Sin embargo, justo cuando estaba
a punto de decirle que sí, porque ¿Quién en su sano juicio le diría que no a
ese hombre? Ok, estoy algo ebria, pero ni aun así podría decirle no. Escuché
ruido a mis espaldas, varias sombras salieron de pronto de la oscuridad que
daban algunos arbustos frente a los columpios y de inmediato fui hacia donde
Leo y me escudé en él, que lucía alerta.
-
¡Miren, un par de noviecitos tonteando en
columpios! –dijo una voz zarrapastrosa. Eran tres personas en total y se
unieron a las risotadas borrachas del que habló.
-
Esto no puede estar pasando. –susurré y vi como
Leo con una mano me puso aún más a su espalda, no era el momento y no soy una
mujer débil pero me encantó el gesto y me hizo sentirme protegida y me hizo
querer besarlo pese a la situación. Vi que eran dos hombres y una mujer. Tenían
toda la pinta de ser peligrosos pero no eran demasiado grandes ninguno de
ellos, quizás tendríamos oportunidad. Como si el mundo conspirara en nuestra
contra empezó a llover, lo que faltaba ¿no?
-
Nosotros nos vamos.- dijo Leo con firmeza y
tomando mi mano se dirigió a una de las dos salidas posibles, por supuesto nos
bloquearon. – ¿Qué quieren? –preguntó con visible enojo.
-
¿Nosotros? Tu dinero claro. –dijo uno de ellos.
-
Tus zapatos.- dijo la mujer viendo el que llevo
en la mano y el que está cerca del columpio.
-
Son tuyos. –digo de inmediato. –Solo déjennos
pasar.
-
No les daremos nada. –dice Leo de pronto con
mortal seguridad. Parpadeo nerviosa y aprieto su mano.
-
Tan solo dejémosles lo que quieren y vámonos.
Por favor. –le imploro, percibo su tensión.- Por favor. –le pido de nuevo y veo
su lucha entre hacerme caso y golpear a esos tipos.
-
Hazle caso a tu noviecita.- dice el que habló
primero. –Danos todo y cuando digo todo es todo. –Oigo suspirar a Leo y vuelvo
a apretar su mano ¿ya dije que se ve sexy así todo enfadado? ¿no? Pues lo está,
sé que no debería tener esta clase de pensamientos cuando estamos en peligro,
pero quizás el alcohol no me hace ver toda la gravedad de la situación.
-
Toma. –dice lanzando todos los billetes de su
cartera y mostrándoles que no queda nada, ellos se apresuran a tomarlos. Ha
soltado mi mano y me siento desprotegida ¿a qué una se pone un poco tonta
cuando le gusta alguien eh? Resoplo para mí misma al darme cuenta de mi
reacción. La tipa me malinterpreta y me grita.
-
Los zapatos…
-
Ok. –digo y le lanzo uno que cae a sus pies. Voy
por el otro y hago lo mismo.
-
El vestido. –me dice sonriendo estúpidamente.
-
¿Qué? –grazno.
-
¡Ya oíste! –me vuelve a gritar y los hombres que
ya han recogido el dinero se ríen malévolamente.
-
Dijimos todo. Eso incluye el vestido y la que lo
porta.- dice el más bajo de ellos, el que luce como el más pervertido de los
dos.
-
¿Cómo? –digo con voz aguda. Soy valiente, pero
esto pinta feo muy feo.
-
Ni hablar. Lárguense ahora que pueden. Me he
detenido por ella, pero no le van a tocar ni un pelo. –Leo lo dice con voz baja
y controlada, pero luce oscuro y más peligroso de lo que jamás pensé ver en
alguien como él, que parece tener la sonrisa a flor de labios.
-
Tengo dinero. –digo nerviosamente.- Llévenselo.
–Los oigo reír más y trago saliva.
-
Ya dijimos que nos llevamos todo japonesito. –
espeta el que parece llevar la voz cantante, el que nos abordó primero ¿ya dije
que seguía lloviendo? La lluvia no era intensa pero empezaba a empaparnos, lo
cierto es que poco nos percatábamos de ello.
-
No es japonés, idiota. –suelto sin pensarlo.
-
Les di una oportunidad. –dice Leo con seguridad.
Dirijo mi mano a mi bolso para sacar mi celular ¿Por qué rayos no lo había
pensado antes? Me pregunto sintiéndome tonta.
-
Alto allí – dice la tipa y me muestra un
cuchillo, lo levanta y me apunta como si estuviera por lanzar un dardo. –Soy
buena lanzándolo ¿quieres comprobarlo estúpida? –rechino los dientes al oírla.
–Si ustedes la quieren a ella, entonces lo quiero a él. –dice como si
estuvieran hablando de objetos y no de personas.
-
En tus sueños.- digo impactada ¿en serio? Así
que lo quiere a él ¿y luego qué? –Lo vas a drogar y luego violarlo ¿o qué?
-
¡Qué te importa! –Me vuelve a gritar furiosa.
-
Pues inténtalo. –digo fuera de mí ¿Qué rayos me
pasa? Bueno, a decir verdad no me lo pregunté en ese momento. Me lo pregunté
después… mucho después. Oigo las risas de los demás y a Leo voltear a verme con
cara confusa.
-
Como quieras pelusa. –dice uno de ellos a la
mujer… ¿pelusa?
-
¿Pelusa? En eso vas a quedar en simple pelusa.
–Le digo. Si tomas no manejes dicen por allí. Yo diría en mi caso, si tomas
Nat, no hables. No lo hagas por lo que más quieras, me sale lo territorial, lo
iluso, lo todo. La mujer se me viene encima y como en un borrón veo que Leo se lanza
contra los otros dos que también se le fueron a los golpes, antes que pelusa me
derribe me permito (tontamente por supuesto) ver a Leo en acción y es
formidable. Los tipos no parecían amenaza ¿cierto? Pero juegan sucio. Ambos no
llevan cuchillos pero si lo que parecen bates de madera e intentan usarlo
contra Leo por supuesto, con la boca abierta veo como los esquiva y manda al
suelo a uno de ellos, ¿Qué más podría ser sexy que eso…? Podría en este momento
tirarlo al suelo y besarlo hasta que… la que termina en el suelo sin aire soy
yo… caigo con estrepito en un área que hacia minutos no había más que tierra y
ahora está llena de agua y todo se ha vuelto lodoso. Tengo encima a la maldita
pelusa que se va directo a mi cabello mientras grita como poseída por el
demonio.
-
¡Maldita! –me dice mientras yo intento tener un
poco del aire que la idiota me ha sacado. Por supuesto que no puedo seguir
viendo a Leo en su fase ninja, ahora lo que apremia es sacarme la pelusa que
tengo encima ¿alguien nota la ironía?
Noto que algo de aire vuelve a
mí. Engancho mis piernas a la apestosa esa y con un grito me doy la vuelta
llevándomela de paso, por lo que quedamos en posiciones invertidas y ahora es
ella la que queda abajo. Claro, mi pelo aun no lo suelta, así que tengo que hacer
lo mismo y tomándole de los pelos horrendos me afianzo bien y azoto su cabeza
contra el suelo. Sí, sé que suena peor de lo que en realidad parece, pero o lo
hago o ella acaba conmigo. La dejo algo tonta, me suelta el pelo pero justo
cuando creo haberla paralizado me suelta un puñetazo en la cara ¡mi cara! Me
roza el pómulo pero siento el ardor del golpe, a lo lejos oigo gruñidos,
gemidos masculinos y golpes, pero no me puedo permitir más distracciones. Así
que me levanto un poco y me dejo caer con todo el peso de mi cuerpo sobre el
estómago de esta babosa. La oigo gemir y sonrío, seguro luzco como la loca aquí
en este momento. Pero no me importa ¡Dios! Si hasta quiero ver que le salga
aunque sea un poquito de sangre de algún lado. Por lo que veo la dejé sin aire,
falta que la aturda más y le lanzó el mismo golpe que ella me dio a mí hace
unos segundos, dándole en el labio. Grita y con satisfacción veo que un hilillo
de sangre le sale de la comisura. La verdad no conocía este lado de mí, quizás
no es buena idea que me hagan enfadar estando algo alcoholizada y debatiéndome
con mis sentimientos hacia Leo.
-
Perra. –gime la pelusa.
-
Oh, cállate. –le espeto y tomo un gran montón de
lodo con ambas manos y se lo dejo caer en la cara. Creo que hasta traga un
poco. Me levanto como puedo y conociendo su naturaleza traidora la llevo junto
conmigo de los pelos. –Ya verás lo que en verdad es una perra. – le digo. Al
levantarme veo dos tipos tirados y a Leo viniendo hacia mí con cara asombrada.
-
¿Estás bien? –pregunta y asiento.- ¿Segura?
-
Bueno, estoy mejor que ella. Creo…
-
¿Qué le hiciste? –Pregunta con cautela y con una
sonrisa divertida asomando a su rostro mientras la pelusa debate torpemente con
mi mano intentando liberarse de mi agarre.
-
Me pegó. –digo justificándome. –Además querían
quitarnos todo. Me dijo perra. –Continuo.
-
¿Y que más…? –me dice ya con la diversión
escrita en la cara.
-
¿Tú estás bien? –digo de pronto recordando y viendo
a los tipos tirados inconscientes. –Wow. –exclamo. –No me digas que sabes artes
marciales.
-
Lo básico. –dice restándole importancia.- ¿Nos
vamos? – me tiende la mano y me deshago de la pelusa lanzándola al suelo, sale
corriendo como alma que lleva el diablo.
-
Deberíamos llamar a la policía.
-
Cierto. –Busca su celular pero antes de llamar
aparecen dos policías. Explicamos la situación, esposan a los tipos y nos dicen
que debemos ir a declarar.
-
¿En serio? –digo mortificada, me veo y soy un
asco. Estoy toda enlodada y sucia.
-
¿La golpearon mucho señorita? –Me dice uno de
los policías muy atento. -¿Quiere ir al hospital? La llevo de inmediato.
-
No hace falta. –dice Leo mirándole ceñudo. Pone
un brazo sobre mis hombros y me susurra al oído poniéndome el cuerpo entero
todo erizado. -¿En serio estás bien?
-
Que sí, es solo que estoy hecha un desastre.
-
A mí no me importa pero, puedes pescar un
resfriado.
-
Tome. –dice el mismo policía y me extiende su
impermeable. Oigo apenas a Leo gruñir suavemente y contengo una sonrisa ¿acaso
está celoso? ¿en una situación como esta? Me pongo lo que me da el policía y
vamos hacia la patrulla. Estornudo.
-
Vas a enfermar. –dice Leo. Justo a punto de
replicar, la luz de la farola me da en el rostro y veo como él sisea una
maldición.
-
¿Qué? –pregunto confundida.
-
Iremos al hospital. –dice preocupado acercándose
a mí y acunando mi mejilla. –Mire su cara, debe verla un médico. –espeta al
policía.
-
¿Tan mal estoy? –gimo tocando mi pómulo. Seguro
empieza a hincharse y eso sumado a mi estado enlodado, he de estar dando una
imagen fatal. Lo curioso es que no me siento mal, pero me preocupa mi
apariencia. Sí, superficial ¿Y qué?
-
Por supuesto. –dice el que me dio el impermeable
y segundos después voy camino al hospital con Leo a mi lado tomándome la mano
como si estuviera en mi lecho de muerte, no digo nada porque se siente tan bien
tener su mano sobre la mía.
-
Oye, solo fue un golpe ¿O acaso hay algo más que
nadie me dice?
-
¿Algo más? Tienes la mitad de la cara hinchada.
Por supuesto que debe verte un médico.
-
Tú eres médico. Podías haberme recetado algo.
-
Cierto. Soy médico ¿verdad? –me mira.- Es que
haces que me olvide de las cosas.
-
¿Qué?
-
Además quiero que te hagan exámenes y
radiografías y…
-
¡No es para tanto!
-
¡Lo es!
-
Tan solo fue una lucha en lodo. –le digo
sintiendo ganas de reír.
-
Fue mi culpa.
-
En realidad sí. –afirmo, es su culpa pero no de
la manera en que seguro está pensando.
-
Lo sé. –luce apesadumbrado al decirlo. –No debí
haber permitido que estuviéramos en un lugar a todas luces inseguro.
-
Es un pequeño parque para niños y además hay
vigilancia. Que llega tarde, pero hay. –dije para animarlo.
-
Cuando estoy cerca de ti, me resulta difícil
contar dos más dos.
-
Dicen que causo ese efecto en las personas.
–digo irónica y a punto de reírme. –Phoebs dice que puedo aturdir a alguien tan
solo con el poder de mis palabras.
-
Es que a veces ni alcanzo a escuchar todo lo que
dices.
-
¿Cómo…?
-
Me pierdo en el sonido de tu voz. En el
movimiento de tus labios, de tus gestos, tu sonrisa que a veces solo está en tu
mirada como si guardaras algo gracioso solo para ti. Me hace querer averiguarlo
todo. No tengo muy seguro que hacer para tener tu atención.
-
Mientras no hayas orquestado lo de hace rato no
veo el problema. –alcanzo a bromear para enmascarar un poquito el efecto que
sus palabras han tenido en mí. Él sonríe.
-
Bueno, si lo hubiera orquestado definitivamente
no habría incluido a la pelusa.
-
Esa que te quería todo para ti.-digo malhumorada
de pronto. Él ríe.
-
Nat…
-
¿Sí?
-
No me gustas.
-
¿Ah no?- y sueno demasiado decepcionada.
-
No. Me encantas.
-
¿En serio? –susurro.
-
Desde que llegaste toda cubierta de pies a
cabeza. –él también baja un poquito la voz.
-
No veo que pudo gustarte.
-
Tu ingenio, tu forma de hablarme. Tú, toda tú. Hay
alguna manera de que…
-
¿Qué…?
-
¿Qué pueda gustarte un poquito?
-
¿En serio te gusto? –pregunto aun desconcertada
por el giro de las cosas.
-
No sé qué más hacer para que me creas. Digo, lo
de la cena se dio a los minutos de conocernos y fue como un regalo del cielo
para mí… quería seguir viéndote… te besé en cuanto tuve oportunidad. Me darás
una oportunidad o debo saltar de esta ambulancia y morir. –Me reí por supuesto
con la última frase.
-
Que drástico.
-
Soy medio asiático. Algo de drama hay en mí.
-
Acabo de tener una lucha en lodo por ti ¿y aun
me preguntas si me gustas? –resoplo nerviosa, emocionada y feliz.
-
No creí… debo agradecer a la pelusa. La cual por
cierto detuvieron a unos metros del parque.
-
¡Estás loco! –Exploto en risas, pero me callo en
cuanto él con sumo cuidado toma mi rostro dándome el más dulce de los besos.
-
Quizás si debamos… -digo aun con mis labios
pegados a los suyos.
EPILOGO.
Jamás creí poder hacer lo que
hago ahorita. Aparte de que tomar vacaciones no era algo que hiciera seguido,
no creí poder hacerlo en mi país favorito.
-
¿Podrías darme dos iguales? –le digo al vendedor
callejero de fundas para móvil. A Phoebs le va encantar me digo observando la
funda.
-
Te regalo el tercero.-Me dice el vendedor con
una gran sonrisa.
-
No gracias.- dice una voz a mis espaldas. Esa
que me hace ponerme toda tonta, obvia y enamorada del portador.
-
¿Por qué no? –digo sin voltear a verlo.
-
Podemos pagarla.
-
¿Qué mejor que algo gratis? La llevo. –le digo
al vendedor y me lanza una brillante sonrisa, me la da y me guiña el ojo.
Aguantando la risa oigo el gruñido de Leo aun a mi espalda y empiezo a caminar
a otros puestos.
-
Vamos a tener que llevar esa ridícula ropa de
pareja, para que la gente vea que tienes novio.-me dice alcanzándome y tomando
mi mano.
-
Olvídalo. –le digo divertida.
-
Ah, ¿no quieres que la gente sepa de mí?
-
Creo que toda la gente de mi vida y con la que
nos topamos sabe de ti.- respondo tranquilamente mientras veo unos peluches de
un reciente dorama famoso.
-
¿Vas a seguir ignorándome? –me espeta. Volteo a
verlo y al parecer está molesto en serio.
-
¿Qué pasa? –pregunto mirándolo.- ¿Quieres que te
quite el malhumor a besos? –Lo veo relajarse un poquito. –Leo… yo no me pongo
toda energúmena cuando las mujeres se te quedan viendo, más aquí. Al parecer
hasta fotos quieren contigo. Pareces estrella de cine o doramas. No me gusta,
pero lo tolero.
-
¿No te gusto? –dice sorprendido.
-
¡Por Dios! ¿Qué pasa contigo hoy? Me refiero a
que no me gusta que casi todas las mujeres que topamos babeen por ti. Pero no
puedo irlas retando a lucha en lodo a todas ¿o sí?
-
Sería digno de ver.- dice con una sonrisa… al
fin.
-
Mejor con katanas… -le digo pegándome a él y
dándole un beso en la mejilla aunque quisiera dárselo en los labios, pero
estamos en Corea y aquí esas demostraciones no son tan bien vistas como en
Occidente.
-
¿No me vas a besar en los labios?-pregunta.
-
¿No vamos a escandalizar?
-
¿A quién le importa? – dice pegándome más a él,
pero ya veo miradas curiosas.
-
A mí, es el país de tu madre. Y ella es
tradicional.
-
Nat… si lo fuera, tú y yo no estaríamos en la
misma habitación cada que vamos a visitar a mis padres. – Me sonrojo
fuertemente y él suelta una carcajada. Hemos estado viviendo en mi país. Pero
solemos visitar a sus padres cada que se puede, en el año que llevamos juntos
es mi tercera vez en Corea que es donde viven ellos, no es que me queje, amo
este lugar cada vez más. Leo vive suele dar seminarios y conferencias cuando
estamos aquí y en mi país trabaja en un hospital. – Creo que ya debes hacer de
mí un hombre decente.
-
¿Cómo? – digo con voz aguda.
-
¿En serio quieres que me declare en medio de una
calle?
-
Tú empezaste.-respondo.
-
Phoebs está por casarse. –dice de pronto.
-
Ajá.-digo nada más porque me confundo por
momentos.
-
Vámonos de aquí. –dice y me saca casi corriendo
de la mano. Tomamos un taxi y él sigue sujetándome como si me fuera a escapar.
-
No iré a ningún lado. –digo.- Puedes relajar la
presión que ejerces sobre mi mano. Él asiente y relaja su mano pero sigue
callado como si estuviera pensando cómo lograr la paz mundial. Con sorpresa veo
que nos detenemos en una cafetería que conozco demasiado bien porque siempre
que venimos la visito. - ¿Coffee Prince? – Que le vamos a hacer, una es adicta
y lo admito. Es uno de mis doramas favoritos, hice que Leo quien no ve doramas
por nada del mundo lo viera. A partir de allí ve conmigo uno que otro de vez en
cuando. –Gracias. – le digo y lo beso en el taxi ignorando si escandalizamos al
chofer. El profundiza el beso y al escuchar un carraspeo me separo. Bajo
contenta y veo que el lugar está desierto, es raro pues suele ser muy visitado.
Nos sentamos en la mesa que tiene vistas a la calle y suspiro feliz.
-
Enseguida los atiendo. –dice la camarera y le
sonrío a Leo.
-
¿Sabes? Desde hace meses quería hacer esto. –me
dice.
-
¿Venir aquí?
-
Bueno, no precisamente… -me extiende un sobre
mediano en color rojo. –Ábrelo.- Lo hago curiosa y dentro viene una nota que
dice: “Dile que sí” en español y una firma que me resulta familiar
pero mi cerebro decide procesar lento toda la información.
-
¿No reconoces la firma? –me dice escaneando mi
cara.
-
Trato de recordar.
-
Un amigo de un amigo de un amigo, resulta que es
amigo del que escribió eso…
-
¿Y quién es?
-
Gong Yoo…
-
¿Perdón? –grito.
-
Sí… sé que te gustó mucho su papel en esa
historia del café y en…
-
Goblin… ¡Goblin!
-
Eso. –Me dice con una mueca.
-
¡Oh por Dios! –le digo y me levanto para
llenarle de besos toda la cara. Me detengo cuando registro algo… -¿Decir que sí
a quien y sobre qué? –pregunto. Él me sienta en su regazo y saca su móvil. Veo
que hay un grupo de amigo charlando y bromeando y de pronto el mismísimo Gong
Yoo es enfocado, se aclara la garganta y dice en coreano (el cual alcanzo a
entender en un 75% de acuerdo al último examen que hice, Phoebs medio me odia
por eso pero es su culpa, no quiso ir a clases conmigo) - Leo te ama y quiere
pasar el resto de su vida contigo. –parpadeo, no por lo guapo que es el hombre
de la pantalla sino, por lo que está diciendo y a Dios gracias que le entiendo.
– Quiere casarse contigo y sobre todas las cosas quiere que le digas que si… “Dile
que sí” añade en español, guiña el ojo y se corta el video. Para entonces aun no puedo creerlo… - ¿Es en
serio?
-
Lo más en serio que he hecho en la vida. –me
dice él y lo veo asombrada. – Eres la mujer de mi vida, la que amo. Tenía que
hacer algo diferente, especial para ti, para una mujer que ha visto incontables
historias de amor. Quería que la tuya conmigo fuera la más especial de todas.
Entonces, ¿te casas conmigo?
-
¿En serio aun lo preguntas? –grito feliz y lista
para besarlo, él sin embargo me detiene.
-
¿Te convencí yo o Gong Yoo?-pregunta con el ceño
fruncido, empiezo a reír como loca.
-
Deja los celos ¡Te amo a ti y solo a ti! Eso es
un SI.
-
Tendré que agradecerle a Gong Yoo en persona-
dice sonriendo radiantemente.
-
¡Te acompaño!- digo de inmediato.
-
Ni hablar. –me dice igual de rápido, suelto la
carcajada al oír su negativa.
-
Ya dije que te amo a ti y nada más, ¿no me
oíste?
-
Sí, pero me haces ser así, algo troglodita…
entonces, serás mi esposa…
La amé cada instante, lo sabes. GRACIASSSSSSSSSSS
ResponderEliminarQue bella historia J.J.... habría pagado por ver esa pelea en el lodo jajaja...
ResponderEliminarLari
No creí que vería una continuación a la historia del ajo, pero que alegría que si!!!
ResponderEliminarMe encantó!! Y me identifico un poco, en mi caso el problema es mas la torpeza!
Gracias J.J. Y gracias Nata por que parece que tu la inspiraste!
Lu
Gracias por sus comentarios y sii Nata me inspiró XDDD
ResponderEliminarAtte. J.J