Pero tampoco podía estar el resto del día escondiéndose por las esquinas. Sabía que tarde o temprano, trataría cara a cara con él. Oh no, según los pilotos que pusieran a su disposición. Aún tenía una mínima posibilidad de poder librarse de tener un trato directo y diario con él. Y solo sería de vista. Ahora, solo esperaba que cuando se vieran cara a cara, no la reconociera. Que también era difícil, pues llevaba el casco de la moto... Pero ya no sabía que pensar, pues nada estaba yendo como tenía planeado.
En un último momento, decidió ir por la zona de la piscina. Sabía de sobras que a la hora de comer, se hallaría completamente solitaria. Es por ello, que había ido aquella mañana en busca de una librería que tuviera alguna novela en inglés o francés. Quería poder disfrutar de ella, tumbada en una cómoda tumbona en sus ratos libres y también, cogería un fabuloso bronceado.
El que anduviera un poco sumergida en sus cavilaciones, no le fue ningún impedimento para que notara la presencia de dos personas que iban en dirección hacia ella. Alzó la mirada, para detener sus pasos presa de terror. ¡Era Santino y su compañero! Los dos iban enfrascados en una conversación que aún no habían reparado en su presencia. ¡Pero lo harían! Pasarían uno al lado del otro, separados por apenas medio metro a lo sumo. Y es cuando notarían que ella estaba allí. ¿Qué podía hacer? Sí salía corriendo, también llamaría la atención. Por favor, comenzaba a notar sus pulsaciones más aceleradas de lo acostumbrado. Volvía a sentir lo mismo que sintió antes en el semáforo. ¡No estaba preparada! No, aún no había aceptado que el destino le hiciera aquello... Miró a su alrededor, comprendiendo que solo quedaba una opción. No le gustaba mucho ciertamente, pensó con cierto fastidio al tiempo que se lanzaba sin pensárselo dos veces al agua completamente vestida y rezando, por que diera resultado aquella idiotez.
Un movimiento enfrente de él
captó toda su atención justo a tiempo de poder ver como el cuerpo de una joven
caía dentro del agua. Eso, en el recinto de una piscina no era extraño. Pero
no, si la persona en cuestión lo hacía con la ropa y zapatos puestos. Y lo
curioso, aquel cosquilleo que sintió por su cuerpo al ver aquel cuerpo, aquel
cabello… Ni dos segundos tardó en dejar a su compañero y amigo con la palabra
en la boca al trotar hacia el borde del agua y lanzarse de cabeza tras haberse
quitado los zapatos.
Unos fuertes brazos masculinos
alrededor de su cintura la impulsaban ha salir hacia la superficie, y fue lo
que la obligó a soltarse del fondo de la escalerilla. Después, se encontró
izada con poca delicadeza por otros brazos masculinos.
-La tengo… -Señaló Sandro con
cierta preocupación y asombro en la voz-. ¿Qué ha ocurrido? ¿Un desmayo por el
calor? –Preguntó tumbándola en el suelo sin fijarse si estaba consciente, solo
observaba a su amigo-. No se dar el beso de la vida. ¿Tú sí?
-¡No hace falta! –Respondió con
cierta brusquedad utilizando algo de italiano que sabía y luchando por zafarse
de los brazos de él, callándose veloz al apartarse el cabello de los ojos que
se le había soltado de la trenza, para toparse con la mirada curiosa de
Santino. ¡Dios que ojazos! Gimió para sí misma, al verlo allí apenas a menos de
medio metro y completamente empapado.
-Disculpa, pensé que te habías
desmayado –Se disculpó Sandro un tanto confundido, al ver como Santino mostraba
una sonrisa en su cara. Allí ocurría algo y se lo estaba perdiendo.
-Hola de nuevo –Habló Santino-.
¿Siempre tienes estos impulsos suicidas? –Preguntó divertido y alzando una
ceja.
-Resulta que me resbalé –Mintió
empleando un tono tosco-. Y que yo sepa, no le conozco de anteriormente para
que señale una barbaridad como esa –Se puso en pie-. Pero de todos modos,
gracias por lanzarse a mi rescate.
-No hay de qué –Se puso también
en pie extendiendo su mano-. Me llamo Santino, soy el que provocó tu anterior
intento de suicidio con la moto.
-Mucho gusto –Ignoró su mano. No
podía arriesgarse a tocarlo. ¿Y si sentían alguna cosa extraña por ello? Ya no
se fiaba para nada del poder de aquellas malditas cartas doradas-. Pero creo
que se confunde con otra persona –Señaló algo nerviosa y alejándose.- Hasta
luego –Se despidió con un movimiento de cabeza, para volver tras sus pasos y
poder cambiarse de ropa.
-¿Debo suponer que esa insistencia, es debido a que es la chica en cuestión? –Preguntó un Sandro
divertido ante lo que había ocurrido allí-. No es por nada, pero es la primera
vez que veo que te rechacen.
-Sí, es ella… -Se quedó mirando
por donde ella había desaparecido-. Mi chica de la moto.
-La que crees que es tu media
naranja –Indicó pensativo-. No es por llevarte la contraria –Soltó un profundo
suspiro-. Pero no es que estuviera muy encandilada por tu masculinidad… Bueno…
-Carraspeó un poco-. Se supone, que se nota cuando encuentras a la persona que
ha grabado la carta para ti…
-Y es lo que sentí hoy, Sandro
–Lo interrumpió con buen humor-. Todo a su tiempo. Hay esperanzas… -Le palmeó
la espalda-. No viste que ni me rozó la mano, ni dijo su nombre…
-Yo no entiendo nada, espero que
tu si… –Se alzó de hombros el hombre-.
Solo se que tengo hambre y tu estas empapadado, con ganas de ir tras ella…
-Rió.
-No creo que le haga mucha gracia
–Volvió a reírse-. Si resulta ser ella, no niego que el destino ha tenido buen
gusto para ti. ¿Pero creí que era francesa?
-¿No notaste cierto acento en su
italiano? –Guiñó un ojo Santino, emprendiendo la marcha con un silbido alegre
hacia su dormitorio para cambiarse la muda que llevaba.
Sus pulsaciones ya no silbaban en
sus oídos. Ella estaba bien, iba de camino a su dormitorio sin daño alguno.
Iban dos veces ya, que en el mismo día le había exaltado el corazón. Y dos
veces que huía de él… Quizás resultaba ser una joven de carácter tímido.
Tampoco la veía muy mayor. ¿Cuántos años tendría? Como mucho le ponía unos
veinte cinco. Sonrió un poco al volver a
recordar todo lo sucedido, tras ver como algo había caído al agua. Algo había
sentido en su interior, presenciando que era ella… Y muerto de miedo se había
lanzado al agua, para observar con cierta rapidez que ella se hallaba bien
quietecita en el fondo de la piscina. ¿Se había lanzado al agua para no ser
vista?
Todo aquello era un poco extraño,
no lo negaba. Y no pensaba contarle mucho a su amigo. Lo único que lograría con
ello, sería volverse más loco. Tenía que averiguar muchas cosas de por que
aquella actitud. La reacción de su cuerpo, le decía que tenía razón. Aquella
bella joven, significaba algo para él. Solo que por el momento resultaba ser todo un poco rehuidizo.
Me encantó, menos mal que subiste algo de esta historia...jajaj, muy bueno lo de la piscina. QUe se deje de hacer locuras y se le eche en los brazos a Santino...es raro encontrar a tu destino!!!
ResponderEliminarEl beso de la vida? así le llaman alla?? Yo necesito uno de vez en cuando jajaja... muy bueno E.J
ResponderEliminarAjaaaaaaaaaaaaaa me encanto el rescate que horror la descubrio que se estaba escondiendo jajaja me encanto esa parte.
ResponderEliminartambien me´dio risa eso del beso de la vida ¿por que huyes chica no, lo hagas.
ResponderEliminarMuchas gracias por decirme que os gustó el capitulo!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
EliminarSe le llama respiración artificial, pero se suele adornar como beso de la vida. Me hizo gracia emplearlo así.. jejeje
Prometo subir más, y que se resista??? no lo veo muy claro aún .. jejeje