Los
días posteriores anduvo un poco ausente, aún cuando estaba conmigo. Salíamos, reíamos por tonterías, pero su risa no llegaba
a su mirada.
-Mañana
vamos al cine –la invité imaginando que aquello podría animarla, seguro se
opondría a una cita tan tradicional y buscaría algo más interesante. Sin
embargo aceptó, aunque pidió escoger la película. Estuve de acuerdo porque
aquello parecía haberle devuelto su chispa, algo brillaba nuevamente en sus
increíbles ojos verdes.
El
día de la cita, me llamó para indicarme el lugar , la hora y pedirme que no
llevara mi camioneta. Tess tenía una relación conflictiva con mi amado
vehículo, ella que prefería vagabundear sin rumbo miraba con desagrado a mi
mole metálica.
Cuando
llegué a las ocho de la tarde al lugar establecido, Tess estaba esperándome en
la puerta del cine y su sonrisa era amplia e incluía sus ojos, yo miré el
lugar, leí la información sobre la función y agité la cabeza.
Era
una función de tres películas de Audrey
Hepburn.
A
mí ,como a cualquiera de los chicos de mi edad, me gustaban las películas modernas, con
efectos especiales, esas que eran grandes éxitos de taquilla, si se trataba de
una cita, mejor si era algo de terror para abrazar a la chica, o haciendo una
gran concesión algo romanticón, que luego terminaba siendo para mi propio
provecho.
Pero
mi chica de pelo azul, siempre lograba llevarme a terrenos desconocidos. Esta
vez era ver una ronda de tres películas viejas, de una actriz muy famosa pero
que yo jamás había visto en mi vida.
Seis horas aburridas en el cine. Suspiré.
-Así
que si eras clásica en algo – dije mirándola afligido. Lamentablemente lo único
clásico en ella era su gusto por las películas antiguas.
-Vamos,
Mac…va a gustarte. Haré que te guste. Ella es mi favorita – dijo y me arrastró
al interior del cine.
Las
películas eran Desayuno en Tiffany,
Vacaciones en Roma y Sabrina.
Luego
de ver las dos primeras, entendí porque a ella le gustaba aquella actriz y esas
películas, tanto Holly Golightly como la Princesa que quería vivir por una vez
en su vida, se parecían mucho a Tess. Ambas eran deslumbrantes, como si estuvieran
ansiosas por vivir y al mismo tiempo tenían cierta fragilidad, aquella
combinación las hacía irresistibles. Un hombre podía dejase arrastrar por
ellas, al tiempo que quería protegerlas aún sabiendo que terminaría con el
corazón roto por amarlas.
También
la pequeña Sabrina era una mujer que quería ver el mundo….pero no pude terminar
de ver su historia, Tess interrumpió la función cuando se sentó sobre mi falda
para besarme.
-Oye…-
la reté algo avergonzado, pero lo cierto era que casi estábamos solos, apenas
si había unas diez personas más, y sinceramente a nadie le importaba dos
adolescentes besándose en los asientos del fondo. Pero yo me sentía algo
intimidado, sobre todo por la forma en que reaccionaba ante ella.
-Vámonos…-
susurró.
-Aún
no termina la función.
-Sé
cómo termina, tiene un final feliz. Eso es lo bueno de estas películas – me dijo
ella y tomó mi mano para arrastrarme hacia afuera. La seguí sin resistirme.
Era
medianoche y llovía, aún así la temperatura era agradable. Me refugié debajo el
saliente del cine esperando que pasara, Tess se soltó de mi mano y fue hacia la
calle.
-Está
lloviendo, vas a mojarte – dije casi estúpidamente.
-Lo
sé, tengo sed de lluvia – respondió y salió corriendo.
La
mayoría de las chicas que conocía hubieran corrido a buscar refugio, Tess
corrió hacia la lluvia y con los brazos abiertos de par en par empezó a dar
vueltas en mitad de la calle empapándose completamente.
Me
resigné a terminar mojado también y fui hacia ella, estaba riendo, como si de
verdad calmara su sed.
Una sed de la que yo no sabía nada.
No
había nadie en las calles, nos besamos de nuevo y luego corrimos mientras la
ciudad estaba transfigurada por la lluvia y la noche.
Llegamos
hasta su casa, ella abrió la puerta y yo la besé para despedirme, pero Tess me
jaló hacia dentro.
-
Tess…- susurré como advertencia.
- Estamos solos, mi padre está de viaje – me
tentó y aunque intenté retirarme, no pude.
Esa
noche fuimos los dos quienes ardimos como estrellas en medio de la pasión y el
deseo, en medio de un amor adolescente que arrasaba con la misma fuerza que la
naturaleza.
De
esa primera vez que hicimos el amor recuerdo el aroma a lluvia, la ropa
empapada que caía pesada al piso mientras nos desvestíamos, su piel fría por el
agua, los mechones azules húmedos entre mis dedos.
Sentir
que la tenía y que se me escapaba como las gotas de agua que se sentían
repiquetear contra la ventana de su habitación.
Tess
me observaba atentamente mientras la tenía envuelta en mis brazos.
-¿Qué
ves con tanta atención? – le pregunté curioso.
-
Sólo pensaba cómo te verás cuando seas mayor, si tendrás barba o serás calvo, esas cosas…- dijo como si mirara esos
instantes que solo ella veía y capturaba en sus dibujos. También yo intenté
imaginarla, aquel cabello azul vuelto blanco por los años, arrugas alrededor de
sus ojos verdes, la lentitud en aquel cuerpo flexible, pero no pude. Nada de
eso pegaba con la muchacha que acababa de amar.
-Quiero
que vengas a casa a conocer a mis padres.- dije de pronto y la sentí tensarse.
-No,
gracias.
-Preferiría
que te conocieran, si nos ven en la calle o les cuentan quiero presentarte yo y
no que se entere de otra forma.
-Oye,
Mac, yo no hago eso…Visitas de novia, responder preguntas, representar un rol.
-Yo
conocí a tu padre y respondí sus preguntas.
-Eso
es porque tú querías un título y porque además tenías las respuestas correctas
para sus preguntas. Yo no las tengo. No puedo contestar sobre mis planes para
el futuro o esas cosas que tus padres querrán saber sobre tu novia…
-No
será así…-dije y era mentira, sabía que mis padres, sobre todo mi madre le haría
miles de preguntas, más si era la primera chica que llevaba a casa. Pero me
sentía algo decepcionado de que Tess no quisiera ni intentarlo, para mí, nuestra
relación se había vuelto seria.
-No
soy la chica que caminará contigo frente al altar y hará tus desayunos- dijo
Tess intentando apartarse, aquella declaración me angustió. La abracé fuerte de
nuevo.
-¿Entonces?
– pregunté.
-Soy
tu ahora, Mac, puro presente…- susurró y la besé
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