viernes, 20 de noviembre de 2015

Aún te amo 22 - Gaby Ruiz



Carolina acababa de tomar un taxi y se obligó a no mirar atrás.  No habría visto nada de todos modos porque sus ojos estaban nublados por las lágrimas.  El taxista la miró con una mezcla de lástima y preocupación, pero se limitó a seguir las instrucciones que ella dio, algo entrecortadamente.  Se sentía como una completa idiota.  Había abierto su corazón ante Fernando… pero él no la amaba.  ¿Alguna vez la habría amado?

¡Mil veces estúpida! Sufrir por él… no valía la pena.  No lo había valido hace 4 años y no lo valía ahora.  Sencillamente él no la amaba y ella no terminaba de entenderlo.  Lo mejor era que se lo hubiera dicho ahora… que no hubiera pasado una humillación en la iglesia… que… ¡él se lo hubiera dicho antes!  ¿por qué recordar?  ¿por qué revivir algo que no tenía razón de ser?  ¡Nunca entendería a ese hombre!  Nunca lo entendería… y mucho menos… dejaría de amarlo.
-  A pesar de todo… -murmuró mientras se bajaba del taxi y pagaba-  aún te amo…
Con un suspiro, entró a una cafetería muy privada y que se había convertido su favorita desde que llegara a Italia.
-  … Pero eso va a cambiar, Fernando…  -volvió a pronunciar con decisión Carolina y se sentó en una mesa apartada, donde ordenó un cappuccino.
Su móvil empezó a sonar en ese instante.  Lo apagó sin siquiera mirar la pantalla.  Ahora solo necesitaba estar sola.  Su vida debía cambiar, todos esos años de aferrarse a un imposible, un sueño lejano, debían concluir hoy.
***
- Fernando Accorsi… ¿aceptas como tu legítima esposa a Deborah…?  -esas eran las palabras que habían marcado el destino que él mismo había escogido.  No recordaba cómo, pero sabía que había aceptado ya que ahora mismo se encontraba en la fiesta.  Una fiesta en la que no deseaba estar, la que no tenía razón de ser porque él se sentía de todo menos feliz.
Así que… ¡al demonio los invitados!  Dio el último trago a su copa y rápidamente escapó hasta su casa.
Ahora, al estar a solas, se preguntó… ¿qué había hecho con su vida?  ¿todo lo sucedido había sido real? ¿por qué apenas estaba reaccionando a las palabras de Stefano?  Él tenía razón… su Carolina… ¡había sido un idiota!
***
-  ¿Se puede saber dónde rayos te habías metido?  -Danna le gritó a Carolina que en ese instante se bajaba de un taxi-  ¿Por qué no contestabas el móvil?  ¡He estado aquí por… 3 horas!
-  Ya, vale… ahora te atiendo ¿sí?  -Caro le sonrió con tranquilidad y Danna estaba desconcertada.
-  Pensé que lo había visto todo… pero tú así… tan…
-  ¿Entras?  -cortó Carolina.
-  Claro… tenemos mucho que hablar.
Carolina dejó su abrigo sobre el sofá e invitó a una sorprendida Danna a hacer lo mismo.
-  Ahora vengo… voy a poner la cafetera.
Danna se preguntaba si esa era su mejor amiga.  Sin duda, no era la reacción que había esperado.  Carolina había estado destrozada después de la primera vez que Fernando y ella se habían separado definitivamente.  No es que ahora estuviera muy bien, pero estaba tranquila.  No lloraba, sus ojos mostraban rastros de llanto pero… ¿qué estaba pasando?
-  ¿Qué sucedió Caro?  -pronunció apenas entró.
-  No mucho…  -se sentó con desgana a su lado en el sofá-  te diré lo necesario, por ahora ¿sí?  Cuando esté lista para hablar… lo haré.
-  Bien, acepto.  Adelante…  -suspiró pesadamente Danna.
- Fernando es…  -Carolina la miró-  se lo confesé todo.  Que lo… que lo amaba.  Él me pedía que me detuviera pero…  no lo hice.  Hasta que él también me lo dijo… me confesó que… no me amaba.
Un tenso silencio se extendió entre ellas.  Carolina no creía haber podido hablar de eso y en tan cortas palabras contar como su corazón se había destrozado.  Danna la miró con una clara incredulidad en sus facciones.
-  ¿Qué él dijo qué?  -pronunció Danna-  ¡Es imposible!  Yo lo vi…  ¿está tan ciego que…?
-  Basta Danna. No quiero saber lo que viste, porque es probable que yo también haya creído verlo, y no fue real.  Así que no quiero saber… no quiero hablar más del tema.  Es pasado…
-  ¿Pasado?  Caro yo sé que te sientes herida pero… ¡lo superarás!  Fernando no es el único hombre del mundo… ni menos el mejor.
-  ¡Danna!  -reprendió Caro con una sonrisa-  yo no pienso en otro hombre aún… solo quiero estar bien.
-  Lo sé y es la mejor decisión.  Estoy tan orgullosa de ti, mi amiga. 
Se abrazaron fuertemente y empezaron a recordar el pasado que tanto las había unido y que ahora nuevamente las tenía juntas.
Bastante entrada la noche, el auto de Leonardo estacionaba fuera y esperaba a Danna.  Ella se despidió de Caro y le ofreció una estancia en su casa, que Caro declinó. 
Mientras el auto se alejaba, Caro se sentía tan sola.  Estaba lejos de todo lo que conocía y amaba.  Su familia estaba en su país… ¿y si tal vez había llegado el momento de regresar?
En Ecuador siempre tendría alguien que la esperaba… tendría su vida tranquila y feliz.  Su casa y… sus recuerdos.
¿Qué debía hacer?  Quería olvidar todo lo sucedido… pero… ¿cómo?

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