Beth se encogió de hombros y
llenó la tetera. Puso todo en una bandeja y alzó la mirada hasta Lucian.
- ¿Me permites pasar? –pidió con
tono gélido.
- ¿Te sucede algo? –Lucian tomó
la bandeja de sus manos y la retiró, dejándola a un costado- no pareces la
misma chica de ayer.
- Soy la misma –restó importancia-
ciertas cosas lucen diferentes al día siguiente.
Lucian abrió sus ojos con
sorpresa. Era muy parecido a lo que él siempre había pensado.
- Quizás –concedió- pero no creo
que sea eso.
- ¿No? Tú no me conoces de nada
–Beth señaló- por si lo olvidaste…
- No –Lucian le bloqueó el paso-
¿te disgusto?
- ¿De ayer a hoy? ¡Qué absurdo!
–rió Beth suavemente- simplemente perdí el interés…
- ¿Así de simple?
- Así de simple –corroboró.
- ¿Por qué será que no te creo?
–Lucian arqueó una ceja.
- ¿Qué es lo que esperabas?
–Beth soltó extrañada- te presentas en mi casa con un ramo de rosas y… ¿debía
rendirme a tus pies?
- No exactamente. Después de 3
ramos más –bromeó.
Beth contuvo una risita. Asintió
aprobadora y puso en blanco los ojos.
- Eso no sucederá –negó- no
quiero nada complicado.
- ¿Qué te hace pensar que será
complicado?
- Tú –contestó concisa.
- ¿Yo qué? –Lucian la tomó del
brazo y la estrechó contra su pecho.
- Tú lo harías complicado –Beth
respondió en un hilo de voz.
-
¿Eso es un no? –Lucian la separó un instante, solo para mirarla- ¿Beth?
- ¿Si?
- ¿Quieres decir que no tengo ni
una posibilidad de volver a besarte?
- Ya no soy una niña, Lucian. No
estoy con juegos…
- Esa no es una respuesta
–señaló él y la besó brevemente- ¿decías?
- Eres un idiota –Beth soltó con
calma- ¿qué puedo decirte?
- Di que no… -Lucian volvió a
acercarse- solo que no y te dejaré, lo prometo.
- ¿Por qué…? –Beth no pudo
terminar la frase cuando Lucian volvió a atrapar sus labios- suéltame.
Lucian elevó sus manos al aire,
con una sonrisa burlona y la dejó ir. Beth lo apartó, tomó la bandeja y al
dirigirse a la sala, se percató que sus amigas habían escapado, quien sabía en
qué momento.
- Traidoras –murmuró con
fastidio.
- Oportunas ¿verdad? –Lucian
tenía una sonrisa satisfecha- ¿qué tal si seguimos hablando? –rió.
- Idiota es poco… -Beth giró con
una sonrisa- ¿por qué me molesto en intentar hablar contigo?
- Yo no quiero hablar.
- Acabas de decirlo –soltó con
impaciencia.
- ¿Dije hablar? –se acercó
lentamente- me equivoqué.
- Pues continúas equivocado
–Beth dejó la bandeja en la mesita del centro y se alejó a la ventana- no
quiero verte más, Lucian.
- ¿Por qué? ¿Qué hice para
merecer algo así?
- No estoy bromeando –Beth giró
para mirarlo- te repito, no quiero nada complicado en mi vida.
Lucian la miró fijamente.
Calculó sus movimientos y cuando parecía que iba a acercarse a Beth, se detuvo
y se sentó en un sofá.
- ¿Crees que yo te quiero en mi
vida? –Lucian inquirió- en verdad, ¿crees?
-
¿Pretendes que te conteste algo así? –Beth clavó sus ojos verdes y agitó su
cabello rubio con una risita- bien ¿por qué no?
Lucian la miró con curiosidad.
¿Por qué no la querría en su vida o por qué no le contestaría? Beth se hacía
más y más interesante…
- Beth… -Lucian se levantó y la
llevó con él, hacia un sofá- ¿por qué no me dejas intentar ser tu amigo? –la
expresión en el rostro de Lucian, hizo que Beth supiera que amistad era lo
último en lo que él pensaba.
- Eres un… -Beth no pudo evitar
sonreír- no quiero involucrarme en ningún escándalo, Lucian.
- No habrá escándalo alguno
–prometió él con una leve sonrisa- puedo ser muy, muy discreto.
- Tonto –Beth lo empujó
suavemente- mantén tu distancia.
- ¿Por qué? –Lucian cruzó sus
brazos, como si estuviera enfadado- no te quiero lejos de mí.
- Pues yo no te quiero demasiado
cerca –Beth replicó en idéntico tono, pero con una sonrisa- no en este momento.
- ¿Más tarde? ¿Es una
invitación? –Lucian se burló.
- ¿Por qué siempre deduces que
te invito a algo? –le dio un beso en los labios.
- ¿Sigue sin ser una invitación?
–preguntó Lucian, cuando Beth se apartó.
- Es un quizás… -lo miró con una
sonrisa traviesa- no es un si… ni tampoco un no. Es un simple quizás.
- Eso me basta –Lucian la tomó
en sus brazos- es suficiente por ahora.
Beth se dejó abrazar mientras
pensaba en todas las razones por las que debería detener a Lucian y evitar
crear una situación complicada. Pensó en Mary, en Italia, en su familia, en la
carrera de él… y no encontró una razón suficientemente buena para alejarse de
él.
Lucian estrechó a Beth entre sus
brazos. Era una sensación reconfortante, de la que no quería desprenderse. Se
preguntó si este “juego de niños” se le podía ir de las manos… Si es que ya no
lo había hecho. ¿Por qué quería cerca a Beth? Sí, era bellísima e inteligente.
Pero había más… mucho más.
-
Te iba a proponer ir al cine –Beth habló con una sonrisa- pero ya que eres… tú
–rió ante su gesto- creo que sería mejor quedarnos aquí y ver una película.
¿Qué opinas?
- ¿Me estás pidiendo una cita?
–Lucian le fastidió y Beth se limitó a encogerse de hombros- me encantas. ¿Lo
sabes verdad?
- Eso espero –soltó con una
ligera sonrisa- entonces ¿qué dices?
- Acepto, por supuesto. No
podría decirte que no –contestó.
- Si sigues así… vas por muy
buen camino –bromeó Beth y él sonrió con despreocupación- veré qué tengo
disponible por aquí.
Beth buscó entre las películas
que podrían mirar, Lucian le pidió que le señalara donde guardaba las palomitas
para prepararlas y así se dispusieron a ver una comedia.
- Me han hablado positivamente
–comentó Beth- pero no había tenido la oportunidad de verla.
- Oh si… creo que leí el guión
–Lucian leyó brevemente la reseña- sí, me parece familiar.
- ¿Te han ofrecido películas?
–interrogó con sorpresa- ¿por qué no aceptaste? ¿o si has hecho películas?
- ¿Realmente no sabes nada de
mí, verdad? –comentó con diversión- pues sí, me han ofrecido algunos papeles en
unas cuantas películas pero no he tenido el tiempo suficiente para dedicarlo,
las condiciones pueden ser muy inflexibles en algunas ocasiones. Y no, hasta el
momento no he filmado ninguna película.
- Lástima… sería más fácil de
ver –Beth explicó- que la serie. Si ya van tantas temporadas no creo que podría
entenderla ¿o sí?
- No es demasiado complejo
–Lucian puso los ojos en blanco- y no necesitas excusarte por no verla.
- No busco excusas para no verla
–sonrió Beth- busco excusas para que tú me muestres un capítulo en particular
pero, al parecer, estoy fracasando miserablemente –rió.
- ¿De verdad? –se sorprendió-
pues, al terminar la película, con gusto busco y los miramos juntos –señaló y
Beth asintió encantada.
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