No
lo dudó ni por un segundo. Sus piernas arrancaron a correr, junto con las de
Santino, Jaimie y otras personas más que había rondando por allí.
No,
no. ¡Maldito imbécil, no puedes morirte ahora que traje a tu hijo a conocerte!
Gritaba
su mente con pavor, sin querer confesar también, que tampoco quería perderlo
por segunda vez, ahora que había ido a su encuentro.
Cuando
llegaron al coche, detuvo a sus piernas dos metros atrás que todos. Estaba
asustada. No quería estar a su lado y comprobar que su cuerpo yacía sin vida.
Sabía,
que aquello sería otro duro golpe que no creía ser capaz de superar.
Se
llevó sus manos al corazón, mientras recuperaba el aliento por la carrera y por
primera vez, se detenía a observar su alrededor.
Montones
de mecánicos y pilotos, rodeaban el vehículo, preocupados por el chico a quien
no conseguía visualizar, mientras que de fondo escuchaba la sirena de la
ambulancia del equipo médico permanente, que tenía el circuito.
Se
hallaba histérica, ahí parada por saber cómo estaba Sandro.
A
quien había pretendido engañar, aún amaba aquel cobarde traidor.
Nunca
apartaba la mirada hacia las gradas, sus ojos estaban en una constante vigilia
hacia el frente y los retrovisores.
Pero
aquel día, había sentido un fuerte impulso extraño haciéndole dirigir la mirada
hacia allí…
¿Dios,
acaso aquel era su final y su amada, venía en su búsqueda?
No
podía ser, su Regina se hallaba al lado de Santino y Jaimie, hablando. Aquello
era imposible, ella había perdido la vida a manos de un conductor sin
experiencia, por su maldita impaciencia de no esperar un poco más, a que ella
pudiera marcharse de forma voluntaria de su casa al cumplir su mayoría de edad.
Y
ahora, parecía que le estaban castigando.
El
coche, había salido de la curva dando un par de volteretas, por no haber
reaccionado a tiempo al entrar en ella.
¿Por
qué ahora?
¿Por
qué volvía a perseguirle aquel fantasma, después de tantos años?
Abrió
un poco los ojos, soltando algún que otro quejido por el fuerte dolor que
sentía en su brazo izquierdo, para poder ver a su compañero Santino, arrancar
la puerta del coche con la ayuda de dos hombres más.
Después,
se agachó al lado de su sillón con cara preocupada.
-Tío
–Soltó en un leve susurro-, haces muy mala cara –Bromeó a pesar de sentirse
roto por mil lugares.
-Idiota
–Rió Santino por lo bajo-. Me has dado un susto de muerte. Y eso, solo se lo
permito a mi esposa. A éste paso, me matáis a mí.
Sandro
fue a reír, pero solo pudo soltar un amago de quejido.
-Tranquilo,
ahora te sacarán de ahí –Trató de calmarlo su amigo-. No hagas ningún
movimiento brusco.
-Santino
–Lo llamó con cierta suplica-. Siento lo del coche –Pidió perdón-. Pero creí
verla…
-Y
la viste –Respondió con tono duro y mirada entrecerrada, viendo como la cara de
su amigo se reflejaba sorpresa y confusión.
-¡Qué!
Sus
ojos se abrieron expectantes, para de seguida intentar enfocar lo que le
envolvía, pero al no verla allí en un movimiento desesperado intentó medio
incorporarse en el sillón, siendo detenido por la mano de su amigo.
-Ahora
no –Soltó éste con enfado-. Después de que me aseguren que mala hierba como tú,
no muere –Le guiñó un ojo tratando de infundirle algo de calma-. Te prometo,
que seguirá aquí –Se giró a los médicos y bomberos-. Saquéenlo de aquí.
Ordenó
tajante, para alejarse y darle la espalda a su amigo, sabiendo que la mirada de
éste sería de súplica porque se la mostrara.
Pero
primero iba su seguridad.
Ahora,
se aseguraría de que ella no desapareciera y se dirigiría al hospital.
Seguía
de rodillas en el césped, con lágrimas cayéndole de los ojos, mientras trataba
de saber si era grave el accidente.
Para
al segundo siguiente, tensar su espalda, al ver como el piloto amigo de Sandro,
salía de entre el barullo de gente que rodeaba el vehículo y con cara de malas
pulgas, avanzaba a pasos agigantados hacia ella, al tiempo que ignoraba el
acercamiento de su esposa.
Tragó
saliva con cierta dificultad, mientras se posicionaba de pie y miraba como éste
llegaba a su lado, y tras agarrarla de malas maneras del codo, la sacaba casi
arrastras del lugar.
-¡Hay!
–Se quejó por las maneras bruscas, tratando de acomodar sus pasos pequeños a
los rápidos de él.
-No
entiendo por qué te quejas de dolor –Soltó con tono despreciativo el hombre-.
Se supone que las personas muertas no se pueden quejar de dolor.
-¡Santino!
–Lo riñó Jaimie, ajena a quién era ella, pero corriendo para ponerse a la
altura de los dos con el ceño fruncido-. ¡Suéltala! ¡Ya! –Ordenó con enfado por
las maneras bruscas de tratar aquella joven-. ¿Por qué tratas así a la fotógrafa?
Éste,
solo supo soltar una carcajada algo despectiva, para detener sus pasos de
sopetón.
-Ella
es la culpable del accidente –Vociferó mirando a su esposa con furia, ignorando
la mirada de sorpresa de la joven que tenía agarrada-. Cómo le pase algo malo a
mí amigo, juro… -Empezó su amenaza pero se detuvo de inmediato, al ver la
mirada de su esposa-. Ésta es Regina –Escupió de mala gana-. ¿Oh tal vez ya no
usas ese nombre? –Inquirió con cierta burla aborrecible-. Fue la prometida de
Sandro, hasta que falleció en un accidente de coche, cuando iba a su encuentro
para fugarse.
-¡OH!
–Gimió Jaimie sorprendida.
-¡Qué, eso no es cierto!
–Chilló descolocada la joven fotógrafa, mirándolo con ojos perdidos en la
confusión, poco antes de caer al suelo desvanecida.
Cumplisteeeeeeeeeeeee!! Sé que dijiste que la subirías y que está mal dudar de una hermana, pero tremenda sorpresa me llevé al verla. WIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII! me gusta mucho esta historia ( aunque mi sobre dorado, ¿dónde está?) y la extrañaba mucho. Gracias cielo, estoy tan feliz que no diré nada sobre el final y que me dejas de nuevo con las ganas ( Ups, lo dije!)
ResponderEliminarEso iba a decirte so papanatas
EliminarMe has echado broncaaaaaaa!!!!! Pero como te atreves... Y encima dudar de tu sis!!!! Ostras tu... Buuuuu
Jaru, jaru!!! Mira lo que me dice la Sis mayor....
jajajja
Y esta noche trato de acabar el maldito y puñetero final q se me resiste aich
Hola.... fue genial ver que subias esta historia. Nata me robo las palabras de la boca.... que lindo aniversario, gracias por darse el tiempo de entretenernos con tantas historias preciosas.
ResponderEliminarMuchísimas gracias a ti, por seguir estando a nuestro lado dándonos apoyo.
EliminarBesazos
que bueno poder leer un capitulo mas de la historia, ya espero que los protagonistas comiencen a interactuar
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