-Mmm..No
–Le negó su petición con cierta sonrisa traviesa, mientras escurría su cabeza
un poco, para empezar a repartir besos por su cabello y algún que otro lametón,
para conseguir distraerla un poco.
-OH
–Volvió a gemir Silvia, perdiéndose en aquel placer jamás vivido-. Donovan
–suspiró su nombre, inclinando su cabeza hacia atrás y elevando así, su cuerpo
un par de centímetros del mullido lecho.
-Mmm
–Se mordió Silvia los labios, apretando aún más la sábana en sus puños
cerrados-. Por favor… -Volvió a implorar casi sin aliento.
-¿Por
favor qué, preciosa mía? –Pidió soplando aire en el húmedo pezón, sacándole
otro quejido de placer-. ¿Quieres otro mordisco aquí? –Sugirió volviendo
apretar con sensualidad con sus dientes, el rosado y duro pezón-. ¿Oh tal vez
aquí? –Jugó con ella con gran picardía, al volver a conducir sus carnosos
labios a su inflamado clítoris, para propinarle el mismo toque que su pezón.
-¡AH!
–Gruñó pro el placer que le había producido por los dientes de su vaquero sobre
ella-. ¡Maldita sea, quiero poder acariciarte, quiero darte también el mismo
placer, sentir que disfrutas del momento como yo!
-Y
así será, pero no ésta vez enana –Dijo depositando un beso en su ombligo-.
Quiero que sea especial, todo para ti –Se detuvo por unos segundos, para
mirarla a los ojos vidriosos de deseo.
-Y
lo está siendo –Soltó con cierto puchero, con mirada risueña-, pero algo
incompleto... -Alargó una mano, para conducirla hacia la mejilla rasposa-.
Sabes los años que llevo deseando estar así... -Soltó un suspiro profundo-. Y
la de veces que te he imaginado para mis novelas, pero no te puse por miedo a
que te reconocieran y se enteraran de mis sentimientos por ti...
Donovan
sonrió con ternura, depositando un casto beso en sus labios.
-Te
voy a ser sincero pequeña –Acabó por confesar con cierto pesar en su voz-.
Temo, que si dejo que me toques, no pueda ser placentero ésta primera vez para ti.
Sabes el tiempo que llevo sin acostarme con ninguna mujer.
Reinó
el silencio entre los dos por unos segundos, donde él la observó entre cierta
exasperación y diversión.
-Silvia,
tengo miedo a parecer un adolescente inexperto -Por primera vez, veía al hombre
nervioso-. Miedo a decepcionarte -confesó con cierto resoplido profundo,
reflejando sin darse cuenta, lo nervioso que se hallaba -. Miedo - volvió
acercar sus labios a los de ella para mordisqueárselos con ímpetu sensual-, a
no poder conducirte al nivel que llevo imaginando más de mil noches - Hablaba
con su ronca voz, mientras con sus labios acariciaba los de ella al tiempo, que
su cuerpo volvía a despertar a la sensualidad con sus cálidas caricias de sus
manos callosas, por el duro trabajo de un rancho.
Se
hallaba tan absorta en su voz, en su calor, su olor y sus caricias desinhibidas
por su cuerpo, que tardó en reaccionar ante aquel peculiar sonido.
El
sonido, parecido a dos roscas de las manecillas de un reloj, seguidas por dos
chasquidos. Fueron lo que la sacaron de su neblina de pasión, logrando que alce
su rostro hacia su mano derecha.
Fue
entonces, cuando sus ojos se abrieron con cierta sorpresa al ver su muñeca
apresada por el brillante metal de las esposas. Y como el otro tramo, iba la
gruesa cadena por detrás del barrote de hierro forjado, hasta apresar por un
igual la mano izquierda del hombre.
Pero
como él, no conocía exactamente la procedencia de aquel frío metal, no pensó
que la sorpresa reflejada en su rostro, iba cargada de sentimientos muy
contradictorios al deseo.
-Te
cedo una tregua -Susurró Donovan, volviendo a captar su atención al sujetarle
la barbilla con sus fuertes dedos, reclamando así su total atención-. Vamos a
tener la misma libertad de movimientos...
-¿Movimientos?
-Repitió Silvia con un asentamiento de cabeza, y mirándolo fijamente a los ojos
mientras se mordía los labios, para ocultar la carcajada de desesperación que
quería salir.
-Así
es preciosa - afirmó sin poder evitar el achicar un poco la mirada al
notarla algo diferente-. No estés nerviosa mi pequeña -volvió apoyar
suavemente su cuerpo sobre el de ella, para conducir su mano a su cadera,
mientras sus labios capturaban el pulso de su cuello con un suave mordisco-,
eres libre de acariciar mi cuerpo - ascendió con sus labios, para capturar el
tierno óvulo de su oído.
-Pero...
-Fue a protestar, siendo tarea imposible cuando su vaquero le atrapó con hambre
su boca, agarrando también su mano libre para conducírsela sin tapujo alguno, a
su pene erecto.
-Si
no hubiese disfrutado de mis anteriores caricias, créeme que ésta -obligó a la
suave mano de ella que abriera la palma para rodearlo-, no se hallaría tan
dura.
¿De
qué tenía que protestar?
Realmente,
ahora que tenía aquel objetivo tan deseado por tanto tiempo entre sus manos,
que su mente se hallaba en blanco, colapsada al notar algo tan duro y a la vez,
tan suave y calentito…
-Vaya
–logró soltar con tono cargado de humor y una sonrisa ancha en su rostro-, como
ya dije el otro día –Soltó sin dejar de acariciar con suavidad y cierta gran
curiosidad-. Donovan uno y mi muñeco cero.
Con
los ojos cerrados, logró distraerse del control que estaba ejerciendo sobre sí
mismo, ante aquellas caricias, para soltar una sincera risa ronca, ante las
palabras de la joven.
-Ya
te dije, que era una locura lo que querías hacer con ése trozo endemoniado de
plástico sin vida, sin libre pensamiento… -abrió los ojos, mientras se pasaba
la lengua por los labios, ante el placer que estaba sintiendo con las suaves y
pequeñas manos de ella-. ¡Joder! –soltó en un gemido de puro placer, por las
caricias que le proliferaba la joven con
tanto cuidado-. Me vas a matar pequeña… -Confesó con los ojos cerrados,
dejándose hacer, para que ella matara su curiosidad.- Creo que voy a negarte la
tregua que te ofrecí hace unos instantes –Soltó de sopetón, abriendo los ojos
cargados de puro deseo-. Y voy atarte solo a ti con las esposas, éste primer
asalto prefiero las pre-eliminares sobre ti, que sobre mi cuerpo…
Ante
aquella indicación, Silvia detuvo su mano curiosa, para enfrentar a su mirada,
no sin antes dedicarle cierta sonrisa malévola.
-Querido
–empleó cierto tono melindroso-. Ahora siento notificarte, que acabas de perder
tu punto de ventaja… -Y acto seguido, subió su mirada hacia las esposas-. No
creo que logres librarte de ellas, es lo que quería decirte, pero me
distrajiste…
Donovan,
miró un segundo hacía las esposas y luego, sonriendo inclinó su cabeza hacia
abajo, para morder y besar en la base de su cuello.
-Preciosa,
no te preocupes –depositó un par de besos en mitad del cuello-, aunque parezcan
reales, las esposas de ésas tiendas, tienen un límite de presión y se rompen…
Silvia,
aspiró aire con profundidad sin perder de vista los ojos del hombre.
-Ése,
es el problema. No las compré en ninguna tienda –Interrumpió para confesarle,
cerrando un segundo los ojos con cierta presión, mientras se mordía otra vez el
labio, intentando reprimir la carcajada que quería escaparse algo histérica,
acompañada de un pequeño llanto por el mal karma que parecía perseguirla
últimamente-. De hecho, no son mías… Tienen dueño…
-Menos
rodeos pequeña –Inquirió con tono serio y posicionándose de rodillas en el
lecho, al lado del cuerpo de ella-. Escupe…
-Son
verdaderas –Dijo en un hilo de voz-. Pertenecen al sheriff, del condado vecino
y… -No acabó, él la interrumpió.
-¡Qué!
–Exclamó, dando a la vez fuertes tirones, para intentar deshacerse de ellas.
-¡Cuidado!
–Protestó, pues también la movía a ella, contra los barrotes de la cama.
-¿Se
puede saber, que puñetas haces con unas esposas de verdad? –Le metió bronca,
hundiendo los hombros al ver que no podía con ellas y no sabía cómo salir de
aquel embrollo.
-Es
una historia un poco larga –Dijo volteando los ojos.
-Por
si no te ha quedado claro –Soltó con ironía-. No creo que vayamos a movernos de
aquí, sin las malditas llaves…
-Y
aquí se acaba todo, verdad –Señaló con cierto enfurruñamiento, bajando su
mirada hacia las sábanas sin querer mirarlo, por hallarse algo desilusionada.
-Mierda
–Gruñó apenas audible-. No lo comprendes, debemos librarnos de esto-Volvió a
dar un leve tirón con frustración-. Si no, seremos posiblemente castigados.
-¿Qué?
–Frunció el ceño, para volver a girar su rostro hacia él, pero al hacerlo, su
nariz casi choca con el miembro medio apagado de éste, al haberse incorporado
un poco e inclinado hacia ella, para estudiar la cadena y los barrotes.
Al
respirar con cierta profundidad, por la pequeña impresión de tenerlo en sus
morros, que le vino su olor masculino almizclado… Y algo, hipnotizada se estaba quedando al ver como se balanceaba
ligeramente hacia los lados, por los tirones que le estaba dando Donovan al
metal…
¡Y
coño! No sabía porque, pero tenía ganas de soltar un maullido como un gato…
Pues estaba segura, de sentirse como tal, cuando le daban juego con un trozo de
cordón.
Se
relamió los labios con sonrisa juguetona, antes de acortar ése centímetro, para
atrapar con sus labios carnosos de forma leve la punta del cordón…
-¡Silvia!
–Se tensó de golpe él, cerrando los dos puños alrededor de las barras del cabezal
de la cama.
Chupó
levemente con su lengua y se retiró, para relamerse pro un segundo los labios.
-No
está mal… -Confesó distraída, a su aire, sin prestar atención al calvario que
sufría el vaquero-. Mmm… -Volviendo a gemir, al ver como el cordón parecía
estar más grueso.
-Para
por favor… -Pidió entre dientes él, cuando la chica se decidió por atraparlo
por entero con su boca-. Esto es un desastre… -Soltó un quejido de placer-.
Silvia –Demandó clemencia, soltando a la vez un quejido-. Hay que parar, no llego
a los preservativos de mí cajón –Gruñó aquella vez con más fuerza, logrando que
ella retirara su boca de él.
-Estas
de broma –Se detuvo de sopetón, para hablar con su voz cargada de frustración
sexual, y alzando sus ojos a su rostro, para toparse como el hombre trataba de
recuperar la respiración.
-Lo
siento –Habló al final abatido.
El
silencio los invadió por unos minutos, donde cada uno, iba por un derrotero
diferente con sus cavilaciones.
Hasta
que ella, fue la primera en romper el silencio.
-No
me importa –Se alzó de hombros-. Pero creo, que aún no estoy en días peligrosos
–Confesó con la mirada puesta en el pecho del hombre y su mano, agarrando aún
el miembro del hombre, el cual, parecía haber perdido un poco de hierro…
-¿Perdona?
–Preguntó confuso y sorprendido.
-Que
quiero sexo contigo –Empezó a confesar con voz soñadora-. No soy ninguna niña,
no quiero conocer más mundo, quiero tener una vida contigo y crear una familia
–Alzó su mirada al fin hacia la de él-. Y no me molesta que sea ya, porque sé
que será una etapa maravillosa que viviremos juntos sin que nos quite tiempo…
Los
ojos de Donovan parecían brillar en aquel momento de forma más ardiente, antes
de que aspirara con fuerza.
-¿Lo
dices segura? –Preguntó con tono ronco y sonrisa torcida, al ver como ella
había notado que volvía a excitarse de forma rápida.
-Sí
–Sonrió libertina, relamiéndose los labios.
-En
ese caso -Le guiñó un ojo antes de inclinarse hacia ella-. Uno –dijo retirando
la mano de ella de su miembro erecto, para acomodar su cuerpo encima-, no sabes
lo feliz que me haces. Dos –llevó su mano hacia el sexo de ella, para acariciar
levemente su clítoris antes de deslizar de forma delicada un dedo dentro de
ella, observando como ella respondía al instante gimiendo y cerrando los ojos-,
ya estas lista para ser mía. Y tres – retiró su mano, para acomodar su miembro
contra los húmedos e impacientes labios de ella-, te amo –Confesó empujando de
una sola vez su pene, para romper la barrera de ella, callando su gemido de
molestia con sus carnosos labios-. Schhh… -La volvió a besar levemente,
quedándose quieto, hasta ver que ella se sintiera cómoda-. ¿Ya? –Preguntó con
voz dulce y acariciando su mejilla con su única mano libre.
Silvia,
aspiró y asintió con un gesto de cabeza sin abrir sus ojos, pero con una
sonrisa en sus comisuras, antes de soltar un gemido y dejar los labios
ligeramente entre abiertos, ante el nuevo empuje de éste.
El
silencio los invadió por unos minutos, donde cada uno, iba por un derrotero
diferente con sus cavilaciones.
Hasta
que ella, fue la primera en romper el silencio.
-No
me importa –Se alzó de hombros-. Pero creo, que aún no estoy en días peligrosos
–Confesó con la mirada puesta en el pecho del hombre y su mano, agarrando aún
el miembro del hombre, el cual, parecía haber perdido un poco de hierro…
-¿Perdona?
–Preguntó confuso y sorprendido.
-Que
quiero sexo contigo –Empezó a confesar con voz soñadora-. No soy ninguna niña,
no quiero conocer más mundo, quiero tener una vida contigo y crear una familia
–Alzó su mirada al fin hacia la de él-. Y no me molesta que sea ya, porque sé
que será una etapa maravillosa que viviremos juntos sin que nos quite tiempo…
Los
ojos de Donovan parecían brillar en aquel momento de forma más ardiente, antes
de que aspirara con fuerza.
-¿Lo
dices segura? –Preguntó con tono ronco y sonrisa torcida, al ver como ella
había notado que volvía a excitarse de forma rápida.
-Sí
–Sonrió libertina, relamiéndose los labios.
-En
ese caso -Le guiñó un ojo antes de inclinarse hacia ella-. Uno –dijo retirando
la mano de ella de su miembro erecto, para acomodar su cuerpo encima-, no sabes
lo feliz que me haces. Dos –llevó su mano hacia el sexo de ella, para acariciar
levemente su clítoris antes de deslizar de forma delicada un dedo dentro de
ella, observando como ella respondía al instante gimiendo y cerrando los ojos-,
ya estas lista para ser mía. Y tres – retiró su mano, para acomodar su miembro
contra los húmedos e impacientes labios de ella-, te amo –Confesó empujando de
una sola vez su pene, para romper la barrera de ella, callando su gemido de
molestia con sus carnosos labios-. Schhh… -La volvió a besar levemente,
quedándose quieto, hasta ver que ella se sintiera cómoda-. ¿Ya? –Preguntó con
voz dulce y acariciando su mejilla con su única mano libre.
Silvia,
aspiró y asintió con un gesto de cabeza sin abrir sus ojos, pero con una
sonrisa en sus comisuras, antes de soltar un gemido y dejar los labios
ligeramente entre abiertos, ante el nuevo empuje de éste.
-Donovan
–Gimió en un susurro su nombre, cuando el hombre volvió a retirar de forma leve
su miembro de su interior, para empujar nuevamente hacia ella con cierta
presión.
-Dime
pequeña –Dijo con sus labios pegados a su oído, besando con delicadeza y
causando miles de espirales por el sistema nervioso de ella.
-¡Ah!
–Se mordió los labios, cerrando sus ojos y apretando un único glúteo del
hombre, al tener solo una mano libre-. ¡Sí, sí!
-¿Te
gusta? –Preguntó contra sus labios, sin dejar de mover sus caderas a cierto
compás.
-Sí
–Respondió con una aspiración de aire, depositando seguidamente un beso en sus
carnosos labios-. Pero… Pero, no creo que aguante más…
-Tranquila,
déjate llevar –La guió con cariño, incrementando más sus empujes para dejar
liberar su control, sabiendo que no iba a dejarla insatisfecha.
-¡Joder!
–Masculló incrédula por el placer que estaba sintiendo en todo su sistema
nervioso-. Donovan –Lo avisó con un fuerte gruñido y arañándole la espalda.
-Dios,
pequeña –Soltaba en un quejido, perdido ya en el placer del orgasmo, dando sus
últimos envites con más fuerza que minutos anteriores.
-¡AH!
–Chilló, antes de dejar su cuerpo desfallecer como la gelatina por el orgasmo,
apareciendo al instante una enorme sonrisa tonta en su rostro, mientras notaba
feliz contra su pecho las locas y acelerados latidos del corazón de su amado, y
a éste, depositar un reguero de besos delicados por su cuello, hasta acabar en
sus labios-. Te quiero –Confesó henchida de felicidad, al comprender el gran
paso que habían dado los dos en su corta relación.
-Yo
también –Le brindó una cálida sonrisa-. ¿Estás bien? –Preguntó, aún con cierta
falta de aliento, y tratando de retirar un poco su cuerpo de encima, para
liberar su peso.
-Sí
–Asintió con un gesto de cabeza y sonrisa traviesa.- Ha sido… -Alzó su mano al
aire, para dejarla caer inmediatamente encima de las sábanas-. No tengo
palabras.
-Para
mí también tesoro –Sonrió con gran cariño, besándola profundamente, para
después mostrarle una mirada algo preocupada-. Pero tenemos un gran problema
–Confesó justo cuando se escuchaba el llegar de un vehículo-. Y creo acaba de
llegar… -Dijo con un quejido de fastidio.
-¿Otro
problema, aparte de éste? –Movió su mano esposada.
¡¡VAYAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA AL FINNNNNNNNNNNNNNNNN!! Candente el capítulo!!! Besos brujis!
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