No te estoy mintiendo… Le
había dicho ella, pero Stefano no estaba tranquilo. Jackie lo había mirado con
una mezcla de coraje y de incredulidad. Pero en el mismo momento que había
visto como arrugaba la tarjeta que había llegado con las flores, algo se había
despertado dentro de él. Ella era suya, quería que ella entendiera eso, que
supiera que no solo se trataba de simple posesión, que iba más allá de todo
eso. Pero el caso es que Jackie no lo amaba, y no solo era eso sino que el
reafirmar el hecho de que se había casado con él por el bien de Maddie lo ponía
furioso. Así había sido en un principio, todo era por la pequeña a la que amaba
tremendamente, pero ahora las cosas habían cambiado, amaba a la madre de su
hija y quería que ella estuviera a su lado por él, no por nadie más, no por
compromiso, responsabilidad o amor de madre.
Cuando
había entrado en la habitación y había oído hablar a Jackie con la bebita, había
sentido algo que jamás había experimentado y eso era incertidumbre, desasosiego
por que una mujer no lo amara. Ella había sido clara al decir que haría todo
por Maddie y ese todo había sido casarse con él. Por supuesto que con tal de
tener a su hija al lado él también haría todo. Pero las cosas habían dado un
giro tremendo y deseaba como nunca que su esposa estuviera por su propia voluntad con él. Los días
pasados en la Isla, habían sido estupendos. No había querido que terminasen
nunca, pero eso no podía ser. Sin embargo, esos días había alimentado la
esperanza de que siempre fuera así entre ellos y sobre todo tenía el deseo de
que ella terminara enamorándose de él.
Él
haría de todo por que Jackie jamás quisiera irse y dejarlo. Pero las cosas se
complicaban si había otro hombre en escena. Veía todo en color rojo solo de
pensar que Jackie podía desear a otro hombre. Lo de las flores confirmaban al
menos un hecho y ese era de que Jackie con lo hermosa que era siempre tendría
hombres a su alrededor pretendiéndola sin importarles su estado civil. Ella era
honesta, íntegra, pero no podía quitarse de la cabeza que había alguien
especial para ella y que intentaba ocultarlo.
-
Ya lo veremos. –
Se limitó a decirle.
-
No tengo por que
mentirte. No se de que va todo esto. – Insistió ella.
-
Escúchame bien…
- Su móvil sonó y él maldijo por lo bajo, al ver el número en la pantalla supo
que tenía que contestar. – Tíralas, no quiero que estén aquí. Esto no se ha
terminado. – Amenazó antes de contestar el teléfono y se fue de la habitación
no sin antes dar un sonoro portazo.
¡Ella
era inocente! ¿Por qué diantres le era tan difícil a Stefano creerle? ¿Qué
estaba pasando? ¿Quién era el que había mandado las flores? ¿Y si era alguna
broma cruel de alguna ex amante de Stefano? Por que ella jamás había tenido
ningún ex amante, ex novios si, pero ninguno le haría eso. Y seguramente
Stefano tenía por docenas, mujeres deseosas de provocarles problemas, sobre todo
a ella como esposa por haberse llevado al soltero de oro. La cabeza le dolía. Mandó sacar las flores e
hizo pedazos la tarjeta. Hablaría con Allyson para contarle y para que le
ayudara a pensar quien podría haber sido. Tomó un par de aspirinas y se metió
en la ducha. Al salir lo único que deseaba era dormir. Fue a ver a Maddie y
después de ver que la pequeña estaba bien se metió entre las sabanas sintiendo
que la cabeza le iba a estallar. No tenía ya la menor intención de salir con
Stefano esa noche. Todo el mundo se daría cuenta de la tensión entre ambos y
era lo que menos quería para su primera aparición juntos.
Ella
encontraría la manera de que Stefano se diera cuenta de que no tenía la menor
idea de quien había mandado esas flores. El efecto de las pastillas empezó a
quitarle el dolor pero también contribuyó a adormilarla, pasados unos minutos
se quedó profundamente dormida.
Stefano
había preferido contestar una llamada de su gerente en Italia, tenían problemas
con las cláusulas de un contrato muy importante pero nada que no pudiera
esperar. Sin embargo, sintiendo que iba a decir algo a Jackie de lo cual
después se arrepentiría había decidido contestar el móvil y alejarse para
calmarse. Después de contestar la llamada, había reforzado la seguridad alrededor
de Jackie y puesto a su gente a investigar la procedencia de las flores. Pasada
una hora y sin deseo alguno de ir a la cena de recaudación de fondos, pidió a
su secretario cancelara su asistencia. Subió decidido a terminar el asunto con
ella, a ver si podía averiguar si realmente decía la verdad. Algo le decía que
sí, que ella no era una mentirosa, pero también podía ser una realidad el que
el corazón de Jackie perteneciera a alguien más. La mera posibilidad lo dejaba
frío y furioso. En cuanto entró a la habitación, la vio en la cama totalmente
dormida. Dormía en paz, su bello rostro relajado sin una sola pizca de maldad y
mentira en él, al contrario la inocencia y tranquilidad de sus facciones le
hicieron ver que tan tonto podía ser un hombre enamorado. Los celos le habían
nublado la razón, cuando lo que podía hacer era intentar con todo lo que tenía
que ella lo amara. Pero no, su instinto primitivo lo había hecho ponerse una
furia y la había acusado sin pruebas sólidas. Fue al amplio baño y se duchó, no
era tan tarde pero viendo que ella ya estaba en la cama dormida, no le apetecía
nada más que reunirse con ella.
Se
acostó a su lado y poniéndose de costado la observó, podía hacerlo todo el
tiempo sin cansarse nunca ¿Qué había hecho para tenerla así, a su lado, en su
cama? Mil cosas recordó, con burla hacia sí mismo, muchas de ellas nada éticas
y si sumamente manipuladoras. Pero volvería hacerlo si fuera necesario. La tomó
entre sus brazos y la pegó a su cuerpo, hundió el rostro en su pelo que igual
que ella olía delicioso, de inmediato se dio cuenta de su error, pues su cuerpo
reaccionó con presteza. Ella se revolvió entre sus brazos rozándole, haciendo
que aumentara la urgencia que sentía por poseerla. Ella no le permitiría nada
esa noche seguramente, por lo que había ocurrido, por como había reaccionado
él. Pero no perdía nada intentándolo. Mordisqueó su oreja sabiendo lo mucho que
a ella le gustaba eso. Ella volvió a retorcerse entre sus brazos, deslizó sus
manos por sus muslos levantándole el ligero camisón que traía.
-
¿Me despiertas
para…? – Dijo ella medio despierta y medio dormida.
-
Para hacerte el
amor. – Terminó él la frase sin dejar de acariciarla.
-
No. – Atinó ella
a decir mas despierta e intentando apartarse de él, que ya deslizaba las tiras
del camisón por sus hombros. Ella se sentó de golpe y mirándolo furiosa se puso
bien las tiras de nuevo. - ¿Me gritas furioso y esperas que después consienta
tener sexo solo por que se te ha pasado el coraje y te apetece?
Stefano
se pasó una mano por el pelo aún húmedo por la ducha. Sabía que eso pasaría, y
con toda razón por parte de ella.
-
Lo siento. No
debí haber reaccionado como lo hice. – le dijo.
-
No, no debiste.
No tengo por que mentir.
-
Lo sé. Es sólo
que…
-
¿Qué? – Preguntó
ella alzando una ceja.
-
No me gusta nada
la idea de que pueda existir otro hombre en tu vida. – Contestó dejándola un
tanto confundida, no podía estar celoso ¿verdad?
-
¿Otro hombre?
Pero si estoy casada contigo.
-
No por tu propia
voluntad. – Su mirada plateada se posó en ella con intensidad.
-
Es cierto. –
Confirmó Jackie – Pero eso no significa que seré infiel. Recuerda lo que te
dije no hace mucho. Que si te atrevías a estar con otra mujer que no fuera yo,
te haría ver tu suerte. Obviamente yo no tengo la menor intención de ser una
hipócrita y faltar a mis principios morales. Y estoy tratando de que este
matrimonio funcione, cosa que por lo visto a ti se te está dificultando
enormemente.
-
No es fácil quedarse
impasible al ver como le mandan un enorme ramo de flores a tu esposa con una
dedicatoria tan apasionada.
-
¿Volvemos a lo
mismo? – Hizo ademán de salir de la cama y él la detuvo agarrándola de un
brazo.
-
¿En serio no
sabes quien es el que te las mandó? – Insistió él y ella intentó librarse de su
mano consiguiendo únicamente que él la recostara sobre la cama sin darle margen
de librarse pues él se había puesto casi en su totalidad encima de ella. Jackie
lo miró con furia y se retorció debajo de él intentando salir. – No hagas eso o
esto acabará de una manera muy diferente a lo que quieres. – La amenazó
controlando el deseo que se enroscaba dentro de él.
-
¿Si? ¿cómo? –
Preguntó ella desafiante, sabía a lo que él se refería. Pero también sabía que
ella deseaba que las cosas acabaran así a pesar de que estaban molestos el uno
con el otro. No podía negar que lo deseaba. Él no respondió, la besó con ansia,
con furia, con deseo, quitándole el aliento y encendiéndola por completo. -
¿Tan difícil es creerme? – Le dijo ella con voz entrecortada en cuanto él
finalizó el beso para que tomaran aliento.
-
Nunca lo hagas.
– Respondió él con voz ronca.
-
¿Qué cosa?
-
Mentirme.
-
No tengo por que
hacerlo y si insistes con esto será mejor que duerma en otro lado, por que así
no vamos a poder funcionar y…
-
Tú no te vas de
aquí. – Le quitó sin miramientos el camisón por la cabeza.
-
¡Qué haces!
¡Suéltame! Me voy a la habitación de Maddie.
-
¿Desnuda? –
Preguntó él burlón. – Ya te dije que no sales de aquí.
-
¿Me crees o no?
– Insistió ella y él tuvo que claudicar, por supuesto que sí le creía, pero sus
celos le impedían ver las cosas con racionalidad.
-
Si te creyera
culpable ¿crees que estarías aquí, en mi cama? Por supuesto que no. – Por
supuesto que sí, le dijo una vocecita interior a Stefano. Culpable o no, él no
la dejaría ir.
-
Que alivio
saberlo. – Dijo ella con sarcasmo. – Aún así no me toques, no estoy de humor
para nada.
-
Mentirosa. – la
tomó por la cintura pues ella había logrado poner un pie fuera aun con medio
cuerpo en la cama y la metió dentro, la envolvió en sus brazos y buscó su boca,
pero ella apartó el rostro y cerró firmemente los labios logrando que él riera
y que le mordisqueara los labios jugando con ellos para intentar abrirlos. Al
ver que ella seguía con su negativa, agarró sus muñecas para impedir se fuera y
deslizó su boca por su cuello bajando poco a poco hasta llegar a sus senos.
-
¡No! – Exclamó ella,
sabía que en cuanto su boca tocara sus pechos estaría perdida.
-
¿Te rindes? – Le
preguntó socarrón.
-
¡Nunca! – Jadeó
ella al sentir su boca más cerca.
-
¿Segura? –
Insistió él despegando brevemente su boca del valle de sus senos. Ella ya no
pudo decir nada más, resistirse a él era una batalla perdida ¿En que momento se
le había ocurrido semejante cosa?
Cuando
él finalmente llegó a sus pechos y cubrió uno de ellos con la boca, ella ya
estaba en el cielo, deshaciéndose en sus brazos, con sus caricias. Nada más
pudo hacer, que corresponderle con la misma intensidad. Como sólo una mujer
enamorada apasionadamente podía hacerlo. Cuando rato después él por fin la
penetró sintió una enorme descarga de placer en todo su cuerpo que se
incrementó cuando llegó al orgasmo que fue tan potente que sintió que no podría
experimentar algo así de nuevo. Pero se equivocó, por que él la buscó de nuevo
no mucho después y volvieron a disfrutar de las delicias que solo proporciona
la pasión. Rodeada por sus brazos Jackie se durmió profundamente.
Días
después las cosas parecían haber tomado su curso. Stefano se iba por las
mañanas a su oficina en Atenas no sin antes haber desayunado con ella y con
Maddie y no sin haberle hecho el amor nadamas abrir los ojos por las mañanas. Despertar
con él al lado a Jackie le sabía a gloria pura. Él volvía temprano por la
tarde, cosa que causó una especie de conmoción la primera vez que lo hizo, no
solo en la oficina sino también con los empleados que trabajaban en la mansión.
Le dedicaba tiempo a Maddie y a ella. Cenaban juntos, asistían a eventos donde
eran la sensación y donde todo el mundo quería estar con ellos. Jackie se había
sentido agobiada al principio sobre todo por que eran el objetivo de los
fotógrafos, pero él siempre había estado con ella, tomándole la mano, poniendo
una mano posesiva en su cintura y no dejándola sola prácticamente nunca. Cosa
que había hecho que las revistas de cotilleos y diversos medios de comunicación
publicaran que pese a toda duda el gran Stefano Troyanos estaba cautivado por
su esposa. Ella trabajaba en casa sobre
todo cuando Maddie dormía, estaba investigando para el reportaje fotográfico
que aun tenía pendiente, los mejores lugares que existieran en las Islas
Griegas, donde podía ir sin quedarse a dormir
a fin de no descuidar a su pequeña y por supuesto para que no se
separara de Stefano ni una sola noche. Ya no imaginaba estar sola en la cama.
Cada noche él le hacía el amor como si realmente sintiera algo por ella, eso le
hacía sentir esperanzas que alimentaba su corazón enamorado. Pero no podía
cantar victoria, sabía que él la deseaba pero que de eso al amor había un largo
camino todavía.
Después
del incidente de las flores y de haber tenido largas charlas con Allyson sobre
el tema, casi creía que él había estado celoso. La única explicación plausible
era que Stefano era posesivo y territorial, por que celos por amor era
demasiado pedir. No habían llegado mas flores ni dedicatorias apasionadas, lo
que había hecho admitir al propio Stefano que lo más seguro es que se hubiera
tratado de una broma de mal gusto. Pero la seguridad a su alrededor se había
incrementado como ella bien había notado, cuando le había preguntado el por
qué, él solo había dicho que las precauciones no estaban nunca de más ¿Seguiría
desconfiando de ella? Recordó las fotografías que aparecían en esa revista que
le había mostrado Allyson y se preocupó por no habérselas enseñado. Pero seguro
que él reconocería enseguida a Fabricio ¿no? buscó la revista y fue al despacho
de Stefano donde pasaba tiempo cada noche.
Ahí
lo encontró hablando por teléfono en griego. Al verla entrar sonrió y le hizo
señas para que esperara. Ella entendió toda la conversación y eso la sorprendió
un poco, su dominio del griego no era malo, pero había mejorado muchísimo por
lo visto. Tomó un libro en griego para ver que tal había avanzado en su
comprensión de la lectura. Sonrió al ver que ahí todavía tenía que mejorar.
-
¿Está lista la
cena querida? – Preguntó él abrazándola por detrás.
-
Ya casi. Vine a
verte por que quería mostrarte algo.
-
¿Me harás un
strip tease? Di que sí. – Pidió él y ella rió por la sugerencia.
-
Después, pero
ahora mira esto. – Se dio la vuelta y le tendió la revista. Al ver la clase de
revista él frunció el ceño.
-
¿No lees esta
basura, verdad?
-
Aparezco allí.
-
Has aparecido en
innumerables revistas y no por eso las haz comprado.
-
Es cierto, pero
estas fotos son de hace casi dos años y salgo con otro hombre. – Vio su rostro
tensarse. En esa fecha él la estaba buscando.
-
¿Ah sí? – Le
quitó la revista de las manos y pasó las páginas lentamente, observó como se
tensaba su mandíbula y confirmó asombrada que sí que era un hombre celoso. -
¿Quién es? – Le preguntó con brusquedad y con
mirada relampagueante.
-
Fue hace más de
dos años. – Repitió ella con lentitud conteniendo una sonrisa ¿No se había dado
cuenta que era Fabricio?
-
¿Y eso que?
Quiero saber quien es.
-
¿Para qué?
-
¿En serio
quieres saberlo? No lo creo.
-
Lo que no fue en
tu año no es tu daño, te mostré la revista para que después no saques tus
propias conclusiones o pienses que lo quería ocultar ¿Vamos a cenar? Tengo
hambre. – Dicho eso avanzó hacia la
puerta pero él la detuvo.
-
¿Tuviste algo
que ver con este hombre? – Él había sido un tonto al apartarla de su vida por
un mal entendido, pero la había buscado a pesar de todo. No soportaba la idea
de que mientras él intentaba encontrarla, ella se divertía con otro.
-
Si fue así, eso
no te afecta. El pasado es pasado.
-
Difiero con eso.
– Por supuesto que difería.
-
¿Yo te reclamo
por todas tus ex amantes?
-
Es diferente. –
Contestó arrogante.
-
¿Si?
Explícamelo. – Jackie empezaba a enfadarse.
-
Yo fui el
primero en tu vida, eso me da más derechos de los que imaginas. – Con ella se
volvía un loco irracional sin remedio, pero a veces no podía evitarlo. Él jamás
se había interesado por el pasado amoroso de ninguna de las mujeres con las que
había estado, pero con Jackie era sumamente posesivo, hasta llegar a lo absurdo
como sentirse celoso de un hombre que había estado con ella mucho antes de que
ellos estuvieran juntos en el estricto sentido de la palabra. Aunque ellos ya
habían compartido unos días en Atenas que habían finalizado mal, pero aun así…
-
¿Estás celoso? –
Dijo ella mirándolo como si se hubiera vuelto loco. Cosa que no estaba lejos de
ser verdad.
-
Me provocas
cosas extrañas. – La abrazó, lo que menos quería era que ella se enfadara con
él nuevamente. Ella no se resistió, pero lo seguía mirando con extrañeza. –
Demonios… ¡Si! Tú me provocas eso.
-
¿Eso? ¿celos… de
alguien del pasado? ¿estás loco?
-
Sí, sí y sí.-
loco y mucho pero por ella. La risa de Jackie fue cantarina.
-
Pero si tú sabes
quien es, no puedo creer que no te hayas dado cuenta.
-
¿El tipo de la
foto? – La observó con detenimiento y cuando se dio cuenta se sintió de lo más
tonto. - ¿Fabricio?
-
El mismo. Jamás
pensé que no te dieras cuenta, aunque la verdad, no se le ve bien el rostro. –
Dijo Jackie tomando la revista y viendo las fotos.
-
¿Lo hiciste a
propósito? – Stefano entrecerró los ojos ¿Ella quería ver su reacción solo por
que si?
-
¿De que hablas?
Te mostré las fotos pensando que sabrías enseguida de quien se trataba, no
imaginé que armarías un interrogatorio y definitivamente no te tenía por un
hombre celoso.
-
Tú tienes la
culpa de todo, me despiertas fuertes instintos…
-
¿Primitivos? –
lo interrumpió burlona y en un esfuerzo para que él no siguiera hablando y
confirmara que sus celos y todo lo demás era únicamente por que la deseaba más
no la amaba. No quería oírlo, prefería vivir un poco más en su nube de color
rosa.
-
Posesivos. –
Corrigió él.
En
efecto, nada de amor. Posesión y nada más que eso. No era muy alentador
escucharlo, más bien era sumamente descorazonador. Pero algo era algo ¿no? ¡No,
lo era! Gritó su corazón. Ella quería amor, lo quería todo.
-
Fuimos a Bali
con Fabricio y Allyson, de ahí son las fotos. – Siguió ella explicando y
mirándolo con detenimiento le dijo: - No soy posesión de nadie Stefano.
-
No me hagas
probarte lo contrario. – La atrajo a sus brazos y ella lo consintió, pero
sintiéndose vacía por dentro. Ciertamente era difícil que le recordaran que el
amor de Stefano era algo muy difícil de conseguir. Él la besó y ella lo
permitió pero cuando sintió que su cuerpo reaccionaba ávido de sus caricias se
retiró antes de que las cosas se salieran de control y no pudiera dejar en
claro su posición. – Eres mía. - Susurró él a su oído. Ella se libró de su
abrazo.
-
¿Tengo que
recordarte que este matrimonio no es otra cosa que algo conveniente para ambos
y por Maddie? ¿Qué prácticamente tiene fecha de caducidad? Yo no soy de nadie y
nunca lo seré. – Vio algo extraño en sus ojos que no pudo definir y justo
después su mirada se encendió. No eran palabras adecuadas en boca de una recién
casada, por mucho que su matrimonio no fuera por amor. A pesar de que había
tenido sus episodios de celos él se había esforzado por que todo marchara bien.
Y ahí estaba ella, tratando de poner en claro que no era posesión de nadie
cuando lo que más deseaba era ser de él
y que Stefano fuera solo suyo. Pero
hablaba su corazón angustiado y herido.
-
No tienes que
recordarme absolutamente nada. No he olvidado nuestro trato. – Dijo él con voz
fría y controlada, sin atisbo de enojo. – Pero mientras estés casada conmigo,
te guste o no me perteneces, harás lo
que yo quiera. Funcionamos bien en la cama y al parecer fuera de ella, así que
mientras este matrimonio no caduque – Sonrió con lo que a ella le pareció una
burla cruel. - Harás bien en recordar que eres la esposa de Stefano Troyanos.
Después del divorcio harás lo que quieras, mientras no.
-
¡Así que sigues
siendo el troglodita de toda la vida! – Espetó ella, refugiándose en la furia
para no derrumbarse por lo que él le había dicho. ¡Ella había tenido la culpa!
Era cierto, pero al oír la palabra divorcio,
algo se había quebrado dentro de ella. – No te pertenezco. – Lo dijo
recalcando cada sílaba. – Lamento sacarte de tu error. Pero iremos a pique si
piensas que podrás hacer de mi vida lo que quieras mientras estemos casados.
Pero que tontos son los dos, y ciegos, se aman y solo la riegan, espero que les vaya mejor pronto. Quiero mas por faaaaaaaaaaaaa!!
ResponderEliminarJaaaaaaaaaaaa siii, se la pasan regandola, pero son muy orgullosos...
Eliminar