miércoles, 8 de agosto de 2012

Deberes de príncesa 1


Emmanuelle, se hallaba sentada con sus dos cuñadas en el salón cómodamente tomando un café cuando sus dos hijas menores entraron corriendo para refugiarse tras ella con sonrisas un poco sospechosas en sus bellos rostros. Ella y las dos mujeres mayores, soltaron un pequeño suspiro en espera a la tormenta que se les avecinaba a causa de las dos chicas. Y no tuvieron que esperarse mucho, pasado un minuto en completo silencio de las cinco mujeres pudieron captar los pasos enfadados que se acercaban hacia allí.  Para romper aquella calma con el fuerte estrepito de las dos puertas al estrellarse contra la pared por la forma de Jacqueline de abrirlas.
-¡No os escondáis tras las faldas de mamá! –Exclamó amenazando con el dedo.
-Jacqueline, tenemos visita… -Señaló Emmanuelle un tanto resignada por las maneras de su hija mayor.
-Hola Tía Eloísa, tía Suzanne… -Las saludó correctamente, para volver a centrar su enfado en sus hermanas pequeñas.
-Hola tesoro –Sonrieron las dos mujeres mayores-. ¿Qué te han hecho esta vez? –Preguntaron con curiosidad, sabiendo de los problemas que sufría últimamente la joven.

-Me hallaba en una reunión –comenzó un tanto exasperada-, con varios directivos serios. Cuando mi secretaria me pidió un informe que llevaba en mi maletín. Le dije que lo cogiera y lo buscara tranquilamente fuera de la sala… -Se llevó dos dedos al puente de la nariz para exhalar aire-. La pobre Linette, no vio que se hallaba abierto de los cerrojos. Pues todo su contenido se deslizó por la mesa.

-¿Y qué pintan tus hermanas en ese suceso? –Alzó una ceja Emmanuelle.
-Que no había ni un solo informe mío –Rebufó dando un paso hacia el sofá en donde se hallaba sentada su madre-. Eran todo fotografías de magnates industriales solteros, con un pequeño resumen al pie de la foto.
-¡OH! –Contuvieron el aire las tres mujeres mayores, mientras que las dos jóvenes corrían a los pies de la madre para excusarse.
-Mamá, no sabíamos que hoy tenía esa reunión –Intentó excusarse la mayor de las mellizas-. Miramos por la noche su agenda y…
-¡Enora! –La reprendió su madre, viendo como la más pequeña también hacia el amago de decir algo-. ¡Ni una palabra Harmonie! –Se puso en pie la mujer mayor-. Parece mentira que seáis princesas –Comenzó a refunfuñar-. Tenéis que darle un ejemplo a la ciudad de Mónaco. Ya comenzáis a cansarme un poco con el ataque a vuestra hermana mayor. Que dirá la gente cuando…
-Cuando no vean llegar aún ninguna boda real –Se atrevió a señalar Enora, ganándose una mirada asesina de su hermana Jacqueline.
-Aún es joven –Habló aquella vez Suzanne, intentando calmar las cosas.
-¡Tiene veinte y cinco años! –Protestó Harmonie un tanto encrispada-. No tiene ningún novio. Y no hace nada por buscarlo… ¡No podemos casarnos hasta que lo haga ella primero!
-Primero, ocuparos en acabar la carrera –Se cruzó de brazos Jacqueline.
-Lo estamos haciendo –alzó una ceja Enora-, y a éste paso déjame decirte, que nos dará tiempo a sacarnos otra hasta poder casarnos –Recalcó con tono punzante.
-Mira –Sonrió con cierta sorna Jacqueline-, eso no estaría nada mal.
-Hija –Suspiró su madre cansada de las mismas peleas-. No las enfades aún más.
-Que culpa tengo yo de que no me interesen aún los hombres –Se alzó de hombros-. A día de hoy, las princesas de Europa no se casan por debajo de los treinta.
-¡Me importan un comino las demás princesas! –Vociferó Enora-. Yo no quiero esperar siete años a casarme. No quiero ser madre primeriza tan tarde –Se cruzó de brazos-. ¿Por qué los alejas?
-No alejo a nadie –Mintió-. Simplemente considero más importante por el momento mi carrera. Soy joven para pensar en un novio formal y menos en una boda real. Creo tener mí derecho a vivir mí vida a mi manera.
-¡Pero nosotras no podemos por tu culpa! –Aquella vez fue Harmonie quien habló.
-EY –Se llevó Jacqueline las manos a la cintura-. Deja de ir acorde con ella, cuando tú estas ahora mismo soltera –Juntó las cejas.
-Pero nunca se sabe lo que puede ocurrir –Alzó la barbilla con cierto aire de impertinencia.
-Pues lo mismo digo conmigo –Aprovechó aquella observación de su hermana pequeña para intentar escaparse.
-¡HA! –Rió Enora con gran socarronería-. No te lo crees ni tú… Con lo guapa que eres, como que aún no tienes  a nadie… Porque los exterminas, antes de que lleguen a dos metros de ti, siquiera para presentarse como amigos.
-Si en tan desacuerdo os halláis, ir hablar con papá para que cambie la ley –Gruñó harta de que cada día fuera lo mismo-. Yo me marcho –Miró hacia su madre-. Ya perdí bastante tiempo hoy con idioteces. Adiós tía Eloísa, Suzanne…

Dos días después.
Las mellizas se hallaban con los ánimos bajos, tomando el sol en el yate con su primo Luc, hijo de Eloísa. Al ser los tres de la misma edad, siempre habían jugado juntos de pequeños teniendo ahora una relación muy estrecha.
-Enora, sonríe un poco –Le tocó Luc la pierna con su pie-. En unas horas tendrás aquí a Damián. Vais a estar juntos por vacaciones éste año.
-Pero los dos queremos estar juntos todo el día y la noche… -Dijo con tono triste-. Nuestra relación es sería. No aguantamos el despedirnos cuando llega la noche… Llevamos seis años de pareja.
-Lo sé –Sonrió levemente-. Pero admite, que a día de hoy, hay pocas parejas de veinte y tres años que sean tan unidas como vosotros. Aún somos jóvenes. Estamos acabando la carrera…
-¡Tú también! –Interrumpió Harmonie exasperada.
-Lo siento –Se encogió el chico de hombros-. Pero simplemente soy realista. También comprendo el punto de Jacqueline.
-Pero admite que resulta un tanto injusto para Enora y Damián –Volvió a protestar Harmonie, observando como su primo se quedaba un tanto pensativo-. ¿En qué piensas?
-Ahora recuerdo, que ayer vinieron a casa la tía Suzanne con la prima Paulette –Comenzó a explicar Luc-. Y cuando mí madre y Suzanne, comenzaron hablar de vuestra última trastada a Jacqueline, creo que observé en Paulette un comportamiento algo nervioso. Además, fue ella la que cambió rápido la conversación.
-¿Y qué tiene eso de importante? –Frunció el ceño Enora.
-Fueron juntas a la universidad, aunque Paulette es un año mayor que ella. Se hicieron muy amigas tras conocer también a Norah… ¿Y si ocurrió algo en aquella época, para que nuestra bella prima rehúya de los hombres?
-¡OH! –Se alzaron las mellizas.
-Puede que le rompieran el corazón –Supuso Luc-. Entonces sabemos, que no es indiferente hacia una relación amorosa.
-¡Pero que listo eres! –Se tiró Enora a los brazos de su primo henchida de felicidad-. Hay que ir a casa de tía Suzanne y tratar de averiguar cosas.
-Y también mirar entre las pertenencias más guardadas de Jacqueline –Puntualizó Harmonie con cierta mueca de fastidio en el rostro-. Será difícil y suicida, pero tal vez obtengamos algo.
-¡Bien! –Saltó de alegría la hermana-. Mañana, comienza la operación “Universidad” –Guiñó un ojo a los dos-. Que ganas de decírselo a Damián.

Al día siguiente.
Se sentaba en la silla junto a Paulette, soltando un profundo suspiro al tiempo que alzaba la mano para llamar la atención del camarero. Había sido una mañana estresada en el trabajo.
-Se te ve un poco cansada –Observó su prima soltando el humo de la calada que le había dado a su cigarro.
-Muchas cosas estos días –Se encogió de hombros, para sonreírle al camarero y pedirle la bebida-. ¿Norah vuelve a ser la última? –Miró su reloj.
-Sí –Rió su prima-. Dime una sola ocasión, que no la hayamos tenido que esperar.
-MMM… -Se quedó pensando un momento-. Creo que ni una sola vez en todos éstos años –Rió-. Siempre llega tarde… ¡Vaya, hoy no tanto! –Comentó al ver aparecer a su amiga por el fondo acompañada del maître.
-Hola chicas –Se acercó a darles un caluroso abrazo y sonoro beso-. Traigo un hambre descomunal ¿Os importa si vamos directas a nuestra mesa sin tomar aperitivo?
-No –Negó Jacqueline-. Nos llevamos la bebida y listos… -Sonrió con gran cariño.
Cuando iban por la mitad del segundo plato, fueron interrumpidas por una llamada al móvil de Paulette. Norah y Jacqueline, siguieron hablando con tono más bajo. Pero la cara que puso su prima, provocó que dejara de hablar y prestaran atención. Unos segundos después, colgaba con el ceño fruncido.
-¿Qué ocurre? –Preguntó Norah.
-Era mí madre. Me ha dicho que se acaban de marchar de casa tus hermanas y Luc, de una forma un tanto sospechosa.
-¿Mis hermanas? –Se extrañó-. Pero si ayer ya vieron a tu madre.
-Lo raro, es que Enora le pidió que el enseñara el jardín. Quedándose dentro de la casa, Harmonie y Luc. Al rato, aparecieron ellos dos con rostros un tanto serios y metieron cierto apresuramiento a Enora para salir de allí.
-Estarían aburridos –Concluyó Norah, encogiéndose de hombros.
-No lo creo –La miró seria Paulette-. Están tramando algo. Estoy muy segura…
-¿Así? –Rió Norah-. ¿El asesinar a Jacqueline, para ocupar su lugar en el trono? –Volvió a reír pensando que su amiga exageraba un tanto el comportamiento de los chicos.
-Casi, casi –Respondió dando un trago a su copa y callando la risa de su amiga-. El trono no, pero sí a Jacqueline casada. Enora podrá casarse al fin…
-No empieces –Se inclinó hacia delante, para poyar los codos en la mesa y taparse el rostro un momento en un acto de frustración.
-Creo que me eh perdido algo en estos dos meses que llevo fuera –Alzó una ceja un tanto inquisitiva la otra chica.
-Lleva todo un mes, soportando ataques de sus hermanas. Como bien sabes, Enora lleva ya seis años de relación con Damián. Los chicos quieren dar el siguiente paso. Pero por decreto real, hasta que ella no se case… -Señaló con la cabeza hacia Jacqueline-. La última jugada, tirar sobre una mesa con directivos un enorme de fichas con foto de magnates ricos y solteros.
-¡OH! –Se sorprendió Norah, para después reír un poco ante las demás ocurrencias que le contaba su amiga.
-Déjalo ya… -Soltó la aludida un tanto molesta-. Ésta noche hablaré con mi padre, para que le pare los pies. Se que no la dejará casarse, hasta que no acabe la carrera. Aún le quedan dos años.
-¿Y cuando pasen esos dos años? –Inquirió su prima.
-Aún falta tiempo… -Señaló Jacqueline.
-Perdona… -Se llevó Paulette la mano al corazón, para hablar con cierto sarcasmo-. Pero estoy atacada de los nervios. Si tus hermanas supieran que están haciendo el tonto al buscarte pareja, cuando resulta que el principado de Mónaco se ha quedado sin boda real, al estar tu ya casada…
-¡Paulette! –La reprendió Jacqueline con temor a que alguien pudiera escucharlas.
-Eso es cierto –Habló Norah con voz baja y calmada-. ¿A qué esperáis tu y mi hermano a dar por anulado ese matrimonio? No lo habéis consumado.
-¡Maldita sea Jacqui! –Gruñó Paulette-. Como se entere tu padre que llevas cinco años casada, te mata pero empezando primero por Kénan, y de seguro que Norah y yo, tampoco nos libramos de una bala en la cabeza.
-Vale que no os soportéis desde un principio –Rió Norah-. Pero tenéis que solucionar lo vuestro.
-Creo que tus hermanas pueden averiguar todo –Resopló Paulette.
-¡Maldita noche! –Gruñó Jacqueline-. Os dije que no era buena idea pasar aquel fin de semana en Irlanda con tu hermano y sus amigos.
-Oye mona –se cruzó de brazos Norah-, quien iba a imaginarse que tras unos cuantos porros y jarras de cerveza, tu y mi hermano ibais a subir aquel altar por una maldita y estúpida apuesta entre vosotros –Soltó con cierto reproche, haciendo recordarle aquella noche de cinco años atrás-. ¿Quién lo comenzó?
-No me acuerdo –Se encogió de hombros enfadada consigo misma pro aquella estupidez. Pero les estaba mintiendo sobre ello y algo más.
Sí, que se acordaba de aquella noche. Y lo hacia con un profundo dolor en su corazón cada noche al hallarse sola en su cama. Ellas dos, no sabían que no sentía odio por Kénan. Más bien todo lo contrario. Pero le dolía, el ver que desde un principio de conocerse el hermano de su amiga la había tratado de forma distante y hasta siempre riéndose de sus fallos… Hasta pasados dos años, que se trataban de forma despectiva en cuanto estaban en la misma habitación.
No se acordaba de cómo había surgido aquel viaje con todo aquel grupo. Pero se vio arrastrada hasta las tierras de Irlanda. Y la última noche, en una celebración un tanto rara de una taberna de allí, donde un chico en un altar casaba a todo aquel que se subía allí…  Estaban todos muy contentos tras varias caladas de aquellos cigarros y varias cervezas. Que cuando su mirada se cruzó con la de él, éste comenzó con su acostumbrado ataque apostando a que no se bebía una cerveza de un solo trago. Una vez realizado, ella le apostó a que no se atrevía a subirse al altar con cualquier chica de allí. Y él, remitió a que no se subía con él.
A la mañana siguiente, el grupo se quedó banco al descubrir que el chico era un cura y su boda era real, como dictaminaba el certificado de matrimonio arrugado que poseía Kénan. Todos acordaron callar aquel acontecimiento al saber el error descomunal que habían hecho aquellos dos, siendo quien era Jacqueline.
-Pues deberías aprovechar… -Dijo con cierto titubeo su amiga sacándola de sus pensamientos-. Se halla en Mónaco. Ha venido a vigilar una cosa de su sede aquí. ¿Te doy su teléfono?
-Yo…
-Jacqueline, tienes que solucionarlo –Suspiró Paulette.
-Sí –Bajó la mirada-. Me acercaré a su oficina. No hace falta que me lo des.

5 comentarios:

  1. Creí que estabas de vacaciones, al parecer ahí te surgió la inspiración, ¡me alegro mucho!. Esta muy chida la historia, quiero máaas.
    Saludos!!

    ResponderEliminar
  2. SIIII!!! HISTORIA NUEVA QUE SORPRESA Y COMO SIEMPRE ME HAS DEJADO CON GANAS DE MAS Y MUY INTRIGADA.

    ResponderEliminar
  3. wauuuu pero que interesante está, acaben con ella si no sube más, ya lo dije nimodos jajajaa

    ResponderEliminar
  4. Chacha, que guay!!! Mas historias y ésta está bueniiiiiiiiisima. Mas, mas, mas, mas...

    ResponderEliminar
  5. ME fascinó!!! amo las historias de princesas y casada en secreto!! QUiero más, ojalá no me hagas esperar hasta septiembre o ya verás!!!

    ResponderEliminar

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...