martes, 11 de junio de 2013

"Gabriela Ruiz" Encuentro con el destino 10

Capítulo 25


Beth la recibió con un gran abrazo.  Tal vez hace una semana que no se veían pero el cariño que las unía era cada vez más fuerte.

-  ¿Cómo estás pequeña?  Tu padre me contó que querías verme.

-  Si, Danny tengo algo que mostrarte  -el diminutivo no le gustaba pero Beth adoraba llamarla así por lo que no protestó-  Ven a mi cuarto.

-  Vamos, tengo ganas de verlo.

 
-  Suban, mientras tanto pediré la cena y acabo con unos papeles  -les dedicó una última sonrisa antes de internarse en su despacho.

-  No vayas a dejar a mi papi porque trabaja mucho… Tal vez te aburras con eso como yo pero él es bueno.

-  Cariño, yo no voy a dejar a tu papi porque lo amo mucho.  Pero no se lo digas.  Es un secreto.  Además a mí me gusta el trabajo que realiza.

-  ¿De verdad?  Adultos… quien los entiende  -pronunció Beth provocando que rieran juntas.

-  ¿Qué me quieres enseñar Beth?  -interrogó Danna curiosa.

-  Si, un momento Danny  -Beth empezó a buscar entre sus cuadernos y sacó una hoja-  toma, míralo  -dijo extendiendo su mano.

Danna lo tomó y sonrió.  Era un hermoso dibujo de un hada con vistosas alas de colores.

-  Es precioso  -murmuró Danna.

-  Es para ti  -sonrío Beth con dulzura-  Me ayudaron con el dibujo.  Pero lo pinte yo solita  -pronunció orgullosa.

-  Gracias pequeña.  Eres un amor  -pronunció Danna besando su frente.

-  De nada Danny.  Te quiero  -Beth se echó a sus brazos y Danna la estrechó fuertemente.  ¡Cuánto quería a esa niña!

-  La cena está lista, señorita  -pronunció Mirna que ya conocía a Danna.

-  Gracias Mirna, ahí vamos  -sonrió Danna tomando la mano de Beth y dejándose conducir al comedor.


***

-  La cena estuvo deliciosa, Leonardo  -Danna lo miró con cariño.

-  ¡Cuánto me alegro de que estés aquí!  -Leonardo le devolvió la sonrisa y tomó su mano.

-  Danny ¿puedes venir a mi cuarto?  -interrogaba una impaciente Beth.

-  Claro que si, cariño.

-  ¿Para qué pequeña?  Ya veo que le entregaste el presente…

-  Papi, quiero que Danny me lea un cuento.

-  ¿Segura Beth que eso es lo que quieres?  -preguntó Leonardo vacilante

-  Si.  ¿Danny puedes?

-  Por supuesto Beth.  Vamos, si no hay ningún inconveniente  -le dirigió una mirada de abierta pregunta a Leonardo.

-  No, claro que no.  Vamos cariño  -tomó la cintura de Danna y la mano de Beth y juntos se dirigieron escaleras arriba al cuarto de la pequeña.


***

Danna terminaba de narrar el cuento al tiempo que Beth intentaba seguir despierta escuchándole, pero finalmente el sueño le ganó la batalla y cerró una vez más sus ojos.  Parecía un ángel con aquel rostro lleno de paz.

-  Es preciosa  -susurró Danna acariciando sus rubios cabellos-  Hiciste un gran trabajo, Leonardo  -continuó al tiempo que él arropaba a Beth.

-  Gracias cariño  -Leonardo le tomó la mano y besó delicadamente el dorso-  Es mejor que bajemos para no despertarla  -Danna asintió y tomados de la mano descendieron las escaleras y él le guió hasta uno de los jardines.

-  Tienes unos jardines hermosos  -exclamó admirada Danna-  en realidad toda tu casa es hermosa.

-  ¿Te gusta?  -Danna asintió- Podría llegar a ser tuya también Danny  -pronunció con cariño.

-  No me llames así, Leonardo  -dijo cortante Danna y él se sorprendió-  Es que me haces sentir como una niña  -se justificó fingiendo descontento.

-  Ay mi amada Danna.  ¡Te amo tanto!  -pronunció riendo Leonardo y se interrumpió en el preciso momento en que Danna estaba a punto de decirle algo.

-  Yo… -Danna lo miró vacilante-  Yo te… quiero mucho Leonardo  -pronunció finalmente para decepción de los dos. 

Leonardo había creído que era el momento que tanto había esperado.  En aquellos cinco maravillosos meses juntos Danna nunca había dicho que lo amaba y pensó que se lo diría.  Su ser se inundó de alegría cuando pronunció: Yo te… pero de a poco se fue acabando cuando había continuado diciendo: …quiero mucho.  ¡Querer!  Él no deseaba ser querido por ella.  Él deseaba ser amado al igual que él  la amaba a ella pero no, Danna solo lo quería.  Estaba bien, el había aceptado al principio el cariño de Danna pero ahora deseaba más… mucho más.  Si, Danna podía quererlo muchísimo pero ni mil te quieros podrían llegar a ser nunca un solo te amo.

Danna había estado a punto de confesarle sus sentimientos.  Que lo amaba más que a nada ni nadie en el mundo.  Pero no, lo había estropeado con un te quiero mucho.  ¿Por qué simplemente no lograba decírselo?  Siempre que empezaba un yo te… tenía que completarlo con: quiero mucho… pero eso no era lo que sentía.  ¿Cuándo se armaría de valor para decírselo?  Nunca pensó que un te amo fuera tan difícil de pronunciar… de hecho no le había dicho a alguien eso desde Stefano.  Pero él estaba en el pasado… y sin embargo no podía decirlo.

-  Es tarde.  Lo mejor es que te lleve a tu departamento  -Leonardo rompió el tenso silencio que de pronto los embargó.

-  Si, tienes razón.  Mañana tenemos la presentación y…  -Danna no pudo continuar al ver el mal disimulado disgusto de Leonardo.

-  Mi chofer te llevará  -se detuvo a llamar por el intercomunicador para que alistaran un coche para la señorita.

-  Está bien   -pronunció débilmente Danna sintiéndose repentinamente triste.

El chofer se presentó y Danna supo que llegó la hora de partir.  De pronto un pensamiento iluminó su rostro.

-  Leonardo ¿cuál era la sorpresa que me tenías?  -preguntó con una ligera esperanza.

-  Era… -su mirada se iluminó fugazmente pero volvió a su anterior estado diciendo-  Nada, no era nada.  Te acompaño.

-  No hace falta.  Conozco la salida.  Gracias por todo Leonardo.  Adiós.

Un adiós inaudible susurró Leonardo al tiempo que Danna se alejaba triste y se perdía al cerrarse la puerta de la mansión. 

- Adiós amore  -pronunció mientras con la mano sacaba del bolsillo de su chaqueta una cajita pequeña que al abrirse reveló un anillo con un diamante incrustado-  Aún no estás lista  -dijo con rabia contenida cerrándola y arrojándola sobre la mesa de su costado…  Ese día había planeado pedirle que se casara con él.



Capítulo 26


La presentación había sido todo un éxito.  Los directivos se habían mostrado muy satisfechos y especialmente atentos con Danna.  ¡Demasiado!  -en la opinión de Leonardo.

-  ¿Qué te sucede amigo?  Te ves totalmente contrariado  -rió Sebastien quien acaba de revisar el diseño-  Por lo que vi, el diseño es una maravilla y creo que los demás directivos piensan lo mismo.

-  Ideas tuyas,  Sebastien.  ¡Qué gusto verte nuevamente por aquí!

-  Como el lanzamiento mundial se hará desde Italia, nos han pedido a los jefes de todas las sucursales venir y mucho más a mí cuando la agencia en Los Ángeles es la segunda en tamaño.

-  Si, solo superada por la matriz aquí en Italia.  Ya lo sé mi arrogante amigo  -bromeó Leonardo ante su joven amigo.

-  Muy gracioso.  Y sé de que va tu enfado  -terció sonriendo complacido.

-  ¡Qué no estoy enfadado!  -Leonardo le replicó un poco molesto al ver al motivo de su disgusto.

-  Es por la joven bonita ¿verdad?  Danna me parece… es exquisita  -susurró al tiempo que Leonardo le dedicaba una mirada asesina.

-  Cuidado con lo que dices, Sebastien.

-  Es broma Leonardo.  ¡Qué amargado te has vuelto amigo!  Sé, al igual que toda Italia, que ella es tu joven novia.

-  Efectivamente es mi joven novia  -repitió irónico y malhumorado.

-  No lo digo en ese sentido Leonardo  -aclaró Sebastien que no había recordado los comentarios de la sociedad, en especial del círculo de amistades de la madre de Leonardo.  Solo había escogido cualquier adjetivo al igual que podía haberle dicho tu bella novia.

-  Sé que no, Sebastien  -sonrió Leonardo desechando su mal humor-  Es que hemos estado bajo bastante estrés.

-  Ni que lo digas.  ¿Asistirás a la gala para lanzar la nueva imagen?

-  Por supuesto ¿y tú?

-  Si, no me queda de otra.  Soy socio por si lo olvidaste  -dijo sonriendo pero a continuación puso cara de tribulación-  Siento mucho que tengas novia… y no pongas esa cara porque sabes que lo lamento por Antonella.

-  Antonella, tu hermana…

-  Media hermana, Leonardo.

-  Bien, tu media hermana…

-  Te quiere…

-  No me quiere…

-  Está bien.  Está encaprichada, enamorada, lo que sea, tómalo como quieras.  Pero igual ahora yo sufriré…

-  ¿Por qué?

-  Porque seguro querrá ser mi acompañante en la gala de esta noche.  Y hasta que te casaste tú siempre me librabas del trabajo y luego también.

-  Tú eres socio ¿no?  ¿Cuál es el problema de darle otro pase?  Además supongo que ya estaba en la lista…

-  Si está, pero igual no parará de hostigarme.  ¡Dios!  ¿No tienes algún amigo que me haga el favor de alejarla?  -bromeó con seriedad.

-  Basta Sebastien.  Yo soy el que no entiende como Antonella te soporta  -terminó sonriendo ante la mueca que hizo él.  Sebastien Lucerni era el heredero de Los Lucerni, una de las familias de mayor renombre en Italia.  Al igual que su familia por lo que habían sido amigos desde siempre.  Él conocía a Sebastien desde que era un bebé.  Había nacido cuando ya tenía 10 años pero a pesar de la diferencia, se habían vuelto muy amigos conforme él crecía.  Y era un joven exitoso con el que había compartido varias visiones en los negocios y en lo personal.  Incluso Sebastien era padrino de su hija Beth.  Se querían como hermanos de todo la vida porque se admiraban y respetaban mutuamente.


***

Danna agradecía las felicitaciones de todos.  Los directivos no paraban de elogiarle y ella sonreía pero había algo que le molestaba.  La actitud de Leonardo.  Lo sentía distante aun cuando habían saludado como siempre lo hacían.  Quería hablar con él, pero se le adelantó un joven muy atractivo  -pensó-  de la misma estatura que Leonardo e incluso de una contextura semejante pero su cabello negro contrastaba evidentemente y sus ojos eran de un azul claro hermoso…  Pero más allá de mirarlo un momento, no le interesaba… porque no era Leonardo.  Definitivamente podría pararse el hombre más guapo de la Tierra y ni aún así opacaría a su amado Leonardo  -pensó con ensoñación.-  Ya hasta parecía una adolescente frente a su ídolo  -sonrío dirigiéndose hacia Leonardo y su acompañante.

-  Leonardo, el proyecto les ha encantado  -interrumpió Danna al ver que esperaban su llegada-  Es un éxito.

-  Si, lo sé  -dijo Leonardo sin prestar atención- Sebastien te presentó a Danna, mi diseñadora estrella en este proyecto.

-  Mucho gusto Danna, soy Sebastien Lucerni  -pronunció y Danna no pudo evitar una mueca de disgusto-  Veo que ya conociste a Antonella.
Danna muy a su pesar sonrió y le extendió la mano que él estrechó gentilmente.

-  Veo que se agradan mucho  -pronunció Leonardo con un mal disimulado tono de celos-  Creo que me necesitan…

-  Nadie te necesita, Leonardo.  No te portes como un idiota.  Danna es una bella muchacha y es tu novia.  Eso creo que está claro para todos.  Además me parece que desea hablar contigo así que nos vemos más tarde  -dijo retirándose sonriente por los celos de Leonardo.  Evidentemente amaba a esa mujer.  Y de acuerdo a lo que revelaba la mirada de Danna también lo amaba.

Danna no entendía como Leonardo estaba celoso.  Él generalmente era un hombre muy seguro pero ese arranque… le había sorprendido.  Y más cuando Sebastien lo llamó idiota… ese era el último calificativo que se le ocurriría para decirle a Leonardo porque sencillamente él no encajaba con esa descripción.  Sin embargo había logrado que se quedara estático en el lugar en el que estaba…  Más adelante debía recordar aquella palabra pues tal vez le serviría  -pensó sonriendo.

-  ¿En qué piensas?  O debo preguntar ¿en quién?  -replicó Leonardo aún fastidiado.

-  ¿En quién?...  Esa es la correcta  -sonrió aún más.

-  ¿Si?  ¿En quién entonces? –preguntó celoso nuevamente y a punto de mandar a todos al demonio.

-  En ti  -respondió Danna abrazándole-  En quien más que en ti, Leonardo…  -y se puso de puntillas para rozarle los labios ligeramente. 

Leonardo sintió como esa simple caricia disipaba su humor y lo convertía en pura felicidad por el simple hecho de tenerla a su lado.

Se separaron después de unos segundos en los que el tiempo parecía haberse detenido.  Sus miradas estaban fijas en los ojos del otro y creyeron encontrar lo que tanto anhelaban… la seguridad de que amaban y eran correspondidos.

Las miradas curiosas de los directivos finalmente lograron que sonrieran y tácitamente acordaran dejar para más tarde los asuntos que aún se adivinaban pendientes en sus corazones.



Capítulo 27


Danna sonreía mientras terminaba de probarse una vez más lo que llevaría esa noche.  Se había decidido por el vestido que había comprado para la cena de navidad en casa de Leonardo pero que a último minuto tuvo que cambiar por decisión de él.  Expresamente, le había advertido que no quería sorpresas esta vez y él había dicho que no… no le prometía nada.  Y efectivamente, hace unos minutos un mensajero le había traído un paquete.  Unos pendientes largos con un diamante en el extremo habían cautivado a la joven.  ¿Será que Leonardo le leía el pensamiento?  Porque una vez más había acertado.  ¿La nota?

Danna:

Un presente para iluminar el presagio de una noche maravillosa.  Te amo.
Leonardo.

Clara y concisa.  Como sus sentimientos en ese instante.  Si, sería una noche maravillosa porque estaba dispuesta a quedarse al lado de él para siempre.

***

Leonardo miraba el reloj impaciente.  Tomada la resolución, el tiempo se le hacía eterno hasta volver al encuentro de aquel ser maravilloso que, si todo salía bien, sería su esposa pronto.  Sonrió tocando la cajita en su bolsillo.  ¡Cuánto deseaba estrechar a Danna en sus brazos después del si acepto que pronunciarían sus labios!  Si… definitivamente iba a ser una noche maravillosa.

***

-  Antonella, querida ¿por qué la urgencia?  -saludó falsamente Marie.

-  ¿Asistirás está noche a la presentación?  -dijo por toda respuesta Antonella.

-  Por supuesto.  Aunque odio la “admiración” que despierta esa muchachita y será la estrella no tengo más remedio.

-  Si, será su noche  -sonrió con malicia-  porque será una noche que no olvidará jamás.

-  Supongo que no lo dices por su trabajo precisamente ¿no?  -Marie empezaba a comprender.

-  No,  lo digo porque: Todos tenemos un pasado ¿recuerdas?  -pronunció con intención.

-  Si, eso quiere decir que la chica esa…

-  Lo tiene, claro.  No es tan “inocente” como pensábamos.  Tiene sus secretitos también.

-  Espero que sea algo que valga la pena  -respondió Marie aún escéptica.

-  Por supuesto.  Solo bastan dos palabras mágicas: “hijo ilegítimo”

-  ¿Qué?  No me dirás que ella tiene un hijo ¿verdad?  -al ver la afirmación de Antonella continuó- Leonardo no lo sabe, seguro porque de otro modo ya habría aparecido… Un momento ¿estás segura?  Es muy joven y…

-  Bueno al menos eso es lo que me informaron.  Mis contactos encontraron un historial en una maternidad a los 18 o 19 años. 

-  ¡Quién lo diría!  Ya decía yo que ella era una experta manipuladora.  ¿Y el padre?

-  No lo sé a ciencia cierta  -afirmó falsamente-  Pero es suficiente para hacerle pasar un mal rato ¿no?

-  Ya lo creo que sí  -Marie miró triunfal como Antonella dejaba de reflejar maldad al oír la voz de…

-  ¿A quién harás pasar un mal rato, hermanita?  -Sebastien la miraba con perspicacia desde la puerta del salón.

-  Has escuchado mal, Sebastien.  Pero igual es una conversación que no te incumbe.  Marie, creo que ya conoces a Sebastien, mi medio hermano.

-  Si, ya nos conocíamos  -contestó Marie y automáticamente lo miró arrogante.  Ese muchachito era amigo de Leonardo por lo tanto, nunca le había agradado.

-  Efectivamente, Marie.  ¡Que gusto verla!  -Sebastien estaba muy consciente de que algo se traían entre manos ese par.  El hecho mismo de que estuvieran juntas era sorprendente, por decir poco-  Hasta lo que sabía, ustedes dos, no se llevaban bien precisamente ¿no?  Es más, no se soportaban…

-  Sebastien ¡que observaciones más descorteses!  Mejor vete o llegarás tarde a la presentación  -Antonella lo miró incómoda y Marie con una furia mal disimulada.

-  Está bien, me marcho.  Pero ¿eran eternas rivales por Leonardo no?  Qué alianza más extraña  -a juzgar por las miradas de las mujeres, estaban bastante molestas-  Ya, no me miren así.  Es mi casa, por si lo olvidan…  -diciendo esto desapareció riendo abiertamente por la mirada ofendida de Antonella.  Bien merecido se lo tenía, porque ¿quién le mandaba a comportarse como dueña de su casa?  Era suya, si, así Antonella se parara de cabeza, él era el heredero de los Lucerni y más valía que no se le olvidara además… tenía un ligero presentimiento de a quién iban a hacer pasar un mal rato.

-  Tu medio hermano es un insolente  -Marie la miró indignada.

-  Si e insoportable.  Pero es el heredero de todo esto  -Antonella explicó.

-  ¿Nada es tuyo?  -Antonella afirmó-  ¿Y la fortuna de tu marido?

-  Ya no me queda mucho  -Exactamente nada, pensó mientras se despedía de Marie con ansiedad por los acontecimientos.  Por eso soportaba a su medio hermano, porque ya no tenía dinero y él sustentaba sus lujos.  Pronto había esperado que fuera Leonardo el que lo hiciera, pero esa chiquilla se había entrometido.  No tenía importancia, después de lo que sabía, ellos no volverían a estar juntos y Leonardo y su fortuna serían de ella y solo de ella.  Sonrió triunfante, un hijo ilegítimo, le había dicho a Marie, pero eso no era todo…  Claro que no, sus informantes también habían obtenido la identidad del padre de ese hijo.  Stefano Ferraz habían dicho y ella casi se desmaya de alegría.  Esta historia era mejor de lo que esperaba porque si un hijo no era suficiente impedimento para Leonardo, el hecho de que ese hijo fuera de Stefano, sin duda lo convencería de alejarse y dañaría la imagen de su “adorada” Danna.  Si, eso es lo que se merecía esa mujer por haberse interpuesto en su camino y tratar de encajar donde no debía.


***

-  ¿Por qué estás tan nervioso, Stefano?  -Mandy lo miraba por quinta vez cambiarse de corbata.

-  No estoy nervioso  -aseveró haciendo el nudo de la corbata y sacándosela una vez más.

-  Mi amor, si lo estás  -Mandy se acercaba para colocarle otra vez la corbata y hacer ella el nudo-  Aunque no entiendo por qué.  Yo no lo estoy y se supone que es mi proyecto también.  Pero tú, lo más cercano que tienes son las acciones que te dio tu padre…

-  Leonardo, Mandy, Leonardo  -interrumpió fastidiado.

-  Si Leonardo, tu padre.  Y no me mires así que lo es.  Seguro algún día lo aceptarás.

-  Lo dudo  -las bellas facciones de Stefano se vieron nubladas por el desconcierto.  Siempre había querido odiar a Leonardo y tenía toda la razón para hacerlo  -se justificó-  pero ahora estaba preocupado y a punto de arruinar su vida para evitarle una decepción mayor.  ¿Qué demonios estaba pensando?  -se recriminó-  Ya había decidido intervenir en esa relación y ahora no había vuelta atrás.    

“Lo amo”  -había dicho Danna y eso le dejó un mal sabor-  ¿Sería posible?  No, solo es venganza.  Danna lo había amado a él y era imposible que estuviera enamorada de su padre… “su padre”  -suspiró confuso-  ya no sabía ni lo que sentía por aquel hombre.  ¿Odio? ¿Rencor? ¿Respeto? ¿Cariño?  Y, sin embargo estaba dispuesto a revelar lo necesario para que él desistiera de esa relación desastrosa para todos.

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