Beth dejó su maleta con suavidad
en el piso de la habitación. La recorrió con una breve mirada y se acostó con
descuido. Cerró los ojos y recordó la última vez que había estado ahí. Como
había reflexionado sobre los cambios en su vida, su angustia por cumplir 30
años y su alegría por conocer a Lucian. Un mes exacto. Hacía un mes que había
estado en Estados Unidos, en su fiesta de cumpleaños y lo había visto. Lucian…
Había sido difícil ignorarlo
cuando hablaban. Él le había llamado por teléfono 2 veces… no más. Ella no se
lo había permitido. Es que no lo quería cerca, no le interesaba él… ¿por qué
jugar a qué sí?
La primera llamada, había
llegado a horas de regresar a Italia. Le contestó con la indiferencia que se
merecía. ¿Por qué intentaba seguir jugando con ella cuando le interesaba Mary?
¡Ni bien ella había dejado suelo americano y él había corrido a sus brazos!
Estúpido Lucian, ¿qué pensaba? ¿qué ella estaría dispuesta a detener su vida
por estar a su lado?
Idiota de ella, sí que lo había
considerado. Quedarse habría sido uno de los errores más grandes de su vida.
Cuando abrió los ojos, se dio
cuenta que estaba sumida en la penumbra total. Alargó la mano para prender la
lámpara y vio que tenía un mensaje.
“¡Beth! –ella se incorporó de
inmediato, al escuchar la voz de Lucian- ya sé que estás a punto de tomar tu
avión y regresar en quién sabe cuánto tiempo pero quiero que sepas que, aunque
no te lo pude decir ahí, frente a ti, te lo digo ahora. Te voy a esperar.
Siempre esperaría. Solo por ti”.
Sintió que le faltaba el aire.
El mensaje habría entrado, quizás, unos minutos después de que ella tomara el
avión hacia Italia. ¿Por qué no le había dicho nada? ¿Por qué?
Inspiró hondamente y trató de
pensar con calma. ¿Qué iba a hacer? No podía aparecerse en la casa de Lucian y
decirle que estaba ahí. Que había vuelto. Ni siquiera conocía su casa…
¿Y si le llamaba? Si llamaba…
¿Lucian contestaría? ¿Hablaría con ella?
- ¿Sí? –escuchó la voz de Lucian
y se sintió insegura. Cómo nunca antes.
- Lucian… -pronunció sin
convicción y en tono bajo.
- ¿Sí? ¿Quién…? –hubo un
silencio. Largo- ¿Beth?
-
Sí, soy yo –contestó, intentando encontrar las palabras- yo… -dudó- he vuelto…
–dijo, sin añadir el: por ti.
- ¿Estás aquí? –preguntó y
escuchó su risa- ¡pero qué gusto! Debemos tomarnos un café pronto –soltó en
tono normal.
- ¿Un café? –Beth replicó
confusa y lo entendió. Había rechazado a Lucian, solo le estaba tratando de la
misma manera que lo había hecho ella- claro.
- Muy bien, ahora mismo estoy en
medio de grabaciones y sería algo complicado –Lucian explicó con tranquilidad-
y hoy…
Beth puso en blanco los ojos. Él
iba a ser difícil, ya estaba claro.
- Ya entendí, estás enfadado
conmigo.
- No, ¿por qué lo estaría Beth?
–Lucian rió- de hecho, me da gusto escucharte nuevamente… tan tú misma.
- Lucian, yo… -Beth suspiró-
¿por qué lo haces tan difícil?
- ¿Tú me lo has hecho fácil?
- Eres un idiota. ¿Lo sabes?
- Me lo dejas bastante claro
siempre, Beth –Lucian se encogió de hombros- pero… ya que estamos en esto, ¿qué
planes tienes para esta noche?
- ¿Planes? Lucian, llegué esta
tarde. ¿Qué planes voy a tener?
- Excelente, vendrás conmigo
entonces.
- ¿Cómo? ¿A dónde?
- Paso por ti en una hora, Beth
–confirmó.
- ¿Qué? ¡Lucian, espera! –Beth
exclamó con fuerza.
- Hasta más tarde, Beth.
- ¡Lucian! –casi pronunció antes
de que él le colgara. ¡Maldición! Ni siquiera había dicho que iría. ¡Peor aún,
no sabía a dónde irían!
El teléfono volvió a sonar y
Beth sonrió. Después de todo, Lucian reconsideraba su comportamiento.
- ¿Diga? –Beth estaba contenta.
-
¿Tienes un vestido de gala aquí? –soltó Lucian con rapidez.
- ¿Un vestido…? –Beth se sentía
como una tonta, repitiendo lo que él decía- ¿a dónde…?
- ¿Lo tienes o debo llevarte
uno? –preguntó conciso.
- ¡Lucian! –gritó con sorpresa-
¿estás loco? ¡No tienes que traerme nada!
- Entonces ¿asumo que tienes un
vestido?
- Sí, pero yo… -nuevamente, el
tono de marcado le respondía y Beth sintió que sus manos se crispaban.
¡Estúpido Lucian! Si pensaba que iría… tenía toda la maldita razón.
Beth inspiró hondo y fue hasta
el ropero. ¿Qué caso tenía luchar contra alguien tan terco como Lucian? Sabía
que él no cedería y podía no usar el vestido pero… ¿y qué tal si él la llevaba
así, vestida inadecuadamente, a dónde sea que fueran? Además, esa actitud sería
infantil y ella no era infantil. No en esas situaciones, de cualquier forma.
Encontró un vestido gris que
había llevado para una fiesta a la que al final no había asistido. Sería la
primera vez que lo usaría y se sintió insegura. Si tan solo estuviera en
Italia… pero aquí, era ese vestido o esperar que él la llevara a comprar uno y
esa no era una opción. ¿Ir con Lucian a una tienda de ropa femenina? ¡Sí, de
inmediato sería una noticia de primera plana! Oh no… de ninguna manera.
Recogió su cabello rubio en un
peinado algo suelto, usó aretes pequeños y un collar discreto. Se colocó su
abrigo y escuchó el timbre. Suspiró.
- Lucian… -empezó con una
sonrisa que se desvaneció al notar que no venía solo- ¿qué significa…?
- ¡Estas bellísima! –alabó él
recorriéndole con la mirada- en verdad…
- Gracias –Beth soltó en tono
extraño y notó que él venía muy elegante. Se veía guapísimo- tú no estás nada
mal.
- ¿Nada mal? –Lucian se miró
brevemente y se encogió de hombros- no soy un hombre de vestir traje todo el
tiempo.
- Pues no lucirías nada mal
–Beth sonrió, intentado evitar la incomodidad creciente que sentía- ¿quieres
pasar?
- Oh si –Lucian giró hasta la
chica que lo acompañaba- ella es Kristen…
Beth
asintió. ¿Tenía que decir algo? ¿Lucian esperaba que ella dijera algo?
- Maquillista profesional
–completó él con una sonrisa- generalmente está a mi disposición.
- Muy gracioso –murmuró ella y
miró a Beth- mucho gusto –sonrió.
- Encantada de conocerte,
Kristen –sonrió Beth en respuesta- ¿te hace trabajar en tu tiempo libre con
frecuencia?
- Muy rara vez… pero siempre
fastidia –contestó y puso en blanco los ojos con una sonrisa- veo que no hago
mucha falta por aquí…
- No pensé que… -Beth negó y se
encogió de hombros- no me importa que me ayudes… ¿por eso viniste verdad?
- Sí, la televisión es engañosa.
Y siempre es mejor que…
- ¿Qué? –Beth la detuvo con
sorpresa- ¿la televisión? ¿a qué te refieres?
- ¿Lucian no te lo dijo?
–Kristen giró hacia él- ¿es una broma?
- ¡Es precisamente lo que yo
estoy pensando! –Beth clavó sus ojos verdes en él- ¿a qué estás jugando Lucian?
- Beth… -Lucian la tomó de un
brazo y ella entrecerró los ojos- realmente…
- Lucian, yo no saldré en
televisión… -advirtió- no sé qué estás pensando, pero te equivocas.
- ¿Querías verme o no? –preguntó
directamente y Beth asintió- ¿mientras más pronto mejor? –Beth suspiró pero
volvió a asentir- pues ahí está. Vendrás conmigo por una hora… quizás menos.
Después podremos hablar todo lo que quieras.
- ¿Esperas que yo asista contigo
a lo que sea que tengas de tu serie y luego platiquemos como si nada? –Beth
negó riendo con incredulidad- ¡estás loco!
- Pues precisamente es lo que
pretendo –confirmó con una sonrisa segura- y tú irás conmigo.
- ¿Estás seguro? –Beth se cruzó
de brazos- no hay poder en la Tierra que convierta eso en una realidad –le dio
la espalda.
- ¿En serio? –Lucian se burló-
¿Ni siquiera si te digo que le cancelé a Mary por ir contigo?
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