jueves, 5 de julio de 2012

Doble Trampa 9



Silvia, colgó por décima tercera vez el teléfono con un fuerte estrépito. Estaba muy mosqueada, todas las treinta últimas llamadas eran periodistas que querían hablar con su jefe, o que querían sonsacarle información a ella de algo. Como no sabía nada y tenía permiso, les decía que no estaba cualificada para responder y colgaba. Y tampoco podía decirle nada, por que se encontraba manteniendo una conferencia importante por teléfono. Éste volvió a sonar. Alzando los ojos al cielo, pidió que fuera sobre algún asunto de su trabajo.

-¡No sé nada, lo siento! -Respondió un tanto agresiva y colgó-. ¡Pero qué diantres les ocurre!

-¿Silvia, qué ocurre? -Se acercó Lucas, que acababa de salir justamente en aquel preciso momento.


-Pensé, que tú me darías la respuesta -le pidió un tanto molesta-. Llevo media hora, atendiendo llamadas de periodistas y algunos son unos indeseables. Y eso, que solo son las tres de la tarde...-Lucas se extrañó. Algo debía de haber ocurrido-. Me preguntan por si la noticia es cierta y otros, solo quieren que les pase contigo. Te quieren ofrecer algo a cambio de la exclusiva.

-¿La noticia? -El teléfono volvió a sonar.

-¿Cosméticos Carpi, oficina de Lucas Carpi...-Dijo Silvia, conteniendo el aire-.En qué puedo ayudarle? -Al momento, le hizo señas a él. Volvían a ser periodistas.

-Pásamela a mí despacho  -Ordenó y salió corriendo hacía allí-. ¿Sí? -Cinco minutos después, colgaba el aparato sorprendido pero sonriendo.

Así que en Septiembre se casaba. Pero como podía ser su madre así, y desde luego estaba deseando ver que decía Sabrina, ante aquel anuncio. Una vez más, se volvía atar más fuerte a él sin darse cuenta. A quien le dijera, que todo aquello era una treta de su madre. No se lo creía. Soltó una fuerte carcajada. Quien iba a decirle, que aquel tropiezo iba a cambiarle tanto la vida. Por suerte, ya conocía el plan de sus dos chicas. Ahora, solo tenía que mover las piezas en la dirección correcta.

A las seis de la tarde, Thom llamó a su despacho. Entró con cuidado, no tenía ganas de que volvieran amenazarlo. Y allí se encontró a Sabrina, mirando pensativa por la ventana. Y ahora entendía porque no le cogía el teléfono, se encontraba descolgado.

-¿Puedo entrar ya? ¿Qué ocurría antes? ¿Estás bien, llevo intentando llamarte más de quince minutos? -Sabrina, se giró hacia él con una gran sonrisa en la cara-. ¿Es cierto, lo que he escuchado por ahí fuera?

-Sí -Tenía que disimular ante él-. ¿Querrás ser mi padrino?

-Eh...Mmm... Sí, claro -Estaba extrañado-. ¿Cuando a venido Lucas a pedírtelo? Sí, que lo tenías calladito...

-Oh -Sonrió nerviosa-, en verdad él no me lo ha pedido. Digamos que soy yo quien se lo ha pedido, y por medio de...

-Mi niña, yo más bien diría que lo estás obligando a casarse contigo –Expuso divertido.
-Digamos, que sí me quiere en su cama solo lo conseguirá de esa manera...

-¿Pero cuando vais a para con ésta guerra? No hay quien os comprenda. ¿Ahora mismo, vosotros dos qué tipo de relación tenéis? –Preguntó enfurruñado.

-Nada  -Se fue a sentar en su sillón, un poco bastante nerviosa-. Bueno, él sabe que me gusta físicamente...  –Estrujó sus manos con gesto nervioso mientras confesaba-. Pero ya sabes que no busco aventuras, y menos con él.

-Sabrina... –Volteó los ojos al cielo.

-Bien, que a la más mínima posibilidad él me besa –Replicó sabiendo que su jefe no estaba muy de acuerdo.

-Sabrina, por favor –Volvió a suplicarle con tono cariñoso.

-Así, que digamos que... –Lo fue ignorando.

-Estáis para que os encierren a los dos en un manicomio... -Soltó de repente enfadado-. No me gusta nada. Esto solo se trata de una puñetera lucha de sexo, entre vosotros dos.

-¿Cómo? –Frunció el ceño ofendida.

-Acaso me vais a negar, que esto parece una guerra para ver quien putea más al otro –Dijo con la vena del cuello un poco hinchada.

-No -Respondió con firmeza-. Yo diría, que quien tiene la culpa de esto eres tú.

Se levantó enfadada de su sillón, y apoyando  los brazos en el escritorio para inclinarse hacia él, ante el ataque verbal que se avecinaba.

-¡Qué!  -Exclamó molesto-. ¿Que yo recuerde, os habéis conocido solitos?

-Si te refresco la memoria, te hallaras a ti sonriendo como un estúpido y dándome el simpático consejo de que tuviera una libre aventura con él. Como es tú amigo... –Habló con cierto reproche en la voz.

-Por favor, eres muy joven y no hay nada de malo en enrollarte con alguien. Eso se hace desde hace tiempo, y no es pecado -Señaló con énfasis.

-Si tú no le hubieras permitido ese libre acceso a mí, tal vez ahora no estaría en ésta situación.

-Ni hablar, a mi no me cargues con el muerto -Se encaró con ella, bien enfadado-. Sabes que eso es cosa tuya y de él...

-Eso... –Fue hablar, pero nuevamente su jefe la interrumpió.

-¡Es así! -Gruñó-. Él te pincha, tú le quemas.

-Pero tú, seguiste con la bromita de que soy su novia delante de su madre -Lo acusó.

-Y tú también -Le replicó sulfurándose-. Maldita sea, admite que te encanta que te bese como se ve en las fotos y admite que te gusta.

-¡No! Él es un...

-Déjalo, hablar contigo en éste momento, es como hablar con una mula –La miró enfurruñado.

-No es eso –Protestó ante el carácter de él-. Es solo que esa pregunta, no pienso respondértela a ti.

-Pensé que éramos amigos –Alzó una ceja sorprendido.

-Y lo somos. Pero en éste punto, creo que estás más de parte suya que de la mía –Señaló con altanería.

-Pues no estoy con nadie, solo digo lo que veo –Apoyó las manos en la cintura-.  Que como sigáis así, la cosa va acabar muy mal.

-Lo siento, Thom. Pero no pienso parar yo –Dijo toda resuelta.

-Mira, hacer lo que queráis. Pero por cualquier cosa, sabes que puedes contar conmigo. Aunque digas todo lo contrario, pequeña.

Se fue, y Sabrina se quedó sola pensando otra vez. La noticia, saldría publicada al día siguiente. Pero por el momento estaba segura de que ya habrían llamado a Lucas, todos querrían saber detalles. Lo raro, es que no se hubiese presentado ya allí. Tenía que ser fuerte, ya había tomado la decisión. Ahora solo tenía que asustarlo un poco y ver como salía corriendo y ella quedarse con la victoria... Y con el corazón destrozado.

No lo entendía, eran las nueve de la noche y Lucas no había aparecido. O, estaba muy enfadado con ella, o se encontraba tramando alguna pequeña venganza. Mejor recogía y se marchaba para casa. Allí, sola sin nada que hacer, era perder el tiempo. Por mucho que quisiera, aquellas cuatro paredes no iban a protegerla de lo que había hecho. Además, se suponía que tendría que ser como un pulpo junto a Lucas, si quería que su plan saliera a la perfección. Apagó el ordenador y recogió sus pertenencias. Era mejor irse a casita y relajarse con una buena cena y película.

Al día siguiente, cerca de la hora de comer.

-Tú adonis, viene al ataque .Le comunicó Marta, por el intercomunicador.

Bien, era la hora de enfrentarse a lo que fuera. Pensó, mientras respiraba un poco profundamente para calmarse los nervios que llevaba encima, y que no paraba de decirse que no tenía motivos para tenerlos... ¿O sí? ¡Al cuerno! aún no se veía preparada... Se levantó corriendo de la silla y se fue a la puerta de su despacho. Si no calculaba mal, tenía tiempo para correr y meterse en una de las oficinas del pasillo y pasar desaparecida por un rato. Con los nervios de punta, abrió la puerta y miró. ¡Bien! Lucas, se había parado hablar con su amiga Marta. Agachándose un poco, corrió hacía la izquierda y se metió en la primera puerta que se encontró. Apoyando la frente contra la puerta, soltó un gran suspiro de alivio.

-Mmm...Ejem -Escuchó como alguien carraspeaba. Sobresaltada, se dio la vuelta para ser ella quien soltara la exclamación.
-¡Dios, perdón! -Había entrado en el servicio de caballeros... Tenía que haber ido hacia la derecha. Abrió la puerta y sin mirar a nadie de allí dentro, salió veloz al pasillo llevándose por delante a un chico cargado con un montón de carpetas. No, no podía sucederle aquello... El ruido de las carpetas al caer al suelo, hizo que bastante gente mirara hacia aquella dirección, incluyendo a su adonis.

¡Dios que horror! Colorada como estaba, pidió disculpas al joven y se puso a recoger el desastre que había ocasionado.

-Desde luego mi amor, un poco torpe sí que eres -Escuchó su burla, pero sin mirarlo aún-. Espero que sea eso, y no que intentes conquistarlo como hiciste conmigo. Y que el día que te dirijas a mí en el altar, no reluzca tu torpeza –Siguió con la broma.

Bien, tenía que actuar deprisa. Lo mejor, era representar el papel de novia empalagosa. Y comprobar si conseguía escaparse de ir hacia el altar. Solo tenía que calmarse un poco y no hacerle caso a las pullas que le lanzaba provocando que quisiera salir corriendo.

-¡Mi vida! -Exclamó, y como perfecta actriz se dio la vuelta y se lanzó a sus brazos-. Que gran sorpresa que hayas venido a verme -¡Bien por ella! Escondió la sonrisa que asomó a su cara, tras ver la expresión de Lucas. Se había quedado sin palabras ante aquel gesto. Ahora, el segundo tanto...-. ¿Que vienes para llevarme a comer? -Llevó sus manos a la nuca de él y seguidamente, atrapó sus labios de un sorprendido Lucas, en un dulce beso.-. Enseguida vamos, pero te molesta que vengan Marta, Susan y Karolaine...

-Mmm...Claro que no -Carraspeó un tanto incomodo-. Cuantos más seamos, mejor nos lo pasaremos.

-Bien -Sonrió, mientras le daba un nuevo roce a su boca-. Voy un momento a buscarlas. Puedes esperarme en mi despacho, no sé cuanto puedo tardar en reunirlas -Se acercó corriendo a Marta, que era a quien veía en aquel momento por allí-. ¿Dónde están Susan y Karolaine?

-Ni idea  -Sonriendo con malicia y mirando por encima de su cabeza le susurró-. ¿Dónde se encuentra él?

-En mi despacho –Le informó en un susurró nerviso.

-Y bastante sorprendido -rió-. Has estado genial.

-Ya lo creo -Interrumpió Susan, que apareció de la nada con Karolaine-. Y no me sorprendería, que estuviera esperándote en el sofá de tu despacho sin nada de ropa.

-¡Susan! -Exclamó avergonzada Karolaine.

-¡Qué!  -Exclamó asustada-. A mi no me vengas con esas bromas -Protestó Sabrina.

-Pero mujer, estoy segura que con ese primer beso ya lo has...

-¡Susan! -Chillaron Karolaine y Sabrina.

-Cállate ya, quieres -Rió Marta-. Quiero ir a ver si tienes razón...

-¡Marta! Parad ya con la broma -Se molestó un pelín-. Para vosotras es más fácil, por que lo veis todo desde fuera.

-Amiga...Tú te metiste en éste lío –Señaló Susan.

-Sí, pero vosotras sois partícipe de que lo líe más aún –Inquirió entrecerrando la mirada.

-Creo que tiene razón -Sonrió Susan.

-Muy bien, quiero que vengáis a comer ahora con nosotros dos. Quiero que compréis una revista de novias, abajo en el kiosco...Mirad si os podéis escapar alguna un momento -Dicho aquello, las tres amigas pusieron a reírse como locas.

Antes de abrir la puerta de su despacho, cogió aire mientras se repetía mentalmente que Lucas no se hallaría esperándola desnudo. Desde luego, sus amigas aún la ponían más nerviosa de lo que ya estaba con todo aquel asunto. Entre abrió la puerta para mirar con cierto  miedo y  reprenderse rápido. Lucas se encontraba en su escritorio, escribiendo algo en un papel y con la ropa puesta. Las chicas la llevaban a un límite que era innecesariamente.

-Bueno, enseguida vienen a buscarnos –Habló  nerviosa, mientras se acercaba y se situaba a su lado-. ¿Cómo te ha ido el día hasta ahora?

-Como siempre -sonrió mientras la miraba fijamente a los ojos-. Creo que tenemos algo que hablar.

-¿Pues no sé el que? –Soltó el aire contenido mientras proyectaba una falsa sonrisa.

-¿El qué?-Rió sarcástico-. Que te parece como un anuncio de boda.

-Fue tú madre, quien se lo soltó al periodista-Culpó de seguida a la otra mujer-. Y como tú eres el que desea seguir con la bromita, pues pensé...Adelante.

La verdad, es que la excusa era factible pensó Lucas. Pero no creía que lo fuera a llevar tan lejos. Principalmente, siempre había sido él quien besara primero... Pobrecilla, se pensaba que iba ganando.

-Entiendo que a veces, mi madre suele ser muy persuasiva... Pero apoyarla plenamente en ese tema. Me parece un poco precipitado.

-¿Qué te ocurre? -Lo miró risueña-. Pareces asustado.

-La verdad...No -Respondió totalmente seguro.

-¿Entonces? -Lo miró extrañada-. Por fin, tu madre deja de hacer de casamentera. Y te dejan en paz con tus indeseables mujeres... ¡OH, ya entiendo! Te acabas de dar cuenta de que hechas todo aquello de menos.

-No-Respondió con una enorme carcajada-. Es solo que me sabe mal por ti. Con una broma mía, te metí en buen lío.

-Tranquilo, ya no ocurre nada. Creo que ya me estoy acostumbrando a que me sigan los periodistas –Disimuló alzándose de hombros para mostrarle cierta indiferencia.

-¿Pero te acostumbras a mi madre? -Allí si que la miró intensamente, como intentando ver muy afondo.

-Por supuesto -respondió veloz y con total sinceridad-. La verdad, es que nos llevamos increíblemente bien.

-Yo más bien diría, que parecéis amigas de toda la vida –Dijo con una sonrisa en los labios.

-OH, Lucas -Se rió, mientras se alejaba de él y cogía su bolso del perchero-. Ya sé a donde quieres llegar. Todo esto te da miedo, porque piensas que me pueda llegar a ilusionar con todo lo que está ocurriendo. Y también crees que me será difícil decirle a tu madre que todo esto ha sido una farsa.

-¿No te asusta cuando llegue el momento, que tengamos que decirle a toda la gente que no estamos juntos? –Entrecerró los ojos.

-Bueno...Sí, que le temo un poquito. Pero espero poder solucionarlo todo de manera satisfactoria contigo como apoyo –Confesó con cierta seguridad en la voz para que no viera como deseaba gritar que aquello era una completa locura y no veía como y cuando, ponerle fin aquel maldito embrollo. 

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