viernes, 14 de junio de 2013

"Gabriela Ruiz" Encuentro Con El Destino 11

Capítulo 28

Una vez más se habían dado cita las personas más influyentes de Italia y del mundo de los negocios de todas partes del planeta.  La transnacional tenía mucha fama y el mundo esperaba expectante la revelación de su nueva imagen y producto estrella.  Los que ya habían observado el diseño lo habían descrito como innovador, sobrio, moderno… Y todos querían formar sus propios juicios sobre ello y también sobre la joven diseñadora que encabezó el equipo de diseño de la empresa de los Ferraz.

Cuando Danna ingresó del brazo de Leonardo, varias personas se voltearon a mirarlos.  Eran una pareja que aún causaba curiosidad pero a pesar de lo que decían, los que los vieron estaban de acuerdo en que formaban una pareja muy atractiva al igual que la pareja que venía detrás de ellos.  Stefano Ferraz y Mandy, sonrientes y carismáticos formaban una familia de personas guapas y tan distintas.  Marie ya estaba allí y esperaba el ingreso de otra pareja que obtuvo uno que otro suspiro por parte de las más jóvenes herederas que allí se encontraban.  Sebastien y Antonella Lucerni entraban y él le dirigía una de sus devastadoras sonrisas a toda mujer que incluso las más tímidas se sentían obligadas a corresponderle sonriendo.  Antonella también sonreía y su belleza se veía exaltada aunque había un aire de maldad en la mirada que les dirigía constantemente a la pareja delante de ellos.

Unas cuantas piezas musicales se sucederían antes de la presentación oficial de la nueva imagen, que correría a cargo de Danna y Leonardo, por supuesto.  Cuando los primeros acordes se sintieron en el aire, Sebastien se separó de Antonella y, sorprendentemente, ella no protestó.  Extraño, pero tenía que hablar con Leonardo así que apartándole un minuto de Danna le comentó su preocupación por lo que podrían tramar su hermana y Marie. 

- No te preocupes -desestimó Leonardo- su maldad no nos llegará porque esta noche nos vamos a comprometer frente a todos  -confesó y Sebastien se quedó más tranquilo aunque la inquietud no cesaba y para Leonardo tampoco.  Son nervios  -trató de calmarse y buscó con la mirada a Danna pero esta había desaparecido.

Antonella agradeció que su hermano hubiera optado por separarse de ella porque si ella lo hubiera sugerido habría sido demasiado sospechoso.  Todo estaba saliendo perfectamente y con una sonrisa pidió hablar un momento con Stefano.  Mandy se sorprendió pero se excusó para ir al tocador dejándolos solos en medio del lugar. 

- Al grano, pidió Stefano cortando a Antonella. 

- ¿Estás seguro?  -preguntó sin detenerse más-  Es sobre Danna y tú. 
Stefano palideció y aún más cuando escuchó sus palabras.  Sin pensárselo mucho se dirigió hacia Danna que estaba sola y tomándola del brazo la arrastró hasta el pequeño despacho contiguo a esa sala mientras las palabras aún retumbaban en su cabeza: “ustedes tuvieron un hijo… un hijo”

Mandy asintió intrigada a la petición de Antonella.  No le agradaba nada esa mujer y cuando había estado a punto de regresar por su bolso vio como Stefano palidecía conforme la mujer hablaba y arrastraba a Danna mientras ella protestaba.  ¿Qué estaba pasando?  -se preguntó y los siguió discretamente.  Eso no se veía nada bien.

-  ¿Te dejaron solo?  -Antonella lo miraba divertida y a él no le importaba.

-  No, Danna no tarda  -pronunció omitiendo un saludo que no le apetecía nada.

-  Pero querido…  -se acercó rozando coquetamente su brazo y él se apartó molesto-  ¿Qué es lo que te sucede, Leonardo?  Antes te encantaba estar conmigo…

-  Tú lo has dicho, antes.  Pasado Antonella, ya no me interesas  -aseveró.

-  ¿Por qué?  ¿Por esa muchacha poca cosa?  -él estaba a punto de protestar pero ella se adelantó-  Mira bien lo que vas a decir…

-  Basta.  Ella es mejor persona de lo que tú nunca podrías siquiera aspirar.  Y la amo mucho.

-  Cuidado con lo que dices, querido.  Luego te puedes arrepentir…  -Antonella miró satisfecha como su mirada reflejó un ligero matiz de desconfianza.

-  ¿A qué te refieres?  -Había caído, pensó Antonella.

-  Ven conmigo  -pidió pero él se resistió-  Danna no es quien tú piensas… ni siquiera sabes donde está.

-  No, pero…

-  Ni con quien  -Antonella vio como el bello rostro de Leonardo de pronto adquiría un matiz peligroso.

-  Habla claro, Antonella.

-  ¿Has notado que no solo Danna no está?  Stefano tampoco se ve por ningún lado.

-  ¿Qué estás insinuando?  -su voz adquirió un tono furioso.

-  Sígueme y lo verás con tus propios ojos  -Antonella lo guió sabiendo que eso de ninguna manera podría acabar bien.

***

-  Ahora ¿se puede saber qué te ocurre?  -Danna estaba furiosa mientras Stefano seguía dando vueltas por el lugar-  ¿Estás loco?  ¿Qué pensarán todos?

-  Me importa un comino lo que opinen  -Stefano gritó pero trató de controlarse.  Esto no le podía estar pasando-  Esto no es posible…

-  ¿Qué?  ¿De qué hablas?  -Danna trató instintivamente de acercarse pero él se alejó

-  ¿Cómo pudiste Danna? –Stefano no podía controlarse y sentía que iba a estallar.

-  No sé que es lo que sucede ni me interesa saberlo.  Mejor me voy  -él le bloqueó el paso furioso.

-  Tú no vas a ningún lado hasta que no aclaremos todo.

-  ¿Qué?  ¿Otra vez el pasado?  No hay nada que aclarar, Stefano  -Danna lo miró cansada-  Tú seguiste con tu vida y yo también, además no es ni el momento ni…

-  ¿Pasado?  Si, una relación puede quedar en el pasado pero…  -Stefano la miró irónico-  no veo como un bebé pueda hacerlo.

-  ¿Un bebé?  ¿A qué te refieres?  -Danna no entendía nada de lo que sucedía.

-  ¿Cómo borras a un niño de una relación?  -Danna seguía mirándolo como si estuviera loco y él clarificó de una vez-  ¡Nuestro niño, Danna!  ¿Cómo borraste a nuestro hijo?  -Stefano exclamó furioso y Danna tuvo que contener un grito mientras gruesas lágrimas mojaban su rostro.

-  ¿Hijo?  ¿Stefano, de qué hablas?  -Danna articuló con dificultad mientras sentía que le faltaba el aire.

-  ¿Vas a negar que tuvimos un hijo?  -Danna asintió mientras su llanto no remitía al ver volver a esos recuerdos dolorosos.  ¡No podía estar pasando!-  ¿Cómo pudiste ocultármelo?  ¿Dónde está?  -la sacudió como si de una muñeca se tratara.

Danna no se defendió.  No podía.  Los recuerdos que creyó curados, volvían a atormentarla y la culpabilidad y los sueños rotos por lo que pudo y no fue surgieron como si no hubiera pasado ni un solo minuto.  Como si los estuviera viviendo en ese momento.  Humillación, dolor, abandono, furia… no podía con todas esas emociones.

-  ¿Dónde, Danna?  ¿Qué es lo que pasó?  -Stefano miraba como Danna se hundía frente a sus ojos en un abismo que temió, ya hubiera pasado antes.

-  Tú… Stefano ¿cómo te atreves a hacerme esto?  -Danna lo miraba con furia y dolor-  Una vez más arruinas mi vida… no lo entiendes.

-  Danna, yo no pude haber arruinado tu vida porque yo te amaba…

-  No, Stefano tú siempre te amaste a ti y solo a ti…  Me abandonaste cuando más te necesitaba.  Ni siquiera un mensaje de despedida… Nada, yo no valía nada para ti.

-  No,  Danna las cosas no son así.  Yo…

-  Si, si son y eran así  -Danna se aclaró la voz que una vez más amenazaba con quebrarse-  Yo me enteré que estaba embarazada luego de que te fuiste.  ¿Tienes idea de lo que significó para mí?  Se suponía que tenía un futuro brillante  -Danna pronunció irónica-  y resulta que salgo embarazada…  Mis padres me echaron, tuve que dejar los estudios y buscar trabajo.  Si no fuera por Carolina…

-  Pero…  - Stefano no tenía palabras, consciente del inmenso dolor de Danna que parecía haberse adueñado del ambiente-  Yo nunca quise hacerte daño…

-  Stefano.  Yo te amaba.  ¿Es qué no lo entiendes?  Era una niña enfrentándose a decisiones adultas por un error de los dos pero que tú  -lo miró despreciándolo-  no lo viviste.  Yo si.  Yo soñaba con estar siempre junto a ti y por eso te entregue todo de mí.  ¿Cómo crees que me sentí al enterarme de que para ti todo fue un juego?  ¿Qué tú tenías novia?  ¿Qué a más de tener el corazón destrozado iba a tener que salir adelante con una criatura que nadie quería? 

-  Ni tú, ¿verdad?   -reprochó Stefano con dolor.

-  ¿Cómo te atreves a juzgarme?  -Danna no creía lo que él insinuaba-  Yo… ese hijo fue el
impulso que me ayudó a salir de la depresión…  Yo, jamás podría haberme deshecho de él…  -el dolor no le permitió continuar por el nudo que se le formó.

-  Entonces… ¿dónde está?  Quiero conocerlo, yo…  -Stefano sentía como se disipaba su furia inicial pero Danna negó-  ¿Por qué?  Yo sé que no lo merezco pero…

-  Stefano, basta…  -el llanto de Danna corrió con más fuerza y su alma tenía un peso infinito-  Nuestro hijo no existe… no nació  -Danna no pudo más y se derrumbó en sus brazos y mientras gemía susurró-  Lo perdí, Stefano.  Yo… lo perdí.  ¡¿Tienes idea lo qué es perder un hijo?!  ¡La razón que dio sentido a tu vida!  -ella no podía más y perdió el control mientras lo golpeaba sin fuerzas en el pecho-  Yo lo perdí por tu culpa, porque al principio no lo quise a mi lado.  Yo lo perdí por tu culpa  -Stefano la detuvo y la estrechó, sintiendo por primera vez un dolor que le apretaba el corazón y le hería el alma-  ¿Por qué me quitaste todo?  ¿Por qué arruinaste mi vida?  Primero tomaste mis ilusiones y mi corazón y los rompiste, luego me diste un hijo y me lo quitas… tú…  -su voz se quebró y mientras las lágrimas no le daban tregua escondió la cara en su pecho y él la estrechó sintiendo como una lágrima recorría su rostro.

Pero no eran los únicos corazones rotos.  Las revelaciones habían herido mucho más allá de las dos personas abrazadas en el pequeño despacho.  Afuera una mujer lloraba dolida por la traición mientras un hombre le rodeaba con sus brazos y su rostro reflejaba traición, dolor y decepción.





Capítulo 29


La puerta a medio cerrar se abrió completamente revelando a ambos jóvenes fundidos en un abrazo.  Ni siquiera habían sospechado que tanto Mandy como Leonardo y Antonella habían escuchado toda la conversación de un pasado que reclamaba su lugar y no podía estar oculto más. 

-  Disculpen la interrupción  -Antonella exclamó con poca delicadeza y mucha crueldad mientras la joven pareja se separaba mirando a sus acompañantes.

-  Leonardo…  -Danna no podía más.  ¿Cómo su vida se había convertido en esa pesadilla?  El hombre que amaba la miraba con odio, evidentemente dolido y decepcionado.  No podía enfrentar todo eso… era demasiado.

-  Mandy…  -Stefano miraba el dolor que las facciones de su bella esposa expresaban.  Parecía estar muy lejos de allí… ahora ¿qué debía hacer?-  Yo…

-  Lo mejor es que hablemos, Stefano, en otro lugar  -Mandy pronunció con un controlado tono de voz que le dolió profundamente.  Él siguió a su esposa sin mirar atrás.

-  Leonardo…  -Danna pronunció una vez más y trató de acercarse sin éxito porque él se apartaba-  Yo quería contártelo todo…

-  Pero no lo hiciste  -habló Leonardo con un tono que le heló la sangre.

-  Traté pero no podía…  -él no la escuchaba.  Danna no sabía como llegar a él.

-  O no querías  -Leonardo retó en tono cínico-  No iba con tus planes ¿no?

-  Leonardo, estás insinuando que yo…

-  No, no estoy insinuando nada.  Te lo estoy diciendo de frente.  ¿Qué clase de persona eres?  Como no pudiste atrapar a mi hijo…

-  Leonardo, no lo hagas por favor…  -Danna le suplicaba con la mirada pero él no se acobardó.  Ya no.  Esa mirada ya no le convencía.

-  Pero… ¡qué actriz!  Por un momento casi me lo creo  -soltó insultante mientras Antonella reía-  ¿Crees que no lo entendí todo?  Ahora si, todo encaja…

-  ¿A qué te refieres?  -no quería seguir con esa mujer presente pero…

-   Leonardo, te estaba buscando…  -Sebastien se paró en seco ante la escena frente a él.  ¿Qué sucedía?  No creía que los planes de Leonardo se estuvieran llevando a cabo porque él estaba sumamente dolido y enfadado, Danna tenía los ojos enrojecidos y claras evidencias de haber llorado y Antonella sonreía satisfecha.-  No se qué es lo que sucede, pero mejor nos vamos  -pronunció tomando a Antonella y llevándola con él a pesar de su resistencia-  ¿Qué hiciste?

-  Nada  -sonrió satisfecha.  Igual, a estas alturas ya nada podía funcionar entre esos dos.

-  ¿Qué quisiste decir, Leonardo?  -Danna lo miró con dignidad y el rió sin humor.

-  No te hagas la ofendida, Danna.  Me imagino que viniste buscando a Stefano porque siempre lo amaste  -pronunció con desdén- Y al encontrarlo casado… bueno, digamos que eras demasiado digna para ser la amante, por lo que decidiste ir detrás de alguien más.  Y, ¿quién mejor que su padre?  Claro, yo era el partido perfecto ¿no?  -replicó irónico-  Reciente viudo, por lo tanto solo y encima padre soltero.  Pensaste matar dos pájaros de un tiro ¿verdad?  Porque eso significaba que tendrías dinero y además podrías vengarte del daño que te causó mi
hijo  -Leonardo emitía odio por la situación y no sabía cuanto más podría controlarse para no exteriorizar lo que realmente sentía.  Amaba a esa mentirosa y no podía evitarlo.  Maldición.

-  No, Leonardo las cosas no son así.  ¡Por Dios! ¿Tan bajo es el concepto que tienes de mí?   Pensé que me conocías… pero es evidente que no  -ella lo miró dolida.

-  Danna, yo soy él que debe estar enfadado.  Tú me mentiste.  Me usaste y lo que es peor… involucraste a una niña inocente en esto. 

-  Yo quiero a Beth  -afirmó Danna mordaz-  Yo no usé a nadie.  No mentí porque yo nunca dije quien era el padre de mi hijo.

-  Omitiste pero… ¿crees que yo no desearía saber que con quien “estuviste” fue mi hijo?  -Leonardo no quiso expresarlo así pero lo dicho, dicho estaba.

-  Dilo sin miedo.  Quieres decir ¿con él que te acostaste no?  Si, es cierto.  Un solo error que pague caro y creo que ya fue suficiente.

-  Si, ya fue suficiente de tu actuación…  ¿Es acaso que ya te diste cuenta que no podrás separar a Mandy de Stefano y decidiste seguir “sacrificándote” conmigo?  –Él la miró hiriente-  Ahórratelo porque no te va a funcionar… ¿Qué es lo que quieres Danna?  -Leonardo estaba herido y por un momento lo vio vulnerable.

-  Yo… yo solo te quiero a ti, Leonardo  -ella decidió abrirle su corazón una última vez ignorando lo que había dicho-  Quiero estar contigo porque te amo…

-  ¿Cómo te atreves a burlarte de mí?  Ahora ya entiendo todo…  Siempre se trata de dinero ¿verdad?  -Leonardo estaba harto y acostumbrado a la vez a que siempre fuera eso-   Si eso es lo que querías, toma  -pronunció al tiempo que le arrojaba una caja pequeña-  No es lo que hubieras recibido al momento de nuestra separación pero deberá bastarte para alejarte de mí.

-  ¿Qué?  -Danna no entendía nada y tomó la caja e inconscientemente repitió-  Yo te… amo Leonardo.  Siempre te amé  -pronunció a pesar del ataque recibido y con lágrimas en los ojos al comprender todo.

-  Demasiado tarde, Danna  -Leonardo trató de reprimir el dolor que se advertía en su voz-  Aunque fuera verdad, ya no te creo nada  -pronunció alejándose de ahí.

-  Espera…  -su voz se apagó y demasiado tarde comprendió que ya no podía humillarse más. 
Lo que él creyera no debía afectarle porque aunque decía que la amaba, en la primera prueba se había rendido.  El amor era confianza, entrega y respeto pero Leonardo había destruido todo entre ellos…  No le quedaba otra opción, si quería seguir adelante debía volver a ser la mujer sin sentimientos que llegó a Italia.

***

-  Mandy las cosas no son así  -Stefano trataba de razonar a pesar de su propio desconcierto-  Escúchame, por favor…

-  No, Stefano, no te atrevas a negar lo que yo presencié.

-  No, no lo niego  -Stefano miró a su esposa y quiso acercarse pero ella lo empujó.

-  Y todavía lo admites…  Así que tienes una relación con Danna –ella retó dolida.

-  ¿Cómo?  No, yo no tengo una relación con ella.  Tuvimos una relación, Mandy. 

-  Y un hijo…  -ella dijo con tristeza y Stefano consiguió estrecharla-  Déjame…

-  Si, un hijo que no nació.  Algo de lo que yo no estaba enterado.  Mandy, es cierto que eso no me justifica y…

-  ¿Eras mi novio?  -ella interrogó-  ¿Estabas conmigo cuando se conocieron?

-  Si, yo era joven e inmaduro.  Solo jugaba y nunca me detuve a pensar el daño que hacía, Mandy.  Danna tiene razón, en esa época yo me amaba solo a mí y no pensaba en los demás…

-  ¿Por qué?  Es que acaso yo no era suficiente…

-  Era distinto Mandy.  ¿No lo ves?  Si, la conocí al ser novios contigo, pero cuando me involucré nos habíamos enfadado.  Estaba tan molesto que quise vengarme y en mi arrogancia no vi el daño que podía causar a alguien tan inocente como ella.  Si, Mandy, me aproveché de su enamoramiento y no sabes como me arrepiento del daño que le hice.  Fui un estúpido y ahora me doy cuenta cuan grande fue el dolor que le cause.  Y ahora lo hago contigo.  Y no quiero.  Jamás me perdonaría dañarte y ahora no sabes lo que me duele lo que esta revelación causó en nuestro matrimonio porque te amo Mandy.  Te amo como nunca amé ni amaré a nadie.

-  ¿De verdad?  -Mandy podía apreciar la sinceridad en el corazón destrozado de su esposo-  Yo también te amo, Stefano, pero… no se si pueda perdonar tu traición.

-  Yo sé que es doloroso.  Pero es pasado, Mandy.  Pasado que estaba muerto y enterrado.  Yo nunca amé a Danna y nunca la amaré.  No te voy a negar que cuando la reencontré en el despacho de Leonardo me inquietó, pero eso es porque ella tiene un lugar en mi pasado.  Fue un bonito recuerdo pero solo eso… mi presente y mi futuro eres tú.  Solo tú y nadie más.

-  Eso quiere decir…  -ella temía preguntar-  ¿que no tuviste nada con ella? 

-  ¿Ahora?  ¿Es decir en este tiempo?  -ella asintió y para su alivio él negó-  No, Mandy, claro que no.  Si te soy sincero yo quería que se fuera, pero no por los recuerdos porque yo ya los superé, sino por el temor de lo que esa historia podría hacer en nuestra vida.  Yo soy tan feliz y te amo tanto que…

-  Gracias, Stefano.  Es todo lo que necesitaba saber  -Mandy lo miró irradiando perdón-  Yo acepto tu pasado y no pongo objeciones, pero el pensar que hubieran tenido una relación en este tiempo… eso era lo que me mataba.  Ahora, yo confío en ti, Stefano.  Hiciste mal en ocultármelo pero… yo te amo y el amar también se trata de perdonar  -Se estrecharon más y le dio un ligero beso-  No importa tu pasado, sino tu presente y futuro y… tú ya dejaste claro que me quieres ahí.

-  Si, eres parte de mi pasado, presente y espero que de mi futuro también… Siempre  -sonrió mientras se besaban celebrando su amor.


***


Todo se desarrolló con normalidad, dentro de lo que cabe después de los eventos recientes.  Danna fue la última en volver a la presentación y los directivos la esperaban para que explicara e inaugurará todo junto a ellos y Leonardo.  Pero,  la chica que apareció, no era la misma de aquella mañana.  En el mismo instante en que ingresó al salón su mirada fría se podía percibir a su paso y al empezar a explicar el diseño lo hizo de una manera automática, como si hubiera aprendido lo que debía decir.  Pero eso no evitó que el diseño causara impacto y fuera reconocido como uno de los mejores de la empresa Ferraz.


Recibió los elogios con la sonrisa cortés que utilizaba siempre y que no le llegaba a la mirada, que estaba vacía, y que solo quien la viera detenidamente podría imaginar un rastro de lágrimas en ese inexpresivo rostro, demasiado serio para alguien tan joven.

-  Debemos hablar, Leonardo  -utilizó un tono frío e impersonal.

-  No tengo nada que hablar contigo,  Danna   -pronunció con desprecio.

-  Pero yo si y es mejor que sea en privado  -ella tomó su mano y lo condujo hasta el despacho que abandonaran momentos antes.

-  ¿Qué quieres?  -Leonardo la miró cortante e imitó su tono impersonal.

-  Solo devolverte esto  -ella tomó los pendientes y los depositó en su mano-  Al igual que esto  -le entregó la caja-  No me interesa saber qué es ni para qué… y tu otro regalo te lo enviaré a tu dirección porque supongo, tu nota no contemplaba estas situaciones ¿no? –dijo irónica y continuó- …Yo no tendré todo el dinero que tienes tú, pero… sé que no necesito limosnas ni humillaciones de nadie y menos de un hombre  -Danna dijo en tono frío-  No se lo permití a mi padre y mucho menos te lo permitiré a ti  -pronunció dolida-  Hasta nunca Leonardo  -finalmente le dirigió una mirada que… no expresaba nada… solo una hiriente indiferencia.


 Capítulo 30

Querida Caro:

Si, tienes razón.  Soy una ingrata pero no creas que es porque me he olvidado de ustedes, solo que, al faltar un mes para finalizar mi contrato con esta empresa he estado ocupada al dejar todo en orden.  Si, ya di mi aviso de salida y como mi contrato inicial fue de un año, no he tenido mayores problemas.  No, no pongas esa cara que no me voy por Leonardo.  De esa noche ya han pasado 6 meses y puedo decir que lo he superado…  ¿¿Qué no??  Yo te garantizo que sí, el tiempo logra atenuar las heridas y a pesar de mi incomodidad inicial, tu sabes que seguí asistiendo a mi lugar de trabajo porque no me podía dar el lujo de terminar, en aquel entonces, el dichoso contrato firmado.   Seguro te estoy aburriendo con esto pero es solo con el objetivo de explicarte mi siguiente decisión. 

(Siéntate por favor) porque… no voy a regresar a Ecuador.  Si, sé lo que dije pero ya verás que es una mejor opción.  Me voy a España por invitación de Melina.  He retomado contacto con ella como te conté y me ha convencido.  Podemos ir juntas ¿qué te parece?  Yo te financio el pasaje, buscamos empleo allá y vivimos juntas e independientes como siempre soñamos.  ¿A qué no es buena mi idea?  Espero tu respuesta y si, ya les enviaré tus saludos a Melina, mi hermana y su amiga Doménica.

Ya lo sé.  No quieres más rodeos ¿verdad?  Pues bien, mi relación con Leonardo no ha cambiado desde aquella noche.  Nos evitamos y cuando nos encontramos nos dirigimos el saludo normal y… eso es todo.  Si, increíble ¿no?  Además me enteré que supuestamente está saliendo con Antonella  ¿será cierto?  Tal vez, pero aún no anuncian nada serio.  ¿Ves que ya no me afecta?  Si, sé lo que te dije en nuestra conferencia aquella noche, que no lo superaría, pero tenías razón.  Aquí estoy, más viva que nunca y en paz luego de haber cerrado finalmente aquel capítulo de mi pasado con Stefano.  Las cicatrices están sanando ya y lo he perdonado.  De verdad, ya no es el hombre de mis pesadillas… ahora simplemente es parte de mi pasado y aceptó el encuentro que el destino me deparó porque sino no disfrutaría de esta paz real en mi corazón y doy gracias, a pesar de que conocí el verdadero amor y lo perdí… no importa porque sé que por lo menos lo viví plenamente en aquellos meses junto a Leonardo.  Lo admito, amiga.  Aún lo amo y tal vez nunca deje de amarlo pero debo salir adelante y que mejor, que el cambio que te planteo.  Piénsalo porque sé que ya nada te retiene en Ecuador 

(tú sabes a quien me refiero) A propósito  ¿recuerdas nuestros pactos de adolescencia?...  Pues yo si, entonces tengo el derecho de remitir tú misma pregunta ¿ya lo superaste?

Espero pronta respuesta y deja los regaños para el teléfono.  Ok, así por lo menos me defiendo en vivo.

Te quiero mucho.

Tú amiga, Danna.

***

Releyó una vez más la carta y ya estaba lista para enviarla.  Si, era un poco anticuado utilizar el correo tradicional cuando existía el e-mail pero para cartas como esas, era mejor de puño y letra.  Dobló el papel y lo colocó en el sobre que tenía ya el sello postal.   Se encaminó a la oficina de correos que no estaba muy lejos del hotel.  Era extraño que después de todo ese tiempo no hubiera buscado un apartamento pero  ¿para qué hacerlo?  Sabía que apenas terminara el contrato se iría de Italia a otro lado.  Probablemente Ecuador, pero se encontró con una mejor idea.  A ella le encantaba probar cosas nuevas y que mejor que en otro país.  España fue elegida por influencia directa de su hermana Melina que vivía allí de toda la vida y solo pasaba los veranos en Ecuador.  Le convenció y además ¿qué tan difícil sería encontrar otro empleo con sus antecedentes?  Imagínate que tu diseño está en todo el mundo, había dicho Mel, y tenía razón.  No muchos sabían que era suyo pero el hecho de haber trabajado en la empresa Ferraz y con esa transnacional hacían impecable su hoja de vida.  Si, España sería su próximo destino pero le iba a doler alejarse de todos, a fin de cuentas había tomado cariño al equipo de diseñadores, personal de la empresa y en especial le iba a doler en el alma dejar a una chiquita muy especial y a su padre.  Beth y Leonardo siempre ocuparían un lugar en su vida y serían la familia que siempre soñó.

Estaba tan concentrada en sus pensamientos que envió la carta como un autómata y tomó el camino de regreso al hotel.  No le gustaba pasar por aquel parque pero esta vez haría una excepción  -se dijo regresando sobre sus pasos y dirigiéndose hacia allá.

Parecía que el tiempo se hubiera detenido y no hubiera pasado ni un solo día desde la última vez que estuvo ahí.  Con Leonardo  -sonrió al recordar los eventos como si hubieran sucedido ayer-  Precisamente en el lugar en que estaba parada él le había dado su primer beso dejándola atónita y seriamente afectada.  Precisamente empezó a sentirse como aquel día… esa era la razón por la que no le gustaba ir.  Le recordaba lo que había perdido, por culpa de los dos, pues al final ella no había sido totalmente sincera y él le había juzgado duramente sin escuchar su defensa… ¡No!  Debía dejar de recordar eso, era el pasado y no iba a mezclar sus mejores recuerdos con los peores.  Sonrió tristemente al no poder evitar recordar los días posteriores a aquella noche.  Tratando de ignorar las miradas de asombro y lástima que todos le dirigían  ¿sabrían lo que pasó?  No, era poco probable pero aún así a nadie le pasó desapercibido el final de la relación con Leonardo, evidente al ocurrir su primer encuentro después del incidente.  Se trataron fríamente, con cortesía pero cortantes y fue la gran sorpresa.  Ni que decir de la relación con Mandy, que no volvió a conversar con ella hasta mucho después aunque se mostraba distante y Stefano, él no volvió por la empresa en por lo menos 3 meses hasta que finalmente fue y se dirigieron palabras corteses sin el odio de antes.  En realidad su relación fue estrictamente profesional pero con un toque amistoso.  Una vez más… curiosas las vueltas que da la vida.  Marie se burló cruelmente de ella, hasta que cortó de raíz sus palabras y la ignoró.  Luego se enteró que Marie se tragó todas sus palabras cuando Leonardo le había contado que Stefano había sido el hombre que la había abandonado embarazada pues Marie los había insultado a ella y a ese desconocido.  Antonella no tardó en ir por la empresa y se aseguraba de que Danna se enterara de que iba para mortificarle la vida, pero ella no se dejaba, a personas como esas era mejor ignorarlas y aunque en una ocasión la vio saliendo del brazo de Leonardo supo por su semblante serio que él no estaba disfrutando, precisamente  -suspiró y se le hizo verlo una vez más-  Absurdo, Italia era enorme y no existía la mínima posibilidad de ver a Leonardo…

-  ¿Esperas a alguien?  -un hombre se dirigía a Danna y ella lo miró.

-  No, en realidad ya me iba  -no quería ser descortés pero no le interesaba conocer a nadie precisamente… pero se le hacía tan familiar…

-  ¡Qué lástima, Danna!  Pensé que tal vez nos podríamos tomar un café… -si lo recordaba de algo…

-  ¿Sebastien Lucerni?  -él asintió y ya se dio cuenta-  ¿Qué haces tú por aquí?  -en realidad quería decir invitándome a mí.

-  De todo un poco… en realidad estaba con alguien  -Sebastien señaló hacia un costado.

-  Pues… entonces no te quito más tiempo, Sebastien  -ella se despidió y al dar la vuelta se topó con el torso de un hombre que había estado a sus espaldas-  Leonardo… -susurró al tiempo que evitaba mirarlo para no confirmar lo que su cuerpo le decía a gritos.

-  ¿Cómo estás Danna?  Veo que no aceptaste el café ¿por qué?  -él habló y ella confirmó su identidad.

-  No conozco bien al señor Lucerni y además ya tengo otro compromiso  -era mentira pero que más daba, lo importante era irse de allí.

-  ¡Cancélalo!  -ordenó Leonardo con evidentes celos en su voz.

-  ¿Disculpa?  -había oído bien… ¿él le estaba ordenando?-  Soy tu empleada, no tu esclava por lo que no puedes darme órdenes fuera del horario de trabajo…

-  Discúlpalo, es que está un tanto alterado porque es…  -Sebastien decía y Danna lo interrumpió:

-  Es un idiota  -dijo dejando atónito a Leonardo-  Si, lo eres y no me importa que seas mi jefe.  Despídeme o espera porque no falta mucho para que me vaya.

-  Yo no quiero que te vayas… hasta que no hables conmigo  -Leonardo trataba de controlarse-  Y lo mejor es que lo hagamos en privado…

-  No tengo nada que decir  -Danna se resistía pero como negar algo que ella también necesitaba.

-  Si tienes muchas cosas que decir, Danna  -Leonardo afirmó mirándola desafiante.

-  Tal vez… Si, lo mejor es cerrar este capítulo por mi bien y el tuyo  -Danna estaba harta de huir y por experiencia sabía que eso no solucionaba nada y no le permitía vivir tranquila.  Si Leonardo quería hablar, bien, ella estaba dispuesta a escuchar y aclarar… porque eso no significaba volver con él… solo un ajuste de cuentas con el pasado.

1 comentario:

  1. Joooooooo...
    Parezco una niña chica con pataleta ;)
    ¿Por que me dejas la historia asiiiiiii?
    Muchos besos jiji

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