lunes, 1 de septiembre de 2014

Heridas de amor 10

Perdón por la demora, vuelve esta historia y gracias a Gaby por "llamarla"...



- Volví, Liz. Cumplí mi promesa- le susurró contra el oído mientras la abrazaba.
- Estás aquí, de verdad …estás  aquí – dijo ella y no pudo evitar acariciarle la cara como para cerciorarse que no estaba soñando.
-Sí – dijo él posando su mano sobre la de ella.
-Vámonos – dijo ella de pronto.
-¿Dónde quieres ir pelirroja?
-Donde sea, mientras sea contigo…- le dijo ella y como si no necesitaran más palabras, él subió a la moto y ella se ubicó detrás de él. Cristhian le pasó su casco y a desgana, Liz se lo puso.
-Agárrate fuerte – dijo él aunque no hacía falta, la chica se aferró con fuerza a su cintura como si no fuera  a soltarlo jamás.

Llegaron a una cafetería  y allí se detuvieron.
-¿Aquí? – preguntó ella desilusionada. Al fin volvía a verlo, quería estar a solas con él y no rodeados de gente. Tenía muchas preguntas que hacerle.
-Vamos a tomar algo mientras nos ponemos al día – dijo él sonriendo divertido ante la mueca de disgusto de ella.
Se sentaron y ordenaron unos licuados de frutas.
-Empieza a hablar Kensington, tienes un par de minutos para darme una buena razón por la que no he sabido de ti en tanto tiempo …- le dijo ella.
-Te he extrañado, Liz…
-Eso no es una razón.
-Lo sé, pero es verdad.
-¿No podías llamar? ¿Escribir? ¿Era tan difícil?
-Lo era, al principio estaba ocupado trabajando y eso…luego simplemente preferí no llamarte.
-¿Por qué?
-Porque tenía una meta Elizabeth pero si te escuchaba, si sabía de ti  abandonaría todo inmediatamente. Además me sentía cansado y triste no quería contarte eso, sólo vivía día a día y de alguna manera el tiempo pasó demasiado rápido. ¿Has estado bien?
-Sí, por quería saber de ti. Te esperaba…
-Perdón, pelirroja, perdón por preocuparte.

-¿Vas a quedarte? ¿Volviste para siempre?
-No, sólo seis meses. Trabajo para una compañía de construcción y me asignaron una tarea aquí…mejor dicho cuando mencionaron el destino me ofrecí voluntario – dijo con una sonrisa sesgada – así que me quedaré seis meses.
-¿Y después?
- Seguramente me enviarán  a algún otro lado del país, pasará un tiempo hasta que pueda regresar y establecerme aquí- dijo él.
-Entonces, ¿planeas volver y quedarte algún día? – preguntó ella casi asustada. Le parecía increíble tener aquella charla, se estaba controlando para no llenarlo de preguntas, además no quería que pensara que era inmadura y no lo comprendía.
-Sí, Liz. Algún día volveré, ese es el plan.
-Tienes que venir a ver a la abuela, también ella ha estado esperando por ti.
-Estoy invitado a cenar mañana, eso me dijo cuando hablamos.
-¿Hablaste con ella?
-Claro, ¿cómo crees que te encontré?
-No había pensado en eso, pero ¿no puedes venir hoy?
-No, tengo que reportarme al trabajo y arreglar lo de la casa donde me hospedaré.
-¿Entonces lo primero que hiciste al llegar fue venir a buscarme?
-Sí, tenía muchas ganas de verte.- le dijo y la hizo sonreí de nuevo, una sonrisa  que la iluminaba entera y le hizo preguntarse a Cristhian si ella sabría lo hermosa que era.
- Creo que casi puedo perdonarte con eso, si hubiera sido lo último de la lista hubiera estado mucho más enojada contigo.
- Y dime, ¿tienes novio? – preguntó casualmente y ella se inclinó hacia él apoyando los codos en la mesa.
-Tengo a muchos chicos locos detrás de mí...
-Puedo imaginármelo, pero ¿alguno es tu novio?
-No, no tengo novio. ¿Y tú?
-Tampoco tengo novio.
-¡Cristhian!
-No hay nadie, Liz.  – respondió mirándola intensamente y ella se sonrojó. Era una mirada masculina, de admiración, la admiración de un hombre hacia una mujer. Eso la hizo estremecer, habían pasado años y ya no eran niños. Se preguntó si él recordaría el beso o cuánto le importaba, pero que estuviera allí diciendo que la había extrañado y mirándola de aquella manera era suficiente.
-¿Dónde vas a vivir?
- Un sitio pequeño cerca de la obra de construcción. ¿Tú estás viviendo en los dormitorios universitarios, verdad?
-Sí, me quedaba un poco lejos estar yendo y viniendo, aún así voy a casa seguido incluso en la semana. Supongo que no me acostumbro del todo a la vida universitaria. ¡Oh! La semana que viene será el estreno de la nueva obra, seré protagonista esta vez...y estás aquí...¿vas a venir verdad?
-Sí, quiero verte bailar. Y creo que es hora de que te lleve de regreso.
-¿Ya? ¿Por qué? – se quejó pero lo miró más detenidamente y notó que se lo veía cansado.
-Yo...
-Estás agotado, ¿verdad?
-Sí, casi no dormí anoche.
-¿Y viajaste en eso? – preguntó ella señalando la moto.
-Me temo que sí...
-¿Tu empresa no te paga el viaje o algo?
-Me gusta la moto y además ese modo de viajar me permite pensar y despejar un poco la mente de mis preocupaciones- dijo y Liz pensó que para tener veintidós años, él hablaba como alguien mucho mayor. Siempre había sido maduro, pero lo sucedido había acelerado su crecimiento.
-De acuerdo, vamos. De todas maneras te veré mañana en casa de la abuela, ¿verdad?
-Así es, no voy a escaparme.- afirmó aunque Liz tenía sus dudas. Cristhian pagó la cuenta y luego llevó a Liz hasta los dormitorios donde ella vivía.
-Hasta mañana...- la saludó.
-Hasta mañana, descansa
-Liz...- la llamó antes de ponerse el caso.
-¿Sí?
-Estás preciosa...te has convertido en una mujer muy hermosa.- la elogió antes de marcharse y dejarla parada allí con el corazón agitado.

Al día siguiente Liz no podía concentrarse en nada, decidió faltar a sus clases e ir temprano a casa de su abuela para ayudarla a preparar la cena y calmar su ansiedad.
-¿Y cómo está él? ¿Ha cambiado mucho?– preguntó su abuela mientras cortaban las verduras. Liz dudó un momento, no estaba muy segura de que responder.
- Sí y no, quiero decir es un hombre ahora , pero sigue siendo Cristhian, y se lo ve serio y seguro. Tampoco está tan triste o atormentado como cuando se fue de aquí, se lo ve sereno y con una meta.
-Eso es bueno...-evaluó la mujer y Liz asintió. Lo que había dicho era verdad pero también había cosas que no le había dicho a su abuela, sensaciones que había tenido al verlo. Como si la tormenta que lo había alejado de allí, aún estuviera allí, escondida en su interior, esperando...Quería creer que se equivocaba, que él había superado el dolor por la muerte de su madre y el abandono paterno, pero algo le decía que no. Y de la misma manera algo de la determinación de él la atemorizaba. Sin embargo era Cristhian, su Cristhian, al que había esperado años.
Cuando llegó traía un ramo de flores para cada una, lo que las hizo olvidar cualquier reserva con él. Cenaron tranquilos mientras él respondía las preguntas de ambas, recordaban viejas anécdotas o hablaban de los planes a futuro. Fue un momento ameno para los tres, como si pudieran olvidar la brecha de los años y recuperar algo del pasado feliz. Incluso las sombras que Elizabeth presentía en él, retrocedieron y fue un muchacho vivaz y encantador durante toda la noche, uno que volvió a enamorarla.
Cuando él se despidió, Liz  se ofreció a acompañarlo y allí afuera los dos , volvió a recordar la despedida de años anteriores.
-¿Mañana podré verte, verdad? – preguntó ella.
-Sí, pelirroja.
-¿No me mientes?
-Claro que no…¿no crees en mí?
-Es que tengo miedo que desaparezcas como la última vez, que sea un sueño…
-No lo es – respondió él y la acercó a sí, la miró como si la memorizara y luego la besó. Era un beso más intenso que el del pasado, más urgente, más adulto. Liz quedó con la respiración agitada cuando él se separó.
-Voy a  estar aquí mañana y pasado mañana y cada día durante los próximos seis meses.
-Y luego te irás…
-Pero volveré, Liz, si  tú me esperas, volveré.
-Voy a  esperarte siempre - dijo ella con intensidad y él le sonrió mientras le acariciaba la cara.
-Entonces yo  volveré siempre a ti.- dijo volviendo a besarla.

-¡Elizabeth! ¡Liz! – la llamaron y ella parpadeó un par de veces para mirara a Cristhian, al Cristhian  actual de 32 años que la miraba ofuscado y no al del pasado, al de sus recuerdos. Éste era casi un extraño, aunque había conocido tantas versiones de él que a veces s ele cruzaban,  incluso no podía dejar de mirarle la boca porque había estado recordando uno de sus besos.
-¿Qué quieres? – respondió intentando sacudirse aquellas memorias.
-¿Ya estás lista para desayunar?
-Te dije que no quería, que dejaras de molestarme.
-Que conste que traté de ser amable – dijo él y acto seguido la cargó sin importarle que aún estaba vestida solo con un camisón.
-¡Qué haces!
- Te llevo a desayunar…
-De acuerdo, solo manda algo a la habitación y déjame de molestar.
-No, iremos al jardín, necesitas aire y sol además de comida.- y haciendo caso omiso a sus protestas la llevó hasta el jardín, mientras de camino le pedía a la empelada que buscara un abrigo para ella.
En aquel instante, Liz sentía que lo odiaba, que decidiera pro ella y que la moviera a su antojo como si fuera una muñeca. Toda la ira que sentía por su accidente quería descargarla en aquel hombre que la abrumaba con sus cuidados.
-¡A comer!- dijo él al acomodarla en la silla frente a la mesa y la chica vio que “el desayuno” era una variedad increíble de platos. Frutas, sándwiches, pasteles y hasta papas fritas.
-¿Crees que voy a comer todo esto? – preguntó mientras él se sentaba frente a ella después de cubrirla con la manta que la empleada les había alcanzado.
-Yo voy a ayudarte…- dijo sirviéndose café y un plato con sándwiches
-¿Planea que comas hasta reventar?
-Sí me gusta torturar gente obligándolos a desayunar brownies – se burló él.
-Eres imposible…
-Lo soy, e implacable según dicen, así que mejor come Liz.
-No tengo hambre.
-No voy a dejar que lo hagas aunque tenga que obligarte a comer – dijo él.
-¿Qué haga qué?
-Dejar que te destruyas a ti misma…
-Curioso, Kensington, yo también dije eso una vez…y aún así no pude evitar que lo hicieras.
-No me destruí, estoy perfectamente bien – dijo él.
-También yo – respondió ella aun sabiendo que era mala mintiendo y cuando él la miró como desafiándola, no tuvo más opción que comer un bocadillo para  cortar con aquella ridícula charla. Y mientras mordía la comida se dio cuenta que tenía hambre y que él la miraba sonriendo complacido.





3 comentarios:

  1. Pues si qye se hizo larga la espera jajajaja.
    Gracias Nata, me ha encantado. Besitos

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  2. Me encantó y bienvenidos de vuelta. ¡Qué emoción leer más de Liz y Cristhian! Gracias Nata.

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  3. interesante tu historia

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