Deberes De Princesa 4

-Hola linda –Le guiñó un ojo Kénan-. ¿Qué haces por aquí sola?

-Pues había quedado con una amiga para ir al cine –Se alzó de hombros eh hizo un puchero con los labios-. Pero me llamó demasiado tarde, para comunicarme que al final no venía. Así, que entré aquí para llevarme a casa una deliciosa hamburguesa.

-¿Por qué no te unes a nosotros? –Sugirió Pierre sin darse cuenta de las miradas fulminantes que le dirigían Norah y Jacqui, mientras que su amigo sonreía divertido-. Después de comer aquí una hamburguesa, queremos ir al cine.

-Muchas gracias –Los miró la chica sin disimular su ilusión por aquella invitación-. Pero no me gustaría ser un estorbo al estar en pareja vosotros.

-¡Qué! –Escupió Norah el trago que estaba tomando en aquel momento.

-¡No! –Rió nervioso Pierre.

-No nos molestas –Rió Kénan, toma asiento preciosa.

-Gracias –Aceptó contenta, sentándose en el centro de la mesa, para poder tener a su lado al hombre-. ¿Y qué película tenéis pensado ver?

-La de terror, por supuesto –Sonrió Pierre-. Espero que no te den mucho miedo.

-Teniendo a uno de vosotros a cada lado mío, no lo creo –Dijo empleando un tono coqueto y guiñándoles el ojo-. Voy un momento al baño y así, aprovecho en hacer mi pedido en la barra –Informó caminando hacía allí con un sugerente movimiento de caderas.

-Te lo dije –Masculló entre dientes cerca del hombre-. Va tras de ti. Y tú, no haces nada por pararlo.

-¿Quién dijo que no? –Alzó éste una ceja.

-La invitaste a pasar la noche con nosotros –Gruñó por lo bajo, para que sus amigos que estaban entretenidos con un folleto, no les prestaran atención por sus palabras-. So, no es alejarla.

-Por favor Jacqueline –Sonrió reclinándose en el respaldo de su silla y apoyando su brazo en el de ella, creando cierta cercanía e intimidad entre ellos-. Pareces toda una esposa celosa, recriminando a su marido –Se burló en tono bajo, para que solo lo escuchara ella.

-No me intentes engañar Kénan –Le avisó con un siseo. No quería que nadie viera que estaban discutiendo-. En ningún momento, eh visto ningún gesto para darle a entender a mí hermana que no estás interesado en ella.

-¿De verdad crees que estoy interesado en ella? –Le preguntó poniéndose serio-. ¿Me ves capaz de estar con una jovencita como ella?

-Porque no –Se alzó de hombros-. No es lo que has demostrado desde la universidad. Que toda mujer bella cae rendida a tus brazos.

-Eso no es del todo verdad –Le guiñó un ojo-. Tú no lo hiciste aún…

-¡Hay perdona! –Chascó los dedos-. Se me olvidó indicar toda mujer bella y sin cerebro.

-¿Estás llamando tonta  a tu hermana? –Alzó una ceja.

-No, solo digamos que un poco inocente para ver a quien tiene enfrente sí –Habló con cierto desdeño.

-Querida –Susurró un tanto divertido-, como va a poder ver que soy su cuñado, si aún lo tenemos en secreto. Díselo y se desenamorará de mí.

-Cállate –Le ordenó propinándole un pellizco en el muslo-. Es la segunda vez, que hablas de ello en público sin ningún cuidado.

-Jacqueline –Dijo frotándose el muslo y suspirando-, nadie está pendiente de nosotros. Por suerte, la gente ya esta más que acostumbrada a veros por la ciudad con amigos. Y si te fijas más, yo no eh dado pie a tu hermana. ¿Qué tal vez crees que se siente atraído por mí? –Se alzó de hombros-. Puede ser… Pero creo que aún es muy pronto para saberlo. Pero sí que es cierto, que solo has sabido atacarme, en ningún momento me has preguntado amablemente que iba hacer. Simplemente te has dedicado a tratarme con la misma dureza de siempre. Normal, que haya querido jugar un poco contigo.

-Tengo que recordarte, que este comportamiento también ha sido recíproco conmigo –Inquirió con cierta petulancia-. ¿Ya no te acuerdas de todos estos años atrás?

-Sabes, que hace tiempo que quiero hablar contigo. Pero nunca te eh visto dispuesta –Rió-. Y ha día de hoy, dudo de que aún estés lista para hablar de nosotros.

-¿Me estas llamando cobarde? –Preguntó un tanto ofendida.

-No creo que sea el lugar más correcto, para echarnos los trapos a la cara, querida esposa –Le advirtió, poniéndole un dedo en los labios para que no volviera a renegar de forma tonta-. Y ahora, déjate hacer si quieres quitarle a tú hermana esos pajaritos de la cabeza. No quiero ver tu ceño fruncido en toda la velada.

-¿Quién te crees qué eres para darme ordenes? –Protestó con furia en la mirada.

-¿Quieres que vuelva a recordártelo? –Preguntó divertido-. Ya viene tu hermana, y voy hacer que vea que no estoy interesado en ella –Le guiñó un ojo-. Así, que solo te queda seguirme el juego.

-¿Y no es más fácil decírselo a la cara? –Preguntó con el ceño fruncido y cara de frustración.

-¿En serio me estas preguntando sobre eso, ante una joven que cree hallarse locamente enamorada de mí y ve alguna posibilidad de ello? –Señaló riéndose y callando cuando Harmonie se sentó en la mesa.

-Sí que hay gente hoy aquí –Habló la chica joven con una enorme sonrisa en el rostro-. Tardé bastante en que me vieran en la barra.

-Raro que no se hayan apartado ante tu paso –Dijo burlón Kénan-. Eres una jovencita guapa… -Señaló recibiendo al momento otro pellizco más fuerte en el muslo y logrando que hiciera una pequeña mueca con sus labios.

-Vaya, gracias –Sonrió revoloteando un poco las pestañas-. Pero eso que dices, aún no me ha ocurrido.

-Será a causa de que los chavales de hoy en día, son tontos –Señaló Pierre en aquella ocasión-. ¿No me explico como tres bellezas como vosotras sigáis solteras aún?

-Que lindo eres –Sonrió atolondrada Norah, sin ver que su amiga volteaba los ojos al techo del bar.

-Tal vez, tendré que fijarme más en los hombres que en los chavales de mí edad –Comentó Harmonie con tono inocente, pero mirando fijamente a Kénan con un revoloteo de pestañas-. Hombres caballerosos como vosotros.

-Más vale que no repitas eso mucho, que luego se lo creen demasiado –Intentó bromear Jacqueline.

-¿Me estas diciendo que no soy caballeroso? –Preguntó Kénan empleando un tono de voz sensual y acariciando su mejilla de forma desprevenida, causando ciertos sentimientos en ella por aquel movimiento desprevenido.

-Ves –Rió, intentando ser dura e ignorar el calor de su mano aún en su rostro-. Ya estas dando por sentado lo de hombre.

-¡Muy buena! –Rió Norah, divertida hacia la broma de ella a su hermano.

-No te lo tomes muy a pecho –Explicó Harmonie un tanto molesta-, si fuera por mí hermana, el sexo masculino no existiría. Digamos, que se ha puesto el listón muy alto… Hay que reconocer, que profesionalmente es igual o más dura que un magnate empresario.

-Harmonie, no digas esas cosas –Le reprendió Norah, conocedora de todo lo que estaba sufriendo su amiga por culpa de sus hermanas. Solo había que mirar el paño de tristeza que tenía ahora mismo Jacqui, ante aquellas duras palabras.

-Pues a mí me resulta muy atractiva una mujer empresaria –Rompió la tensión Kénan-. Si eres inteligente, porque no vas ha demostrarlo.

-Te doy la razón –Apoyó Pierre-. Estoy muy satisfecho, al saber que el futuro de mi ciudad vuelve a caer en buenas manos, y no en las de un pelele como ocurre en otros lugares. Jacqui, se comporta como debe ser una futura reina.

-Por supuesto que mí hermana será una monarca perfecta –Aseguró la joven-. Supera con creces a las demás princesas. Pero yo  me refería a otra cosa.

-¡Ya vale Harmonie! –Pidió Jacqueline con tono cansado-. ¿Ni siquiera me vais a dar un respiro en el fin de semana?

-Claro, perdona… Yo solo… Da igual, hay cosas más interesantes que discutir –Dijo volviendo a sonreír a Kénan y logrando que su hermana resoplara con cierto fastidio por ello.

-Por supuesto –Rió él-. Incar el diente a las deliciosas hamburguesas que ahí llegan –Informó guiñándole un ojo, antes de que el camarero se acercara a la mesa de ellos.

El resto de la cena, transcurrió muy a su pesar de forma más o menos amena. No volvieron a salir temas referentes a ella. Más bien, se dedicaron hablar de todo y de nada. Salvando cada cinco minutos, que él aprovechaba para acercarse a ella con la excusa de que se había manchado la barbilla con kétchup, y limpiarle con caricias demasiado lentas e intimas. O darle con su mano, de sus patatas fritas porque decía que las suyas tenían el punto de sal perfecto. Aprovechando, para rozar con sus dedos sus labios… ¡Dios, aquello era mortificante! Ahora comprendía a qué se refería cuando le dijo que se dejara hacer… Pero es que le estaba revolucionando los nervios y tampoco es que viera que su hermana pequeña se diera por enterada.

Oh era tonta, o iba a por todas. Aprovechando cualquier ocasión para acariciar por encima de la mesa su brazo, o apoyar su cuerpo contra el de él cuando se reían de algún comentario dicho por alguno de ellos. Pero que ganas de levantarse y darle de guantazos a los dos. Pero era preferible aguantarse por el momento, era un lugar público. Ya le llegaría el momento de vengarse de los dos.

Ahora, tenía que pensar en la siguiente pesadilla que se le venía encima. Una sesión de cine de terror. En donde apostaba su corona a que su hermana, lograría sentarse al lado del hombre y así, agarrarse a su brazo a lo largo del film, excusándose de estar asustada. Cuando ella sabía que Harmonie se reía del miedo.