jueves, 22 de marzo de 2012

Amor oculto 3° parte


Luego de saludarse, Sean se agachó para recuperar su mochila y Finn se dio cuenta de que cojeaba un poco, por lo visto se había lastimado la pierna en la pelea.
-Vamos, te llevo a tu casa – le dijo al chico.
-No es necesario...
- Te ves bastante mal como para andar caminando, sin mencionar tu ropa...y los golpes. ¿Desconfías de mí?
-Se supone que no me vaya con desconocidos...-contestó el joven haciéndolo sonar como broma, pero se notaba que no lo era del todo.
-Ya nos presentamos, así que supongo que no somos extraños, y te doy mi palabra que soy un buen tipo – dijo Finn y Sean sonrió.
-Te creo.
-Vamos, entonces – insistió y  le señaló el auto. Sean asintió y subió.

-Gracias...
-Dime por donde y no me des nombres de calle, soy nuevo en la ciudad...-le dijo Finn y el joven rió. Le dio las instrucciones y fueron charlando sobre la ciudad y cosas varias.
-¿Me veo muy mal? – preguntó Sean de pronto y Finn lo miró. Tenía el cabello revuelto, la ropa desastrosa, pero lo peor era que su cara  estaba enrojecida  e hinchada, incluso un ojo lo tenía casi cerrado lo que lo desfiguraba bastante.
-Como si acabaras de pelearte con tres más grandes que tú...¿duele?
-No es eso, es que no quiero que mi madre se asuste mucho.
-Bueno, creo que  no podrás evitar esa parte- comentó y el chico hizo un sonido similar a un bufido.
-¿Será tan malo?
-No...pero tampoco será divertido – contestó haciendo alusión a lo que le esperaba en casa.
-Yo peleaba bastante cuando estaba en la escuela...
-¿Y te reprendían en tu casa?
-No, en general a nadie le importaba lo suficiente como para reprenderme, ¿tú haces esto muy seguido? Porque aunque estabas en desventaja, eres bueno peleando.- comentó el hombre.
-No, ya no. Peleaba mucho cuando era más chico. Aunque , en realidad, yo no las iniciaba, sólo era defensa.
-¿También por defender el honor de una chica?
-Algo así...- respondió el chico y lo dejó intrigado.
-Así que tu estilo es ser caballero andante, ¿eh?- le soltó en broma y el chico rió.
-No lo busco, a veces sucede. Y dime te está gustando nuestra ciudad.
-Sí, es un lindo lugar y he encontrado gente muy interesante.- respondió Finn y la imagen de la mujer de la inmobiliaria volvió a su mente- ¿Tú naciste aquí? – preguntó para despejarse del recuerdo.
-No, nos mudamos aquí cuando yo tenía unos ocho años, pero me acostumbré rápido y ahora es mi lugar en el mundo. Me gusta mucho, es tranquilo y la gente es buena, en general, quiero  decir estúpidos como los que me topé hoy hay en  todos lados...pero la mayoría de la gente de aquí es amable, va a gustarte  vivir en nuestra ciudad, ya verás.
-Sí, también yo tengo esa sensación.
-Aquí, gira a la izquierda, la segunda casa –indicó Sean y Finn siguió sus indicaciones. Un par de minutos después se detuvo frente al jardín de una pequeña casa color crema.
-Llegamos.
-Oh, está en casa. Gracias por traerme – contestó el muchacho, tomó su mochila y bajó del auto. Finn lo oyó tomar aire y sonrió, por lo visto al caballero andante no lo asustaba enfrentarse con varios por una causa que creía justa pero si temía  a la reprimenda de sus padres. Se bajó y alcanzó al chico que caminaba por la entrada como quien va al matadero.
-Te acompaño, por si tienes que explicar lo que sucedió..
-No es necesario.
-Seré la fuerza de apoyo, sólo por si acaso – insistió y cuando Sean introdujo la llave para abrir la puerta, ésta se abrió y apareció su madre.
-¡¡Sean, qué te pasó!! – exclamó Ana asustada, había sentido el ruido de la llave queriendo entrar en la cerradura y al abrir de la puerta había visto a su hijo, o a alguien muy parecido porque tenía la cara hinchada ,golpeada y el pelo revuelto.
-Sólo intentó defender a alguien...-explicó una voz a espaldas del muchacho que estaba mudo, y entonces, con horror , Ana descubrió que Finn estaba  allí.
-¿Qué hace aquí? – preguntó casi sin poder hablar, no podía ser que él hubiera descubierto la verdad, no debía ser.
-Me peleé con unos chicos en la calle y él me ayudó, me trajo a casa también.- intervino Sean.
-Entra, ahora mismo – ordenó empujando a su hijo al interior de la vivienda.
-¿Es su madre? – preguntó Finn asombrado, no había esperado que la madre del chico fuera la mujer en la que había estado pensando todo el día. Ella no tenía edad para ser madre de un adolescente.
-Sí, muchas gracias por ayudarlo. Hasta luego – dijo Ana y para sorpresa del hombre le cerró la puerta en la cara.
-¡¡Mamá!!, él me ayudó y fue muy agradable, ¿no podías ser más educada? – protestó Sean.
- Siéntate Sean , tú y yo vamos a hablar – dijo aparentemente enfadada aunque lo que realmente sentía era miedo, mucho miedo.

Finn se quedó parado frente a la puerta unos instantes, le estaba costando reaccionar, por lo visto su primera impresión de que no le agradaba a aquella mujer había sido certera, pues acababa de echarlo de su casa, más o menos.
Aunque le dio el beneficio de la duda, tal vez sólo estaba alterada por ver llegar a su hijo en aquel estado. “Hijo” se repitió mentalmente y suspiró, no había esperado que estuviera casada y fuera madre, tampoco había imaginado que  su segundo encuentro sería de esa forma.
Sonrió resignado y se marchó hacia su auto.

-Cuéntame qué pasó – le dijo Ana a su hijo mientras le curaba las heridas.
-Ya te conté, salí de la escuela y vi como molestaban a una chica, fui a ayudarla, ella pudo irse tranquila y yo terminé peleando con los tres ¡DUELEEE!
-  Te aguantas.¿Qué te he dicho de pelear?
-Que no lo haga, pero también me has enseñado a reaccionar ante lo que me parece una injusticia. Y tú odias que maltraten a la gente, eso lo saqué de ti – comentó intentando ganarse el favor de su madre con una sonrisa pero ella lo miró enfadada.
-¿Y ese hombre?
-¿Finn? – preguntó él y Ana sintió que se le quitaba el aire al oír a su hijo pronunciar el nombre del padre.
-Llegó en mi peor momento, se acercó y ahuyentó a los queme golpeaban y al ver mi estado se ofreció a traerme...
-¿Nada más?
-Nada más, mamá. Es un buen tipo...¿y tú de dónde lo conoces? Porque lo conocías, ¿verdad?
-Es un cliente de la inmobiliaria..
-Ahhhh...hablando de eso, ¿por qué estás en casa y no fuiste a trabajar?
-Para atrapar a mi hijo metiéndose en problemas –
-Mamá....
-No me sentía bien y quise descansar.
-¡¿Estás enferma?!
-De preocupación....No, no estoy enferma, sólo cansada. No te preocupes y ahora ve a darte un baño y cambiarte de ropa.
-Está bien, lamento haberte preocupado...
-Sean...
-¿Sí?
-No te acerques a ese hombre.
-¿Por qué? Me ayudóy parece un buen tipo, va a vivir en la ciudad así que seguramente  me lo cruzaré de nuevo. Me cayó muy bien...
-Aléjate de él, es un extraño.
-Ya no soy un niño.
-Eres mi niño, ve a bañarte –  le ordenó.

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