martes, 27 de diciembre de 2011
Email Erroneo
“7:00 horas; oficina norte planta 5ª”
Andrea
Para: Rose.marquetin@monrouge-gmail.com
Asunto: Fiesta de la empresa
¡Hola guapa!
¿Estas preparada para la fiesta de éste año? ¿Qué te vas a poner? Me han chivado, que éste año él viene… No te parece interesante… jejejeje… Voto, por que te pongas un vestido rojo y sexy. ¿Vamos al medio día de compras?
Andrea.
“7:30 horas, oficina norte planta 8ª”
Rose
Para: Andrea.coordinadora@monrouge-gmail.com
Asunto: RW: Fiesta de la empresa
¿Ya estas despierta?
No son ni las ocho de la mañana y ya estas pensando en fiesta, cuando yo estoy saturada de faena. Y no me pienso poner nada… No mal pienses, mal bicho. Simplemente creo que este año no pueda asistir. Tengo mucho trabajo por delante. Me importa un pepino que él vaya… ¿Vamos a comer fuera en vez de compras?
Rose.
“7:45 horas; oficina norte planta 5ª”
Andrea
Para: Rose.marquetin@monrouge-gmail.com
Asunto: Rww: Fiesta de la empresa
¿Por qué tienes que ser tan aguafiestas?
No seas tan exagerada, sabes que siempre entregas tu trabajo a tiempo. De modo que no acepto un no por respuesta. Quiero ir de compras, no de comida… Y digo que tienes que ir, es tu oportunidad.
Andrea
“8:15 horas, oficina norte planta 8ª”
Rose
Para: Andrea.coordinadora@monrouge-gmail.com
Asunto: Rwww: Fiesta de la empresa
¿Ya empezaste a beber el champan?
Por muy mandona que te pongas conmigo, sabes que no tienes nada que conseguir. Cuando digo que no, es que no…. Y deja de leer esa puñetera revista de adolescentes, quien escribe ese horóscopo esta peor que tú.
Invito a la comida.
Rose
“8:26 horas; oficina norte planta 5ª”
Andrea
Para: Rose.marquetin@monrouge-gmail.com
Asunto: Rwwww: Fiesta de la empresa
Arisca, pesimista…. ¿Qué te hizo Papá Noel?
No quiero comer, quiero que me entre un súper vestido escotado. Quiero lucir delante de Jean-Paul. Nos vamos de compras, nos vamos de compras…. Espera, ahora puede que tenga una reunión…. Seguro que has sido tú con tu pesimismo que me has gafado… Luego te digo algo si estoy libre. Te odio mala amiga.
Andrea
Sonriendo, Rose disminuyó la pantalla de su correo electrónico y siguió trabajando con los diseños de publicidad. En verdad, ella misma era la que se estresaba solita con el trabajo. Solo quedaba dar unos pequeños retoques a los anuncios, y tenía todo el día por delante. Pero era la única excusa que podía darle a su amiga, y aún así esta la conocía demasiado bien. No quería asistir a la fiesta. No tenía ganas de amargarse en algún momento de ella, porque su segundo jefe hubiera decidido en el último momento acudir.
Como lo odiaba, pensó con gran rabia. Desde que tuviera memoria, que no se llevaba bien con él. Andreas Zisis, a parte de ser el mejor amigo de su hermano lo era también de toda su familia. Bueno, la familia de ella y la de él, eran muy buenos amigos dado que eran vecinos. Pero éste idiota guaperas, por que había que decirlo, el muy cretino era como un dios griego. Todas las mujeres suspiraban por él… Menos ella… Bueno, dejó de hacerlo a sus veinte años cuando descubrió que sería imposible que se fijara en una jovencita. Ahora era una madura mujer de veinte seis años, con ganas de darle una patada al culo de treinta y tres años de Andreas Zisis, cada vez que acudía por su oficina y se metía con ella.
Ella, no estaba trabajando en la empresa de su padre por recomendación ni por nada parecido. Se merecía aquel puesto, se lo había ganado con sangre y sudor. Desde un principio que estaba estudiando la carrera, estaba trabajando como una condenada llevando recados y siendo el peón de todos. Hasta que tubo su oportunidad de demostrar lo que valía, cuando se sacó su carrera. Todos la trataban como a una más, menos él.
Así que sabiendo de antemano, que don perfecto adonis iba acudir a la fiesta para todos los trabajadores de la empresa, renunciaba acudir ella aquel año, por mucho que su compañera de trabajo ordenara que fuera por que su horóscopo decía, que aquella noche agarraría al amor de su vida.
¿El amor de su vida? Pero bueno, acaso llovían milagros del cielo… Sonrió para sí con mohín de fastidio. Llevaba siete años en aquella empresa y no había nadie nuevo. Conocía a todos los que podían acudir a la fiesta. No había ninguna incorporación de última hora a la plantilla, de modo que no creía posible que allí pudiera estar esperándola el amor de su vida. A no ser, que alguno pillara la trompa de su vida y se le declarara… Pero tampoco se sentía atraída hacía ninguno de sus compañeros. Mejor se quedaba en casa, o mejor aún, se iba al cine y miraba la película de la saga de Crepúsculo.
-No creo que aquí se te pague por soñar en el trabajo –Dijo una voz masculina tras ella-. Pero siendo la ojitos del jefe… -Siguió aquella voz con burla.
-No estaba soñando –Respondió con tono duro al tiempo que se daba la vuelta y lo miraba con los ojos entrecerrados-. Estoy trabajando. Y para ello, las personas normales con cerebro nos detenemos a pensar… Pero claro, que va a saber un homo sapiens que solo tiene una neurona y la utiliza para desabrochar los sujetadores que diseña la empresa de su padre… -Masculló sin ningún reparo.
-¿Celosa Rose? –La miró divertido.
-¿Yo celosa? –Dijo con sarcasmo-. No sabes lo aliviada que me siento de no conocer a un pulpo lerdo.
-Si tu lo dices… -Siguió sonriendo sin dejar de mirarla y ponerla nerviosa con su sola presencia.
-¿Querías algo? –Se cruzó de brazos al tiempo que resoplaba.
-Sí, que me mandaras al correo lo que tuvieras hasta ahora de la publicidad –Indicó con tono autoritario.
-Puedo mostrártelo ahora –Señaló con voz temblorosa.
-No, tengo que ir a ver a Mónique de recursos humanos y llego tarde –Miró su reloj de oro-. Mándamelo en unos minutos, que no tardaré en decirte algo.
-Como gustes –Gruñó con mal humor girándose a la pantalla y dándole la espalda.
Por el rabillo del ojo, vio como éste se quedó un segundo allí quieto mirándola. Seguro que mordiéndose la lengua por no decirle algo más ante sus escasos modales. Le daba igual que le sentara mal. Él ya sabía que no lo tragaba… Y por mucho que le dijera a su hermano Luc, el como se comportaba con él, no conseguía que cambiara su actitud. Era buena en su trabajo, no creía que Demetrios Ziris la echara por petición de su hijo. La familia ya estaba acostumbrada a las pullas que se lanzaban desde jóvenes. Al final, vio como éste se marchaba. Y cuanto más lejos mejor. Menudo playboy estaba hecho. Ahora comprendía porque acudía aquel año a la cena de empresa… La culpa la tenía Mónique, la nueva jefa de recursos humanos. Una bellísima mujer, que jugaba como una víbora a la caza de un hombre atractivo y rico. Y por lo visto, ya tenía a su victima escogida. Bien por ellos dos, se merecían estar juntos. Pensó con gran rabia al tiempo que aumentaba la pantalla de su correo electrónico y creaba un nuevo email para su amiga.
“8:51 horas, oficina norte planta 8ª”
Rose
Para: Andrea.coordinadora@monrouge-gmail.com , AndreasZiris@monrouge-gmail.com
Asunto: Tiempo de la comida
Mejor vayamos al gimnasio a darle al saco de boxeo.
Olvídate de ir de compras, necesito golpear algo. ¿Sabes quien ha estado en mi oficina? Sí, él… El muy cretino, será imbécil… Que ganas de borrarle esa bonita sonrisa de su rostro.
Ha venido aquí con aires de mandamás, ordenándome que le enviara a su correo los avances de mis diseños de publicidad en vez de quedarse a verlos que estaba trabajando en ellos. Y todo por la víbora de Mónique.
Seguro que acude a la fiesta, hipnotizado por los pechos resultones de esa…. ¡Dios como lo odio! Y no te atrevas a replicarme, que lo que siento son celos profundos por que me sintiera enamorada de él.
Ni aunque fuera el último hombre de la faz de la tierra le daría un beso. Además, seguro que no besa bien. Seguro que es un pulpo baboso.
Dime si estarás libre. Yo voy a enviarle mis diseños al adonis tuyo.
Rose
“8:54 horas; oficina norte planta 5ª”
Andrea
Para: Rose.marquetin@monrouge-gmail.com
Asunto: Rw: Tiempo de la comida
¿Ahora eres suicida?
Pero estas loca, acaso no viste que también lo seleccionaste a él y le enviaste el mismo email. ¿Pero en qué demonios estabas pensando?
Ahora si que no creo que vayas a la fiesta, pues no creo que llegues viva. Y sí, al final tengo el tiempo de comida libre. Pero dudo que ahora quieras quedar para ir de compras.
Andrea
Acababa de enviarle los diseños a Andreas, explicándole los pequeños retoques que quería hacer para que lo supiera de antemano y no perdiera tiempo en rectificaciones tontas, cuando vio que entraba la respuesta de su amiga. Abrió mirando un momento a su espalda, de que no hubiera nadie para que la amonestara de estar perdiendo tiempo en el trabajo, para llevarse la mayor sorpresa horrorosa de su vida. Aquello que le decía su amiga no podía ser… Rápida llevó la flecha a la bandeja de salida con el ratón y sí, allí estaba… ¡Maldita fuera su vida! ¿Cómo había podido cometer un error tan estúpido como aquel? Madre de dios santo, él no podía leer aquel mensaje.
Colapsada, así estaba en aquel momento en su despacho con la mente perdida en su correo electrónico y un fuerte ritmo cardiaco que no creía que fuera nada bueno. Tenía que evitar como fuera, que él no leyera aquel email de ella. Iría a su oficina y miraría si lo tenía abierto. Todo era posible… Y mejor hacerlo en aquel preciso momento, que el idiota se encontraba con los encantos de Mónique.
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