jueves, 11 de julio de 2013

Nunca hay que dar por sentado una cita a ciegas...

Por mucho que nos harten las citas a ciegas
nunca hay que darles la patada... Pueden llegar a sorprenderte.

Por más que me miro en el espejo del probador, la mujer que éste me muestra no se ve con toque chic y menos poseedora de un aire sensual.
¿Cuántos vestidos llevo ya? Seis. ¡Pero contando solo en aquella tienda, siendo ésta la octava que revolvía junto con Agnes!
Tenía que haber ignorado el maldito timbre de su piso, cuando había comenzado a sonar de forma repetida  a las diez menos cuarto de la mañana. Háganme caso, la persona que te molesta  aquella hora un sábado, es que no viene con buenas intenciones.
Lo había comprobado de buena tinta, al abrir con las legañas aún pegadas a sus pestañas y el pelo, peor que la melena de un león revolcado entre la paja seca del campo. Para ver como mi mejor amiga, soltaba un gritito de alegría y entraba dentro del recibidor dando saltitos al tiempo que me anunciaba, que teníamos planes para aquella noche.
Recuerdo como solté un gruñido al tiempo que cerraba la puerta con un enorme golpe, y pasaba por su lado sin mirarla para ir directamente hacia la cocina. Necesitaba café, para despejar mi mente. Porque las legañas de mis ojos, ya se habían caído al abrirlos por la sorpresa ante tal anuncio.
Mientras encendía mi cafetera de expreso y cogía mi vaso preferido, por el rabillo del ojo veía como mi amiga no me quitaba la mirada de encima.
¿Cuánto rato íbamos aguantar con aquel silencio?
-Por favor Joanna…
Poco, Agnes venía  a por todas.
-Odio las citas dobles –Mascullé dándole al botón para que el vaso comenzara a llenarse del delicioso líquido oscuro, y la cocina se impregnara de su fabulosa olor-. Lo sabes de primera mano.
-Pero no me odias a mí –Soltó con sonrisa traviesa, sentándose en uno de los taburetes de la pequeña barra que había en medio.
-Tengo cosas que hacer –Solté con poca convicción, echándole media cuchara de azúcar a mi delicioso café de México.
-El quedarte en casa tumbada en el sofá con un libro y atiborrándote de chocolate, no es nada interesante –Le reprochó con cierto sarcasmo-. Me lo debes. Llevas escapándote de ello más de cinco meses.
Aún recordaba como puso su amiga los labios en puchero y aquel brillo en sus ojos, que conseguían derribarle la muralla de defensa. Sabía que solo le había dado un tiempo de relax, para que hiciera el vago en el buen sentido de la palabra.
Cinco meses atrás, había explotado una noche en una de aquellas citas dobles. Cuando el chico que le tocaba, había resultado ser un completo snob idiota, que solo le importaba su maldito deportivo.
Se puso en pie en el restaurante que estaban cenando de cinco estrellas, y mirando un segundo a su amiga le pidió disculpas con la mirada. Para salir de allí, con la excusa de ir al baño. Pero en verdad, huyó hacia la seguridad y tranquilidad de su piso.
Agnes, nunca le había reprochado nada porque en verdad reconocía que le tocaban el espécimen masculino más raro que había en el planeta. Hasta el día de hoy, que ésta había creído que ya bastaba de esconderse en casa, comiendo chocolate y negándose a cuidar su lado femenino.
Cierto, en todo aquel tiempo ni se había hecho mechas en su larga melena, que ahora deslucía bastante con las puntas abiertas y un tono apagado. Sin contar, que no se había depilado ni una sola vez. Luciendo ahora, un bello rizado en sus largas y torneadas piernas que sería el horror de todo hombre si la viera en ropa interior.
Pero pensar en todo el ritual que llevaba el proceso de prepararse para una cita  a ciegas, ya le estaba dando nuevamente dolor de barriga.
Estaba segura, que solo sufrían las mujeres cuando asistían a una cita a ciegas doble.
Aquello era idiota he histérico.
¿Qué hacía intentando encontrar algo que no te demostrara como una vampiresa sexual, dándote un aire fresco y sensual? Si ni siquiera se sentía a gusto consigo misma en aquel preciso momento. Sabía que aunque se probara más de cien vestidos, ninguno le iba a sentar bien con los ánimos que cargaba por la horrible velada que se le presentaba aquella noche, al hacerle un favor a su amiga.
Y el punto más importante, estaba segura que todo aquel sacrificio no iba a servir para nada. Pues seguramente el amigo de la cita de Agnes, era un idiota rematado o poco interesante, dado que necesitaba de la mano de sus amigos para salir con alguna mujer.
Estaba harta de todo aquel teatro ridículo, lleno de sonrisas y conversaciones falsas por toda la larga noche.
Tenía 29 años y era una mujer atractiva, que por el momento aún seguía creyendo que existía un hombre especial para ella, como lo era su padre para su madre. Solo que aún no se había cruzado por su camino.
Solo tenía que tener paciencia y darse un tiempo. Meditar sobre cambiar algunos puntos de su vida, para así atraer diferentes amistades y posiblemente, el amor de su vida.
 El acudir a citas dobles, era de perdedores.
¡Decidido! Iba a ir por hacerle un favor a su amiga, pero después de aquella noche pensaba sentarse en su ordenador, y crearse un esquema con nuevos lugares donde pasear su culo y poder conocer así a gente diferente. Siendo ella, quien escogiera a quien darle su amistad.
Pero no aquella noche. No pensaba dejarse manosear por otro gilipollas, que no hubiera dado anteriormente el visto bueno.
Con los ánimos reforzados, me quité el vestido de mil capas de gasa verde para volver a ponerme mi pantalón holgado de lino color marrón chocolate, a juego con un top de tirantes y abrir las cortinas del probador con un tirón rápido y decidido.
-¿Encontraste el vestido?
Preguntó mi amiga con brillo esperanzador, irguiendo el cuerpo que tenía hacía un momento apoyado en la pared del pasillo de afuera de los probadores.
-Tomemos un segundo y recapacitemos –Comencé a indicarle, al tiempo que dejaba el vestido a un lado para que la dependienta lo devolviera a su lugar correspondiente.
-Me prometiste que ibas acudir –Sollozó mi amiga frustrada-. No puedes echarte atrás. Sabes lo mucho que me gusta Ben…
-No me estoy echando atrás –Gruñí un tanto molesta-. Solo que veo de idiotas el hacerme polvo los pies por todas las tiendas de Londres, cuando en casa tengo ropa suficiente.

- Y pretendes que me quede tranquila con ese comentario –Soltó poco confiada Agnes.
-Si –Respondí sonriendo y arrastrándola fuera de allí-. Es hora de volver cada una a su casa, para comenzar  a  prepararse para esta noche. Solo nos quedan cuatro horas, para arreglarnos el cabello, maquillarnos, pintarnos las uñas…
-¿Prometes que lo vas hacer?
Me suplicó con la mirada entrecerrada.
-Te recuerdo, que no soy yo la que dice que un vestido negro como fondo de armario siempre va bien –Acabé soltando un profundo suspiro, para que no viera como mi mente iba trabajando con otra idea muy diferente aquel vestido negro-. Y el año pasado, nos fuimos de rebajas a ciertas boutiques para adquirir un par que nos sirvieran para ocasiones como éstas…
-Cierto, pero…
Aún desconfiaba de mí, se notaba que nos conocemos desde los cuatro años.
-Anímate, tengo pensado ir a la tienda de debajo de mi casa que tienen esos fulares tan bonitos, para cogerme uno a juego con mis zapatos rojos.
¡Conseguido! Brinqué en mi cabeza, al ver como mi amiga sonreía más animada.
-¡Es verdad! Sí, muy bien pensado –Sonrió contenta emprendiendo la marcha por la atestada calle-. Vamos, cada una tiene cosas que hacer.

Al llegar a mi propio piso, me siento por un momento en el sofá con la bolsa de plástico en mis manos, y comenzando a sentirme un poco mal por mi ataque de rebeldía.
Mirando el reloj de la pared, comprendo que me ha llevado bastante tiempo encontrar lo que había comprado, porque por mi barrio no había ese tipo de producto.
Seguramente su amiga Agnes, se hallaba en alguno de los pasos del santo ritual de las citas a ciegas. Consistiendo en una pequeña lista de cosas a realizar, para la preparación de resultar ser toda una belleza.
-Darte un baño de burbujas perfumado.
Lo veía de idiotas. Pues aquello era idóneo  realizarlo después de la cita, con una buena copa de vino y así relajarte, por haber tenido una pésima noche.
-Perder media hora, en estirarte bien el cabello con las tenazas y después, acabar un poco histérica al intentar hacerte algún bucle.
Otra tontería, cuando si resultaba ir todo perfecto acabando la velada con una buena sesión de sexo, al despertarte a la mañana éste no vería por ningún lado ese cabello bien peinado. Más bien, perfectamente despeinado.
-Soltar una buena suma de tacos, cada vez que le das un pequeño tirón a la banda de cera fría, que te has pegado en cada trozo de piel que hay ese bello supuestamente indeseado por la sociedad femenina.
Quien había sido el listo, que había dictaminado que el sexo femenino debía carecer de ese bello. ¡No era deportista de élite! Por lo tanto, no corría el riesgo de sufrir ninguna infección por algún rasguño o herida.
-Mini manualidades en el pequeño espacio de las uñas de los pies. Intercalándolo con algo de malabarismos, al intentar ponerte esos pequeños corchos o algodones, sin que ninguno acabara pegado a la laca de uñas estropeándote tu obra de arte.
Lo sentía, no le iba el fetichismo y esperaba que su futuro hombre no lo fuera. Además, tenía tremendas cosquillas por sus pies.
Y acabando todo, en el paso más idiota de todos.
-Picar algo en casa, para no quedar como una glotona delante de tu cita. Y ni pensar tocar nada que llevara ajo o chorizo. Y no beber nada de gas.
Y si quedabas una segunda, tercera, cuarta, etc… Hasta llegar a vivir juntos… ¿Siempre ibas a comer a escondidas?
Lo del ajo y chorizo lo comprendía, pues un beso con el aliento apestando no era buena forma de mantener a un chico a tu lado. Y menos beber cosas con gas, pues si acababais en la cama por la noche podía venirte un pequeño ataque de flatulencia, acabando de convertirse la velada en tu peor pesadilla.
Pero nada de todo aquello, lo debían cumplir los hombres. Si hasta se podían rascar sus pelotas en público que no estaba mal mirado. Por eso que estaba molesta y tenía ganas de ser un poco rebelde.
Agnes lo iba a comprender.

A las siete menos cuarto de la tarde, quince minutos antes de la hora acordada llego  a la puerta del restaurante donde íbamos a cenar los cuatro aquella noche. Como Agnes vivía en la misma calle, había visto tonto que Ben la fuera  a buscar a su piso.
Miro alrededor de la puerta, donde hay un poco de gente de pie fumándose un cigarro para entrar dentro mientras esperan a más personas, cuando veo que aún no ha llegado ella. Es entonces, cuando mis ojos se detienen en él.
Un hombre alto, moreno con tejanos y chaqueta de cuero. Sexy a matar. Alguien, que nunca sería la posibilidad de ser tu cita a ciegas.
De pronto, me sonrojo cuando nuestras miradas se chocan al girar éste su cabeza en mi dirección. Y poco después, me guiña un ojo. Rápido noto como cierto calor interno comienza a recorrerme. Es entonces, cuando comprendo lo estúpida que había sido por llevar a cabo mi ataque de rebeldía. ¡Más idiota no podía ser!
-¡Joder Joanna, que idiotez has hecho!
Me chilla de pronto Agnes, apareciendo a mi lado y agarrándome del brazo tan fuerte que me esta clavando sus perfectas uñas pintadas de rosa palo.
-Sabía que no tenía que fiarme de ti. ¿Qué crees que pensará Ben cuando te vea? –Fue indicando con tono desesperado y algo chillón.
Pero yo aún seguía con mi mirada puesta en la del hombre, quien al parecer sonreía por las palabras de mi amiga.
-¿Pero porque te has hecho esas mechas rojas a tu preciosa melena morena? –Sollozaba-. Y qué me dices de tu maquillaje. Desde cuando te va el rollo de los vampiros…
El hombre, suelta una pequeña risa con lo dicho de Agnes. ¿De verdad estaba interesado en nosotras?
-Y esos leotardos de rallas negras y blancas –Señaló incrédula, no sabiendo que tapaban sus piernas sin depilar-. Es imposible encontrarlos a no ser que te lo propongas. Sumando esa camiseta negra con tan fea calavera y la falda del mismo tono, con feo encaje… ¡Acaso te has recorrido todos los rastros de la ciudad!  -Le chilló cada vez más compungida-. Pensé que éramos buenas amigas.
Solo supe sonreír algo sonrojada, al ver como él no paraba de aguantarse la risa y agachando por un momento la mirada al suelo.
-¡Y encima te parece divertido! –Le recriminó Agnes poniendo los brazos en jarra.
-Vamos Agnes, no te lo tomes tan a mal…
-¡AUGH! –Se apartó un paso atrás mi amiga, arrugando la nariz. Para después, escupir fuego por sus ojos-. Y encima, parece que te has tragado toda una cabeza de ajo tu solita. ¡Joanna!
Ya no pudo más, el hombre sexy volvió a soltar una sonora carcajada justo cuando vi como Ben se paraba a su lado y lo saludaba con el ceño fruncido.
HO, Ho…. Ahora ya no me parecía tan divertido mi pequeña venganza. Por primera vez en mi vida, mi cita a ciegas iba a resultar ser con un bombón. 
¡Noooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo!!!!!!!
Ahora comprendía, el porque las mujeres teníamos que hacer aquel santo ritual. Valía la pena, si aparecía alguien como él. 
Ya lo decía mi madre:
Para presumir, había que sufrir. 





10 comentarios:

  1. Oye esto es una nueva novela??? me tomó desprevenida, creí que era un comentario sobre citas o algo...Hay más? si verdad? besos

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    1. Pues ciertamente, no te ha pillado desprevenida.

      jajajja

      nop, no es una nueva novela.

      Simlpemente un desvario de los mios, algo diferente.

      jejeje

      besitos

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    2. Pues para mí eshistoria más que desvaría y mehizo reír y quiero un se quedó con el chico!!!!

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  2. Hola, que genial tu historia/desvario, me encantaria que se tratara de una historia, por que pasa que cuando uno anda "rebelde" y no quiere arreglarse, justo nos encontramos con esa persona que nos llama la atencion, y cuando nos encontramos radiantes nadie nos ve, que injusta la vida. te juro me encantaria que este desvario se transformara en una historia. xau

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  3. Jajajajaa ay brujis, creo que querías en un principio hacer un post sobre el arreglo previo a las citas (digo, por que me metí a chismear en blogger) eso o simplemente querias despistarnos, no nos dejes con este one shot.. quiero mas...!

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  4. Yo creo que le salió el tiro por la culata, ahora queremos historia!!!

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  5. yo tambien quiero historiaaaa, vi el titulo como muy largo para una novela pero ahora quiero saber que sigue con la historia, creo que ya no sere tan rebelde si me toca uno de esos jaja

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  6. Iros todas al cuerno!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

    jajaja

    Es un post, sobre citas a ciegas y punto. Mecachis la mar salada, por un día que decido darle la vuelta a un post y enfocarlo desde otro punto de vista.


    Se que las chicas no tienen la culpa, solo Nata y J.j. Aunque la primera en ostigar a sido nata.... Mmmmm....

    Me alegro que os gustara, pero solo es un post.

    Quereis segunda parte?

    Vale, me puido un capi de Candy y entonces lo hago. Sino, nanai nai de na....

    jajajjajaja

    Se siente, pero eso os pasa por listas. jajaja

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