-
Pero, ¿Qué te
pasó? – Exclamó Enaí mi hermana la de enmedio al verme.
-
Me arrolló un
tren. – Y que tren… uno grande, de amplias espaldas, tan guapo…
-
¡Ey! Vuelve a
tierra.
-
Eso intento. –
Gemí adolorida, fui al espejo y gemí más fuerte al ver mi desastroso reflejo.
-
A eso me
refería.- Dijo Enaí detrás de mí.
Tenía el pelo hecho una maraña, la cara muy roja y una gran mancha
rojo-verdosa en un lado de la frente.
-
¡Oh, por Dios! –
Me desplomé en el sofá.
-
¿Te fuiste a los
golpes con el tal Milton?
-
No.
-
Menos mal, a
juzgar por tu aspecto parecías el contrincante perdedor.
-
Si que perdí,
pero contra el pavimento.
-
Acomódate
mientras hago té.
-
¿Tú haciéndome
té? ¿Tan mal me veo?
-
Oh, sí.
Rato después Enaí reía a carcajadas y yo la observaba enfurruñada.
-
Es por eso que
por lo general quiero ahorcarte.
-
Igual me amas. –
Dijo mi hermana entre risas. – Entonces, el hombre que no te atrapó como tú mencionas te llevó al Hospital-Yo asentí
levemente y frunciendo el ceño al ver la ironía de las palabras de Enaí cuando
enfatizó “No te atrapó”, ¡él debió
hacerlo! – Pues, que amable ¿era guapo? – Me encogí de hombros para no entrar
en detalles, no es que no quisiera cotillear con mi hermana, pero me sentía
tonta del golpe y tonta del todo al haberme ido así, pese a tener mis razones.
Enaí no insistió pero volvió a la carga con otra cosa. – Ah y aun no me cuentas
que pasó con el tal Alex ese, el infante con el que salías.
-
No quiero
repetirlo. – Dije tapándome la cara con una almohada. Enaí siempre me había
advertido del peligro de andar con alguien no solo menor, sino años luz de
distancia en cuanto a madurez y sentido común.
-
No diré te lo
dije. – Me animó con una sonrisa en la voz.
-
¿Para que decirte
lo que seguro Natalia ya te contó? Me dijo ególatra, vieja y eso es todo.
-
Es un idiota. –
Añadió comprensiva.
-
Lo sé.
-
Muy idiota. –
Insistió.
-
Estoy de acuerdo.
-
¿Quieres que
vayamos a buscarlo y le demos una paliza entre las tres? O puedo hacerlo yo, ya
sabes que no tengo problemas en mancharme las manos de sangre. –Ofreció con una
gran sonrisa y yo empecé a reír. Enaí era la que se encargaba en el colegio de
vengarse contra quien fuera que nos hiciera algo a alguna de las tres.
-
Esta vez, me
gustaría hacerlo yo, pero la verdad no vale la pena.
-
Bien dicho.
Aunque quería ver algo de sangre.
-
Sádica. –Le
aventé la almohada.
-
Siempre. – Rio
atrapándola en el aire.
Quería pedirme el día libre pero era imposible, estábamos cerca de fin de
año y el trabajo solía estar a tope. Art&Deco era líder en su rama y uno de
las muchas ramas por las que trepaban los McAllister, esta en particular tenía
que ver con construcción y diseño de interiores. A base de trabajo constante,
había logrado escalar hasta estar como una de las cinco secretarias de
Dirección. Eso tendría que haberme alejado de las garras Miltonianas, pero
parece empeñado en jorobarme la vida.
Art&Deco tiene una junta administrativa compuesta por
pura familia y según se dice así es en todos sus demás negocios.
Quien preside esta compañía es al parecer una de los mayores de la familia, creo que es
tía de Ethan. Y volviendo al bello Ethan ¿Qué estaría haciendo aquí en América?
¿Lo volveré a ver? Suspiro y mejor aparto esos pensamientos. Hoy me siento
lenta, con un leve dolor de cabeza y algo zombie la verdad.
Voy al trabajo con el pelo peinado distinto, me cubro la frente lo más que
puedo, el color de mi hematoma tiene un bonito tono verde cotorra. Llevo gafas
grandes de esas que cubren media cara e incluso un sombrero pequeño a juego con
el color de mis botas altas color rojo oscuro, un traje sastre de falda y blusa
en color gris para pasar lo mas desapercibida y una linda bufanda de colores,
aunque las botas son tan lindas y me veo chic con el sombrero la verdad, me
paro justo enfrente de la infame puerta giratoria, aquí vamos de nuevo, ¡tú
puedes Jade! Volteo a todos lados para ver si viene la tromba Charly y aliviada
compruebo que no. Inspiro hondo y me lanzo sin pensarlo más, voy avanzando,
algo es algo, entra más gente y siento nervios, van lento así que no hay
problema, ya estoy por salir, doy un paso fuera y algo me detiene y me tira
hacia atrás ¡la bufanda! Se ha quedado prensada, tiro de ella con fuerzas pero
la gente sigue entrando e inevitablemente me veo arrastrada de nuevo ¿Por qué
me pasan estas cosas a mí? ¿Por qué? Mi lento cerebro hace aparición y empiezo
a desenroscármela del cuello, pero aun así no quiero perderla, es tan linda así
que me la quito y le doy un tirón, uno muy fuerte, con todas mis fuerzas,
tantas que esta se desprende y yo voy inevitablemente hacia atrás… voy a caer,
otra vez, sí otra maldita vez y esta vez sobre mi trasero…
Caigo, otra vez veo todo en cámara lenta. Debo tener un súper poder o algo
así por que es la segunda vez que pasa. Agito los brazos como si eso pudiera
ayudarme en algo, ni que fueran alas y remontara el vuelo evitando la caída. El
caso es que lo hago y estoy casi preparada para el duro suelo, hago un sonido
nada agradable pero siento asombrada que algo amortiguó el golpe, estoy sentada
en algo… toco hacia atrás intentando adivinar y son zapatos, unas piernas de
hombre, estoy sentada en los pies de alguien. Que no sea él, que no sea él
repito como un mantra mentalmente.
-
¿Está bien? – Me
dice esa voz profunda y varonil que ya conozco tan bien, se me pone la piel
chinita de anticipación pero sobre todo de vergüenza. Me toma de los hombros y
me levanta, que bien se siente el contacto, sigo quedando a espaldas de él.
Medio volteo y hago un asentimiento de cabeza.
-
Sí. Gracias. –
Grazno más que hablo. Algunos curiosos han visto la escena y están de cotillas,
los desgraciados…- Con permiso. – Empiezo la huida de nuevo.
-
Un momento. – Me
dice y me detengo implorando que no vea quien soy. - ¿Eres tú? – Se acerca y se
pone enfrente mío, gracias a Dios por las gafas y al sombrero por no haberse
caído.
-
¿Tú? ¿Quién es
tú? – Digo graznando nuevamente.
-
Pues… tú, la que
no me quiso decir su nombre.
-
No sé de que
habla. Tengo que irme. – Y camino de nuevo esta vez casi corriendo hacia los
ascensores. Con alivio veo que alguien le habla y le detiene, pero le dice algo
y le aparta y se dirige hacia mí, sin embargo llego al ascensor y las puertas
se cierran, casi suspiro aliviada pero alguien detiene el ascensor para él,
alguien muy solicito y que sabe con quien trata. Señor McAllister por favor suba, dice el zalamero. Gruño y la chica
a mi lado me mira.
Sé que él va detrás de mí por que tiene curiosidad, seguro que nadie le
había dejado atrás y huido de esa manera, digo, en otras circunstancias él
estaría huyendo de mí y no alreves. Es hombre, es cacería para él, una vez que
sepa quien soy se le olvidará, pero yo tendré que lidiar con Milton y su afán
para echarme de la Empresa y no es mera neurosis, ese pequeñajo impertinente me
tiene entre ceja y ceja, sino fuera por que aquí el pago es buenísimo me
hubiera largado hace mucho. Todo mundo le hace espacio en el ascensor y yo bufo
por toda esa zalamería, más de uno me mira y noto que él sonríe o medio noto
por que las gafas las traigo puestas y no veo demasiado. Me tenso al ver como
avanza hacia donde estoy y se pone a mi lado, empezamos a avanzar y veo que no
dice nada, menos mal. Pero de pronto me habla y dice en voz alta.
-
¿Por qué sigues
huyendo de mí? – Todo y todos se paralizan, es obvio que me habla a mí, pero
sigo sin creérmelo. Me hago la loca y no digo nada. – E ignorándome además. –
Continua. Volteo lentamente a verle y observo como toda su atención está puesta
en mí. La de él y la de todos los demás de paso.
-
¿Perdón? – Atino
a decir. El ascensor se abre en un piso y nadie sale, todo mundo a la
expectativa. Aprovecho y salgo con él siguiendo mis pasos, escucho los
murmullos y mi frente empieza a punzar. Nadie más sale pero solo por que nadie
más lo hizo hace unos segundos y quedarían como chismosos declarados. Las
puertas se cierran llevándose a todos con ganas de quedarse.
-
¿Y bien? Ya no
hay donde correr – Me dice acercándose, estoy pegada al suelo, no puedo
moverme. Con cuidado me quita las gafas, me levanta el cabello y ve mi frente
verdosa. – Eres tú. – Dice sonriente y con un brillo intenso en la mirada.
-
Si se refiere a
la que suele caer a la más mínima oportunidad, sí, soy yo. – Respondo y me
cubro la frente de nuevo apartando su mano. Doy un paso hacia atrás
descubriendo que mis piernas funcionan de nuevo y elevo una mano hacia él – Mis
gafas – le pido y al ver que no me las da intento quitárselas, él las aparta de
inmediato y yo lo veo confundida.
-
¿Por qué ocultar
esos ojos? – Me dice con voz profunda y me pone la piel chinita ¿alguien puso
el aire acondicionado? parpadeo sin embargo y luego entorno los ojos al
reconocer el tonito depredador. Macho Alfa en cacería.
-
¿Sabes? Esa línea
la dejaron de usar en los 90s.
-
Lo dije en serio
– Sonríe – son de un verde oscuro que al mismo tiempo es muy intenso.
-
Sí, claro. –
Pongo los ojos en blanco y volteo hacia el ascensor, me he bajado mínimo diez
pisos antes, al estar en Dirección, estoy en la última planta del Edificio.
No he dado ni un paso cuando las puertas se abren y sale Milton, cual
ciervo moteado olisqueando con su nariz elevada buscando, seguramente buscándome
a mí. Es hora de darle una pequeña lección, doy un paso hacia atrás sin girarme
aun, denotando temor con ese movimiento y es que la verdad si le tengo un poco,
Milton me ve y giro rápido hacia donde está Ethan quien parece observar todo
con atención, sin pensarlo voy hacia donde él y me pongo detrás suyo usándolo
como una especie de barrera humana, todas las señales de fémina buscando
protección con Macho Alfa. La verdad es que estando sola hubiera sido el
momento ideal para patear a Milton en la entrepierna y después aducir acoso
sexual. Pero me conformo con esto, quizás me vea algo bruja y mala persona,
pero él es horrible conmigo. Ethan lee mis señales correctamente.
-
¿Está todo bien?
– Dice Ethan sin dejar de ver a Milton quien viene rápidamente hacia nosotros.
No contesto y dejo que siga sacando conclusiones, si lo golpea aunque sea un
poquito no me quejo, la verdad. Ando algo violenta ahora que me doy cuenta.
Últimamente los hombres me inspiran eso: violencia. Aunque Ethan me inspira
violencia pero en el buen sentido ¿esa existe? Besos violentos por ejemplo, con
fuerza, frenesí, con intensidad… Vuelvo a la realidad al escuchar la profunda
voz del hombre que tengo delante. - ¿Este quien es? – Me pregunta mientras
Milton ya está enfrente señalándome con un dedo cual chiquillo acusador.
-
Es de Personal.
–Digo medio asomando la cabeza.
-
¿Por qué te
escondes?
-
¡¿Qué haces
aquí?! – Dice casi furibundo Milton y yo sonrío al ver como Ethan se tensa,
casi es imperceptible pero lo noto en sus hombros, detecto molestia, sonrío más
ampliamente. El bobo de Milton sigue avanzando hacia nosotros. - ¡Dije, que qué
haces aquí! – Esta vez grita y yo empiezo a cabrearme, sin embargo una sola
mano que Ethan pone en alto en señal de stop, logra detener al idiota de
Milton.
-
¿Qué derecho
tienes para gritarle así? – Le dice con voz mortalmente seria, oscura,
amenazante… suena tan malditamente sexy. - ¿Es tu novio? – Me pregunta y yo doy
un respingo.
-
¡Dios, no! –
Respondo con vehemencia y frunzo el ceño al ver como Milton palidece un poco.
-
Espero no vuelvas
a hacerlo – Le dice Ethan con esa voz, esa condenada voz… - Si lo haces, estás
despedido. – Añade sin más y Milton esta vez se pone rojo, creo que al final lo
ha reconocido.
-
Gracias. – Musito
sorprendida.
-
Usted es…-
Empieza Milton vacilante.
-
Uno de los dueños
de esta Empresa, mueve tus inútiles piernas y desaparece. – Le dice tajante y
Milton obedece. Ver esa demostración tan Alfa en mi honor ahuyenta mi lado
feminista y casi quiero ponerme a tejerle a la luz del atardecer sentada en una
mecedora en algún porche, una bufanda o
algo que hicieran esas damas de antes. Algunas aun lo hacen, me dice mi subconsciente
recordando a mi hermana Enaí, imagino que su esposo le saca el lado femenino
potenciado a mil. De pronto él se gira hacia mí y la luz del sol que entra a
raudales por el ventanal que tengo a mis espaldas lo ilumina por completo, creo
que he abierto la boca de golpe, la cierro haciendo como que estaba tosiendo,
se ve aturdidoramente bello, bellísimo, como un ángel, bueno, uno caído pero
uno al final de cuentas. No puedo dejar de mirarlo, he de verme supremamente
mal, mi lado feministas me grita y zarandea, yo la ignoro por completo y
entonces…
-
Ethan, querido. –
Dice una impresionante belleza oscura, ya saben, todo piernas, todo de todo en
justas proporciones, me siento cucaracha fumigada. Le abraza por detrás envolviéndole
como pulpo enamorado o pulpo hembra en este caso, sé que no es de la familia de
Ethan, lo sé por que la he visto en Dirección muchas veces, es la mujer ideal
para muchos, para que me engaño… para todos, bella y con cerebro… la odio. Trabaja
para la familia y bueno, ¿Qué puede hacer una secretaria ante una ejecutiva tan
guapa, tan todo? Mascullo un gracias y con un giro rápido me voy hacia los
elevadores. Fin de mi patética historia.
Por suerte no es el fin, ¿verdad sis? Y pues...yo quiero uno así que me haga sentir femenina y con ganas de tejer o lo que sea...más bien lo de besos, si esa parte es mejor.
ResponderEliminarMe encantaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!! Y qué alguien le pegue a MIlton ¿sí? Yo también me siento violenta.
Juro que empezaré a recorrer los ascensores de mi ciudad por tu culpa, sis!! Besos y quiero más, pronto , te estoy stalkeando, lo sabes
Jajajaj y yo lenta ando con tu stalkeo, lo detecto cien años después grrr... hasta qe tú me lo dijiste me di cuenta de que estoy incluyendo muchos ascensores!! No me había percatado... la historia no acaba aquí, claro que nooooooo... Be continued... o algo así
ResponderEliminarDios,que susto me diste!!!pensé que acababa aquí.
ResponderEliminarMe encantan ascensores. Es más,una de mis fantasías seria en uno de ellos jijijiiji
Esta muy interesante.quiero más!!!
Amo tus historias cortas,pero recuerdo mucho las largas inconclusas.
Besazos