Tras recoger sus cosas con un poco de ayuda de Nick, aunque se miraban bastante para no golpearse nuevamente, se despidió de él. Nick se bajó del auto, lo rodeó y le abrió la puerta. Emma sonrió ampliamente.
- ¿Eso funciona? –entrecerró los ojos con sospecha.
- ¿Funciona? ¿En qué? –replicó arqueando una ceja.
- Conquistando mujeres… -contestó poniendo en blanco los ojos.
- No lo sé… ¿está funcionando? –habló risueño Nick y Emma colocó la mano en su brazo, sonriendo.
- Eres divertido –admitió negando levemente- y gracias por traerme.
- De nada –Nick le acarició la mano y Emma la apartó- por cierto, se llama cortesía y buenos modales.
- Sí, claro… -aunque el tono de Emma era irónico, Nick pudo ver en sus ojos un destello de dulzura. Sonrió.
- Adiós Emma –Nick se debatió entre despedirse con un beso en la mejilla o no. Optó por no hacerlo, había recibido suficientes golpes por un día.
- Adiós –Emma observó cómo se subió a su auto y se alejó de ahí. Sí, había sido divertido y algo que no volvería a pasar. Tampoco era gran cosa.
Caminó hacia la puerta y la abrió, su casa estaba bastante silenciosa. Sí, no era nada… no lo volvería a ver. Él era famoso y ella no. Él vivía en alguna parte de Estados Unidos y ella vivía en algún lugar de Italia. Además, él era demasiado… demasiado todo para gustarle. O para considerarlo siquiera.
Dejó el abrigo en una silla, marcó el número de Alessandra pero solo escuchó la grabación de la contestadora. Le preguntó si estaba todo bien en el mensaje. Colgó y se recostó por un momento. Necesitaba descansar.
***
Estaba oficialmente preocupada. Total y absolutamente al borde de un ataque de nervios. ¡Alessandra había desaparecido! O bueno… quería que eso pareciera. André, solo podía ser algo con él. ¿Qué había pasado? ¿Podría hacer algo?
Se debatía entre dejarla sola e ir y golpear su puerta hasta que la abriera (fuera voluntariamente o de tantos golpes que daría). Intentaría llamar una vez más, quizás así…
- ¡Finalmente, Alessandra! ¿Dónde estabas? ¿Qué pasó? –Emma soltó con temor- ¿André te hizo algo?
Sintió como su rostro se crispaba de indignación. ¡Maldito fuera André! Sabía que no valía la pena… ¡cuánto se lo había repetido a Alessandra! Ella ya había conocido a hombres así, a un hombre en particular muy parecido a André… no físicamente, su personalidad… su manera de comportarse… su…
- ¡Rayos, Alessandra! ¿Y qué harás? –Emma escuchó atentamente. Inspiró hondo, aliviada. Al menos su amiga no era tan tonta como ella- ¿se acabó? Bien… -confirmó con cautela. De eso si estaba segura, cuando Alessandra decía algo, no lo decía a la ligera- ¿quieres que vaya a estar contigo?
Aunque Emma insistió, entendió que Alessandra aún estaba en shock y necesitaba procesar lo sucedido. No la culpaba. Y, cuando ella estuviera lista, estaría ahí para ayudarla, en lo que fuera necesario. Era su mejor amiga y…
Se dirigió a abrir la puerta pues tocaron el timbre. Observó con incredulidad y curiosidad al hombre ahí.
- ¿Nick? –inquirió pues él no decía ni una palabra- ¿estás bien?
Él asintió, esperando unos segundos más hasta que su voz se reafirmara. Emma tenía el cabello suelto, totalmente suelto y los rayos del sol se reflejaban en sus mechones rojizos. Ese cabello era toda una visión. Nick no recordaba haber visto nada semejante. Hermoso.
Y él, definitivamente, apreciaba la belleza femenina. Sin dudarlo, el cabello de Emma era uno de sus mejores rasgos. Adorable.
- ¿Nick? –volvió a preguntar, dudosa.
- ¡Emma! –habló él finalmente con una agradable sonrisa- he venido porque… -se detuvo y sonrió nuevamente- has dicho mi nombre, dos veces ya.
- Sí, no es como si no supiera cómo te llamas –replicó displicente Emma- ¿has venido porque…?
- Ah sí –Nick le extendió una identificación- es tuya, se te quedó en el auto. Imagino cuando tu cartera cayó y…
- ¡Oh sí! Qué torpe, ni lo había notado –Emma la tomó y sus dedos se rozaron brevemente. Los dos se miraron por un largo instante, incómodos y bajaron la vista.
- Sí, bueno, pensé que podría traértela y…
- Gracias –pronunció Emma y, nunca sabría de dónde vino lo siguiente, pero lo dijo- ¿te gustaría quedarte a comer?
- ¿Comer? –Nick parecía absolutamente sorprendido- claro, me encantaría.
- Bien, en agradecimiento por la molestia. No tenías que…
- No ha sido nada –negó él con seguridad- ¿y debo quedarme en la puerta?
- ¡Dios, claro que no! –Emma se sonrojó profusamente y él sonrió- pasa por favor.
La casa de Emma era amplia pero bastante austera en cuanto a decoración. Nick repasó con la mirada, notando la falta de retratos porque parecían haber sido retirados de la chimenea y otros lugares vacíos.
- Eran de mis padres –contestó Emma a la pregunta que él no hizo- era demasiado doloroso de mirar y los guardé.
- Ah… -Nick asintió- lo siento. Entiendo cómo se siente… -ladeó su rostro hacia la ventana, para que no lo viera- al menos, en cuanto a mi madre. Fui criado por mis abuelos ¿te lo dije?
- ¿De verdad? –Emma se sorprendió por la confesión. Nick asintió- ¿qué pasó con tu madre?
- Murió –respondió escuetamente- ¿y tus padres?
- También murieron –añadió sin la menor emoción en su voz.
- Es difícil –Nick carraspeó y se giró a mirarla. Sonreía nuevamente- ¿tienes algo en mente para comer?
- No realmente. No soy una gran cocinera ni creo que mi vocación se encuentre por ahí… -declaró Emma con sinceridad y él sonrió.
- Yo puedo preparar un par de cosas pero… no postres –suspiró con tristeza.
- ¿Por qué no? ¿Tienes una dieta estricta o algo así? –soltó burlona Emma.
- Por supuesto que no. He dicho que no puedo preparar postres y es una lástima, porque me encantan.
- Yo podría –se ofreció Emma y él la miró con curiosidad- puedo seguir una receta… ¿qué tan difícil puede ser?
Además –pensó Emma- su mamá había sido una gran cocinera y recordaba tener un par de recetas guardadas de ella. Bien podría intentarlo. Ya lo había hecho antes…
- ¿Qué pasó? –Nick se acercó entrecerrando sus ojos verdes- ¿recordaste algo?
- Nada importante –Emma negó levemente- ¿qué te gustaría?
- ¿Puede ser un pastel de limón? –pidió Nick sonriente. Emma simuló pensar pero asintió- ¿debo comérmelo, verdad?
- Sí, así como yo comeré lo que sea que tengas en mente –rió Emma divertida, abriendo los ojos como si temiera lo que había declarado. Él puso en blanco los ojos.
¡¡¡Aaaaaaah!!! ¿Pero por qué hacen eso? En la parte maaaas interesante, bueno tan interesante no porque nonlo dejastes a medio de un beso, pero igualmente era interesante jijiji (vaya rollo me metí jijiji).
ResponderEliminarQuiero mas EJ, y si ya sé que tas de mami pero quiero más.
Me encanta, Gaby. A ver si tienen piedad y nos ponen otro capítulo jijiji.
Muchos besos a todas
P.D.: ¿Donde estais todas?
Jajaj un poco perdidas. EJ a pleno siendo mamá y recuperándose, JJ y yo bastante ocupadas pero acá andamos....Besos grandes!!!
Eliminar