-Al rojo vivo – dijo Silk contestando el teléfono.
-¿Señorita Aimes?- preguntó la voz de Rheet desde el otro lado y ella sintió que todo su cuerpo se estremecía.
-¿Señor Velvet? ¿qué necesitaba? – preguntó sonando fría y controlada.
-En realidad llamaba por la tela que se llevó consigo, es una valiosa muestra y…
-Puedo enviársela hoy mismo – contestó ella y recordó la textura de la suave seda. Era un tejido bellísimo y al llegar a su casa, pudo admirar su calidad, aunque el recuerdo de su contacto sobre la piel, le recordaba también el roce casual de Rheet mientras la envolvía.
-No, no es eso – dijo él.
-¿No la quiere de regreso?
-Lo que quiero es que diseñe algo con esa tela, algo que demuestre que sus prendas son dignas de nuestros tejidos. Entonces si me conforma, haremos negocios –explicó y ella sintió una mezcla de emociones. Tuvo ganas de mandarlo al infierno, pero no podía darse ese lujo.
-Está bien…acepto.- dijo y colgó. Iba a demostrarle a ese engreído quién era ella.
Estaba concentrada sobre el tablero, haciendo los bosquejos, rehaciendo uno tras otro. Tenía la idea en la cabeza pero le costaba darle forma. Comenzaba a sentirse desanimada, había dejado la atención de los clientes en manos de su empleada y se había encerrado en el cuarto de diseño que estaba en la tienda, sin embargo tras horas y horas de trabajo, no había logrado nada.
-¿Silk? Te buscan- la llamó Anna y ella fue a ver quién era.
Era un mensajero con una caja. Una caja roja con las iniciales CA entrelazadas. Le dio propina al muchacho y se retiró con su paquete. Lo abrió y el aroma a chocolate invadió sus sentidos, con una sonrisa tomó la tarjeta.
“Para que repongas fuerzas. Con cariño. Candy”
Inmediatamente le hizo justicia a su postre , mientras se tomaba un descanso, luego envió un mensaje de texto a su amiga. Sólo las hermanas de la vida sabían qué era lo que uno más necesitaba en el momento justo.
Luego de la dosis de azúcar volvió al trabajo, se acercó a la tela que estaba extendida entre un par de sillas y la acarició. Tenía una textura increíble y los recuerdos invadieron su mente, se acordó de Rheet envolviéndola, de la suavidad de la seda acariciando su piel y de las sensaciones que habían bombardeado sus sentidos. Si pudiera transmitir eso con sus diseños , sería maravilloso.
De repente tuvo una idea y sin perder tiempo comenzó a dibujar. Luego realizó una llamada a su amiga Elinor Braundelle. Era una famosa diseñadora de vestidos de alta costura y ella necesitaba un pequeño favor.
-¿Eli?¿Aún tienes algún retazo del terciopelo con el que confeccionaste aquel maravilloso vestido?- preguntó a su amiga por teléfono y la respuesta de ella le dibujó una sonrisa.
Dos días después , Silk estaba en uno de los hoteles más lujosos de la ciudad. Elinor realizaba su desfile allí y la había invitado. Lo menos que podía hacer después de que la ayudara era ir, además siempre eran un gran espectáculo y los vestidos eran obras de arte. Era una pena que Candy no la hubiera podido acompañar.
La joven se apresuró hacia el ascensor porque iba un poco retrasada. Con la prisa no se dio cuenta de que la falda de su vestido quedaba enganchada entre las puertas del ascensor , sólo lo notó cuando comenzó a elevarse y un fuerte tiró lo arrancó de su cuerpo dejándola casi desnuda.
Rheet , estaba charlando con un amigo mientras se dirigía al desfile de una de sus clientas más afamada, cuando observó a una mujer conocida correr hacia el ascensor. Vio pasar a Silk Aimes por delante de él, llevaba un vestido plisado rosa pálido que se movía insinuante alrededor de ella, casi como si la envolviera una capa de algodón de azúcar. Un instante después vio como esa falda era atrapada por las puertas metálicas y se rió.
-¿Rheet? – lo llamó su amigo.
-Lo siento, Carl. Tengo que ir a hacer de caballero andante – le dijo sin que el otro hombre lo entendiera. Luego se dirigió hacia una mujer que pasaba.
-Disculpe, ¿cuánto por su abrigo? – le preguntó señalando el largo abrigo color manteca que llevaba.
Aquello era totalmente ridículo, era imposible que su vestido hubiera quedado atrapado por las puertas del ascensor tres pisos debajo de ella. Y era más ridículo aun que en su afán de ser elegante no hubiera llevado ningún abrigo que le sirviera para cubrirse. Ahora sólo iba vestida con un conjunto de lencería color piel y una pequeña cartera bordada que no le servía ni para cubrirse el pecho.
Cuando el ascensor había llegado a su destino lo había vuelto a accionar para que no se detuviera. No podía dejar que alguien la viera así. Necesitaba ganar tiempo.
Por suerte llevaba su teléfono, así que llamó a Candy, ella prometió ir en su rescate, pero estaba muy lejos y era imposible que llegara antes de media hora. Y más imposible aún era que ella siguiera encerrada allí más de quince minutos, tarde o temprano alguien necesitaría el ascensor y la verían casi desnuda. No tenía tanto coraje como para salir caminando vestida con mínimas prendas de encaje y una cartera.
Gimió totalmente desconsolada, ¿por qué tenían que pasarle esas cosas?. De golpe el ascensor llegó al quinto piso y totalmente aterrada se dio cuenta que las puertas se estaban abriendo. Se cruzó las manos sobre el pecho , aunque le parecía totalmente inútil, ojala llevara el cabello tan largo como Lady Godiva, pero ya era muy tarde.
Bajó la mirada y cuando las puertas se abrieron sólo vio un par de zapatos y el ruedo de unos pantalones negros. ¡Diablos! Ni siquiera tenía la suerte de que fuera una mujer.
-Sigo prefiriendo el rojo…-dijo una voz demasiado conocida y Silk levantó la vista inmediatamente. No podía ser Rheet Velvet, pero lo era y tenía una odiosa sonrisa en el rostro. Sin embargo ni siquiera alcanzó a contestar porque escuchó el eco de voces que se acercaban por el pasillo, pronto su humillación sería total.
Antes de que ella se diera cuenta , él abordó el ascensor y lo volvió a poner en marcha.
-Sí que tiene habilidad – dijo él recorriendo con la mirada su cuerpo casi desnudo.
-Creo que alguien me echó una maldición – contestó ella y entonces él desplegó el abrigo que llevaba bajo el brazo y la envolvió.
Era un largo abrigo color manteca, que la cubría completamente. ¿Por qué aquel hombre llevaba esa prenda con él?. Ni siquiera alcanzó a preguntarle porque se lo explicó mientras le abrochaba el abrigo como si fuera una niña pequeña.
-Vi como su vestido rosa quedó en el primer piso…
-¡Oh Dios! – gimió ella.
-No se preocupe, nadie más se dio cuenta, aunque supongo que pronto alguien lo encontrará.
- ¡Me preocupa que usted se diera cuenta! – le espectó ella arrebujándose en el abrigo. Intentó apartarse, pero en aquel espacio reducido no tenía donde escapar.
-Bueno, yo diría que fue una suerte que yo me diera cuenta. Porque no podía quedarse a vivir aquí y por más encantadora que sea su ropa interior, no creo que quisiera exponerla a todo el mundo. Menos aun cuando ese color da la sensación de que estuviera completamente desnuda. Créame si los hombres que están aquí la hubieran dejado marcharse, no se los podría llamar humanos.- le dijo sonriendo con descaro y ella no pudo evitar estremecerse. Estaban allí encerrados solos, y apenas unos minutos antes él la había mirado de la misma forma en que ella miraba los postres de Candy. Lo que le recordó que él muy sinvergüenza había demorado un rato en darle el abrigo para cubrirse.
- De hecho no sé que es peor…- le dijo casi sin darse cuenta.
-Cálmese, no está en mis planes abusar de usted en un ascensor, no importa cuanto me tiente.
-¡Váyase al diablo! – le gritó y él se rió.
-Sabe podría utilizar esto para una campaña para vender sus diseños, algo así como estar bien preparada para situaciones imprevistas. Usted es la mejor muestra de por qué una mujer debe llevar buena ropa interior, nunca sabe cuando va a quedar expuesta en público.
-Yo no ando por allí mostrando mi ropa interior…- se defendió ella e inmediatamente se arrepintió.
-A mí sí. Y no es que me queje, pero me distrae mucho. Más si debo preocuparme por ponerla fuera de la vista de otros…- le dijo y antes de que Silk pudiera contestar llegaron al primer piso y las puertas se abrieron.
Rheet salió primero.
-Hasta la próxima vez – le dijo y se fue.
Silk se quedó parada en medio del vestíbulo, viendo como se marchaba. También ella iba a irse, no podía ir al desfile, y quería volver a un lugar seguro, donde el recuerdo de aquel hombre no la acosara. Estaba pensando en eso cuando vio a su amiga correr hacia ella.
-Silk , cariño. Ya estoy aquí. Te traje ropa – dijo mirándola de arriba abajo, preocupada por la expresión de su rostro.
-Candy..
- ¿Sí?
-Un dardo tranquilizante me vendría mejor…-comentó con acidez y su amiga la miró sin entender.
-¿Qué?
-Olvídalo, acompáñame a casa.
Aquella mañana Silk entró a la pastelería cargando un montón de papeles.
-¿Qué es todo eso? – preguntó su amiga.
-Cuentas… necesito revisarlas.
-Es verdad , aun le debes dinero al banco y si quieres comprar las telas de Notte, necesitarás dinero. Además para ampliar el negocio tienes que aumentar la producción y por lo tanto necesitas…
-¡DINERO! – casi gimió Silk.
-Bueno, voy a buscarte algo para comer.
-Que sea mucho, no importa lo que sea mientras sea una porción grande.
-Ok.-le contestó su amiga y volvió unos minutos después con un par de platos. Se sentaron juntas sacando cuentas mientras comían el nuevo postre de Candy.
-Es genial…-lo alabó Silk.
-Gracias. Y dime, ¿ya terminaste las muestras para “Notte”?
-Sí, las terminé.
-¿Y qué dijo? ¿te dará las telas?
-No se las enseñé aún.
-¿Por qué?
-No he tenido tiempo- le contestó .No quería confesar que lo último que tenía ganas de hacer era encontrarse con Rheet Velvet.
Le era imposible mantener su perfil profesional frente a él, la había visto casi desnuda un par de veces y además la había besado. Sin embargo necesitaba los materiales de su fábrica, así que tendría que juntar coraje e ir a verlo.
Silk se estiró la chaqueta negra, luego se dio un último vistazo frente a los grandes ventanales antes de entrar. No había nada mal con su atuendo esta vez, un traje negro, una camisa blanca. Llevaba además el cabello recogido y su imagen era totalmente impecable.
Entró dando pasos seguros mientras se aferraba a la caja que llevaba en las manos. Por suerte había mucho movimiento en el lugar, estaba lleno de gente. Y por las dudas ella llevaba un abrigo doblado bajo el brazo, tenía todo cubierto, esta vez sólo habría una tranquila charla de negocios entre ella y Velvet.
Cuando entró a la oficina, él estaba al teléfono y le hizo señas para que se sentara. Estaba serio y su tono era enérgico, parecía distinto al hombre que siempre estaba tomándole el pelo en las situaciones más inverosímiles. Casi se había olvidado de la posición de él en el mundo textil. Finalmente terminó la llamada y Rheet concentró toda su atención en ella.
-Señorita Aimes, veamos lo que ha hecho con mi seda- le dijo y para horror de Silk se acercó y se sentó en la punta del escritorio a escasos centímetros de ella.
Los dedos de Silk temblaron imperceptiblemente al sacar las prendas, la presencia de aquel hombre la turbaba demasiado.
Él le arrebató las prendas y las examinó.
El conjunto de sostén y tanga estaban confeccionados en un fino drapeado que le daban un efecto envolvente. Rheet las contempló y esbozó una leve sonrisa.
- Son perfectas y además me traen recuerdos – dijo insinuante y enfocó los ojos verdes en ella. Inmediatamente Silk sacó una tercer prenda para distraerlo.
Era un camisón con el corpiño de terciopelo atado delante por cintas cruzadas y la falda de seda plisada.
-Como me sobró tela…- se excusó ella y la mirada de él se detuvo en el terciopelo rojo oscuro.
-Terciopelo y seda, una combinación perfecta – musitó él y acarició la prenda con sus dedos largos. La chica sintió que el estómago se le anudaba.
-¿Entonces? – preguntó intentando mantener un tono de voz firme. Él se levantó y volvió a ocupar su lugar tras el escritorio.
-Entonces, tenemos un trato. Sus prendas son magnificas, dignas de nuestras telas. Bien, señorita , hablemos de los detalles- le dijo y la siguiente media hora hablaron sobre presupuestos y formas de pago.
Cuando todo quedó acordado Rheet la invitó al depósito a ver las nuevas telas de “Notte”. Recorrieron el lugar acompañados por un asistente que explicaba todo lo que ella quería saber sobre los tejidos. Silk sentía que estaba en el paraíso, cada tela que veía la hacía imaginar nuevos diseños.
- Quien lo diría…-comentó él por lo bajo y ella se volvió a mirarlo.
-¿Perdón?
-Quien imaginaría que es tan fácil hacerla feliz, tiene la misma expresión que un niño en el día de Navidad – comentó con una cálida mirada y ella se quedó unos segundos contemplándolo.
-¿Y qué lo hace feliz a usted? – preguntó ella.
-Ahhh, también soy bastante fácil de complacer.- contestó pero luego se quedó callado dejando que aquellas palabras flotaran en el aire.
Un instante después el asistente se alejó porque lo necesitaban para una consulta, así que se quedaron los dos haciendo el recorrido.
-¡Oh! Es piel de ángel….-exclamó ella acercándose al etéreo tejido.
-Sí, ¿pero cómo conocía el tejido? No está en el mercado aún.
- Tengo una amiga que es diseñadora y me regaló un retazo porque quería confeccionar un regalo para una amiga especial.
-La misma que le proporcionó el terciopelo, supongo.
-Sí . No sabía que venía en otros colores – comentó observando los rollos de tela rosa y dorado pálido.
-Sí, aunque mi favorito sigue siendo el blanco.
-También el mío. Y es perfecto para novias.- dijo pensativa.
-Sí, de hecho me gustaría pedirle que diseñe algo con ese tejido. Algo para una Noche de Bodas, creo que sería perfecto para mi novia.
-¿Su novia? ¿Va a casarse? – preguntó ella y sintió que algo la había golpeado. Claro que Velvet debía tener una novia, pero si era así, ¿por qué la había besado?
-Sí , voy a casarme.
-¿Pronto?
-Tan pronto ella me acepte…
-Tal vez si deja de andar besando mujeres por ahí -dijo sin poder evitarlo e inmediatamente se arrepintió. Se había jurado que no mencionaría aquel incidente y sin embargo acaba de soltárselo, así como así.
-Oh, pero no ando besando a cualquiera. Sólo la besé a usted. Estoy seguro que a mi futura esposa no le importará. – dijo él y Silk se sintió totalmente humillada. Ella ni siquiera valía lo suficiente como para preocupar a la novia de Velvet.
-Bueno, seguramente haré muchos diseños. Si ella no lo dejó para entonces podrá elegir algo para su Noche de Bodas – dijo como al pasar y lo sintió reír. La joven se sintió molesta pero no quiso detenerse a meditarlo, aunque estaba segura que tenía que ver con pensar en aquella mujer que llevaría delicada lencería para complacer a Rheet en su noche de bodas. Y aquella imagen la enfadaba, y mucho.
-Nada de corse..-dijo él y ella se puso colorada. Aquel hombre no tenía consciencia. En un minuto hablaba de su futura esposa y al siguiente le hacía comentarios completamente fuera de lugar.
-Se me hace tarde, debo irme.-dijo ella de repente.
-Está bien. Pero la próxima vez , me gustaría escuchar sus ideas sobre nuevos tejidos y la semana que viene enviaremos su pedido.
-Bien, gracias.- contestó y se marchó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario