miércoles, 5 de marzo de 2014

Inocencia Robada 16


Volvió a mirar el reloj que había encima de la chimenea, para soltar un gemido de frustración al ver que solo habían transcurrido cinco minutos, desde la última vez que había hecho el mismo gesto.


Se encontraba nerviosa y preocupada. Eran cerca de la una de la madrugada y Paul, no había llegado aún a casa.

No había que ser muy listos, para saber que la culpa de aquello era el beso que habían compartido aquella mañana, enfrente del despacho de él. Y en el fondo lo comprendía por un lado, pero por el otro, aquella actitud en él aún la confundía y exasperaba más.

En parte no era una extraña para él, no comprendía porque rechazaba todo contacto íntimo con ella. Se suponía que tenía que sentirse  exultante, porque ella se le acercara ya de aquella manera. Y no arisco, como era en aquellos momentos.

Era obvio, que algo se le escapaba de las manos.

Por eso, que había llegado el momento de poner toda la carne en el asador. Francesca tenía razón, en indicarle que en vez de quedarse sentada esperando, podía ser ella la que fuera en su búsqueda.

Y es lo que iba hacer.

Solo rezaba no asustarlo aún más. Estaba segura, que su marido iba a tardar bastante en volver. Así que mejor se marchaba a la cama, comenzando la primera parte de su plan. Aquella noche, se acababa de dormir en aquella habitación que le habían dispuesto por el momento. No señor, ella se volvía a su dormitorio, para dormir junto a Paul.

Agitada por ello, se puso en pie para atravesar el salón, apagar la luz y subir a la planta de arriba, donde se hallaba el dormitorio.

                                                                 ***

-Creo que va siendo hora de volver a casa –Indicó Rob al dar el último trago a su cerveza y echar un vistazo a su alrededor, pudo ver como la gente comenzaba ha llegar al lugar para pasar una divertida noche.

Llevaba allí sentado con Paul, cerca de tres horas. Quien apenas había hablado, ni tampoco hecho mucho caso a las tres botellas de cerveza que habían desfilado por delante suyo, a lo largo de la velada. Como aún menos, a las mujeres que se les habían acercado para probar suerte.

-Es tarde –soltó un profundo suspiro-. Y tu y yo, míralo como quieras, pero somos dos hombres recién casados –Volvió a suspirar-. A ésta hora, ya no pintamos nada en un bar solos. Solo vamos a meternos en problemas, no para de llegar más gente y cada vez, me resulta más pesado el rechazar a las mujeres.

Con toda aquella charla, parece que volvió a llamar la atención de su amigo, quien alzó la mirada con cierto recelo.

-Creo que tú no tienes cierta obligación con Francesca –Dijo con cierto tono amargado.

-¿Perdona? –Se rió con ironía el hombre-. Deja que te diga una cosa –alzó un dedo-. Estas muy confundido conmigo, en todo lo que abarca a Francesca.

Paul achicó los ojos, alargó una mano para agarrar su cerveza y darle un trago.

-Es cierto, pido disculpas –Habló con sinceridad-. Recuerdo que teníamos que hablar de tu labor honorífica por casarte con ella en mí lugar. Me siento un necio por acaparar tu tiempo libre con mis problemas, cuando seguro que tú también tienes los tuyos.

Su amigo solo supo soltar una sonora carcajada.

-No te preocupes colega –Le guiñó un ojo-. Comprendo muy bien lo tuyo.

-Bien, pero ahora vamos ahondar un poco en ti –Se inclinó hacia delante y le indicó en apenas un tono confabulador-. Así que comienza a escupir todo.

Rob no se abstuvo, fue directo al grano.

-Siempre he sentido envidia por nuestro difunto amigo –Confesó con un encogimiento de hombros-. Desde la adolescencia que estoy enamorado de ella.

-¡Joder! –Exclamó sorprendido Paul-. Sigue, no pares…

-Tuvimos un rollo de una noche, a lo primero de ella estar saliendo con él en la universidad –Resopló con gran pesar-. Se que fui un cabrón por hacerle esa jugada a nuestro amigo. Pero por aquel entonces, yo me sentía enfadado pues me la había robado.

-Nadie sabía que te gustara –Irrumpió la charla Paul.

-Lo se, fui un idiota –Se encogió de hombros-. Recuerdo que me sentí muy feliz después de habernos acostado –Sonrió con cierta mueca amarga-. Pensando que ella al fin, admitiría su atracción hacia mí desde que íbamos al instituto.

-Pero no lo hizo –Dijo con cierto arrastre su amigo.

-No –Aspiró con fuerza-. Me dijo que no podía hacerle aquello a él. Que era muy bueno con ella. Cuando yo por aquel entonces, no es que  fuera un chico muy responsable y siempre, tenía una chica diferente subida a mi moto.

-En eso, tenía razón –Sonrió Paul divertido y cierto aire melancólico.

-Tampoco tuve tiempo de convencerla, casi al mes se casaron y luego tuvieron al pequeño.

-Pero no la has dejado de querer –Su amigo asintió con la cabeza-, Y piensas volver ha intentarlo.

-¿Qué opinas? –Preguntó con gran duda-. ¿Lo ves algo usurero?

-No, para nada –Negó con su cabeza.- Solo que te vas ha tener que armar de paciencia. Francesca se halla de luto en su corazón.

Rob asintió con su cabeza, algo más animado por contar con el apoyo de su amigo.

-Lo se –Sonrió-. Digamos, que no me esta poniendo las cosas fáciles. Pero a veces, creo ver un vestigio de deseo en sus ojos –Confesó con anhelo.

-Pues a por todas, pero con paso de tortuga –Le guiñó un ojo-. Es una gran mujer, no dejes que se te escape otra vez.

Éste asintió dándole otro trago a su cerveza.

-¿Y qué me dices tú? –Lo inquirió de sopetón, cambiando de sus preocupaciones emocionales a las de él, y observando como en el rostro de su compañero el ceño se unía en un montón de arrugas-. ¿Vas a ir por todas?

Paul volvió a gruñir por lo bajo.

-También estás casado con una bella mujer –Le guiñó un ojo-. A la que amas desde hace tiempo –Se rió-. Tú también sabes guardarte secretos, picarón.

-Pero nada –Replicó con tono brusco-. Debo seguir tratándola como una amiga, como la hija de mi ex socio y lo más importante, como una adolescente virgen.

-¡Hay que joerse! –Alzó por un instante la voz Rob en completo desacuerdo, para luego bajarla nuevamente y hablarle en un murmullo-.  No me seas idiota y tarugo –Lo insultó-. Se de muy buena tinta, que no es una maldita niña. Y es más, también de los sentimientos que siempre ha albergado por ti.

Paul, masculló por lo bajo otra retaría de insultos mientras se reclinaba en la silla y se cruzaba de brazos.

-Pero ahora no es lo mismo –Le gruñó-. Y no intentes convencerme Rob.

-Yo no quiero convencerte de nada –Suspiró-. Solo te digo las cosas desde mi punto de vista.

-Me parece perfecto –Se encogió de hombros-. Salvo que te hallas muy equivocado.

Su amigo volvió a soltar otra sonora carcajada.

-¿Tan seguro estas de ello? –Alzó una ceja divertido-. Yo veo las cosas así… -Se reclinó hacia delante-. Llevas muchos años enamorado de ella,  y ella de ti en actitud adulta, no tantos –Su amigo fue a replicar, pero Rob alzó una mano para mandarle callar-. Es mi turno de palabra.

-No hemos puesto turnos de palabras –Ladró con pésimo humor.

Rob, solo supo volver a sonreír de forma ancha y divertida.

-Pues ahora sí lo hay –Informó quedándose tan tranquilo-. Cuando ella decide volver a residir aquí, pone tu paz mental patas arriba. Pero como un buen amigo, con actitud algo cobarde, decides cubrirte ayudando a Francesca.

-Te estas jugando todas las papeletas a que te rompa la nariz –Amenazó con cierto sarcasmo y sonrisa forzada.

Pero el otro, no se acobardó en ningún momento.

-¿Cómo pica la verdad a la cara, he chaval? –Se burló provocando aún más el enfado en él.

-Rob… -Lo alertó con tono amenazante.

-Espera, que aún no he terminado –Siguió sin dejar el tono de burla-. Te admiro mucho por ante poner a tus amigos antes, que tu propia felicidad –Se calmó un poco, hablando con tono más serio-. Pero la estas jodiendo –Chascó la lengua-. Ella te necesita. Busca al Paul que conoce en su interior y tú, lo tienes oculto bajo las sombras. Tienes que luchar por una vida por los dos, deja atrás todo lo conocido. Vive el mañana junto a ella feliz.

-No resulta tan fácil –Protestó Paul pensativo.

-Porque tú no lo haces fácil –Le señaló-. ¿A qué esperas? Y si no recuerda nunca nada más, vas a desperdiciar todo ese tiempo –Calló para dar otro trago a la botella y dejar que el hombre pensara un poco-. No seas tonto y cortéjala. Sabes que os queréis… Afronta los problemas día a día, según vayan surgiendo. No lo hagas, si aún no están ahí…

De súbito, Paul se puso en pie derribando la silla con un brillo salvaje en la mirada y cierta sonrisa en la comisura de sus labios.


-Levanta el culo y llévame a casa –Le ordenó con tono mordaz-. Pero antes, párate en una floristería. 

4 comentarios:

  1. Jajaj "párate en una floristería" me gusta eso....Bus a ver qué le espera en casa a nuestro buen Paul y si ya de una se pone en acción.
    Y Rob...¿el niño de Francesca será suyo? Jajaj soy novelera, lo sé....
    Gracias por el capi, cariño, te quedó perfecto...a esperar más.

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    1. Novelera? seguro?

      Mira que me lees la mente, o no... jajajajaja

      Ahi se quedará!!!! jajajaja

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  2. Esa idea no se me habia pasado por la cabeza Nata lo del niño....muy interesante; a ver si estos dos ya dejan de dar tantas vueltas

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    Respuestas
    1. Luego decís que sois todas unas modositas y educadas!!!!!

      Y un churro!!!!

      Os gusta el chiqui-chiqui!!!! jajajajaja

      Ya veremos si hago sonar los muelles de la cama!!!!! listillas, pervertidas jajajaja

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