miércoles, 26 de diciembre de 2012

Desde las sombras 6°



Al  llegar a su casa, Claire llamó a su hermana, era tarde pero necesitaba hablar con ella, reír por tonterías  y escucharla decir lo feliz que era en su reciente matrimonio. Necesitaba envolverse en la calidez de los afectos y que alguien le recordara que el amor existía y que no siempre era doloroso, porque su encuentro con Lucian la había dejado en carne viva, sentía frío y no estaba segura de que viniera de su interior o de que él se lo hubiera contagiado al acercársele.
Estaba dándole demasiada importancia a aquella lucha, y por un instante pensó en renunciar, en dejar que la ciudad de Mavide se encargase de la contaminación y de lidiar con su ilustre ciudadano, por un momento quiso permitirse ser cobarde y correr lejos porque le estaba afectando más de lo que creía.

Finalmente puso música suave y se dejó acunar hasta dormirse, cuando los pensamientos eran tan negativos convenía dormir . Al amanecer vería las cosas desde otra perspectiva.
En efecto, el día siguiente le renovó las ganas de continuar , más aún cuando vio la entrevista que Lucian había dado. Por lo visto no había estado hablando en vano el día anterior, la había desmentido en el mismo diario al que ella había dado una nota.
Era un manipulador nato, y había quedado como inocente. Había presentado informes firmados por autoridades estatales donde se constataba que sus fábricas cumplían con las medidas de seguridad requeridas y también se mencionaba que el día anterior se había reunido con el Director del hospital para interiorizarse  sobre la situación de los pacientes, aunque en la misma nota se desestimaba que las dolencias fueran responsabilidad de su empresa.
En cuanto al río, no se mencionaba gran cosa. Y la chica se alegró de que así fuera porque ése era el punto débil,  sin importar cuantas mentiras se dijeran  el agua estaba contaminada  y no podía solucionarse a corto plazo. Podía ocultarse, sí, pero la verdad seguía allí.
Tenía una idea, sólo necesitaba alguien con un poco de valor para ayudarla.
La modernidad tenía sus ventajas, e Internet era una de ellas, Claire junto al grupo ecologista que la apoyaba consiguieron de aliados a unos jóvenes que producían un programa que se transmitía por la red. Tenían muchos seguidores y aceptaron encantados ayudarla en su causa. Tres días después, había realizado un nuevo análisis a las aguas del río y el examen había sido filmado y transmitido paso a paso, desde la extracción de la muestra  hasta los resultados que confirmaban la presencia de sustancias tóxicas. Sólo faltaba el tiro de gracia por lo que en ese momento, mientras la filmaban y se emitía en vivo por Internet, Claire, más el líder ecologista se dirigían a la oficina de Lucian.
La secretaria se mostró contrariada pero las cámaras la intimidaban y  aunque intentó negarles el paso, recibió la orden de su jefe de dejarlos pasar.
-Bienvenidos, ¿qué es lo que necesitan? – preguntó Lucian poniéndose de pie al verlos entrar. Mostraba un aspecto cordial, aunque sus visitantes no se dejaban engañar.
-Son los resultados de los recientes estudios que se le realizaron al río, como ve no difiere de la información anterior, está contaminado – dijo Claire poniendo los papeles sobre su escritorio.
- Señorita, no es mi intención desmentirla porque creo que actúa con la mejor intención, pero me temo que está llevando esto muy lejos. Si en efecto el río está contaminado, no existe vinculación conmigo, de hecho estoy seguro que si investigara, todos los ríos del país tienen algún grado de contaminación. ¿Piensa culparme de ello?
-No, sólo de la parte de responsabilidad que le cabe.
-  Muy bien, si la justicia así lo dictamina, por supuesto que lo haré, mientras tanto debería dejar de actuar como una vengadora. ¿O acaso tiene algo personal conmigo? – le preguntó significativamente y Claire estuvo segura que era una amenaza velada de exponer la relación que habían tenido. Claro que si él lo decía, se encargaría de hacerla ver como una despechada resentida.
-Estamos hablando de la salud de la gente, no cambie de tema Sr. Crow- dijo el hombre que acompañaba a Claire y ella agradeció aquella intervención.
-No se ha comprobado que el agua haya provocado ninguna dolencia, me temo que son suposiciones infundadas por la doctora- siguió él.
-De acuerdo, pruébelo- dijo ella y sacó del bolso que llevaba una botella con agua- Es agua del río, si la cree tan inocua, bébala. Ya vio los análisis, sabe lo que contiene- lo invitó.
-Está bien – aceptó sin más y abrió la botella para beberse todo el contenido.
En ese momento, Claire se dio cuenta de su error, Lucian no tenía punto de regreso, estaba dispuesto a lo que fuera por ganar. Había sido una completa tonta al pensar que podría amedrentarlo. Acababa de desbaratar su plan.
-Bien, les pido que  se retiren de mi oficina, tengo mucho que hacer. Y también les pido que a menos que me encuentren muerto por causa de esta agua que acabo de beber, me dejen en paz. Y si tienen alguna clase de reclamo, lo hagan por medio de la justicia, tal como corresponde. – les dijo y no les quedó otro remedio que irse.
-¿No tendremos tanta suerte de que caiga muerto ahora mismo, verdad? – preguntó el joven que filmaba.
-Me temo que no – respondió el líder ecologista y miró a Claire que parecía estar perdida.
-Ya no sé qué hacer ...-susurró ella.
-Sigue creyendo, Claire. Sólo sigue creyendo y se hará justicia, le dijo y la abrazó por los hombros para darle fuerzas.

“No puedes ganarme, Claire. Ya ríndete para que podamos ganar los dos” Pidió silenciosamente Lucian cuando la comitiva justiciera dejó su oficina. Sin darse cuenta, la joven le había dado la posibilidad de brindar un gran show y dejarla en desventaja. Realmente necesitaba ganar para alejarla, durante años le habían llegado informes de ella y se había asegurado de facilitarle el camino tanto como fuera posible, siempre desde lejos, siempre a escondidas. Y cuando ella había ganado el concurso para trabajar en el hospital local, se había sentido muy contrariado, había estado a punto de usar sus conexiones para impedirlo, pero finalmente sus ganas de saberla cerca habían triunfado.
Ahora se arrepentía. Claire nunca debería haber vuelto.

Claire había tenido un par de malos días, por empezar su maravillosa idea se había vuelto en su contra, escuchaba murmuraciones sobre lo que había sucedido con Lucian Crow e incluso bastantes especulaciones sobre el motivo que la llevaba a actuar así. Muchos dudaban de sus buenas intenciones, aunque no era tan extraño, a veces incluso ella dudaba.
Ya no sabía qué camino seguir, y para empeorar las cosas uno de sus pacientes no mejoraba , sino que estaba empeorando.
Estaba desalentada, Jacob la había invitado a cenar, pero no tenía ganas de que la animaran, así que declinó la invitación y cuando terminó su turno, fue caminando para su casa. La noche empezaba a tener el perfume del verano, caminar era una forma de tranquilizarse, aunque su amiga le había advertido que  tomara un taxi, ella había preferido no hacerlo.
A pesar de las amenazas, no temía que le infligieran daño alguno. Lucian no necesitaba intimidarla físicamente, él podía poner en jaque su credibilidad y su carrera laboral, incluso usar  su pasado en común para herirla emocionalmente, pero estaba segura que nunca llegaría más lejos.
Llevaba un buen rato siguiéndola, caminando a pocos pasos tras ella, sólo que iba tan ensimismada que no lo había notado.
Había hablado con los guardaespaldas que le había asignado para decirles que esa noche no los necesitaría, que él cuidaría de ella y que los llamaría más tarde para que montaran guardia en su casa. Imaginaba que Claire lo estaba pasando mal, así que había esperado fuera del hospital hasta verla salir,
Tal como esperaba, ella era lo suficientemente imprudente como para irse sola de noche, sin pensarlo mucho llamó a sus guardaespaldas y se dedicó a seguirla, la cuidaría desde las sombras como lo había hecho los últimos años.
Una media sonrisa asomó a sus labios, ella debía ser la única mujer que tenía de ángel custodio a alguien tan inadecuado como él.
Se la veía afligida, pero pronto terminaría, en su oficina tenía información de los mejores hospitales y clínicas privadas del país, se encargaría de que alguno de ellos contratara a Claire, aunque él debiera pagar su sueldo. La enviaría lejos, y pronto su reencuentro y aquella absurda lucha en que se había mezclado, sería un recuerdo.
Debería haberlo hecho antes, pero no había podido, de la misma manera que no podía evitar seguirla y verla aunque fuera a la distancia.
Le recordaba las muchas veces que la había acompañado en el pasado, cuando iba con ella desde la escuela hasta en su casa, o a la salida de la biblioteca. Las primeras veces ambos se habían sentido incómodos con aquella  situación, luego había sido lo más común del mundo, un día se habían tomado las manos, otro se habían abrazado. Incluso la había cubierto con su abrigo un día de lluvia y habían corrido juntos mientras reían.
Era extraño como una persona podía guardar los recuerdos felices, y refugiarse, durante años, en unos fugaces instantes de felicidad.
Era extraño como su vida se había detenido cuando la había perdido, luego había sido un simulacro, como un cuadro pintado en grises.
Él había estado verdaderamente vivo mientras la tenía, por eso le costaba tanto mantenerse apartado, porque con ella cerca volvía a sentir.
Una vez más, aunque ella no lo supiera, iba a acompañarla hasta su casa, como doce años atrás. La vería entrar y luego se iría, eso era todo.
Cuando, Claire giró por una callejuela para llegar más rápido a su casa, los sentidos de Lucian se pusieron en alerta. Trató de ir más rápido para salvar la distancia que los separaba, y cuando escuchó un grito, corrió.
Dos hombres habían arrinconado a Claire contra la pared, uno de ellos tenía su bolso y ella estaba pidiendo ayuda y forcejeando mientras el otro la tenía contra la pared y le cubría la boca con la mano.
Lucian se lanzó contra ellos, los apartó de Claire y se trenzaron en una pelea. La escuchó gritar pero estaba demasiado fuera de control para prestarle atención, sólo  tiraba golpes y los recibía. Por suerte, no parecían profesionales ni nada por el estilo, él peleaba bien, la única desventaja consistía en que eran dos contra uno.
La mujer gritaba asustada por ayuda,  Lucian tiró a uno de los hombres al suelo al recuperar el  bolso de ella y empujó al otro porque los gritos de Claire habían atraído su atención.
Quería ir a su lado, asegurarse que estaba bien.
-Claire...- musitó preocupado y se giró a  verla, en ese momento el maleante que estaba más lúcido lo golpeó con algo contundente en la cabeza, parecía ser un palo o un fierro que había recogido del suelo.
-¡Lucian! – gritó la joven y él enfrentó furioso al delincuente y le dio un golpe que lo ahuyentó.
-Claire – repitió él de nuevo y al decir aquel nombre su voz estaba llena de preocupación y ansiedad- ¿Estás bien? – preguntó llegando hasta ella y en ese momento se tambaleó cayendo al suelo.
-¡¡Lucian!! ¡Responde! ¡Lucian...-lo llamó desesperada arrodillándose a su lado. Él reaccionó y se medio incorporó para  contestarle.
-Shhhh, estoy bien, no te asustes...-dijo y extendió una mano para acariciarle la mejilla- Sólo estoy algo mareado.
-El golpe, te golpearon la cabeza, iremos al hospital – sancionó mirando el estado en que se encontraba. No sólo estaba golpeado, también tenía algunas heridas en el rostro por los golpes recibidos. Su ceja y la comisura de sus labios sangraban.
-Al hospital no...estoy bien- dijo parándose y ella lo ayudó a sostenerse.
-No estás nada bien.
-Al hospital no, vamos a tu casa, está más cerca, sólo debo descansar unos minutos .
Claire dudó, no podía pensar con claridad ya que aún estaba muy alterada por lo sucedido. La situación la superaba. Iba a su casa tranquila cuando la habían asaltado y Lucían había aparecido como salido de la nada a defenderla, y ahora estaba allí, sosteniendo el bolso que había recuperado y herido. Y además la llamaba por su nombre pidiéndole que lo llevara a su casa.
Era absurdo, todo era absurdo, pero su mundo se había puesto de cabezas cuando él había pronunciado su nombre, porque su voz carecía del cinismo con el que la llamaba doctora.
-Vamos , apóyate en mí – dijo y así lo llevó hasta su casa mientras Lucian se dejaba guiar dócilmente.
Cuando llegaron a la casa y Claire se puso a buscar las llaves en su bolso, se dio cuenta que las manos le temblaban. Respiró profundo y cerró los ojos un segundo para calmarse.
-Claire...- susurró Lucian y al abrir los ojos vio que él la observaba fijamente.
-¡Aquí están! – dijo exagerando mientras sacudía las llaves frente a él, abrió la puerta y entraron.
-Siéntate allí, iré a buscar algo para curarte – dijo y lo dejó en el sillón junto a la entrada. Volvió apenas unos minutos después. Él estaba sentado bien en la orilla, con las manos entrelazadas y la cabeza inclinada.
Ella se agachó delante de él mientras  abría el botiquín  y buscaba  los medicamentos.
-Déjame ver- ordenó y puso la mano debajo de su barbilla para que levantara la cara.
- Como ordene, doctora – respondió pero sin lograr que sonara distante.
-Voy a limpiar y desinfectar primero, va a arder.
-Adelante – dijo él y Claire pensó que había estado a punto de hacer algún comentario cínico pero se lo había callado. Limpió sus heridas y luego le aplicó una pomada.
-Listo. Ahora veremos cómo va lo del golpe – le dijo  y le revisó las pupilas mientras le hacía preguntas- ¿Cómo te llamas?
-Lucian Crow, ¿perdiste la memoria, acaso?
-Sólo responde, es  un control.
-Estoy bien, ya te dije, no veo estrellitas ni nada por el estilo..
-¿Nauseas?
-Sólo me duele un poco, y sigo algo mareado, pero debe ser normal teniendo en cuenta que pasó recién, ¿no?
- Párate.
-Déjame descansar otro poco.
-Quiero asegurarme que tu equilibrio no se vio afectado.
-No es mi equilibrio el problema, sino que me duelen las costillas y una pierna que me patearon – contestó y antes de darse cuenta ella se acercó a levantarle la camisa.
Lucian le apartó las manos y se echó hacia atrás.
-Levántate la camisa, quiero asegurarme que no te rompieron ninguna costilla – dijo con actitud profesional, intentando ignorar lo intimo que se había vuelto aquello.
Él obedeció, pues negarse sería darle otro significado a sus acciones. Se levantó la camisa y Claire vio el hematoma que se le estaba formando, palpó con suavidad y él gimió levemente por el dolor.
-Parece que no hay fisuras, sólo el dolor por el golpe. Igualmente deberías irte a hacer examinar mañana, ya que no quieres ir ahora.
-Tengo sed- dijo él interrumpiéndola y Claire fue a traerle un vaso de agua. Cuando ella le extendió el vaso ambos recordaron el incidente del agua contaminada, pero no lo mencionaron, sin embargo los devolvió a la realidad.
-¿Qué hacías tú allí?-preguntó ella y sonó como una acusación.
-Sólo pasaba por la zona.
-¿Casualidad? ¿Pasabas justo caminando mientras me asaltaban...?
-No estarás insinuando que  tuve algo que ver.
-No lo sé, por eso pregunto. Es muy extraño...no creo que tengas nada que ver, pero tu explicación es inverosímil.
-Venía a hablar contigo, ¿ de acuerdo? – mintió porque no podía confesarle la verdad, que venía siguiéndola para cuidarla y que había cometido la mayor estupidez del mundo a relevar a los guardaespaldas de sus puestos.
-¿A esta hora?
-Bueno, es la hora a la que sales de trabajar, no quería volver a ir al hospital...
-¿Y de qué querías hablar conmigo?
-Iba a ofrecerte dinero para que te dejaras de molestar, ¿ de acuerdo? No tuve nada que ver con que esos tipos te asaltaran...créeme si fuera obra mía, no sería tan obvio- le dijo.
-Vaya, no me parece que sea algo para estar orgulloso, pero te creo.
-¿Me crees?
-Sí, sería demasiado incluso para ti – le dijo ella y era verdad. Lo creía capaz de muchas cosas , pero no de hacerla asaltar, ni de jugar al héroe a propósito. Por suerte, él había estado allí y había salido herido por defenderla.
-  Sí,  no soy tan novato  y de todos modos no ganaría nada con todo el teatro.
-Gracias – dijo ella sinceramente
-¿Qué?
-Gracias por ayudarme. Bueno ahora puedes irte...
-Créeme tampoco me resulta agradable depender de ti, pero ¿podría quedarme un rato más?. Necesito recuperarme.
-¡No vas a quedarte aquí! Es ridículo...
-Lo sé mejor que tú, pero no estoy en condiciones de irme.
-Llama a alguien para que venga a buscarte.
- ¿Crees que nos beneficiaría que este incidente se haga público? Yo saliendo de tu casa y en este estado.
-Podemos explicar lo que sucedió- protestó ella.
-Preferiría ahorrármelo, sólo descansaré aquí un rato y cuando me sienta mejor llamaré un taxi.- dijo recostándose en el sillón.
-¿No hay nadie que pueda acompañarte? – preguntó y él la miró.
-Sólo déjame descansar, doctora. Soy tu paciente ahora, deberías ser más considerada...
-No me refiero a eso, es que recibiste un golpe en la cabeza, no es buena idea que te quedes solo.
-Solo estaré bien. Así que sólo dame un rato y me marcharé. Estoy agotado...-musitó y era verdad, llevaba días trabajando hasta el agotamiento y dormía mal pensando en ella. La adrenalina del susto al verla en peligro, la pelea, el recibir sus cuidados, había drenado toda su energía.
-Tienes que irte, yo tengo cosas que hacer, de ningún modo puedes quedarte aquí…
-Ve a hacer lo que debas mientras yo descanso….- le dijo y cerró los ojos.
-¡Tengo que dormir! – protestó la chica pero él la ignoró. No tenía fuerzas suficiente para arrastrarlo fuera de su casa, y además le remordía la conciencia ya que él la había auxiliado, sin embargo no podía dejarlo estar allí, no tenían esa clase de relación.
Lucian ni siquiera era su amigo.
Confusa, fue a su habitación para cambiarse de ropa y ponerse algo cómodo, no tenía hambre porque había comido en el hospital, pero si estaba cansada, aunque dudaba que pudiera dormir.
Se dejó caer de espaldas sobre la cama, con los brazos abiertos, mientras evaluaba aquella situación, no tenía sentido lo mirase como lo mirase.
Pocos días atrás, Jacob, había dormido en el sillón intentando protegerla de Crow, y ahora Lucian , en persona, estaba durmiendo en el mismo lugar.
Tenía que echarlo.
Se levantó y fue decidida a la sala pero al llegar sus intenciones de desvanecieron. Lucian dormía, y había algo muy conmovedor en verlo así.
¿Quién era realmente aquel hombre? ¿Cómo podía ser tan inescrupuloso y luego correr a salvarla? ¿Cómo podía dormir tan indefensamente en su casa cuando un día antes la trataba como a su enemiga?
Las preguntas rondaban en su cabeza, pero lo más impactante eran sus emociones porque habían pasado doce años desde que lo había visto dormir.
En el pasado, en su única noche juntos, había despertado en la madrugada y se había quedado mirándolo. Así dormido, parecía el mismo de entonces. Le dio pena despertarlo, o tal vez quiso que aquella tregua durara un poco más.
Decidió dejarlo dormir un rato, volvió a su habitación y se adormiló. No había creído que fuera posible , pero estaba muy cansada y extrañamente se sentía tranquila.
De repente, un grito la despertó.

Lucian tenía sueños inquietantes, dos hombres habían atrapado a Claire y él quería defenderla, pero no podía. Alguien lo tenía sujeto y por más que intentara soltarse con todas sus fuerzas no lo lograba. Se sentía indefenso, impotente y no le gustaba nada sentirse así, además estaba desesperado porque la escuchaba gritar.
Ella estaba sufriendo, escuchaba sus sollozos y lo peor era que él había causado aquello, sabía que Claire sufría por haberse acercado a  él, por atreverse a amarlo. Se revolvió contra quien lo sujetaba pero parecía estar aprisionado en acero, no pudo moverse ni un centímetro y ella seguía llamándolo. Siguió tirando, tirando, quizá su cuerpo se le rompiera y su alma pudiera ir a ayudarla, la volvió a escuchar gemir y lloriquear.
Gritó su nombre.
-¡¡CLAIRE!!
Claire salió asustada de la habitación. Había escuchado a Lucian gritar su nombre. Al llegar a la sala, lo vio sentado a orillas del sillón, parecía haber despertado de una pesadilla. Tenía el cabello revuelto y la mirada perdida, como si aún le costara situarse en la realidad.
La forma en que había gritado su nombre le había recordado a cuando su hermana era pequeña y  la llamaba, había una nota de angustia y desesperación en su voz.
Se acercó a él, tal vez se sintiera mal por los golpes.
-Lucian, ¿estás bien? ¿te duele algo? – le preguntó y él enfocó la vista en ella.
-Claire...-musitó y esta vez había una nota agonizante en sus palabras, de ruego incluso, que le llegó al alma.
-Lucian, fue una pesadilla ya pasó...-le dijo en voz baja e instintivamente le pasó la mano por la frente para ver que no tuviera temperatura. Él respiraba con fuerza, a simple vista podía ver el movimiento de su pecho, como si estuviera agitado.
¿Cómo un sueño podía atormentarlo tanto?
-Claire...¿estás bien? – preguntó repentinamente y ella se dio cuenta que aún estaba medio atontado por despertar de golpe.
-Estoy bien, estoy aquí…-susurró ubicándose delante de él y de pronto Lucian la sujetó con fuerza  y se apoyó contra ella como queriendo cerciorarse que era real.
-Claire- dijo una vez más y en un rápido movimiento le dio un tirón hacia abajo para tenerla sentada sobre él, la miró como si la viera después de mucho tiempo y la besó. Era un beso profundo, intenso, lleno de desesperación. A pesar de la sorpresa, ella respondió  a aquella intensidad y un minuto después, Lucian la acostó en el sillón y se echó sobre ella.
Todo era una vorágine, ninguno de los dos pensaba con claridad.
Lucian , alterado por su sueño, sólo quería tenerla tan cerca como fuera posible, quería sentirla, y el deseo contenido en su interior se había desatado.
Percibía su sabor al besarla, el calor de su cuerpo y ya no quería mentirse, la necesitaba. Llevaba años anhelándola.
Claire no había podido reaccionar ante la acometida de Lucian, un segundo estaba preocupada de que le sucediera algo y al siguiente estaba bajo él mientras la besaba apasionadamente.
No alcanzaba a recuperar su cordura, era imposible cuando tenía el peso del cuerpo masculino aprisionándola contra el sillón, cuando lo escuchaba gemir roncamente mientras la besaba. No podía resistirlo, tal vez hubiera descendido al infierno porque estaba quemándose.
Y entonces sintió la mano de él bajo su remera, sus dedos explorando su piel, subiendo hasta su pecho para acariciarla allí sobre la tela del sostén y luego colándose bajo la prenda para tocarla sin interferencias. Piel contra piel.
Sin poder impedirlo, Claire gimió y él se apartó para desabrocharse la camisa.
Ese instante de separación, bastó para que la mujer recuperara la razón.
Aquel era Lucian Crow y ella ya había cometido ese error una vez, no iba a volver a hacerlo.
Apoyó sus manos contra el pecho de Lucian para empujarlo y apartarlo de sí.
-No – dijo con firmeza y él parpadeó confundido, sus ojos eran más verdes que nunca, el pelo le caía revuelto, una fina capa de sudor perlaba su frente. Era la imagen de la masculinidad y el erotismo, ella podía percibir su excitación y su fuerza, temió no poder detenerlo-  No – repitió una vez más y él maldijo, aunque no sabía si a ella, a la situación o a él mismo. Luego se apartó con rapidez liberándola de su peso.
Sin Lucian cubriéndola se sintió vacía y con frío.
-Debí irme antes…- dijo él y sin más se fue hacia la puerta y se marchó.

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