Con
gran rabia, agarró su bolso en forma de maletín y con él, caminó hasta la
puerta de cristal, en donde podía ver la calle y a los transeúntes libres de
correr por ella.
¿Qué
diantres pretendía? Sino había llave, no había libertad.
En
serio estaba ocurriendo aquello, fuera de todo pensamiento coherente que
pudiera tener Prieto y por lo visto, también las chicas.
¡Las
chicas!
Alzó
su pierna derecha, para apoyar el bolso en ella y extraer con comodidad su
móvil. Y en un santiamén, su teléfono contactaba con quien creía más
incriminada de todas ellas, con Elvira. La única, que se había atrevido a
enviarle un SMS mentiroso y tramposo.
-¿Sí?
–Respondió la voz de su amiga algo conspiradora o eso, es lo que creía escuchar
ella por la situación.
-¿Es
lo único inteligente que me dices? –Reprochó con cierta altivez.
-¿Mandy
preciosa, te ocurre algo? –Preguntó su amiga con voz dulce.
-¿Qué
día es hoy Elvira? –Siguió sin abandonar su tono de reproche.
-Viernes
–Respondió de forma automática-. Es cuando solemos quedar para comer y tú, aún
no has llegado.
Mandy
tensó su espalda ante las palabras de su amiga.
¿Acaso
se creían que era tonta y ciega?
-Creo
que sois vosotras las que no habéis llegado o no habéis querido hacerlo –Volvió
a indicar con cierto tono sospechoso.
-¿En
serio qué no te ocurre nada? –Volvió a insistir su amiga-. Estas algo rara y
tampoco hay tanta gente en el Savannah, para que no nos podamos ver.
Al
instante, Mandy frunció el ceño.
-¿Savannah?
Cómo diantres se supone que debo saber yo, que estáis en el maldito Savannah
–Escupió con mal humor.
Así,
que aquello es lo que había adivinado Adam con la charla telefónica a Prieto.
Todo era una treta del grupo, para tratar de dejarlos a solas y encerrados por
horas.
¿Acaso
sus amigas habían perdido un tornillo? Aquello era de locos. Se llevaban como
el perro y el gato y encima, allí abundaba el alcohol y los cuchillos… No era
una buena mezcla.
-Te
hice llegar un mensaje al móvil –Indicó en su defensa Elvira.
-Pues
no tengo ninguno en referencia al Savannah –Señaló mostrando algo de histeria.
-¿Entonces,
dónde demonios se supone que nos estas esperando? –Indicó su amiga no dejando
ver, señal alguna de todo el plan que habían confabulado a sus espaldas.
-Donde
todos los puñeteros Viernes –Masculló con un gruñido.
-¡Pero
si hoy lo tenían cerrado! –Exteriorizó la joven con cierta imitación de
sorpresa.
Sus
nervios explotaron del todo.
-¡Iros
al cuerno, no soy imbécil! –Gritó sin paciencia al aparato electrónico, sin ver
que había hecho salir al cocinero de su escondite-. Buscad a Prieto y traerlo
por las pelotas aquí, si no queréis acabar calvas de ciertas partes de vuestra
anatomía –Soltó con tono amenazante-. Tenéis menos de media hora –Y colgó
rebufando por la nariz.
Me gustó!! Y van volviendo tus historias, me alegra que así sea, aunque me queje que son cortas
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