–Tienes a tu familia, Caleb –susurró Nina en cuanto él se
separó. Él la miró con escepticismo– sabes que siempre los tendrás.
–Si fuera tan sencillo, Nina…
–Lo es –afirmó– entiendo cómo te sientes, puedo sentirlo
también –confesó Nina y Caleb se sorprendió– solo que, aunque no has pedido mi
opinión, creo que deberías hablar con ellos.
–¿Por qué debería hacer eso? –Caleb puso en blanco los
ojos– no quiero escucharlos.
–¿Por qué no?
–¡Porque no tienen nada nuevo que decir, Nina! ¿Qué
dirán? ¿Crees que me gusta comportarme como un adolescente resentido?
–¡Pues entonces deja de comportarte así! ¿Acaso no crees
que estás bien tal como estás ahora? ¡Tienes una vida muy buena! ¿Qué parte es
irrecuperable? ¿La adolescencia? Igual no es algo destinado a durar.
–No lo entiendes, Nina…
–¡Claro que sí! ¿Qué exactamente resientes, Caleb? –Nina
ladeó su rostro levemente– ¿la chica? –él la miró– ¿tanto la querías?
–Eso no es asunto tuyo –replicó con dureza.
–Lo sé, pero puedes volver a enamorarte, Caleb –se acercó
e intentó consolarlo. Él se alejó de su contacto– ¿acaso tú no…?
–Yo ya estuve enamorado, Nina. Y no vale la pena.
–¿Por qué dices algo así?
–Tú, de entre todas las personas, deberías saber por qué…
–Caleb clavó sus ojos azules en ella– ¿acaso ha sido fácil para ti amar a
Cameron durante estos años y que él no lo haga?
Nina sintió que lágrimas llenaban sus ojos castaños y se
negó a derramarlas. ¿Cómo había podido ser tan cruel? ¿Cómo pudo decir algo
así?
–Caleb, eso no tiene nada que… –intentó con voz rota.
–Dime, Nina –continuó Caleb con tono burlón– ¿es que tú
te has vuelto a enamorar? ¿Has podido mantener una relación en la que él no esté
presente?
Una lágrima cayó por su mejilla y se la quitó con el
dorso de la mano, con rabia. Caleb se acercó pero Nina retrocedió de inmediato.
–Nina, yo…
–No, no quiero escucharte más –negó Nina– debo salir de
aquí.
Caleb se quedó en silencio, mirándola marcharse. Todo su
ser deseaba seguirla, detenerla y estrecharla en sus brazos. Decirle que estaba
enamorado. De ella. Pero no lo haría. Esto era lo mejor. Lo único que podía
solucionarlo todo.
Nina sentía que no podría llegar muy lejos si conducía
así. Sus lágrimas parecían tener vida propia, así que se dirigió al único lugar
cercano, lo único que podría consolarla.
Caleb apoyó los puños en el escritorio, intentó
concentrarse en algo más pero no podía. Nina lo había arruinado. Siempre lo
arruinaba. Su propósito, su deseo de ya no amarla, de olvidarla y seguir con su
vida. ¡Al demonio todo! La seguiría.
¿Por qué tenía que dejar de amarla? Estaría solo toda su vida, añorando que lo
amara ¿qué tan malo era eso?
Nina observó el tiramisú que estaba sobre su mesa y
sintió que volvería a llorar. No era la mejor idea estar ahí, donde había
estado con él y… había sido tan diferente. Caleb. Cerró los ojos con fuerza, necesitaba
calmarse. Debía olvidarlo, la razón por la que había ido por él, no la sabía.
Pero necesitaba dejarla atrás. Él era cruel. Siempre lo había sido. ¿Por qué
había pensado que se había equivocado con él? ¡Claro que no! Él era…
–Nina –escuchó que Caleb habló y se sentó en la silla
frente a ella– imaginé que estarías aquí –sonrió levemente pero ella ni
siquiera lo miró– Nina, lo siento.
–No me interesa –murmuró Nina y tomó un trozo, clavando
la vista en su pastel– ¿qué haces aquí? No te dije que podías acompañarme.
–Sí, me acabo de invitar yo solo a sentarme y estar
contigo –Caleb le tocó la mano pero ella la retiró– Nina, mírame… realmente lo
siento.
Ella se sintió como una niña terca, pero en verdad la
habían herido sus palabras. ¿Por qué se lo había dicho así? ¡Él no tenía
derecho a decirle lo que sentía por Cameron! Nadie lo tenía… era algo de ella,
solo de ella.
–Nina… –Caleb le acarició la barbilla y ella suspiró– ¿me
escucharás?
–No, no quiero escucharte –negó con vehemencia.
–Está bien… ¿aceptarás mis disculpas? –preguntó con tono
bajo.
–No, tendrás que hacer mucho más que eso para que te
disculpe.
–Bueno… –Caleb sonrió levemente– ¿puedo al menos
acompañarte?
–Sí, después de todo, tú me mostraste este lugar –asintió
con voz baja.
–Gracias, Nina –sonrió Caleb– iré a ordenar –dijo y se
levantó, depositó un beso en su mejilla y caminó hacia el mostrador para pedir
un menú.
***
–No, no y no… de ninguna manera, Cameron –Nina elevó sus
manos al aire, para dar más énfasis a sus palabras– ¿cómo puedes pedirme algo
semejante?
–Nina, por favor… –Cameron la miró con sus ojos azules
suplicantes– quiero darle una sorpresa a Kristen.
–¡Y será una gran sorpresa si nos encuentra! –exclamó
Nina sintiendo un escalofrío.
–Por eso lo haremos en el jardín de tu casa.
Escucharíamos si alguien viene…
–No, Cameron, no puedo… –Nina rió nerviosamente– no lo
haré.
–Vamos, ¿por qué sería tan malo? Ya lo hemos hecho antes.
–¡En la secundaria, en un baile, Cameron! Y no terminó
nada bien.
–Pero no fue porque bailáramos…
–No, digas lo que digas, no lo haré. Bailas bien,
Cameron. No necesitas practicar.
–Ni hablar. El vals es algo que no se hizo para mí.
–¿Cómo lo sabes?
–He estado en casi 6 sesiones de baile. Créeme cuando
digo que no se me da bien.
Nina esbozó una sonrisa malévola, pensando en las veces
que Cameron habría pisado a Kristen. Se lo merecía.
–Sé lo que piensas y tienes razón. Kristen no está feliz.
–¿Y por qué me interesaría su felicidad? –bromeó Nina.
–¿Y qué tal la mía? –Cameron le tomó de los hombros–
Nina, por favor.
–¡Ay Cameron, solo tú me puedes pedir algo así! –Nina
hizo un mohín y él sonrió. Sabía que ese gesto solo podía significar una cosa–
está bien.
–¿De verdad? –soltó emocionado.
–Ve por la música de una vez o puede que me arrepienta y
huya de aquí.
–Siempre que no sea con alguien que conozco y desapruebo,
está bien –rió él.
–¿Qué se supone que significa eso? ¡Cameron! –insistió
pero él se fue rápidamente.
¡Que guay! Una q todavía no sabes sus verdaderos sentimientos y el otro se está poniendo celoso jijiji.
ResponderEliminarPero va a ser muy duro cuando Caleb vea a Nina en brazos de Cameron y malinteprete porque están bailando juntos jijiji (disculpad, pero es que así me imagino el próximo capítulo jijiji ;) )
Gracias Nata, besitos