lunes, 28 de marzo de 2016

Blackdalion, el León y la Rosa- Cuento 17°

Bueno, muy demorada, varios años, pero aquí llega la historia de Sean Blackdalion ( que por orden cronológico es anterior a la de Colin o Iolhen entre otras, pero el orden de escritura ha sido caprichoso) Espero les guste y sea digna de tanta espera




Blackdalion,el León y la Rosa



Sean no se parecía a su padre, aunque él lo deseaba, quería poder llegar a ser  aunque sea una fracción de la clase de hombre que era Connor Blackdalion.
En realidad, Sean era un calco de su padre en el aspecto físico, los mismos cabellos rubios claros, los mismos ojos color plata, la misma altura y estructura física,  pero su carácter era diferente. Sean era  circunspecto y práctico como su madre, a veces demasiado. Connor  decía que era la maldición de los hermanos mayores, la única excepción a aquella regla eran los revoltosos hijos de Kalymera, pero todo lo que hacía Kaly era excepcional, incluso los mellizos.
 Tal vez fuera cierto, ser el mayor- incluso era el mayor de toda la joven generación - lo cargaba con  la responsabilidad de ser serio y cauteloso.
Sean medía las consecuencias de sus acciones, calculaba cada paso que daba sin cometer errores.
Y quería ser un digno hijo de sus padres. Por eso había aceptado con orgullo el encargo de Connor y estaba dispuesto a dar lo mejor de sí para obtener buenos resultados, iba a Ravlenar a tratar de encontrar una solución a sus problemas económicos

Desde hacía un par de décadas aquel poblado desprotegido se había anexado a Levany. Mantenían cierta independencia, pero Connor Blackdalion seguía siendo quien los protegía y a quién recurrían en tiempos de dificultades. Era un pueblo dedicado a la agricultura pero las últimas cosechas habían sido malas, y la situación seguía empeorando, necesitaban alguna alternativa que les permitiera sobrevivir. Connor ya había estado allí un año antes, intentando mejorar los cultivos, pero  parecía ser que la tierra se negaba a ayudarlos. Nada crecía como debía y la gente empezaba a desesperar.
El Señor de Levany le había pedido a su hijo que fuera a evaluar la situación, que pasara un tiempo en el lugar y pensara una solución o al menos  le hiciera un informe concienzudo para que pudiera intervenir o recurrir al rey por ayuda si fuera necesario.
Sean era bueno resolviendo problemas, él era el mayor de cinco hermanos y eso le había dado cierto entrenamiento.
Recordaba haber visitado Ravlenar siendo muy joven, pero no había vuelto nunca más, así que prácticamente era un extraño. Tuvo dudas sobre cómo lo recibirían, si bien era el heredero de Levany, era joven aún y podían desconfiar de él. Ahuyentó aquellos pensamientos y aceleró el trote de su caballo.


El molino había explotado, bueno no explotado porque eso no podía suceder,  pero sí se había roto muy estruendosamente y ella había sido la culpable.
En realidad ella siempre era la culpable de todos los desastres que sucedían, no porque los provocara intencionalmente sino porque simplemente sucedía.
Cairenn atraía los problemas como un imán, lo que sumado a su torpeza era  la receta ideal para el caos.
Había intentado moler algo de grano para sorprender a sus padres cuando regresaran, pero el mecanismo se había trabado y al intentar arreglarlo algo había salido mal. Muy mal.
Y por si aquello fuera poco, la yegua entró en trabajo de parto, estaba sola pues su familia había ido a visitar a una tía que vivía en otro poblado, y habían tenido la gran  idea de dejarla a ella a cargo de todo. Había intentado convencerlos que era una mala idea, pero sus padres habían sonreído afectuosamente y habían hecho caso omiso a sus ruegos. Ahora tenía un molino colapsado y una yegua sufriendo. Amaba los animales, pero no solía encargarse de los partos, trató de ayudar, pero parecía ser que el potrillo estaba mal acomodado. Necesitaba ayuda experta con urgencia o los perdería a ambos.
Tomó la carreta y salió deprisa, azuzando a su caballo, no tenía mucho tiempo si quería salvar a madre e hijo.
Iba tan nerviosa y apurada que cuando el jinete apareció en el camino fue incapaz de evitarlo.
Maniobró la carreta  pero aún así perdió el control y a medida que se daba vuelta se dirigió hacia el hombre, lo alcanzó a ver lanzarse del caballo hacia ella, parecía intentar frenarla y luego todo fue un completo desastre. Finalmente, terminó golpeada, entre maderas rotas y abrazada a un completo desconocido. Por un momento el aturdimiento y el susto la hicieron olvidar todo.
-¿Está bien?- Preguntó el hombre preocupado y él se veía  en tan mal estado como ella misma.
-Sí, sí – respondió y de pronto recordó porque iba en aquella loca carrera- ¡El bebé! – exclamó y el joven rubio la miró alarmado al tiempo que la ayudaba a ponerse de pie.
-¿Está usted embarazada?
- ¡No! Mi yegua…Está por parir y necesito buscar ayuda porque algo está mal – explicó quitándose el cabello enrulado de la cara y mirando directamente a aquel hombre que la observaba confundido. Imaginaba que se veía como una loca y él la observaba tan atentamente con aquellos ojos plateados que volvió a ponerse nerviosa.
-¿Es lejos? – preguntó él repentinamente.
-¿Qué?
-Su casa, ¿queda lejos? Puedo ayudar.
-¿De verdad? - lo interrogó. Ahora se lo veía cubierto de tierra y algo maltrecho, pero en su aspecto general no parecía ser la clase de hombre que sabía atender el parto de una yegua.
-Sí, vamos , enséñeme el camino - le dijo y fue a buscar a su caballo que había quedado a un costado del camino, mientras el de ella había huido al soltarse de la carreta durante el accidente. La muchacha se quedó parada sin saber bien qué hacer.
-Mi nombre es Sean- dijo él – y deberíamos irnos si es tan urgente- le dijo y le dio la mano para ayudarla a montar junto a él.
-Soy Cairenn- dijo ella y aceptó la mano masculina para subir. Necesitaba ayuda y la había encontrado aunque de una forma muy poco convencional y estaba muy agradecida de que él ofreciera ayudarla en lugar de reclamarle lo sucedido.
Tras una corta cabalgata llegaron a la casa de la joven y ella lo guió rápido a los establos, Sean se quitó la capa, se arremangó la camisa cuidadosamente y se puso manos a la obra.
Le pidió que ella calmara a la madre, así que Cairenn se ubicó junto a la cabeza de la yegua y le habló quedamente mientras la acariciaba con ternura.
Media hora después, el potrillo nació y cuando al fin se puso en pie, ambos lo miraron emocionados, la jovencita se limpió disimuladamente unas lágrimas.
-Van a estar bien – aseveró Sean y ella le creyó, aquel hombre rubio transmitía mucha seguridad y confiabilidad.
-Gracias – dijo sinceramente sonriendo con calidez y él le devolvió el gesto. Por un segundo la chica quedó impactada, lo había visto serio, preocupado y concentrado en su tarea, pero cuando sonreía relajado era algo impactante. Se recordó que era alguien que acababa de conocer, en circunstancias extremas, no había sido nada hospitalaria. Lo había atropellado y luego lo había puesto a  trabajar apenas conocerlo.
- Me alegra que todo haya salido bien – sentenció él.
-Debería entrar a la casa y lavarse – sugirió ella señalando sus manos y antebrazos sucios.
-¿Está usted sola? – preguntó formalmente y ella asintió.
-Mi familia está de viaje.- declaró con sinceridad y sin desconfianza.
-Entonces será mejor que no entre, no sería correcto – se explicó formalmente.
-Aún así debería lavarse- insistió ella, finalmente lo guió al pozo de agua donde Sean se aseó rápidamente. Y ella le alcanzó algo para secarse.
-Tal vez yo pueda ayudarlo ahora, ¿es su primera vez en Ravlenar?¿Hay algo que pueda hacer por usted?
-Sí, he venido a reunirme con el jefe de la aldea, si pudiera indicarme dónde encontrarlo, se lo agradecería.
- Por supuesto, pero ¿por qué lo busca? – preguntó siendo precavida.
-Es verdad, no me presenté adecuadamente. Soy Sean Blackdalion, hijo de Connor Blackdalion y mi padre me ha enviado en una misión, para ver cómo puede resolverse el problema productivo de la aldea – se explicó él.
-Oh, ya veo – musitó Cairenn y se retrajo un poco. El hombre que tenía allí delante era nada menos que el heredero del Señorío, no podía decirse que ella le hubiera dado un trato acorde a su estatus. De pronto se sintió muy avergonzada.
-Cairenn – la llamó él por su nombre al notar que la chica había retrocedido un par de pasos alejándose- ¿sucede algo?
-No, supongo que no imaginé que  un heredero Blackdalion se dedicara a atender partos de animales – dijo y la mirada plateada de él cambió de tonalidad volviéndose un poco más oscura, como el acero. También su voz fue un poco más dura.
- No soy un título, y hay muchas cosas que hago, siempre he ayudado en cada tarea de Levany, sea la cosecha, los animales o cuidar a mis hermanos – dijo y la joven sintió que lo había ofendido.
-Lo siento, no quise ofenderlo.- se disculpó.
-Sí, lo sé- respondió y se dio cuenta que había exagerado, pero le había molestado mucho que ella cambiara de actitud al saber quién era, mejor dicho al saber su título porque lo que él era iba mucho más allá de eso. Luego pensó que era la reacción natural de quienes no lo conocían, y trató de restarle importancia.
-Voy a buscar otro caballo y lo llevaré, allá – propuso y él asintió quedamente.
Durante el camino Sean hizo muchas preguntas sobre el lugar y sus habitantes y Cairenn contestó complacida por el interés del joven Señor, por lo visto su intención de ayudar era sincera. Luego  reflexionó que quizás era parte de su personalidad, la había ayudado en el accidente, luego con la yegua y ahora buscaba ayudar al poblado para salir de la crisis. El trayecto fue breve y pronto llegaron al hogar de Neill, jefe de la aldea. Desmontaron y se dirigieron a la casa, el hombre que los atendió era bastante mayor y su rostro se iluminó al ver a la joven.
-¡Pequeño Desastre, qué bueno que decidieras visitarme! ¿Ha sucedido algo?
-Mucho, pero en realidad vengo a acompañar a alguien que quería verte, aunque también necesitaré ayuda.
- Pasen – dijo el hombre invitándolos a entrar.
-Soy Sean Blackdalion – se presentó el joven.
-Ah, así que has venido. Tu padre dijo que enviaría ayuda. Hablemos.
-Entonces los dejaré solos – dijo la muchacha.
-Cairenn, pequeña, dijiste que necesitabas ayuda.
-Sí, con el molino. Explotó…
-¿Qué?- preguntó el anciano sorprendido. Y Sean también la miró con curiosidad.
-Bueno, no sé si sea el término correcto, la cuestión es que se rompió y sería bueno que estuviera funcionando cuando mis padres regresaran. Pero puede esperar un poco más, iré a hablar con Roisen sobre los preparativos de la fiesta y luego veremos qué podemos hacer. Supongo que estarás ocupado con el Señor Blackdalion.
-De acuerdo, conseguiré quién te ayude. Y Cairenn trata de no meterte en ningún problema más por el día de hoy.
-Creo que ya tuve mi cuota – dijo la joven, luego le dio un beso en la mejilla al anciano y salió.
-¿Habrá algún festejo? – preguntó Sean recordando las palabras de la joven.
-Sí, será mi cumpleaños número ochenta, tal como está la situación no creí que fuera buena idea festejar, pero Cairenn y mi hija han insistido, y esa muchachita despistada ha organizado todo. Me preguntó qué clases de problemas causó hoy.
- El molino y me atropelló con la carreta …- comentó el joven con una sonrisa pensativa.
- Dado que pareces estar en buenas condiciones, creo que podemos sentirnos afortunados, bien joven, ¿qué te parece recorrer un poco el lugar? – invitó el hombre y el joven rubio estuvo de acuerdo.
La recorrida por el poblado no fue muy alentadora, ciertamente la agricultura no estaba funcionando y no parecía haber ninguno otro medio para la subsistencia. Necesitaba estudiar cuidadosamente la situación así que el joven Blackdalion aceptó el ofrecimiento de Neill de hospedarse en su casa durante unos días.
-Mi casa es humilde, pero eres bienvenido- dijo el hombre.
-Es un honor para mí y lo agradezco – dijo Sean modestamente.
-¿Por casualidad sabes algo sobre molinos? – preguntó el anciano y el joven lo miró adivinando qué favor iba a pedirle.
Un rato después se encaminaba solo hacia la casa de Cairenn ya que Neill había sido llamado para atender otros asuntos.
Observaba el paisaje atentamente cuando unos gritos infantiles lo alertaron.
-¡Allí está! – gritó un niño
-¡Un poco más allá!- indicó una niña
-¡Está asustado! – comentó otro y Sean elevó la mirada. Sobre la elevada medianera había un gatito y  caminando en precario equilibrio para tratar de rescatarlo estaba una joven de rizos algo rebeldes.
Tenía suficiente experiencia con sus hermanos menores para anticipar lo que sucedería, apresuró el paso para llegar justo cuando Cairenn atrapó al gatito y pisó en el aire.
No fue una atrapada elegante, de hecho,  ella cayó sobre él derribándolo, aún así  el cuerpo masculino sirvió para evitar que la muchacha se golpeara.
Cairenn pestañeó confusa, se había inclinado para alzar al gato y de pronto estaba con el animalito fuertemente apretado, en el suelo, sobre Sean Blackdalion, una vez más.
-¿Está bien? – preguntó él levándola y dejándola de pie como una niña.
-Sí, sí, gracias – susurró y los niños se acercaron a ellos. Cairenn les dio el gatito recomendándoles que lo cuidaran mejor y ellos se fueron corriendo luego de agradecerle.
-¿Rescata gatos también?
- Algo ocasional, creo que no debería  convertirlo en una ocupación – dijo sonriendo al tiempo que se sacudía la falda.
-Creo que no- observó frunciendo el ceño - ¿Está segura que no se lastimó?
-Sí, ¿y usted? No tenía intención de caerle encima, lo siento.
-Y yo intentaba atraparla correctamente, pero fue más rápida en caer de lo que calculé.
-¿Puedo preguntar dónde iba? ¿Se perdió?
-No, iba a su casa, Neill me pidió que la ayude con el molino.
-¿También sabe arreglar molinos? – preguntó asombrada y él casi se sonrojó, si eso fuera aceptable.
-Sí , es posible que pueda ayudar– dijo casi en un susurro. Por lo general se sentía muy orgulloso de lo que sabía, había aprendido todo lo que podía ser útil o de ayuda para resolver cualquier problema que pudiera presentarse. Sus hermanos y primos lo molestaban por eso, pero era algo que le daba seguridad, sin embargo ahora que aquella joven lo miraba tan sorprendida se sentía ligeramente avergonzado. Quizás sonaba demasiado pedante.
-Sería bueno si pudiera estar arreglado cuando regrese mi familia, pero me temo que ya lo he incomodado mucho y además tiene tareas más importantes. Estoy segura que no se negó por educación, pero  no parece adecuado que esté arreglando el molino.
-¿Conoce a alguien más que pueda hacerlo? – preguntó y ella sacudió la cabeza en forma de negativa- Entonces intentaré ayudarla- aseveró y se encaminó hacia la casa de la joven.
-Pero Señor Blackdalion… - intentó frenarlo.
-Cairenn – dijo él serio y ella lo miró consternada - ¿Podríamos tratarnos de forma informal? No hay tanta diferencia de edad, y juro que tanta pleitesía me está incomodando – dijo algo irritado, estaba cansado de que a cada lugar que iba le hicieran reverencias o lo trataran como si fuera alguien superior, muy diferente a ellos. Algún día sería el Señor de Levany y tomaría su papel con suma responsabilidad, pero aún no, e incluso cuando ese día llegara no quería que lo trataran con reservas inspiradas por un respetuoso temor a su título.Quería el respeto ganado por derecho propio.
-Sean – dijo ella casi como si estuviera probando como decir el nombre –está bien, aceptaré la ayuda, una vez más. Y prometo que encontraré la forma de pagar mi deuda.
-No creo que la ayuda deba pagarse.
-Tres veces me parece un exceso, y tengo orgullo, no me gusta causar problemas, aunque suelo hacerlo... – dijo ella con resignación.
-Al menos te metes en problemas intentando ayudar, no sólo por el placer de causar problemas.- evaluó entrando en confianza.
-¿Hay gente así?
-Mis hermanos menores, mis primos...es una larga lista – dijo él
-¡Ohhh! Supongo que entonces por eso es...eres... tan...diligente.
-Sí, soy el hermano mayor – aseveró con resignación, llevaba tantos años arreglando desastres de sus hermanos y primos menores que era casi un reflejo.
-También yo soy la mayor – dijo ella con tono alegre y sonriendo, Sean devolvió la sonrisa sin poder evitarlo.
Un rato después Sean estaba sumergido de lleno intentando arreglar el molino. Caireen le había ofrecido su ayuda, pero por el momento él no la había requerido y estaba trabajando serio y concentrado.
La chica aprovechó para observarlo con cuidado y rezar que nada le sucediera, era normal que ella tuviese “accidentes” pero que el heredero Blackdalion se lesionara por su culpa ya sería demasiado, incluso para ella. Y en muy poco tiempo ya le había dado un par de golpes al caerle encima.
Estaba pensando en eso, cuando sintió los ruidos del mecanismo puesto en funcionamiento.
-¡¿Funciona?! – preguntó a mitad de camino entre la ilusión y la admiración.
-Eso parece – dijo él mientras se sacudía las manos y ella se le acercó con los ojos chispeantes.
-¡Gracias! – exclamó encantada, al menos no tendría que decirle a su padre que el molino no andaba. Y se debía a ese hombre de ojos color plata que llevaba el cabello y la ropa desordenados y tenía las manos manchadas por el trabajo.
-No fue nada – respondió algo cohibido, solía ser un poco engreído cuando arreglaba algo, pero ahora era distinto, la mirada transparente de aquella joven, su sincero agradecimiento lo hacían sentir un poco incómodo pero feliz.
- ¿Quieres algo de tomar o comer? Llevas horas aquí.
-No, está bien. Iré a casa de Neill para asearme y comer.
-Mañana será su fiesta de cumpleaños, ¿asistirás, verdad?
-Será un honor, ¿hay algo en lo que pueda ayudar?
- Por ahora no, ya has hecho más que suficiente. Sólo faltan algunos preparativos de último minuto, pero tengo todo organizado...aunque no lo parezca-dijo ella exhalando un suspiro después de hablar deprisa. Solía hablar rápido cuando estaba nerviosa y Sean Blackdalion la inquietaba un poco. Era muy alto, muy capaz, muy serio y mucho de todo lo que se le ocurriera.
-Entonces nos vemos mañana – la saludó.
-Hasta mañana- respondió ella y tras caminar un par de metros, Sean se giró.
-Cairenn, ¿estarás bien sola? Quiero decir tu familia no está...- explicó su preocupación al tiempo que fruncía el ceño.
-Estaré bien, podemos no tener recursos pero nuestro pueblo es un buen lugar. Y si me mantengo alejada de todo lo que pueda romperse, estaré a salvo.
Sean hizo un leve gesto de asentimiento y se marchó.

A la mañana siguiente el joven aprovechó para recorrer el lugar, por el momento estaba estudiando los problemas que afectaban su economía, pero no se le ocurría una solución.
Aquella noche sería la fiesta de cumpleaños del anciano que lo hospedaba y esperaba encontrar a Cairenn allí, pero en realidad la vio mucho antes.
Muy temprano se la cruzó mientras iba cargando un paquete grande que casi la tapaba. Se acercó a ella y un aroma agradablemente intenso lo invadió todo.
-¿Necesitas ayuda con eso?
- Puedo llevarlo, parece más pesado de lo que es realmente, es lavanda. Necesitaba un poco así que fui a buscar a casa de una amiga. Debo irme tengo muchas cosas que preparar.- saludó y ella se alejó junto al perfume que la rodeaba.
Sin embargo volvió a cruzársela muchas veces más a lo largo del día mientras recorría el poblado.
Mientras él hablaba con uno de los habitantes, la vio pasar con un grupo de mujeres cargando bandejas con comida, y más tarde con un par de niños de la mano.
-Su madre tenía algo que hacer y me pidió ayuda para cuidarlos un par de horas.- le contó mientras se detenía a saludarlo.
-¿Ya está listo todo lo de la fiesta? – preguntó curioso, la había visto tantas veces haciendo múltiples tareas  que había llegado a pensar que tenía una gemela. Quizás se metiera en accidentes casuales, pero aquella joven tenía una energía desbordante y contagiosa.
- Casi- contestó sonriendo y debió irse de prisa porque los niños le jalaron la falda ya que se habían aburrido.
Al observar la actividad incesante de aquella jovencita, Sean se sintió más presionado para salvar a Ravlenar. Si sus habitantes tenían tanto entusiasmo, debía haber un modo de ayudarlos.
Cuando llegó la noche, se dirigió junto a Neill al lugar de la fiesta. Había sido organizada al aire libre y el joven Blackdalion estaba convencido de que habían asistido todos los habitantes del pueblo e incluso algunos de otros lugares.
Había farolitos colgados de los árboles, mesas con comidas y bebidas, música, flores decorando, pero sobre todo se podía percibir el afecto que sentían por el anciano. Usualmente habría pensado que deberían ocuparse de sus problemas primero, pero había podido conocerlos un poco esos días, y sabía que eran personas diligentes y que se esforzaban mucho. Sólo que eso no bastaba, por alguna razón los cultivos no estaban dando frutos. También al llegar había percibido como la derrota y la preocupación estaban empezando a extenderse, pero ahora el clima era animado como si hubieran revivido, y él estaba convencido de que Cairenn era la responsable directa.
Se detuvo un momento a observarla, luego de recibir al anciano, había estado yendo continuamente de un lado para el otro ocupándose de que todo marchara bien. Neill llegó a su lado y descubrió donde se centraba la mirada del joven Blackdalion.


-La mitad de las veces huimos de esa joven aterrados por su capacidad de atraer problemas – dijo el hombre mirando como Cairenn tropezaba haciendo caer a una mujer que llevaba una bandeja con comida.
-¿Y la otra mitad? – preguntó Sean.
-¿Qué? 
-Dijo que la mitad del tiempo  huyen de ella ...– aclaró el joven con una sonrisa
-Es cierto. La otra mitad corremos hacia ella buscando su ayuda y que su gran corazón nos salve – explicó el hombre con un brillo de orgullo en los ojos, lo que le aclaró a Sean que prefería a la joven atolondrada entre todas.Y él podía entender  la razón de aquella preferencia.
Cuando Neill se marchó para atender a los invitados que reclamaban su atención, Sean se dedicó a observar atentamente tratando de encontrar algo en lo que la gente de Ravlenar sobresaliera y les proporcionara un medio de vida. Lamentablemente la organización de fiestas no contaba, trataba de concentrarse, sabía que debía hacerlo, pero se distraía siguiendo a Cairenn con la mirada. Luego lo interrumpieron unos vecinos que querían plantearle sus problemas y solicitar su ayuda y la de su padre, eso hizo que perdiera de vista a la joven. Él escuchó muy atentamente los reclamos y  les transmitió tranquilidad, era especialista en eso, aún cuando no estuviera seguro de cómo cumplir con su palabra.
Unas horas después, cuando ya la gente empezaba a retirarse, Roisen, la hija de Neill se le acercó para preguntar por Cairenn.
-Disculpe, ¿ha visto a Cairenn? No la encuentro.- preguntó y él fue consciente de que no la veía desde hacía un largo tiempo.
-No, no la he visto. La ayudaré a buscarla.
-Gracias, mi padre ya quiere irse a casa y queremos verla antes de marcharnos.
Sean se preocupó al saber que la chica no estaba, había estado presente toda la noche encargándose de que todo saliera bien y de pronto no la veía por ningún lado. Ella tenía una aterradora facilidad para meterse en problemas ¿y si algo le había sucedido?
Empezó a recorrer el lugar  apresurando sus pasos, y sus nervios iban en aumento. Hacía mucho que no se sentía así, quizás desde que Kristana no volvió a casa. Por su mente empezaron a pasar imágenes horribles, hasta que se alejó un poco y encontró a Cairenn, junto a un árbol, dormida.
Sintió un alivio indescriptible. Se agachó a su lado para despertarla, pero no pudo. Estaba exhausta, la había visto trabajar sin parar , era obvio que había llegado a su límite. Con mucho cuidado la levantó en brazos, ella sólo hizo un leve sonido pero no abrió los ojos, más bien se acomodó contra él como si fuera una almohada mullida. Sean esbozó una sonrisa y caminó despacio cargándola. Al acercarse a donde estaban los demás, Roisen corrió hacia ellos.
-¿Ella...? – empezó a preguntar asustada.
-Shhh, duerme- dijo él en voz baja y la mujer la miró con ternura.
-Ha trabajado tanto. Me da pena despertarla.
-No es necesario, yo la llevaré. Pero no creo que su casa...
-A nuestra casa, será mejor que duerma allí esta noche. Pero, ¿no es incómodo?
-Para nada – dijo él y la mujer pensó que ciertamente Sean Blackdalion con su altura y complexión física parecía capaz de cargar a la joven sin esfuerzo.
Finalmente los cuatro marcharon hacia la casa de Neill.

Sean despertó temprano con el sonido de voces, eran apenas audibles comparadas con el bullicio que siempre había en su hogar, pero estaba acostumbrado a dormir pocas horas así que al escuchar hablar se levantó. Además era un huésped allí no podía comportarse como un holgazán.
-Buenos días – saludó al llegar a la cocina donde Roisen y Cairenn preparaban el desayuno. Esta última se giró sorprendida hacia él y se sonrojó levemente.
-Buenos días, y gracias por traerme anoche.
-El pobre muchacho debe tener su espalda destruida, deberías cuidar mejor donde te quedas dormida – dijo Neill que entraba trayendo huevos frescos.
-Lo siento mucho – dijo ella avergonzada.
-No fue nada, trabajaste hasta quedar rendida. Y no pesas nada.- dijo él algo incómodo y ella se sonrojó más.
-¿Comemos?- preguntó Neill e invitó a Sean a sentarse.
- Ya está todo preparado, y doble ración para el señor Blackdalion, así recupera fuerzas. Espero le guste, me temo que nuestros alimentos cada vez son menos variados.- dijo Roisen sirviéndole, sin quererlo había pasado del tono divertido al serio.
- Gracias- dijo él sucintamente.
- Si es por los problemas que le he causado en estos días deberías darle triple ración- comentó Cairenn tratando de aligerar el ánimo.
-No es buena idea, muchacho, una vez que pruebes su comida no lo agradecerás tanto, créeme.
-¡Padre!- protestó Roisen y una vez más recuperaron el buen humor.
Comieron tranquilamente mientras tenían una charla ligera.
-¿Cuándo regresarán tus padres? – preguntó Neill a Cairenn.
-No lo sé, debía ser esta semana.
-Debes extrañarlos – especuló Roisen.
-Sí, mucho. ¿También extrañas a tu familia? – le preguntó a Sean al verlo pensativo.
-Si – respondió y era cierto, aunque había estado muchas veces lejos de Levany, siempre añoraba a su gente y se preocupaba por ellos, sobre todo por lo que podrían hacer sus hermanos menores en su ausencia. Pero sabía que no podía regresar a casa hasta tener una solución para presentarle a su padre, lo que más odiaba era defraudar a Connor Blackdalion.
Después de desayunar, Cairenn se despidió para regresar a su casa y Sean fue a seguir explorando Ravlenar y sus posibilidades. Visitó a varios vecinos mientras descartaba alternativas, la cría de animales no era una opción si no podían tener cultivos para alimentarlos, tampoco el comercio  si no tenían un producto que vender. Y en el estado en que se encontraban una economía muy diversificada no los ayudaría.
A primeras horas de la tarde estuvo hablando con una señora mayor que le contó que su hijo se había marchado un par de meses antes buscando un lugar mejor donde vivir, pero ella no quería dejar su hogar.
-¿Va a ayudarnos, verdad? –le preguntó aferrando sus manos.
-Si lo haré- dijo él y lo decía en serio, aunque tuviera que llamar a los mellizos Likaios para que doblegaran a la naturaleza.
-Milord...- lo llamó la mujer antes de que se marchara y Sean volvió a sentir un aguijón por aquel trato respetuoso, no servía un título si no podía ayudar a la gente que buscaba su protección.
-Sí, ¿puedo ayudarla en algo?
-De hecho, quiero pedirle un favor. ¿Conoce a Cairenn, verdad? La chica del molino..
-Sí, la conozco.
-Tengo algo para ella, pero no he podido llevárselo, mi salud no ha estado bien, ya que anda recorriendo nuestro poblado, si la ve ¿podría decirle que venga a verme?
-Puedo llevárselo yo – dijo él.
-¿De verdad? No quisiera incomodarlo...
- Sí, no se preocupe, iba hacia allí de todos modos- mintió, pero aunque fuera algo pequeño quería ser de ayuda.
-Es ese paquete, es madera de cedro y unas raíces, cuando mi árbol se cayó prometí darle a ella lo que pudiera rescatarse. – explicó y aunque sintió mucha curiosidad sobre para qué quería Cairenn aquello, no preguntó, sólo tomó el paquete que estaba depositado en un rincón y lo cargó sobre sus hombros. Por suerte había dejado su caballo cerca, cargó en el animal las maderas y él fue a pie. Nuevamente tomó el camino hacia el molino, parecía ser que cada día que pasara en aquel lugar le deparaba un encuentro con la joven.

 Cuando llamaron a la puerta, lo último que Cairenn esperaba encontrar era a aquel joven rubio de ojos color plata. Lo miró desconcertada y preguntándose qué problema había causado esta vez para que Sean Blackdalion llegara al rescate.
-Tengo un envío para ti, ¿madera de cedro?
-¡Ohhh! No puedo creer que trajeras eso, pasa, debe pesar – dijo y lo vio dudar frente a la entrada, entonces recordó que su caballerosidad no le permitía entrar a la casa de una joven sola.
-Dámelo, yo lo entro, debo hacer un poco de lugar para guardarlo.- propuso extendiendo los brazos para tomar el paquete
-Pesa – dijo él como si se encontrara frente a un dilema. Y en verdad lo estaba, no le parecía adecuado entrar pero tampoco podía darle aquello tan pesado para que lo cargara . Yo lo entro – dijo finalmente y Cairenn se apartó de la puerta para dejarlo entrar. Sean inclinó un poco la cabeza para cruzar el umbral y ella fue consciente de lo alto que era.
-Ponlo por aquí, por ahora – dijo ella y lo guió hacia el fondo de la casa , junto a la cocina. El muchacho se agachó, dejó las maderas y al levantarse chocó la cabeza contra una especie de estantería y unas vasijas que había sobre ella, le cayeron encima.
-¡Ohh! – exclamó ella sin poder evitarlo.
-¿Qué es  esto? – preguntó Sean mientras el liquido se escurría por su cuerpo
-Perfume. – dijo ella con una clara expresión de culpa.
-¿Perfume?- repitió él  tontamente aunque el aroma era respuesta suficiente. Sean siempre había sido pulcro, excesivamente según sus hermanos, pero estar bañado en perfume de rosas era demasiado, incluso para él.
-Sí perfume, yo lo fabrico...aunque ahora mi producción de rosas está desperdiciada- se quejó la joven tratando de bromear. Había probado la paciencia de aquel hombre demasiado.
-Bueno, no del todo. Al menos durante meses la gente va a saber cuando me acerco...el aroma me va a delatar.- respondió él con humor, mientras intentaba limpiarse el perfume de los ojos.
-No hueles mal – dijo ella con una sonrisa.
-Cairenn, el perfume es exquisito, pero creo que es más apropiado para delicadas damiselas. Mis hermanos no van a dejarme en paz.
-Todavía no estaba en su punto justo de maceración, así que te lo podrás quitar con un par de baños.
-Creo que haré una excursión al arroyo inmediatamente – dijo al tiempo que se quitaba unas gotas que le caían por la frente
- Puedes darte un baño aquí.
-No. Voy a necesitar mucha agua, aunque te agradecería si me prestas algo de ropa porque también deberé remojar la mía.
-Sí claro, ahora te traigo algo. Espérame aquí.-
-Cairenn ...-la llamó.
-¿Sí?
-¿Hay algo más de lo que debería mantenerme alejado por mi seguridad?
-De aquellos frascos – señaló divertida- son los otros perfumes
-De acuerdo. – dijo como si fuera un niño obediente.


Unos minutos después, la joven volvió con ropa de su padre.
-Es todo lo que tengo, creo que será corta y quizás suelta- se disculpó.
-Estoy seguro que servirá- dijo tomando la ropa.
-Lo siento, no me di cuenta.
-Fue mi culpa, no medí bien las distancias.
-Bueno si yo tuviera tu altura seguramente viviría chocando cosas – soltó sin pensar y luego notó que podía sonar como algo ofensivo, estaba olvidando muy rápido que hablaba con el joven heredero del señorío.
-No me atrevo a imaginarlo, creo que es mejor que seas tal como eres. Iré a quitarme el perfume- dijo y se retiró dejándola desconcertada.

Sean agradeció que fuese verano y el agua estuviese cálida, de ser invierno  se hubiese agarrado un buen resfrío o hubiera permanecido con el olor de las rosas.
Luego de un largo chapuzón el aroma había disminuido, aunque no había desaparecido por completo. Al menos era un aroma muy agradable, por lo visto la joven sabía fabricar un buen perfume.
Estaba seguro de que a las mujeres de su familia, les encantaría tener algo así, y de pronto pensó que no sólo a ellas, sino a muchas mujeres más.
Entonces una idea cruzó por su cabeza, salió presuroso del arroyo , se puso la ropa que le había prestado Cairenn, tomó la suya que había sido concienzudamente lavada y estrujada y se fue a buscar a la muchacha.
A muchos les hubiese costado reconocer al serio Sean en el muchacho impulsivo y de brillantes ojos grises que entró en la casa.
-¡Cairenn! –llamó y la joven se quedó pasmada frente a aquel hombre cuyo cabello empapado chorreaba agua y que sonreía en forma deslumbrante. Sean era un poco intimidante pero de aquella manera tenía un toque de salvajismo y juvenil entusiasmo que lo convertía en un espectáculo magnifico.
-Tengo una idea- anunció tomándola de una mano y obligándola a sentarse frente a él-Pero antes necesito que me hables del proceso que llevas a cabo para fabricar tus perfumes…- pidió y la miró con atención. Resistirse a esa clase de mirada era algo imposible.
-Cl…claro…-aceptó ella confusa y empezó a explicarle.
-¿Entonces sí crecen flores en Ravlenar?- preguntó cuando ella le terminó de explicar.
-Sí, las flores crecen. Aunque no podamos cultivar trigo, tenemos hermosos rosales.
- Entonces podemos cultivar flores en cantidad, ¿verdad?
-Eso creo- contestó ella tratando de descifrar a donde iba a parar Sean.
-El proceso no es tan difícil, ¿puedes enseñar a hacer estos perfumes, no es así?
-Sean...¿ qué es lo que pensaste?
-Encontré la solución. Tus perfumes pueden salvar a Ravlenar. Si logramos producirlos en cantidad , podemos venderlos, mi padre y mi hermano conocen bien las rutas de comercio. Y mi prima los haría populares en la corte...esta es la salida que buscábamos.
-¿De verdad? ¿Lo dices en serio?
-Sí, debo estudiar mejor la situación, pero sí.
-¡Oh Sean! – exclamó entusiasmada y le tomó las manos por sobre la mesa.
En ese instante entró la familia de Cairenn que regresaba a casa, el padre fijó su mirada iracunda en el hombre que iba vestido con su ropa, estaba con el cabello mojado y con las manos de su hija sobre las suyas.
-¡Cairenn ven aquí ahora!- dijo el hombre claramente enojado y un par de cabezas de niños se asomaron tras la madre.
-¡Padre, al fin regresan! – exclamó la joven y Sean se puso de pie inmediatamente. Tenía que explicarse.
- Mi nombre es...- dijo pero fue interrumpido antes de terminar.
-Hija, ¿estás bien?- preguntó el hombre acercándose con actitud beligerante ya que la chica no se movía.
-Sí – dijo ella y le salió al paso para darle un abrazo además de detener su avance hacia el joven rubio- Y él es Sean Blackdalion, tuvo un accidente por eso lleva tu ropa y estábamos hablando sobre como salvar a Ravlenar.- explico rápidamente mientras sostenía a su padre.
-¿Sean Blackdalion? – preguntó desde atrás su madre haciendo hincapié en el apellido y el joven hizo una breve inclinación como saludo.
-Sí, señora. Se me cayó encima un frasco de perfume...yo...- estaba muy contrariado para explicarse, sabía que no debía haber ido contra sus principios y entrar donde vivía una chica sola, la situación era tan absurda que no encontraba palabras- mi padre me pidió que viniera a evaluar la situación del lugar y se me ocurrió que los perfumes de Cairenn podrían ser la solución, ella me explicaba el procedimiento para hacerlos.
-Desde el principio , por favor...- pidió el hombre y aunque lucía más calmado aún lo miraba intensamente.
-Lo atropellé, ahí empezó todo – dijo Cairenn con una sonrisa centrando la atención de sus padres en ella misma.
Aquella intervención de la joven permitió que después de las presentaciones apropiadas pudieran sentarse todos a hablar y Sean pudiera explicarse a gusto.
-¿Entonces los perfumes de Cairenn pueden ser nuestra fuente económica? – preguntó  incrédulo el padre de la joven después de escuchar pacientemente.
-Creo que es posible, aún tengo que hablar con Neill e informarle a mi padre, luego ver si es realmente viable y la disposición de todos. Pero , sin dudas, su perfume tiene gran calidad, nunca he olido otro semejante – iba a agregar que tampoco había estado bañado en perfume antes pero le pareció innecesario – sé que muchas personas pagarían por algo así.
-¿Nuestra Cairenn? – preguntó la madre y su voz traslució el orgullo y amor que sentía por su hija.
-Sí, pero aún hay muchos detalles que analizar, y necesitaré la ayuda de ella si me lo permiten – dijo Sean y el hombre lo miró.
- Creo que es un poco tarde para pedir permiso – dijo y su esposa le dio un leve golpecito por debajo de la mesa al notar la incomodidad del joven rubio- De acuerdo, tienen mi permiso, si eso puede ayudar a Ravlenar – continuó el hombre.
-Gracias – respondió el joven Blackdalion escuetamente.
-Gracias, padre – agregó Cairenn echándole los brazos al cuello al hombre y dándole un sonoro beso en al mejilla.
Hablaron un rato más y luego Sean se despidió, tenía que hablar con el Jefe del poblado y enviarle un mensaje a su padre.
-Mañana vendré – le dijo a Cairenn y miró disimuladamente a sus padres.
-Hasta mañana entonces.- lo saludó ella.
-También traeré la ropa de regreso – prometió y el dueño de las prendas sólo hizo un gesto de asentimiento.

Al llegar a la casa donde se albergaba, Sean le contó a Neill su idea, el anciano estuvo de acuerdo.
-Debo enviarle un mensaje a mi padre para contarle, ¿hay alguien que pueda llevarlo?
-Sí, hay un muchacho que podría llevar el mensaje a Levany. Iré a buscarlo mientras te cambias.
-¿Aún huelo a perfume? – preguntó el joven y fue Roisen quien respondió.
-Sí, y me temo que los perfumes de Cairenn duran bastante- expuso la joven y él hizo un gesto de contrariedad. Era bueno que los perfumes tuvieran persistencia, pero no en él. Deseó que su hermana Kristana no hubiese tenido visiones sobre aquello, odiaba pensar que Sayen de Ildrake se divirtiera a su costa.
Finalmente escribió un informe detallado para su padre, pedía un mes de tiempo para estudiar a conciencia aquella  posibilidad y le pedía el apoyo para la gente de Ravlenar y también si era posible el apoyo económico para su proyecto. Necesitarían un poco de ayuda para poner la producción en movimiento y pasaría un tiempo, breve si planeaba todo cuidadosamente, hasta que fuera rentable.

Al día siguiente cuando llegó a buscar a Cairenn, lo invitaron a desayunar.
La joven lo observó inclinarse una vez más para atravesar el umbral, era un movimiento casual pero tenía cierto encanto que captaba su atención.
El joven Blackdalion aceptó la invitación a comer, pero ella estaba segura que ya había desayunado en casa de Neill, sin embargo no dijo nada, se sentó junto a sus hermanos en la mesa y agradeció cuando su madre le sirvió.
-Es bueno que los desayunos no sean muy abundantes, ¿verdad? – le preguntó ella en un susurro cuando retiró los platos y los ojos plata masculinos se llenaron de culpa. Era obvio que había mentido por cortesía, pero era demasiado transparente. Le gustaba eso de él.
El padre de Cairenn estaba en el molino, y su madre se llevó a los hermanos, así que cuando terminaron de comer, se pusieron a trabajar en sus planes sin que nada se interpusiera.
-Tengo mucho que consultar- dijo Sean y sacó una hoja donde había anotado una larga lista- Necesito saber que flores se pueden cultivar, cuánta cantidad se necesita, también herramientas y utensilios que harán falta, seguramente será necesario construir un invernadero y...- enumeró con seriedad y la joven sintió la urgencia de interrumpir tanta eficiencia.
Cairenn se levantó y lo urgió a levantarse.
-Vamos – dijo.
-¿Dónde? Hay mucho que planificar...- protestó Sean.No quería que se le escapase ningún detalle.
-Señor Blackdalion, los perfumes se hacen con flores y las flores están afuera. Vamos a dar un paseo y trataré de responder a tus preguntas. Aunque no tengo idea sobre la mayoría de las cosas que mencionaste, sólo hago perfumes en pequeña cantidad y porque disfruto hacerlo. Y es algo en lo que no soy torpe, al menos hasta el incidente contigo...- dijo ella haciéndolo sonreír.
-¿Paseo? No suena tan mal  - aprobó él.
-Esta vez iremos a visitar jardines y los bosques. Y con un poco de suerte, saldremos ilesos- explicó ella.
Aquello era totalmente intrigante, los cultivos  no funcionaban, pero sí las flores. La misma tierra que negaba la germinación del trigo o de vegetales, producía rosas, jazmines, lavanda y muchas especies más. No había una explicación lógica y eso incomodaba a Sean, necesitaba que hubiera cierta lógica, aunque también terminaba adaptándose a lo enigmático, después de todo tenía una hermana con visiones del futuro y un grupo de primos con dones bastante inquietantes.
Así que podría aceptar que la tierra de Ravlenar tuviese sus propias reglas, más si implicaba una solución.
-Por aquí. Es donde vengo a buscar rosas cuando las de mi casa se agotan.- dijo ella llamándolo para que ingresaran a una propiedad.
-No creo que debamos entrar....- objetó.
-Era la casa de mi abuela, nadie vive aquí ahora. Ella ya no está y nadie más quiere la casa ya que la gente prefiere abandonar nuestro pueblo a quedarse, y es su jardín. Yo la ayudaba a cuidar las flores. Y las sigo cuidado ahora. Ven- lo llamó insistentemente y él entró.
-Es aquí atrás.- dijo guiándolo.
-¡Es increíble! Creo que nunca he visto tantos colores – dijo él mirando los rosales. Estaba seguro que Kristana hubiera amado aquel lugar, había rosas por doquier  y de muchas variedades.
-Mi abuela tenía gran mano para el jardín.- dijo ella y se adentró en un pequeño sendero para caminar entre grandes rosales que apenas lo dejaban verla.
-También tienes ese talento –  le dijo  y se adentró tras ella.
-No vayas a pincharte.- le advirtió.
-Tendré cuidado.
-Acércate, esta es de mis favoritas y las más fragantes – señaló indicando unas flores de un rojo intenso.
-¿Podrían crecer en otro lugar? – preguntó llegando a su lado y ella se giró repentinamente.
El movimiento hizo que su  largo cabello se enredara en  los tallos espinosos.
-Yo te ayudo – dijo Sean inclinándose hacia ella –Quédate quieta
Como si fuera posible hacer otra cosa, teniendo a Sean Blackdalion tan cerca ,pensó Cairenn mientras las manos de él liberaban su cabello con mucha delicadeza. Estaban tan cerca que ella podía oler el suave perfume a flores que aún persistía en su piel, aunque eso era algo que seguramente él no quería saber. Estaba tan quieta que lo único que sentía era su propia respiración y la inquietante presencia del joven
-Hasta tus rizos dan problemas – comentó él con una suave sonrisa, al tiempo que terminaba de soltarla y ella se despabiló  con aquellas palabras.
“Hasta tus rizos dan problemas” había dicho Sean y ella no debería olvidar que eso era precisamente para él, sólo una fuente constante de problemas.
-Gracias. ¡Te lastimaste! – exclamó ella mirando un raspón en sus dedos
-No es nada
-Pero…
-Cairenn, sólo me rocé con algunas espinas y fue por una buena causa. Créeme las espadas son peor así que sobreviviré a esto.
-Déjame curarte…
-Sin perfume, nada que huela a flores - le advirtió con la diversión
-Nada permanente – prometió solemnemente

La chica buscó unas hierbas, las machacó y lo hizo sentarse sobre unas piedras a la vera del camino para curarle el raspón de la mano.
-Quizás arda un poco – dijo ella y al bajar la cabeza para curarlo, no vio la sonrisa de Sean.
-Creo poder soportarlo – bromeó, pero ella estaba muy concentrada para captar su tono juguetón.
-Sólo será un momento- dijo seriamente y él se quedó quieto dejándola trabajar. Era curioso, no recordaba a nadie más, aparte de su madre, cuidando sus heridas tan amorosamente. Y ahora que estaba tan cerca de él, podía percibir el aroma a flores de ella, ahora sabía de donde provenía, pero la joven olía dulce y cálida, como las especies que manipulaba para sus perfumes, o quizás era algo más esencial, algo propio de ella.
Tampoco recordaba la última vez que había estado tan relajado a pesar de todo lo que tenía pendiente, estaba sentado ahí, bajo el sol, con Cairenn y se sentía bien.
-Listo – dijo ella y sacó una cinta del bolsillo de su vestido para atarle la mano.- Supongo que de haber usado esto para atarme el cabello, hubiera evitado que te hirieras- comentó.
-Cairenn...- la llamó y alzó sus ojos hacia la mirada plateada masculina.
-De verdad no es nada, he tenido heridas mucho peores. Deja de sentirte culpable.
-No me gusta que otros se lastimen por mi culpa.- dijo sin mencionar que le molestaba mucho más que fuera él quien había sido lastimado.
-Lo sé, tienes un corazón muy sensible. Pero yo soy bastante resistente, excepto si se trata de tus perfumes, creo que son mi punto débil pero no se lo digas a nadie.
-De acuerdo.
-Ahora dime, ¿crees que podríamos llenar esos campos vacíos con rosas?
-Sí, creo que sí – respondió ella con la mirada iluminada.
-Bien, tenemos que ponernos en campaña y hablarlo con los demás. ¿Por causalidad hay alguna flor que sea exclusiva del lugar? ¿Algo que pueda ser único?
-Mmmmm...creo que sí, pero te enseñaré mañana porque tendremos que adentrarnos un poco en el bosque.
-Una vez que reciba respuesta de mi padre, lo hablaremos con los demás.
-¿Cómo es? – preguntó ella.
-¿Quién?
-El Señor Blackdalion, tu padre – contestó Cairenn recordando quien era Sean, heredero de Levany, últimamente lo olvidaba con demasiada facilidad.
-Es un hombre increíble. Sabe cuidar de los demás, es buen padre y un esposo enamorado. Gana fácilmente el cariño de los demás y al mismo tiempo es un líder nato. Es admirable y me gustaría llegar a parecerme a él- comentó dejando traslucir el amor que sentía por su padre.
La joven lo observó y pensó que en efecto el fruto no caía lejos del árbol, pues Sean se parecía mucho al tipo de hombre que describía, aunque no lo supiera.
-Entonces todo estará bien – evalúo ella.
-Eso espero – respondió Sean y volvió a sentir la presión de la responsabilidad, mientras más tiempo pasaba con la joven, más deseaba poder ayudar a su gente.
Cuando al atardecer regresó a casa de Neill, el joven tenía la respuesta de su padre esperándolo.
-El mensajero trajo eso para ti, muchacho.- dijo el anciano.
-Gracias – dijo tomando el pliego del mensaje y abriéndolo apresurado para leer la respuesta de su padre. Era demasiado escueto, pero lo hizo sonreír. Sólo decía “Cuentas con mi apoyo. Confío en ti”
-¿Buenas noticias? – preguntó Neill impaciente.
-Sí, necesitaré que convoque a la gente para contarles nuestro plan.
-Creo que si Cairenn los convoca tendría mejor efecto.
-Pero usted es el Jefe del poblado.
-Sí, y podría reunirlos, pero siempre hay algunos que se negarán o se opondrán, incluso sólo por pura obstinación. Pero si esa muchacha es quien los convoca, no tendrán opción. Todos adoran a esa niña, y también están en deuda con ella porque a pesar de ser tan torpe , es generosa y siempre está ayudando a quien lo necesita.- la elogió el anciano.
- Entiendo, entonces mañana hablaré con ella, iremos a recoger flores al bosque.- dijo y al ver la mirada del hombre y revisar sus propias palabras se echó a reír, agradecía que sus hermanos menores no escucharan esas palabras, él nunca había sido del tipo que juntaba flores en los bosques. Estaba empezando a hacer cosas raras.

A la mañana siguiente pasó a buscar temprano a Cairenn, la chica se había trenzado el cabello y llevaba un morral para recolectar flores.
-Al menos mis rizos no nos darán problemas hoy – comentó ella al notar la mirada del joven fija en su trenza.
-¡Gran consuelo! Alguna otra parte de ti se arreglará para causarlos- interrumpió su padre y miró de arriba hacia abajo a Sean que se había puesto repentinamente tenso.
-¡Papá! – protestó Cairenn.
-Ten cuidado – dijo el hombre y ella asintió sonriendo.
-Sabes que soy siempre muy cuidadosa.
-Pero no parece surtir efecto – acotó el hombre con un gruñido.
-Cuidaré de ella – intervino Sean y Cairenn le dedicó una mirada de admiración. Trataría de no causar ningún inconveniente, pero la tranquilizaba escuchar que él pensaba cuidarla.
-Espero que así sea- respondió secamente el padre de la chica. El joven rubio asintió y se marcharon a su excursión.

La madre de Cairenn se acercó a su esposo.
-Están tratando de encontrar una salida para nuestro pueblo, ya deja de fruncir el ceño.
-¿Qué cree que está haciendo esa niña tonteando con el joven Señor?- preguntó enfadado a su esposa.
-Déjala tranquila, no hace nada malo.
-¿Nada malo? Ella es un desastre andante  e involucrarse con el joven Blackdalion no va a traer nada bueno
-Tú adoras a ese desastre , así que  por qué no me dices lo que en verdad te preocupa – preguntó la mujer acercándose hasta donde él estaba sentado. El hombre la miró conciente de que no podía ocultarle la verdad
-Si fuera un joven de aquí y le hace daño, puedo ir y partirle la cara, pero qué hago con él.
-Supongo que también puedes ir y partirle la cara…- respondió ella y él le devolvió una leve sonrisa
- Pero si ella se enamorara de alguien de aquí y la rechazan, le resultaría fácil encontrar a alguien mejor, si Sean Blackdalion la rechaza, ¿cómo lo va a superar? – preguntó angustiado.
-Ella estará bien amor, nuestra niña estará bien…- dijo ella abrazándolo – Sabíamos que este día llegaría
-Sí, pero no lo vi venir- contestó él


Sean y Cairenn caminaron hasta los límites del poblado y luego se adentraron en el bosque.
-¿Qué estamos buscando? – preguntó él mientras avanzaban sobre los helechos que cubrían el terreno. No parecía ser un lugar muy concurrido.
-Ya lo verás cuando lleguemos.- respondió misteriosa y Sean no tuvo más remedio que seguirla. Tras caminar por más de una hora, el paisaje fue cambiando y delante de ellos apareció una formación rocosa con una pequeña cascada.
-Allí – señaló Cairenn hacia arriba y el joven observó el conjunto de flores blancas que crecían en la cima.-“Novia escondida”, ese es el nombre con el cuál se la conoce, sólo crece aquí y tiene un perfume único.
- Y es peligroso – dijo él observando cuidadosamente el lugar. Las flores estaban en lo alto y para llegar a ellas había que trepar las piedras húmedas y con musgo. Ahora entendía las preocupaciones del padre.
-He recolectado esas flores miles de veces.
-Yo iré por ellas- se ofreció.
-Hay que saber cortarlas, son muy delicadas.
-Entonces olvídalo, no las necesitamos.
-Sí, necesitamos algo único, tú lo dijiste.
-Cairenn...- protestó Sean pero ella ya se había alejado y estaba empezando a trepar. Fue detrás de ella, estaba tentado de cargarla y llevársela de allí, pero no era su estilo. Sólo la siguió dispuesto a  atraparla si caía.
Una vez que llegaron arriba, la chica se acercó a la orilla para recoger las flores blancas, después de cortar las primeras se las acercó a Sean para que oliera el perfume que desprendían, de verdad era algo único, dulce pero suave y envolvente. Y era un aroma que uno quería seguir oliendo. Sin dudas sería muy requerido por las mujeres.
-¿Es especial, verdad? – preguntó ella con la mirada chispeante
-Lo es, pero también es difícil conseguirlas y tampoco hay mucha cantidad.
-Eso es lo mejor, no se necesitan muchas, unas pocas sirven para producir la esencia que es muy poderosa.
-Entonces ya tenemos suficientes.
-Sólo unas pocas más.- insistió Cairenn y volvió a la orilla donde resbaló y perdió pie. Sean con sus rápidos reflejos la tomó por la cintura y la tiró hacia él. Cayeron juntos.
-Gracias y perdón por caerte encima de nuevo – dijo ella y fue más que consciente de su posición, estaba acostada sobre él.
-¿Estás bien?- preguntó preocupado.
-Sí, ¿y tú?
-También.
-Sean, ¿crees que podremos levantarnos? – preguntó sintiéndose avergonzada y él pestañeó como si recién notara que estaba acostado cuan largo era y ella encima. Se sentó llevando a la chica con él y luego se puso en pie, ayudándola a erguirse.
-¿Te gusta el peligro, verdad?- preguntó serio porque aún estaba asustado de imaginar que ella hubiese caído sin que pudiera atraparla a tiempo.
-En realidad me temo que es un problema de orden en mis pensamientos, sólo se me ocurre que es imprudente una vez que lo hice, no antes. No haría cosas peligrosas a propósito.
Sean exhaló aire ruidosamente, quería parecer serio, quería que ella se sintiera mortificada para que no hiciera nada que la pusiera en peligro, pero no podía. Aquella absurda explicación le daba ganas de reír, y eso que él estaba acostumbrado a las desopilantes explicaciones de “la plaga”.
-No entiendo cómo has sobrevivido hasta hora – dijo finalmente y se guardó el resto de la frase “sin que yo te ayudara” y también lo que en verdad lo preocupaba, qué sería de aquella problemática joven una vez que él regresara a Levany.
-Quizás mi capacidad de atraer problemas está unida a algún don sobrehumano para sobrevivir a mi propia torpeza.
-Recemos porque sea así, ahora bajemos. Ya tenemos las flores y hay mucho que planificar.
Continuaron su camino de regreso hasta que la chica se paró y lo miró turbada, como si algún pensamiento la inquietara demasiado y debiera hablarlo en ese instante.
-¿Sean?
-Dime.
-Esto llevará un tiempo, aún si convencemos a los demás. Quiero decir que los perfumes no estarán listos mañana y si no hay cosecha, la gente….no sé si pueden esperar tanto.- trató de explicarse.
-Lo sé, Cairenn, me encargaré de eso. Mi padre prometió apoyarnos, así que Levany se encargará de las necesidades de Ravlenar hasta que podamos comercializar los perfumes. Hoy temprano  envié otro mensaje a casa , calculo que mañana llegaran las bolsas de cereales, forraje para los animales y otros víveres que puedan hacer falta.
-Gracias – respondió ella conmovida de que hubiese contemplado aquello. Era alguien digno de confianza y que estaba pendiente de las necesidades de los demás.
-Entonces, ¿empezamos a trabajar?
-Sí – respondió ella sonriente- ya mismo.
Regresaron a casa de Cairenn donde dejaron las flores y luego fueron a la casa de Neill para organizarse. Tal como el anciano había sugerido, Sean le pidió  a la joven que fuera ella quien lo ayudara a convencer a los aldeanos.

Al día siguiente, en el mismo lugar donde habían hecho la fiesta de cumpleaños de Neill, se había reunido  la gran mayoría de los pobladores para escuchar la propuesta del joven Blackdalion.
El joven rubio y Cairenn explicaron su plan para fabricar perfumes, Sean expuso su plan intentando dar seguridad y todas las garantías que podía ofrecer como embajador de Levany. Aún así , los habitantes  de Ravlenar dudaban, se les estaba pidiendo que abandonaran un modo de vida para sumergirse en otro totalmente ignoto.
-No podemos lograr que los cultivos de cereales prosperen, ¿qué le hace suponer que será diferente con flores? – preguntó uno de los aldeanos y antes que el joven pudiera responder, Cairenn tomó la palabra.
-Porque las flores son más fuertes – dijo y un murmullo de discrepancia se elevó entre la gente- ¿No lo creen, verdad? Pero así es. Las flores silvestres nacen sin que nadie las cultive, también hay flores sobre las rocas, e incluso están las que florecen en la nieve, donde nada más crece. Las flores se adaptan a todos los climas  y terrenos, en general, más allá de lo que se piensa necesitan menos cuidado y atención que los vegetales. Y las hay para todos tipos de estación, si una no funciona, hay muchas más. Las flores son un milagro que en general subestimamos, pero aunque la tierra de Ravlenar se niega al trigo y otros cultivos, nos llena de flores. Miren a su alrededor, los jardines, los bosques no han dejado de llenarse de capullos. Seríamos necios si no aprovechamos la única riqueza que nos queda – finalizó callando abruptamente , luego miró a Sean, temerosa de haber hecho o dicho algo incorrecto. El joven Blackdalion le sonrió levemente e hizo un breve gesto de aprobación.
-Ella tiene razón- acotó apoyando lo dicho por la chica- de hecho en los días que llevo en Ravlenar, no he podido encontrar ninguna otra salida económica para ustedes, sin embargo , la realización y comercialización de perfumes puede salvarlos.
-¿Funcionará? – preguntó tímidamente una mujer.
-Sí, funcionará. Aunque habrá que trabajar mucho y también tener paciencia- aseveró el joven y lo dijo con tanto convencimiento que no tuvieron más remedio que creerle.
Entre los tres, Neill, Cairenn y Sean, organizaron a la gente y dieron las primeras directivas para empezar a trabajar en  el cultivo de flores y la recolección de las rosas que ya había en Ravlenar para comenzar a procesarlas.
Tenían mucho trabajo por delante.
Al día siguiente empezaron los problemas, Sean estaba en casa de Neill descargando los sacos de trigo que habían enviado desde Levany cuando Roisen llegó a pedir ayuda.
-Padre, tienes que ir a ayudar a Cairenn – dijo la joven apenas llegó hasta ellos.
-¿Qué hizo esta vez? – preguntó el anciano
-¿Está herida?- indagó Sean a su vez.
-No, nada de eso. Es que Sammus se niega a cultivar flores en sus tierras y Cairenn fue a tratar de convencerlo y él enfureció.- explicó la chica y antes de que agregara más detalles, Sean buscó su caballo y se dispuso a partir.
-Joven Blackdalion – llamó Neill.
-¿Sí?
-¿Acaso sabes en qué dirección ir? – preguntó.
-No- reconoció avergonzado, su instinto había sido más rápido que su sentido común.
-Eso creí, espérame , iré contigo. Y no es necesaria tanta prisa, muchacho, Cairenn sabrá mantenerlo a raya hasta que lleguemos.- dijo el anciano mientras su hija le alcanzaba un caballo.
Cuando llegaron al lugar, la chica y el hombre estaban discutiendo a viva voz.
-¡Vete de aquí Cairenn! No usaré mis tierras para plantar florcitas.- expresó mientras agitaba los brazos para echarla.
-¡¿Y dejarás morir a tus hijos de hambre por tu tonto orgullo?! Las florcitas de las que hablas pueden crecer donde nada más está creciendo. Y si mis hijos dependieran de mí, haría lo que fuera.
-¡¿Qué les dio a ti y tu familia ese Señor que estás tan empecinada?! – preguntó el hombre y Sean no perdió tiempo en desmontar e ir al lado de la joven para defender tanto el honor de ella como el suyo, pero la joven no esperó su ayuda.
-Nos dio esperanza – contestó ella con firmeza y sintió la mano de Sean en su hombro mientras avanzaba para interponerse.
-¡Ya basta Sam! – gritó desde el fondo Neill y con una agilidad sorprendente avanzó hasta quedar frente a frente al enfadado hombre.
-Neill, esto es una estupidez.
-Claro que lo es, que seas tan cabeza dura es estúpido. Ahora pídele disculpa a esos jóvenes. Sean Blackdalion está tratando de ayudarnos y en cuanto a Cairenn…deberías recordar cuánto le debes. Fue ella quien cuidó a tus hijos cuando tu esposa enfermó…Y en cuanto a tu tierra si prefieres comértela  y que tus niños sigan lejos de ti , allá tú. Pero primero vas a disculparte.
-Yo…- musitó dubitativo .
-¿Tú qué Sammus?- insistió Neill y Sean fue consciente de por qué aquel hombre era el jefe del poblado, antes lo había visto como un anciano amable y preocupado por su pueblo, pero ahora desprendía una completa autoridad.
-Lo pensaré, de acuerdo, lo pensare. Ahora déjenme tranquilo.- dijo refunfuñando y entró a su casa.
-Pero…- protestó Cairenn tratando de seguirlo hasta que Sean le tomó el brazo para impedir que fuera.
-No- dijo él suavemente.
-Así es, déjalo ir, niña. Vámonos- ordenó el anciano.
-Pero, Neill, tenemos que convencerlo, es por su propio bien- protestó ella.
-Ya hiciste suficiente niña, dijo que lo pensará. Eso significa que aceptará, hay que darle tiempo ahora. Sabes que desde que murió su esposa y debió mandar lejos a los niños porque su tierra ya no producía ha sido un cascarrabias. Vámonos ahora, antes que él cambie de idea, que tú causes problemas o que este joven desenvaine su espada para defenderte. – dijo el anciano pasando junto a ellos y palmeando el brazo de Sean al pasar.
-¿Estás bien? – preguntó el rubio a la joven.
-Sí, estoy bien. No te preocupes, Sammus no me haría daño.
- Pero se lo veía enfadado y nunca sabes qué puede suceder si alguien pierde el control, ¿volviste a pensarlo en el orden incorrecto?
-No , esta vez no importaba el orden porque convencer a Sam era lo correcto, porque necesitamos esas tierras para el proyecto pero sobre todo, porque él necesita que esto funcione para poder recuperar a sus hijos. Supongo que Neill tiene razón, ahora toca darle tiempo. – dijo ella como si meditara en voz alta y Sean se la quedó observando. Cairenn era una mezcla contradictoria , necesitaba ayuda por su capacidad innata para atraer problemas, pero era al mismo tiempo alguien dispuesta a dar ayuda a los demás sin pensar en sí misma Extrañamente, se sentía muy orgulloso de ella.
- Hay que terminar de descargar los envíos de Levany, ¿no van a venir? – los llamó Neill y Sean debió volver a concentrarse en los deberes en lugar de en la joven que tenía enfrente.
-¿Llegó un envío de Levany?- preguntó la chica ilusionada.
-Sí, estábamos descargando cosas cuando Roisen avisó que podías tener problemas.
¿Trajiste un caballo?- preguntó.
-No, vine caminando.
-Entonces te llevaré – ofreció y ella asintió levemente. Ninguno fue consciente de la mirada que les dirigió Neill ni de que empezó a cabalgar despacio para dejarlos un poco atrás.
Sean ayudó a Cairenn a subir al caballo y luego montó tras ella para regresar juntos a casa del hombre.
Una vez allí, la joven se sorprendió de todo lo enviado por los señores de Levany.
-¿Todo esto? – preguntó mientras Sean seguía descargando cosas.
- De hecho sólo bastará para pocos meses, ¿no es así?- preguntó el joven.
-Sí, me temo que es así.
-Con Neill armamos una lista para el reparto de las cosas, creo que deberías mirarlo, estoy seguro que sabes mejor las necesidades de tu gente. Ve a verla, está dentro. Yo terminaré con esto.
-Podrías haber pedido ayuda.
-Creo que mejor así hasta que esté todo organizado, no quiero provocar ansiedad ni conflictos entre la gente – respondió y la chica asintió, siempre había una razón detrás de las acciones del joven Blackdalion.
Un tiempo más tarde, Sean, ayudado por uno de los hombres que habían traído los carros, entró cargando un baúl con pertenencias personales que su madre había enviado.
-Me temo que seguiré ocupando espacio…- se disculpó al depositar el arcón en el interior.
-No es molestia, muchacho, además si piensas quedarte un tiempo , necesitabas cosas de casa.
-Sólo pedí algo de ropa, pero creo que mi madre pensó que eso no era bastante – dijo algo avergonzado.
Cairenn lo observó por un momento mientras se recordaba a sí misma que la casa de Sean Blackdalion estaba en otro lugar, que sólo estaba de paso, que había venido a ayudar a la gente de Ravlenar y luego volvería a donde pertenecía, él le devolvió la mirada y temerosa de que adivinara sus pensamientos bajó la vista hacia la lista que estaba leyendo.
El joven terminó de acomodar las cosas, salió a despedir a los hombres de Levany y regresó adentro de la casa de Neill para echar una mirada a lo que había enviado su madre. Sólo después de abrirlo recordó que no estaba solo y rogó que no hubiesen enviado nada extraño, sobre todo sus hermanos. Sin embargo lo primero que extrajo , le arrancó una sonrisa involuntaria. Shara le había enviado el violín.
-¿Sabes tocarlo? – preguntó Cairenn que había fracasado completamente en su intento de ser discreta.
-Sí, aprendí de mi padre- comentó y volvió a guardar el instrumento.
-Seguramente encontraremos una ocasión para que lo toques – intervino  Neill.
-Creo que primero hay mucho que resolver.
-Yo pienso que debería ser antes, aunque no tengamos nada que festejar .Mi padre dijo que la música y las risas son buenas para mantener la esperanza y para ahuyentar los temores.- comentó ella.
-¿Entonces lo de la lista te parece bien?- preguntó el muchacho cambiando de tema.
-Sí, lo has pensado muy bien, pero creo que son demasiadas bolsas para mi familia.
-Es que hablamos con tu padre y él se encargara de procesarlo para hacer la harina para todos – dijo Neill.
-¿En serio? – preguntó ella feliz de que su padre también colaborara.
-Sí, él se ofreció ayer – dijo Sean.
-Ahora sólo queda repartir las cosas y comenzar a trabajar. Recolectar las rosas y empezar a cultivar los campos con flores- expuso Sean.
-Mañana empezaremos con ello. También estuve pensando que necesitaremos algún recipiente para los perfumes una vez que estén listos, ¿verdad?
-Ya están fabricando las botellas en Levany, quizás para los primeros, los que usemos de muestra para mi padre, deberemos usar algún tipo de recipiente de arcilla.
-¿Alguna vez dejas algo librado al azar? – preguntó ella.
-Trato de no hacerlo, sé que puede resultar molesto…- dijo incómodo.
-No era una crítica – aseguró la joven con sinceridad y él se sintió aliviado, usualmente sus hermanos criticaban que fuera tan exigente o estuviera planificando cada paso, pero le costaba dejar algo librado al azar. Quería que todo saliera bien y cumplir con la gente que tenía a su cuidado, ya fuera su familia, la gente de Levany o la de Ravlenar. Y quizás era verdad que pensaba demasiado, pero peor sería equivocarse y defraudar a todos, o que alguien pagara por sus errores. Jamás podría perdonarse eso.
Agradecía que Cairenn no lo viera como algo negativo, por un segundo cuando había pensado que no le agradaba aquella forma de ser de él, se había sentido herido, y usualmente no era tan sensible si sabía que estaba cumpliendo con su deber. Extrañamente, aquellos días en Ravlenar lo estaban afectando más de lo esperado.

Al día siguiente , después de repartir los víveres, todos se habían puesto a  trabajar. Se habían reunido afuera de la casa de Cairenn para deshojar las rosas que habían cortado, desprendían los pétalos para empezar con el proceso de maceración.
-¿Puedo ayudar en algo? – preguntó Sean tímidamente, desprender los pétalos con delicadeza o estar cerca de un macerado de perfume no era algo muy adecuado para él.
-Creo que puedes hacer un relevamiento de las tierras que estarán listas para los cultivos mañana. Además de las flores, recolectamos semillas y algunos esquejes. Deberíamos asegurarnos que la tierra esté lista para plantar mañana y ver qué sucede- explicó la joven.
-De acuerdo- aceptó él y reunió a un grupo de personas para encargarse de aquella tarea. Preparar la tierra, hacer surcos y plantar era algo a lo que estaba más habituado.
 Los dedos de Cairenn y sus acompañantes trabajaron rápido y a la noche tenían pequeñas pilas de fragantes pétalos ,varios pinchazos en los dedos y sonrisas esperanzadas en sus cansados rostros.
El joven Blackdalion , a su vez, al anochecer, tuvo listos la mayoría de los terrenos disponibles para la siembra, los días siguientes serían de ardua labor.

Era la primera vez que en Ravlenar se plantaban flores con aquella dedicación, habían sido agricultores por años pero ahora tenían que llenar su lugar de jardines.
Sean y Cairenn estaban en la casa de la abuela de ella para buscar algunos esquejes de rosas para  distribuir, también el joven rubio iba a recibir algo de instrucción ya que debería replicarlo a los habitantes que tenía a su cargo. Cairenn y él se habían repartido la asistencia a quienes no tenían idea de cultivar flores.
-¿Son las mismas reglas que para otro tipo de cultivo? – preguntó Sean a la joven y ella contuvo la sonrisa que le nacía al verlo tan serio mientras sostenía algunos pequeños plantines de flores.
-No del todo, te daré algunas indicaciones y cuidados que deben tener así puedes decirles a los demás. También  sería bueno plantar uno de estos en cada lugar – dijo señalando  los esquejes que había cortado del rosal rojo intenso- Su fragancia es la mejor, si pudiéramos reproducirlos sería de mucha ayuda, es una pena que mi abuela no esté, además de lo mucho que la extraño, ella hubiera podido hacer crecer jardines por todos lados.
-Tú lo harás también, me parece que lo que ella tenía con las plantas , lo heredaste tú – comentó y ella le sonrío agradecida- ¿Te explico?
-Sí, escucho atentamente, dime cómo eso puede convertirse en rosas rojas- pidió y se agachó al lado de ella mientras le mostraba el proceso para plantar el esqueje, señalando los nudos en la vara, la profundidad a la que debían enterrarse y los cuidados que debía tener.
-Es fácil, ¿verdad? – preguntó ella una vez terminada la explicación. Había tratado de ser didáctica al explicar pero tener a aquel hombre tan cerca la abrumaba, cada vez más.
-Sí, entendí perfectamente. Además creo que estos rosales son como los cerezos de mis abuelos, pueden crecer en cualquier condición. De hecho quizás deberíamos plantar algunos de los cerezos aquí…- dijo pensativo.
-¿Los cerezos? – preguntó ella.
-Sí, rodean el castillo de mis abuelos en las tierras Blackdalion, y según me contaron los primeros fueron plantados sobre  suelo que había sido arrasado, y desde entonces crecen y florecen cada año.
-Debe ser precioso, me gustaría saber la historia completa de quien plantó esos árboles.- expresó encantada.
-Seguramente mi abuelo pueda contártela algún día, fue uno de nuestros antepasados pero nunca averigüé los detalles.- dijo el joven con naturalidad y Cairenn pensó que era probable que ella jamás estuviera en una relación tan cercana con el afamado León Negro como para que le contara historias, aún así asintió mientras se incorporaba.
-Creo que es todo, entonces tú te encargas de la zona norte, yo de la sur. – confirmó ella.
-De acuerdo, ¿estarás bien?
-Sean, sólo iré a plantar flores, ¿qué puede pasar? Tú trata de tener cuidado con las espinas- lo aconsejó y él la miró divertido, jamás le habían hecho una advertencia semejante. Quizás que se cuidara de las espadas pero nunca de algo como un pinchazo, nadie lo imaginaba tan delicado.


Sean Blackdalion había creído que sus hermanos habían agotado su capacidad de sorpresa, pero Cairenn estaba empezando a darle una nueva dimensión.
Estaba en el terreno delantero de una casa ayudando a la familia a plantar las flores cuando por el camino central vio asomarse un cerdo corriendo, uno gigante. Y agarrando al animal por su cuarto trasero ,en un inútil intento de pararlo, iba agarrada Cairenn. Mucho más atrás una pareja corría detrás de ellos dando gritos que en lugar de detener al animal lo alentaban a correr más furiosamente.
Y ella había dicho que no se metería en problemas.
No había visto un espectáculo semejante desde que sus hermanos habían montado cerdos por el pueblo, pero eran niños , cerdos normales y una competencia fríamente calculada por Colin, no era algo así. No una jovencita bienintencionada, de cabello enrulado y grandes ojos castaños,  tratando de detener a un animal que casi la doblaba en tamaño.
Era algo tan asombroso que apenas si le dio tiempo a parpadear y salir al camino a tiempo para verla pasar delante de él y echar a correr detrás a toda velocidad. Sus pensamientos se embarullaban mientras intentaba encontrar una manera de ayudarla, no tenía caballo, no podía usar una espada, lo único que pudo hacer, casi sin pensar, fue ponerse junto al animal y lanzarse contra él para detenerlo. Usó toda su fuerza para llevarlo al suelo mientras le enroscaba los brazos al cuello. De hecho había usado aquella técnica para derribar a sus primos cuando eran adolescentes, pero ni siquiera Lysander se comparaba a aquel animal determinado.
Una vez que lo derribó y lo dejó medio atontado, pudo ocuparse de lo más importante, la chica que aún aferraba tenazmente la pata del animal.
-Cairenn, ¿estás bien?
-Sí – casi susurró aunque su cara estaba cubierta de tierra y tenía una expresión dolorida.
-Suéltalo ya – dijo él y se le acercó para ayudarla a ponerse en pie.
-No sé si pueda y ahora que finalmente pudimos pararlo, sería una pena- contestó con una mueca.
-Suéltalo – ordenó y con dificultad ella obedeció la orden aunque sus manos estaban entumecidas y le dolía todo por haber sido arrastrada tantos metros. El animal aún estaba confundido así que apenas si se movió dando tiempo a que sus dueños, llegaran hasta él y lo enlazaran.
-¿Estás bien? – preguntaron la mujer y los habitantes de la casa llegando hasta ellos.
- Eso creo- respondió pero cuando trató de ponerse en pie, trastabilló, además de tener las manos enrojecidas y advertir con cierta vergüenza que su falda estaba rasgada.
-¡Cielos! – exclamó Sean atrapándola y en un ágil movimiento la alzó en brazos.
-Tráigala adentro- dijo la dueña de la casa donde hasta hace unos instantes había estado trabajando. Él asintió y la llevó mientras la chica le pasaba los brazos por el cuello para no caer.
-Creí que sólo ibas a plantar flores…- dijo y su tono sonó duro porque había estado preocupado y porque notaba la mueca de dolor mal disimulada.
-Se escapó del corral mientras estábamos trabajando e intenté detenerlo.- musitó avergonzada.
-¡¿Qué te hizo pensar que podrías detenerlo?! – preguntó casi gritando y la dueña del animal salió en defensa de la joven por miedo a que aquel suceso enemistara a Cairenn con el heredero de Levany.
-Nosotros criábamos cerdos, pero cuando la situación empeoró, sólo nos quedó una pareja, íbamos a sacrificarlos porque no podríamos alimentar a las crías, pero Cairenn nos convenció que no lo hiciéramos, que habría tiempos mejores y podríamos retomar nuestro criadero. Así que los separamos y los mantuvimos todo este tiempo. Hoy en un descuido mientras volvíamos a juntarlos, escapó y ella fue la más rápida en reaccionar.
-No en pensar…- acotó él y sus ojos plata se clavaron en los ojos castaños que estaban a escasos centímetros.
- No quería que lo perdieran – se justificó en un susurro y él sólo elevó las cejas en un obvio gesto de censura. Aunque no lo dijera en voz alta, la chica imaginaba lo que él pensaba, que el cerdo no valía ponerse en peligro. Finalmente, entraron a la casa, la sentó sobre la mesa, y examinó si estaba herida, tenía varios raspones pero al llegar a su pierna de pronto fue consciente de la situación. Estaban en casa de otras personas, y ella iba con la pierna desnuda debido a su falda rota, no era indicado que fuera él quien estuviera examinándola. Quizás ni siquiera debería haberla cargado como lo hizo. Se apartó rápidamente.
-Esperaré afuera- dijo mientras las mujeres se acercaban con ropa limpia y ungüento para curarla. Ella sólo asintió con la cabeza.

Cuando Sean salió al exterior aún tenía una ebullición de emociones en su interior, Cairenn ponía todo de cabeza. Hubiera querido sermonearla como a sus hermanos porque estaba enfadado por su imprudencia, pero la preocupación por su seguridad era más fuerte y verla herida o avergonzada era algo que lo afectaba y aplacaba su enfado para reemplazarlo por otras sensaciones. Su cuerpo estaba alerta aún, con aquel instinto guerrero que se activaba cuando había una situación de peligro, pero su mente estaba pendiente de la jovencita herida.
El dueño de la casa y el propietario del cerdo escapista estaban charlando.
-¿Ella está bien? – preguntó el hombre que sostenía con fuerza las sogas que ataban al animal.
-Sí, sólo un poco magullada.
-No alcancé a detenerla, no es su culpa. Debí estar más atento, lo siento- dijo el hombre apenado. Había habido algo muy territorial en la forma en que Sean había actuado con la jovencita, algo que sólo otro hombre podía entender así que  se sentía obligado a dar las explicaciones y disculpas correspondientes por haberla puesto en peligro.
-Lo sé, los accidentes tienden a encontrarla, ¿verdad?. Yo espero no haber lastimado a su animal-se excusó a su vez, aunque no había tenido intención de dañarlo, lanzar su cuerpo de metro noventa contra él con todas sus fuerzas quizás lo hubiera lastimado.
-No parece herido, y creo que está lo suficientemente calmado como para llevarlo de regreso.
-¿Necesita ayuda?
-No, aquí Malcom me acompañará- dijo señalando al dueño de la casa- ¿Usted cuidará de Cairenn, verdad?
-Sí,  una vez que la curen, la llevaré de regreso a su casa-  respondió el joven.
No mucho después Cairenn salió a su encuentro, iba rengueando levemente y se había aseado y cambiado el vestido roto.
-¿Las heridas son muy profundas? – preguntó al verla acercarse al tiempo que iba hacia ella para ayudarla a caminar.
-Sólo unos raspones y un tobillo torcido. Y creo que mi orgullo muy maltratado.
-Dudo que eso te ayude a ser más prudente, empiezo a perder las esperanzas al respecto.
-Lo sé, no debí tratar de detenerlo, es un cerdo malagradecido – dijo enfáticamente y muy a su pesar Sean sonrió.
-Debiste dejar que lo hicieran jamón en su momento.
-Empiezo a pensar que no era tan mala idea- dijo ella agradecida de que el enojo del joven se hubiera diluido, aún se sentía muy avergonzada de lo sucedido- perdón por siempre estar causándote problemas.
-No recuerdo que nadie me haya derribado tantas veces como tú, menos aún en tan poco tiempo.
-Ya ni siquiera me animo a disculparme – dijo apesadumbrada.
-Nunca pensé que una sola persona pudiera igualar a la plaga, y menos que lo hiciera sin intención alguna.
-¿La plaga?
-Mis hermanos menores – aclaró él y Cairenn sintió que se hundía al ser comparada con un problemático grupo de niños.
-Será mejor que vaya a buscar las cosas que dejé…- dijo la joven y en ese momento la mujer propietaria del animal endemoniado la interrumpió.
-Yo llevaré las cosas a tu casa luego, ahora ve y descansa o mañana no podrás caminar.
-Y yo te llevaré a casa a ti, pediré un caballo y te llevo.
-No es necesario, hay mucho que hacer aún.
-No lo preguntaba Cairenn – sentenció Sean y la chica fue consciente de lo acostumbrado que estaba a dar órdenes y ser obedecido. Y también de lo flexible que había sido hasta ahora, pero por lo visto había llegado a su límite
-De acuerdo- asintió pues se lo debía, más cuando él estaba velando por ella.
El joven pidió prestado un caballo pues había dejado el suyo en casa de Neill, subió a la chica y él caminó a su lado llevando las riendas.
-Debiste pedir dos caballos – dijo ella.
-No , mejor así, iremos despacio, debes estar dolorida y no podemos arriesgarnos a que vuelvas a caerte- le dijo sin mencionar que él necesitaba calmarse un poco y por eso, caminar le vendría bien. Al llegar a la casa , la bajó en brazos.
-Puedo caminar – protestó ella.
-Hay escalones y no deberíamos andar tentando a la suerte, ¿verdad? – la miró con una expresión que decía que no tenía mucha opción , no tuvo más alternativa que agarrarse a él y dejarse llevar. Su madre debió escucharlos porque salió y se asustó al verla ser llevada en andas.
-¡¿Qué sucedió?! ¿Estás herida?
-Sólo me doblé un tobillo.
-¿Qué pasó esta vez? – preguntó el padre saliendo del molino.
-Digamos que se interpuso entre un cerdo y su ansiada libertad – explicó Sean y ella bufó por lo bajo, si le hubiera pasado a alguien más habría sido divertido, pero perdía la gracia si le sucedía a uno.
Entraron a la casa y les contó la historia completa a sus padres. De hecho apenas alcanzó a terminar cuando uno de sus hermanos entró gritando a la casa.
-¡A Cairenn la arrastró un cerdo por medio pueblo!- informó e inmediatamente cerró la boca al ver a su hermana tendida sobre un par de sillas.
-Gracias Rían, ya estamos al tanto – dijo la madre y el muchachito fue hasta su hermana para saber si estaba bien.
-¿Duele mucho? – preguntó arrepentido por su anterior estallido de entusiasmo al llevar al noticia.
-No, no duele – dijo ella y sintió la mirada plateada de Sean clavándose en ella. Su pie dolía y él lo sabía, y aunque no iba a decir nada delante de su familia, ella podía sentir el reproche de él por hacerse la fuerte estando herida.
Finalmente Sean se marchó aunque dio un par de sugerencias finales antes.
-Sería bueno que descansaras mañana, los demás y yo nos encargaremos de todo.
-No creo que sea necesario, mañana estaré perfectamente.- discutió ella.
-De acuerdo, entonces te llevaré cargada a donde quieras ir – dijo con una sonrisa casi perversa, porque Cairenn estuvo segura de que lo haría, y aquel tipo de amenaza apenas susurrada fue más que efectiva. Se quedó dos días en la casa mientras se recuperaba completamente.
Luego volvió al trabajo junto a todos los demás. Cuando terminó la semana, la gente de Ravlenar tenía grandes vasijas con flores en su primera etapa de maceración, otras con aceites esenciales extraídos y la mayoría de las tierras de cultivo convertidas en futuros jardines. Estaban cansados y con algo de incertidumbre, pero también habían puesto lo mejor de sí en aquel proyecto.
-Creo que ahora sí podemos tener una fiesta, mañana a la noche – dijo Neill y los demás estuvieron de acuerdo, incluso Sean que quizás en otra ocasión hubiese protestado. Él había tardado en aprender algo que su padre conocía de sobra, las risas, la música y divertirse eran tan necesarios como el trabajo duro y un buen líder debía  reconocer el momento adecuado para cada cosa.

La gente había vuelto a congregarse para celebrar  con el espíritu ligero y llenos de ilusiones de un porvenir mejor, habían estado aletargados por las penurias pero tras una semana de arduo trabajo estaban satisfechos. Por primera vez en mucho tiempo se sentían con fuerzas y con derecho a ser felices.
Habían llevado comida que a pesar de ser sencilla semejaba un banquete, había música , baile, niños correteando y gente hablando, durante un tiempo las voces habían sido casi susurros, ahora volvían a vibrar  con tono enérgico.
Sean observaba con una mezcla de sentimientos en su interior, se sentía complacido de ver a aquellas personas bien pero sentía que la responsabilidad sobre sus hombros se volvía más pesada. Había estado tan seguro de que su idea saldría bien, pero ¿si fallaba?
-Toma, muchacho. Dije que encontraríamos una fiesta para que tocaras- dijo Neill depositando el violín en sus manos.
-No creo…- protestó pero el anciano le sonrió.
-Si tu madre lo envió debe ser por algo, quizás así como portas una espada y tratas de sacar a Ravlenar adelante, también este instrumento sea una parte importante de ti. Una que necesitamos – finalizó y Sean le dedicó una mirada de admiración. Era verdad , Shara había enviado el violín por algo. Hizo un gesto de asentimiento y caminó hacia donde estaban tocando música para unirse.
Y cuando la música empezó a fluir al tiempo que sus dedos se movían, sintió que sus miedos e inquietudes se calmaban. Casi sin darse cuenta levantó la mirada recorriendo al auditorio, y vio a Cairenn observándolo. Se sonrieron.
La chica apenas estaba recuperada de su accidentada carrera pero estaba allí, bailando en brazos de su padre, se la veía radiante.
Cuando los músicos tomaron un descanso se le acercó llevándole un vaso.
-Es licor, la receta secreta de mi madre- dijo al ofrecérselo.
-Espero que no tenga tu misma capacidad para derribarme.
-Oh no, es muy suave. De niña lo bebí por accidente creyendo que era algún tipo de aguamiel y desde entonces mi madre lo hizo más ligero.
-¿A prueba de Cairenn?
-Sí, así es.
-Sabe muy bien ¿No estás cansada?
-En realidad no, ver a todos tan animados me llena de energía – contestó y Sean pensó que ese era el efecto que ella ejercía en él.
-Pero tu pie aún debe estar resentido, ¿quieres que nos sentemos un rato?
-No, preferiría caminar.
-No creo que sea buena idea.- señaló preocupado.
- Sólo hasta allí, entonces descansaré un momento – dijo señalando una zona a varios metros donde había unos bancos junto a un grupo de árboles.
-De acuerdo.
-Por cierto, fue bellísimo. Al violín me refiero, la forma en que tocaste fue algo maravilloso , la música era mágica– lo alagó con sinceridad. Mientras Sean había tocado, ella había sentido que se transportaba a otro lugar.
-Gracias – respondió algo cohibido. En aquel momento un grupo de hombres se les acercaron a saludar e invitaron a  jugar a los dados a Sean. Él declinó amablemente pero con mucha seguridad.
Tras despedirse, siguieron su camino hacia la arboleda.
-¿Es que no estás de acuerdo con los juegos de azar?- preguntó Cairenn queriendo saber más de él.
-A mis les hermanos les gustan más que a mí, pero no tengo nada en contra.
-¿Y las apuestas? Siempre terminan apostando algo, aunque sea algo irrelevante- comentó ella.
-Bueno, sobre las apuestas en los juegos, tenemos una regla inquebrantable en mi familia, podemos apostar nuestra vida si lo deseamos, todo excepto Levany.
-¿Y por qué apostarían el señorío? – preguntó intrigada y los ojos plata de Sean relumbraron de diversión.  Ella lo miró curiosa y él le contó la historia de cómo Connor Blackdalion se había convertido en Señor de Levany.
-¿Es verdad? – preguntó incrédula cuando terminó de escuchar la historia
-Eso me temo.
-¿Y es legal? - preguntó haciéndolo reír.
-Pregunté lo mismo cuando me enteré de la historia, tenía diez años entonces. Me aseguraron que sí lo es. Parece ser que mi padre, apoyado por mi abuelo y tío Caleb se presentó ante el rey y logró que  le otorgara el señorío , también le juró que lo convertiría en un lugar próspero y pacífico. Supongo que todo lo que mi padre había hecho durante la guerra jugó a su favor.
-¿Entonces por eso te alejas de los juegos de azar? ¿Miedo a tentarte de apostar el señorío?- lo provocó,
-Mejor evitar las tentaciones, aunque dudo que exista el riesgo. Sería distinto si fuera Colin, mi hermano pequeño. Creo que sería capaz de hacerlo aunque luego se las ingeniase para recuperarlo.
-Entonces es una suerte que tú seas el heredero.
-Créeme que sí- sentenció sonriendo.
-No tengo dudas de ello – dijo Cairenn y su voz dejó traslucir mucho más sus emociones de lo que deseaba, así que cambió de tema para aligerar el clima – Colin es parte de La Plaga, ¿verdad?
-Más que parte , fundador. La plaga inició con su nacimiento, Kristana y yo jamás causamos problemas. Pero luego llegó Colin e inmediatamente Shennara y Kendrick aunque debo decir en defensa de mi hermano, que los otros dos han hecho grandes aportes a la causa.
-Y yo te recuerdo a ellos…
-Sólo en parte, ellos causan los problemas intencionalmente, tú…los atraes. Es diferente – dijo sin explicar que a pesar de que le provocaba el mismo tipo de sobresaltos, verla metida en accidentes no le provocada nada similar a lo que generaban sus hermanos.De hecho lo que sentía al verla en peligro o accidentada no era parecido a nada que hubiera sentido antes.
Llegaron a la zona arbolada y se sentaron.
-¿Nunca causaste problemas? – preguntó ella.
-Mmmm, no que recuerde. Aunque una vez quise matar a mi cuñado – dijo con algo de ferocidad y la joven lo miró sorprendida- claro que en ese momento no era mi cuñado aún y yo tenía buenas razones.
-¿Tu hermana estaba en peligro? – preguntó porque aunque sabía que él era un guerrero y presentía que podía llegar a ser muy peligroso, también sabía que no haría daño sin motivo, no era esa clase de hombre.
-Eso pensaba.
-Entonces no cuenta como causar problemas – dijo ella.
-Y con mi primo Blaze nos hemos turnado para molestarlo cada vez que vamos de visita, me temo que Sayen puede despertar mi lado infantil. No me enorgullezco, pero se llevó a Kristana lejos.
-Debe ser bueno tener un hermano mayor así – musitó ella aunque en realidad estaba pensando que era bueno tener a Sean Blackdalion cerca, preocupándose por tu bienestar.
-Probablemente mis hermanos preferirían a alguien como tú – dijo él  mirándola expresivamente, estuvo a punto de decir algo más pero fueron interrumpidos  por la llegada de una pareja que venía  buscando un poco de intimidad.
-Creo que será mejor que regresemos – dijo Cairenn y Sean estuvo de acuerdo inmediatamente.
Regresaron a la fiesta y tanto la familia de ella como los habitantes de Ravlenar  acapararon la atención de ambos, así que ya no volvieron a verse más que para despedirse brevemente.

Después de la fiesta todos volvieron a trabajar intensamente, los pétalos de rosas estaban macerándose para volverse fragancia , y habían recolectado también distintos tipos de flores para probar combinaciones.
Sean había diseñado los planos para un invernadero y los hombres del pueblo estaban construyéndolo, debían tomar precauciones para cuando llegara el invierno, ese era el momento que más temía el joven rubio. Si no lograban obtener resultados en las estaciones cálidas, todo el trabajo sería en vano. Por un momento deseó tener la capacidad de ver el futuro de su hermana Kristana, tener alguna certeza de que aquella gente estaría bien, de que Cairenn no sufriría. Porque ahora sabía que ella  se había vuelto la medida de todas las cosas, no deseaba verla sufrir, no lo soportaría. Sonrió como burlándose de sí mismo, era la primera vez que el deber se volvía algo secundario, primera vez que sus planes estaban supeditados a una mujer, una que era un peligro andante, en muchos sentidos.
Sean era práctico y honesto, así que no le costó reconocerlo para sí mismo, era la primera vez que se enamoraba.
Aunque los pasos a seguir eran otra cuestión, no tenía idea de qué hacer a continuación, porque no dependía sólo de él sino que Cairenn estaba involucrada. Y aunque deseara que sus sentimientos fueran correspondidos, no era algo que pudiera forzarse.
No le gustaban las cosas complicadas, y parecía que aquello del amor lo era, así que estaba algo desorientado. Hubiera querido tener cerca a alguien de su familia para pedir consejo, aunque también sabía que eso sería un dolor de cabeza, recibiría todo tipo de locas sugerencias.
Tendría que encontrar su propia forma de llegar al corazón de la joven.
Estaba pensando en ello cuando la vio acercarse y sintió un leve sobresalto, iba a costarle acostumbrase a eso, aunque la sonrisa afloró naturalmente al verla, tal vez lo impredecible de las emociones no fuera tan malo.
-Maud trajo los recipientes que hizo para las primeras muestras de perfume, ¿quisieras verlos?- preguntó la joven llegando a su lado.
-Sí, vamos, ¿se conserva bien la calidad en ese tipo de recipientes? ¿Sabes cuánto podría durar el perfume? – preguntó tratando de volver a concentrarse en el proyecto, aunque algunos rizos en la frente de Cairenn insistían en desordenarse y él estaba tentado de acomodarlos.
-Se ha mantenido mucho tiempo en envases más grandes, nunca he probado en estos más pequeños, pero calculo que sí. Tampoco sé como resultará con los de vidrio que tú encargaste. Aunque por las dudas, el que estamos produciendo es más concentrado- explicó ella y lo notó algo distraído, era raro en él.
-Sean, ¿sucede algo? - preguntó adelantándose para mirarlo de frente.
-Nada- contestó y antes de evitarlo con una leve caricia corrió el cabello que le tapaba la cara, Cairenn abrió los ojos sorprendida y se sonrojó levemente, eso le dio esperanzas al joven Blackdalion, al menos no era inmune a él.- Tus rizos…- acotó como disculpa por el gesto inesperado, no se acostumbraba a aquel nuevo rasgo en su personalidad, quizás sí se parecía  a su padre más de lo que pensaba.
-Siguen dando problemas…- musitó ella sin saber qué decir, aún sentía la delicada caricia de los masculinos dedos en su frente.
-No, de hecho me gustan mucho – dijo Sean volviendo a ceder al impulso y luego apresuró el paso antes de tener que explicar sus palabras.

La casa de la chica estaba poblada de gente trabajando y Sean imaginó que su plan había traído muchos inconvenientes a aquella familia, y temía que también ellos cargaran con la responsabilidad si algo salía mal. Sin darse cuenta frunció el ceño.
-¿Qué pasa? – preguntó Cairenn.
-Hay mucho movimiento- respondió escuetamente pero la joven intuyó cuál era la preocupación detrás de esa observación.
-Eso no es malo, ver a la gente quieta, sin esperanza, era peor. Me gusta todo el movimiento que hay, es el ruido de la vida, y a mis padres también les gusta. Papá está ocupado con el molino y mamá está feliz de que su casa sea el centro  de todo lo que sucede, igualmente será por poco tiempo, sólo en la etapa esta de aprendizaje y que hagamos los primeros perfumes. Más adelante cuando esté construido el lugar que planificaste para la fabricación , será un ritmo diferente.- lo tranquilizó.
-¿Hay algo en lo que puedo ayudar?- preguntó.
-Tenemos mucho trabajo, seguramente podremos encontrarte alguna labor adecuada.- dijo la joven tratando de sonar alegre, en realidad le costaba mucho pensar en darle un trabajo a Sean Blackdalion porque cada vez que pensaba en él ayudándolos recordaba quién era y cuánta distancia había entre ellos. Y es que verlo allí rodeado de toda la gente, explicando con paciencia cualquier duda que manifestaran los vecinos, o respondiendo las preguntas de los niños, o ayudando en cuanto pudiera, la conmovía. Le costaba recordar cómo era la vida en Ravlenar antes de la llegada del joven rubio, y le dolía pensar cómo sería después. Y no sólo eso, sino que ella también había cambiado ,en lugar de ser la torpe chica de siempre, ahora estaba enseñando a los demás, y aunque seguía causando accidentes, se sentía útil. Excepto cuando un cerdo la arrastraba delante de Sean. Seguía sin encontrarle algo positivo a ese hecho.

Sean había hecho  toda clase de tareas durante su vida, había blandido su espada y había usado un azadón, había cuidado niños y había cocinado, había tocado instrumentos y aprendido a criar animales, pero jamás había seleccionado y clasificado semillas de flores. Minúsculas semillas que se le escapaban entre los largos dedos.
No había sido culpa de Cairenn, porque ella  había tratado de  evitar que lo hiciera, pero una de las señoras se había quejado de molestias en la vista y él se había ofrecido a ayudar.
La joven pasó a su lado mientras iba cargando recipientes con el perfume ya listo para que lo fraccionaran.
-Trabajo adecuado, ¿eh? – le preguntó  con cierto tono de reproche al verlo sentado  en el suelo trabajando con concentración y él se encogió de hombres mientras le dedicaba una de aquellas sonrisas  que le aceleraban los latidos.
-Creo que puedo ser muy bueno en esto…- dijo él y ella le dedicó una mirada a las pocas semillas que había logrado reunir. La joven suspiró y agitó la cabeza, luego continuó su camino mientras Sean la seguía con la vista. Y fue entonces cuando notó que los niños estaban jugando con una pelota de trapo y que la pelota rodaba en dirección a Cairenn, y efectivamente fue a dar a sus pies y ella la pisó sin darse cuenta. Tropezó y empezó a contorsionarse para evitar que los recipientes que llevaba cayeran, pero su escaso equilibrio falló. Afortunadamente no pasó lo mismo con los reflejos de Sean, previendo lo que sucedería llegó a tiempo para atraparla, una vez más. Y a tiempo para caer con ella y cubrirla mientras los recipientes volaban por el aire y luego caían contra su espalda.
-Rosas…- musitó él mientras aún sostenía la cabeza de ella con una de sus manos para que no se golpeara. 
-Y eran de las rojas, las más intensas…- aclaró ella mientras veía que el líquido chorreaba por la espalda de él.
-Eso significa que durará más tiempo, ¿verdad? – preguntó él y ella lo único que podía pensar era en lo cerca que estaban y lo cautivantes que eran aquellos ojos plateados.
- Calculo que esta vez será el doble del tiempo – susurró y se vieron interrumpidos por los niños que llegaron a disculparse y por los demás que se acercaron a ver cómo estaban.
A desgana, Sean ayudó a Cairenn a ponerse en pie y se separó de ella.
-Necesitaré un baño, alguien más deberá encargarse de mis semillas – dijo él casi sonriendo.
-Imagino que lo estás lamentando- bromeó ella sacudiéndose la falda.
-Tengo que ir a casa de Neill, el arroyo no parece buena idea con tanta gente alrededor. ¿Estarás bien?
-Sí, creo que no me dejarán acercarme a nada más que pueda romperse.
-No fue tu culpa – la consoló él.
-Sólo otro accidente en el que tú terminaste involucrado también, y de nuevo empapado en perfume de rosas.
-Fue por una buena causa – dijo él y ya no pudo agregar nada más porque la gente estaba a su alrededor de nuevo. Se despidió y se marchó a quitarse aquel aroma que lo impregnaba, aunque si iba acompañado del recuerdo de Cairenn contra él no estaba tan mal.

Sean tenía muchos planes, pero  ninguno estaba relacionado con lo que sucedió al día siguiente, estaba por salir de casa de Neill cuando llegó una visita inesperada, su hermana Shennara.
Era una adolescente demasiado alta para su edad y delgada, con largos cabellos oscuros y ojos tan plateados como los suyos.
Su hermana menor que se echó en sus brazos apenas lo vio. Por lo visto ya se había presentado ante Neill y Roisen quienes se retiraron para dejarlos solos.
-¿Hueles a rosas? – preguntó divertida  Shennara apenas se soltó del abrazo.
-¿Viniste sola?
-Sí. Pero sí hueles a rosas, ¿verdad?
-¿Por qué estás aquí Sheny? – preguntó Sean cambiando bruscamente de tema.
-Ah, es que llegó una joven diciendo que era tu invitada y mamá quiere que vuelvas a casa.- se explicó atropelladamente
-¿Una  joven?
-Sí, Lady Oriana de no sé donde….
-Bien, creo que dije que si pasaba alguna vez por Levany podía visitarnos pero no fue una invitación precisamente.- dijo él frunciendo el ceño, apenas si recordaba a aquella mujer.
-Parece que ella entendió que sí.
-De todos modos, ¿por qué estás tú aquí ?.Podrían haber enviado a un mensajero.
-Es que…
-¿Qué hiciste esta vez Shennara?- preguntó con severidad.
-Gané una carrera…
-No puede ser todo, dame detalles – dijo mirándola con fijeza .
-Todo es culpa de Josh Tanner, organizó una carrera de caballos pero sólo para hombres .Simplemente porque odia que yo le gane.
-O porque teme que te lastimes…- dijo él en voz baja pero su hermana fingió no oírlo
-Cómo podía negarme a ese desafío. El hecho es que tomé la ropa de Colin y corrí. Gané la carrera y Josh se enfadó mucho,  así que preferí alejarme hasta que se le pase, se pone insoportable.
-¿O antes de que papá se entere?
-También, con los años ese hombre está perdiendo el sentido de la aventura – dijo  hablando sobre su padre y Sean casi se atragantó al pensar lo que diría Connor Blackdalion de las apreciaciones de  su hija.
-Eres tú la que tiene demasiada aventura en el cuerpo y has molestado a Josh desde que eres niña, no me extraña que trate de mantenerte lejos.
-Ya se lo compensaré cuando me case con él.
-¡¡¿Que tú  qué?!!, ¿acaso él…?- preguntó exaltado al borde de un prematuro ataque cardiaco
-No seas tonto, él ni siquiera se ha enterado, pero hace mucho que decidí que iba a casarme con Josh Tanner, no todavía, por supuesto soy muy joven, pero algún día lo haré.
-Sheny…
-No te preocupes Sean, él  ya se hará a la idea y a nuestros padres les encantará que me case con alguien de Levany y no me vaya lejos como Krista – dijo ella mientras su hermano palidecía.
- No deberías hablar así, además aunque seas mi hermana creo que yo mismo advertiría a Josh  que no se case contigo. Vas a matarlo algún día…
-Le doy sentido a su vida, moriría de aburrimiento sin mí y algún día se dará cuenta. El amor es aventura, emoción y un poco de problemas y no esa sosa idea que tienes tú. No me extrañaría que te buscaras una tonta por esposa a la que puedas leerle los informes económicos del Señorío mientras ella borda un almohadón.
-¡Shennara! – le reprendió aunque al mismo tiempo pensó que las palabras de su hermana eran ciertas, al menos hasta hace muy poco tiempo. Ahora el amor era una muchacha que tenía continuos accidentes y que hacía que él oliera como una damisela.
Y ahora tenía que regresar a casa.

Cuando Cairenn vio acercarse a Sean con una muchacha prendida de su brazo sintió una punzada en el pecho, hasta que estuvieron a una corta distancia y pudo notar que era sólo una niña y que tenía los mismos ojos color plata que él.
-Hola, debes ser Cairenn – dijo la jovencita desprendiéndose del rubio y llegando hasta ella.
-Es mi hermana, Shennara – explicó él desde atrás mientras las dos se saludaban.
-Mi hermano habló mucho de ti – dijo Shenny y sus ojos plata estudiaron cuidadosamente la reacción de la joven.
-También me habló de ustedes – contestó la otra y eso le dio mucha más curiosidad a la hermana menor de Sean. Él no solía ser tan abierto con extraños.
-Espero que hayas hablado bien de nosotros- dijo mirando hacia su hermano.
-Ojalá pudiera decir cosas buenas, no es algo fácil…- suspiró él y sonrió plenamente. Aquello dejó perplejas a ambas chicas, a Cairenn porque la sonrisa de Sean la derretía, y a Shennara porque no era usual verlo tan relajado y risueño. La joven Blackdalion supo que allí estaba pasando algo que iba más allá de la misión que su padre le había encomendado a Sean.
-¿Quieren pasar? – preguntó Cairenn un poco incómoda por la situación, sentía que algo iba a cambiar y no le gustaba la sensación inquietante.
-En realidad creo que será mejor si hablamos dentro, debo regresar a casa – dijo él y a ella le costó manejar su expresión para no delatar lo mal que la hacían sentir esas palabras.
-Hablemos dentro, entonces- dijo ella.
-Y quiero que vengas conmigo…- completó Sean.
-¿Qué? – preguntó sorprendida.
-Entremos a la casa porque también debo hablar con tus padres – insistió el joven.

Sean le pidió a los padres de Cairenn que dejaran que la joven lo acompañara, quería que ella misma explicase personalmente sobre los perfumes y el proceso de fabricación a Connor Blackdalion, aunque en realidad quería que su familia la conociera, quería acortar las distancias y darle la oportunidad de conocer más de él.
La presencia de Shennara era providencial porque no se hubiese atrevido a pedir que ella lo acompañara si viajaban solos, su sentido de lo correcto seguía pesando en su consciencia, pero teniendo a su hermana de compañía no habría problemas.
Los padres dieron su consentimiento si eso era lo que Cairenn deseaba y ella dijo que sí, llevaría a Levany las muestras de los primeros perfumes que habían fabricado en Ravlenar.
Cuando los hermanos Blackdalion se retiraron para preparar el viaje, la madre de la joven se acercó a ella.
-¿Estás segura de ir, Cairenn? – preguntó con ciertas reservas.
-Sí, quiero ir.
-¿Por él? – preguntó la mujer sobresaltándola al adivinar sus más íntimos pensamientos, quería acompañarlo, quería ir con él en lugar de verlo alejarse.
-Hemos trabajado mucho por esta oportunidad, los perfumes…
-Cairenn…
-Y quiero un poco más de tiempo, ¿hago mal? – preguntó a su madre y la mujer se acercó a abrazarla.
-No lo sé- dijo con sinceridad, pues aunque tratara de disimularlo también temía que su hija saliese lastimada.
Al día siguiente, Sean, Shennara y Cairenn partieron hacia Levany.


Shara sabía amar, había criado a sus dos hermanos, había cuidado a la gente del pueblo, había conquistado el corazón más esquivo y libre  de todos los Blackdalion, y amaba a todos sus hijos con la misma devoción. Amaba a los que habían heredado su carácter tranquilo y práctico y amaba los que habían heredado la revoltosa personalidad del padre. Los amaba sin diferencias, incondicionalmente, pero Sean era algo especial, era su primer milagro.
Aún no acababa de creer ser la esposa, la mujer de Connor, cuando Sean había nacido, y al tener consigo  a aquel diminuto ser, copia exacta del padre, se había visto envuelta por un sentimiento sobrecogedor. Que Connor hubiese correspondido a sus sentimientos  le había hecho sentir que alcanzaba una estrella pero ver al rubio padre con un pequeñito  bebé, engendrado  por el mutuo amor, en los brazos, le había hecho sentir a Shar que el universo entero era de ella.
Y ese sentimiento aun la acompañaba cada vez que contemplaba a su primer hijo, aún ahora que era un hombre adulto.
Aunque había algo que le preocupaba  últimamente y era que Sean, quien era demasiado serio y responsable, quien podía ser temible con una espada en las manos, el  que cuidaba a todos los que estaban a su alrededor, el que sabía reír y hacer música, el que daba consejos  y jugaba con sus hermanos y primos menores, ese Sean, no sabía cuán valioso era.
Y se preocupaba mucho más desde la llegada de Oriana DeRoark a Levany.


A medida que se acercaban a Levany, el nerviosismo de Sean aumentaba, miró de reojo a la joven  que viajaba con él, quería presentarle a sus padres, deseaba que Colin y Kendrick no causaran problemas, extrañamente Shennara había guardado silencio durante el viaje. Quería también mostrarle el jardín de Kristana, estaba seguro que Cairenn lo amaría.
Quería que su padre aprobara los perfumes y el trabajo que hacían en Ravlenar. Eran demasiados anhelos los que se superponían, también eso era nuevo para él, siempre sus deseos habían estado relacionados con el bienestar de los suyos, ahora tenían que ver con él mismo, porque lo que más quería era que aquella muchacha aceptara ser parte de su vida. Y se sentía inseguro.
Al llegar, descendió de su caballo y luego ayudó a Cairenn a bajar de la carreta donde viajaba, su hermana había descendido sola y ya estaba corriendo por el patio principal para dar aviso de su llegada.
-¿Estás bien? – le preguntó a Cairenn.
-Sí. ¿Tu casa? – preguntó ella retóricamente, estaba sorprendida por lo grande que era el poblado, por el movimiento que había y por el castillo que se levantaba delante de su vista.
-Mi casa – dijo él con la voz cargada de emociones, luego le tomó la mano y avanzó con ella. Cairenn se soltó bruscamente cuando vio que un grupo de personas se acercaba a recibirlos.
Quien encabezaba la marcha era sin dudas Connor Blackdalion, el parecido con su hijo era sorprendente, de hecho parecían reflejos  distanciados por la edad.
Sean se sobresaltó al notar que la joven se soltaba de su agarre, pero más se sorprendió de su propio gesto, había sido algo natural tomarla de la mano, sólo ahora, al ver a su padre acercándose y notar la incomodidad de la joven, pensó que había actuado imprudentemente.
-Sean – saludó el hombre al llegar hasta ellos y le dio un cálido abrazo a su hijo. Luego se detuvo a mirar a su acompañante.
-Ella es Cairenn, es quien encontró la forma de salvar a Ravlenar –  la presentó y sintió que sus palabras eran insuficientes.
-Es un gusto tenerte aquí – le dijo Connor, pero se lo notaba algo tenso y eso intimidó a la joven.
Sean también se puso alerta, algo estaba pasando allí, por suerte sus hermanos menores llegaron a relajar el ambiente. Colin y Kendrick llegaron atropelladamente  a saludarlo, los dos muchachitos con cabello oscuro, uno con ojos dorados y el otro con ojos color plata. Luego fueron directo a Cairenn.
-¿Tú lo bañaste con perfume de rosas? – preguntó Colin con una sonrisa tan encantadora como su hermano mayor, sería sumamente peligroso para las mujeres de adulto.
-Yo…fue sin querer – dijo Cairenn mirando a Sean . El joven rubio miró a Shennara que era quien se había encargado de contarles su vergonzoso percance a sus hermanos.
 -¡Yo quería ver eso!- protestó Kendrick.
-Debimos estar allí…- se lamentó Colin y Sean le revolvió el cabello con la mano. Llegaría el día en que esos dos  fueran demasiado grandes para aquellas caricias. Los había extrañado.
Entonces Shara se acercó a ellos y la mirada de Sean se dulcificó por un instante para luego volverse dura como el acero, su madre no se veía feliz de verlo, más bien parecía disgustada. Imaginó que la joven que la seguía a muy pocos pasos tenía que ver con que Shara lo hubiera urgido a regresar.
-¡Hijo! – dijo simplemente y lo abrazó.
-Ya estoy aquí – dijo Sean esperando que eso animara a su madre. Y ella sonrió levemente al tiempo que miraba a Cairenn.
-Bienvenida- dijo Shara y luego los invitó a pasar. En ese momento la otra joven presente los interrumpió.
-Sean, he estado esperando que regresaras – dijo Oriana y el joven rubio parpadeó confundido. Recordaba levemente haberla conocido en la capital y había sido cortés como lo era siempre, pero no imaginaba que esa pudiera ser razón suficiente para que aquella mujer estuviera en su casa y se comportara tan familiarmente.
-Lady Oriana- respondió escuetamente inclinando la cabeza. Por lo visto tendría que resolver aquello, pero no era el momento-¿Entramos? Cairenn necesita descansar un poco, y además quiero hablar contigo padre. Sheny trae la caja con los perfumes, por favor.
-Yo iré por ellos- se ofreció Cairenn.
-No quisiera que haya ningún accidente –le susurró, recordándole que ella, él y frascos de perfume de rosas siempre eran mala combinación. Escucharlo bromear la relajó un poco. Había cambiado todo lo que la rodeaba, pero Sean seguía siendo Sean.
Mientras avanzaban hacia el interior, Shara observó a su hijo, lo había hecho regresar porque la convivencia con Lady Oriana había empezado a alterarla, Connor, dejando las normas de cortesía de lado, se había ofrecido a echarla, pero no podían hacer nada hasta saber si ciertamente Sean tenía algún tipo de interés por aquella joven como ella había insinuado al aparecer en Levany como una invitada de él.
Y aunque conocía a su hijo no podía afirmar o negar nada, pues sabía que el sentido práctico de Sean podía jugar en contra al elegir una novia. Quizás su hijo hubiese pensado que una joven de la nobleza podría ser una buena opción, o había visto en aquella joven algo que ellos no veían. Era demasiado vanidosa, desconsiderada y le faltaba alma. Sin embargo, ahora que veía a la joven de Ravlenar, sentía renacer sus esperanzas.

Shennara acompañó a Cairenn a los aposentos que ocuparía, luego la dejó sola y fue entonces cuando la joven pudo ponerse a pensar un poco en lo sucedido.
Levany era un lugar bellísimo, no sólo la naturaleza, la pujante aldea, el castillo, o la gente sino que era un todo , un lugar donde se respiraba bienestar. De hecho el lugar rezumaba el mismo tipo de energía que Sean, viéndolo en su hogar no le cabían dudas sobre  que él era digno heredero de aquel señorío. Y eso llevaba sus pensamientos por otros rumbos, la mujer que esperaba el regreso de  Sean Blackdalion, Lady Oriana DeRoark. Presenciar a aquella mujer había sido como un violento regreso a la realidad, un recordatorio de  quien  era cada uno.
Ella era una problemática joven que era arrastrada por cerdos en mitad del pueblo, la otra mujer era una delicada dama de la nobleza, con un oscuro y sedoso cabello, nada parecido a sus rebeldes rizos. La otra llevaba un precioso vestido  que lucía con gracia, mientras ella apenas si podía sobrevivir un día sin que su ropa sufriera un accidente.
La otra era la clase de mujer que Sean elegiría para ser su esposa, ella era alguien que sólo trabajaba con él para ayudar a Ravlenar, y no debía olvidarlo.
Un par de horas después, cuando le pidieron que fuera a reunirse con Connor y su hijo para hablar sobre el proyecto de los perfumes, se sentía bastante desanimada. Y el entusiasmo de los dos hombres por el proyecto, mientras comentaban, planificaban la distribución, la venta  y Sean exponía sus expectativas con meticulosidad, la hizo decaer un poco más.
-Hemos tenido mucha suerte de encontrarte – dijo Connor cálidamente una vez que terminaron la conversación y de pronto la joven sintió que algo le oprimía el pecho. Tenía que ver con el parecido de padre e hijo, tenía que ver con esas palabras, y tenía que ver con los sentimientos que se negaba a reconocer, pero que estaban allí todo el tiempo.
-Sí, nunca  fui más feliz de que me atropellaran con una carreta – agregó Sean y ella sintió que podría echarse a llorar en cualquier segundo- ¿Estás bien? – preguntó y ella asintió.
-Deberías mostrarle un poco el lugar, creo que la aturdimos un poco- sugirió Connor.
-Sí, vamos Cairenn- dijo y tomándola por los hombros la empujó levemente fuera del estudio de su padre.
-¿De verdad estás bien? – preguntó de nuevo.
-Sí, sólo algo cansada.
-Supongo que debería dejar que vayas a descansar, pero hay un lugar que quiero mostrarte. Va a gustarte- dijo y la tomó de la mano para llevarla, ella no tuvo la voluntad para soltarse de su agarre, era demasiado reconfortante. Salieron casi escabulléndose, rodearon el castillo hasta llegar a la parte posterior. Entraron por una pequeña puerta  casi oculta tras una muralla  y entonces ella quedó maravillada.
-Es el jardín de mi hermana – dijo Sean- Hay muchas plantas y flores en todo Levany, pero este lugar es especial, siempre fue su refugio, y aunque ahora esté lejos, este jardín conserva su encanto. Mi madre y varias personas más se encargan de su cuidado, y cuando ella viene de visita se encarga de hechizarlo nuevamente para que conserve su belleza- dijo él sonriendo.
-Es precioso – alabó la joven sinceramente, no conocía personalmente a Kristana Blackdalion, pero  sentía una conexión con ella a través de su jardín. Había distintas especies de flores y preciosos rosales, era una explosión de color  con espacios verdes donde uno podía sentarse a descansar y mirar las flores. Se notaba el amor de la mujer que había diseñado aquel vergel, transmitía mucha paz estar ahí.
-Imaginé que te gustaría – dijo él sonriendo satisfecho y ella le sonrió de la misma manera.
-¡Aquí estaban, Sean! ¡Qué bonito lugar! – dijo alguien interrumpiendo el momento, y al girarse se encontraron con Oriana que no perdió la oportunidad de acercarse a ellos. Sin dudas los había seguido, no había otra manera de llegar allí, Sean recordó que debía ser educado, pero le costó bastante serlo.
-Lady Oriana, vaya sorpresa – dijo y la mujer ignoró el tono de molestia en su voz.
-Me recuerda a los jardines de Palacio, ¿lo recuerdas? – preguntó ella insinuante recordando la fiesta donde se habían cruzado.
-Yo voy a descansar – anunció Cairenn, de repente se sentía una intrusa y mucho más si aquella mujer iba a hablar de los momentos compartidos con el rubio Blackdalion.
-Cairenn – intentó detenerla Sean, pero la chica se escabulló rápidamente mientras Oriana le bloqueaba el camino.
-¿Me enseñas el lugar? He estado tan aburrida últimamente – dijo y él supo que debía hablar con su madre y aclarar cualquier malentendido que hubiese respecto a aquella mujer. Sus buenos modales estaban a punto de irse por la borda.
-Lo siento, pero tengo muchas cosas de las que ocuparme. Será mejor que volvamos – dijo él y su mirada era fría.
-Es que tenía tantos deseos de poder hablar y pasar un tiempo juntos- insistió ella.
-No creo que sea posible- dijo él y se alejó dando grandes zancadas que la mujer apenas pudo seguir. Y apenas entraron al castillo, Sean localizó a una de las amigas de su madre, una que amaba hablar y contar historias y dejó a Oriana en manos de ella. Si su excusa era el aburrimiento, eso la entretendría un buen rato.
-Lady Oriana está un poco aburrida, seguramente puedes darle un paseo por la aldea y contarle un poco sobre Levany – dijo él fingiendo inocencia y desapareció antes que la molesta joven pudiera reaccionar.
Sean fue a buscar a Shara, pero no pudo localizarla, en cambio se encontró con sus hermanos menores.
-Esa mujer es una molestia, ¿verdad? – preguntó Colin que obviamente estaba al tanto pues siempre se entrometía en todo.
-Ofrecimos ayudar a que se fuera, un par de trucos y listo, pero mamá no nos dejó – se lamentó Kendrick.
-¿Dónde está mamá?, tengo que hablar con ella.
-No está, fue a hablar con tío Coy, seguramente vendrá más tarde, pero dudo que esté de humor.
-¿Con tío Coy? ¿Cuándo regresó? ¿Sucedió algo?
-Está casado- dijo Kendrick
-¿Se casó? ¿Cuándo? – preguntó Sean sorprendido, no sabía que su tío Kilcoy tuviese novia siquiera.
-Eso mismo exclamó mamá al enterarse y parece que en realidad fue hace años.
-¿Y su esposa?
-Esa fue la segunda pregunta de mamá, así que fue a buscarlo, está quedándose en la vieja casa de mamá – respondió Colin y era obvio que moría de ganas de saber lo sucedido. Y para ser sincero, también él.


Sean no pudo reunirse con sus padres hasta el día siguiente, de hecho ni siquiera cenaron juntos sino que cada uno comió en sus habitaciones. Tampoco pudo ver a Cairenn porque  cuando Shennara fue a buscarla por pedido de él, estaba dormida.
Cuando se reunieron a almorzar ni Connor ni Shara mencionaron lo sucedido con Kilcoy, así que no se animó a preguntar, aunque se notaba que el humor de su madre no era el mejor.
La plaga no se quedó a almorzar con la familia, habían comido temprano y andaban por allí en algunas de sus peligrosas aventuras, en el comedor sólo estaba él con sus padres, Lady Oriana llegó tarde y Cairenn no se veía por ninguna parte.
El lugar se veía demasiado espacioso y vacío para tan pocas personas, él prefería cuando estaban todos y había ruidos y risas, ahora tenía un aire demasiado solemne.
-¿Nos sentamos? – invitó Shara.
-Falta Cairenn – acotó Sean y la otra mujer hizo un gesto de irritación.
-Sadara iba a avisarle antes de traernos la comida – explicó Shara y Connor le corrió la silla para que se sentase, lucía cansada.
Unos segundos después , Cairenn entró con Sadara, ambas iban cargando bandejas.
-De verdad no era necesario que me ayudara – dijo la mujer mayor que era como parte de la familia y ayudaba con la cocina cuando había invitados.
-Esto está muy pesado para que lo cargue sola – insistió Cairenn  y cuando iba a depositar la bandeja sobre la mesa, tropezó y derramó el contenido de los platos sobre el vestido de Oriana De Roark.
-¡Campesina tonta! –gritó ofuscada la mujer  levantándose de prisa  y apartando con brusquedad a la afligida Cairenn que intentaba ayudarla a limpiarse mientras se disculpaba.
-Lo siento mucho – dijo la joven mirando a los presentes y salió corriendo sintiéndose totalmente humillada. Había intentado ayudar y había sido un desastre, una vez más. Y le había dado la oportunidad a aquella muchacha presuntuosa de recordarle cuál era su lugar. No pertenecía a los salones de Levany, sino a su casa en Ravlenar.
Al mismo tiempo , Shara se levantó y se retiró en silencio con sus ojos dorados echando chispas.
Oriana seguía protestando cuando Connor, que había impedido que su hijo saliera tras Cairenn, lo miró fijamente.
-¿Te encargas tú o yo?- preguntó con fría calma deteniéndolo de un brazo.
-Yo lo soluciono padre – aseveró  con sus ojos grises afilados como acero.
-Eso espero – dijo Connor y se retiró  en busca de su esposa


El desagradable incidente en el comedor le había hecho recordar a Shara  el pasado, más precisamente lo acontecido durante sus primeros meses como esposa de Connor.
En aquellos días habían ido a una fiesta y la habían tratado muy mal. Varias jóvenes nobles la habían humillado, haciéndole ver cuan inadecuada era ella como esposa para Connor Blackdalion, una joven campesina con dos pequeños hermanos no era el prospecto ideal para el menor de los leones.
A pesar de que los amigos y familia de Connor la habían apoyado, ella no había podido evitar sentirse mal, incluso cuando Kalymera le había dicho que aquellas mujeres la molestaban sólo porque no habían podido conseguir a Connor.
Lo peor de todo fue que  él había parecido no notar nada de lo sucedido, había estado tan encantador como siempre con todo el mundo, mientras ella se sentía miserable.
De hecho Connor hasta había organizado una fabulosa fiesta en Levany pocos días después, invitando a la gente que la había maltratado. Shara no había adivinado sus intenciones y habían tenido un pequeño distanciamiento que le había causado mucho dolor.
Ella no había notado nada , hasta que en mitad de la fiesta Lukan, el mejor amigo de Connor, había preguntado en voz alta qué eran los textos enmarcados que presidían el Salón , Shara no tenía idea de cuando habían sido colocados allí. A cierta distancia y en mitad de la sala , el rubio Blackdalion había sonreído como un animal al acecho y en voz fuerte y clara había explicado que los papeles enmarcados eran los que daban cuenta  de que Shara lo había comprado en una subasta de esclavos.
Una ahogada exclamación  de sorpresa había retumbado entre los invitados  y los ojos grises de él habían resplandecido como plata fundida.
-“Ella es mi dueña , soy todo suyo” – había pronunciado para que todo el mundo lo oyera y luego se había acercado a su esposa “ Y ella es mía” ”Nos pertenecemos el uno al otro” – había afirmado mirándola a los ojos al tiempo que la rodeaba con sus brazos en forma protectora . Luego con una sonrisa encantadora  que apenas encubría   la furia en su voz, había pronunciado una velada amenaza.
“Ya ven que los Blackdalion somos posesivos con lo nuestro, no nos gusta que nadie haga daño a los que amamos ”
Había sido una puesta en escena magnífica, Connor había planificado cada detalle sólo por ella, sólo por amor y aquel día Shara había aprendido que podía enamorarse dos veces del mismo hombre y que lo que más amaba de él era su particular forma de resolver las cosas.
Nadie jamás había vuelto a dudar del lugar que ella ocupaba en el corazón de Connor, ni siquiera la propia Shara.

Se observó las manos, tenían marcas de viejas heridas y definitivamente no eran las manos de una dama, sino de una mujer que había pasado gran parte de su juventud trabajando en una herrería y labrando la tierra, eran manos marcadas por el trabajo duro. Suspiró audiblemente  y en ese mismo instante sintió que unos brazos la rodeaban desde atrás , fue plenamente consciente del fuerte pecho masculino que se ajustaba contra su espalda y de la barbilla que se apoyó sobre su cabeza al tiempo que los brazos la  ceñían más contra el poderoso cuerpo. Connor la envolvía y como si hubiese leído sus pensamientos previos tomó sus manos entre las suyas y las levantó para exponerlas. Era extraño, pero entre aquellas manos masculinas grandes y de largos dedos , las suyas se veían pequeñas y delicadas, luego Shara observó con más detenimiento y vio las cicatrices que también marcaban las de él, las durezas provocadas por el manejo de la espada y también por el trabajo de la tierra, la crianza de los hijos y el cuidado de la gente de Levany.
-Perfectas – murmuró Connor desde atrás de ella y no le quedó más que asentir levemente mientras tomaba las manos amadas de aquel hombre y se las llevaba a los labios para besarlas.
Connor le devolvió el gesto depositando un beso en lo alto de su cabeza para inmediatamente después darla vuelta hacia él.
-¿Aún tienes dudas? –preguntó  y sus ojos grises relampaguearon como el acero
-Nunca – contestó ella permitiendo que todo el amor que sentía se reflejara en sus cálidos ojos dorados. Una traviesa sonrisa sesgada se dibujó en el bello rostro masculino. A pesar de los años , Shara seguía siendo totalmente vulnerable a aquella sonrisa.
-Voy a asegurarme – dijo él  y bajó la cabeza para besarla. El beso no sólo la convenció sino que por poco le hace olvidar hasta su nombre.
-Connor…-musitó ella cuando recobró los sentidos.
-¿Qué te preocupa?
-No me gusta –dijo Shara-¿Cómo se le ocurrió a Sean invitarla?, no quiero a esa mujer aquí, mucho menos cerca de él…
-Sean es un hombre ya, Shar. Él sabe lo que hace.
-Lo dudo.
-Shar, nuestro hijo nunca se equivoca, tiene tu sentido común, amor, ¡Cielos! Si es más exasperante que Caleb. Confía en él.
-Pero…y¿ si se equivoca en lo más importante?
-Bueno, en ese caso, podemos desheredarlo.
-¡Connor!
-Todo irá bien – aseveró él
-Aún así, ella no me gusta – insistió Shar y Cairenn que pasaba por allí escuchó accidentalmente el final de la conversación y malinterpretó lo que acababa de oír.


Sean fue muy claro con Oriana, no había lugar para ella ni en Levany ni en su corazón, y la quería lejos de allí, lo más pronto posible. La mujer ni siquiera intentó disuadirlo, la actitud del joven era atemorizante, lo creyó capaz de sacarla él mismo de allí. Había querido conquistar al joven heredero, pero no era lo que ella esperaba.
Aunque el joven rubio hubiese deseado obligar a aquella mujer a  disculparse con Cairenn y su madre, se conformaba con que se marchase.
Sentía una tormenta en su interior, había visto heridas a dos de las mujeres que más le importaban en el mundo, estaba seguro que su padre consolaría a Shara, a él le tocaba encontrar a Cairenn.
Por suerte estar en casa le daba ventajas,  los habitantes de Levany le dieron indicaciones  sobre dónde la habían visto pasar y pudo llegar rápidamente a ella.
Sonrió aliviado al verla, casualmente estaba sentada en un viejo tronco donde solía sentarse Kristana a meditar, quiso  ver una señal en eso.
Se le acercó lentamente.
-¿Estás bien?
-Lo siento – dijo ella una vez más y Sean se sentó a su lado.
-No tienes nada por lo que disculparte, al contrario, eres quien merece recibir una disculpa. Pero ya no debes preocuparte, Lady Oriana DeRoark dejará de incomodarnos a todos…
-Quiero volver a casa, no debí venir- lo interrumpió ella y Sean la miró sorprendido, sabía que estaba herida, pero no había esperado aquello.
-¿Quieres irte? Sé que esa mujer fue odiosa, pero ahora que no está más prometo que todo será diferente, hay muchos lugares que quiero mostrarte. Incluso los chicos han hecho planes, no me gustaría que te marcharas tras una mala experiencia- insistió y ella lo miró con los ojos llenos de lágrimas.
-No pertenezco aquí.
-¿Y nuestro proyecto?- trató de convencerla casi con desesperación.
- Ya está en marcha, de hecho soy más necesaria en Ravlenar que aquí. Tú y tu padre se encargaran de la comercialización y todo ese proceso, ¿verdad? Mi parte está cumplida.
-Soy yo quien te necesita – dijo sin saber qué otro argumento ofrecer y ella lo miró aún más sorprendida- Te pido que te quedes a mi lado Cairenn, porque te quiero – dijo y antes que pudiera reaccionar  puso una mano sobre el rostro femenino y la besó. Fue un beso suave porque aunque no había podido controlarse, no quería asustarla, sólo quería que entendiera lo importante que era para él. Cairenn no lo rechazó, pero cuando se separaron, se alejó.
-Volveré a Ravlenar - dijo ella con firmeza.
-¿No puedes darme una oportunidad? ¿No sientes nada por mí? – preguntó y casi no se reconoció en ese hombre desesperado.
-Lo siento – respondió ella.
-De acuerdo, haré los arreglos para que regreses lo más pronto posible. Disculpa si no puedo escoltarte personalmente a Ravlenar, pero creo que será mejor que no lo haga.Y también me disculpo por haberte incomodado – dijo él sin saber cómo actuar, era la primera vez que declaraba su amor y había sido rechazado, era como si el invierno se le hubiese instalado dentro. No sabía qué hacer o decir, así como sus sentimientos por ella lo habían desconcertado, el que se alejara  lo dejaba completamente perdido. Tampoco estaba seguro de poder manejar todas esas emociones, así que se alejó porque le pareció lo más prudente.
La joven lo vio alejarse y las lágrimas que había contenido se desataron.
¿Quererlo? Claro que lo quería, lo amaba pero no era indicada para él. Desde su llegada a Levany había sido consciente más que de la posición de Sean, del rol que cumplía, de cómo todos contaban con él. Algún día debería cuidar de todas esas personas y necesitaba una mujer que pudiera ser un apoyo en esas circunstancias, no alguien que sólo le causaba problemas e incluso lo hacía correr peligro. No alguien que pudiera avergonzarlo.
Se alegraba que Lady Oriana estuviese fuera del panorama, pero eso no cambiaba nada, Sean Blackdalion no era para ella, aunque creyese quererla, llegaría un día en que se diera cuenta que estaba equivocado y lo lamentaría. Ambos lo lamentarían. Era mejor alejarse ahora.


Sean cabalgó un trecho corto hasta llegar a la vieja casa en la que había vivido su madre de soltera, golpeó y esperó mientras intentaba encontrar una solución lógica a sus problemas.
Un hombre de poco más de treinta años, de cabello oscuro y brillantes ojos dorados le abrió la puerta.
-¿Sean, qué haces aquí?
-Necesito pedirte un favor, tío- dijo entrando. Kilcoy  era más un hermano mayor que un tío, apenas los separaban doce años.
-¿Ese favor va a alejarme de las garras de tu madre?- preguntó esperanzado.
- Eso creo. Necesito que escoltes a alguien hasta Ravlenar, no hay nadie más a quien pueda confiarle su seguridad.
-¿Una mujer?- preguntó Coy suspicaz.
-Sí, su nombre es Cairenn. Tiene tendencia a meterse en accidentes y quiero que llegue a salvo a su hogar, prometí que cuidaría de su seguridad.
-En ese caso, ¿no deberías acompañarla tú?
-Si pudiera lo haría, pero ella ha elegido que no lo haga.
-Oh , ya veo. ¿Estás enamorado de ella?
- Y tú, ¿estás enamorado de tu esposa?
-¡Rayos cachorro! ¿Tenías que mencionarlo?
-¿Vas a contarme?- le preguntó a su vez.
-No todavía, pero sí llevaré a tu chica a su casa – respondió Kilcoy sonriendo.
-Gracias – dijo Sean escuetamente.
-¿Y vas a dejarla ir?- preguntó Kilcoy observando a su sobrino.
-¿Tenías que mencionarlo? – preguntó Sean divertido, devolviendo la pregunta de su tío. Pero en su interior seguía haciéndose esa pregunta si era capaz de dejarla ir.
Se quedó un rato con su tío contándole sobre el proyecto de los perfumes y sobre la mujer que se había vuelto tan importante en tan poco tiempo.
Luego volvió al castillo  para avisarles a sus padres que Cairenn se marcharía al día siguiente y que Coy iría a acompañarla, ambos se mostraron sorprendidos por la partida de la joven.
-¿Volverá a su casa? – preguntó Shara sorprendida- Yo creí…- dijo y luego calló, había creído que Sean y Cairenn tenían sentimientos el uno por el otro, y había deseado que su hijo encontrara a alguien como esa joven alguien que lo hiciera sonreír como  había hecho desde que llegara junto a ella. Pero quizás se equivocaba, los hombres de su familia no estaban siendo nada previsibles.
-¿Fue por lo que sucedió durante la comida? –preguntó Connor serio.
-Quizás en parte, no estoy seguro.
-¿Pero no hablaste con ella? Debiste disculparte, es nuestra invitada, ella sí lo es, y tuvo que pasar por un mal momento- dijo Shar.
-Hablé con ella.- respondió escuetamente y con mirada evasiva, sus padres eran muy perceptivos y no se sentía en condiciones como para que hurgaran en sus sentimientos.
-¿No pudiste convencerla? Quisiera que se quede más tiempo y que disfrute de Levany – dijo Shara.
-Lo intenté- se excusó él.
-¿Y no volverás a intentarlo? – preguntó Connor y cuando Sean levantó la mirada se encontró con los ojos idénticos a los suyos y supo que su padre conocía lo que sentía por Cairenn. Era su padre después de todo.
-Sí, lo intentaré nuevamente- afirmó y Connor sonrió con aprobación.


Al día siguiente, Cairenn había empacado las pocas cosas que había llevado consigo, era hora de volver a casa, volver a sus perfumes, a los problemas cotidianos de Ravlenar y a sus ocasionales accidentes sin que la rescatasen. Sean no estaría allí, eso le dio una punzada de tristeza. Estaba decidida a ser muy cuidadosa, no iba a caerse, ni tropezar, ni derramar nada, porque si no la invadiría la nostalgia.
Cuando terminó todos los preparativos, salió al patio, había mucho ruido, niños jugando , gente trabajando, todo era movimiento, Levany parecía ser un mecanismo donde los engranajes funcionaban perfectamente con un ritmo propio, un ritmo lleno de vitalidad. Hubiera querido ser parte de ello, pero no podía dejar de pensar que desentonaba.
Sus pensamientos estaban tomando un rumbo un tanto deprimente cuando lo vio acercarse, en su propio hogar Sean Blackdalion se veía mucho más impresionante, como para quitarle el aliento. No pudo evitar que el recuerdo del beso la invadiera y se sonrojó.
-Cairenn…- dijo él llegando a su lado e instintivamente ella retrocedió un par de pasos, el joven lo notó y guardó las distancias- Sólo quería avisarte que mi tío me dijo que en un par de horas pueden salir. ¿Ya estás preparada?
-Sí, gracias.
-Cairenn…- volvió a nombrarla pues estaba decidido a que lo escuchara-cuando te besé…
-No tenemos que hablar de eso – intentó interrumpirlo.
-Pero te irás, así que al menos necesito decir lo que siento. Necesito decirte que no ando besando a cualquier mujer que se cruza en mi camino.
-Nunca pensé que así fuera – respondió incómoda.
-¿De verdad no sientes nada por mí? ¿No tenemos ninguna posibilidad?
-No se trata de lo que sienta- dijo ella con intensidad y luego continuó- se trata de que tú y yo no somos adecuados el uno para el otro.
-¿Adecuados?
-No seríamos felices – se explicó cuando en realidad lo que quería decirle era que temía que él no lo fuera y que esa sería su mayor infelicidad.
-¿Cómo puedes estar tan segura? Porque en realidad he sido muy feliz todo este tiempo a tu lado. Y creí…me pareció…que tú también lo eras.
- Es así, pero, era algo diferente. Yo no siento que pertenezca a este mundo, pero sin dudas tú sí eres parte de este lugar. Nuestros encuentros estuvieron signados por toda clase de accidentes, estar juntos es casi un anuncio para las catástrofes, yo no puedo hacerlo.
-Créeme, por primera vez pude disfrutar de lo imprevisto porque tú hiciste que valiera la pena. Pero no puedo convencerte si sientes que serás más feliz  estando lejos. Lejos de mí.- dijo dejando aquellas palabras flotando en el aire como si le diera tiempo a pensarlo.
Y ella lo pensó, iba a ser difícil estar lejos de él, pero no se sentía capaz de quedarse, le faltaba valor. Estaba siendo una cobarde, pero se había enamorado de alguien muy especial, y amarlo requería mucho más valor del que tenía. Primero había sido un desconocido, luego un compañero, luego alguien que necesitaba y ahora, era alguien a quien quería proteger aunque eso significara dejarlo.
-Sean Blackdalion, muchas gracias por todo – dijo la chica ahogándose en sus propias palabras.
-Ten buen viaje – dijo él y se alejó. No volvió a despedirse, ni estuvo allí con el resto de la familia cuando ella se marchó junto a Kilcoy.
El tío de Sean era muy diferente, pero al mismo tiempo tenía un aire familiar que le resultaba doloroso. Viajaron en silencio hasta Ravlenar. Y al llegar la ayudó a descender aunque ella dijo que podía hacerlo sola.
-Me pidieron que cuidara muy bien de ti.- le dijo y ella no tuvo que preguntar quién había hecho el pedido.
-Gracias.
-Ahora que estás a salvo en tu casa, iré  a hablar con Neill si me indicas cómo llegar. Sean me pidió que hablara con él sobre los pasos a seguir con la distribución de los perfumes.
-Ya veo, puedo acompañarlo si quiere.
-No, con instrucciones bastará, además quiero recorrer Ravlenar me recuerda mucho a como era Levany cuando yo era niño, creo que me ha dado un poco de nostalgia.
-Ravlenar es un lugar mucho más pequeños, sólo un pueblo de campesinos.
-Eso era Levany antes, y eso éramos nosotros antes que Connor llegara.- dijo él hombre y ella se lo quedó mirando sin entender.
-¿Usted nació en Levany? Pensé que toda la familia provenía de las tierras Blackdalion.
-No, mi hermana era una joven herrera y campesina antes  que la guerra trajera a Connor con nosotros. Luego todo cambió, pero estoy seguro que escuchó la historia alguna vez, que Shara fuera la esposa del joven Blackdalion causó bastante revuelo en ese entonces.
-No, no había escuchado sobre ello – casi musitó Cairenn porque con aquella información acaba de comprender lo equivocada que había estado. Ahora entendía que el enfado de Shara  no era hacia ella sino hacia Lady Oriana. Entendía también que podría haber ocupado un lugar junto a Sean, pero que  por miedo, había perdido la oportunidad.
- Tal vez algún día pueda oír la historia completa – dijo Kilcoy sonriéndole y luego fue en busca de Neill mientras Cairenn entendía que también en Ravlenar sentía el corazón roto.
Y un mes después supo que añoraría unos ojos grises toda su vida.


Sean Blackdalion estaba revisando los perfumes que habían enviado desde Ravlenar, ahora comenzaba la etapa de distribución, junto a Connor ,Kilcoy y Colin habían diseñado toda la ruta de comercialización, también Kyrian se había comprometido a ayudarles para hacer que fueran populares en la corte. En poco tiempo empezarían a ver los resultados de tanto esfuerzo y trabajo, debería estar orgulloso y satisfecho, pero se sentía completamente desanimado. Extrañaba a Cairenn y esos frascos de perfume sólo se la recordaban.
-Cachorro, nunca pensé ver que te pondrías sentimental por un frasco de perfume de rosas – dijo Connor acercándose y sobresaltándolo.
-Padre – dijo casi como protesta Sean al ser sorprendido.
-¿La amas, verdad?
-Sí.
-¿Y entonces qué haces aquí? Deberías ir y buscarla. La verdad que a tu madre y a mí nos gusta bastante, esa chica logra que parezcas humano – lo provocó.
-No es que no quiera buscarla ,pero ¿qué se supone que haga? Ella dice que no somos adecuados el uno para el otro.
-Creo que la entiendo -  comentó Connor y su hijo lo miró asombrado.
-¿La entiendes? Porque yo no, le dije que la quiero y pensé que ella sentía algo por mí, pero ahora se ha marchado.
-Bueno, te pareces mucho a tu madre, también a mí, pero en este caso lo que te trae problemas es tu herencia materna.
-¡Padre!- protestó Sean una vez más.
-En serio, entiendo a Cairenn porque alguna vez sentí que Shara y yo no éramos adecuados el uno para el otro.
-¿En serio? – preguntó sorprendido, sus padres eran perfectos el uno para el otro- ¿Acaso fue cuando te compró en aquella subasta?
-No, mucho después, cuando ya me había enamorado de ella.
-No lo entiendo, si la amabas...
-No quería causarle problemas. Shara era una mujer que criaba a sus dos hermanos, se mantenía a sí misma y hacía todo bien. Yo en cambio, sólo sabía usar una espada y causar problemas. No era bueno cultivando la tierra, criando animales o en la herrería. Siempre me había ocupado de las cosas divertidas, tus tíos Caleb y Ennis estaban para ocuparse de  lo serio, así que yo era bastante inútil. Y sabía que Shara no necesitaba un inútil, su vida era complicada y necesitaba un hombre que pudiera ayudarla. Aunque la amaba con todo mi ser, tenía mis dudas, no quería hacer nada que pudiera perjudicarla, aún si eso implicaba dejarla ir.
-¿Y qué hiciste?
-Dejé que mi familia me diera muchos sermones, también me convencieron de que tenía algunas buenas cualidades y la verdad que mi corazón no hubiese soportado perder a tu madre, así que entendí que si bien no era el adecuado, sí era el perfecto para ella, porque nos amábamos. Porque nadie iba a amarla como yo.
- Entonces , ¿crees que a Cairenn le suceda eso...?
-Te lo he dicho, te pareces a tu madre. No sueles causar problemas, tienes ese horrible sentido práctico que hace que seas bueno en todo aquello que te propongas. Ella no se aleja porque no te quiera, se aleja porque teme que pueda perjudicarte...
-Pero ella es perfecta tal cual es, me equilibra, quiero decir, con ella puedo relajarme....
-A veces las palabras no bastan, deberás demostrárselo.
-¿Cómo?
-Esa es tu parte, siempre te gustó planificar cosas, encontrarás una manera – dijo palmeándole la espalda.
Las palabras de Connor le habían llegado, necesitaba convencer a Cairenn de que eran adecuados, de que la mujer que él necesitaba a su lado , era ella. De que podían hacerse felices mutuamente
Necesitaba un plan.

Cuando el otoño empezó a teñir a Levany de colores dorados, cuatro personas aparecieron de la nada  en el patio principal, para cualquiera ajeno a la familia hubiese sido algo sorprendente, sin embargo los Blackdalion estaban acostumbrados a que sus primos de Dalalbión utilizaran los portales para transportarse. Así que Nía , sus hermanos y Jace fueron recibidos con total normalidad.
-Bueno, ya estamos todos, ¿cuál es la emergencia? – preguntó Blaze a su primo Sean
-Un asedio – contestó con una sonrisa el aludido
-¿Dónde? – preguntó Lysander con obvio entusiasmo.
-La pregunta correcta es a quién – lo corrigió Sean  ganándose una mirada de curiosa expectación de todos los reunidos.


Durante los últimos tres meses, desde que había abandonado Levany, el espíritu de Cairenn parecía haber desaparecido. Ya no se metía en accidentes pero tampoco tenía su alegría habitual.
Su familia se había preocupado mucho por ella en un principio, luego habían comprendido que sólo el tiempo podía ayudarla. La habían acompañado y habían estado a su lado mientras trabajaba en los perfumes.
Aunque nadie hablaba de ello, sabían que se debía a Sean Blackdalion, el vacío que él había dejado era algo casi palpable.
Sin embargo, ella no hablaba de él.
En realidad Cairenn extrañaba horriblemente a Sean, había dudado mucho sobre si ir a buscarlo o no, pero sentía que no tenía derecho. Con el correr de los días se había convencido que él ya la había olvidado. En todo ese tiempo no había tenido noticias de él, el tema de los perfumes lo manejaba Neill e incluso Kilcoy había ido a acordar detalles, pero jamás el joven rubio.
Las estaciones comenzaban a cambiar, y ella estaba ocupada trabajando antes que el invierno se llevase las flores .El trabajo consumía todo su tiempo, y de esa manera evitaba pensar y ahuyentaba los temores, por ejemplo las posibles noticias de un compromiso del heredero de Levany.
Y un día, el menos pensado, algo la sacudió de su letargo. Clasificaba flores cuando su madre se acercó.
-Querida, te buscan – dijo la mujer y el tono de voz la intrigó.
-¿Quién?- preguntó  con una sensación que iba del miedo a la esperanza.
-Será mejor que tú lo veas – respondió la mujer y la joven se dirigió hacia la puerta rápidamente.
Miró sorprendida al visitante  que la  esperaba, después de todo uno no  se encontraba todos los días con un hombre como aquel. Aunque no era alguien que conociera.
-Buen día, soy Blaze Blackdalion, ¿podríamos hablar? – dijo él cortésmente y ella confusa lo invitó a entrar. Dada su altura, Blaze inclinó un poco la cabeza al atravesar la entrada y aquel mínimo gesto estremeció a la joven porque le recordó que Sean había hecho lo mismo.
-Pase por favor – dijo la chica formalmente y alcanzó a ver que su madre se escabullía dejándola sola con el inesperado visitante – Dígame Señor Blackdalion,  en qué puedo ayudarle.- preguntó extrañada.
-Llámame Blaze, por favor  - pidió al tiempo que se sentaba donde le indicaba- Lo que he venido a tratar tiene que ver con mi primo Sean.
-Lo escucho...- dijo mientras las palabras se le atoraban en la garganta.
-Sabes, mis hermanos y mis primos, los hijos de tía Kaly , siempre recurren a mi por ser mayor. Supongo que en cierta forma yo soy el encargado de ayudarlos cuando se meten en líos. – la joven lo miró intrigada no tenía idea de a dónde llevaba aquella conversación - ser hermano mayor tiene esas responsabilidades.
- Supongo que sí – comentó ella cautelosa. No tenía idea de por qué aquel hombre estaba allí hablándole sobre su vida.
-El hecho es que también yo a veces necesito apoyo y en ese caso recurro a Sean. Él siempre encuentra una solución, creo que eso me da un poco de libertad para ser irresponsable a veces. Sé que Sean va a estar allí cuando lo necesite .Mi primo tiene una extraña cualidad, que creo él ignora poseer, todos nos sentimos seguros cuando está cerca. Las cosas no pueden salir mal si Sean Blackdalion está a tu lado.
 -Sé a que se refiere... – contestó Cairenn  asintiendo con un breve gesto. Sus encuentros con Sean habían estado signados por todo tipo de desastres, pero siempre habían terminado bien.
- Seguramente te preguntarás qué hago yo aquí ...- continuó  Blaze – el caso es que por primera vez mi primo ha solicitado mi ayuda para algo trascendental en su vida y ,dado lo mucho que lo admiro, comprenderás lo importante que es para mi  cumplir con su solicitud .
-Sí. Lo entiendo – dijo ella sucintamente pensando que  cualquiera acudiría a un llamado de Sean. Quizás era la única insensata que le había dado la espalda
-Mi primo ha encontrado la mujer de sus sueños, un tiempo atrás esto no me hubiese parecido tan importante, pero dado que yo mismo estoy perdidamente enamorado de mi esposa, comprendo por lo que está pasando. Entenderás que para él es cuestión de vida o muerte lograr el amor de esta joven y que nada se interponga en su camino.
-Yo no pienso interponerme – dijo dolida por la acusación velada. ¿Acaso no bastaba con que ella supiera cuán inadecuada era para Sean? ¿Era necesario que los Blackdalion se lo recordaran?
- Me alegro que así sea- dijo él con la diversión pintada en sus ojos verdes -,  pero creo que no me has entendido...
-Claro que sí Señor, él puede amar a quién quiera. ¿Qué clase de mujer piensan que soy?¿Qué creen que voy a hacer, algún tipo de escándalo o pelear  por algo que sé que no tengo derecho a reclamar? – preguntó perdiendo la paciencia.
- Me desilusionaría si no lo hicieras y a Sean también. Porque es a ti a quien él ama.
-¡Oh! – exclamó ella quedándose sin palabras.
-Lo que mi primo me pidió es que te convenza de que lo aceptes, de que te haga ver que él  es buena persona.
-Yo sé quien es él...lo sé demasiado bien.- dijo la joven apesadumbrada.
-¿Pero lo quieres? – preguntó Blaze con dureza  y la joven levantó la mirada. En sus ojos él leyó la respuesta y su ruda expresión se suavizó- En ese caso no tengo nada más que hacer aquí, los demás se encargarán del resto.
-¿Los demás? – preguntó confusa.
-Sí, prima. Los Blackdalion nunca nos damos por vencidos – aclaró él y le dio un suave beso en la mejilla antes de marcharse.
Cairenn se dejó caer en una silla, un rayo acababa de derribarla y ella ni siquiera entendía cómo la había alcanzado.

Al día siguiente ella entendió  a lo que se refería Blaze, una pequeña comisión de embajadores llegó a su puerta.
Los hermanos y primos menores de Sean invadieron su casa encabezados por el joven Colin.
-Hola Cairenn. Mi madre envía esto- comentó levantando una cesta- dijo que era injusto que nos alimentaran porque podemos acabar con cualquier despensa, creo que no confía en nuestros buenos modales.
La sonrisa del muchacho le recordó a la de su hermano mayor, cualquier mínimo gesto le recordaba a Sean.
Los menores del clan Blackdalion-Likaios conformaban un encantador y ruidoso grupo de adolescentes que se dedicó a contarle todo tipo de anécdotas sobre Sean. Eran historias divertidas y  tiernas que dejaban al descubierto lo mejor del joven Blackdalion y sobre todo el amor que le tenían los suyos.
Ninguno habló sobre los sentimientos de ella  o de él, sólo pasaron la tarde charlando, comiendo las delicias que había enviado Shara y riendo, aún así Cairenn vislumbró a través de las palabras de los jóvenes  al Sean del que se había enamorado.
-Espero que nos veamos pronto Cairenn y gracias por todo– se despidió Colin en nombre de los demás.
Por un par de días  no sucedió nada, pero al tercer día a primeras horas de la mañana, mientras Cairenn alimentaba a los caballos , apareció una joven alta de cabello oscuro.
-¿Me invitarías una taza de té? , la mañana está bastante fresca pero me gustó caminar hasta aquí, el paisaje es encantador.- dijo al llegar hasta ella.
-Claro, adelante – la invitó Cairenn guiándola hasta su casa
-Soy Elanía Blackdalion, prima de Sean – dijo la joven
-Me lo imaginaba.- señaló con una sonrisa.
Un rato después estaban acomodadas frente a tazas humeantes de té de menta.
-Tenía muchas ganas de conocerte, mejor dicho me mataba la curiosidad– dijo Nía y Cairenn no supo qué responder. Así que la joven continuó- Cuando Sean nos llamó, nos asustamos, para que llegaran mensajeros a las tierras Blackdalion, a Dalalbión, a Ildrake debía ser algo grave, grave al estilo de mi primo, una guerra, rescatar a alguien, la seguridad del rey, algo por el estilo. Así que cuando supe que se trataba de una mujer, imaginé que debía ser alguien muy especial.
-Yo no soy alguien especial- dijo Cairenn algo incómoda.
-Lo eres. Tengo el don, y cuándo le pregunté a Sean si debía usarlo respondió que si creía que era necesario, lo hiciera. Nuestro Sean jamás diría algo así, es de lo más práctico y previsor, pero si se trata de ti está dispuesto a poner al mundo de cabeza, así de especial eres.
-Él es alguien mucho más especial – dijo Cairenn bajando la mirada.
-Es verdad, lástima que a veces no nos damos cuenta a tiempo. ¿Sabes? Yo me escape de mi prometido vestida de novia- dijo con picardía y la otra joven la miró sorprendida.
-¿Por qué?
-Porque me di cuenta que no lo amaba, que la persona que amaba había estado a mi lado toda mi vida, era mi mejor amigo y tontamente lo había alejado de mí. Lo había herido también al ignorar su amor por mí.
-¿Qué sucedió?
-El amor, Jace es mi amor y yo el suyo, así que todo salió bien. No importa lo que suceda, si hay amor verdadero puede solucionarse.- dijo con absoluta convicción. Pasaron un rato más  juntas hasta que el marido de Nía llegó a buscarla y Cairenn tuvo la oportunidad de comprobar cuánto se querían los dos.
Viéndolos  resultaba muy difícil imaginar que un día habían estado a punto perderse.

Al día siguiente no recibió ninguna visita, extrañamente  se sintió desilusionada, pero un día después se vio doblemente recompensada. Volvía de casa de Neill cuando encontró a dos hombres esperando en su jardín.
-¿Eres Cairenn? – preguntó uno de ellos.
- Sí – respondió.
- Somos Conrad y Lysander Likaios , primos de Sean , encantados de conocerte – dijo uno de ellos y los dos hicieron una graciosa reverencia . Ya nada podía sorprender a la joven, ni siquiera que estos dos hombres, muy parecidos  entre sí más allá del color del pelo y los ojos , sacaran flores de la nada para entregárselas como un presente. Los hermanos Likaios eran peligrosamente encantadores.
-Supongo que vienen a hablarme de Sean ...- aventuró ella con cautela
-Es usted adivina...- respondió Lys sonriendo divertido.
-Será mejor que entremos – los invitó imaginando que iba para largo. Por lo visto la familia de Sean era tan extensa como sus virtudes.
-Es un bailarín bastante decente – dijo Conrad acomodándose frente a ella.
-También es un buen músico...- agregó Lysander haciendo un gesto vago con la mano como si le costara encontrar algo para decir.
-Y debajo de esa apariencia aburrida tiene muy buen sentido del humor, después de todo es hijo de Connor –agregó Conrad mientras ella contenía la risa- Además he oído que usted  puede lograr que huela a rosas...
-¡Ay Dios! – gimió ella recordando el incidente, por lo visto ya se había extendido. Pobre Sean.
-Hermano, creo que esto no es lo que Sean tenía en mente – comentó Lysander con una sonrisa perversa.
-Cairenn, en verdad creo que deberías quedarte con el muchacho, no es tan malo y necesita un poco de espontaneidad en su vida  - se sinceró Conrad entrando en confianza
-Con urgencia – resaltó Lysander-No quiero imaginarme qué va a ser de él si lo atrapa alguna de  esas estiradas jóvenes que lo persiguen – comentó fingiéndose aterrorizado.
Por un momento la joven pensó que tampoco ella podía imaginar a Sean en brazos de otra. Menos si se trataba de alguien tan horrible como aquella Lady Oriana.
-En efecto creo que eso sería algo muy desafortunado.- dijo ella sumiéndose en sus propios pensamientos.
-Y si decides aceptarlo, prometemos estar a tu entera disposición si necesitas ayuda con él –se ofreció Conrad y cuando la joven lo miró confundida, Lysander aclaró las palabras de su hermano.
-Ya sabes, si te molesta le podemos hacer crecer una barba verde, convertirlo en un cerdo o hacer que una nube de tormenta lo siga, lo que tú prefieras.- finalizó y Cairenn agradeció que ese par pareciera estar de su lado.

 Al día siguiente, fue su padre quien la llamó al exterior.
-Creo que son visitas para ti, de nuevo– dijo el hombre señalando dos jinetes que se acercaban a toda velocidad por el camino , levantando una nubecilla de polvillo. Parecían estar corriendo una carrera, con precisión se detuvieron delante de su casa y desmontaron.
Dos muchachas idénticas sacudieron sus rizos oscuros y la miraron fijamente.
-Tiene cabello rizado – dijo una.
-Sabía que Sean tenía buen gusto – comentó la otra. Se acercaron a ella y la tomaron de un brazo cada una.
-Soy Ariadne.
-Y yo Brianna- se presentaron y Cairenn miró de una a otra intentando identificarlas. Iba a llevarle algún tiempo.
-¿Son sus primas? –preguntó.
-Sí, y nunca pensé que Sean haría algo divertido en su vida, ya era hora.- dijo Bri.
-Hasta prometió interceder a nuestro favor la próxima vez que causemos problemas- mencionó Ari.
-Y contener a Blaze cuando sea necesario, nuestro hermano mayor es una molestia. ¿Ya lo conociste, verdad?
-Sí- respondió ella y entendió por qué aquella mirada verde le resultaba tan familiar.
Sean habló de un licor delicioso que hacen en tu casa, ¿tienes?- preguntó Brianna y Cairenn asintió con una sonrisa.
Aquellas muchachas eran preciosas, y su vitalidad contagiaba, y pensó que al fin conocía a alguien que causaba más problemas que ella. Aunque obviamente , lo hacían intencionalmente. Pero también era  evidente que ellas tenían el mismo código de honor de todos los miembros de su familia, sólo que en su pequeña estatura tenían una cuota extra de travesura.
Bebieron un poquito de licor y luego comenzaron con lo que las había llevado hasta allí.
-Bien – dijo Brianna – supongo que los demás te habrán hablado de todas las virtudes de Sean, una larga lista...
-....pero deben haber olvidado lo más importante – finalizó Ariadne
-¿Qué? – preguntó Cairenn divertida por la campaña que Sean había ideado. Le encantaba ver aquel desfile de familiares intentado convencerla, cuando ella estaba ya segura de amarlo con todo su ser.
-Es lindo , apuesto o como quiera que se diga sobre la belleza de los hombres. Y  mi primo sin dudas es bello– sentenció Bri.
-Y no hay que menospreciar esa cualidad. Claro que está bien que sea inteligente y responsable, buena persona y bla bla bla, pero su belleza no es menos importante. Ver esa cara cada día de tu vida no va a ser un sacrificio –aclaró expresiva Ari y Cairenn no pudo evitar pensar en los deslumbrantes ojos grises y en la sonrisa de Sean. Ciertamente no estaba nada mal, de hecho rozaba la perfección .
-Sabía que estarías de acuerdo – acotó traviesa  Brianna al ver que la joven sonreía para sí misma.

La siguiente visita no la encontró en su casa, sino en el bosque mientras recogía flores que sólo crecían en aquella época. Al verla se quedó quieta pensando si no sería alguna clase de hada, pero luego al ver aquellos ojos dorados iguales a los de Shara y  Colin reconoció el parentesco.
-Kristana, ¿no es así?
-Y tú eres Cairenn, me da gusto conocerte – dijo Krista acercándose, y la joven se dio cuenta que despedía la misma energía que el jardín que había cultivado en Levany, armonía , belleza, calma. También notó un aroma familiar, Kristana usaba su perfume de rosas.
-El perfume…- musitó .
-Ah, tu perfume es delicioso, Sean me lo envío hace meses. Creo que fue de los primeros que hicieron, me gustó instantáneamente y sentí que también me gustaría la persona que los fabricaba. ¿Caminamos? – propuso y Cairenn aceptó. Caminaron despacio disfrutando de la naturaleza hasta llegar a unos troncos rodeados de helechos y pálidas flores donde se sentaron a descansar.
-Puedo ver el futuro- dijo Kristana y era obvio que Cairenn ya lo sabía porque no se sobresaltó-Pero no he tenido ninguna visión acerca de ustedes – dijo con su serenidad habitual  Kristana , al tiempo que sonreía con complicidad – y Sean quiere asesinarme por eso, dijo que sería mucho más fácil si yo te contara que los he visto juntos  y felices para siempre. Incluso pidió que te dijera que así era, mi hermano que jamás miente, ¿lo imaginas?
-Pero no es así , no nos ves en el futuro-evaluó con cierta tristeza Cairenn
-No, pero yo creo que es algo bueno. Significa que ustedes pueden escribir su propio destino. No puedo darte ninguna seguridad sobre el futuro pero tal vez pueda contarte algunas cosas. Tú rechazaste a mi hermano porque crees que es inadecuado para ti.
-Creo que yo no soy adecuada para él ...- contradijo la joven
-Déjame contarte algo sobre los amores inadecuados...-dijo Kristana y aunque había muchos felices ejemplos de inadecuación en la familia, ella le habló de Sayen de Ildrake.
Tuvieron un paseo ameno y cuando Kristana terminó su historia, ambas sintieron que se conocían desde siempre.
-De verdad espero que me visites pronto, y que conozcas a Sayen y a mi hijo – dijo Kristana y sus palabras dejaban traslucir que deseaba que también fuera parte de la familia.
-Me encantaría conocerlos – respondió Cairenn y era verdad, quería conocer al hombre que había secuestrado a aquella joven llamándola bruja y que a su vez había sido capturado por ella. Y quería conocerlo porque Sean le había dicho que su cuñado le hacía sacar a la luz su lado infantil.
-Cairenn, antes de irme hay algo que quería decirte. Mis visiones son ingobernables, así que aún no veo nada sobre ustedes, aún, pero mi hermano está convencido de que eres parte de su futuro. Creo que esa es la verdad más cierta. Tendrán un futuro juntos, si así lo desean.

Durante los tres días siguientes no apareció nadie, la joven sintió añoranza por aquellas visitas, por aquella familia cálida y divertida que estaba alentando sus más secretos deseos. Quería que fueran parte de su familia también, quería poder dejar sus miedos atrás y abrazar de lleno sus sentimientos por Sean. Y a él.
Todo aquel estrafalario plan, aquellas anécdotas, aquella calidez que emanaba cada historia contada por un primo o un hermano, hacían que lo añorara más.
-¿Qué sucede? ¿No hay visitas hoy?– preguntó su padre al verla pensativa.
- No lo sé- dijo tratando en vano de esbozar una sonrisa.
-¿Lo quieres? – preguntó el hombre.
-Sí.
-¿Y él a ti? – preguntó casi con severidad como si le costara hacer esa pregunta.
-Sí, eso dijo.
-¿Cuidará de ti?
-Sí.
-¿Confías en él?
-Con todo mi ser- respondió ella con intensidad.
-Entonces, ¿cuál es el problema?
-Padre, sabes que causo problemas y accidentes constantemente y él es Sean Blackdalion, yo…
-Cariño, te amo a pesar de todos tus desastres.
-Pero eres mi padre.
-Cairenn, chocaste a ese hombre el primer día que lo viste y lo pusiste a atender un parto. Luego lo bañaste en perfume, dos veces. Lo hiciste correr detrás de un cerdo y no sé cuantas cosas más…
-A eso me refiero justamente.
-Y aún así te quiere, ¿verdad? Te quiere a pesar de todo eso o justamente por eso. Sólo tengo una condición sobre el hombre que elijas y es que te ame y te cuide. Si Sean Blackdalion puede hacerlo y lo amas, yo lo aceptaré. Y déjame decirte algo, no creo que él este a tu altura, dudo que cualquiera lo esté. – dijo el hombre y le dio un beso en la frente.
Aquellas palabras de su padre , habían despejado sus dudas, si su propia familia lo aceptaba , debería ser más valiente. Aunque aún no sabía qué hacer, ¿se suponía que fuera a buscarlo o debía esperar?
No sabía lo que Sean tenía planeado y se había esforzado tanto por convencerla que no quería interferir.
Aún así estaba inquieta, necesitaba verlo.
Pero la persona que llegó a  su puerta esa misma tarde, fue la hermana menor, Sheny.
-Vengo como emisaria – anunció la jovencita y Cairenn, aliviada de verla allí, la invitó a pasar.
-Bueno supongo que es mi turno de hablar bien de mi hermano mayor – dijo Shennara, acomodándose con su gracia habitual sobre un escabel .La familia de Cairenn acostumbrada a aquellas extraordinarias visitas las habían dejado solas como en cada una de las otras ocasiones que un Blackdalion había llamado a la puerta .
-Eso parece...
-Es insoportable, obstinado,  autoritario, le gusta tener siempre la razón...qué más... ¡Ah sí! Es pulcro hasta la exasperación, parece tener incorporado un manual de reglas y buena conducta, le gusta dar discursos cuando nos equivocamos .Suelo pensar que la primera frase que Sean pronunció  en su vida fue un “te lo dije” , aunque mamá dice que no fue así– comentó la joven con un gesto de fastidio.
Aquella era una forma muy extraña de promocionar a su hermano mayor.
-Creo que eso equilibra lo que los demás han dicho –comentó divertida Cairenn.
-Alguien tenía que hacerlo , no es justo que te engañemos – aseveró Sheny con un aire dramático al tiempo que se levantaba para marcharse.- Sin embargo – continuó clavando sus ojos plateados en Cairenn y ella sintió un breve escalofrío al ver aquella mirada. Había contemplado los fabulosos ojos dorados de Kristana y era como si las visiones que la joven tenía estuviesen allí, al borde de su mirada esperando a alguien que pudiera descifrarlas. Había sido sobrecogedor, pero la mirada plateada de Shennara lo era aún más, porque uno podía ver que detrás de la aparente superficialidad de la joven  se escondía un espíritu profundo e intenso, como el de su hermano mayor–lo quiero mucho y estoy orgullosa de él. También sé que es un hombre honorable , realmente  bueno y que la mujer que lo tenga por marido va a ser  muy afortunada. Él sabrá amarla y protegerla sin condiciones, y eso es suficiente para ser feliz, al menos es lo que creo. El amor de Sean no va a ser mutable o caprichoso. Si mi hermano ama, es verdad y te ama a ti.
Se me olvidaba, él  te envía esto – finalizó entregándole una carta a Cairenn, luego se despidió y la dejó sola para que la leyera.

Cairenn reconoció la letra inmediatamente, era clara y ordenada, como en las listas que había hecho él para organizar la producción de los perfumes o las necesidades de los habitantes de Ravlenar.
Ver esa caligrafía la hizo estremecer. Trató de concentrarse en la lectura, y de controlar su ansiedad.


Cairenn, querida Cairenn, amada Cairenn:

                                                                          Dijiste que no éramos adecuados el uno para el otro, huiste pensando que no podríamos ser felices.
Déjame decirte que nunca pensé demasiado en mi futuro, en quién sería la mujer apropiada para estar a mi lado. Sólo me he preocupado por aprender todo lo posible, por ser bueno en lo que hago , me he esmerado  para , algún día, ocupar el lugar de mi padre. Nací siendo el heredero de Levany y nunca he renegado de esa responsabilidad, muy por el contrario, me he dedicado de lleno a prepararme. Cuidar a los míos y algún día  a la gente  del señorío ha sido siempre mi prioridad. He tratado de estar a la altura de la confianza de mis padres y nunca pensé que necesitaría a alguien a mi lado para esa tarea. Hasta que llegaste tú.
Entonces supe que la futura señora de Levany, dentro de mucho tiempo, debías ser tú y ninguna otra.
No conozco a nadie mejor capacitado para el papel, siempre te preocupas por los demás antes que por ti misma, pones las necesidades de otros primero, aunque sean las de un cerdo.
Sabes cuidar a la gente, con un corazón cálido y generoso. Eres absolutamente auténtica, sin fingimientos o intereses ocultos.
Tienes el don de hacer crecer flores, y también de encontrar soluciones para los problemas.
Los que te rodean confían en ti y te aprecian, también acuden en busca de tu ayuda.
No imagino a alguien con cualidades más apropiadas para ser la señora de Levany.
Pero lo que te hace perfecta para el puesto  es que te amo. Amo que seas impulsiva porque me obligas a  sonreír y relajarme.
Amo tus rizos desordenados porque son como tú, siempre en movimiento, llenos de vida.
Me preocupa horriblemente que tengas tantos accidentes, pero amo que siempre tengan que ver con tu intención de ayudar o tu trabajo incansable. Y pase lo que pase quiero estar ahí para cuidarte. Llevo tres meses durmiendo mal pensando en todo lo que pudo pasarte en mi ausencia.
No sé de lo adecuado o no de dos personas, como ya sabrás a esta altura , mi familia tiene sus propios estándares al respecto. Y creo que no pude escapar a la tradición, amar a alguien y ser amado es lo que hace que una persona sea perfecta para otra: Tú eres perfecta para mí porque me haces feliz con tu simple presencia. Quiero contarte cosas, quiero preguntarte qué piensas, quiero reír contigo o tocar música para verte sonreír. Quiero hacerte feliz, quiero que sientas lo mismo que siento cuando estoy contigo.
Te amo.
Te espero.
                                                     Sean Blackdalion




Cuando terminó de leer la carta Cairenn lloraba.
 Amaba a Sean Blackdalion y él la amaba a ella.
Probablemente eran totalmente inadecuados el uno para el otro pero lo que sentían los convertía en la pareja perfecta.
La  original campaña de conquista de Sean le había servido para saber que juntos encontrarían la forma de saltear cualquier obstáculo  que apareciera.
Debía  buscarlo y decirle, decirle lo mucho que lo amaba y que ese amor nada tenía que ver con las recomendaciones de su familia, ni con la carta , sino con la certeza que brillaba en su corazón.
La joven salió deprisa  y en su apuro no recordó los escalones que había en la entrada.
Con su habitual torpeza, resbaló y salió disparada, pero ,antes de caer, unos fuertes brazos la atraparon en el aire.
-¿Ibas a algún lado? – preguntó Sean mientras la sostenía contra sí.
-No, ya encontré lo que buscaba – respondió ella y lo besó


Epilogo

En los primeros días del invierno, Cairenn llegó de visita a Levany junto a su familia.
Sean fue el primero en salir a recibirlos y tras cumplir con las cortesías de rigor, acaparó a la joven.
Sus hermanos se encargarían de entretener a los hermanos de ella y sus padres estaban en muy buenas manos con Connor y Shara.
En cuanto a la jovencita, había pasado un tiempo desde la última vez que la viera y la había extrañado mucho. También sus primos y algunos de sus tíos estaban de visita y era bastante difícil escabullirse y encontrar tiempo para ellos, así que estaba ansioso. Después que Cairenn saludara a todos, la tomó de la mano y se la llevó consigo.
-¿Es verdad que los perfumes se están vendiendo muy bien? – preguntó ella mientras daban un paseo.
-Sí, pero eso no es lo importante ahora.
-Cierto, esto es más importante – dijo ella señalando un paquete que llevaba en la mano libre.
-¿Qué es eso?
- Un regalo, espera – dijo ella y se detuvo para desatar el paquete y mostrarle el contenido. Eran esquejes, los reconocía a la perfección, eran de los rosales de su abuela, los mismos que habían plantado en los jardines de Ravlenar.
-¿Los trajiste aquí?
-Sí, voy a plantarlos en Levany, en verano habrá rosas rojas, ¿te gustan?
-Me encantan, pero hay algo más importante que todo eso.- dijo frenando delante de ella y tomándola de los hombros.
-¿Qué?- preguntó mirándolo fijamente y con un deje  de coquetería.
-¿Cuándo vas a casarte conmigo, Cairenn?
- Te lo dije, cuando florezca el jardín de Kristana – dijo ella con seriedad.
- Recién estamos en invierno, ¿debemos esperar tanto? No quiero esperar- casi se quejó él y en respuesta ella le sonrió y se escabulló hacia el jardín.
-Voy a plantar esto – le gritó  mientras se adelantaba Y Sean la siguió. La chica entró primero y cuando él ingresó, quedó mudo de la sorpresa.
En pleno invierno, Cairenn estaba de pie en un jardín lleno de flores.
-¿Cómo? – preguntó asombrado.
-Tus primos, dijeron que podía contar con ellos, así que les pedí un favor. Creo que Nía también ayudó e incluso tus tíos. Así que, Sean Blackdalion, ¿te casarías conmigo?- preguntó y él la levantó en el aire.
-Sí, ya mismo- respondió con sus ojos grises desbordados de emoción.
-Te amo, mucho – susurró Cairenn sonrojada.
-Y yo. Y creo que amarte será en lo que más voy a destacarme el resto de mi vida- dijo casi como si fuera una promesa. Y luego la besó. 


Fin





9 comentarios:

  1. La espera valio la pena, tengo una nueva historia favorita, mientras leia me emocionaba mucho, me reía, me encantó... Connor, Ariadne y Sean son mis favoritos. son estas las ultimas?:(
    quisiera saber que fue lo que hizo Kouros que trajo tantos sustos en la historia de Iolhen o que paso con kilcoy aunque no es un blackdalion...solo con esas duda quede ;) Muchas Gracias de verdad por compartir tus historias

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    1. Gracias Yocelyn, en serio gracias. Pasó tanto tiempo que temía arruinarla. En su momento sería de las últimas por eso el desfile de todos, pero no...vienen en camino Kouros, Shennara, Kilcoy y Kendrick...no puedo dejarlos ir. Besos

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  2. Ohhh, Sean. No tengo palabras. Preciosa historia y me he entusiasmado leyendo que habrá más (ya sabes, soy una fan total y espero que jamás terminen ja ja). Besos Nata y graciassssss!!

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    1. Gracias a ti ;) Y sí seguirán importunando un tiempo !!!

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  3. Me encantan las historias de los blackdalion, la de Sean ha tardado pero no defraudó, me gustó mucho!
    A la espera de la historia del próximo blackdalion jeje

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    1. Muchas gracias SayA Di , temía que no estuviera a la altura, me alegar que te haya gustado. Y sí vendrán otros!!

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  4. Solo diré wiiiiiiiiiiii!!!!!! y Thanks!
    Atte. Yop, osea Jey

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  5. Increible y hermosa Como las otras, no defraudan estas historias y haces q me enamoré de cada uno de los Blackdalion, Jajajaja. Pero me dejas con una super intriga....KILCOY!!!! Ama o no a su esposa? Espero x esa gran historia, saludos

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    1. Muchas gracias Klap*, me alegra que te gustara...y confieso que yo también estoy intrigada con Kilcoy, eso fue inesperado hasta para mí, y en su momento , habrá historia, lo prometo!!

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