jueves, 25 de abril de 2013

Estrellas Sobre El Hielo Parte 4 "Por Gabriela Ruiz"

¿Funeral?  ¡Ese médico debía estar equivocado!  Sí… no había otra explicación… tenía que estar equivocado…  ¡Maldito fuera!
André no recordaba cómo había logrado superar esos días, luego de mirar el cuerpo sin vida de Janice.  Había sentido que le faltaba el aire…  sentía que la sangre abandonaba su rostro y bombeaba con fuerza en su cerebro…  se había pasado como un fantasma, recordaba vagamente haber ordenado a su mayordomo que hiciera los arreglos pertinentes y a su familia… al menos, ahí habían estado presentes.  ¡Esa imagen de Janice en aquel féretro… nunca se le iba a borrar!  Y estaba ahí… por su culpa… por su maldita culpa.
Aún le dolían las palabras del doctor… la joven se suicidó  -había dicho-  o al menos lo intentó.  En los minutos finales se arrepintió y llamó a emergencias… pero no hubo nada que pudiéramos hacer.  Cuando llegamos, ella ya agonizaba y solo pronunciaba su nombre… una y otra vez… llamándolo…
¡Su nombre!  Ella lo había necesitado… y él estaba disfrutando de una fama efímera y estúpida.  Leyó la carta que ella le había dejado.  No había reproches… solo un gran amor inocente y profunda admiración… y tal vez, un toque de amargura cuando le decía que comprendía por qué la abandonaba… ¿comprendía?  ¡Él nunca lo llegó a entender!  Pero ella… Janice… lo comprendía.  Y solo lamentaba una cosa…  no haber podido patinar juntos nuevamente… como cuando eran niños y él la llevaba sujeta en sus brazos…  ¡Mil veces tonto! 
La había perdido… y todo por un sueño estúpido de vanidad.  Por eso se había retirado… el patinaje le había dado todo… pero también le había quitado lo más grande que tenía…  el cariño puro de Janice… su Jan… la que nunca tendría…
-  ¡Maldición!  -gimió golpeando con fuerza la mesa y asustando a Garely quien se había sumido en sus propios pensamientos.
-  Soy yo quien debería decir eso…  -casi gritó Garely-  me abandonas a último minuto, sin importarte nada más que tú y… ¿eres tú quien maldice?
-  No Garely… no te estoy abandonando… es lo mejor.  De verdad… yo no puedo significar nada bueno en tu vida…
-  ¡Eso debería decidirlo yo!  Además, creo que ya tomé mi decisión cuando hice que nos inscribieran como pareja…  ¿Por qué ahora?  ¡Justamente ahora!
Sí, Garely había sentido que flotaba en una nube de ilusión… lastimosamente solo era eso… una mera ilusión.  Cuando estaba caminando hacia su auto, haciendo mentalmente más preparativos para su boda, cuántos invitados,  quiénes serían…  Y, al doblar la calle recordó que las llaves de su casa las había dado a Dirk… para que se las guardara, luego de que se cayeran de su bolsillo.  Regresó sus pasos y… en la semioscuridad del atardecer que ya daba paso a la noche miró una pareja abrazada.  Qué extraño… parecían estar en la puerta de entrada de la casa de Dirk…  tal vez era la hermana de él…
Se acercó sigilosamente, tampoco los quería asustar.  Les sonreiría brevemente mientras se escabullía para pedir sus llaves.  Sus ojos no la engañaban… ese cabello rubio, era… ¡Dirk!  -confirmó cuando él miró hacia el lugar en el que se encontraba protegida por la oscuridad ahora-  ¡No, su corazón se negaba a creer lo que sus ojos veían!  Pero… bien podía haber aún una esperanza…  -trató de convencerse.
Toda su ilusión se desvaneció cuando escuchó las palabras del que creía era el hombre de su vida…  “Esa nenita es una ilusa”  -reían la pareja y él continuó-  “Se ha puesto loca de contenta cuando le he pedido matrimonio… no puedo esperar para poner mis manos sobre su fortuna y…  sus futuros ingresos.  Mi querida Garely será un negocio muy rentable”  -sonrió en la penumbra y volvió a besar a la menuda rubia entre sus brazos.
Garely se sintió asqueada, traicionada, herida…  no quería saber más de él.  Ni siquiera tenía ganas de confrontarlo… solo quería correr y huir de ahí.  Y eso es lo que hizo… huyó de ahí.  Cuando llegó a su casa, arrojó el anillo de compromiso lejos de ella y se encerró a llorar en su habitación.
Dirk notó que tenía las llaves de Garely en su bolsillo al día siguiente.  Le pareció extraño que ella no se hubiera percatado de que él las tenía.  Fue a verla a su casa por la mañana y… Garely no quiso recibirlo.  Gritó que lo odiaba y que se fuera de ahí.  Él intentó verla… pero ella no le volvió a dirigir la palabra…  ni una sola vez…
-  ¿Justamente ahora qué?  -preguntó André alzando la voz.
-  Justamente tienes que hacerme esto ahora… ahora que yo…  -se calló alarmada…  ¡maldita fuera su suerte!  Estaba enamorada de André… y no lo quería aceptar… pero había estado a punto de decirlo en voz alta.  ¿Qué rayos estaba mal con ella?
-  ¿Ahora que tú…?  -preguntó André con temor… ¿qué había estado tratando de decir Garely?
-  Ahora que yo…  tengo que patinar nuevamente  -concluyó escudándose en su gran pasión… él seguramente le creería…
Y así fue, André agachó su mirada.  Indeciso daba golpecitos a la mesa con la punta de su zapato.  Y finalmente habló:
-  Garely, un periodista… conoce que somos pareja de patinaje  -contó y ella se sorprendió.  Creía que habían guardado muy bien el secreto-  Mira este reportaje…
Él se lo pasó y ella lo tomó.  Le echó un breve vistazo.  Hablaban de que harían una pareja extraña pero muy prometedora.  Especulaban una vez más sobre las razones de André para alejarse del patinaje y decían que le habría dado ella para convencerlo.  Por último, escribían que ojala no corriera Garely con la misma suerte que la ex pareja de André...
-  ¿Ex pareja?  ¿Tú alguna vez patinaste en pareja?  -preguntó Garely sin entender el sentido malicioso de la afirmación.
-  Lo iba a hacer una vez… pero no se dio…
-  ¿Puedo preguntar por qué?  -Garely quería… intentaba entender a André.
-  Porque ella murió…  yo le fallé…  -dijo André y sin pensarlo empezó a narrar su historia con Janice.
Garely intentó digerir cada una de las palabras dichas a borbotones de André.  Él cargaba con tanta culpa en su corazón… y en su alma.
-  André… ahora entiendo…  -asintió Garely cuando él acabó- pero, ese no es motivo para abandonar lo que más amas…  el patinaje…
-  El patinaje no ha traído nada bueno a mi vida.  Solo dolor y un éxito vano…
-  Estás equivocado…  el patinaje ha traído mucho más que eso a tu vida…
Capítulo 11
- André, tú eras muy joven para saber que estabas cambiando a las personas que te querían realmente por los que estaban interesados en tu dinero… -continuó Garely mientras él negaba sin fuerza-  Sí, André… es así… mírame.  Eras un chiquillo… ¿cómo no deslumbrarte por lo que te ofrecía el mundo?
-  Eso no es razón para matar a alguien…  yo…
-  Tú no la mataste… ella lo decidió así.  André, tú no gobernaste su vida… ella hizo su elección y tú… tú tienes que hacer tu elección… aquí y ahora…
-  ¿Mi elección?  Ya está hecha Garely…
-   ¿Estás seguro?  -él dudó y ella prosiguió-  Yo… tú me puedes ayudar tanto… y ayudarte a ti mismo…  nuestra vida es el patinaje…
-  El patinaje… el patinaje…  ¡tú solo piensas en eso!  Te interesa que te ayude por eso… por TU beneficio… ¡tu maldito beneficio!  -reprochó él-  ¡qué sabes tú sobre personas interesadas!  ¡Absolutamente nada!
-  Tú no conoces mi vida…  -intentó controlar Garely su ira naciente.
-  ¿Qué puede saber una niña mimada de la realidad?  ¡Tú nunca te deslumbrarías… porque siempre has vivido en el lujo! 
-  André te estás extralimitando…  basta…  -apretó los dientes con fuerza…
-  No eres más que una nenita que no sabe del mundo…
-  ¡He dicho basta!  -explotó Garely al escuchar esas palabras-  No soy ninguna nenita y sí se de lo que hablo.  Estuve a un paso de casarme con un hombre que solo veía en mí una mina de oro… ¡rentable… así me llamó!  -soltó con gran dolor-  Y no trates de decirme que no sé de lo que hablo… yo sí lo sé.  Tuve la excusa perfecta para retirarme del patinaje… y no lo hice.  Elegí seguir luchando y lo volvería a hacer una y otra vez… porque yo aún creo en mí…  sé que puedo… yo aún puedo amar…
André se quedó mudo de sorpresa.  Ese era el dolor que había visto tantas veces en los ojos de Garely… el desengaño… pero nunca se imaginó que tanto…
-  ¿Tú aún crees poder amar?  -exclamó sorprendido-  ¿Cómo…?
-  Yo no lo creo… no lo creía posible.  Pero ahora lo sé…  André… yo estoy enamorada  -aceptó ella.  No tenía nada que perder…  y mucho que ganar… si tan solo él le permitiera…
-  ¿Quién…?  -André apretó inconscientemente los puños- ¿De quién?
-  ¡Maldición André… me la pones tan difícil!  -gritó ella frustrada-  debo irme ahora…  -pronunció cuando sintió que sus ojos se inundaban de lágrimas y un nudo atenazaba su garganta.
-  No, Garely.  ¿Qué es lo que pasa?  Yo…
-  ¿Realmente quieres saberlo?  ¿Crees estar preparado para lo que voy a decirte?
-  Sí… no… no lo sé.  Pero siento que debo escucharlo…
-  Yo…  -Garely suspiró.  Al entrar a esa casa había destrozado su dignidad… ¿qué podía perder?-  la persona que…  estoy enamorada…  -¡qué difícil era!-  te amo, André…  eres tú a quien yo amo…
André no se movió.  Su corazón se detuvo y la miró rápidamente.  No podía reaccionar… ¡eso no se lo esperaba!  Ella había dicho que lo amaba… 
-  No… tú estás equivocada…
-  No, André.  Nunca he estado más segura…
-  ¡Maldición Garely!  Tú no puedes amarme a mí…
-  ¡Rayos André!  Sí, quieras o no es así… te amo…
-  ¡Esto no puede ser!
-  Sí, si es… ¿por qué se te hace tan difícil creerlo?
De pronto los ojos de André brillaron de entendimiento… y antes de que pudiera pensarlo… dijo:
-  ¿Lo planeaste cierto?  -Garely lo miró sin entender-  ¡todo esto es por el patinaje!  Tú… tú quieres manipularme para que patine contigo… 
-  ¿Qué dijiste?  -ella soltó incrédula antes de que algo se rompiera en su interior.
-  ¡Claro!  Así yo patinaría contigo por culpabilidad y…  -no pudo seguir cuando sintió una fuerte bofetada en su rostro.
Garely había reaccionado ante el dolor que le causaban sus palabras.  André no tenía remedio… él creía que todos querían manipularlo y…  ¡había despreciado su amor!  ¿cuánto más podía rebajarse una mujer?
Decidió salir de ahí… tenía que huir… pero antes…
-  ¡No!  ¡Estás tan equivocado André!  -Garely sintió que sus ojos se humedecían-  ¡Eres tan imbécil!  Yo…  realmente sentía lo que dije.  Soy una tonta porque siempre elijo a los idiotas para enamorarme… al hombre equivocado.  No eres el primero al que amo así…  ni serás el último…  -mintió para salvar algo de su orgullo-   no entiendo cómo pasó esto… pero así mismo se terminará… ¡no André!  -ella se alejó de su contacto-  no te necesito… no quiero tu lastima, ni tu cariño… ni siquiera tu amor quiero ahora… no lo vale.  Y no te preocupes por la competencia de mañana… ¡queda cancelada!  Dalo por hecho… 
Corrió fuera de esa casa…  se sentía aún más herida, traicionada y dolida… con Dirk, había sido su orgullo el que había sufrido las magulladuras, comprendió después.  Con André… era su corazón el que estaba destrozado, herido y traicionado.  Él nunca la amaría, no creía en ella y… aún amaba a una mujer muerta…
¿Cómo se puede competir con alguien muerta?
André miró salir a Garely.  Se sentía más estúpido con cada segundo que pasaba… ¡Garely lo amaba!  ¡Dios… él había soñado con eso!  Aunque se hubiera sentido culpable… él también se había estado enamorando… y no le había creído a ella… le había resultado tan increíble… porque a él también le pasaba lo mismo…
¡No podían parecerse tanto!  Sus corazones casi tan sincronizados como sus pasos en la pista de hielo…
¿Podía ser posible?  Si la respuesta era sí… él acaba de ser más que un completo estúpido al haberla herido de esa manera…


Capítulo 12
Todo el mundo estaba allí, menos él... Pasados los pocos minutos que quedaban para que acabase el intermedio, actuaría una pareja y después se suponía que ellos. Pero André no daba ninguna señal de que fuera a venir.  Todo a causa de la discusión… Ella había pensado que tal vez, solo tal vez él reaccionaría y… ¡estaba soñando tontamente!  Sus sentimientos, ahora mismo se hallaban muy confusos. Ni siquiera sabía, si quería realizar ya aquella prueba…
Pero para que molestarse en aquella preocupación, si su propia pareja de pista no se hallaba allí… Mejor, sería ir a informar  a los jueces.
Cerca estaba de la mesa, cuando la sirena sonó anunciando que se volvían a reanudar las pruebas. Vaya, tendría que esperarse a que la pareja terminara su ejercicio, pensó un tanto molesta. Miró un momento a su espalda, dirección a la entrada… Pero nada… ¿Por qué demonios miraba?  … Sabía que no iba a patinar… Pero aún guardaba sus esperanzas, por que negarlo.
Un tango, ese  era el tema que sonaba en la pista escogido por la pareja, que en aquel momento se hallaba dando toda su energía. Y realmente, lo estaban haciendo muy bien. Entendía por qué era la pareja favorita.
Aunque si miraba a su alrededor, veía algunos periodistas pendientes de ella. Dado que se había formado un gran revuelo al ver a tan extraña pareja participar… Tenía que seguir ignorándolos. No tenía ninguna gana de hablar con ellos y menos en aquella situación.
Perfecto, ya estaban a punto de finalizar su actuación sin cometer hasta el momento ningún error.  Cosa que no había logrado aún, ninguna de las parejas participantes…
-Siento llegar tarde Garely… -Habló André, casi sin aliento y apareciendo a su lado.
-¡Pero qué haces aquí! –Exclamó por la sorpresa.
-¿Cómo que qué hago aquí? Pues vine –Soltó en tono seco por su actitud hacia él-. Vine por ti, se que quieres patinar…
-No, tranquilo… Esos ya no son mis deseos –Le respondió enfadada. A decir verdad, después de aquella discusión que tuvieron no sabía cómo actuar ante él.
-No digas tonterías –Soltó en tono un tanto altanero-. Por supuesto que quieres patinar.
-¡No! –Le respondió en tono seco, y viendo como empezaban a llamar la atención de los que estaban a su alrededor-. Te has molestado tontamente  al venir aquí… -Le dijo bajando la mirada y empezando a caminar hacia la mesa de los jueces quienes ya habían facilitado su votación.
-Un momento… -La detuvo por el brazo y la miró suspicaz-. ¿Qué pretendes hacer?
-Detener toda esta… -No supo que decir, cuando lágrimas asomaron a sus ojos.
-No te pienso dejar hacer esa idiotez –Le dijo, sujetándola por los hombros-. Garely, escúchame un segundo…
-No… -Se limpió los ojos, dándole igual dejar por su rostro un camino de rímel negro-. Ya es demasiado tarde…
-No, no lo es… -La volvió a detener, cuando ella caminaba dirección a la mesa-. Escúchame por favor, no es tarde… Sé que yo no quiero patinar más, pero lo que no puedo ser es un maldito egoísta… no puedo quitarte tu sueño, tu pasión por una decisión mía… Yo fui quien decidió dejarlo, pero también fui quien te hizo volver a intentarlo… Y lo que no puedo hacer, es matar ese amor tuyo por el patinaje… 
-André yo… -Seguía llorando, mientras escuchaba de fondo el alboroto por la votación a la pareja favorita.
-Señorita Vega, señor Miller, acudan al centro de la pista… -Les informó un coordinador acercándose a ellos-. Es su momento…
-No… -Soltó entre lágrimas Garely, provocando que el pobre hombre trastabillara ante aquella respuesta.
-¿Perdone qué ha dicho? –Volvió a preguntar con tartamudez.
-He dicho que…
-Que enseguida vamos… -La interrumpió André.
-No digas idioteces –Le chilló ella-. No vamos a participar, bórrenme de… -Se giró a informar al hombre.
-Sí que participamos, y ya vamos a la pista… -Volvió a interrumpir André, agarrándola por la mano.
-¡Dios! –Soltó ella con rabia y alzando la mirada al cielo-. No le haga caso, yo… -Se calló al escuchar como por los altavoces anunciaban sus nombres.
-¡Por favor, no se entretengan más! –Les apresuró el hombre-. Y acudan al centro de la pista, si no quieren ser descalificados de las eliminatorias.
-Pero eso es lo que llevo un rato intentándole decir… -Gruñó Garely.
-Vamos, van anunciarnos por segunda vez… -La apresuró André, tirando de ella con decisión.
-¡No seas estúpido! –Lo intentó retener.
-Muy bien, veo que no me queda otra alternativa al no quererme escuchar… -Gruñó con enfado el hombre, mientras la tomaba totalmente por sorpresa al agacharse y alzarla por las piernas echándosela a la espalda-. Ahora a patinar…
-¡André, estás loco! –Soltó sorprendida y sonrojada-. ¡Bájame, que nos están mirando!
-Lo haré en la pista… No me das más opciones mujer cabezona…
-Joven, joven… -Les volvió a interrumpir el coordinador, yendo hacía ellos con apresuramiento-. Los protectores de la señorita…  -Le informó con timidez, al no saber si actuaba bien ayudándolo.
-¡Oh! –Se detuvo él-. ¿Me haría el favor si?... –Pidió amablemente.
-¡Ni se le ocurra! –Le amenazó ella al coordinador, levantando un poco la cabeza-. ¡Como lo haga yo!... ¡OH!  -Ya se los había extraído, sin hacer caso a sus protestas… Hombres…
Justamente en aquel momento, los llamaban por tercera y última vez a pista, con el aplauso incluido del público. Se sentía completamente abochornada por la entrada que estaba haciendo, gracias a André… Con el trasero de cara a los jueces, que poco ético… Pensó con horror. Y lo notó al ver como el público detenía repentinamente sus aplausos al ver tal entrada, era obvio que sabían que allí ocurría algo… Nadie se atrevería hacer una entrada como aquella…  ¡Gracias André, por el gran espectáculo que estaban dando y por lo que quedaba por venir! Pensó  con gran rabia.
-Bájame André… -Pidió entre dientes.
-Por supuesto querida, sino no creo que pudieras patinar… -Soltó entre risas, y mirándola a los ojos-. Garely… -Suspiró al ver su decisión en su mirada-. Quedan unos segundos, antes de que empiece a sonar la melodía…
-Me da igual yo…

Las primeras notas empezaban, sin que ellos hicieran nada por colocarse. El público lo notaba al igual que los jueces, allí ocurría algo… Por eso, no se escuchaba nada en el gran pabellón, ni un alma… Simplemente, las notas de la pieza que habían escogido.
-Quiero patinar mi última vez contigo –Soltó sabiendo que aquello haría que le prestara atención-. Quiero estar presente de tu nueva aparición, de tu nuevo crecimiento… Cierto, que después tendrás que buscarte a una pareja… Será un poco difícil encontrar a alguien tan magnífico como yo… -Bromeó un poco, sacándole una sonrisa a ella-. Pero también puedes hacerlo en solitario… Eres una nueva Garely, más fuerte y decidida que sabe que ama el patinaje…  Por eso, quiero patinar esta última vez para mí y primera vez para ti… Quiero que la gente se emocione contigo, que vean quien vuelve a ser una gran luchadora…
-André… -Susurró con lágrimas en sus ojos.
-¿Patinas? –Le pidió con voz dulce, justo cuando empezaba a escucharse la voz de una mujer.
-Si… -Sonrió feliz.

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