquierda del hombre.

Pero como él, no conocía exactamente la procedencia de aquel frío metal, no pensó que la sorpresa reflejada en su rostro, iba cargada de sentimientos muy contradictorios al deseo.

-Te cedo una tregua -Susurró Donovan, volviendo a captar su atención al sujetarle la barbilla con sus fuertes dedos, reclamando así su total atención-. Vamos a tener la misma libertad de movimientos...

-¿Movimientos? -Repitió Silvia con un asentamiento de cabeza, y mirándolo fijamente a los ojos mientras se mordía los labios, para ocultar la carcajada de desesperación que quería salir.

-Así es preciosa - afirmó sin poder evitar el achicar un poco la mirada al notarla  algo diferente-. No estés nerviosa mi pequeña -volvió apoyar suavemente su cuerpo sobre el de ella, para conducir su mano a su cadera, mientras sus labios capturaban el pulso de su cuello con un suave mordisco-, eres libre de acariciar mi cuerpo - ascendió con sus labios, para capturar el tierno óvulo de su oído.

-Pero... -Fue a protestar, siendo tarea imposible cuando su vaquero le atrapó con hambre su boca, agarrando también su mano libre para conducírsela sin tapujo alguno, a su pene erecto.

-Si no hubiese disfrutado de mis anteriores caricias, créeme que ésta -obligó a la suave mano de ella que abriera la palma para rodearlo-, no se hallaría tan dura.

¿De qué tenía que protestar?

Realmente, ahora que tenía aquel objetivo tan deseado por tanto tiempo entre sus manos, que su mente se hallaba en blanco, colapsada al notar algo tan duro y a la vez, tan suave y calentito…

-Vaya –logró soltar con tono cargado de humor y una sonrisa ancha en su rostro-, como ya dije el otro día –Soltó sin dejar de acariciar con suavidad y cierta gran curiosidad-. Donovan uno y mi muñeco cero.

Con los ojos cerrados, logró distraerse del control que estaba ejerciendo sobre sí mismo, ante aquellas caricias, para soltar una sincera risa ronca, ante las palabras de la joven.

-Ya te dije, que era una locura lo que querías hacer con ése trozo endemoniado de plástico sin vida, sin libre pensamiento… -abrió los ojos, mientras se pasaba la lengua por los labios, ante el placer que estaba sintiendo con las suaves y pequeñas manos de ella-. ¡Joder! –soltó en un gemido de puro placer, por las caricias que le proliferaba  la joven con tanto cuidado-. Me vas a matar pequeña… -Confesó con los ojos cerrados, dejándose hacer, para que ella matara su curiosidad.- Creo que voy a negarte la tregua que te ofrecí hace unos instantes –Soltó de sopetón, abriendo los ojos cargados de puro deseo-. Y voy atarte solo a ti con las esposas, éste primer asalto prefiero las pre-eliminares sobre ti, que sobre mi cuerpo…

Ante aquella indicación, Silvia detuvo su mano curiosa, para enfrentar a su mirada, no sin antes dedicarle cierta sonrisa malévola.

-Querido –empleó cierto tono melindroso-. Ahora siento notificarte, que acabas de perder tu punto de ventaja… -Y acto seguido, subió su mirada hacia las esposas-. No creo que logres librarte de ellas, es lo que quería decirte, pero me distrajiste…

Donovan, miró un segundo hacía las esposas y luego, sonriendo inclinó su cabeza hacia abajo, para morder y besar en la base de su cuello.

-Preciosa, no te preocupes –depositó un par de besos en mitad del cuello-, aunque parezcan reales, las esposas de ésas tiendas, tienen un límite de presión y se rompen…

Silvia, aspiró aire con profundidad sin perder de vista los ojos del hombre.

-Ése, es el problema. No las compré en ninguna tienda –Interrumpió para confesarle, cerrando un segundo los ojos con cierta presión, mientras se mordía otra vez el labio, intentando reprimir la carcajada que quería escaparse algo histérica, acompañada de un pequeño llanto por el mal karma que parecía perseguirla últimamente-. De hecho, no son mías… Tienen dueño…

-Menos rodeos pequeña –Inquirió con tono serio y posicionándose de rodillas en el lecho, al lado del cuerpo de ella-. Escupe…

-Son verdaderas –Dijo en un hilo de voz-. Pertenecen al sheriff, del condado vecino y… -No acabó, él la interrumpió.

-¡Qué! –Exclamó, dando a la vez fuertes tirones, para intentar deshacerse de ellas.

-¡Cuidado! –Protestó, pues también la movía a ella, contra los barrotes de la cama.

-¿Se puede saber, que puñetas haces con unas esposas de verdad? –Le metió bronca, hundiendo los hombros al ver que no podía con ellas y no sabía cómo salir de aquel embrollo.

-Es una historia un poco larga –Dijo volteando los ojos.

-Por si no te ha quedado claro –Soltó con ironía-. No creo que vayamos a movernos de aquí, sin las malditas llaves…

-Y aquí se acaba todo, verdad –Señaló con cierto enfurruñamiento, bajando su mirada hacia las sábanas sin querer mirarlo, por hallarse algo desilusionada.

-Mierda –Gruñó apenas audible-. No lo comprendes, debemos librarnos de esto-Volvió a dar un leve tirón con frustración-. Si no, seremos posiblemente castigados.

-¿Qué? –Frunció el ceño, para volver a girar su rostro hacia él, pero al hacerlo, su nariz casi choca con el miembro medio apagado de éste, al haberse incorporado un poco e inclinado hacia ella, para estudiar la cadena y los barrotes.

Al respirar con cierta profundidad, por la pequeña impresión de tenerlo en sus morros, que le vino su olor masculino almizclado… Y algo, hipnotizada se  estaba quedando al ver como se balanceaba ligeramente hacia los lados, por los tirones que le estaba dando Donovan al metal…

¡Y coño! No sabía porque, pero tenía ganas de soltar un maullido como un gato… Pues estaba segura, de sentirse como tal, cuando le daban juego con un trozo de cordón.

Se relamió los labios con sonrisa juguetona, antes de acortar ése centímetro, para atrapar con sus labios carnosos de forma leve la punta del cordón…

-¡Silvia! –Se tensó de golpe él, cerrando los dos puños alrededor de las barras del cabezal de la cama.
Chupó levemente con su lengua y se retiró, para relamerse pro un segundo los labios.

-No está mal… -Confesó distraída, a su aire, sin prestar atención al calvario que sufría el vaquero-. Mmm… -Volviendo a gemir, al ver como el cordón parecía estar más grueso.

-Para por favor… -Pidió entre dientes él, cuando la chica se decidió por atraparlo por entero con su boca-. Esto es un desastre… -Soltó un quejido de placer-. Silvia –Demandó clemencia, soltando a la vez un quejido-. Hay que parar, no llego a los preservativos de mí cajón –Gruñó aquella vez con más fuerza, logrando que ella retirara su boca de él.

-Estas de broma –Se detuvo de sopetón, para hablar con su voz cargada de frustración sexual, y alzando sus ojos a su rostro, para toparse como el hombre trataba de recuperar la respiración.

-Lo siento –Habló al final abatido.

El silencio los invadió por unos minutos, donde cada uno, iba por un derrotero diferente con sus cavilaciones.

Hasta que ella, fue la primera en romper el silencio.

-No me importa –Se alzó de hombros-. Pero creo, que aún no estoy en días peligrosos –Confesó con la mirada puesta en el pecho del hombre y su mano, agarrando aún el miembro del hombre, el cual, parecía haber perdido un poco de hierro…

-¿Perdona? –Preguntó confuso y sorprendido.

-Que quiero sexo contigo –Empezó a confesar con voz soñadora-. No soy ninguna niña, no quiero conocer más mundo, quiero tener una vida contigo y crear una familia –Alzó su mirada al fin hacia la de él-. Y no me molesta que sea ya, porque sé que será una etapa maravillosa que viviremos juntos sin que nos quite tiempo…

Los ojos de Donovan parecían brillar en aquel momento de forma más ardiente, antes de que aspirara con fuerza.

-¿Lo dices segura? –Preguntó con tono ronco y sonrisa torcida, al ver como ella había notado que volvía a excitarse de forma rápida.

-Sí –Sonrió libertina, relamiéndose los labios.

-En ese caso -Le guiñó un ojo antes de inclinarse hacia ella-. Uno –dijo retirando la mano de ella de su miembro erecto, para acomodar su cuerpo encima-, no sabes lo feliz que me haces. Dos –llevó su mano hacia el sexo de ella, para acariciar levemente su clítoris antes de deslizar de forma delicada un dedo dentro de ella, observando como ella respondía al instante gimiendo y cerrando los ojos-, ya estas lista para ser mía. Y tres – retiró su mano, para acomodar su miembro contra los húmedos e impacientes labios de ella-, te amo –Confesó empujando de una sola vez su pene, para romper la barrera de ella, callando su gemido de molestia con sus carnosos labios-. Schhh… -La volvió a besar levemente, quedándose quieto, hasta ver que ella se sintiera cómoda-. ¿Ya? –Preguntó con voz dulce y acariciando su mejilla con su única mano libre.

Silvia, aspiró y asintió con un gesto de cabeza sin abrir sus ojos, pero con una sonrisa en sus comisuras, antes de soltar un gemido y dejar los labios ligeramente entre abiertos, ante el nuevo empuje de éste.


El silencio los invadió por unos minutos, donde cada uno, iba por un derrotero diferente con sus cavilaciones.

Hasta que ella, fue la primera en romper el silencio.

-No me importa –Se alzó de hombros-. Pero creo, que aún no estoy en días peligrosos –Confesó con la mirada puesta en el pecho del hombre y su mano, agarrando aún el miembro del hombre, el cual, parecía haber perdido un poco de hierro…

-¿Perdona? –Preguntó confuso y sorprendido.

-Que quiero sexo contigo –Empezó a confesar con voz soñadora-. No soy ninguna niña, no quiero conocer más mundo, quiero tener una vida contigo y crear una familia –Alzó su mirada al fin hacia la de él-. Y no me molesta que sea ya, porque sé que será una etapa maravillosa que viviremos juntos sin que nos quite tiempo…

Los ojos de Donovan parecían brillar en aquel momento de forma más ardiente, antes de que aspirara con fuerza.

-¿Lo dices segura? –Preguntó con tono ronco y sonrisa torcida, al ver como ella había notado que volvía a excitarse de forma rápida.

-Sí –Sonrió libertina, relamiéndose los labios.

-En ese caso -Le guiñó un ojo antes de inclinarse hacia ella-. Uno –dijo retirando la mano de ella de su miembro erecto, para acomodar su cuerpo encima-, no sabes lo feliz que me haces. Dos –llevó su mano hacia el sexo de ella, para acariciar levemente su clítoris antes de deslizar de forma delicada un dedo dentro de ella, observando como ella respondía al instante gimiendo y cerrando los ojos-, ya estas lista para ser mía. Y tres – retiró su mano, para acomodar su miembro contra los húmedos e impacientes labios de ella-, te amo –Confesó empujando de una sola vez su pene, para romper la barrera de ella, callando su gemido de molestia con sus carnosos labios-. Schhh… -La volvió a besar levemente, quedándose quieto, hasta ver que ella se sintiera cómoda-. ¿Ya? –Preguntó con voz dulce y acariciando su mejilla con su única mano libre.

Silvia, aspiró y asintió con un gesto de cabeza sin abrir sus ojos, pero con una sonrisa en sus comisuras, antes de soltar un gemido y dejar los labios ligeramente entre abiertos, ante el nuevo empuje de éste.

-Donovan –Gimió en un susurro su nombre, cuando el hombre volvió a retirar de forma leve su miembro de su interior, para empujar nuevamente hacia ella con cierta presión.

-Dime pequeña –Dijo con sus labios pegados a su oído, besando con delicadeza y causando miles de espirales por el sistema nervioso de ella.

-¡Ah! –Se mordió los labios, cerrando sus ojos y apretando un único glúteo del hombre, al tener solo una mano libre-. ¡Sí, sí!

-¿Te gusta? –Preguntó contra sus labios, sin dejar de mover sus caderas a cierto compás.

-Sí –Respondió con una aspiración de aire, depositando seguidamente un beso en sus carnosos labios-. Pero… Pero, no creo que aguante más…

-Tranquila, déjate llevar –La guió con cariño, incrementando más sus empujes para dejar liberar su control, sabiendo que no iba a dejarla insatisfecha.

-¡Joder! –Masculló incrédula por el placer que estaba sintiendo en todo su sistema nervioso-. Donovan –Lo avisó con un fuerte gruñido y arañándole la espalda.

-Dios, pequeña –Soltaba en un quejido, perdido ya en el placer del orgasmo, dando sus últimos envites con más fuerza que minutos anteriores.

-¡AH! –Chilló, antes de dejar su cuerpo desfallecer como la gelatina por el orgasmo, apareciendo al instante una enorme sonrisa tonta en su rostro, mientras notaba feliz contra su pecho las locas y acelerados latidos del corazón de su amado, y a éste, depositar un reguero de besos delicados por su cuello, hasta acabar en sus labios-. Te quiero –Confesó henchida de felicidad, al comprender el gran paso que habían dado los dos en su corta relación.

-Yo también –Le brindó una cálida sonrisa-. ¿Estás bien? –Preguntó, aún con cierta falta de aliento, y tratando de retirar un poco su cuerpo de encima, para liberar su peso.

-Sí –Asintió con un gesto de cabeza y sonrisa traviesa.- Ha sido… -Alzó su mano al aire, para dejarla caer inmediatamente encima de las sábanas-. No tengo palabras.

-Para mí también tesoro –Sonrió con gran cariño, besándola profundamente, para después mostrarle una mirada algo preocupada-. Pero tenemos un gran problema –Confesó justo cuando se escuchaba el llegar de un vehículo-. Y creo acaba de llegar… -Dijo con un quejido de fastidio.


-¿Otro problema, aparte de éste? –Movió su mano esposada. 

1 comentario:

  1. ¡¡VAYAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA AL FINNNNNNNNNNNNNNNNN!! Candente el capítulo!!! Besos brujis!

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