Se encontraba sentada en el box, con demás compañeros, mientras Santino corría por la pista sin dejar respirar a Sandro en ningún momento. Al tiempo que iba comentando, lo que no encontraba bien en el coche para su gusto. Aún seguía enfadada con él. ¿Cómo se atrevía a ordenarle que no corriera más o que no tocara los mercedes? Maldito engreído machista.
-¿Estás bien? –Se le acercó Sergei, que acababa de llegar.
-Sí –respondió en un gruñido.
-¿No averiguó nada? –Volvió a preguntar preocupado.
-No, pero yo averigüé que es un maldito machista –Dijo con ojos llameantes, pero sin apartar la mirada de la pista.
-Yo creo diferir ahí… -Opinó un tanto nervioso, sabiendo que Jaimie podía morderle ante aquel comentario. Y así fue, se giró a mirarlo con cara de muy pocos amigos-. Es que verás… Creo que él actuó bajo el punto de lo que siente hacia ti –Ella entrecerró aún más los ojos, al tiempo que expulsaba el aire con fuerza por sus fosas nasales, tras haber espirado con profundidad, par ano agarrar al chico por el pescuezo-. Quiero decir, que bueno… Él…
-Se lo que quieres decir –Rebufó con rabia, al tiempo que se levantaba de la silla y acudía al puesto de mando para adquirir unos cascos.
-¿Qué vas hacer? –Preguntó Sergei un tanto nervioso. Aquello ya lo había vivido hacia un rato.
-Darle una oportunidad a Sandro –Rió con frialdad-. Que lo rebase y lo gane en el terreno de hoy. Vi cuando falla el coche de Santino.
-Eso es trampa –Achicó los ojos el joven-. ¡Y no sabía que fueras así de vengativa! Miedo darás cuando castigues a alguien que no sea tu novio –Se encogió veloz de hombros al saber que había metido la pata nuevamente-. Quiero decir… Mejor cierro la boca –Sonrió silbando de forma disimulada.
-Mejor… -Repitió Jaimie, colocándose bien el micro-. ¿En qué línea esta solo Sandro? –Le preguntó a un compañero.
-En la dos pequeña –Le sonrió, divertido al saber ya lo ocurrido de aquella mañana con el Aston Martin y Santino-. Todo tuyo…
Cogió aire, sabiendo que con aquella acción se arriesgaba bastante. Pero necesitaba desquitarse de alguna manera. Porque si hubiera tenido allí alguno de los modelos del C111, lo habría sacado a la pista para darle un bofetón en sus morros de forma figurativa, aunque no lo ganara en la pista. Sabía que aquello, era un tanto difícil.
-En la siguiente curva, el coche de Santino volverá a sufrir cierto bajón de potencia debido a un fallo de las válvulas. Él lo sabe, y por ello se acerca tan adentro. No es por otra cosa. Así que deberías de pegarte lo que más puedas a su culo, y cuando deba ir obligado al centro, podrás adelantarlo por afuera. Se que costará un pelín, pero solo tienes ese momento… -Explicó, notando como todo el equipo estaba pendiente de ella y sonreía divertido, sin apartar la mirada de la pantalla o del circuito directo.
-¿Sirenita, eres tú? –Preguntó el piloto asombrado.
-Hazlo, se acerca el momento –Ordenó tajante.
-Gracias preciosa –Rió el piloto, poco antes de proceder a las indicaciones que ella le había dado.
-Bien –Se dio a la vuelta para hablarles a todos, una vez que se hubo quitado los cascos-. Ya sabemos unas pocas cosas a mejorar ésta tarde ese coche. Que alguien se encargue de tener todo preparado. Nos vemos a las cinco en el box –Sonrió largándose de allí, al saber que aquellos dos pilotos paraban ya su entrenamiento del día. No quería que Sandro la entretuviera allí a preguntas que no pensaba responder.
Cogía su bolso de la taquilla del vestuario, para encontrarse a fuera esperándola Sergei con los brazos cruzados y apoyado en la pared.
-¿Ya te marchas?
-Voy al hotel, quiero consultar unas cosas en mi portátil –Respondió andando hacia la salida de allí. ¿Quieres venirte conmigo?
-¿No estas enfadada conmigo? –Preguntó con cierta duda.
-¿Eso es lo que te preocupa? –Rió divertida-. Sergei, tampoco dijiste nada malo –Se alzó de hombros-. Es más, lo hiciste por preocupación hacia mí.
-Y esa preocupación, me dice que es mejor que salgas de aquí ya –La agarró de la mano, para apresurar su paso-. Estoy seguro, que Sandro le dirá que le rebasó gracias a ti, y vendrán en busca de explicaciones… -La miró un segundo preocupado-. Y eso, puede llevar a ciertas sospechas.
-Lo se –Rió alzándose de hombros-. Pero ya decidí que lucharé según me vaya viniendo todo. ¿Tienes vehículo? -Preguntó para ver que él negaba con la cabeza-. Vamos, el maletero de mí moto tiene dos cascos.
Se encontraba tomando el sol en la piscina del hotel, con Sergei a su lado completamente dormido. No dejaba de pensar en lo sucedido de la mañana con Santino. Ahora, con más calma analizaba todo paso por paso. Sabiendo, que su joven amigo tenía razón. Se había adelantado con su análisis, aunque aquello no disculpaba la actitud del piloto con ella. Santino no era machista, se dijo soltando un profundo suspiro. Simplemente era un hombre cogido por sorpresa, en un punto que no le hacia gracia. Le recordaba mucho a su madre. Aquella misma expresión y actitud, fue la que empleó con ella y su padre, el día que le enseñaron sus aptitudes para conducir y mecánica. Después, con el paso del tiempo lo medio aceptó. ¿Ocurriría lo mismo con él? Y si no era así, allá él. No pensaba cambiar sus gustos por los de él. No tenía porque quejarse, iba ha tener la ingeniera en mecánica en casa. Soltó un pequeño resoplo de frustración ante aquella idea que había tenido, dando por enterado que había un futuro entre ellos… Bueno, eso es lo que el destino dorado había vaticinado. Pero que ella, no estaba cumpliendo en aquel momento. Solo pedía saber si estaba enamorada segura de él por sí sola y viceversa… Lo aceptaba. Aquellos días solo rehuía de él… Pero es que le asustaba con la seguridad que él venía hacia ella. Y su beso, había sido tan… Quería uno más… Y luego otro… Pensó sonriente, recordando aquel momento. Por mucho que estuviera un poco enfadada con él, le había dado su primer beso. Y quisiera o no, aquello llevaba cierta magia hacia sus sentimientos por él, causando que cometiera ciertas estupideces como la de Sandro por sentirse confundida. Pero ya vería más tarde si aquello había ocasionado alguna sospecha en ellos.
Miró su reloj de pulsera, aún le quedaban un par de horas para presentarse en el box con el resto del equipo. Dudaba de sí llamar un momento a su madre. Probablemente podía estar durmiendo la siesta con su hermano. Mejor lo dejaba para la noche y se entretenía un rato más, con el esquema eléctrico del mercedes C111, que se había descargado de internet. Más animada sacó el pequeño montón de hojas impresas y se dispuso a leerlas, cuando una sombra le cubrió toda la hoja por detrás de sí.
-No me extraña que Sergei se haya quedado frito –Soltó Sandro divertido-, si ha estado leyendo eso… ¡Hola mi sirenita! –Saludó jovial, pero cuidando de no alzar la voz para no despertar al chico.
-Hola Sandro –Saludo un poco nerviosa por ser pillada con aquello en sus manos y mirando de forma disimulada por su alrededor, tratando de ver el acompañante que faltaba.
-Esta también durmiendo –Informó sonriente, sentándose en la tumbona de al lado suyo-. Ni siquiera comió, llegó directo a la cama –Se alzó de hombros riendo-. Por lo visto, no durmió muy bien anoche y hoy sus nervios, acabaron de sufrir un pequeño colapso agotando ya del todo las baterías.
-Yo no pregunté –Señaló tratando de esconder la sonrisa que le asomaba, por ser tan abierta.
-Y yo solo informaba –Respondió reclinando la espalda hacia atrás-. Por cierto… Gracias por la ayuda de hoy en el entrenamiento –Rió-. Fue divertido escuchar los gruñidos de Santino.
-De nada –Se sonrojó veloz, con los nervios a flor de piel-, yo solo quise avisarte de lo que escuché a los mecánicos que estaban allí pendientes de vosotros dos.
-Vaya… -Dijo con voz tranquila-. Pensé que había sido cosa tuya. Es decir, que lo habías deducido pro ti misma.
-Pues no –Respondió con poca seguridad en la voz, al tiempo que alargaba un brazo para agarrar su bolsa de la piscina y guardaba en ella aquellas hojas.
-Después de ver tu pericia con el Aston Martin, creí que entenderías también de motores –Siguió hablando con los ojos cerrados, como si también quisiera dormitar un poco bajo los rayos del sol-. Sería de lógica pensarlo al estar sacándote el titulo de ingeniera en mecánica –Soltó la bomba con toda calma, sin abrir aún los ojos para poder estudiar su reacción-. Pero verás, creo que me confundí con Jaimie Laumier, la sobrina de Henrí que supongo conocerás.
-Yo voy ha darme un chapuzón –Interrumpió de repente Sergei, quien al parecer no se hallaba durmiendo, sorprendiendo a Jaimie y causando una sonrisa en el piloto.
Había sucedido. Sandro lo sabía. No sabía como había averiguado tanto, pero la cuestión es que lo sabía. Ahora, le tocaba a ella averiguar que iba ha ocurrir y suponía, que a cambio le pedirían todas las explicaciones necesarias… De modo, que el destino había optado por tirar por aquel camino… Demonios, las cosas nunca iban a ir a su deseo. Siempre más difíciles de lo que esperaba. Exhaló aire profundamente y giró su mirada hacia la izquierda, en donde el piloto observaba detenidamente en espera de una respuesta. Al menos, enfadado no lo veía.
-A parte de piloto, tienes también carrera como investigador privado –Observó Jaimie, para intentar romper un poco la tensión. No sabía como explicar todo aquello, porque en verdad era destaparse. Enseñar por completo sus sentimientos a un desconocido.
-Debo indicar, que necesité de ayuda de un buen amigo que precisamente es investigador privado –Señaló empleando algo de ironía en sus palabras.
-¿Se lo vas ha decir a Santino? –Preguntó un tanto nerviosa.
El piloto, se incorporó en la tumbona para girarse y acabar sentado mirándola a ella, con los codos apoyados en la rodilla y las manos cruzadas en un solo puño. Tardó unos segundos en hablar, aumentando más los nervios de ella.
-Es lo que aún tengo que decidir –Respondió pensativo-. Santino es mí mejor amigo y por lo tanto, le debo mi lealtad. Pero… -Soltó un profundo suspiro-. Me caes bien sirenita. Y creo que tienes una razón para mantener éste engaño. Necesito saberlo, para decidir qué hacer.
-Comprendo –Suspiró bajando unos segundos la mirada a sus piernas estiradas a lo largo, en la tumbona de la piscina-. Eres muy buena persona Sandro –Alzó la mirada, para sonreírle por aquel pequeño voto de confianza-. Te voy a explicar todo –Hizo una pequeña mueca-. Aunque es un poco largo y n se si llegarás a entenderme. Después, tú serás quien decidirá qué hacer… o no voy ha suplicarte en mi favor –Sonrió levemente-. Quien sabe, a lo mejor me podrás incluso dar un consejo.
-Bien –Dijo conforme-. Pero me gustaría que antes me aclararas una duda, que me calmará bastante.
-Dime –Le pidió decidida.
-¿Esto, es por qué estás enamorada de otro hombre? –Preguntó directo.
-No –Respondió mirándolo un tanto sonrojada por todo lo íntimo que veía ella aquello-. No hay, ni ha habido ningún hombre en mí vida.
-Bien –Sonrió un tanto animado-. Entonces sirenita, comienza a darme una explicación porque me tienes muy confundido –Dijo mirando un momento a Sergei quien se hallaba dando largos en la piscina-. ¿Él sabe todo?
-Sí –Afirmó con la cabeza-. Sergei, Jeremy y el equipo de mí tío Henrí –Comenzó a sincerarse logrando arrancar un silbido del piloto.
-Ho tu razón es muy potente – Se rascó la barba de unos días-, o te quieren mucho todos.
-Son como una segunda familia –Indicó Jaimie empleando cariño en su indicación-. Algunos estarán casi enterados y otros no… Pero si pides un favor y está en sus manos ayudarte… -Se alzó de hombros.
-Ya veo –La miró fijamente, cuando el teléfono móvil de la chica comenzó a sonar en la paz que reinaba allí fuera-. Contesta, puede que sea importante –Le dijo amablemente.
-Dime –Respondió un tanto incómoda al sentirse observada-. Como queráis… Si es ahora cuando han dejado el box libre –Habló sin alejarse de él. No lo veía necesario, sabiendo ya éste que más o menos estaba implicada con el equipo-. Veinte minutos y me tenéis ahí. Sí, podéis comenzar a desmontar todo lo que Santino ha ido indicando. Ahora, en cuanto llegue miraremos que más… Hasta ahora –Se despidió guardando el teléfono en el interior de su bolso-. Es necesario que vaya… -Indicó al piloto-. ¡Sergei nos vamos al circuito! –Llamó al joven, quien dejó de nadar para asentir con la cabeza y salir del agua.
-Tranquila –Sonrió-, se que no huyes de mí. ¿Entonces tú eres?
-Jefa de equipo –Se puso en pie, para comenzar a vestirse-. Yo y mi tío, dirigimos todo el equipo de mecánicos… Bueno, Bernard también nos echa una mano… Así nos repartimos todos los coches entre los tres equipos. Y llevamos cierto control. Como pudiste ver, me tocó a Santino. El tuyo, lo lleva el mando de mí tío.
-No puede negarse que lo llevas en la sangre –Rió, poniéndose en pie al ver que ella ya estaba lista y Sergei, se dirigía a los vestuarios exteriores a cambiarse por entero al estar mojado-. Y confío en ti, al ver como condujiste el Aston Martin y el consejo que me diste en el entreno –Acto seguido soltó una carcajada-. ¿Eres tú la que has arreglado el Aston?
-Sí –Respondió no pudiendo evitar el sonreír-. Sergei ha sido muy amable al aguantar la bronca que le echó Santino, según me contaron. Pidió aprender conmigo éste verano, ya que está cursando automoción. Y no me lo llevaría, si no lo viera capacitado.
-Eso también lo deduzco –Respondió acariciándole con cariño la nariz-. ¿Te molestaría si te viera en acción? –Preguntó alzando una ceja.
-Ahora ya no –Se alzó de hombros.
-Deduzco, que te resulta un tanto estresante ocuparte del coche de Santino –Juntó las cejas-. Siempre intentando ocultarte de él… Pero tarde o temprano, lo averiguará siendo tú la jefa de equipo ¿No?
-Tengo a muchos para que le dieran las explicaciones de los arreglos –Cogió la bolsa al ver que Sergei iba hacia ellos con la ropa de calle puesta-. Pero no iba ha ocultarme siempre.
-¿Vamos en mí coche? –Preguntó Sandro en cuanto el joven mecánico llegó junto a ellos, para mirar por un momento a Jaimie al rostro. Observando como la chica hacia un gesto de asentimiento con la cabeza.
-Id los dos –Habló Sergei-, yo tengo aquí mí moto en el parquin. Solo que ésta mañana, vine aquí y me fui con mi tío Jeremy al circuito.
-Muy bien –Aceptó Sandro, emprendiendo la marcha junto con los dos al parquin para coger los medios de transportes y dirigirse al circuito-. Así, tendremos unos minutos más a solas para seguir con la explicación.
Era la segunda vez que montaba en el Ferrari azul del hotel, salvo que aquella vez el piloto era otro. Y en vez de llevar abierto el techo, Sandro había decidido cerrarlo para poder escucharla bien en la intimidad del interior.
-¿Y en qué momento comienza éste embrollo? –Sonrió-. Por así decirlo.
Lo miró un segundo, para después desviar su mirada al regazo. En donde sus manos descansaban cruzadas encima de sus piernas.
-A mis trece años –Dijo en un hilo de voz, captando verdaderamente la atención de Sandro.
-Eso son muchos años ya –Silbó por lo bajo-. ¿Ya te llegó para entonces la carta?
-A mí no –Soltó un suspiro recordando el sufrimiento de aquellos días-. Si no ha mí madre… -Observó como Sandro fruncía el ceño-. Mis padres llevaban muchos años casados. Aunque debo decir, que por aquel entonces, ellos tenían muchas peleas. Y todas venían por culpa del trabajo de mí padre. La mayor parte de la semana, se hallaba siempre fuera. A más, de que mí madre no es muy aficionada a los coches ni a las carreras.
-Pues anda que la carrera que escogiste –Señaló con sarcasmo Sandro-. La tiene que tener muy contenta.
-No le quedó más remedio que aceptarlo –Se encogió de hombros-. La persona que salía en la carta de mi madre, la buscó. Durante un año, estuvieron viéndose y hablando. Solo eso. Después, ella se marchó sin más –Giró la mirada a la carretera-. Odié todo. Pero a quien mas fue, es al destino dorado. Yo… -Suspiró con cierto pesar-. Nunca estuve de acuerdo con todo eso. No veo bien que el destino se meta en nuestras vidas de esa manera. Me tiré tres años odiando a todo aquello que estuviera enlazado con la carta dorada. ¿Por qué no podía seguir uno enamorándose como siempre se ha hecho? ¿Quién me aseguraba que no seguía lo que ponía en aquel papel por instinto propio? Que no lo hacían por obligación… Cuando me hice a la idea de lo de mí madre, volvió en escena. Llorando por haberme abandonado de aquella manera. Por un tiempo, no quise saber nada de ella. Estaba muy enamorada de quien ahora es mí padrastro, y tuvo un hermano pequeño a quien adoro –Sonrió al pensar en él-. Por aquel entonces, me negué a vivir con ella. Pero mí padre me obligaba a ir todos los fines de semana. Yo no podía comprender que él estuviera bien. ¡Era su esposa! ¿Por qué tenía que quedarse mí padre solo a causa de una carta dorada? Al vivir con él, puedes apostar que siempre lo seguía en el taller –Rió-. De ahí nació mi pasión por los coches. Mi padre, tío y padrastro están muy contentos. Mí madre no… Reniega que no hago vida de chica. Los vestidos que llevo, son por ella –Volvió a reír-. Ahora reconozco que soy muy afortunada. Tengo un hermano pequeño y dos hombres maravillosos en mí vida. Somos una familia muy unida.
-¿Pero? –Preguntó Sandro, casi llegando al circuito.
-Sigo odiando el destino dorado. No me gusta como ocurre… ¿Cuántas parejas eran felices en ese momento con otra persona? Pero que por culpa de éste nuevo destino, lo abandonaron todo por estar con la que se supone, sí es su media naranja. ¿Y esas pobres personas que se quedan solos? ¿Tengo que enamorarme porque así lo dicta esa carta? ¿Y sí aún no quiero? ¿Y sí quiero conocer mundo? ¿Oh seguir con mi carrera? Y lo que más odiaría, es ser la causa de la ruptura de la felicidad de otra mujer.
-¿Cuándo te llegó la carta? –Quiso saber Sandro.
-A mis dieciséis años –Confesó con cierto apuro-. Hace unos cinco años.
-Son muchos años –Se asombró el hombre.
-Pero la carta no se abrió hasta éste mismo verano y por accidente –Volvió a confesar avergonzada.
-¿Por accidente? –Alzó curioso una ceja, entrando ya en el recinto de circuito.
-Me hallaba con mi madre preparando la maleta para ir a Italia, al campeonato de GT de allí con mí padre. Cuando mí hermano pequeño sin quererlo, removió todo lo acordado para aquel verano. Cogió el sobre hasta el momento cerrado y lo rasgó. En aquel momento, no quise saber nada y lo guardó mi madre en el cajón de la cómoda. Pero ella lo había visto, y cuando se lo confesaba a mí padre los escuché mencionar el nombre de Santino. ¡Él iba a estar allí! Por ello, inmiscuí a mí tío y me vine a Alemania. ¿Qué demonios os impulsó a venir aquí? –Soltó con profundo enfado consiguiendo que él riera.
-Cosa de Santino –estacionó el coche-. De golpe y porrazo, quiso participar aquí cuando le hablaron de ello. Aunque ahora –Rió-. Creo que el destino tiene mucho que ver.
-Ni me menciones ese nombre –Soltó enfurruñada.
-Pero tú lo amas –Afirmó el piloto.
-Digamos que lo admiraba, desde antes que se hiciera famoso –Sonrió, al ver que él no la creía-. Puede que fuera un poco más que admiración –Acabó por aceptar-. Pero Sandro… ¿Y si ha crecido éste sentimiento por culpa de la carta?
-Tienes un buen jaleo ahí dentro Sirenita –Dijo dándole un toque en la frente con un dedo-. Y también, creo que estas un poco asustada por como es de directo Santino –Rió abriendo la puerta y bajando del coche-. ¿Cómo has conseguido desaparecer hasta ahora, si no habías abierto aún el sobre? No podías saber que era él, para huir.
-No eh desaparecido –Le guiñó un ojo-. Mi padrastro, comprendiendo que no quería que nadie me encontrara, tuvo la idea de darme su apellido. Y no habéis relacionado el nombre de Jaime Launier, porque es el primer apellido de mí padre. Y a él, lo conocéis por el segundo. El de mí abuela.
-Comprendo - Chascó la lengua-. Salía él por el apellido, pero no sabíamos quien era… Y no había rastro en ese momento de ninguna hija con su apellido… Muy lista –Rió-. Pero buscando bien, bien… Te encontré.
-¿Qué vas hacer ahora que lo sabes todo?
-Antes, quiero que me respondas otra pregunta para saber qué hacer –Se detuvo delante de los boxs-. ¿Pretendes huir de Santino por mucho más tiempo?
¿Y LA RESPUESTA? Yo también quiero saber cuánto más va a huir y la verdad SAndro le debiera decir a su amigo...hay qu tener lealtad y además apurar las cosas entre esos dos, jajaja
ResponderEliminarBesos, muy buen capi...¡¡¡¡MAAAAAAAAAAASSSSS!!!!
Ahora si que van hacer sufrir a santino entre los dos, y ya que jaime acepte lo que siente por el. Saludos
ResponderEliminarQUE YA NO HUYAAAAAAAAAAA JAJAJAJA, O AL MENOS NO SEA TAN MALA CON SANTINO... Y MI CARTA DORADA, DONDE ESTÁ?... AUNQUE YA SE LOS NOMBRES QUE VIENEN, EJEM.. DIJE NOMBRES??? JAJAJA
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