Se hallaba delante de la nevera, mirando que
es lo que iba a preparar para cenar, cuando una vez más el sonido de su
teléfono volvió a interrumpir sus actividades.
Soltando un suspiro, cerró la puerta y se
dirigió con andar tranquilo al comedor. En donde su teléfono bailaba encima de
la mesa de café. Al tiempo que lo cogía y descolgaba, dejaba caer su cuerpo al
mullido sofá.
– ¿Diga?
– ¡Hola!–Saludó Lucas totalmente feliz-.
¿Cómo te va todo pequeña?
El rostro de la chica se iluminó.
–Mira que llegas a ser pesado -Sonrió en
broma-. ¿Qué es lo que quieres saber?
– ¿De verdad me lo vas a contar todo?–Soltó
extasiado y sorprendido.
–Ni en tus mejores sueños –Se rió de él-.
¿Estás solo?
–Por increíble que parezca… Sí –rió–. Y veo,
que tú también lo estás–Soltó intuitivo.
–Por poco rato –Rió–. Se acerca la hora de cenar.
Y créeme, que Sebastián no tiene muy buena opinión de ti en estos momentos.
–Déjalo que se coma un poco la cabeza –Volvió
a reírse por la situación.
–Ya sabe que estás casado, y que eres mi amigo
–Le explicó con pesar.
–Entonces, creo que ya es momento para
presentar mi plan.
– ¿Momento? ¿Plan?–Sonaron campanas de alarma
en su cabeza al tiempo que se medio incorporaba del sofá–. Ni se os ocurra
hacer ninguna tontería de las vuestras.
–Tú no tienes nada de qué preocuparte–Le
indicó con voz dulce su amigo.
Karolaine comenzaba a mover su cabeza de
forma negativa.
–Lucas, dejaros de tonterías–Pidió en
súplica–. Yo estoy muy bien como estoy. No quiero acabar en un caos, como todos
vosotros.
– ¡Vaya!–Se rió a carcajadas–. Veo, que al
menos Thom consiguió influir un poquito en ti.
–Prométeme qué no vas hacer nada –Sus ojos brillaban
con cierto asomo a las lágrimas que querían salir.
–Eso no puede hacerlo… Tú misma, eres la que
ha ido en busca de su destino, por mucho que no quieras verlo.
– ¡No sigas!–Le exclamó completamente
alarmada.
–Afrontarlo Karolaine –Su voz era pausada y distante–.
Ha llegado el momento de la verdad. Y sólo te pido que confíes en mí. Sé lo que
hago. Soy hombre, y se lo que le ocurre a Sebastián.
–No es verdad–Las lágrimas ya resbalaban por
su suave rostro.
–Pequeña… No quiero que me llores por
tristeza, ni que tampoco te me escondas. Demuestra que eres una más del edificio XIV –Soltó con burla,
logrando que ella riera–. Saca a relucir todo lo que te ha enseñado Susan, y las demás chicas.
–Eso, es muy fácil decirlo Lucas… Pero, sigo
poniéndome nerviosa cuando lo tengo a el delante… Aún me viene su cuerpo desnudo.
– ¡Su cuerpo desnudo!–Exclamó sorprendido al
momento.
– ¡Maldita sea!–Se enfadó consigo misma–. No
ocurrió nada del otro mundo. Sólo que entré al dormitorio, y lo hallé desnudo
por sorpresa.
– ¡Ups!–Se rió Lucas.
–Y ese encuentro, es el culpable de que
Sebastián me ve aún como una adolescente. No me supe comportar. Me puse roja
como un tomate y completamente nerviosa… Fue un gran desastre. Mi actuación de
chica libre y conocedora de la vida, se fue en unos segundos al garete.
–Tranquila cielo, esa imagen la volverás a
recuperar con mi plan –Habló con tono convencido.
– ¡Dios! ¿Por qué me está dando tanto miedo al
escuchar esas palabras tuyas?–Soltó con un gran lamento.
–No me seas como Thom…
– ¡Eso, es porque el ve todo lo que vas hacer
como una completa locura!
– ¡Tú sí que dices tonterías ahora!–Se rió el
hombre.
– ¿Y se puede saber por qué tengo que hacer
caso?–Preguntó un tanto desconfiada–. ¿Dónde están las chicas?
–Apoyándonos a nuestras ideas y preocupadas,
porque no les coges el teléfono–Suspiró él.
–No tendría que hablarles, después de lo que
han hecho con mi ropa–Protestó.
–Eso, lo han hecho por tu bien–Sonrió
divertido.
–Os tendréis que haber reído de mí un montón –Dijo
con cierto puchero.
–Un poco, sabiendo cómo eres de pura –Soltó
con gran sinceridad.
– ¡Estáis todos como una maldita Cabra!–No
pudo evitar sonreír.
–Bueno, simplemente te voy a informar de que
recibirás una visita sorpresa–Cambió completamente de tema, consiguiendo
confundir a la joven.
– ¿Una visita?–No comprendía–. ¿Aquí en Nueva York?–Aún entendía menos.
–Sí, y deberás acatar sus órdenes.
Ésta comenzaba a fruncir el ceño con gran
temor.
– ¿Pero quien es? ¡Cómo voy hacerle caso,
sino me dices quien es!
–Lo conoces, y confías en él–Rió Lucas-. Ha
aceptado participar y en ayudarte a solucionar tu futuro.
–Ahora, si que me estás asustando–Lo dijo con
gran sinceridad.
–No debes temer a nada. Demuestra que eres valiente… Y hazme el favor
de llamar a las chicas.
–Ahora sí que tengo más dudas, de sí es
correcto llamarlas.
–Llámalas –Acató en una orden–. Obviamente
que no estas avanzando, necesitas de los consejos de ellas.
– ¿Avanzar? ¡Desde luego, que no vivimos en
la misma onda! Y estoy segura, que Thom no sabe nada de esta llamada, ni que
tampoco le informareis de esos consejos.
–Chica lista–Admitió él.
–Dios, porque os habéis cruzado en mi camino –Soltó
en un suspiro–. Te cuelgo, que creo que llega Sebastián.
–Si quieres, mientras haces la cena yo te
entretengo a Sebastián–Bromeó sabiendo, que simplemente sacaría un poco más de
quicio a la chica.
– ¡Quieres dejarme con tus tonterías!–Le
chilló molesta, al tiempo que le colgaba, pero escuchando como éste se reía a
carcajada limpia– ¡Idiota!–Le insultó al teléfono.
– ¿Acabo de llegar y ya me estás
insultando?–Le habló Sebastián a su espalda, provocándole que diera un pequeño
brinco.
– ¡OH!–Se giró a mirarlo un tanto nerviosa,
por si había escuchado algo de la conversación telefónica–. No era para ti ese insulto…
Aunque igualmente, te queda como el guante –Soltó con cierta altivez, al tiempo
que pasaba por su lado y entraba en la cocina.
– ¿Y para quien era?–Preguntó él, siguiéndola a aquella estancia.
–Paso de responderte –Lo miró por encima del
hombro un segundo, antes de abrir nuevamente la nevera.
–Creía que nos llevábamos bien –Juntó las
cejas un poco al ver su actitud.
–Y yo creía, que ya no iba a tener que llamar
a la perrera –Le respondió con sumo sarcasmo, sabiendo que lo enfuscaría un
poco más.
–Siempre que me tratas con tan mal carácter,
es porque hablaste con tú amigo el casado –Pronunció diferente la última
palabra.
– ¿Te molesta que algunos hombres crean en el
matrimonio?–Se rió haciéndose la tonta.
–Me molesta, que no sepan ver el significado
de esa palabra –Masculló aun con las cejas fruncidas.
– ¿Y tú lo conoces bien?–Preguntó divertida–.
Me pregunto que secretos guardará esa agenda negra.
–Mi conciencia está bien tranquila, nunca
engañé a ninguna mujer con otra –Se apoyó en el quicio de la puerta.
–Sabes, que mi pregunta no iba por ahí –sonrió
Karolaine, al tiempo que sacaba un frasco con pasta de fideos hervida, para
preparar un plato de buen caldo.
–Y tú sabes, que aún no me has respondido –La
seguía atentamente con la mirada, sin darse cuenta que con ello la ponía
nerviosa.
–Ya ni me acuerdo qué me preguntaste –Le
dijo, al tiempo que ponía un poco de caldo guardado en la nevera a hervir.
– ¿Te estás divirtiendo verdad, enana?
–No sé qué puede tener tan divertido, el
preparar la cena Sebas –Se acercó a la nevera, sin mirarlo a la cara. No quería
que le viera la sonrisa, que reflejaba su rostro–. ¿Por cierto, no te interesa
ducharte antes?
–Veo que es todo lo que voy a obtener–Aceptó
con cierto resignamiento–. ¿De cuánto tiempo dispongo, para ponerme cómodo?
–Eso significa, que no has planeado ninguna
cita nocturna con alguna chica de tu agenda negra–Soltó con tono de fastidio,
aunque por dentro estaba brincando–. Tú mismo – Rió, al tiempo que ponía en el
mármol, una lata de espárragos y quesos envueltos en papel de celofán–. Te me
vas a oxidar Sebastián.
– ¡Dios!–Gruñó al tiempo que alzaba la
vista–. No me empieces con tales estupideces nuevamente. Me voy a duchar… ¿Por
cierto, ha llamado tu Hermano?
–Sí –Rió–. Ha dejado un mensaje en el
contestador, si quieres escucharlo… No lo borré.
– ¿Qué dice?
–Que están bien, pero que por el momento
están esperando resultados de unas pruebas –Se alzó de hombros–. En resumen,
que no nos molestemos en llamarlos.
–Muy bien –Suspiró, al tiempo que se dirigía
a los dormitorios–. Dame quince minutos y estaré listo para cenar.
***
Acababa de poner los quesos y el pan en la
mesa, cuando nuevamente la volvían a molestar con el móvil. ¿Quién sería? ¿Lo
cogía? Removió un poco la sopa, y se acercó un tanto temerosa al aparato.
¡Susan! Reflejaba su pantalla en parpadeo ¡Y
ahora qué! No creía que fuera el momento adecuado, para vete a saber qué tipo
de conversación. Mejor la ignoraba.
Seguro que la culpa la tenía Lucas.
Pero justo volvía a entrar en la cocina y se ponía preparar los espárragos blancos,
que escuchaba la voz de Sebastián proveniente del comedor.
– ¡Está sonado tu móvil!–La aviso alzando la
voz.
– ¡Lo sé!–Se asomó por la puerta–. Después de
cenar llamaré a la…–Se calló de repente, al hallarse en el comedor al hombre
vestido con una pequeña toalla en la cintura, y otra alrededor de su cuello. Y prestándole
suma atención al pequeño aparato.
¡Dios! Al momento notó como sus mejillas
adquirían color, por aquella visión y por el recuerdo que le abordaba. Suerte,
que él no veía su expresión, si no volvería a reírse de ella por su notoria
virginidad.
Dio
media vuelta sin hacer ruido, y entró en la cocina a refrescarse la cara con un
poco de agua. Pero su paz no duró nada.
–Toma enana…–Sonó su grave voz a su espalda,
provocándole un pequeño ataque de hipo por el susto, al no haber escuchado que
el hombre había ido hasta allí–. Es tu amiga Susan –le dio el aparato, sin
dejar de observar atentamente su extraño comportamiento. No entendía el por
qué, no se giraba a mirarlo. Si no que le tendía la mano a ciegas, dándole
completamente la espalda y mirando con sumo interés aquel dichoso plato, al
tiempo que intentaba evitar el sonido de hipo que le venía–. ¿Te ocurre algo?
– ¿Qué?–Preguntó un tanto exaltada, y votando
por otro nuevo ataque de hipo, al tiempo que movía los dedos tanteando su
teléfono–. No, nada…
– ¿Estás segura?–Volvió a preguntar con una
sonrisa, al ver el ataque de hipo de la joven. Aquello solo podía significar
qué estaba nerviosa por algo. Y tenía una vaga idea.
–Sí, sólo que te decía que la iba a llamar
cuando acabara de cenar.
–Lo siento–Se alzó de hombros–. Me acerqué a
él, por la curiosidad de sí era tú amigo
Lucas. Me voy a vestir, ya te dejo
tranquila con tu amiga –Le guiñó un ojo
divertido, al ver por fin que se hallaba incómoda por su presencia al ir
vestido con una simple y pequeña toalla en su cintura–. No quiero incomodarte
más tiempo, por estar desnudo delante de ti. Qué torpeza la mía.
–Idiota –Masculló por lo bajo, colocándose ya
el teléfono en el oído.
– ¡Esa boca!–La amenazó él a grito –. Te la
tendré que lavar al final con jabón–sonrió sexy–, ojo no lo haga ahora por tal
como voy vestido –Soltó antes, de desaparecer de la cocina.
Aquello, logró que su temperatura facial
aumentara veloz.
–Dime pesada –Habló soltando un suspiro, y
moviendo los dedos de las manos para calmar su estado nervioso.
– ¡Wau!–Exclamó Susan–. Por mi, podéis seguir
hablando. La cosa estaba muy interesante, me teníais en gran suspense.
– ¿Qué?–Preguntó confusa.
–Me hallo a kilómetros de distancia, y desde aquí he podido notar vuestra tensión
sexual –Informó feliz y sonriente.
– ¡Tú estás majareta!–Le gritó aún
histérica–. Y si no te cojo el teléfono, te esperas a que te llame. Pero no
vuelvas a insistir.
–Mmm… Me niego a cumplir esa orden–Se rió–. Es muy divertido, tratar de averiguar
qué está ocurriendo en ese momento a tu alrededor.
– ¡Al manicomio! Ahí es donde tú marido Zack,
va a tener que ir a visitarte en cuanto
yo vuelva y te meta en uno de una patada…–Amenazó enfadada.
Quiero que aparezca Matt en escena y le de dolores de cabezas a Sebas!! Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!
ResponderEliminarGracias brujis por otro capi.....!! Y quiero más que con esta me tienes hace años!!! besossssssssss
Quiero, quiero y quiero.... Eso me sonó a Escribe, escribe y escribe.... Que te quiero.
Eliminarjajajjajajajaja
si por favor màs!!!!....es hora de que tengamos un desenlace para ese par de historias de amor!!!
ResponderEliminarendemoniada!!!! jajajajajaja
EliminarSabía que saldrías con ésta novela, tranquila que éste mismo año acaba el sufrimiento de Karolaine.
yo también te quiero!!!!....jajajjajaja
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