viernes, 24 de febrero de 2012

Pequeño Cuento; Aprendiendo A Seducir. Parte XVII

Por la hora que era, no creía que Donovan apareciera por allí. Por lo tanto, iba a escabullirse por unos minutos ahora en la distracción de todos. Tenía que recuperar lo que era suyo. Pues estaba segura, que podía estar encerrado allí. Salió del despacho y subió de forma sigilosa y veloz las escaleras, hacia el dormitorio del señor de la casa.
La habitación se encontraba en penumbra, al haber dejado él las persianas medio bajadas. Aquello le facilitaba la tarea de tener que ir a  escondidas por si alguien la veía desde fuera. Miró a su alrededor,  estudiándola por primera vez con calma. Deteniéndose un poco más en el gran lecho que dominaba el lado derecho del dormitorio. Recordando lo cómodo que era del otro día, cuando estaba tumbada bajo el cuerpo de Donovan. Y aún recordaba su reacción ante ella al alejarse…  Pero no era el momento de perder tiempo con aquello. Era el momento de rebuscar, como él hizo aquella mañana en el despacho de su casa al robarle por primera vez el muñeco. Solo esperaba que no lo hubiera roto.
Cogió aire tras escuchar un momento tras la puerta, por si acaso se acercaba alguien. Porque si estaba allí, lo encontraría rápido. Solo había dos armarios y una cómoda. Pues no creía que lo tuviera en ningún cajón de la mesilla de noche. Aunque viendo como era el humor de él últimamente, era posible que lo hubiera hecho añicos y lo guardara en uno de esos pequeños cajones. Y si era así, que se preparara pues también le haría algo añicos.

Con el enfado recorriéndole las venas a causa de aquel pensamiento, donde primero se acercó a mirar fue precisamente en las mesillas. No descubriendo otra cosa que camisetas interiores de diferentes colores, calcetines y calzoncillos acompañados de una caja de preservativos sin abrir. Aquello hizo que su enfado fuera reemplazado por el sentimiento de cohibición. Nunca había tenido una caja de aquellas en sus manos… Le dio la vuelta para observarla detenidamente, pudiendo leer que eran extrafinos para el ofrecer el máximo placer a la pareja. ¿Decían también el tamaño? Se preguntó interesada. Seguro que el inútil estaba bien dotado, para ser el ligón que era. Con cierta frustración soltó la cajetilla en el interior del cajón, para cerrarlo sin delicadeza alguna. Después se incorporó para dirigirse a uno de los armarios que había enfrente de la cama.
¡Premio! Sus ojos se agrandaron al encontrar su muñeco desinflado y arrugado, abandonado en una de las esquinas del fondo de aquel armario.
-Ven con mamá chiquitín –Rió feliz al saber que se anotaba un tanto. Estaba tan contenta, que incluso se marcaría allí mismo un baile, pero no había tiempo que perder. Cerró las puertas correderas y abrazando su amigo se dirigió hacia fuera del dormitorio. Pero cuando estaba a punto de salir, el sonido de la voz de Donovan la congeló de golpe.
¡Qué puñetas hacía allí aquella hora! Normalmente, aún solía tardar un par de horas más… ¡Joder! Tenía que esconderse, seguro que venía a buscar alguna cosa olvidada en el dormitorio. Con gran miedo en el cuerpo, miró a su alrededor comprendiendo que debajo de la cama no entraba al ser esta tan baja. Como tampoco había espacio alguno en los dos armarios que tenía… ¡El baño! Era el único sitio y no creía que fuera allí, éste seguramente cogería algo de los cajones y se marcharía. ¡Menudo idiota! Lo insultó en un gruñido susurrado, al tiempo que corría de puntillas a esconderse aquella habitación.

Cerrando la puerta tras de sí y con la respiración un tanto agitada, por el posible dato de ser sorprendida con las manos en la masa, vio que por fortuna la suya la bañera tenía una cortina opaca de color marrón chocolate. El lugar perfecto para poder ocultarse sin que se viera su sombra… La abrió intentando no hacer ruido por el metal de los agarres, para introducirse en ella de pie y abrazando al muñeco.
A los segundos, escuchó como se abría la puerta del dormitorio y el hombre entraba hablando en voz alta. ¿Estaba con alguien? Pero al escuchar un poco su conversación, comprendió que se hallaba hablando por teléfono.
-Sí mamá –Suspiró éste desde la otra habitación-. Tranquila, en unos días me acercaré a verte para echarte una mano… ¡Si digo que voy, es que voy! –Exclamó un tanto molesto-. Perdona… -Se disculpó con sinceridad, al tiempo que abría la puerta del baño alarmándola por ello.
¡Iba a ser descubierta! Comprendió completamente horrorizada, al escuchar el clic del cierre de la puerta y éste quedarse allí, hablando aún por el teléfono. Aún no lo tenía todo perdido, puede que solo fuera al baño pensó nerviosa. Pero tampoco le hacía gracia  el tener que estar presente en aquel acto íntimo.
-Eh dicho que me disculpes mamá –Habló con tono de derrota-. Esta semana esta siendo un poco difícil para mí en algunos aspectos –Su voz sonaba justo al otro lado de las cortinas, notó para horror suyo. Viendo al instante aparecer su mano entre la cortina y la pared de racholas color vainilla. Para buscar un poco a tientas el mando del grifo y accionarlo con el agua fría mojándola a ella prácticamente al segundo-. No ocurre nada malo, pero ha sido la venta de reses y sabes que es mucho jaleo… -Seguía hablando al tiempo que escuchaba como se iba quitando la ropa y la tiraba al suelo del baño, sin saber que ella estaba allí.
Tenía que hacer algo. ¿Pero el qué?... ¡Oh, ya lo tenía! Pensó un poco más animada, buscando con cierta rapidez su móvil y apartándose del chorro para no mojar el aparato y poder así, enviarle un mensaje donde le indicaba que fuera al establo que estaba acorralada pro una serpiente. Pero se hallaba tan enfrascada escribiendo, y con el ruido del agua caer que no escuchó como éste había colgado el teléfono para leer prácticamente a la milésima de segundo su mensaje en el móvil. No dándole tiempo a quitar el volumen del suyo, para evitar que sonara en el baño su melodía como lo estaba haciendo en aquel momento.
-¿Pero qué? –Gruñía Donovan al tiempo que corría las cortinas y abría los ojos un tanto sorprendido de hallarla allí.
-Hola –Lo saludó completamente abochornada al ver desnudo al hombre enfrente suyo sin reparo alguno por ello.
-Supongo que la serpiente es la que tiene ese entre las piernas –Soltó con tono duro sin una pizca de humor en su mirada-. ¿Interrumpo acaso un baño de burbujas en mi bañera? –Preguntó alzando una ceja.
-No digas tonterías –Respondió alzando su rostro con cierta presunción-. Los dos sabemos porque estoy aquí –Apretó un poco más al muñeco contra ella.
-Cierto  -Reprochó seguidamente-. No sabía que tenía que haber puesto un candado en mi dormitorio.
-Y yo en mi despacho –Alzó aquella vez ella la ceja en reproche, y aguantando la mirada de él. Aunque no paraba de reprenderse mentalmente a cada segundo, que no estaba bien el bajar la mirada más debajo de su cuello. ¡Pero era tan difícil!...-. Podrías al menos tener la decencia de cubrirte un poco –Le indicó con tono áspero.
-Es tu problema, al invadir la intimidad de mi baño –Se cruzó de brazos sin muestra alguna de cambiar su estado de desnudez.
-Muy bien… -Soltó un suspiro-. Ya me marcho yo para que puedas seguir con lo tuyo… -Dijo intentando salir de la bañera, pero Donovan no tuvo otra idea que situarse justo enfrente de ella para dificultarle un poco las cosas.

-A mi no me molestas –Rió un poco, al levantar una de sus piernas y introducirla dentro de la bañera, consiguiendo que ella retrocediera un paso nerviosa ante aquel movimiento de él. Después, introdujo la otra y acto seguido alargando sus manos, le arrancó el muñeco fácilmente de sus manos para arrojarlo al suelo y cerrar la cortina dejándolos en cierta intimidad-. Aquí hay suficiente espacio para los dos ¿No crees enana?

-Pero… Tú… -Empezaba una frase, per no sabía como acabarla. No se esperaba aquel gesto de él. Estaba allí, dentro de la bañera con ella completamente desnudo y comenzando a echar jabón a la esponja.
-¿Te gusta la temperatura del agua o la modifico un poco? –Preguntó como si nada, comenzando a frotarse la esponja por su pecho, consiguiendo que ella dirigiera la mirada allí por unos segundos para apartarla al momento completamente azorada-. Dame el teléfono, que lo dejo fuera para que no se estropeé… -Indicó alargando su mano con tono normal, como si estuvieran en plena calle paseando.
-¿Qué te de mi teléfono? –Repitió con voz débil debido a la incredulidad por hallarse en aquella situación que ella solita se había buscado.
-Sí –Insistió acercando más su mano y arrancándoselo también de las manos, para soltarlo en el suelo fuera de la bañera por su seguridad-. Tampoco estaría mal, que te quitaras esa ropa mojada. Debe resultarte un tanto incomoda…
-¿Me estas tomando el pelo? –Seguía en estado de incredulidad por lo que estaba sucediendo.
-Para que tengo la necesidad de tomarte el pelo –Se alzó de hombros un segundo, antes de dar un paso hacia ella, extender sus brazos y sacarle la camiseta por encima de la cabeza dejándola en sujetador.
-¡Oye! –Exclamó dando un paso atrás y teniéndose que callar la boca para no tragar agua al posicionarse bajo el fuerte chorro-. Si tanto quieres ese muñeco, ahí lo tienes todo tuyo. Pero dejame salir de aquí, yo no necesito ducharme. Ya lo hice ésta mañana.
-Silvia, no te estoy reteniendo -Alzó sus manos al aire-. Pensé que querías darte un baño aquí -Le guiñó un ojo en gesto provocativo-. Si quieres salir, sal...
-Bien, pues quitate del medio... -Soltó un tanto ofuscada y dando ya los pasos hacia delante sin cuidado alguno, no pudiendo evitar el resbalón que notó bajo sus pies. No quedándole más remedio que sujetarse a él para evitar caerse-. ¡OH!
-¡Cuidado, espera!... -Le clamó alargando los brazos para sujetarla por la cintura, pero siendo demasido tarde al verse los dos tumbados en el fondo de la bañera al instante siguiente.

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