jueves, 31 de mayo de 2012

Ocultándose Al Amor cp 11


Durante los primeros segundos, mantuvo sus ojos abiertos expectantes ante la sorpresa de aquel movimiento por parte de él. Después, la fuerza de aquella pasión la obligó a cerrarlos para sentir aquella caricia como debía. Jamás había sido besada. Pero ahora comprendía que existieran novelas románticas, donde se pudiera hablar de ello. Era una sensación maravillosa, arrolladora que te sumergía en un remolino de sensaciones que te recorrían todas las terminaciones nerviosas, haciéndote querer más. Concluyó mentalmente, levantando sus brazos hacia el hombre para poder envolverle también la cintura con cierta timidez.


Era completamente nueva en aquel terreno, a pesar de tener veinte y un años. Siempre había estado más pendiente de los coches y estudiar, que de los chicos que sus amigas invitaban cuando quedaban todos juntos. Vaya, su madre tenía al parecer algo de razón pero por nada lo reconocería delante suyo.

¿Todos los hombres besaban así de bien? Oh Santino lo hacía por la práctica cogida con sus fans. Siempre había observado en la pantalla, cuando éste finalizaba una carrera y acababa en el pódium besaba de forma fogosa ante las cámaras a la chica que había allí para darle lo que quisiera o en ocasiones el premio. Pero en aquel momento, los labios del hombre paraban aquel ímpetu para ir dando suaves besos con pequeñas pausas, como si estuviera dándole tiempo…

-Jaimie… -Susurró-. Abre tus labios para mí tesoro… -Le mordisqueó con suavidad el labio inferior-. Déjame besarte como ambos deseamos.

¿Pero qué diantres hacía dejándose llevar por el beso de Santino? Se suponía que tenía que alejarlo un poco de ella, para eso llevaba la insignia con el apellido de su padrastro. Confundirlo, alejarlo y comprobar lo que el destino le imponía. No que a la mínima oportunidad, le decía prácticamente que era suya. Tenía que parar aquello. ¡Pero ya!

-¡No! –Exclamó empujando al hombre con sus manos en el pecho.

-¿Qué? –La miró sin comprender con ojos cargados de deseo-. ¿Jaimie, qué te ocurre?

-¿Por qué hiciste eso? –Lo acusó enfadada.

-Creo que la respuesta es más que obvia –Señaló sonriente y dando un paso hacia ella.

-Pues obviamente yo no lo se –Respondió dando un paso atrás.

-Tú también lo sabes y yo también ahora –Dictaminó con severidad-. Es solo que aquí hay algo que no me cuadra –Frunció el ceño.

-Mira –Alzó las manos-, ya no se cuantas veces te lo habré dicho –Se alzó de hombros-. Pero andas todo el rato muy equivocado conmigo. Espero que no vuelva a repetirse éste asalto –Pidió intentando que no le temblara la voz al decir mentira de tal magnitud. Su cuerpo, aún temblaba por el beso pidiéndole que le diera más. ¿Sucedía aquello por un igual con todo aquel que te besara, o solo por ser tu media naranja?

-No se si podré darte mi palabra en eso –la miró a los ojos fijamente.

Estaba segura que intentaba escarbar en su interior, para rescatar una respuesta ante aquella confusión que llevaba encima el hombre.

-¿Cómo que no? –Lo miró con enfado, tensando la espalda al ver que daba un paso y le volvía agarrar la acreditación del recinto.

-Jaimie Pianott –Susurró soltando un profundo suspiro-. Si éste es tú nombre, creo que tenemos un gran problema.

-¿Qué? –Rió un tanto histérica por el miedo a ser descubierta.

-¡Por fin estas aquí! –Exclamó Henrí apareciendo allí y salvándola-. Pensé que dijiste, que me llamarías –La riñó con cariño y algo nervioso al ver allí al piloto muy cerca de ella.

-Creo que fue por mi culpa al entretenerla –Sonrió Santino.

-Ahora iba ha llamarte –Se acercó al hombre muy aliviada por su aparición-. Debo decir, que gracias a Santino no llegué aún más tarde.

-Menuda mala suerte que tuviste –Se compadeció su tío-. Pero llamé al dueño y le metí bronca por no llevar ninguna rueda de repuesto –Rió divertido-. Mañana vendrá a vernos con los mejores dulces de aquí, para pedir disculpas –Le guiñó un ojo, para después mirar al piloto agradecido-. Gracias por ayudarla –Le tendió la mano.

-Ha sido todo un placer –Confesó divertido, sabiendo que ella captaría el doble sentido a sus palabras.

-Bueno… -Exhaló aire Henrí-. ¿Nos vamos ha comer? –Sugirió pasándole un brazo por encima de los hombros-. Como tardemos un poco más, te juro que mí equipo se come la cocina entera –Bromeó llevándose a su sobrina-. Hasta luego Santino.

-Hasta luego –Sonrió con una mirada divertida, al saber que ella respiraba tranquila por ser salvada de él-. Nos vemos en el hotel.

-Adiós –Se despidió ella sin apenas mirarlo.

Unos minutos después, llegaba al aparcamiento del circuito para coger la moto y su tío el coche del hotel. Que tenía justo al lado de ella, por haber sido de los primeros en llegar.

-Será mejor que mires tú móvil –sugirió su tío, tras asegurarse que se hallaban solos allí-. Me han llamado tus padres, casi ladrándome porque no les respondías y por no decirles yo, que Santino se hallaba aquí.

-¿Me han llamado? –Frunció el ceño al tiempo que extraía el aparato del bolso-. ¡OH! –Exclamó sorprendida al hallar casi diez llamadas perdidas de los tres-. Y como no, mamá la que más –Se quejó en un lamento sabiendo lo que le esperaba-. Sería con el lío de la grúa que no me enteré.

-Llámalos de seguida –La apremió sonriendo-. Temo por mí pescuezo, como le diga a tú madre una vez más que no se porque no cogías el teléfono –Abrió la puerta del coche-. Y por cierto, ya me contarás que ha ocurrió con Santino. No parecía muy contento cuando llegué junto a vosotros.

-No le ha gustado mi nuevo apellido –Reveló sonrojándose un poco al recordar el beso que le había dado éste.

-¿Te ha dicho algo más? –Alzó una ceja al ver el sonrojo de la chica.

-Mmm… -Se puso aún más nerviosa-. Esto… -Miró hacia otro lado un momento.

-Que idiota –Rió el hombre-. Ya me contarás, se que debes estar muy confundida por su presencia aquí. Venga, vayamos ha comer y hablamos del Aston y horarios –Le guiñó un ojo antes de introducirse en el interior del vehículo.

¡Madre mía! Pensó conduciendo de camino al hotel bajo el caloroso sol. Era obvio, que la calma había tocado fin. Sino, que se lo preguntaran a su tensión arterial que seguro se hallaba por las nubes con el beso de Santino.

¿Le decía a su madre que había recibido su primer beso? Se preguntó girando a la izquierda en una avenida, siguiendo al coche que conducía Henrí. Mejor que no, pensó con cierto fastidio. No tenía quince años para ponerse hablar de ello, lástima que no tuviera a ninguna amiga cerca… Pero tampoco creía que fuera buena idea, pues tal vez se ponía en evidencia al confesar un hecho como aquel a sus veinte y un años. Si mal no recordaba, todas habían comentado sus aventuras en el instituto. Y por aquel entonces, a ella le daba igual. Renegaba del amor, resguardándose en el taller de su padre. En resumen, mejor guardarse aquella experiencia para ella misma. De seguro que su madre creía que se estaba rindiendo ante el amor, si le hablaba del beso. Pero es que resultaba un tanto frustrante, el no poder compartirlo con nadie. Y no creía que si tío se refiriera a algo como aquello, cuando le preguntó antes si había ocurrido algo. Conclusión, se lo comía ella solita.

Volvió a ponerse un poco nerviosa, cuando accedían por la rampa del parquin. No sabía si Santino se hallaría allí esperándolos. Y si era así, su tío no podía reaccionar mal. Era uno de los pilotos que estaba bajo su mando, y en teoría se había portado bien con ella. Fuese su destino, y que ella renegara por el momento de él, no implicaba a que el hombre fuera desagradable con el piloto.  ¡Y sí! Se hallaba allí en compañía de su amigo. Los dos estaban hablando, mientras Santino se bajaba del coche. Era obvio, que también había llegado al tiempo que ellos, aunque hubiera salido con unos minutos de diferencia.

Sin mirar en su dirección, dirigió la moto a su plaza libre, para bajarse veloz de ella y encaminarse hacia su tío, quien por suerte dejaba el coche justo en la entrada del parquin. Cerró y dándose cuenta de la situación, la abrazó y caminó con ella hacia el ascensor. Pero tuvieron que esperar a que bajara allí, dado que no quedaría nada bien el ir de repente por las escaleras de emergencia. Y sí, los atraparon. Quien saludó primero, fue su tío a los pilotos logrando que el compañero de Santino empezara una charla con él, dejando en segundo plano al otro piloto que simulaba escuchar, pero que no dejaba de sonreír al ver como ella no apartaba la mirada del panel informativo que había a un lado de la pared del ascensor.
Subieron los cuatro solos, con Sandro y Henrí charlando sobre el circuito. Ella, había sacado como excusa el móvil del bolso y miraba los mensajes antiguos, para no tener que mirarlo a él. Pero de repente, es como si el amigo de Santino se diera cuenta de su presencia en aquel cubículo.

-¡Ey, sirenita! –Llamó su atención riéndose-. ¿No volviste a tener ningún tropiezo?

-Yo… -Se sonrojó completamente al ver a su tío mirar de uno a otro completamente confundido de que ya lo conociera-. No…

-¿Tropiezo? –Se interesó Henrí.

-Santino se tiró en el día de ayer con la ropa puesta a la piscina del hotel, al ver que ella se cayó dentro del agua y tardaba en salir –Informó con humor consiguiendo que su tío abriera los ojos alarmado y Santino soltara una sonora carcajada al ver el apuro de la chica-. Creo que mi compañero lamentó no poder darle el beso de la vida a ésta bella sirenita–Guiñó un ojo en broma.

-¿Cómo no eh sido informado de ese pequeño accidente Jaimie?  -Se giró a ella con mirada acusadora y completamente confundido-. Por cierto… ¿Cuántos rescates llevas ya? –Se dirigió al piloto con humor y moviendo la cabeza en gesto negativo.

-¡Henrí! –Protestó ella indignada y completamente abochornada.

-Con el rescate de hoy, van tres… -Respondió Santino con brillo divertido en la mirada, en el momento que las puertas del elevador se abrían en recepción y caminaban todos hacía allí, para hacer entrega de las llaves de los vehículos.

-¿Hoy hubo otro rescate? –Alzó divertido Sandro una ceja, y mirando de forma especuladora a su amigo.

Gesto, que no le pasó a ella para nada desadvertido. Aquello se estaba volviendo peligroso, mejor hacía algo.

-Creo que voy a tardar un poco en ir a comer –Se giró hacia su tío-. Quiero darme antes una ducha y hacer las llamadas por teléfono.

-Mmm… -El hombre captó que lo hacía para evitar que se sentaran con ellos ha comer-. Me parece bien, luego te llamo yo y te comento mis planes para el resto del día –Sugirió.

-De acuerdo, si no me ves aparecer en el restaurante es que me entretuvieron más de la cuenta –Hizo una mueca, dejándole las llaves de la moto para que las entregara él y así poder marcharse dirección a su dormitorio, lejos de Santino-. Hasta luego –Se despidió de todos sin detenerse a mirar la expresión de los dos pilotos.

Tras haber caminado de forma apresurada por los pasillos, llegó a su dormitorio entrando veloz para cerrar la puerta tras de sí, sin fijarse si él venía tras ella. Le daba igual, solo quería poner la barrera de las cuatro paredes entre ellos dos. Y lo había logrado, respiró profundamente mirando la apetecible cama. 

4 comentarios:

  1. Oh oh, se le empiezan a cerrar las puertas a esta niña jejeje.. my buen capo brujisss

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  2. Se está poniendo interesante, sip Santino tenemos un problema, pero un apellido diferente no es nada, t{u siguela besando y ya.....
    Quiero más, la regla de un capi por semana no me gusta!!!!

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  3. ¡¡No tiene oportunidad ninguna de escapar!! jiji

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  4. si por fin la beso ya era hora y no me habia dado cuenta de cuantas veces la habia salvado va a romper recor, ya las extrañaba espero pasar mas seguido por aqui les mando muchos besos y apoyo a nata por lo menos un capitulo por semana

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