jueves, 5 de marzo de 2015

Estrella ardiente 2°



-¿Fuiste  a muchos de mis partidos de básquet? – indagué.
-No, sólo a las finales, como casi todos en la escuela – dijo y eso hizo que se derrumbara un poco la expectativa que había brotado al ver el dibujo.
-Ah…¿ entonces no te gusta?
-No sé mucho sobre básquet, y nunca he probado jugarlo…
-¿Te gustaría aprender? – pregunté y ella me miró animada.
-Sí, suena divertido. Dime Samuel “Mac”, ¿llevas una pelota de básquet en la guantera de tu camioneta?-esta vez fui yo quien sonrió pensando en sorprenderla.
-No, en el asiento trasero. Ya sabes tal como tú cargas ese cuaderno, yo también voy preparado. Espera unos minutos.

Fui a buscar la pelota y me dispuse a enseñarle a lanzar al aro. Al ponerme detrás de ella para mostrarle como tomar la pelota y posicionarse, me sorprendí de lo bien que encajaba contra mí. Mi mentón daba justo sobre su cabeza , parecíamos dos piezas que se ensamblaban naturalmente.
Carraspeé y puse un poco de distancia, quería ir con calma.
Le di las indicaciones y ella acertó al primer tiro, no me sorprendía. Estaba pletórica de entusiasmo, Después descubriría que Tess amaba aprender cosas nuevas.
Estuvimos un rato practicando tiros y yo traté de impresionarla con mis habilidades, no sabía muy bien como comunicarme con ella pero sabía jugar al básquet, era bueno en eso.
Luego volvimos a las gradas a descasar.
-¿El básquet te apasiona? – preguntó ella
-Sí, ¿y a ti? ¿Qué te apasiona?
-Me apasiona todo …y nada…- dijo ella con la mirada brillante y nuevamente sus palabras tuvieron el efecto de una bomba.
-Eso es bastante contradictorio.- comenté intentando que ella dijera más.
-Quizás – respondió escuetamente como si lo paradójico no le generara ningún problema..Yo seguía pensando que era absurdo, pero no iba a insistir, quería seguir viéndola no ahuyentarla.
-¿Qué música te gusta? – pregunté intentando cambiar el tema de la conversación hacia un campo más seguro.
Ella hizo una mueca extraña y luego me miró intensamente poniéndose muy cerca de mí
-¿No se te ocurre otra pregunta? Quiero decir si quieres conocerme, qué música me gusta es bastante insignificante. Podría ser que me guste un solo estilo, que cambie a lo largo de mi vida o incluso que alguien me haga conocer una nueva música y termine amándola. Nada de eso me define. Podrías preguntarme mi color o comida favorita y nada de eso te serviría para conocerme.
-¿Y qué se supone que debo preguntar? – dije casi molesto.
-Piensa, Samuel “Mac”. Si haces buenas preguntas te daré buenas respuestas. Por ejemplo, si yo quisiera saber de ti, te preguntaría qué podría hacerte abandonar un partido de la final en la mitad, eso me diría mucho sobre tu personalidad más que saber tu color favorito. Es más importante saber cómo actúa alguien que una lista de gustos que pueden variar
-¿Debo responder? – le pregunté mientras trataba de ponerme en esa situación hipotética, ciertamente nunca lo había pensado, qué podría ser más importante que un partido final..
-No, sólo era un ejemplo.-  respondió volviendo a herir mi ego, tal vez no le interesara saber nada de mí.
-¿Quieres ir por un helado?
-Es una pésima pregunta, pero una buena idea – respondió y me sentí un poco aliviado de haber hecho algo bien. Y descubrí que ella tenía mucha razón, para conocer a una persona era mucho mejor verla actuar.
Conduje de regreso al centro de la ciudad donde fuimos por el helado, yo pedí los gustos de siempre, los que más me gustaban, Tess preguntó que sabores nuevos tenían. Pidió algo como helado de té verde y otro sabor extraño que ya no recuerdo.
-¿Te gustan?- preguntó dándome cuenta que era otra de las preguntas tontas que ella odiaría, pero esta vez me respondió.
-No lo sé, eso voy a descubrir, jamás los probé antes.
-¿Por qué elegir algo que no sabes si te gustará o si odiarás? – pregunté intentando formular mi pregunta de forma que no sonara tan común.
-Vas mejorando Samuel, así que responderé. Quiero probar todo lo que pueda, helados, comida, todo…
Quiero hacer todo lo que me guste y necesito experimentar para saber. La idea de quedarme atada a  lo mismo por el temor a lo desconocido es lo que realmente me asusta. Claro que tampoco signifique que ande haciendo cualquier cosa, tengo mis propios límites éticos. Nada de drogas, nada de orgías…- dijo al final guiñándome un ojo y supe que lo último había estado destinado a provocarme.
El rasgo más distintivo de Tess era aquel interés por aprender, por mirar, por probar, como si estuviera siempre asombrada o como si tuviera miedo a aburrirse del mundo y de la vida. Yo necesitaba la seguridad de las costumbres, ella el desafío de lo nuevo.
-Gracias por el helado- dijo ella y antes de la inminente despedida, una vez más traté  de retenerla.
-Quiero volver a verte, pero no menciones de nuevo a la casualidad, prefiero un lugar, una hora…
-¿Has leído el Principito, Samuel “Mac”?- no tenía idea de cuál era la relación pero dije que sí.
-Me refiero a la parte del zorro, eso de esperar a alguien, ponerse ansioso…Odio eso. La ansiedad, esperar y que quizás la persona no venga.
-¿Entonces?¿Cómo haces para ver a alguien?
- Si me interesa lo suficiente, lo busco.
-¿Te intereso lo suficiente para qué me busques?
-Aún no lo sé”.- dijo como si aún no se hubiera decidido sobre qué hacer conmigo, eso empezaba a molestarme.
- O sea que tu interés en mí se reduce a encontrarnos de casualidad.- casi protesté.
-Te gustan demasiado los horarios y las reglas. De acuerdo, antes que amanezca, justo antes de la salida del sol, en el puente de Waiss. Ya tienes tu lugar y tu horario. De esa forma, yo veré el amanecer aparezcas o no.
Ciertamente no podía contradecirla, me había dado una hora y un lugar para una nueva cita, ofrecí llevarla pero dijo que prefería caminar un rato sola.
Sin dudas era mucho más fácil cuando una chica me decía de encontrarnos en la puerta del cine, pero también era menos atractiva. Conocía muchas de ese estilo pero solo una Tess.
Aquella cita requirió mucha planificación,tuve que quedarme a pasar la noche en casa de un amigo porque aunque no tenía problemas con mis padres, sería un poco complicado salir  antes del amanecer sin tener que dar ninguna explicación.
Era verano y amanecía temprano así que antes de la cinco ya estaba levantado, conduje hacia el puente, tuve que estacionar lejos ya que no podía acceder al sector peatonal con mi camioneta. Aún estaba oscuro y cada paso que daba medio a tientas me hacía volver a preguntarme por qué ella cuando era infinitamente más fácil ir a un club , bailar y  divertirme. ¿Por qué caminar a ciegas por un puente, en la madrugada, con sueño,  para ver el amanecer? Pelo azul y ojos verdes eran la única respuesta.
Después de avanzar un rato pude divisarla, justo cuando el cielo comenzaba su sutil transformación, vi a Tess acodada en la barandilla, lamenté no ser tan buen dibujante como ella, allí absorta en el inminente amanecer era digna de un retrato.
No recuerdo haber visto  anteriormente un amanecer, quizás en alguna salida me agarró la mañana antes de darme cuenta, pero el primer amanecer que realmente observé como un milagro, fue aquel.
Me le acerqué despacio y ella apenas giró a observarme.
-Llegas a tiempo …- dijo y volvió a concentrar su mirada en el cielo. Me acomodé a su lado y juntos nos sumergimos en un maravilloso espectáculo, sinceramente fue una experiencia casi mística, había algo  casi sagrado en ver nacer un nuevo día y entendí que aquello creaba un vínculo más fuerte que cualquier otra actividad más superficial.
Después de la salida del sol caminamos de regreso .
-Esta es mi hora favorita, cuando el día apenas comienza- dijo Tess
-Es muy tranquilo- comenté notándolo por primera vez. No había personas, todo era silencioso y calmo.
-Siento como si todo fuera comienzo, como si todo fuera posibilidad. A lo largo del día las cosas pueden arruinarse y salir terriblemente mal, pero a esta hora todo está bien. Es el instante en que el mundo renace y nosotros también- casi susurró.
-Gracias – le dije y era cierto. Me sentía como si me hubieran dado un regalo y tal vez eso sea compartir nuestra visión del mundo con alguien, tal vez sea un regalo, ofrecerle a la otra persona poder mirar de forma distinta.

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