Al llegar a su casa, Claire llamó a su hermana,
era tarde pero necesitaba hablar con ella, reír por tonterías y escucharla decir lo feliz que era en su
reciente matrimonio. Necesitaba envolverse en la calidez de los afectos y que
alguien le recordara que el amor existía y que no siempre era doloroso, porque
su encuentro con Lucian la había dejado en carne viva, sentía frío y no estaba
segura de que viniera de su interior o de que él se lo hubiera contagiado al
acercársele.
Estaba dándole
demasiada importancia a aquella lucha, y por un instante pensó en renunciar, en
dejar que la ciudad de Mavide se encargase de la contaminación y de lidiar con
su ilustre ciudadano, por un momento quiso permitirse ser cobarde y correr
lejos porque le estaba afectando más de lo que creía.
Finalmente puso
música suave y se dejó acunar hasta dormirse, cuando los pensamientos eran tan
negativos convenía dormir . Al amanecer vería las cosas desde otra perspectiva.
En efecto, el
día siguiente le renovó las ganas de continuar , más aún cuando vio la entrevista
que Lucian había dado. Por lo visto no había estado hablando en vano el día
anterior, la había desmentido en el mismo diario al que ella había dado una
nota.
Era un
manipulador nato, y había quedado como inocente. Había presentado informes
firmados por autoridades estatales donde se constataba que sus fábricas
cumplían con las medidas de seguridad requeridas y también se mencionaba que el
día anterior se había reunido con el Director del hospital para
interiorizarse sobre la situación de los
pacientes, aunque en la misma nota se desestimaba que las dolencias fueran
responsabilidad de su empresa.
En cuanto al
río, no se mencionaba gran cosa. Y la chica se alegró de que así fuera porque
ése era el punto débil, sin importar
cuantas mentiras se dijeran el agua
estaba contaminada y no podía
solucionarse a corto plazo. Podía ocultarse, sí, pero la verdad seguía allí.
Tenía una idea,
sólo necesitaba alguien con un poco de valor para ayudarla.
La modernidad
tenía sus ventajas, e Internet era una de ellas, Claire junto al grupo
ecologista que la apoyaba consiguieron de aliados a unos jóvenes que producían
un programa que se transmitía por la red. Tenían muchos seguidores y aceptaron
encantados ayudarla en su causa. Tres días después, había realizado un nuevo análisis
a las aguas del río y el examen había sido filmado y transmitido paso a paso,
desde la extracción de la muestra hasta
los resultados que confirmaban la presencia de sustancias tóxicas. Sólo faltaba
el tiro de gracia por lo que en ese momento, mientras la filmaban y se emitía
en vivo por Internet, Claire, más el líder ecologista se dirigían a la oficina
de Lucian.
La secretaria se
mostró contrariada pero las cámaras la intimidaban y aunque intentó negarles el paso, recibió la
orden de su jefe de dejarlos pasar.
-Bienvenidos,
¿qué es lo que necesitan? – preguntó Lucian poniéndose de pie al verlos entrar.
Mostraba un aspecto cordial, aunque sus visitantes no se dejaban engañar.
-Son los
resultados de los recientes estudios que se le realizaron al río, como ve no
difiere de la información anterior, está contaminado – dijo Claire poniendo los
papeles sobre su escritorio.
- Señorita, no
es mi intención desmentirla porque creo que actúa con la mejor intención, pero
me temo que está llevando esto muy lejos. Si en efecto el río está contaminado,
no existe vinculación conmigo, de hecho estoy seguro que si investigara, todos
los ríos del país tienen algún grado de contaminación. ¿Piensa culparme de
ello?
-No, sólo de la
parte de responsabilidad que le cabe.
- Muy bien, si la justicia así lo dictamina,
por supuesto que lo haré, mientras tanto debería dejar de actuar como una
vengadora. ¿O acaso tiene algo personal conmigo? – le preguntó
significativamente y Claire estuvo segura que era una amenaza velada de exponer
la relación que habían tenido. Claro que si él lo decía, se encargaría de
hacerla ver como una despechada resentida.
-Estamos
hablando de la salud de la gente, no cambie de tema Sr. Crow- dijo el hombre
que acompañaba a Claire y ella agradeció aquella intervención.
-No se ha
comprobado que el agua haya provocado ninguna dolencia, me temo que son
suposiciones infundadas por la doctora- siguió él.
-De acuerdo,
pruébelo- dijo ella y sacó del bolso que llevaba una botella con agua- Es agua
del río, si la cree tan inocua, bébala. Ya vio los análisis, sabe lo que
contiene- lo invitó.
-Está bien –
aceptó sin más y abrió la botella para beberse todo el contenido.
En ese momento,
Claire se dio cuenta de su error, Lucian no tenía punto de regreso, estaba
dispuesto a lo que fuera por ganar. Había sido una completa tonta al pensar que
podría amedrentarlo. Acababa de desbaratar su plan.
-Bien, les pido
que se retiren de mi oficina, tengo
mucho que hacer. Y también les pido que a menos que me encuentren muerto por causa
de esta agua que acabo de beber, me dejen en paz. Y si tienen alguna clase de
reclamo, lo hagan por medio de la justicia, tal como corresponde. – les dijo y
no les quedó otro remedio que irse.
-¿No tendremos
tanta suerte de que caiga muerto ahora mismo, verdad? – preguntó el joven que
filmaba.
-Me temo que no
– respondió el líder ecologista y miró a Claire que parecía estar perdida.
-Ya no sé qué
hacer ...-susurró ella.
-Sigue creyendo,
Claire. Sólo sigue creyendo y se hará justicia, le dijo y la abrazó por los
hombros para darle fuerzas.
“No puedes
ganarme, Claire. Ya ríndete para que podamos ganar los dos” Pidió
silenciosamente Lucian cuando la comitiva justiciera dejó su oficina. Sin darse
cuenta, la joven le había dado la posibilidad de brindar un gran show y dejarla
en desventaja. Realmente necesitaba ganar para alejarla, durante años le habían
llegado informes de ella y se había asegurado de facilitarle el camino tanto
como fuera posible, siempre desde lejos, siempre a escondidas. Y cuando ella había
ganado el concurso para trabajar en el hospital local, se había sentido muy
contrariado, había estado a punto de usar sus conexiones para impedirlo, pero
finalmente sus ganas de saberla cerca habían triunfado.
Ahora se
arrepentía. Claire nunca debería haber vuelto.
Claire había
tenido un par de malos días, por empezar su maravillosa idea se había vuelto en
su contra, escuchaba murmuraciones sobre lo que había sucedido con Lucian Crow
e incluso bastantes especulaciones sobre el motivo que la llevaba a actuar así.
Muchos dudaban de sus buenas intenciones, aunque no era tan extraño, a veces
incluso ella dudaba.
Ya no sabía qué
camino seguir, y para empeorar las cosas uno de sus pacientes no mejoraba ,
sino que estaba empeorando.
Estaba
desalentada, Jacob la había invitado a cenar, pero no tenía ganas de que la
animaran, así que declinó la invitación y cuando terminó su turno, fue
caminando para su casa. La noche empezaba a tener el perfume del verano,
caminar era una forma de tranquilizarse, aunque su amiga le había advertido
que tomara un taxi, ella había preferido
no hacerlo.
A pesar de las
amenazas, no temía que le infligieran daño alguno. Lucian no necesitaba
intimidarla físicamente, él podía poner en jaque su credibilidad y su carrera
laboral, incluso usar su pasado en común
para herirla emocionalmente, pero estaba segura que nunca llegaría más lejos.
Llevaba un buen
rato siguiéndola, caminando a pocos pasos tras ella, sólo que iba tan
ensimismada que no lo había notado.
Había hablado
con los guardaespaldas que le había asignado para decirles que esa noche no los
necesitaría, que él cuidaría de ella y que los llamaría más tarde para que
montaran guardia en su casa. Imaginaba que Claire lo estaba pasando mal, así
que había esperado fuera del hospital hasta verla salir,
Tal como
esperaba, ella era lo suficientemente imprudente como para irse sola de noche,
sin pensarlo mucho llamó a sus guardaespaldas y se dedicó a seguirla, la
cuidaría desde las sombras como lo había hecho los últimos años.
Una media
sonrisa asomó a sus labios, ella debía ser la única mujer que tenía de ángel
custodio a alguien tan inadecuado como él.
Se la veía
afligida, pero pronto terminaría, en su oficina tenía información de los
mejores hospitales y clínicas privadas del país, se encargaría de que alguno de
ellos contratara a Claire, aunque él debiera pagar su sueldo. La enviaría
lejos, y pronto su reencuentro y aquella absurda lucha en que se había
mezclado, sería un recuerdo.
Debería haberlo
hecho antes, pero no había podido, de la misma manera que no podía evitar
seguirla y verla aunque fuera a la distancia.
Le recordaba las
muchas veces que la había acompañado en el pasado, cuando iba con ella desde la
escuela hasta en su casa, o a la salida de la biblioteca. Las primeras veces
ambos se habían sentido incómodos con aquella
situación, luego había sido lo más común del mundo, un día se habían
tomado las manos, otro se habían abrazado. Incluso la había cubierto con su
abrigo un día de lluvia y habían corrido juntos mientras reían.
Era extraño como
una persona podía guardar los recuerdos felices, y refugiarse, durante años, en
unos fugaces instantes de felicidad.
Era extraño como
su vida se había detenido cuando la había perdido, luego había sido un
simulacro, como un cuadro pintado en grises.
Él había estado
verdaderamente vivo mientras la tenía, por eso le costaba tanto mantenerse
apartado, porque con ella cerca volvía a sentir.
Una vez más,
aunque ella no lo supiera, iba a acompañarla hasta su casa, como doce años
atrás. La vería entrar y luego se iría, eso era todo.
Cuando, Claire
giró por una callejuela para llegar más rápido a su casa, los sentidos de
Lucian se pusieron en alerta. Trató de ir más rápido para salvar la distancia
que los separaba, y cuando escuchó un grito, corrió.
Dos hombres
habían arrinconado a Claire contra la pared, uno de ellos tenía su bolso y ella
estaba pidiendo ayuda y forcejeando mientras el otro la tenía contra la pared y
le cubría la boca con la mano.
Lucian se lanzó
contra ellos, los apartó de Claire y se trenzaron en una pelea. La escuchó
gritar pero estaba demasiado fuera de control para prestarle atención,
sólo tiraba golpes y los recibía. Por
suerte, no parecían profesionales ni nada por el estilo, él peleaba bien, la
única desventaja consistía en que eran dos contra uno.
La mujer gritaba
asustada por ayuda, Lucian tiró a uno de
los hombres al suelo al recuperar el
bolso de ella y empujó al otro porque los gritos de Claire habían
atraído su atención.
Quería ir a su
lado, asegurarse que estaba bien.
-Claire...-
musitó preocupado y se giró a verla, en
ese momento el maleante que estaba más lúcido lo golpeó con algo contundente en
la cabeza, parecía ser un palo o un fierro que había recogido del suelo.
-¡Lucian! –
gritó la joven y él enfrentó furioso al delincuente y le dio un golpe que lo
ahuyentó.
-Claire –
repitió él de nuevo y al decir aquel nombre su voz estaba llena de preocupación
y ansiedad- ¿Estás bien? – preguntó llegando hasta ella y en ese momento se
tambaleó cayendo al suelo.
-¡¡Lucian!!
¡Responde! ¡Lucian...-lo llamó desesperada arrodillándose a su lado. Él
reaccionó y se medio incorporó para
contestarle.
-Shhhh, estoy
bien, no te asustes...-dijo y extendió una mano para acariciarle la mejilla-
Sólo estoy algo mareado.
-El golpe, te
golpearon la cabeza, iremos al hospital – sancionó mirando el estado en que se
encontraba. No sólo estaba golpeado, también tenía algunas heridas en el rostro
por los golpes recibidos. Su ceja y la comisura de sus labios sangraban.
-Al hospital
no...estoy bien- dijo parándose y ella lo ayudó a sostenerse.
-No estás nada
bien.
-Al hospital no,
vamos a tu casa, está más cerca, sólo debo descansar unos minutos .
Claire dudó, no
podía pensar con claridad ya que aún estaba muy alterada por lo sucedido. La
situación la superaba. Iba a su casa tranquila cuando la habían asaltado y
Lucían había aparecido como salido de la nada a defenderla, y ahora estaba
allí, sosteniendo el bolso que había recuperado y herido. Y además la llamaba
por su nombre pidiéndole que lo llevara a su casa.
Era absurdo,
todo era absurdo, pero su mundo se había puesto de cabezas cuando él había
pronunciado su nombre, porque su voz carecía del cinismo con el que la llamaba
doctora.
-Vamos , apóyate
en mí – dijo y así lo llevó hasta su casa mientras Lucian se dejaba guiar
dócilmente.
Cuando llegaron
a la casa y Claire se puso a buscar las llaves en su bolso, se dio cuenta que
las manos le temblaban. Respiró profundo y cerró los ojos un segundo para
calmarse.
-Claire...-
susurró Lucian y al abrir los ojos vio que él la observaba fijamente.
-¡Aquí están! –
dijo exagerando mientras sacudía las llaves frente a él, abrió la puerta y
entraron.
-Siéntate allí,
iré a buscar algo para curarte – dijo y lo dejó en el sillón junto a la
entrada. Volvió apenas unos minutos después. Él estaba sentado bien en la
orilla, con las manos entrelazadas y la cabeza inclinada.
Ella se agachó
delante de él mientras abría el
botiquín y buscaba los medicamentos.
-Déjame ver-
ordenó y puso la mano debajo de su barbilla para que levantara la cara.
- Como ordene,
doctora – respondió pero sin lograr que sonara distante.
-Voy a limpiar y
desinfectar primero, va a arder.
-Adelante – dijo
él y Claire pensó que había estado a punto de hacer algún comentario cínico
pero se lo había callado. Limpió sus heridas y luego le aplicó una pomada.
-Listo. Ahora
veremos cómo va lo del golpe – le dijo y
le revisó las pupilas mientras le hacía preguntas- ¿Cómo te llamas?
-Lucian Crow,
¿perdiste la memoria, acaso?
-Sólo responde,
es un control.
-Estoy bien, ya
te dije, no veo estrellitas ni nada por el estilo..
-¿Nauseas?
-Sólo me duele
un poco, y sigo algo mareado, pero debe ser normal teniendo en cuenta que pasó
recién, ¿no?
- Párate.
-Déjame
descansar otro poco.
-Quiero
asegurarme que tu equilibrio no se vio afectado.
-No es mi
equilibrio el problema, sino que me duelen las costillas y una pierna que me
patearon – contestó y antes de darse cuenta ella se acercó a levantarle la
camisa.
Lucian le apartó
las manos y se echó hacia atrás.
-Levántate la
camisa, quiero asegurarme que no te rompieron ninguna costilla – dijo con
actitud profesional, intentando ignorar lo intimo que se había vuelto aquello.
Él obedeció,
pues negarse sería darle otro significado a sus acciones. Se levantó la camisa
y Claire vio el hematoma que se le estaba formando, palpó con suavidad y él
gimió levemente por el dolor.
-Parece que no
hay fisuras, sólo el dolor por el golpe. Igualmente deberías irte a hacer
examinar mañana, ya que no quieres ir ahora.
-Tengo sed- dijo
él interrumpiéndola y Claire fue a traerle un vaso de agua. Cuando ella le
extendió el vaso ambos recordaron el incidente del agua contaminada, pero no lo
mencionaron, sin embargo los devolvió a la realidad.
-¿Qué hacías tú
allí?-preguntó ella y sonó como una acusación.
-Sólo pasaba por
la zona.
-¿Casualidad?
¿Pasabas justo caminando mientras me asaltaban...?
-No estarás
insinuando que tuve algo que ver.
-No lo sé, por
eso pregunto. Es muy extraño...no creo que tengas nada que ver, pero tu
explicación es inverosímil.
-Venía a hablar
contigo, ¿ de acuerdo? – mintió porque no podía confesarle la verdad, que venía
siguiéndola para cuidarla y que había cometido la mayor estupidez del mundo a
relevar a los guardaespaldas de sus puestos.
-¿A esta hora?
-Bueno, es la
hora a la que sales de trabajar, no quería volver a ir al hospital...
-¿Y de qué
querías hablar conmigo?
-Iba a ofrecerte
dinero para que te dejaras de molestar, ¿ de acuerdo? No tuve nada que ver con
que esos tipos te asaltaran...créeme si fuera obra mía, no sería tan obvio- le
dijo.
-Vaya, no me
parece que sea algo para estar orgulloso, pero te creo.
-¿Me crees?
-Sí, sería
demasiado incluso para ti – le dijo ella y era verdad. Lo creía capaz de muchas
cosas , pero no de hacerla asaltar, ni de jugar al héroe a propósito. Por
suerte, él había estado allí y había salido herido por defenderla.
- Sí, no
soy tan novato y de todos modos no
ganaría nada con todo el teatro.
-Gracias – dijo
ella sinceramente
-¿Qué?
-Gracias por
ayudarme. Bueno ahora puedes irte...
-Créeme tampoco
me resulta agradable depender de ti, pero ¿podría quedarme un rato más?.
Necesito recuperarme.
-¡No vas a
quedarte aquí! Es ridículo...
-Lo sé mejor que
tú, pero no estoy en condiciones de irme.
-Llama a alguien
para que venga a buscarte.
- ¿Crees que nos
beneficiaría que este incidente se haga público? Yo saliendo de tu casa y en
este estado.
-Podemos
explicar lo que sucedió- protestó ella.
-Preferiría
ahorrármelo, sólo descansaré aquí un rato y cuando me sienta mejor llamaré un
taxi.- dijo recostándose en el sillón.
-¿No hay nadie
que pueda acompañarte? – preguntó y él la miró.
-Sólo déjame
descansar, doctora. Soy tu paciente ahora, deberías ser más considerada...
-No me refiero a
eso, es que recibiste un golpe en la cabeza, no es buena idea que te quedes
solo.
-Solo estaré
bien. Así que sólo dame un rato y me marcharé. Estoy agotado...-musitó y era
verdad, llevaba días trabajando hasta el agotamiento y dormía mal pensando en
ella. La adrenalina del susto al verla en peligro, la pelea, el recibir sus
cuidados, había drenado toda su energía.
-Tienes que
irte, yo tengo cosas que hacer, de ningún modo puedes quedarte aquí…
-Ve a hacer lo
que debas mientras yo descanso….- le dijo y cerró los ojos.
-¡Tengo que
dormir! – protestó la chica pero él la ignoró. No tenía fuerzas suficiente para
arrastrarlo fuera de su casa, y además le remordía la conciencia ya que él la
había auxiliado, sin embargo no podía dejarlo estar allí, no tenían esa clase
de relación.
Lucian ni
siquiera era su amigo.
Confusa, fue a
su habitación para cambiarse de ropa y ponerse algo cómodo, no tenía hambre
porque había comido en el hospital, pero si estaba cansada, aunque dudaba que
pudiera dormir.
Se dejó caer de
espaldas sobre la cama, con los brazos abiertos, mientras evaluaba aquella
situación, no tenía sentido lo mirase como lo mirase.
Pocos días
atrás, Jacob, había dormido en el sillón intentando protegerla de Crow, y ahora
Lucian , en persona, estaba durmiendo en el mismo lugar.
Tenía que
echarlo.
Se levantó y fue
decidida a la sala pero al llegar sus intenciones de desvanecieron. Lucian
dormía, y había algo muy conmovedor en verlo así.
¿Quién era
realmente aquel hombre? ¿Cómo podía ser tan inescrupuloso y luego correr a
salvarla? ¿Cómo podía dormir tan indefensamente en su casa cuando un día antes
la trataba como a su enemiga?
Las preguntas
rondaban en su cabeza, pero lo más impactante eran sus emociones porque habían
pasado doce años desde que lo había visto dormir.
En el pasado, en
su única noche juntos, había despertado en la madrugada y se había quedado
mirándolo. Así dormido, parecía el mismo de entonces. Le dio pena despertarlo,
o tal vez quiso que aquella tregua durara un poco más.
Decidió dejarlo
dormir un rato, volvió a su habitación y se adormiló. No había creído que fuera
posible , pero estaba muy cansada y extrañamente se sentía tranquila.
De repente, un
grito la despertó.
Lucian tenía
sueños inquietantes, dos hombres habían atrapado a Claire y él quería
defenderla, pero no podía. Alguien lo tenía sujeto y por más que intentara
soltarse con todas sus fuerzas no lo lograba. Se sentía indefenso, impotente y
no le gustaba nada sentirse así, además estaba desesperado porque la escuchaba gritar.
Ella estaba
sufriendo, escuchaba sus sollozos y lo peor era que él había causado aquello,
sabía que Claire sufría por haberse acercado a
él, por atreverse a amarlo. Se revolvió contra quien lo sujetaba pero
parecía estar aprisionado en acero, no pudo moverse ni un centímetro y ella
seguía llamándolo. Siguió tirando, tirando, quizá su cuerpo se le rompiera y su
alma pudiera ir a ayudarla, la volvió a escuchar gemir y lloriquear.
Gritó su nombre.
-¡¡CLAIRE!!
Claire salió
asustada de la habitación. Había escuchado a Lucian gritar su nombre. Al llegar
a la sala, lo vio sentado a orillas del sillón, parecía haber despertado de una
pesadilla. Tenía el cabello revuelto y la mirada perdida, como si aún le
costara situarse en la realidad.
La forma en que
había gritado su nombre le había recordado a cuando su hermana era pequeña
y la llamaba, había una nota de angustia
y desesperación en su voz.
Se acercó a él,
tal vez se sintiera mal por los golpes.
-Lucian, ¿estás
bien? ¿te duele algo? – le preguntó y él enfocó la vista en ella.
-Claire...-musitó
y esta vez había una nota agonizante en sus palabras, de ruego incluso, que le
llegó al alma.
-Lucian, fue una
pesadilla ya pasó...-le dijo en voz baja e instintivamente le pasó la mano por
la frente para ver que no tuviera temperatura. Él respiraba con fuerza, a
simple vista podía ver el movimiento de su pecho, como si estuviera agitado.
¿Cómo un sueño
podía atormentarlo tanto?
-Claire...¿estás
bien? – preguntó repentinamente y ella se dio cuenta que aún estaba medio
atontado por despertar de golpe.
-Estoy bien,
estoy aquí…-susurró ubicándose delante de él y de pronto Lucian la sujetó con
fuerza y se apoyó contra ella como
queriendo cerciorarse que era real.
-Claire- dijo
una vez más y en un rápido movimiento le dio un tirón hacia abajo para tenerla
sentada sobre él, la miró como si la viera después de mucho tiempo y la besó.
Era un beso profundo, intenso, lleno de desesperación. A pesar de la sorpresa,
ella respondió a aquella intensidad y un
minuto después, Lucian la acostó en el sillón y se echó sobre ella.
Todo era una
vorágine, ninguno de los dos pensaba con claridad.
Lucian ,
alterado por su sueño, sólo quería tenerla tan cerca como fuera posible, quería
sentirla, y el deseo contenido en su interior se había desatado.
Percibía su
sabor al besarla, el calor de su cuerpo y ya no quería mentirse, la necesitaba.
Llevaba años anhelándola.
Claire no había
podido reaccionar ante la acometida de Lucian, un segundo estaba preocupada de
que le sucediera algo y al siguiente estaba bajo él mientras la besaba
apasionadamente.
No alcanzaba a
recuperar su cordura, era imposible cuando tenía el peso del cuerpo masculino
aprisionándola contra el sillón, cuando lo escuchaba gemir roncamente mientras
la besaba. No podía resistirlo, tal vez hubiera descendido al infierno porque
estaba quemándose.
Y entonces
sintió la mano de él bajo su remera, sus dedos explorando su piel, subiendo
hasta su pecho para acariciarla allí sobre la tela del sostén y luego colándose
bajo la prenda para tocarla sin interferencias. Piel contra piel.
Sin poder
impedirlo, Claire gimió y él se apartó para desabrocharse la camisa.
Ese instante de
separación, bastó para que la mujer recuperara la razón.
Aquel era Lucian
Crow y ella ya había cometido ese error una vez, no iba a volver a hacerlo.
Apoyó sus manos
contra el pecho de Lucian para empujarlo y apartarlo de sí.
-No – dijo con
firmeza y él parpadeó confundido, sus ojos eran más verdes que nunca, el pelo
le caía revuelto, una fina capa de sudor perlaba su frente. Era la imagen de la
masculinidad y el erotismo, ella podía percibir su excitación y su fuerza,
temió no poder detenerlo- No – repitió
una vez más y él maldijo, aunque no sabía si a ella, a la situación o a él
mismo. Luego se apartó con rapidez liberándola de su peso.
Sin Lucian
cubriéndola se sintió vacía y con frío.
-Debí irme
antes…- dijo él y sin más se fue hacia la puerta y se marchó.
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