lunes, 21 de octubre de 2013

¡No te lo vas a creer! de Sophie Kinsella


Me quedé sin  Internet durante unos cuatro días y eso significó que me quedaban valiosas horas libres. Escribí un poco y leí mucho más. En el tema de la lectura debo decir que siempre ando atrasada, sin embargo a veces a pesar de tener cosas nuevas a la mano, suelo regresar a una historia que me haga sentir bien y si me ha hecho reír y pasármela en grande queda en mis favoritas por siempre. Una de esas historias es esta de Sophie Kinsella de la cual ya hablé hace tiempo por su saga de Loca por las compras. La  historia es absolutamente hilarante y para mí no tiene desperdicio alguno si se trata de reír.
Vamonos con la sinopsis:

Has tomado una copa de más y hablas por los codos, sin parar, y cuando por fin levantas la vista, unos ojos oscuros y penetrantes te observan atónitos, fascinados y … ¡muy interesados!

Después de asistir en Glasgow a una desastrosa reunión de trabajo y de tomarse un par de vodkas, ¿o fueron tres?, para levantar el ánimo e infundirse valor, Emma Corrigan se sube por fin al temible artefacto volador para regresar a Londres. El vuelo resulta especialmente movido; algunos pasajeros gritan, las azafatas se abrochan los cinturones con caras lívidas, y Emma se agarra desesperadamente a los brazos de su asiento. Presa del pánico, de su boca empiezan a brotar todos sus secretos, sus sueños más ocultos y sus deseos más inconfesables, que van a parar a oídos del silencioso pasajero que, inmutable, la escucha sentado a su lado.
Emma no se deja nada: desde el día en que perdió la virginidad, hasta la nota de matemáticas que falsificó en el currículum, pasando por lo incómodo que le parece el tanga.

Pero este mal trago no será nada comparado con lo que le espera el lunes en la oficina, donde corre la voz de que el presidente de la megacorporación americana para la que trabaja se encuentra de visita en la sede londinense. En medio del nerviosismo general, Emma decide acercarse a la máquina de café del pasillo y se cruza con la comitiva que acompaña al gran jefe…

¿Por donde empiezo? Ya sé que por el principio pero a veces cuando quieres recomendar algo con muchas ganas resulta que terminas diciendo más bien nada. Emma es un incordio total pero como lo somos muchas de nosotras. La historia está narrada en primera persona, ella es la que te va relatando cada asunto, cada manera que tiene de ver la vida desde los pequeños detalles, sus pensamientos, su relación de familia, la laboral y Emma realmente tiene un agudo sentido del humor que aplica a cada situación.

Mejor les iré adjuntando algunas pequeñas frases:

Estoy sentada en un despacho de la sede de Glen Oil en Glas­gow, y al mirar mi reflejo en el cristal de la ventana me doy cuenta de que tengo aspecto de superejecutiva. Me he alisado el pelo; llevo unos pendientes discretos, como los que recomiendan en los ar­tículos tipo «Cómo conseguir trabajo»; y me he puesto mi flamante traje nuevo de Jigsaw. (Bueno, está prácticamente nuevo. Lo encon­tré en una tienda de ropa de segunda mano a beneficio de la lucha contra el cáncer y le cosí el botón que le faltaba. Nadie diría que lo compré allí.)

Ella miente sobre su peso, no sabe muchas cosas relacionadas con su trabajo pero no es de las que se rinden.

Anoto «Cambio de nombre de marca» y «Doug Hamilton» en mi libreta y me revuelvo en la silla. ¡Dios, qué incómodas son estas bra­gas! Es decir, los tangas nunca me han parecido muy cómodos, pero éste es un auténtico incordio. Aunque supongo que se debe a que es dos tallas menor de lo que debería. 

Me imagino que cuando Connor me lo compró le diría a la de­pendienta que peso cincuenta y seis kilos, y ella supondría que uso la talla treinta y ocho. ¡Qué más quisiera yo! 

(Estoy convencida de que la chica lo hizo adrede; seguro que sa­bía que era mentira.) 

Así que al intercambiar regalos en Nochebuena, me encontré un precioso tanga de seda de color rosa pálido, de la talla treinta y ocho. Y ahora tengo dos opciones: 

A: digo la verdad. «Es algo pequeño. Más bien tiro hacia la talla cuarenta y dos y, por cierto, en realidad no peso cincuenta y seis ki­los.» 

B: metérmelo con calzador. 

Lo cierto es que no me costó mucho y casi no se notan las mar­cas rojas que deja. También tuve que cortar todas las etiquetas de mi ropa para que Connor no me descubriera.

Las cosas cotidianas de la vida Kinsella sabe contarlas con un toque gracioso que en ocasiones es casi para desternillarse de la risa. Emma se ve de pronto envuelta en lío tras lío gracias a su bocaza y por haber soltado tooodos sus secretos enfrente de un desconocido que resulta ser el dueño de la empresa donde trabaja. Todo eso genera una situación cómica tas otra.
Quiero decir mucho más pero mejor les dejo la recomendación de que la lean y luego pasen a decir que tal les ha parecido. 


2 comentarios:

  1. Sis la leí hace tiempo ¿por tu recomendación? Perdona si no lo recuerdo pero mi mente anda selectiva en tema recordar ...eso sí me reí a lo loca!! es divertida y ligera y me imagino a una prota bocazas de las nuestras!!
    Bueno sin dudas

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  2. Yo me la leí, por recomendación de J.J... Que recuerdos aquellos!!!! Fue cuando apenas empezábamos las tres a comunicarnos a solas!!!!

    Y debo confesar, que me reí un montón con ella.

    Aich... Tal vez la vuelva a leer!!!!

    Merci, beaucoup!!!! Muy buena entrada!!!

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