Berenjenas…
Berenjenas envinagradas…
Berenjenas con pulpo en vinagre…
Las posibilidades de combinar esas tres cosas que me
desagradan profundamente son varias.
Conforme los ojos de Leo me examinan pienso en cosas
desagradables, es la única manera de mantener mi cordura mental, ocultar mi
sonrojo y para que engañarme, es la única manera de no lanzarme a sus brazos.
Me sonríe después de quitarme el cubre boca y ahora entiendo
esas frases cursis como: “me sumergí en la oscuridad de sus ojos” aunque en
este caso sería “la sexy oscuridad llena de promesas de tu mirada” ¡Dios! ¡Piensa
rápido!
-
Berenjenas.
- ¿Perdón? – Pregunta Leo.
Rayos, sé supone que iba a pensarlo no a
decirlo.
- ¿Eso son berenjenas? – Atino a decir
señalando hacia la cocina.
-
Eh…
no. – Me responde él confundido, enseguida pone su mano en mi frente y trago
saliva al sentir su contacto. – No pareces tener fiebre.
-
Pero
si problemas de la vista. – Acota Phoebe y le lanzo una mirada asesina. – No
son graves a juzgar como usa los ojos para matarme. Oye, ¿Qué no odias las
berenjenas?
-
No,
me encantan. –Miento.
-
Veamos
– Interrumpe Leo y alza mi barbilla con un dedo examinando mi rostro.
-
¿Está
muy mal? – Pregunta Phoebe al ver que pasan los minutos y no dice nada.
-
No.
– Dice después de unos segundos. – Está muy bien.
-
¿Perdón?
–La que pregunta esta vez soy yo. Le oigo carraspear.
-
Que
en tu rostro casi no hay signos de nada.
-
Pero
si tiene manchitas en las mejillas.
-
La
verdad parecen pecas Phoebe, muy lindas por cierto. – Contesta Leo y yo empiezo
a creer que oigo mal, veo mal y ¿Acaso me ha dicho linda viéndome como me veo? Bueno,
le ha dicho lindas solo a mis pecas, digo, mis manchas en las mejillas.
-
¿Qué
crees que tengo? – Pregunto y de inmediato conjuro la imagen de un pulpo en
vinagre con berenjenas al lado para tratar de aparentar normalidad.
-
Una
leve intoxicación por algún producto que usaste ¿Eres alérgica a algo? – Me tiende
amable un vaso con agua. Trato de ignorar como se le tensan los músculos de los
brazos al servir el agua de la jarra, no puedo y se me van los ojos, así que
bebo enseguida del agua.
-
A la vida. –Mascullo y veo que trata de no reírse.
Se sienta enfrente de mí en un banco igual de alto e incómodo.
-
No
los escogí yo – Dice leyendo mi mente. – no escogí nada, renté esto ya todo
amueblado. Son incomodos ¿verdad?
-
Mucho.
-
Entonces
dime… No me has dicho tu nombre pero ya lo sé, Phoebe no hace más que hablar de
ti.
-
Mal,
seguramente. –Oigo el resoplido molesto de mi amiga, la ignoro.
-
En
realidad no, sé que te gusta que te digan Nat.
-
Bueno,
todos me dicen así. - ¿Podrías dejar de verme con esa intensidad? ¿me verá así
porque es médico y soy una paciente rara? Enfoco mi vista en todos lados, como
si estuviera admirando la decoración minimalista de su departamento, todo va en
blanco y negro, tan aséptico todo que parece que estamos de verdad en un
hospital. – No hay nada que no sea blanco o negro. – Digo de pronto.
-
Lo
sé, he pensado en comprar un bote de pintura roja y lanzarlo sobre esa pared –
Me señala una enorme pared desprovista de nada que se ve más inmensa aun por
ser toda blanca. – Y luego pasar mis manos por todo el desastre por todo el
apartamento. Pero no creo que mi seguro de viajero lo cubra. – Me rio divertida
al imaginarlo. Y allí está de nuevo esa mirada… ¿todos los coreanos incluyendo
los medio coreanos tienen esa capacidad? Me transmite tantas cosas solo con una
mirada, rayos. Ya sé el porqué de su éxito en todo el mundo. Me revuelvo
incomoda en mi asiento.
-
Leo
es la consulta más rara que he visto en la vida. – Dice Phoebe mientras
curiosea una pecera donde se las arreglaron para no tener ni un solo pez de
color, esta mujer no se puede ni estar callada ni quieta. – Y mira que se de
rarezas.
-
Tú
eres una por ejemplo. – Suelto y Phoebe me saca la lengua.
-
Justo
cuando creo que estoy con dos bellas mujeres adultas pasa esto y siento que
tengo dos chiquillas enfrente. – Dice Leo.
-
Eso
suele decir Ángel.
-
Lo
entiendo perfecto ahora.
-
¿Podrías
darme algo para lo que sea que tengo? Por favor… - Pido desesperada, ya lo vi,
ya me di cuenta que soy cero inmune a la testosterona mezcladita y cobardemente
quiero la seguridad de mi cama donde mis hormonas no dicten mis movimiento y no
tenga que imaginar berenjenas, pulpo o vinagre.
-
Claro,
claro. – Dice de pronto preocupado y excusándose. – Disculpa, me he distraído totalmente.
-
Me
pregunto en qué. – Dice toda enigmática Phoebe y al parecer más atenta de lo
que parecía.
-
¿En
mis manchas? – Le respondo irónica.
-
Claro,
en eso.
-
¿Fue
un producto para pintar el que te puso así? – Pregunta Leo y asiento. Me hace
otras preguntas sobre el tipo de producto, de allí pasamos a los muebles que
pinto, que clase de dibujos hago y termino diciéndole muchas más cosas sobre mi
recién estrenado negocio, llevamos como media hora platicando cuando Phoebe
hace su aparición de nuevo, la verdad me había olvidado que estaba allí.
-
Leo,
platiquen lo que quieran pero dale algo para que deje de parecer un dálmata…
-
Se
lo di hace media hora. – Le responde con una sonrisa deslumbrante, tanto que
parpadeo.
-
Pero...
¿cómo? – No recuerdo me haya dado nada…
-
No
cuentan como medicina esas miradas estilo dorama coreano…
-
¿Qué?
– Dice Leo y explota en risas ante la observación de mi loca amiga. – Le di un vaso con agua.
-
¿Y
esa era la medicina? – Pregunto consternada.
-
La
medicina iba en el agua, tu caso dista de ser grave. Solo que ahora cambia de
producto y por favor, no trabajes demasiado. –La última frase me sienta en todo
el cuerpo como si me hubiera aplicado una dulce y tibiecita capa de miel.
-
Han
desaparecido “tus pecas” de la cara. – Dice Phoebe examinándome sin recato
alguno, me aprieta las mejillas, me ve las manos y cuando trata de alzarme la
ropa le doy un manotazo. – Eres un genio. – Le dice asombrada a Leo.
-
No
lo soy. – Seguro han leído u oído esa frase melosa que habla sobre el poder de
una sonrisa. Yo nunca vi poder en ninguna sonrisa, excepto en esta, tiene el
poder de ponerme las piernas de gelatina y aun así gelatinosa y todo querer hacer
el intento de brincarle encima. Sí, ese es poder señores y no tonterías.
-
Gracias.
– Susurro.
-
Por
nada. – Dice con esa voz pausada y suave que seguro amansaría al caballo más
salvaje, calmaría un dragón y quizás hasta podría tener quieta a Phoebe unos
cinco minutos.
-
¿Sólo
un simple gracias? – No, creo que a Phoebe solo la puede tener quieta Ángel.
-
Claro
que no ¿Cuánto te debo? – Pregunto avergonzada por haberme olvidado de eso.
-
Nada.
– Responde.
-
¿Cómo
que nada? Por supuesto que debo pagarte.
-
Bueno,
hay muchas formas en que podrías… - Dice en tono sexy conspirativo y me quedo
con la boca abierta, no fui la única.
-
¿Perdón?
– Decimos Phoebs y yo al mismo tiempo.
-
Una
cena, podemos ir a cenar… los cuatro, claro. – Alzando las manos como si se
estuviera excusando y riendo Leo lo aclara y yo suspiro decepcionada.
-
Claro.
– Musito.
-
Si
tú quieres por supuesto. – Añade él de inmediato quizás mal interpretándome.
-
Claro
que quiere. – Phoebe se apresura a decir y yo asiento rápidamente.
-
En
cuanto no me quede ni una sola mancha. – Digo.
-
No
tendrás nada en unas horas. Toma – Me da unas bolsitas verdes. – Pero, igual y prepáralas
como si fueras a hacer un té y toma una cada mañana.
-
Genial.
Gracias. – Trato de levantarme y él enseguida me toma de un brazo y me ayuda,
no me sacudo de él porque sería obvio, nuevamente ese leve contacto me deja
queriendo más. Sacudo la cabeza y sonrío ante mis pocas facultades
controladoras.
-
¿Qué
es gracioso? – Quiere saber.
-
Que
me siento y creo que me he de ver mucho mejor. –Vuelvo a mentir y para darle peso
a mi mentira le veo y sonrío lo mejor que puedo.
-
Nunca
te viste mal.- Me dice luciendo cien por ciento franco.
-
¿En
serio? – No debí haber preguntado pero mi lengua se movió sola.
-
Totalmente
en serio.
-
¿Se
van a quedar así? – Interrumpe Phoebe por… no sé qué número de veces va. Pero su
pregunta me saca de la nube ¿así cómo? Y es cuando me doy cuenta, él me tiene aún
tomada del brazo, pegada a él y yo estoy casi como una lapa a su costado,
estamos hablando muy cerca y parece un abrazo. Yo me despego de inmediato, con
sorpresa noto que no me suelta tan pronto.
-
No.
Sólo me ayudaba. – Le gruño a Phoebe y noto como se aguanta las ganas de decir
algo más.
-
Mañana
la cena ¿no?
-
No
creo Phoebs. Seguiré con algunas molestias seguro. –Además necesito ponerme
toda yo en control.
-
Claro
que no. De hecho podría ser hoy mismo porque las molestias se te irán ¿No es
así Leo?
-
Me
encantaría que fuera hoy, pero creo que mañana es una buena opción para que te
sientas más cómoda Nat. Mañana estarás como si nada hubiera pasado.
-
¿Seguro?
-
Cien
por ciento seguro.
-
Mañana
será entonces.
- Perfecto. – Dice y sin querer suspiro.
Acabo de dejar comentario...Bloguito volvió a hacer pataletas y ponerse celoso. Dije qu eme Gusta MUCHOOOOOOOOOOOOOO este chico, y que l de Alergica a la vida me sonó muy familiar. Y que quiero más Y que te amodorooooooooooooooo
ResponderEliminarBloguito será así todo el tiempo, ya hay que educarlo jajjaa... tb de pronto soy alérgica a todooo te amodoro too
Eliminar