lunes, 30 de abril de 2012

Pequeña Leona, 4° capítulo



Leonora se subió al lujoso auto de su jefe, puso su cartera sobre su falda y se aferró a ella como si fuera un escudo.
-Tranquila, Leoncito, soy bueno conduciendo. A ver, ven aquí...-dijo  Bastian e inclinándose sobre ella le colocó el cinturón de seguridad.
-¡Ehh...!- exclamó ella desconcertada antes de darse cuenta cuál era la intención de su jefe. Cuando le abrochó el cinturón, ella se sonrojó avergonzada. Bastian Cavendish bromeaba con ella, pero jamás había demostrado tener alguna mala intención.
-Ahora quédate en silencio y sé buena niña o podría desconcentrarme – le dijo guiñándole un ojo y arrancó el vehículo. Veinte minutos después, estaban en la zona céntrica donde se ubicaban las tiendas más exclusivas.

-Buscaremos algo para ti primero – declaró él una vez que bajaron del auto y se dirigió hacia una carísima boutique.
-Un momento...-dijo Leonora y lo agarró de un brazo.
-¿Sí?
-No necesito ropa – dijo ella y él le echó una mirada que la hizo ser extremadamente consciente del estado de sus prendas, llevaba un pantalón de vestir oscuro y un sweater de hilo gris, las dos cosas tenían bastante uso, eran un conjunto elegante pero distaban de estar a la última moda.
-Una mujer siempre necesita ropa...- la contradijo.
-No soy una mujer- dijo ella y en seguida notó el sinsentido de lo que acababa de decir.
-¿No? – preguntó él levantando la ceja en un gesto divertido.
-Lo que quiero decir es que soy su secretaria, jamás dejaría que usted me comprara ropa. No es decente.
-No creo que sea  gran cosa, compro ropa para mujeres usualmente...
-A eso me refiero, no es decente. Y tampoco debería gastar así su dinero, es un despilfarro – protestó ella.
-¿Te preocupas por mi promiscua vida o por mi cuenta bancaria, Leoncito?
-Yo, sólo digo lo que me parece adecuado. Y si vinimos a comprar ropa para mí, podemos volver ya mismo a la oficina.
-No, si no quieres, allá tú, estás perdiendo una buena oportunidad. Aún así vamos a comprar para mí – dijo y cambió de dirección para caminar hacia las tiendas de ropa de hombre.
Entraron a uno de los negocios e inmediatamente una vendedora se acercó a ellos.
-¿En qué puedo ayudarlos? – preguntó solícita.
-Quisiera ver unas camisas, es que ella siempre tiene problemas con mis botones...- dijo él con una sonrisa y sus palabra parecieron implicar más de lo que en verdad decía, la empleada sonrió divertida por el comentario y Leonora frunció el ceño.
-¿Alguna preferencia?- preguntó la mujer.
-No, sólo tráeme los últimos modelos y vemos – dijo él y la chica se retiró.
-No debió decir eso de los botones, sonó como si ...como si...- lo reprendió Leo.
-¿Cómo si...? Estás muy poco expresiva hoy, también parece que estás pensando demasiado. Yo sólo dije la verdad, ¿acaso no te quejaste de que mi botón estaba descosido? Querías que  estuviera presentable...bueno, sólo  estoy haciéndote caso – le dijo pareciendo totalmente inocente y ella no pudo replicar nada.
Un instante después la vendedora llegó trayendo las camisas. Bastian escogió tres y le pidió a Leonora que esperara mientras se las probaba.
-Quiero que me des tu opinión – le dijo él con tono seductor sólo para provocarla pues la vendedora estaba muy atenta.
-Si son de su talle y tienen los botones bien cosidos, es suficiente. No creo que necesite que yo dé opinión.- aseveró Leonora.
-Claro que sí, quiero saber si combinan con mis ojos, si parezco un ejecutivo confiable y hábil, ya sabes...- le dijo y ella revoleó la mirada en respuesta.
Leonora debió esperar que se probara cada una de las camisas y  darle su opinión.
-¿Te gusta más ésta o la azul? – preguntó él mientras se pavoneaba frente a ella con una camisa gris.
-Ésa está bien.
-¿En serio? ¿ Me queda bien?
-Sí, definitivamente.
-¿La llevo  o sigo probándome?
-Lleve ésa, casi lo hace parecer inteligente – dijo exasperada y él largó la carcajada. Finalmente compró tres camisas, Leonora se sentía aliviada pero al salir él fue hacia otra tienda.
-¿Y ahora qué?- le preguntó.
-Oye , Leoncito...recién comenzamos, ¿es que nunca has salido de compras?
-No de esta forma – dijo ella y por el tono que usó lo hizo sonar como algo muy malo, casi despreciable.
-Bien, vamos hacia allá, es una de mis tiendas favoritas, diseños exclusivos...
-¿En serio necesita más ropa?
-Sin dudas – respondió él y la arrastró consigo.
La tienda era verdaderamente lujosa, exhumaba estilo y buen gusto, Leonora imaginó que cada prenda de allí equivalía a lo que ella gastaba en comestibles durante un mes.
Una atractiva mujer de unos cuarenta y cinco años salió a recibirlos, por lo visto eran viejos conocidos, porque fue muy efusiva.
-¡Bas querido, qué gusto tenerte por aquí!- exclamó abrazando a su Jefe.
-Sabes que amo tu ropa querida Violet.- respondió él besándole la mejilla.
-¿Y a quién tenemos aquí? ¿Quién eres tú? – preguntó a Leo.
-Mi leoncito..- contestó Bastian
-Su secretaria- dijo Leonora al mismo tiempo y la mujer rió encantada.
-¡Vaya! Esto es interesante...Bueno, querido, ¿quieres algo en particular?
-Mmm...empecemos con unas camisas ....- dijo él y la mujer asintió.
-¡Pero si acaba de comprar!- interrumpió Leonora.
- No es lo mismo, las camisas de aquí son especiales. Y también unos trajes y algo de ropa casual – agregó él ignorándola.
-¡Cielos! – se quejó Leonora.
-Vengan por aquí – dijo la mujer y ambos la siguieron.
Llegaron al sector VIP de la tienda, había probadores, cómodos sillones y mesas ratonas con aperitivos, inmediatamente aparecieron un par de vendedoras cargando diversas prendas.
-Leoncito, ponte cómoda. Violet, sírvele algo, por favor...que voy a demorarme un poco- dijo él con una sonrisa encantadora.
-Claro, siéntate querida – dijo la mujer y Leonora se dejó caer con muy poca gracia sobre uno  de los sillones, enseguida le trajeron una bandeja con té y masas.
Unos minutos después, Bastian salió del probador con una camisa blanca desabrochada y sosteniendo otra en la mano. Leo se sonrojó levemente, imaginó lo que pensaban la dueña y las empleadas de aquella situación, sin mencionar que el torso musculoso de su Jefe era bastante impresionante pero también una imagen que no deseaba conservar en su mente.
-¿Cuál te gusta más ésta o ésta? – preguntó él señalando la que tenía puesta y la que llevaba en la mano.
-¡Son camisas blancas, son iguales!- protestó ella.
-Claro que no, los detalles son diferentes, tienes que ser más observadora, Leoncito. Los detalles lo cambian todo.- la reprendió con suavidad y ella murmuró por lo bajo.
-Es a usted a quien tiene que gustarle...vaya a cambiarse, abrocharse la camisa o lo que sea...
-Ups, lo siento. Voy a probarme otra...
Quince minutos después, Leonora sintió que las masas se le estaban atragantando, ya estaba cansada y su jefe seguía probándose ropa, había terminado con las camisas y ahora se probaba trajes.
-¿Qué tal éste? – preguntó vistiendo un traje negro.
-Bien, le queda bien – dijo ella y la verdad era que el hombre se veía impresionante. Ahora Leonora entendía la diferencia de una prenda de calidad, el traje tenía un corte impecable que se ajustaba perfectamente al cuerpo de Cavendish.
-Leoncito, trata de poner un poco de entusiasmo, si no lo haces demoraremos más, soy muy indeciso..
-¡Sí, claro!
-Sólo pido un poco de colaboración.
-Ya dije que le quedaba bien, ese traje es perfecto.
-De acuerdo, busquemos algún otro- dijo volviendo a entrar al probador. Y la chica se agarró la cabeza. Aunque se dio cuenta que él sólo se lo estaba poniendo más difícil, si ella colaboraba un poco ,tal vez podrían acabar con aquel tortuoso día de compras.
Se acomodó en el sillón, ya no sabía como cruzar sus piernas y se preparó para jugar a ser Richard Gere en Mujer Bonita, si Bastian Cavendish quería entusiasmo, eso iba a tener.
Él salió vistiendo un traje marrón y ella agitó la cabeza.
-¿No?- preguntó dudoso.
-No, el color no le queda.
-Lástima, ¿qué sugieres?- preguntó divertido.
-Mmmm...gris, algo en tono natural y azul oscuro, tal vez algo con rayitas finas y chalecos...- dijo pensando que iría buen con la figura esbelta y musculosa de él.
-Bien, a tus órdenes- dijo y siguió probándose mientras Leonora le daba un sinfín de indicaciones y cada tanto criticaba sus atuendos.
Cuando salió luciendo un traje blanco con camisa negra, ella se rió.
-Parece un mafioso – le dijo.
-¿Y eso es un sí o un no?
-Definitivamente un no.
Antes de darse cuenta, la chica notó que se estaba divirtiendo. Cuando él comenzó con la ropa informal, ella estaba sentada en el suelo y se limitaba a darle la señal del OK o a bajarle el dedo. Finalmente Bastian se probó algunos suéteres  y unas chaquetas, incluida una de cuero que lo hacía ver como un motociclista rebelde.
-Ésa es perfecta para usted...
-¿Para la oficina? – preguntó provocándola.
-No, para cuando lo echen de ella..
-Entonces qué te parece si vamos a comprarme una motocicleta a juego – dijo él y ella puso cara de espanto hasta darse cuenta que era una broma.
Por fin terminó y las empleadas acumularon un montón de prendas que él había elegido, Bastian y Leonora se despidieron de Violet y se dirigieron a la caja a pagar.
- Ella paga – dijo Bastian señalando a Leonora y la chica abrió los ojos asombrada.
La empleada dijo la cifra y Leo se espantó aún más, era demasiado dinero.
-Vamos, cariño, ¿no dijiste que ibas a comprarme algo por lo bueno que soy? - preguntó él y ella le dio un codazo, avergonzada por las risitas de las empleadas.
-Bueno, valía la pena intentarlo – dijo él y le alcanzó a la empleada su tarjeta platino.
-Usted no tiene vergüenza- lo reprendió Leonora.
-El probador...tal vez me la olvidé allí.-le respondió divertido y ella lo miró furiosa, luego Bastian pidió que le enviaran la ropa a su casa y se marcharon.
Pasaron por un par de tiendas más y también compraron algunos zapatos. Cuando terminaron y volvieron al auto, Leonora lo miró seria.
-¿En serio necesitaba tanta ropa? Es un desperdicio de dinero...¿tenía que hacerlo?
-Claro que sí, los chismes corren rápido, imagina la cara que pondrán mis hermanos cuando les digan que me he pasado el día gastando sumas absurdas de dinero en ropa...- dijo él divertido, pero en su tono de voz había otra cosa, algo que Leonora no supo descifrar pero que la inquietó.
Por lo visto su Jefe no había estado gastando dinero porque sí, no se trataba de un niño caprichoso dándose los gustos, sino que era parte de algún plan mucho más complejo. Ella lo miró de reojo, y por primera vez se preguntó si Bastian Cavendish ocultaba más de los que mostraba.

6 comentarios:

  1. "Mi leoncito" awwwww es un dulce, pero a ella la entiendo también... Y a quien me imagino protagonizando esta historia??? Bueno sis, no me decido aun, pero si tengo imagenes en mi cabeza jajajaa... tu a kien?

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    1. A mi no se me ocurre, tú fuiste la de la idea, jajaj

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  2. Interesante, ya empieza a mostrar su lado más atractivo. La inteligencia!!!!

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  3. Me gustó mucho! Y me he reído mucho, sobretodo me encantó la parte de "Casi lo hace ver inteligente", cuantas veces me he mordido la lengua para no decir eso mismo xD me encanta su sinceridad jajaja. Esperando el siguiente...

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  4. Uy, se acabó mi receso. Llegué hasta el cap 4, jaja. Me encanta como se divierte con ella. Son un contrapunto perfecto. Supongo que llegarán a equilibrarse. Interesante. Seguiré leyendo. Felicidades Nata

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