lunes, 29 de diciembre de 2014

Noches En El Balcón 20

Le dolía la cabeza por dos motivos.

Uno, por no haber cerrado sus ojos y dejado ir su mente al mundo de los sueños. Y dos, por no haber dejado de repetir una y otra vez, su primer beso.

¡Dios, había sido besada!

Volvió a gritar en el interior de su cabeza, mientras se tapaba el rostro con su almohada, notando como el calor resurgía en sus mejillas.


Soltando un suspiro, retiró la almohada y se medio incorporó en la cama, para alcanzar su móvil y consultar la hora que marcaba éste. Eran las nueve de la mañana de un soleado domingo. Una hora muy temprana, para ponerse en contacto con su amiga Gemma.

Dios, seguro que su rostro presentaba un aspecto horrible. Y su madre, conociéndola como lo hacía y siendo lo persuasiva que era, le iba a estar dando la murga durante todo el día hasta que lograra soltarle prenda. Pero por primera vez, sentía una barrera que le era difícil de cruzar. Pues no sabía como llegar a compartir aquel hecho con ella. Veía mejor un punto de vista adolescente, que sabría lo importante que resultaba aquello.

-¡Erg!

Soltando un gruñido algo ofuscado, lanzó su teléfono encima de la cama para soltar un par de patadas al aire y comprobar si servía para desahogarse de la frustración que acarreaba.

Pero no sirvió de nada.

Comprobó dos minutos después con los brazos y piernas extendidos a lo ancho del lecho, y notando en su interior la misma inquietud correr por todo su sistema nervioso.

¡Una ducha!

Pensó de repente, medio incorporándose con los ojos abiertos como un búho. Pues normalmente, era algo que solía relajarla de un día largo de estudio. Y puede que una bien fría, lograra activar nuevamente sus cables para que le llegara algún voltaje a sus atolondradas neuronas.

Dándose un buen impulso sacó su trasero de la cama, para llegar al pomo de la puerta en apenas dos zancadas, llevándose al instante un enorme susto cuando al abrir la puerta halló a su madre tras ésta, con la mano alzada.

¿Vaya, tan pronto se topaba con ella?

Si le preguntaba algo por su aspecto, le diría que había tenido mucho calor y apenas había pegado ojo. Pensó en menos de una milésima de segundo, tras poder visualizar la gran energía que traía ella en su mirada.

-¡Que susto! –rió la mujer, brincando en el mismo lugar pero con una sonrisa en sus labios-, mira que bien. Ya no tengo que pelearme para sacarte arrastras de la cama –Dijo guiñándole un ojo.

-Eso nunca ha ocurrido –Señaló con la mirada medio cerrada, justo antes de pasar por su lado y dirigirse al baño.

-Vaya, hoy tenemos el humor cruzado –Observó veloz la mujer, consiguiendo que tensara un poco la espalda por su perspicacia. Por suerte, su madre era una mujer que respetaba algo el espacio íntimo de cada una, quedándose ésta apoyada en la puerta del baño-. Cariño, que te parecería la idea de preparar bocadillos y dirigirnos a la playa, para pasar todo el día en ella hasta que nos hartemos.

Agua fresca, olas, poder dormitar y jugar en la arena con Nico… Sí, realmente aquello parecía una magnífica idea para pasar el día y no, disponer de muchos momentos aburridos para pensar en Eric y su beso.

-¡Vale! –Señaló con humor más animado y algo optimista, a que tal vez podía tener un día mejor del que creía tener cuando se había levantado de la cama.

-Bien –aceptó su madre-, salgo a la calle a buscar el pan para los bocadillos, estate pendiente de tu hermano.

A las diez y poco de la mañana, ya habían cogido un buen lugar rozando la orilla en la aún solitaria playa. Clavando la sombrilla, para colocar su toalla y seguidamente ir hacia el agua, conteniendo el aliento con cierta alegría, cuando el frío mar jugó entre sus pies.

Ahora, veía lo mucho que echaba de menos el bajar a la playa y unir su mente a la naturaleza. Sí, su madre había tenido una muy buena idea para aquel día.

Girándose hacia ellos dos, pudo sorprender a su madre con un brillo triste en la mirada que apenas duró unos segundos. Pero los suficientes para saber qué había provocado aquello.

Mira que llegaba a ser a veces burra…

No tenía que ser egoísta. No era la única que estaba viviendo cambios en su vida. Aquella, era la primera vez que acudían todos a la playa sin su padre.

Su madre, un poco vacía si debía sentirse.

Así que puso un brillo travieso en su rostro, para correr hacia ellos y darles fuertes besos antes de echarles algo de arena, entre un mar de carcajadas.

Aquel, tenía que ser un divertido día para guardar en sus buenos recuerdos. Costara lo que costara.

                                                                           ***

Eran cerca de las siete de la tarde, cuando en aquel trozo de playa, eran más las personas que se marchaban a sus casas, que las que llegaban a darse un chapuzón con los débiles rayos del sol de la tarde.

Y lo que le parecía increíble, es que una de aquellas personas que llegaba y topara con ellos, fuera el mismo Eric.

Por suerte suya, se hallaba en aquel momento en el agua, dándose un buen remojo para quitarse de encima toda la arena que tenía adherida a su cuerpo, tras haber hecho montones de castillos de arena en la orilla con Nico.



2 comentarios:

  1. Pero EJ, ¿como me haces esto? Después de taaaanto tiempo sin tener noticias de esta historia... vas y me la cortas cuando llega Eric. ¡Nooooooo!
    Gracias Ej jijijiji, buenísimo. Hasta a mí me apeteció un chapuzon en la playa jijiji.
    Besitos

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  2. Gracias por el regreso de esta historia, se extrañaba. pero coincido con Yola..¿Por quéeeeeeeeeeeeeeeee?
    Y también me apeteció un chapuzón en la playa y ser adolescente...y ERIC
    Besos, cielo

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