Nicholas llegó a la casa de Victoria y golpeó la puerta furiosamente.
La mujer abrió y durante un fugaz segundo su rostro mostró alegría por verlo allí, pero instantáneamente percibió el enojo de él.
Nick entró y se lanzó contra ella tomándolas de los hombros.
-¡Cómo pudiste! ¡Tú y mi padre están enfermos! –gritó mientras la zamarreaba y la mujer ni siquiera tuvo que preguntar de que hablaba. Comprendió que él lo sabía todo.
-Lo hicimos por ti – se justificó.
-¡¿Por mí?! Estás loca, Victoria. Y agradezco que nunca me enredé contigo.
-¡¡¿Me desprecias por esa maldita perra?!!- gritó ella enfurecida y Nicholas sin poder controlarse la agarró del cuello.
-Nunca vuelvas a llamarla así – susurró en tono amenazante- y jamás en tu vida te cruces en mi camino, menos que menos te acerques a Kate y Thery porque ese día terminaré contigo. Sabes que puedo hacerlo, me conoces – dijo ferozmente.
-Me lastimas – susurró ella casi sin aire tratando de quitárselo de encima. Nick la soltó arrojándola al suelo.
Estaba por marcharse cuando la mujer , desde el suelo, le habló mientras se frotaba el dolorido cuello.
-También tú eres responsable, no lo dudaste ni un momento Nick. Creíste la mentira todos estos años, jamás confiaste en ella, así de valioso es tu amor – le dijo y sonrió en forma burlona.
Nick se marchó, pero aquellas palabras siguieron resonando en su mente. Lo que había dicho Victoria era una amarga verdad, él había creído en su padre, había creído que Katherine lo había engañado y había abandonado a su hija recién nacida. Durante años le había guardado rencor, aún amándola había sido incapaz de protegerla y su ineptitud le había causado un daño irreparable.
Camino a su casa, recibió un llamado del detective, quería reunirse con él porque tenía información que darle. Nicholas sonrió irónicamente, ya conocía la información que iba a darle, igualmente fue a reunirse con él.
Un par de horas después, tenía un sobre con documentos que probaban la culpa de su padre y de Victoria. Ella incluso era la culpable de las fotos que habían aparecido publicadas en la revista.
Katherine había demorado en dormirse, porque estaba preocupada, Nicholas no había vuelto a la casa desde que se había marchado y ni su madre ni ella habían tenido noticia alguna.
Así que cayó en un sueño ligero, por lo que se despertó rápidamente al sentir ruidos.
Bajó las escaleras y escuchó ruidos y maldiciones provenientes del despacho de Nicholas, abrió la puerta y lo encontró en medio de un lugar destrozado y con una botella de whisky en la mano.
Su aspecto era tan desesperado que ni siquiera se atrevió a entrar, lo observó desde el umbral.
-Nick...- susurró ella y él la miró, estaba borracho y su mirada era tan atormentada que la angustió.
-Debes estar feliz, tengo lo que me merezco, lo que deseaste...¿verdad? – dijo él con crueldad.
-Yo no quería esto...- dijo ella sin animarse a entrar.
-¿Recuerdas lo que me dijiste cuando vimos a la Jueza? Dijiste que querías que me hundiera en un dolor tan grande que ni siquiera pudiera darle un nombre. Que sintiera que agonizaba en cada segundo...y eso nos pondría en igualdad de condiciones. Ahora entiendo lo que quieres decir, ahora que lo he perdido todo, ahora que estoy en el infierno...- dijo y golpeó la botella contra el escritorio. Al hacerlo se rompió y un fragmento de vidrio le hirió la mano.
Kate quiso acercarse, pero detrás de ella apareció la madre de Nicholas y la detuvo.
-Déjame a mí, ve a ver a Thery, si se despierta y lo ve así va a asustarse..
-Pero..- protestó ella incapaz de abandonarlo en ese estado.
-Ve, Katherine. Yo me encargo de él, se lo debo – dijo la mujer y ella obedeció.
Nick se dejó caer en el suelo, sosteniendo la mano que le sangraba y su madre se le acercó.
-Ya, detente Nick, no te hagas más daño.
-¿Cómo hago?¿ Qué hago ahora, mamá?- preguntó levantando la mirada.
-Tranquilo, hijo, tú no lo sabías – dijo y lo envolvió en un abrazo como si aún fuera un niño.
-Eso no importa, fue mi propio padre quien hizo esto, mi familia la destruyó y yo no hice nada..-gimoteó perdido en su dolor.
-Nicholas, ya no puedes cambiarlo.
-Ahora no hay nada que pueda hacer, ya nunca podré ganar su perdón.- dijo él y su madre lo consoló en silencio porque no sabia que decir.
Muchos inocentes habían sido heridos y el alma tenía sus propias reglas para sanar y para perdonar.
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