-Te
invito a desayunar…- propuso ella.
-¿Qué?
-Tú
invitaste el helado, hoy invito el desayuno. Conozco el lugar perfecto.
-¿A
esta hora? ¿Dónde?
-Sólo
sigue al Conejo, Alicia… - tarareó ella
y se adelantó dando pequeños saltos. Luego me llamó con la mano y yo la seguí,
a cualquier país que ella quisiera llevarme.
El
misterioso lugar era una pequeña y antigua cafetería, era temprano para que
estuviera abierto, pero Tess entró por una puerta secundaria que sólo percibí
cuando ella la atravesó, fui tras ella. Una mujer mayor estaba metiendo unas
bandejas en el horno, Tess le dio un beso y la mujer le devolvió un cálido
abrazo.
-¿Quién
es él?
-Un
amigo, lo invité a desayunar.
-No
se parece a tus otros amigos.
-Lo
sé- respondió y las dos me miraron como
si hubiesen olvidado que yo podía escucharlas. La mujer rió.
-Vaya,
busquen una mesa y ya les llevo el desayuno.
-Gracias
– respondió ella y me tomó de la mano para tirar de mí hacia el salón de la
cafetería donde ocupamos una mesa junto a la ventana. Nos sentamos y antes que
yo empezara con las preguntas, ella me contó.
-Se
llama Sara y la conocí el verano pasado cuando trabajé aquí medio tiempo,
también trabajé un tiempo en invierno, ahora somos amigas.
-Ya
veo – respondí entendiendo porque no la había visto en los lugares de moda.
Había estado refugiada en este lugar que ahora estaba invadido de un tentador
olor a café y pasteles.
-Aquí
tienen, tu favorito – dijo la dueña del lugar dejando dos porciones de pastel y
unas espumosas tazas de cappuccino delante nuestro.
-Tarta
de moras…- señalo Tess antes de darle un buen mordisco a la suya, por su
expresión debía ser deliciosa.
-No
pensé que tuvieras una favorita, creí que te gustaba probar cosas diferentes.
-Pero
cuando uno prueba, suele encontrar algo que es mejor que todo lo demás. Y esta
tarta lo es, pruébala.
En
verdad, la tarta era muy rica, más aún por estar recién hecha. Era una mañana
de verano, como tantas otras y sin embargo, se sentía muy diferente.
Y
entre bocadillos de tarta de moras, y sorbos del café, hablamos de todo un poco
y Tess suspendió su regla sobre las
preguntas, aunque las respuestas seguían siendo inesperadas.
Le
hablé de mis planes para la Universidad, iba a estudiar Ingeniería.
-¿No
seguirás con el básquet? – preguntó justo cuando Sara nos sirvió una segunda
porción de tarta ganándose una mirada agradecida de la chica de pelo azul. Y también mía, en aquella época mi segunda
cosa favorita en el mundo era la comida.
-No
– respondí luego de darle un mordisco a la tarta. Me costaba responder eso, me
costaba pensar que mis días como capitán del equipo habían llegado a su fin.
-¿En
serio? ¿Si tuvieras la posibilidad de jugar como profesional también lo
dejarías?
-Lo
cierto es que no soy tan bueno. Puedo ser un buen jugador para nuestro equipo,
pero no al nivel de grandes ligas, además…
-¿La
rodilla? – preguntó ella y asentí. Lo cierto era que había tenido un par de
lesiones, era joven, mucho, pero en una carrera de deportista profesional eso
era una desventaja. Ir a la Universidad también implicaba que el básquet se
volvería sólo un pasatiempo.
-Sí,
no resistirá tanta exigencia, así que el estudio será mi prioridad ¿Y tú?¿Qué
vas a hacer? ¿Irás a la Universidad a estudiar arte o algo así?
-No,
iré a Marte- respondió y fruncí el ceño.
-Preguntaba
en serio.
-Y
yo respondía en serio, mis planes son ir a Marte.¿ Se te ocurre algún otro
lugar mejor para alguien de cabello azul?
-¿Serás
astronauta o algo así?
-No,
sólo iré a Marte.
-¿Por
qué Marte? Podría ser Júpiter, Saturno… – pregunté siguiéndole el juego y ella
se inclinó hacia a mí como si fuera a revelarme un secreto.
-Tiene
mejor publicidad turística. Ya sabes, libros, películas…toda una infancia
siendo bombardeada con eso, me hace pensar que Marte es una buena opción.-
sentenció muy seria y bebió un gran trago de su cappuccino. Dejé de insistir,
no encontraría una respuesta adecuada, no adecuada a mis estándares al menos.
Terminamos
de desayunar y Tess dijo que se quedaría a ayudar a Sara, ofrecí quedarme
también, pero no aceptó. Yo aún debía volver a buscar mi camioneta, así que nos
despedimos Al llegar a la puerta me
detuve,
-El
viernes, hay una fiesta en la playa, en casa de
Martin. Nos vemos allí – dije con seguridad aunque sabía que ella iría
solamente si se le antojaba.
-Suena
bien, deberías ir – dijo la dueña de la cafetería acercándose a Tess.
-Mmmm
quizás deba hacerlo – dijo ella mirándome fijamente y le sonreí antes de salir.
Era
el último verano antes de que mi vida tomara otro rumbo, debiera haber deseado
que aquellos días pasaran lento, pero esa vez estaba ansioso, quería que el
tiempo corriera para volver a verla.
Los
días previos a la fiesta circulé por la ciudad buscándola inconscientemente,
pero ninguna chica de cabello azul se cruzó en mi camino.
El
malhumor y la inquietud fueron constantes hasta la llegada del viernes.
Nunca
me había esmerado tanto en arreglarme como aquella vez, me cambié muchas veces de ropa, hasta mi madre se sorprendió
de aquel repentino interés por mi apariencia. Era alto y con el cuerpo
trabajado de un joven deportista así que usualmente no le daba tanta
importancia a lo que me ponía, y además era muy seguro de mí mismo. Pero era
distinto, quería dejar buena impresión en una chica que decía que iría a Marte,
no tenía ni idea de cómo resultarle atractivo y era lo que más deseaba. Había
visto a algunos de los chicos que andaban con ella y yo no encajaba en aquel
estilo, lo que podía ser una ventaja o una desventaja, mi forma de verlo
variaba con el correr de las horas.
La
fiesta era un éxito y el lugar estaba
lleno, saludé a mis amigos brevemente y luego empecé a adentrarme en la muchedumbre humana para buscar a Tess, sin
embargo no la veía por ningún lado. En cambio me topé con algunas chicas de las
que tuve que deshacerme amablemente, a veces el pasado, aunque uno tuviera
dieciocho años estorbaba.
Recorrí el lugar y no la encontré. Pregunté a
un par de personas, pero no la habían visto.
Estaba
desilusionad, aunque en el fondo esperaba que ella no fuera , lo peor era que
no tenía excusa para buscarla, si ella había elegido no ir significaba que no
tenía ningún interés en mí.
Tomé
una botella de cerveza y salí a caminar por la playa. Había gente bailando en el exterior y algunos
bastante borrachos se estaban dando una zambullida de medianoche.
Nada
de eso me atraía así que seguí caminando buscando algo de tranquilidad, de
pronto vi una fogata brillar a lo lejos, me dirigí hacia allí.
Creí
estar viendo algún tipo de espejismo cuando descubrí que junto a la fogata
había una persona, y era Tess.
Se
giró a verme y con el reflejo del fuego pareció envuelta en una luz rojiza, por
un segundo pensé que estábamos en el planeta rojo que ella deseaba visitar.
-¿Estabas
aquí? – pregunté tontamente y me fui a sentar a su lado.
-Sí,
había mucho ruido allí dentro y las estrellas se ven mejor desde acá.- dijo
mirando hacia el cielo nocturno. Entonces fui consciente de otra cosa, se la
veía solitaria.
-Te
estuve buscando…- comenté sin saber bien que decir, era la primera vez que
percibía aquella aura de soledad que la rodeaba y no sabía muy bien qué decir.
-No
estabas buscando en el lugar adecuado. Yo esperaba aquí…- me dijo y rodeó sus piernas con los brazos. Llevaba
pantalones cortos y una blusa de hilo plateado, de una textura casi etérea. Le tendí
la cerveza que bebía casi
automáticamente porque de pronto me sentía muy nervioso.
Tess
bebió un trago largo y me a devolvió. Luego se paró.
-¿Quieres
bailar? – me preguntó y yo asentí´.
-De
acuerdo, vamos – dije encaminándome de regreso a la fiesta.
-No
allí, aquí…- dijo ella.
-¿Aquí?
– pregunté sorprendido, la música era un eco muy leve que casi no se
distinguía.
-Aquí,
bajo las estrellas, con la música del mar…- susurró invitante. En otro momento me
hubiera parecido ridículo, pero ella
hacía que no lo fuera, convertía lo extraordinario en algo natural. Decidido
fui hasta ella, hasta la chica de pelo azul que esperaba parada descalza en la
arena, la tomé por la cintura, ella puso una mano en mi hombro y extendió la
otra, yo sonreí .No existía otra opción
en medio de ese paisaje, con el compás de las olas, bailamos un vals, o algo
muy parecido a eso.
Y
al finalizar, la levanté en brazos y la hice dar vueltas hasta que los dos
caímos a la arena riendo. Nos quedamos allí acostados, viendo el cielo.
-Vamos…-
dijo ella poniéndose de pie.
-¿Dónde?
-Regresemos
a la fiesta…
-¿Estás
segura? - Cuestioné, yo no quería volver a aquel lugar
ruidoso, quería quedarnos allí, solos los dos.
-Conozco
un buen lugar – comentó y una vez más volví a ser Alicia siguiendo a su usual
guía a donde quisiera ir.
Un
rato después estaba riendo, estábamos en la fiesta y al mismo tiempo no, el
lugar de Tess era el tejado, habíamos trepado hasta allí. Podíamos escuchar la
música, las voces, pero teníamos un lugar propio, aislado. Fue entonces cuando
descubrí su gusto por los lugares altos. Aquel verano, gracias a esa
preferencia, conocería muchos de los lugares de la ciudad desde donde podía
verse el mundo sin que este nos viera.
Mi
resistencia a volver a la fiesta se había convertido en una grata sensación
porque estábamos entre los demás, pero al mismo tiempo no, teníamos un espacio propio en el tejado, un
pequeño micro universo de los dos lo que lo hacía muy especial .No podía dejar
de sentir que ella estaba había ido a la fiesta para estar conmigo. Eso me
hacía feliz.
Escuchamos
la música y hablamos de temas al azar,
luego Tess volvió a observar el cielo nocturno.
-¿Sabes
los nombres de las estrellas? – me preguntó y yo señalé algunas de las constelaciones
que conocía. Era uno de esos momentos en que los chicos lamentamos no haber
estudiado o aprendido algo para impresionar a la chica que nos interesa, me
hubiera gustado dar una clase magistral, pero apenas si conocía algunas.
Ella
mencionó el nombre de otras y me las señaló.
Luego
se volvió a mirarme, con aquellos ojos verdes que cada vez me cautivaban más.
-¿Qué
harás si atrapas una estrella? – me preguntó con curiosidad.
-¿Qué?
– dije confundido ante aquella pregunta
-Si
atrapas una estrella…aunque supongo que no hay mucho que hacer, ¿verdad? Si es
una bola de gases y tratas de atraparla desaparecerá, y si es fuego vas a
quemarte. ¿Qué harías si atraparas una estrella? – volvió a preguntarme después
de hacer aquel razonamiento como si llevara mucho tiempo pensándolo.
No
estaba seguro de a dónde quería llegar, pero para mí la estrella de la que hablaba
era de sí misma, no imaginaba a alguien más brillante, más parecida a una estrella
que la propia Tess.
Me
dio miedo. Esa pregunta me asustó. Pensé muy bien que responder porque sentí que
lo que dijera sería crucial.
Le
di mi respuesta y supe que le había gustado. Esa noche fue el comienzo, y como
todo comienzo era una incertidumbre, uno nunca sabe a dónde nos guía el azaroso
encuentro con una persona. A veces podemos ver con claridad cuando todo
comienza, se graba en nuestras memorias ese momento, pero no sabemos cómo
terminará.
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