- ¿Error?
-Fernando negó con su cabeza aunque su interlocutor no lo podía
ver- ¡Mil veces Stefano… no es un
error! Ahora ven aquí… Sí, sí, ahora mismo ven. ¡Déjate de payasadas! -se escuchó una carcajada seca- ¡me voy a casar y es mi última palabra!
Fernando ofuscado
colgó el teléfono. Había marcado para
averiguar dónde rayos se había metido su padrino de bodas… y Stefano le
contestaba, todo tranquilo, que estaba arreglando su vida… que le estaría
agradecido…
Su pensamiento hacia
él era de todo menos de agradecimiento… en realidad, ahora mismo, no sentía más
que impotencia y un enorme miedo a lo que estaba a punto de hacer.
- ¿Fernando vienes? -entró un colega de trabajo- Es mejor que tomes tu lugar, la novia no
tarda en llegar al altar.
- Ahora mismo -contestó Fernando dando un último vistazo a
su pálido reflejo en el espejo. Tomó
aire profundamente y salió.
***
- Te dije que
debías apresurarte… -siseó Danna cuando bajaron del auto y escucharon los
primeros acordes de la marcha nupcial.
- Ya, vale lo siento… -Caro estaba pálida.
- Yo debo irme… se supone que soy el padrino…
-hizo una mueca Stefano.
- Bien, no hay problema… -sonrió comprensiva Danna- gracias por
indicarnos este lugar aunque es un poco tarde…
- Sí, bueno tomaré mi lugar… ¡suerte! -dijo mirando a Caro y desapareció.
- Aunque algo tarde pero… -Danna se interrumpió al escuchar una voz
masculina… ¿familiar?- Caro esa voz…
Carolina miró la
puerta cerrada del pequeño cuarto, abrirse y mostrar la imagen de Fernando,
maldiciendo y mirando al suelo.
Fernando había vuelto
corriendo por los aros que intercambiarían.
Obviamente, los había olvidado por la desaparición del qué se suponía
era su mejor amigo y padrino. Sí, el
imbécil de Stefano había desaparecido… y tuvo que ir el mismo a buscar la
maldita caja… había escuchado voces femeninas... ¿lo estarían esperando para
apresurarlo?
- Sí, ya imagino la impaciencia de Deborah…
-habló con tono de voz irritado y sin mirar a las mujeres que lo miraban
sorprendidas- ¿Danna? Oh no… -su cara se desfiguró por un instante
al mirar a Carolina ahí- ¡Carolina!
Y no lo pudo
evitar. La estrechó con tanta fuerza
contra él, como si la vida se le fuera en ello.
Carolina estaba muda
de asombro. No podía hablar ni mucho
menos reaccionar. Fernando murmuraba algo
ininteligible y ella sonrió. ¡Esto tenía
que ser una buena señal!
Cuando Fernando se
separó bruscamente, Danna ya había desaparecido y Caro se vio a solas con él,
enfrentándose a la decisión de su vida.
Una decisión, que irónicamente no dependía de ella, pero que podía
significar su felicidad o…
- ¿Qué haces aquí Carolina? -Fernando preguntó con una impasividad
sorprendente, borrando en su faz cualquier rastro de emoción alguna.
- Fernando, yo…
-Carolina seguía sorprendida por el cambio de Fernando- yo estoy aquí
para decirte cuanto te…
- ¡No! -Fernando negó y la miró por un instante con
dolor- por lo que más quieras… ¡no lo
hagas!
- Pero Fernando yo te amo… -Carolina se negó a escucharlo.
- ¡Carolina, no! Ahora no…
-Fernando cambió su mirada a furia total- ¿cómo puedes presentarte aquí y decirme eso?
- Es lo que siento por ti… ¿acaso tú…?
Yo había creído que…
- ¡Maldición Carolina! -Fernando apretó sus puños- ¡Detente ya!
- Es la verdad…
-Carolina sintió resbalar por su mejilla una lágrima pero respiró hondo
y lo intentó una vez más- te amo… nunca
dejé de hacerlo Fernando.
¡Escúchame! -gritó frustrada
cuando él se alejaba.
- No, no quiero hacer esto… -él la miró abatido y Caro sintió el mismo
dolor que parecía él sentir.
- Entonces… ¿por qué lo haces? -ella se acercó- no tienes por qué hacerlo. Yo te amo tanto Fernando, en verdad jamás
dejé de hacerlo. No te alejes
nuevamente… yo ya no soy una chiquilla, ahora sé lo que quiero… ahora sé a
quién quiero. Te escogí a ti desde el
primer instante… y hoy lo vuelvo a hacer…
Te escojo a ti y no me importa nada más.
Eres tú, Fernando –Carolina continuó con voz ahogada al no obtener
ninguna palabra de él- eres tú a quien
yo amo y amaré toda mi vida. Con quien
quiero compartirlo todo y volver a recordarlo todo una y otra vez hasta que…
-ella se cortó. Fernando no decía ni una
palabra, sus ojos parecían atravesarla y mirar mucho más allá de ella- ¿Me estás escuchando? Fernando yo…
- Carolina… no lo hagas… -pidió él una vez más con voz ahogada.
- Tú no me amas… -Carolina lo pronunció con dolor y una gota
de incredulidad en su voz- ¿en verdad no
sientes nada por mí?
Él intentó alejarse
una vez más pero esta vez, Carolina con los ojos arrasados en lágrimas le
detuvo.
- Afróntalo Fernando. Por una vez en tu vida no huyas y contéstame…
-gritó con angustia- ¡contéstame!
- Yo no quería que las cosas se dieran
así… -Fernando la miró con dolor y
tristeza- lo siento tanto Carolina…
- Dilo de una vez.
- No… Carolina, yo no
te amo.
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