- ¿Esperabas una llamada,
Lucian? –Mary sonrió traviesa.
- ¿Quién me llamó? –preguntó
Lucian, conociéndola muy bien- ¿por qué te gusta fastidiarme así? ¿será que me
amas en secreto?
- ¡Eres lindo! Pero tan ingenuo
–rió ella y negó- si te llamaron…
- ¿Quién? –volvió a preguntar,
con paciencia- ¿quién, mi querida Mary?
- Así está mejor –asintió y él
le besó en la mejilla- fue una amiga tuya.
- ¿Una amiga? –Lucian entrecerró
los ojos- ¿qué amiga?
- Dijiste que no había nada con
ella… ¿por qué me mentiste, Lucian?
- ¿De qué estás hablando? –puso
en blanco los ojos, con impaciencia.
- De la italiana –Mary chasqueó
la lengua- ¿ya la olvidaste?
- ¿Beth? ¿Me llamó Beth? –estaba
sorprendido porque ella sabía que estaría grabando. ¿Por qué lo llamaría?- ¿qué
dijo?
- Nada –Lucian fijó su mirada-
en verdad, querido, no dijo nada.
- Que extraño –murmuró Lucian y
le abrazó brevemente- ¿me devuelves mi chaqueta? –pidió.
- Malvado –Mary le guiñó un ojo
y se quitó la chaqueta- me gusta.
- Seguro que si… -Lucian no le
prestó mucha atención, giró para dirigirse hasta su camerino, cambiarse y
mientras tanto, llamaría a Beth.
Miró la hora de la llamada de
Beth. Mediodía. Mary debió avisarle, él podía tomarse un descanso y llamar.
¿Por qué no lo había hecho? Para no interrumpir la filmación, estaba seguro de
su respuesta, pero eso no le importaba. ¿Por qué llamaría Beth?
- ¿Diga? –escuchó su suave voz.
- ¡Beth! ¿Cómo estás? –Lucian
suspiró aliviado- ¿todo bien?
- ¿Lucian? Sí, por supuesto. ¿Tú
cómo estás? –su tono era extraño.
-
Cansado. Ha sido un día de locos, no he respirado ni un instante, por lo que
apenas me entero de tu llamada. Aun así, dejo constancia que mis planes de
invitarte a cenar ya…
- Lucian –lo interrumpió- no
puedo.
- ¿Por qué? ¿Ya tienes planes?
–soltó con fastidio.
- No… estoy de camino al
aeropuerto –Beth miró por la ventana de su auto y suspiró- voy a Italia.
Lucian intentó articular alguna
palabra, mientras un pesado silencio se cernía sobre él. Beth se iba. A Italia.
¡Beth se iba a Italia! Ella lo estaba dejando… ¿qué? ¿de dónde había venido
eso? ¡Ellos no tenía nada! Beth podía hacer lo que quisiera… además, ella vivía
en Italia. Él lo había sabido… no era nada extraño, pero dolía.
- Ah –habló finalmente, sin
tener más que decir- ¿te vas así?
- ¿Así? ¿Cómo? –Beth preguntó
con desconcierto.
- ¿Por qué no me lo dijiste?
–inquirió Lucian- ¿por qué, Beth?
- Yo solo… lo siento, Lucian.
Creo que no me gustan las despedidas.
- ¿Las despedidas? –empezaba a
entenderlo- ¿acaso no piensas volver?
- No lo sé, Lucian –Beth no
sonaba tan segura- ¿podemos hablarlo…? Ahora no es el momento.
- ¿Ahora no? ¿Cuándo entonces?
¡Elizabeth! ¿dónde estás?
- ¿Por qué me gritas? –Beth hizo
un mohín- ¿y qué es eso de Elizabeth?
- No te grito, solo dime… ¿dónde
estás?
- Lucian, es demasiado tarde…
- Yo puedo decidir eso por mi
cuenta –soltó con terquedad- ¿dónde estás exactamente?
Beth puso en blanco los ojos e
intentó pensar en las miles de razones que le habían impulsado a no hablarle de
su partida a Italia. Había querido evitar cualquier tipo de malentendido con
Lucian, pero él quería verla. Sonrió.
- ¿No te darás por vencido,
verdad?
Una
hora más tarde, Lucian había hecho un recorrido maratónico para llegar al
aeropuerto y sentarse con Beth, en una cafetería, hablando de cosas
intrascendentes cuando lo que él quería… ¡cómo deseaba sacudir a Beth hasta que
entrara en razón!
Aunque no sabía en qué
exactamente. Él había sabido que tarde o temprano ella se marcharía. Su hogar
estaba en Italia, así como su familia y su trabajo. Su vida entera. Pero él
había deseado… sí, había deseado mucho, sin atreverse a pronunciar ni una sola
palabra.
¿En qué rayos estaba pensando?
Él y Beth no tenían ningún tipo de relación, aun cuando eso simulara ser. Tanto
parecía que se lo había creído. Había caído en la trampa de una ilusión que no
era… nada. Porque ella lo dejaba. ¡¡¡¿Podría dejar de repetir que ella lo
dejaba?!!!
Es que así… así se sentía.
- Lucian… -Beth le tocó
ligeramente la mano- ¿estás bien?
- No parece que te afectaran las
despedidas –arqueó una ceja- ¿por qué no me dijiste que te ibas?
Así que era el momento. Beth ya
se lo había esperado, pero seguía sin saber que decir. No había podido
despedirse… pensar que lo vería por última vez… ¡no podía hacerlo!
Pero no podía presionarlo. De
ninguna manera. Ella no interpretaría el papel de una patética chica que
depende de él en tan solo días. ¡Qué absurdo resultaría eso!
- ¿Y bien? –Lucian clavó sus
ojos azules en su rostro- ¿por qué no me hablaste de tu partida a Italia?
¿Desde cuándo lo sabías?
- Siempre lo supe, Lucian –Beth
tomó valor y elevó su rostro unos centímetros- yo no vivo aquí, solo estaba por
negocios. Unos días… como de costumbre –lo iba a pensar pero añadió de
inmediato- nada más que eso.
- ¿Solo negocios, Beth? –Lucian
sonrió fríamente, sin dejar que se notara el dolor y la ira que le causaron sus
palabras- ¿nada más?
- ¿Qué más sería que eso? –Beth
se cruzó de brazos- tú siempre lo supiste.
- Lo recuerdo –el tono de voz de
él era duro- tú no querías nada complicado. ¿Algo pasajero? ¿Eso significaron
estos días para ti?
Beth
cerró con fuerza su boca mientras intentaba reprimir las miles de palabras que
su corazón intentaba enviar y evitar que su mente las procesara. Oh no, ella no
era ese tipo de mujer. Tenía la suficiente edad para… Sus pensamientos se
detuvieron.
- Lucian… -Beth apartó su mano y
él la miró de inmediato- ¿qué edad tienes?
- ¿Qué? –Lucian se sorprendió-
¿a qué viene eso?
- No lo sé… -empezó a darse
golpecitos en la barbilla- acabo de notar que nunca me lo dijiste. Muchas veces
evitaste el tema… si tu día de cumpleaños pero no tu edad… ¿por qué?
- Yo no evité el tema –él
contestó concisamente- estás evadiendo mi pregunta, Beth. Esto no es relevante.
- ¡Es relevante para mí! –soltó
Beth, sorprendida de la verdad de sus palabras. De pronto, era muy importante.
Lucian puso en blanco los ojos.
¿En qué momento el tema se había volteado de esa manera? ¡Beth era increíble!
- No es el punto –habló Lucian
de nuevo, con calma. Suspiró- no tengo 30.
Beth entrecerró los ojos. Si
pretendía que eso fuera una respuesta…
- Evidentemente… -Beth lo
estudió lentamente- ¿cuántos, Lucian?
- En verdad, Beth… -Lucian vio
la resolución en sus ojos verdes- está bien, ¿recuerdas que te mencioné que
empecé la serie hace 4 años?
- Sí, claro pero… ¿a qué viene
eso? –soltó extrañada.
- Tenía 21 años cuando empecé la
serie –completó y esperó la reacción de Beth. Ella, como de costumbre, mantuvo
su serenidad y asintió.
- Así que tienes… ¿25 años?
–sonaba incrédula.
- Lo siento, yo no quería…
-Lucian le tomó la mano- en tu cumpleaños, tú me hablaste de cumplir 30 y yo…
- ¿No pudiste entenderme? ¿Te
burlabas de mí, cierto?
- ¿Qué? ¡No! Beth yo solo…
- No eres más que un niño –Beth
sonrió- un niño… -bajó la voz.
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