Silvia,
colgó por décima tercera vez el teléfono con un fuerte estrépito. Estaba muy
mosqueada, todas las treinta últimas llamadas eran periodistas que querían hablar
con su jefe, o que querían sonsacarle información a ella de algo. Como no sabía
nada y tenía permiso, les decía que no estaba cualificada para responder y colgaba.
Y tampoco podía decirle nada, por que se encontraba manteniendo una conferencia
importante por teléfono. Éste volvió a sonar. Alzando los ojos al cielo, pidió
que fuera sobre algún asunto de su trabajo.
-¡No sé
nada, lo siento! -Respondió un tanto agresiva y colgó-. ¡Pero qué diantres les
ocurre!
-¿Silvia,
qué ocurre? -Se acercó Lucas, que acababa de salir justamente en aquel preciso
momento.
-Pensé,
que tú me darías la respuesta -le pidió un tanto molesta-. Llevo media hora,
atendiendo llamadas de periodistas y algunos son unos indeseables. Y eso, que
solo son las tres de la tarde...-Lucas se extrañó. Algo debía de haber ocurrido-.
Me preguntan por si la noticia es cierta y otros, solo quieren que les pase contigo.
Te quieren ofrecer algo a cambio de la exclusiva.
-¿La
noticia? -El teléfono volvió a sonar.
-¿Cosméticos
Carpi, oficina de Lucas Carpi...-Dijo Silvia, conteniendo el aire-.En qué puedo
ayudarle? -Al momento, le hizo señas a él. Volvían a ser periodistas.
-Pásamela
a mí despacho -Ordenó y salió corriendo
hacía allí-. ¿Sí? -Cinco minutos después, colgaba el aparato sorprendido pero
sonriendo.
Así que en
Septiembre se casaba. Pero como podía ser su madre así, y desde luego estaba
deseando ver que decía Sabrina, ante aquel anuncio. Una vez más, se volvía atar
más fuerte a él sin darse cuenta. A quien le dijera, que todo aquello era una
treta de su madre. No se lo creía. Soltó una fuerte carcajada. Quien iba a
decirle, que aquel tropiezo iba a cambiarle tanto la vida. Por suerte, ya
conocía el plan de sus dos chicas. Ahora, solo tenía que mover las piezas en la
dirección correcta.
A las seis
de la tarde, Thom llamó a su despacho. Entró con cuidado, no tenía ganas de que
volvieran amenazarlo. Y allí se encontró a Sabrina, mirando pensativa por la
ventana. Y ahora entendía porque no le cogía el teléfono, se encontraba descolgado.
-¿Puedo
entrar ya? ¿Qué ocurría antes? ¿Estás bien, llevo intentando llamarte más de
quince minutos? -Sabrina, se giró hacia él con una gran sonrisa en la cara-.
¿Es cierto, lo que he escuchado por ahí fuera?
-Sí -Tenía
que disimular ante él-. ¿Querrás ser mi padrino?
-Eh...Mmm...
Sí, claro -Estaba extrañado-. ¿Cuando a venido Lucas a pedírtelo? Sí, que lo
tenías calladito...
-Oh
-Sonrió nerviosa-, en verdad él no me lo ha pedido. Digamos que soy yo quien se
lo ha pedido, y por medio de...
-Mi niña,
yo más bien diría que lo estás obligando a casarse contigo –Expuso divertido.
-Digamos,
que sí me quiere en su cama solo lo conseguirá de esa manera...
-¿Pero
cuando vais a para con ésta guerra? No hay quien os comprenda. ¿Ahora mismo,
vosotros dos qué tipo de relación tenéis? –Preguntó enfurruñado.
-Nada -Se fue a sentar en su sillón, un poco
bastante nerviosa-. Bueno, él sabe que me gusta físicamente... –Estrujó sus manos con gesto nervioso mientras
confesaba-. Pero ya sabes que no busco aventuras, y menos con él.
-Sabrina...
–Volteó los ojos al cielo.
-Bien, que
a la más mínima posibilidad él me besa –Replicó sabiendo que su jefe no estaba
muy de acuerdo.
-Sabrina,
por favor –Volvió a suplicarle con tono cariñoso.
-Así, que
digamos que... –Lo fue ignorando.
-Estáis
para que os encierren a los dos en un manicomio... -Soltó de repente enfadado-.
No me gusta nada. Esto solo se trata de una puñetera lucha de sexo, entre
vosotros dos.
-¿Cómo? –Frunció
el ceño ofendida.
-Acaso me
vais a negar, que esto parece una guerra para ver quien putea más al otro –Dijo
con la vena del cuello un poco hinchada.
-No
-Respondió con firmeza-. Yo diría, que quien tiene la culpa de esto eres tú.
Se levantó
enfadada de su sillón, y apoyando los
brazos en el escritorio para inclinarse hacia él, ante el ataque verbal que se
avecinaba.
-¡Qué! -Exclamó molesto-. ¿Que yo recuerde, os habéis
conocido solitos?
-Si te
refresco la memoria, te hallaras a ti sonriendo como un estúpido y dándome el
simpático consejo de que tuviera una libre aventura con él. Como es tú amigo...
–Habló con cierto reproche en la voz.
-Por
favor, eres muy joven y no hay nada de malo en enrollarte con alguien. Eso se
hace desde hace tiempo, y no es pecado -Señaló con énfasis.
-Si tú no
le hubieras permitido ese libre acceso a mí, tal vez ahora no estaría en ésta
situación.
-Ni
hablar, a mi no me cargues con el muerto -Se encaró con ella, bien enfadado-.
Sabes que eso es cosa tuya y de él...
-Eso... –Fue
hablar, pero nuevamente su jefe la interrumpió.
-¡Es así!
-Gruñó-. Él te pincha, tú le quemas.
-Pero tú,
seguiste con la bromita de que soy su novia delante de su madre -Lo acusó.
-Y tú
también -Le replicó sulfurándose-. Maldita sea, admite que te encanta que te
bese como se ve en las fotos y admite que te gusta.
-¡No! Él
es un...
-Déjalo,
hablar contigo en éste momento, es como hablar con una mula –La miró
enfurruñado.
-No es eso
–Protestó ante el carácter de él-. Es solo que esa pregunta, no pienso
respondértela a ti.
-Pensé que
éramos amigos –Alzó una ceja sorprendido.
-Y lo
somos. Pero en éste punto, creo que estás más de parte suya que de la mía –Señaló
con altanería.
-Pues no
estoy con nadie, solo digo lo que veo –Apoyó las manos en la cintura-. Que como sigáis así, la cosa va acabar muy
mal.
-Lo
siento, Thom. Pero no pienso parar yo –Dijo toda resuelta.
-Mira,
hacer lo que queráis. Pero por cualquier cosa, sabes que puedes contar conmigo.
Aunque digas todo lo contrario, pequeña.
Se fue, y
Sabrina se quedó sola pensando otra vez. La noticia, saldría publicada al día
siguiente. Pero por el momento estaba segura de que ya habrían llamado a Lucas,
todos querrían saber detalles. Lo raro, es que no se hubiese presentado ya
allí. Tenía que ser fuerte, ya había tomado la decisión. Ahora solo tenía que
asustarlo un poco y ver como salía corriendo y ella quedarse con la victoria...
Y con el corazón destrozado.
No lo
entendía, eran las nueve de la noche y Lucas no había aparecido. O, estaba muy
enfadado con ella, o se encontraba tramando alguna pequeña venganza. Mejor
recogía y se marchaba para casa. Allí, sola sin nada que hacer, era perder el
tiempo. Por mucho que quisiera, aquellas cuatro paredes no iban a protegerla de
lo que había hecho. Además, se suponía que tendría que ser como un pulpo junto
a Lucas, si quería que su plan saliera a la perfección. Apagó el ordenador y
recogió sus pertenencias. Era mejor irse a casita y relajarse con una buena
cena y película.
Al día
siguiente, cerca de la hora de comer.
-Tú
adonis, viene al ataque .Le comunicó Marta, por el intercomunicador.
Bien, era
la hora de enfrentarse a lo que fuera. Pensó, mientras respiraba un poco
profundamente para calmarse los nervios que llevaba encima, y que no paraba de
decirse que no tenía motivos para tenerlos... ¿O sí? ¡Al cuerno! aún no se veía
preparada... Se levantó corriendo de la silla y se fue a la puerta de su
despacho. Si no calculaba mal, tenía tiempo para correr y meterse en una de las
oficinas del pasillo y pasar desaparecida por un rato. Con los nervios de
punta, abrió la puerta y miró. ¡Bien! Lucas, se había parado hablar con su
amiga Marta. Agachándose un poco, corrió hacía la izquierda y se metió en la primera
puerta que se encontró. Apoyando la frente contra la puerta, soltó un gran suspiro
de alivio.
-Mmm...Ejem
-Escuchó como alguien carraspeaba. Sobresaltada, se dio la vuelta para ser ella
quien soltara la exclamación.
-¡Dios,
perdón! -Había entrado en el servicio de caballeros... Tenía que haber ido
hacia la derecha. Abrió la puerta y sin mirar a nadie de allí dentro, salió
veloz al pasillo llevándose por delante a un chico cargado con un montón de
carpetas. No, no podía sucederle aquello... El ruido de las carpetas al caer al
suelo, hizo que bastante gente mirara hacia aquella dirección, incluyendo a su
adonis.
¡Dios que
horror! Colorada como estaba, pidió disculpas al joven y se puso a recoger el
desastre que había ocasionado.
-Desde
luego mi amor, un poco torpe sí que eres -Escuchó su burla, pero sin mirarlo
aún-. Espero que sea eso, y no que intentes conquistarlo como hiciste conmigo.
Y que el día que te dirijas a mí en el altar, no reluzca tu torpeza –Siguió con
la broma.
Bien,
tenía que actuar deprisa. Lo mejor, era representar el papel de novia empalagosa.
Y comprobar si conseguía escaparse de ir hacia el altar. Solo tenía que
calmarse un poco y no hacerle caso a las pullas que le lanzaba provocando que quisiera
salir corriendo.
-¡Mi vida!
-Exclamó, y como perfecta actriz se dio la vuelta y se lanzó a sus brazos-. Que
gran sorpresa que hayas venido a verme -¡Bien por ella! Escondió la sonrisa que
asomó a su cara, tras ver la expresión de Lucas. Se había quedado sin palabras
ante aquel gesto. Ahora, el segundo tanto...-. ¿Que vienes para llevarme a comer?
-Llevó sus manos a la nuca de él y seguidamente, atrapó sus labios de un sorprendido
Lucas, en un dulce beso.-. Enseguida vamos, pero te molesta que vengan Marta,
Susan y Karolaine...
-Mmm...Claro
que no -Carraspeó un tanto incomodo-. Cuantos más seamos, mejor nos lo
pasaremos.
-Bien
-Sonrió, mientras le daba un nuevo roce a su boca-. Voy un momento a buscarlas.
Puedes esperarme en mi despacho, no sé cuanto puedo tardar en reunirlas -Se
acercó corriendo a Marta, que era a quien veía en aquel momento por allí-.
¿Dónde están Susan y Karolaine?
-Ni idea -Sonriendo con malicia y mirando por encima de
su cabeza le susurró-. ¿Dónde se encuentra él?
-En mi
despacho –Le informó en un susurró nerviso.
-Y
bastante sorprendido -rió-. Has estado genial.
-Ya lo
creo -Interrumpió Susan, que apareció de la nada con Karolaine-. Y no me
sorprendería, que estuviera esperándote en el sofá de tu despacho sin nada de ropa.
-¡Susan!
-Exclamó avergonzada Karolaine.
-¡Qué! -Exclamó asustada-. A mi no me vengas con esas
bromas -Protestó Sabrina.
-Pero
mujer, estoy segura que con ese primer beso ya lo has...
-¡Susan!
-Chillaron Karolaine y Sabrina.
-Cállate
ya, quieres -Rió Marta-. Quiero ir a ver si tienes razón...
-¡Marta!
Parad ya con la broma -Se molestó un pelín-. Para vosotras es más fácil, por
que lo veis todo desde fuera.
-Amiga...Tú
te metiste en éste lío –Señaló Susan.
-Sí, pero
vosotras sois partícipe de que lo líe más aún –Inquirió entrecerrando la
mirada.
-Creo que
tiene razón -Sonrió Susan.
-Muy bien,
quiero que vengáis a comer ahora con nosotros dos. Quiero que compréis una
revista de novias, abajo en el kiosco...Mirad si os podéis escapar alguna un
momento -Dicho aquello, las tres amigas pusieron a reírse como locas.
Antes de abrir
la puerta de su despacho, cogió aire mientras se repetía mentalmente que Lucas
no se hallaría esperándola desnudo. Desde luego, sus amigas aún la ponían más nerviosa
de lo que ya estaba con todo aquel asunto. Entre abrió la puerta para mirar con
cierto miedo y reprenderse rápido. Lucas se encontraba en su escritorio,
escribiendo algo en un papel y con la ropa puesta. Las chicas la llevaban a un
límite que era innecesariamente.
-Bueno,
enseguida vienen a buscarnos –Habló nerviosa, mientras se acercaba y se situaba a
su lado-. ¿Cómo te ha ido el día hasta ahora?
-Como
siempre -sonrió mientras la miraba fijamente a los ojos-. Creo que tenemos algo
que hablar.
-¿Pues no
sé el que? –Soltó el aire contenido mientras proyectaba una falsa sonrisa.
-¿El
qué?-Rió sarcástico-. Que te parece como un anuncio de boda.
-Fue tú
madre, quien se lo soltó al periodista-Culpó de seguida a la otra mujer-. Y
como tú eres el que desea seguir con la bromita, pues pensé...Adelante.
La verdad,
es que la excusa era factible pensó Lucas. Pero no creía que lo fuera a llevar
tan lejos. Principalmente, siempre había sido él quien besara primero...
Pobrecilla, se pensaba que iba ganando.
-Entiendo
que a veces, mi madre suele ser muy persuasiva... Pero apoyarla plenamente en
ese tema. Me parece un poco precipitado.
-¿Qué te
ocurre? -Lo miró risueña-. Pareces asustado.
-La
verdad...No -Respondió totalmente seguro.
-¿Entonces?
-Lo miró extrañada-. Por fin, tu madre deja de hacer de casamentera. Y te dejan
en paz con tus indeseables mujeres... ¡OH, ya entiendo! Te acabas de dar cuenta
de que hechas todo aquello de menos.
-No-Respondió
con una enorme carcajada-. Es solo que me sabe mal por ti. Con una broma mía,
te metí en buen lío.
-Tranquilo,
ya no ocurre nada. Creo que ya me estoy acostumbrando a que me sigan los periodistas
–Disimuló alzándose de hombros para mostrarle cierta indiferencia.
-¿Pero te
acostumbras a mi madre? -Allí si que la miró intensamente, como intentando ver
muy afondo.
-Por
supuesto -respondió veloz y con total sinceridad-. La verdad, es que nos llevamos
increíblemente bien.
-Yo más
bien diría, que parecéis amigas de toda la vida –Dijo con una sonrisa en los
labios.
-OH, Lucas
-Se rió, mientras se alejaba de él y cogía su bolso del perchero-. Ya sé a
donde quieres llegar. Todo esto te da miedo, porque piensas que me pueda llegar
a ilusionar con todo lo que está ocurriendo. Y también crees que me será
difícil decirle a tu madre que todo esto ha sido una farsa.
-¿No te
asusta cuando llegue el momento, que tengamos que decirle a toda la gente que
no estamos juntos? –Entrecerró los ojos.
-Bueno...Sí,
que le temo un poquito. Pero espero poder solucionarlo todo de manera satisfactoria
contigo como apoyo –Confesó con cierta seguridad en la voz para que no viera
como deseaba gritar que aquello era una completa locura y no veía como y
cuando, ponerle fin aquel maldito embrollo.
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