viernes, 1 de abril de 2016

Sólo por ti 13° -Gaby Ruiz



Lucian pasó su mano por el cabello, con nerviosismo. Actitud poco habitual en él. Bajó de inmediato la mano, intentando calmarse. ¿Qué podía ganar con desesperarse? ¡No era su turno!
- ¿Qué te sucede, guapo? –Mary se acercó a él con una sonrisa- ¿estás bien?
- Necesito hacer algo –Lucian giró hacia ella- ahora.
- ¿Ahora? –Mary ladeó su rostro- ¿es tan urgente?
- Bastante –replicó con impaciencia- ¿crees que Nick tarde?
Mary observó la escena despacio. Sus ojos parecían realizar rápidos cálculos y finalmente lo miraron.
- Quizás… Nick no está demasiado concentrado últimamente –soltó.
- ¡Eso ya lo sé! –contestó desesperado- ¿qué le sucede?
- No lo sé… lo mismo que a todos cuando cambian sus dulces temperamentos –añadió con intención- tú no eres el mismo…
- No soy el mismo… que sinsentido –Lucian no la miró- ¡me voy!

- Lucian, ven aquí –Mary le tomó del brazo- tienes 15 minutos. ¡15!
- Gracias –le obsequió una sonrisa sesgada y se perdió en los pasillos.
Había sido una semana completa sin noticias de Beth. Ni un mail, ni un mensaje… absolutamente nada. Él, ni siquiera lo había notado, esperaba noticias de ella, que no llegaban. Esa actitud le molestaba, le tenía bastante irritado. ¿Por qué esperaba por ella? ¿Acaso había pensado que lo hacía?
Ni siquiera había notado que la esperaba. Días normales, en que no salía mucho para no tener inconvenientes. La fama, era su justificativo, pero no le duró demasiado. Nada en realidad, cuando se enteró de que las amigas de Beth estarían en una fiesta y decidió asistir.
Gran error, un escándalo que él había preferido evitar y un retrato más con Mary, que lo había acompañado. Suspiró.
Algo bueno había resultado de eso. Tenía el número de Beth en Italia y pensaba llamarla. Marcó y espero. No hubo respuesta. Así que seguía sin saber nada de ella. No por mucho.
Miró su reloj. Aún tenía 10 minutos que pensaba emplear muy bien.
- ¿Sylvie? Soy Lucian ¿cómo estás? –esperó la respuesta y sonrió- ¿recuerdas el otro número que me ofreciste de Beth en Italia? Lo necesito.
Anotó y marcó inmediatamente. Escuchó que una mujer le contestaba, pero no era Beth. ¿Se habría equivocado?
- ¿Beth? –Lucian carraspeó- ¿Elizabeth Ferraz, por favor? –preguntó en italiano.
- Beth ya no vive aquí –escuchó que le contestaban- ¿quién habla? ¿desea dejarle algún mensaje?
- Yo… -él pensó rápidamente pero nada se le ocurría- ¿dónde está ella?
Un silencio se prolongó, sin duda la persona que hablaba estaba dudosa si darle o no la información.
- Soy un amigo suyo… de Estados Unidos –aclaró.
- ¿Americano? –preguntó y de inmediato añadió- está de viaje.
- ¿Cuándo regresa? –Lucian sabía que estaba siendo algo grosero pero no le importaba- ¿a dónde fue?
- Creo que debería hablar con ella –lo cortó la mujer- ¿su nombre?
- Yo la volveré a llamar, gracias –colgó con frustración. ¿Su nombre? ¿Por qué no le había dado? Ah claro, temía que Elizabeth no le hubiera hablado a nadie de él. Como estaba seguro, no lo había hecho. Al decir americano, ¿debieron saberlo no? Si ella hubiera hablado…
Quizás no la conocían. O tal vez sí. Recordaba brevemente que le había dicho que era el teléfono de su familia. ¿Quién le había contestado y por qué no le había dicho nada de Beth?
Estaba claro por qué. Nadie sabía nada de él. De ningún americano, amigo suyo. Lucian estuvo a punto de arrojar su teléfono, pero se contuvo.
- Lucian a escena –escuchó la voz de Mary a través de la puerta de su camerino- tienes 5 minutos para bajar con la estilista.
- No creo que… -Lucian trató de calmarse. Fijó su mirada en el espejo y compuso una sonrisa. O al menos lo intentó- eso es –aprobó y salió.
El repiqueteo del teléfono interrumpió la concentración de Beth. Dejó a un lado el libro que tenía entre manos y contestó.
- ¡Danna! –sonrió encantada- ¿cómo estás?
- Muy bien querida ¿y tú? –Danna sonrió- ¿alguna novedad?
- Ninguna. Estaré de vuelta en un par de días.
- ¡Cuánto me alegro! Tu padre no ha dejado de quejarse de que ni siquiera desempacaste y ya tomaste otro vuelo.
- ¡Él mismo me envió aquí! –rió Beth- y lo sabe muy bien.
- Si cariño, pero lo olvida… imagino –bromeó. A continuación, Danna carraspeó y murmuró- tengo algo que preguntarte… bueno decirte.
- ¿Sí, mamá? –Beth le consideraba su madre desde que Danna se había casado con su padre y no recordaba un solo instante en que ella hubiera dudado en hablarle- ¿qué sucedió?
- ¿Conoces a un americano que habla muy bien italiano? –soltó.
- ¿Cómo? –Beth se atragantó y abrió mucho los ojos- ¿Por qué lo dices?
- Te ha llamado a la casa –contestó.
Beth sintió que le faltaba el aire. ¿Lucian había llamado a su casa? ¡¿Por qué había llamado allá?! ¡Lucian le había llamado! No, no podía ser.
- ¿Eso es un sí o un no? –escuchó la risa suave de Danna al otro lado del auricular- solo le he dicho que estás de viaje, no se ha identificado –añadió.
Beth respiró con normalidad nuevamente. No quería que se enteraran de esa manera sobre Lucian. ¿Sobre Lucian? ¿De qué demonios estaba hablando? ¡Entre ellos no había nada! ¿Por qué sabrían nada de Lucian?
- Oh, eso… -Beth intentó pensar una respuesta- ¿entonces no ha dicho absolutamente nada?
- No, nada más que preguntar por ti.
- Ah… bien, gracias por avisarme Danna.
- De nada cariño, pensé que podía ser alguien importante. ¿Un admirador, quizás? –preguntó bajito.
- ¡Qué tontería, mamá! –Beth intentó ignorar el sonido de su voz ahogada y su risita fingida- te veo pronto.
- Adiós, Beth –se despidió, fingiendo creerle y colgó.
Beth se levantó de golpe. Caminó con impaciencia, una y otra vez recorrió el espacio entre su silla y el escritorio. ¡Lucian! No podía ser otra persona… pero, ¿cómo? ¿su número de casa? Ella no le había dado a nadie el número de la Mansión Ferraz, en América nadie lo tenía más que…
¡Claro! Sylvie y Julie. Solo podían haber sido ellas.
Llamó al departamento de las chicas pero no obtuvo respuesta. Volvió a marcar, pero imaginó que habrían salido a algún lugar. Suspiró con frustración. ¿Cómo sabría que había dicho Lucian?
Porque no podía llamarle. No a menos que supiera que pretendía. ¿Qué tal y solo estaba siendo cortés? No podía arriesgarse a quedar como una gran idiota. No quería buscarlo. Ella no era así.
Su mirada de pronto se fijó en la página web que mantenía minimizada. Tenía correos nuevos sin revisar y procedió a buscar algo interesante. Lo había imaginado. Sylvie no había resistido y le había escrito. Con imágenes incluidas sobre la última fiesta en la que ella se había encontrado con Lucian… y Mary.
Beth elevó un poco el rostro, como si ese gesto imperceptible y que nadie presenciaba, pudiera resguardarla de cualquier sentimiento. Siempre había tenido esa impresión, que si no se doblegaba ante nada… nada la heriría. Ahora no estaba tan segura.
Eran varias fotografías y un relato un poco largo sobre la fiesta. Al parecer, Sylvie pensaba que cada detalle de las bebidas que consumían o de la iluminación del lugar era relevante. Buscó con la mirada el nombre de Lucian. Y sí, le hablaba de su pedido de su número de teléfono, asegurando que no le molestaría ¿verdad? Después de todo, era una celebridad. ¡Ay, si tan solo Sylvie estuviera a su alcance en ese instante!
Beth ignoró el resto del relato por el momento. Era más efectivo mirar. Sucedieron una tras otra en la pantalla las imágenes y Beth contuvo el aliento. Lucian bailaba abrazado a Mary, la tomaba de la mano y le sonreía, en una inclusive…
Beth cerró todo. Lo que hiciera Lucian no le interesaba. Él no le interesaba… en lo absoluto.

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