lunes, 15 de diciembre de 2014

Conociéndote 24



Helena caminó decidida hacia el pizarrón y resolvió rápidamente el ejercicio.
-Muy bien Srta. Wilde, es correcto – dijo el profesor con tono de incredulidad. No se lo podía culpar, ella había hecho todo lo posible por frustrar las expectativas hasta que él había aceptado que era una mala estudiante.
Recién ahora, ella comprendía la verdadera dimensión del daño que podían hacerte algunas personas, no sólo la habían herido al traicionar su confianza, sino que la habían hecho perder la confianza en sí misma y convertirse en alguien que no era.
No dejaría que volviera a suceder.
Caminó de regreso hacia su asiento y al pasar junto a Ben, él le rozó la mano levemente, eso la hizo sonreír. Y esa caricia que la alentaba valió más que los murmullos que provenían de otras personas.

En el siguiente descanso se escabulleron a la sala de música
-¿Quieres que nos salteemos el último periodo? – le preguntó Ben mientras se sentaba al piano para tocar. Era una melodía de Coldplay, ligera pero al mismo tiempo con cierta profundidad que revelaba lo que él estaba pensando.
-¿Estás loco Benedict Cole? No vas a usarme como excusa para saltearte clase,    ¿hay algún examen para el que no estudiaste? – le preguntó para provocarlo una vez que él dejó de tocar.
-Claro que no. Debe ser esto de juntarme con la chica mala…- dijo en broma y ella se alegró de que pudiera tomarse aquellas palabras a la ligera cuando había otra gente que pensaba seriamente que ella sería una mala influencia para el delegado.
-Despierto tu veta rebelde, ¿verdad?
-Definitivamente.
-¿Ben?
-¿Mmm?
-¿Qué te llamó la atención de mí?
-Algún día te lo diré…
-¿Por qué no ahora? – insistió con curiosidad y él le dedicó una sonrisa traviesa, sonriendo así, el chico malo parecía ser Benedict.
-Algún día, Helena.- respondió dando por zanjado el tema. Regresaron a clases y el primer día de su particular batallas, terminó.
El segundo fue mucho más difícil.
La situación fue similar a la del día anterior, pero dio un giro en la hora de educación física. Hombres y mujeres tenían aquella clase por separado, y Lorena  más algunas de las chicas de la escuela, aprovecharon para hacerle sentir a Helena su desagrado.
Jugaban al básquet, Lena no era demasiado habilidosa en ello y las demás aprovecharon los pases de pelota o las jugadas rápidas para golpearla “sin querer” y pidiendo disculpas cada vez que lo hacían, incluso con un fuerte empujón la enviaron al suelo. Estuvo tentada a pagarles con la  misma moneda, pero sabía que la estaban provocando, no quería caer en su juego.
Tampoco le diría a Ben, ya encontraría un contraataque adecuado. Sin embargo, la segunda vez que la enviaron al suelo, justo antes que terminara la clase, tuvo que recurrir a todo su autocontrol para no reaccionar.
-¿Estás bien? – preguntó la profesora, no era la titular, sino una suplente que había empezado aquella semana. Era bastante joven y tenía el ceño fruncido, como si hubiera percibido que estaba pasando algo entre las alumnas
-Sí, estoy bien –respondió Lena poniéndose de pie y sacudiéndose la ropa.
-¿Eres Helena Wilde? – preguntó la profesora llamando su atención.
-Sí, lo soy – respondió, sin poder evitar ponerse a la defensiva.
-¿La hermanita de Marcos, verdad? – preguntó la mujer y eso la confundió.
-Sí, soy yo.
-Me parecía que eras tú, has crecido desde la última vez que te vi. Imagino que no me recuerdas, estudiaba con Marcos y también iba con él a practicar artes marciales cuando éramos adolescentes. Veo a tu hermano de vez en cuando, pero a ti no te había visto en mucho tiempo. Soy Julia.. – explicó y Helena  la miró atentamente. Ahora que lo mencionaba, se le hacía familiar, recordaba vagamente a la amiga de su hermano, claro que era mucho más chica en sus recuerdos, casi de la edad que ella tenía ahora. Pero conservaba el cabello rubio, la belleza y cierta calidez que la caracterizaba.
- Te recuerdo. Hola , Julia – dijo Lena sintiendo cierto alivio por aquella mirada amigable.
-De acuerdo, ahora dime la verdad, ¿estás bien?
-Lo estaré- dijo sonriendo levemente.
- Si sucede algo o necesitas ayuda, puedes venir a hablar conmigo – dijo la joven y Helena asintió. Era extraño escuchar aquellas palabras y que no despertaran su desconfianza, sabía que era sincera y que la ayudaría si se lo pedía. Era bueno sentir que no estaba sola, y que no tenía que resolver todo por sí misma. Ben había obrado aquel cambio en ella.
De repente sintió muchas ganas de verlo, saludó a la profesora prometiéndole que acudiría a ella si necesitaba ayuda y se marchó a buscar a su novio. Por primera vez, aquella palabra no le sonó extraña.
También él salía de su clase de educación física, la recibió con una sonrisa, como si estuviera encantado de verla.
-¿Viniste a buscarme?
-Sí- respondió sorprendiéndolo.
-¿Sucedió algo? – preguntó preocupado, le extrañaba aquel gesto tan abierto de Lena, era inusual que ella fuera por él.
-Nada – mintió para no preocuparlo y, ante la mirada indagadora de él, cambió de tema- La nueva profesora es una vieja amiga de mi hermano.
-¿En serio?
-Sí, y es muy agradable. ¿Vamos a buscar algo para beber?
-Algo dulce…- pidió Ben.
-De acuerdo.- accedió acostumbrada ya a aquel gusto de él por las cosas dulces. Iban caminando tranquilos pero al doblar hacia la cafetería tuvieron la mala suerte de escuchar la conversación de Lorena con  algunos de los amigos de Ben.
-La verdad no entiendo por qué sale con alguien como ella – dijo la chica.
-Deberías dejarte de preocupar, seguro es algo pasajero, se aburrirá pronto.
- ¿Pero qué le ve? – insistió la rubia.
-Vamos, ¿no lo sabes? – preguntó Thomas y continuó con tono desdeñoso – Debe ser muy fácil de llevar a la cama…
Benedict se enfureció al escucharlos y avanzó directo hacia ellos, iba con los puños cerrados y tensos. Aquello sería un desastre.
-¡Para Ben! – le gritó Lena y lo abrazó por atrás sujetándolo bien fuerte por la cintura. El grito alarmó a los demás que se giraron a verlos y Ben forcejeó para soltarse, pero ella no aflojó. No quería que se arruinara por un par de idiotas.
-Suelta…- murmuró entre dientes, se le notaba que estaba furioso.
-No- dijo ella apoyando su cabeza contra la espalda del chico- no lo valen, Ben. No lo hagas, por favor.
- Vámonos – dijo Lorena aprovechando para evitar el enfrentamiento y los otros la siguieron.
Luego de un tiempo prudencial, Helena soltó a Ben.
-No debiste detenerme, ese imbécil merecía un buen golpe. Le prometí a tu hermano que iba a cuidarte, que no dejaría que te lastimaran.
- Ya no pueden lastimarme, tú me conoces, eso basta.
-Helena.
-También yo quiero evitar que te lastimen, ¿crees que me sentiría bien si el delegado se mete en una pelea y lo suspendan por mi causa?
-¡Soy tu novio, no el delegado! – dijo frustrado. Aún le hervía la sangre del enojo que tenía. La atacaban por su culpa y era difícil de aceptarlo.
También Helena se sentía mal, no sólo por las cosas que habían dicho de ella, que además se sumaba a lo sucedido en educación física, sino porque Benedict parecía estar volviéndose un marginado por salir con ella. Además sabía mejor que nadie lo que se sentía al ser traicionada por amigos.
-Son tus amigos, no puedes agarrarte a los golpes con ellos. Hasta hace poco era la chica mala de la escuela, no puedes pretender que lo entiendan.
-No son mis amigos, lo sabes, si lo fueran, entenderían.  Sólo era gente con la que me juntaba, hasta ti, nadie llegó a conocerme de verdad – dijo él empezando a sonar más controlado, aunque su mirada aún mostraba turbación.
-Lo siento.
-Yo no, vámonos. Nos saltearemos la clase de arte, la profesora jamás toma asistencia.
-No vamos a escaparnos. – dijo ella.
-Sí, por hoy terminamos nuestras clases.- dijo él y la agarró de la mano.
Salieron de la escuela y  fueron a un parque. Benedict se tiró sobre la hierba al tiempo que soltaba una larga exhalación. Helena se sentó a su lado.
-Una jirafa ...- dijo Ben.Y ella lo miró sin saber a qué se refería –La nube, parece una jirafa – aclaró y la chica miró hacia el cielo. Ligeras nubes blancas lo surcaban. Se recostó al lado del chico.
- Y aquella parece un gatito – dijo uniéndose a él y así, ambos se concedieron una tregua.
Al día siguiente, lo primero que notó Helena fue que Ben tenía una leve herida en el labio y que Thomas Sven tenía un ojo negro.





2 comentarios:

  1. Jo Nata... me encanta. Cada vez es mejor, me gusta mucho.
    Se que no he comentado esta historia, pero hoy no podía dejarlo.
    Precioso, no tengo palabras.
    Esperando mucho mucho más jijiji.
    Muchos besos y gracias ;-)

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  2. Totalmente de acuerdo. Hermoso capítulo. Absolutamente enamorada de Ben. Gracias Nata y esperando más, siempre :)

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