Carolina acababa de
tomar un taxi y se obligó a no mirar atrás.
No habría visto nada de todos modos porque sus ojos estaban nublados por
las lágrimas. El taxista la miró con una
mezcla de lástima y preocupación, pero se limitó a seguir las instrucciones que
ella dio, algo entrecortadamente. Se
sentía como una completa idiota. Había
abierto su corazón ante Fernando… pero él no la amaba. ¿Alguna vez la habría amado?
¡Mil veces estúpida!
Sufrir por él… no valía la pena. No lo había
valido hace 4 años y no lo valía ahora.
Sencillamente él no la amaba y ella no terminaba de entenderlo. Lo mejor era que se lo hubiera dicho ahora…
que no hubiera pasado una humillación en la iglesia… que… ¡él se lo hubiera
dicho antes! ¿por qué recordar? ¿por qué revivir algo que no tenía razón de
ser? ¡Nunca entendería a ese
hombre! Nunca lo entendería… y mucho
menos… dejaría de amarlo.
- A pesar de todo… -murmuró mientras se bajaba
del taxi y pagaba- aún te amo…
Con un suspiro, entró
a una cafetería muy privada y que se había convertido su favorita desde que
llegara a Italia.
- … Pero eso va a cambiar, Fernando… -volvió a pronunciar con decisión Carolina y
se sentó en una mesa apartada, donde ordenó un cappuccino.
Su móvil empezó a
sonar en ese instante. Lo apagó sin
siquiera mirar la pantalla. Ahora solo
necesitaba estar sola. Su vida debía
cambiar, todos esos años de aferrarse a un imposible, un sueño lejano, debían
concluir hoy.
***
- Fernando Accorsi…
¿aceptas como tu legítima esposa a Deborah…?
-esas eran las palabras que habían marcado el destino que él mismo había
escogido. No recordaba cómo, pero sabía
que había aceptado ya que ahora mismo se encontraba en la fiesta. Una fiesta en la que no deseaba estar, la que
no tenía razón de ser porque él se sentía de todo menos feliz.
Así que… ¡al demonio
los invitados! Dio el último trago a su
copa y rápidamente escapó hasta su casa.
Ahora, al estar a
solas, se preguntó… ¿qué había hecho con su vida? ¿todo lo sucedido había sido real? ¿por qué
apenas estaba reaccionando a las palabras de Stefano? Él tenía razón… su Carolina… ¡había sido un
idiota!
***
- ¿Se puede saber dónde rayos te habías
metido? -Danna le gritó a Carolina que
en ese instante se bajaba de un taxi-
¿Por qué no contestabas el móvil?
¡He estado aquí por… 3 horas!
- Ya, vale… ahora te atiendo ¿sí? -Caro le sonrió con tranquilidad y Danna
estaba desconcertada.
- Pensé que lo había visto todo… pero tú así…
tan…
- ¿Entras?
-cortó Carolina.
- Claro… tenemos mucho que hablar.
Carolina dejó su
abrigo sobre el sofá e invitó a una sorprendida Danna a hacer lo mismo.
- Ahora vengo… voy a poner la cafetera.
Danna se preguntaba
si esa era su mejor amiga. Sin duda, no
era la reacción que había esperado.
Carolina había estado destrozada después de la primera vez que Fernando
y ella se habían separado definitivamente.
No es que ahora estuviera muy bien, pero estaba tranquila. No lloraba, sus ojos mostraban rastros de
llanto pero… ¿qué estaba pasando?
- ¿Qué sucedió Caro? -pronunció apenas entró.
- No mucho…
-se sentó con desgana a su lado en el sofá- te diré lo necesario, por ahora ¿sí? Cuando esté lista para hablar… lo haré.
- Bien, acepto.
Adelante… -suspiró pesadamente
Danna.
- Fernando es… -Carolina la miró- se lo confesé todo. Que lo… que lo amaba. Él me pedía que me detuviera pero… no lo hice.
Hasta que él también me lo dijo… me confesó que… no me amaba.
Un tenso silencio se
extendió entre ellas. Carolina no creía
haber podido hablar de eso y en tan cortas palabras contar como su corazón se
había destrozado. Danna la miró con una
clara incredulidad en sus facciones.
- ¿Qué él dijo qué? -pronunció Danna- ¡Es imposible! Yo lo vi…
¿está tan ciego que…?
- Basta Danna. No quiero saber lo que viste,
porque es probable que yo también haya creído verlo, y no fue real. Así que no quiero saber… no quiero hablar más
del tema. Es pasado…
- ¿Pasado?
Caro yo sé que te sientes herida pero… ¡lo superarás! Fernando no es el único hombre del mundo… ni
menos el mejor.
- ¡Danna!
-reprendió Caro con una sonrisa-
yo no pienso en otro hombre aún… solo quiero estar bien.
- Lo sé y es la mejor decisión. Estoy tan orgullosa de ti, mi amiga.
Se abrazaron
fuertemente y empezaron a recordar el pasado que tanto las había unido y que
ahora nuevamente las tenía juntas.
Bastante entrada la
noche, el auto de Leonardo estacionaba fuera y esperaba a Danna. Ella se despidió de Caro y le ofreció una
estancia en su casa, que Caro declinó.
Mientras el auto se
alejaba, Caro se sentía tan sola. Estaba
lejos de todo lo que conocía y amaba. Su
familia estaba en su país… ¿y si tal vez había llegado el momento de regresar?
En Ecuador siempre
tendría alguien que la esperaba… tendría su vida tranquila y feliz. Su casa y… sus recuerdos.
¿Qué debía
hacer? Quería olvidar todo lo sucedido…
pero… ¿cómo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario