jueves, 6 de septiembre de 2012

Ocultandose Al Amor cp 19

En el fondo de su subconsciente, un conocido pitido iba llamándola para que despertara. Pero no quería, aquel día estaba muy bien en la cama. Se sentía envuelta en un cálido abrazo. Pero aquel molesto sonido, no quería que siguiera en aquel estado de paz. No quería moverse de entre las sábanas, era como tener un pequeño calefactor en la espalda. Perfecto para las frescas mañanas de verano en Alemania. Pero aquella vez, la dichosa alarma no daba el apropiado descanso de siempre ¿Era extraño? Con un pequeño gruñido se obligó abrir un poco los ojos y comprender que no era la alarma, sino una llamada entrante. Como una rana cazando una mosca, se llevó el ruidoso  aparato bajo las sábanas.

-¿Sí? –respondió con tono ronco y ojos cerrados.

-¿Se puede saber en dónde estás? –se escuchó una voz masculina un tanto desesperada al otro lado del hilo telefónico.
-Durmiendo mi cama, hasta ahora –Respondió con cierto fastidio por el tono que estaban empleando.
-Pues ábreme la puerta… -Ordenó aquella voz conocida-. Un momento… ¿Jaimie, eres tú? –preguntaron aquella vez con tono sorprendido.
-¿Sandro? –comenzaba a despertarse-. Pues claro que soy yo ¿Quién crees si no?
-Pensaba que Santino –Se escuchó cómo reía-. Yo busco a mi amigo, y ése su móvil…
-Deja –susurraron en su nuca-. Ya me encargo yo de él –pudo quitarle el teléfono con sencillez, porque había soltado casi su agarre al despertar del todo y  recordar lo sucedido en la noche anterior.
¡Había hecho el amor con santino! Sus mejillas se sonrojaron al recordar algunos momentos, palabras, caricias a su cuerpo…
-¡OH! –Exclamó al mirar hacia abajo y ver cómo estaba exponiendo su cuerpo desnudo de cintura para arriba-. ¡OH! –agarró la ropa de cama, para cubrirse entera hasta la cabeza al tiempo que volvía a tumbarse.
-Sandro, espérame en el restaurante de abajo para desayunar que ahora voy –pidió su amigo sonriendo al ver la vergüenza de Jaimie-. Hasta ahora –colgó dejando el teléfono a un lado.
-Vaya, vaya… -sonrió el hombre volviendo tumbarse muy cerca de ella-. Si levanto la sábana, me prometes no chillar, ni salir corriendo y ni pegarme…
-Nunca te he pegado –soltó en un quejido bajo de tono y notorio en vergüenza, causando la risa en él.
-No tienes porque avergonzarte, Jaimie –señaló llevando su mano hasta el principio de la sábana, en donde ella la tenía apretada fuertemente entre sus dedos y dando un pequeño tirón, logró destaparle el rostro a la joven quien cerró los ojos de inmediato-. Lo que hicimos ayer noche, fue mágico, único, maravilloso, dulce… Algo que nunca podré olvidar por mucho que me ocurra en esta vida. No quiero que pienses que todo fue un error. Hicimos lo correcto, estoy seguro que el destino está de acuerdo conmigo. Eres la luz en mi vida, la que eh esperado durante todos estos años que llegara a mi. Y voy a demostrarte que estoy en lo cierto…
-Santino…  -susurró ella con los ojos vidriosos.
Cierto. Él tenía razón, lo que había ocurrido por la noche no había sido ningún error. Era lo que se esperaba, lo que su cuerpo y su corazón deseaba de forma desesperada. El único error, era el que había cometido ella. Dejar que aquello fuera tan lejos, sin decirle a él la verdad. ¿Por qué había actuado de aquella manera, sabiendo ya que lo amaba? ¿Cómo podía ser tan idiota? Ahora no sabía cómo afrontar aquello. ¿Cómo podía mirar aquellos ojos, que le mostraban amor, cariño y deseo, para decirle lo que le tenía que decir? Tenía miedo, miedo a perderlo por descubrir que le había estado ocultando su identidad, su amor… Todo iba a mal peor, nada le salía como  pedía. Mejor hablaba después con Sandro. Por ahora, pensaba disfrutar todo cuanto pudiera de aquella magia.
-Por favor-suplicó esté acercando su rostro al de ella-. Necesito que me prometas, que no vas a huir más de mí.
Sólo asintió con la cabeza y sin apartar los ojos de los suyos. Sabía que si vocalizaba algo, no sonaría con voz firme. Porque el mentir como lo estaba haciendo con su identidad, podía considerarse que estaba huyendo. ¿No?
Santino le sonrió con los labios, con la mirada y con el corazón ante aquella aceptación. Logrando que también pudiera asomar en sus labios una sonrisa, antes de que se los atrapara en un tierno beso.
-¿Te encuentras bien? ¿Me aseguras que no te hayas muy dolorida? –preguntó depositando un beso en su cuello, sin ver cómo el rostro de ella volvía adquirir cierta tonalidad.
¿Por qué tenía que preguntar esas cosas? ¿No veía que la ponía en un apuro? Y además, tampoco se había detenido a observar si su cuerpo presentaba alguna dolencia. Bastante tenía, con sentir las sensaciones que le estaba produciendo él con sus labios. ¡La estaba distrayendo! ¿Acaso tenía que dolerle el cuerpo tanto por la pérdida de su virginidad? U ocurría siempre después de un acto sexual.
¡Dios, que rabia le daba el no haber prestado demasiada atención cuando sus amigas hablaban de aquellas cosas!... ¡oh! Abrió los ojos a llegar a la conclusión, que quizás Santino quería volver  hacerlo, pero antes se preocupaba por si aún tenía dolor en sus partes íntimas.
¡Y ahora qué! Pensó alarmada. ¿Qué palabras se suponía que debía emplear, para decirle que sí estaba bien para hacer aquello nuevamente?
- Yo… -el calor de sus mejillas aumentó, pero aun así le buscó la mirada-. El dolor no duró mucho, puedo soportarlo si lo que quieres es volver a… -calló al ver como Santino rompía a risas-. He dicho algo idiota… ¿verdad? –cerró los ojos para no ver cómo se reían de ella-. ¡La culpa la tienes tu, por hacerme preguntas como esas sabiendo que soy novata! –Masculló entre dientes-. ¿Cómo se si me duele? Tampoco me habéis dado un respiro desde que abrí los ojos –acusó con el ceño fruncido-. No es que me queje de tus besos –se apresuró a señalar-. Mierda, soy novata en todo esto.
-Lo que eres –sonrió Santino acercando nuevamente su rostro al de ella-. Es un encanto –la besó levemente-. Y lo haría. Pero… Debo marcharme al circuito y probar el coche. Cuando en verdad me gustaría quedarme aquí encerrado contigo. ¿Por qué no te vienes al circuito con nosotros? Después, nos podríamos ir a dar un paseo por la ciudad.
-HUM… Vale –aceptó intentando que no se le viera nerviosa. Si lo llega él, hablar del coche y del circuito aún seguiría un poco en las nubes. ¿Cómo había podido olvidarse de ello?
Ir, podía hacerlo meramente tranquila. Pues no sospecharía nada entonces de verla allí. Y sería un modo de poder trabajar un tanto más cómoda. Pero todo aquello no estaba nada bien. Aquel plazo de tiempo, que se había dado para hablar con él y contarle la verdad. Ya no era nada factible. Como mucho al finalizar aquel día, oh a la noche siguiente, si todo sigue igual cómo en aquel momento.
¡Dios, tenía que acabar con aquel sufrimiento!
-Pues arriba, no te lo pienses más –la despertó Santino de sus pensamientos-. Tenemos menos de una hora, para vestirnos y desayunar.
Pocos minutos después, estaban en la puerta del bar en donde los esperaba Sandro, cuando clavó sus pies en el suelo decidida a no dar ni un paso más. Causando que Santino la miraba extrañado.
-¿Qué ocurre tesoro? –preguntó pasando un brazo por su cintura y alzándole el rostro hacia arriba.
-Creo que no voy a entrar… -señaló con cierto apuro y comenzando a sonrojarse de forma alarmante.
-¿Por qué? –se inclinó un poco más, para observarla mejor-. ¿Estás bien? ¿Te está sonrojando? –sonrió sorprendido.
-Hum… Sí… -respondió con fastidio-. Sandro… Está ahí dentro… -indicó con su mano-. Y lo sabe todo…
-¡Oh! –La miró por un momento expectante, para después romper a carcajadas-. Eres un encanto –la abrazó contra su pecho, besándole el cuello-. Puedes estar tranquila, que no te dirá nada… Venga, vamos dentro.
-Difiero en ello –intentó protestar,  aun así él la empujó dentro.
Prácticamente, podía decirse que el hombre tuvo que ir empujándola  hasta llegar al lugar de la barra, en donde el otro piloto los estaba esperando. Y sin contar, que en todo el corto recorrido, escuchaba como un pequeño siseo que reconoció como una suave risa que Santino procuraba esconder por su vergüenza.
-Hola –saludó Santino sentándose en un taburete.
-Hola –respondió su compañero, divertido al ver como la joven con mirada baja también se sentaba en uno, sin siquiera mirarlo la cara-. Buenos días, sirenita –le guiñó un ojo al otro hombre en complicidad y comprendiendo la actitud de ella-. Si no os importa, os he pedido unas ricas tostadas. Ya mismo las sirven y así ganamos tiempo.
-Hola y gracias… Me parece muy bien –respondió ella mirando de frente, como si estuviera muy interesada en toda la exposición de botellas de licor que había en la pared del cristal.
Todo lo que le ocurría no era normal. Por Dios, si casi parecía que allí le habían echado un mal de ojo. Todos aquellos tropiezos que habían tenido lugar desde su llegada a Alemania, era muy sospechosos. Y sólo podía haber uno detrás de todo aquello. Sí, su enemigo desde los trece años. Don Sino… Pero no comprendía porque tenía que seguir hostigándola. Debería hallarse contento, ya podía decirse que prácticamente estaban unidos como éste había vaticinado años atrás. Pero todo podía ser, que este anduviera un poco resentido con ella. ¿Pero hacerle aquello? Estaba segura, que todas sus amigas habían tenido una pérdida de su virginidad menos expuesta al público. ¿Cuándo iba a volver la normalidad a su vida? Suponía, que cuando hablara Santino.
-Voy un momento el servicio –dijo Santino, consiguiendo que Jaimie lo mirara con cierta aprensión-. Ahora vuelvo –le susurró antes de sujetarla por la  barbilla, para poder depositar un leve beso en sus labios.
Que curiosa la vida… Pensó con ironía, antes huía de él y ahora, tenía miedo de que la dejara sola con Sandro.
-¿Por qué no quieres mirarme? –Le preguntó yendo a su lado-. Yo estoy muy contento de veros al final juntos –sonrió-. Espero que hayáis dormido algo –observó cómo las mejillas de la joven volvían arder después de aquellas palabras-. Supongo, que habéis estado medianoche aclarando las cosas y… -ella lo interrumpió con una negación de cabeza sin dejar de mirar su taza de café-. ¿No habéis hablado? –Frunció el ceño-. De modo que mi compañero aún sigues sin saber nada… -se sorprendió-. Entonces qué puñetas… ¡oh, vale! –Calló al segundo al comprender y ver cómo su sirena tenía comportamiento un tanto agitado-. HUM… Ya veo, bueno… ¿supongo que al final se lo dirás? –Jaimie asintió de forma enérgica con su cabeza-. Bien –sonrió él-, pues ahora estoy más feliz –rió pasándole un brazo por alrededor de sus hombros para acunarla contra él-. Muy feliz, sí Señor…

6 comentarios:

  1. ¿Santino escuchó? Ayyyyy...quiero más, muy buen capi. Algo bueno trajo el fin de tus vacas, nos trajo a estos dos de vuelta, se los extrañaba. ¿E inocencia? ¿Y desde el Balcón? ¿Y Magia? ¿Y Deberes de Princesa? Ves....son 5!!!!!

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    1. Cinco, sabes lo que se dice eni tierra con el cinco? jajjaja mejor no lo sepas!!!! buuuuu besitos

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  2. Quiero massssssssssssssssssssssssssss jajaja

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  3. ¡¡¡Hasta yo estoy todo colorada!!! jajaja
    Porfi, no tardes mucho en poner otro capitulo, necesito maaaaaaaaaaaas.
    Besos

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  4. siiiii por fin!!! Ahora a esperar la reaccion de santino, por que son tan complicadas las novelas jajaja. Me falta inocencia robada no me hagas sufrir con mas espera por favorrrrr

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  5. Lamentando comunicar, que con inocencia tengais más paciencia. Me cuesta un poco más escribirla, dado que quiero que sea tirando a drama y no estoy acostumbrada a ello!!! jejejje Pero grcaias por los comentarios positivos de ocultandose besazos

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