domingo, 18 de noviembre de 2012

Pequeña Leona 17°

Y un día volvió Leonora...



Una vez que les sirvieron su orden, Leo se concentró en la comida. Desde que el mozo los había interrumpido no se había atrevido a seguir interrogando a su Jefe, ni a cuestionarse a ella misma.
-Debí haber pedido lo que tú, parece ser que es una delicia…-comentó Bastian y ella levantó la mirada.
-¿Qué?
-Es que estás tan concentrada en tu comida que no sé si está delicioso o tienes miedo que se escape del plato – le dijo él y ella lo miró furiosa.

-Tengo hambre y si no me hubiera hecho salir corriendo de mi casa podría haber cenado tranquila.
-¿No estás tranquila conmigo?
-No me de vuelta las palabras, estoy tratando de contenerme sólo porque es su cumpleaños…
-Gracias de nuevo, Leoncito. Gracias por venir en mi auxilio y por tenerme paciencia porque es mi cumpleaños y gracias por mi regalo.
-Yo no le regalé nada…
-Tú eres mi regalo – le dijo él y la chica se atragantó con lo que comía. Bastian le pasó el vaso con agua y se río.
-Me refería a tu compañía, Leonora.
-No haga bromas mientras comemos – lo reprendió y él hizo un saludo militar como señal de asentimiento.
-Entonces hablemos…- sugirió él y así lo hicieron.
Hablaron de todo un poco sin caer en  nada que alterara a Leo ni nada que le recordara a Bastian los incidentes con su familia. Y fue muy agradable, Leonora entendió plenamente por qué Bastian Cavendish era tan atractivo para las mujeres, cuando no tenía que preocuparse por él o reprenderlo, era encantador.
Terminaron de cenar, incluso ordenaron postre por insistencia de él. Leo se había negado en un principio pero su jefe había esgrimido la excusa de su cumpleaños.
-Merezco algo dulce en este día, ya he tenido bastante de amargura, ¿no te parece, Leoncito? – le había dicho y habían terminado ambos ordenando pastel de chocolate.
Una vez que acabaron el pastel, Bastian pagó la cuenta y Leo se levantó de la mesa.
-Vamos, te llevo a tu casa.
-No es necesario.
-¿No quieres que te lleve a tu casa? ¿Qué te parece la mía? – la provocó y ella le dio un golpecito en el hombro.
-Supongo que eso es un no. Pero no aceptaré negativa en cuanto a llevarte a tu casa, es tarde, viniste hasta aquí por mí, es lo menos que podría hacer.
-Lo menos que podría hacer es madurar un poco, digo ya que tiene un año más debería volverse un poco más…
-¿Respetable? ¿Digno? ¿Serio? ¿Sensato?– preguntó él entornando los ojos.
-Todo eso.
-No creo, Leoncito…imagínate que me vuelvo así de repente…¿qué haré en mi cumpleaños número sesenta? Creo que mejor me divierto un poco más y luego voy adquiriendo eso que dices  gradualmente.
-Si sigue así, más que adquirirlo con el tiempo tendrá que ver si consigue que se lo vendan en una tienda.
-Vamos, leoncito, no estoy tan mal así, ¿verdad? – le preguntó bajando su cabeza a la altura de ella y Leonora parpadeó sin saber que decir mientras se sonrojaba. Bastian largó la carcajada.
Finalmente Leo aceptó que la llevara a su casa, seguir negándose era darle más trascendencia de la que tenía.
-Listo, llegamos a tu casa…sana y salva – dijo él y bajo a abrirle la puerta- Lo siento, lo olvidé- comentó cuando ella bajó.
-¿Olvidó qué?
-Que no debería dejar que me vean contigo, no quieres que arruine tu reputación, me dijiste algo parecido una vez
-Ya, terminemos la noche en paz.
-Sí, ve a tu casa- dijo y ella se marchó pero Bastian la llamó.
-¡Leonora!
-¿Sí? – preguntó ella mirándolo extrañada.
-Sólo quería darte las gracias una vez más, y desearte que pases una buena noche. Duerme bien, Leonora – le dijo y le dio un beso en la frente como si fuera una niña, luego se marchó deprisa antes que ella pudiera reaccionar.

La semana siguiente estuvo llena de trabajo, impensablemente, su jefe llegaba a horas razonables y colaboraba, casi como si el nuevo año lo hubiese mejorado un poco.
Había reuniones, llegaba gente a la oficina y los invadían los mails, Leonora estaba dedicada en cuerpo y alma a organizar todo y no permitir que se les fuera de control, sobre todo porque estaba segura que tanta actividad repentina estaba directamente relacionada con el enfrentamiento que Bastian había tenido con su hermano mayor. Y debía ser mucho más grave de lo que parecía, pues su jefe estaba trabajando sin quejarse ni escabullirse. Ella no iba a dejarlo fracasar, no iba a permitir que los demás se dieran un festín con él, siempre había dado lo mejor de sí y también planeaba ser una buena secretaria impidiendo que Bastian Cavendish se hundiera.
Así que con aquel ritmo llegó al viernes muy agotada, el entusiasmo de su jefe pareció declinar a medida que se acercaba el fin de semana, de hecho  sólo había aparecido un rato en la mañana.
Aquel día ella trabajó hasta cumplir su horario, ni un segundo más y se fue a su casa. Necesitaba dormir un poco, se acostó y unas horas después se despertó sobresaltada. Se había dejado en la oficina unos informes que pensaba revisar durante el fin de semana para enviarlos el lunes a primera hora.
Se levantó de mala gana y alcanzó a tomar el último autobús para ir a la oficina, con suerte el portero que custodiaba a la noche la dejaría entrar a buscar el material.
Llegó corriendo al edificio y al explicarle lo que sucedía el hombre la dejó entrar.
-Vaya, hay gente trabajando de todos modos…-le dijo y ella lo miró extrañada. No sabía que alguien trabajara de noche en aquellas oficinas. Pero su sorpresa fue mayor cuando llegó a sus oficinas y encontró que las luces estaban prendidas. Tomó los papeles de su escritorio y luego el ruido la atrajo, venía de la oficina de su jefe.
Se acercó con mucho sigilo y entreabrió la puerta, aquello era muy extraño, Bastian Cavendish estaba rodeado de papeles y escribiendo en el teclado sin quitar los ojos de la pantalla, estaba muy concentrado.
¿Qué hacía allí y  a aquella hora?
Debió percibirla o tal vez la chica hizo algún ruido porque él se giró y clavó la mirada en ella, había algo distinto en sus ojos, parecía ser otra persona.
-¿Leoncito? ¿Qué haces aquí? – preguntó sorprendido.
-¿Qué hace usted aquí? – preguntó ella y él pestañeó confuso como si no supiera que decir.
-Mando mails…
-¿Desde aquí? ¿No tiene computadora en su casa?
-Sí, pero se rompió y la información que necesito estaba aquí…así que…
-¿Vino a esta hora a trabajar?- insistió incrédula, era lo más sospechoso que había visto.
- Dormí demasiado a la siesta así que estaba desvelado, mi cita me plantó porque su perro caniche había tenido  una intoxicación o algo , así que ya que mi viernes iba camino a la catástrofe pensé que lo mejor era terminar lo que tenía pendiente antes que tú me dieras un discurso el lunes…-respondió inocentemente encogiéndose de hombros.-¿ Y tú?
- Me olvidé unos papeles que necesitaba, vine a buscarlos.
-Es tarde, déjame que te acompañe.- dijo poniéndose de pie.
-No, no, está bien . Ya me voy, siga trabajando – respondió ella y se alejó de prisa.
Al salir apenas saludó al portero que la había dejado entrar. Metió los papeles en su bolso y caminó rápido, estaba muy confundida. Había algo que no le terminaba de cerrar en aquella situación, la explicación de Bastian había sonado falsa e improvisada.
Iba tan ensimismada que no notó a los chicos que  le cortaban el paso hasta que uno de ellos le habló.
-Hola bonita, dame el bolso – dijo y Leo levantó la mirada. Eran cuatro. Dos estaban frente a ella y los otros dos apoyados en la pared con displicencia. Andaban cerca de los veinte y se veían peligrosos y no muy sobrios.
Trató de evadirlos pero los otros dos se le acercaron y le cerraron el paso.
-El bolso – repitió con más brusquedad.
-Si quieren dinero deberían trabajar – les dijo ella altanera, no pensaba dejarse intimidar aunque en el fondo estuviera asustada. Tenía su gas de pimienta y su silbato de alarma en el bolso, si lograba distraerlos un segundo podría sacarlos para defenderse.
-Vaya , vaya, saliste fiera, ¿eh? – dijo uno de los otros y se le acercó, cuando le tocó un mechón de cabello , Leonora le lanzó un golpe con el bolso y retrocedió. Entonces dos de ellos se le lanzaron encima pero no llegaron a tocarla, alguien la apartó y se interpuso como un muro, Bastian Cavendish llegó al rescate.
-No…-susurró Leo temiendo que aquellos pequeños vándalos lo lastimaran pero para su sorpresa, él sabía pelear. Esquivó los ataques de ellos con agilidad y rapidez ,con golpes de puño y movimientos de artes marciales se deshizo de ellos. Después de recibir una golpiza, salieron huyendo.
-¿Estás bien? – preguntó examinándola con la mirada.
-Sí, si…¿y usted?
-Claro que estoy bien, ¿en qué diablos pensabas? ¿Por qué te fuiste cuando te dije que te acompañaría? Y encima te les enfrentas en lugar de huir o pedir ayuda…¡¿qué rayos pasa contigo?! – le gritó enfadado.
-Son sólo unos mocosos, podía arreglármelas bastante bien, gracias. He cuidado de mi misma todo este tiempo…Sólo querían asustarme , podría haberme escapado fácilmente …- le dijo enfadada, aún le duraba el susto y él estaba gritándole como si ella tuviera la culpa.
-¡Ese maldito complejo de heroína que tienes, eres solo una mujer!- Le dijo y repentinamente la tomó de los hombros para apoyarla contra la pared..
-¿Qué hace?- le preguntó mientras él la aprisionaba con su cuerpo. Le tomó la manos impidiéndole moverse.
-Inténtalo, Leonora, intenta librarte de mí si te parece que es tan fácil quitarte un hombre de encima con tu fuerza física. -dijo entre dientes apretándola contra la pared, la chica se movió pero no pudo liberarse. Sorpresivamente, Bastian bajó la cabeza y la besó. Fue un beso rápido y fiero, cargado con la preocupación y el enojo que sentía. Luego de besarla, la soltó inmediatamente, ella lo miró casi atontada.
-Es peligroso, Leonora, y espero que tomes conciencia, pudo pasarte cualquier cosa esta noche y créeme, tú no podrías ganarle a cuatro ni aunque sean unos mocosos. Me enloquece pensar qué te hubiera sucedido si no llegaba.Vamos te llevaré a tu casa – insistió y como ella no respondió, le quitó el bolso  y la tomó de la mano arrastrándola consigo.
-Debería quemar este maldito bolso tuyo, te crees invencible con él…-susurró mientras se dirigían al auto. Leonora permaneció en silencio, estaba en algo parecido a un estado de shock. Subió al auto casi empujada por Bastian  quien la llevó hasta su casa y luego la acompañó hasta la entrada de su edificio.
La chica subió como un zombie por las escaleras y al llegar a su departamento se quedó afuera apoyada contra la puerta, tenía mucho que procesar.
El ataque la había asustado, pero eran los demás hechos de aquella noche los que la tenían atontada.
Primero, su jefe trabajaba muy diligentemente de noche.
Segundo, sabía pelear. Muy bien, demasiado, en el hombre que la había defendido no había rastros del irresponsable Bastian, era otro, un hombre fuerte, masculino y peligroso. Era un extraño.
Tercero, la había besado. El cuerpo aún le seguía temblado al recordarlo, Bastian Cavendish la había besado.




5 comentarios:

  1. Aaaaaaaaaaaaaaah Leonora de vuelta!!! Ya se extrañaba, Nata!!! Ha sido un capítulo genial y emocionante, me encantó!! Y quiero másssss, no tardes!!

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  2. Omooooo la historia va mejor y mejor y mejor... intriga... beso waaaaaaaaa

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  3. Por fin!!! Mis peticiones se han cumplido!!! Vino leonora, con gran emoción en la lectura.

    Guau!!! Me encantó el hecho de que lo encontrara completamente dedicado al trabajo. Que notara un aura diferente en él. Y ese punto, cunaod un hombre se pone tosco por preocupación... Dios, aun siento cosuqillas en el estomago... Aich... Me encanta, que las besen por ello!!!!

    Nene, lamentandolo mucho te has mostrado. Leoncito, va a ver la luz...

    Y, muy bueno el punto de que le quiere quemar el bolso jajajajjajaja

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    Respuestas
    1. jajajaj" ve a ver la luz" ay ay...me sigo riendo , muy bueno....y muy cierto

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  4. Sí! Ahora nos vamos entendiendo. Jajaja. Qué misterio se trae el "luchador" Bastian? Lo del bolso me pareció genial también. Esta tarde leo más ahora a comer.

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