viernes, 26 de octubre de 2012

La elección 3°



 El  día de la ceremonia, Azize apenas pudo mirar a los ojos del hombre al que se unía, temía perder la seguridad en sí misma.
Se lo veía diferente con su traje de bodas, estaba acostumbrada a verlo llevar atuendo militar y armadura, o como mucho ropas sencillas, pero ahora vestía una rica túnica azul como la de ella, con bordados. Aquella ropa le daba un aire noble y de poder, además remarcaba su estatura y físico de guerrero. Ella se sentía muy pequeña junto a él.

La boda se llevó a cabo en el Palacio, su padre fue el oficiante junto a un sacerdote, aunque luego de que finalizara debía registrarse en los anales del reino y debían visitar el templo para presentar sus saludos.
Mientras se llevaban a cabo los rituales  y ambos pronunciaban los votos matrimoniales, las miradas de ambos se encontraron y Azize fue consciente de que aquel hombre era su esposo, lo sería por el resto de su vida, sería el padre de sus hijos, sería quien compartiera sus días y noches. Aquel hombre al que conocía desde casi siempre y que aún así era un extraño en muchos aspectos.
Al compartir  el agua de un cuenco como era tradición, las manos le temblaron, Cian debió notarlo porque le cubrió las manos con las de él  durante un fugaz momento. La joven siguió automáticamente los pasos de la ceremonia, y recién al final cuando los presentaron oficialmente como marido y mujer ante la corte y cuando todos se hincaron para saludar a la Princesa Heredera y su Consorte, supo que ahora su vida estaba unida a Cian para bien o para mal.

Tras el saludo de los invitados, la pareja se retiró para ir al Templo tal como dictaba la tradición. Solos los dos, con una pequeña escolta.
Azize subió al carruaje, pero su esposo montó su caballo y cabalgó a su lado tal como lo había hecho cada vez que la custodiaba. La joven supo que era inútil pedirle que subiera al carruaje con ella, no era un príncipe acostumbrado a aquel trato. Era un guerrero y ella sintió que a él le costaba adaptarse a su nuevo rol, Cian prefería seguir siendo el Comandante de las tropas reales.
No se ofendió, aunque en su interior sintió tristeza porque una vez más estaba sola. Y aunque él cabalgaba junto a su carruaje ,la distancia entre ambos era enorme.
Cian frunció el ceño y cabalgó en silencio, mirando hacia el frente. Algunos de sus hombres los acompañaban , pero al conocerlo bien sabían que su líder no estaba de humor para bromas.
Estaban a medio camino cuando Cian sintió un sonido que lo alarmó , antes que pudiera reaccionar vio como el carruaje se desviaba y caía a un costado del camino, la rueda se había roto provocando un accidente. Giró su caballo rápidamente y tanto él como sus hombres acudieron al rescate de la princesa.
-Su Alteza...- la llamó Cian y se lanzó contra el carruaje que estaba dado vuelta, se trepó, quitó la puerta y miró en el interior. Azize estaba  acurrucada como si aún estuviera reaccionado.
-Alteza, venga ...- la llamó extendiendo sus brazos hacia el interior y la joven se incorporó estirándose hacia él. Cian la tomó por la cintura y la sacó sin esfuerzo del carruaje.
Ella se abrazó a su cuello pero apenas la depositó en el suelo, él la soltó con presteza.
-¿Se hizo daño? ¿Está bien?
-Sólo me golpeé, no mucho. ¿Qué pasó?
-Se rompió uno de los ejes de la rueda  - informó uno de los guardias.
-¿Fue accidental? – preguntó Cian significativamente. Temía que los ataques hubieran empezado y estaba enojado consigo por no haber reaccionado a tiempo.
-Parece un accidente...-contestó el otro y él hizo un gesto de asentimiento.
-Tenemos que llegar al Templo a realizar la ceremonia , no sería buen augurio si no lo hacemos y habría demasiada gente feliz...-explicó Azize dejando flotando la idea del impacto que causaría en sus enemigos que el matrimonio no fuera bendecido.
-Tenemos que ir, como sea. Vamos- aseveró Cian comprendiendo la magnitud del hecho y volvió a montar en su caballo, luego se le acercó  y la levantó para subirla delante de él. La joven lo miró sorprendida, aquella cercanía le seguía resultando extraña, y más extraño aún era que él la siguiera llamando “Alteza”.
-Las ofrendas...- le dijo ella de pronto recordando que las había dejado en el carruaje. El joven detuvo el caballo y les dio indicaciones a sus hombres de que  buscaran el paquete con las ofrendas ceremoniales . Después tomó la delantera hacia el templo.
La tensión entre ambos era palpable, a pesar de que  iban en el mismo caballo, Cian intentaba mantener cierta distancia, apenas si sostenía a Azize para evitar que cayera, y ambos se mantenían incómodamente rígidos en aquella situación. Cuando llegaron al templo, se sintieron aliviados de poder desmontar y cortar el íntimo contacto, la joven princesa no recordaba haber estado tan cerca de aquel hombre jamás. En todos los años que él la había custodiado, apenas si la había tocado un par de veces.
Sin embargo, el alivio no les duró mucho, una pequeña comitiva los esperaba con el sacerdote y la sacerdotisa principales a la cabeza.
Una boda real era todo un acontecimiento. Cian y Azize cumplieron con los saludos protocolares y recibieron las bendiciones correspondientes, luego  fueron guiados al interior del templo. Antes de que entraran, el soldado les trajo las ofrendas tal como le había encomendado su comandante, la princesa inclinó la cabeza  como agradecimiento.
Una vez en el interior, ambos depositaron un manojo de semillas sobre el altar para pedir fertilidad, al pensar en el verdadero significado de aquel ritual, Azize se sonrojó. Miró de reojo a su marido, pero no pudo descifrar su austera expresión. Luego depositaron un saquito de flores aromáticas secas, unas botellitas de aceites perfumados, una pieza de oro y un manojo de trigo y arroz, tal como indicaba la tradición. Cuando terminaron de depositar las ofrendas, el sacerdote y la sacerdotisa se acercaron a ellos y les hicieron un breve pinchazo en el dedo anular a cada uno, para dejar caer una gota de sangre  en un cuenco de madera, así se mezclaba y unía la vida de los esposos.
Luego de darles la bendición final, los dejaron solos.
Cian hizo una reverencia frente al altar y luego le habló a su joven esposa.
-Su Alteza,la espero afuera, tómese el tiempo necesario -  dijo y salió dejándola sola.  Aquella escena se había repetido muchas veces, él la había acompañado a templos para que ella rezara y luego de revisar el lugar para asegurarse que no hubiera peligro alguno, se retiraba para dejarla  hacer sus plegarias en paz. Por lo visto al guerrero le costaba desprenderse de sus viejas costumbres y allí frente al altar de los dioses, Azize se preguntó cómo sería su matrimonio, porque era claro que aunque estaban casados la relación entre ellos no parecía haberse modificado.
Ella era sólo un deber, la princesa que debía proteger.

Al terminar con la visita al templo fue hora de regresar al Palacio para una breve recepción en la que la corte  y los invitados los agasajarían.
Cian había conseguido un carruaje prestado en el templo, así que Azize se sintió más relajada de no tener que viajar con él en el mismo caballo, ya estaba demasiado nerviosa pensando en la noche de bodas que se avecinaba.
Una vez más, la joven desvió su mirada para observar fugazmente a su esposo, pero su expresión se había vuelto mucho más sombría. Imaginaba que no le hacía gracia participar de los festejos, la vida en la corte y sus pantomimas nunca lo habían atraído, pero no tenía idea de lo que él sentía o esperaba sobre la consumación de su matrimonio.
Durante la celebración La joven princesa se comportó de acuerdo a si estatus, mantuvo la sonrisa en su cara aún cuando le dolían  los músculos y aún cuando se trataba de personas en las que no confiaba. Pero era lo que se esperaba de ella.
Cian en cambio no sonreía sino que tenía aquella mirada amenazante que intimidaba a los enemigos. En el fondo, Azize agradecía aquella actitud de él, se sentía protegida, sabía que nadie haría comentarios despectivos frente a él, y que  los veía bajar la mirada por temor a despertar la ira del guerrero.
 Una vez que los invitados se retiraron y se terminó la celebración, los esposos se retiraron a sus aposentos. A  Cian, que antes vivía en los cuarteles, le habían dado nuevas habitaciones en el ala del Palacio donde estaba Azize, pero cada uno tenía un espacio propio y separado.
Ella llegó acompañada por un sequito de mujeres a su propia habitación y allí empezaron a prepararla para la noche de bodas, le quitaron el vestido de novia y la bañaron en agua perfumada con pétalos de flores, luego le pusieron gotas de perfume y la vistieron con apenas con una túnica liviana y casi traslucida. Luego le peinaron el cabello y le hicieron una torzadas con hilo de plata que semejaban una delicada tiara en su cabello oscuro.
Finalmente le  pintaron suavemente los labios, la joven era una visión sublime, semejaba una flor fresca y lozana.
Decoraron la habitación con jarrones con Jazmines para que perfumara la estancia y grandes lámparas de colores que dieran una luz suave y sugerente.
Las damas se retiraron y la princesa se quedó sola. Estaba asustada de lo que vendría, aunque siempre había pensado que Cian era un hombre honorable, no sabía que esperar. Había escuchado comentarios de todo tipo, consejos e historias varias sobre lo que sucedía entre hombres y mujeres en la cama, y por primera vez no sabía cómo actuar, era un territorio totalmente desconocido para ella. Aunque para darse animo pensaba que si la mayoría de las mujeres podía hacerlo , ella también, sólo que hubiera esperado algo distinto. Un cortejo  previo, conocer a su amante, saber que su matrimonio no era producto de una jugada política.
No podía olvidar la cara de Cian cuando le anunciaron la boda, ni el rechazo inmediato de él, ese mismo hombre llegaría pronto a reclamarla como mujer.
Caminó inquieta de un lado a otro, se detuvo en la ventana y observó la luna que resplandecía en la oscuridad, se enervó con cada ruido que sentía, imaginando que su esposo llegaba a la habitación.
Esperó y esperó hasta quedarse dormida en la amplia cama.
Cian no llegó esa noche ni tampoco las noches siguientes.








4 comentarios:

  1. Que emocionante, que paso con CIAN???

    ResponderEliminar
  2. Cian, cian... aun no se siente comodo y no es para menos, pobre princesa... pero apuesto que se amarán locamente!!!!

    ResponderEliminar
  3. no fue, porque estaba conmigo!!!! jajajjaja

    Quiero mas!!! Quiero mas!!! Que emocionante!!! Te habias guardado lo mejor malandra!!!!!

    ResponderEliminar
  4. jajajaja... QUE ALIVIO ... menos mal no llegó cian .

    ResponderEliminar

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...