viernes, 21 de noviembre de 2014

Más sabe la Diabla por vieja que por Diabla...I (Historia corta)


Art&Deco
9:30 am
Miércoles.

Una de las  secretarias del área de Dirección teclea furiosamente, sus manos vuelan con velocidad por el teclado de la laptop y su mirada se ve decidida, casi salvaje.
Milton del área de Personal da su vuelta (Innecesaria inspección que no le corresponde) y sonríe satisfecho al ver que aparentemente si está trabajando dicha secretaria, la cual le ignora y sigue concentrada en su tarea. Milton Se retira.

-      Casi oigo chirriar tus dientes. Milton pasó por aquí y no te dijo nada como suele hacerlo, ¿Por qué tan… intensa? – Susana, su compañera sabía de sobra cuanto solía fastidiar Milton a Jade, sin embargo para ser honestos había que tomar en cuenta el hecho de que gracias a su rapidez al teclado y su memoria fotográfica, Jade solía terminar el trabajo en la mitad del tiempo y bueno, usaba la otra mitad para sus redes sociales, Milton solía encontrarla siempre checando dichas redes sociales y sus peleas eran monumentales.
-      Ni siquiera lo vi. – Dijo bufando y tecleando aun rápidamente.
-      ¿Qué te tiene así?
-      Estoy desahogándome…
-      ¿Qué pasó?
-      Me han dicho que tengo el ego muy grande… - Jade bufó nuevamente y Susana sonrió divertida.
-      Bueno, sueles ser muy directa y a veces no te importa con quien lo eres, eso la gente suele malinterpretarlo. – Jade la ignoró y bufó de nuevo.
-      Ya te contaré…

De: Jade Stone (jadeStone@ArtDeco.com)
Enviado: 20 de Noviembre de 2014 9:30 a.m.
Para: Natalia Stone (NatStone@Holding.com)
Asunto: Un idiota.

Dijo que tenía el ego grande… y que era una egoísta por no haber continuado, que me creo la gran cosa ¡y eso no es todo!


De: Natalia Stone (NatStone@Holding.com
Enviado: 20 de Noviembre de 2014 9:32 a.m.
Para: Jade Stone (jadeStone@ArtDeco.com)
Asunto: ¿Tu ex?

¿Estamos hablando del infantil?
¿Por qué seguiste contestándole?
Es como hablar con un crío puberto hormonal.
¿Tienes ego por que no lo aceptaste?
Pfff!!!


De: Jade Stone (jadeStone@ArtDeco.com)
Enviado: 20 de Noviembre de 2014 9:35 a.m.
Para: Natalia Stone (NatStone@Holding.com)
Asunto: Me dijo vieja y criticó mis gustos personales.

Dijo que soy vieja, solo tengo 33 por el amor de Dios.
Que soy una ilusa que mira mucho a sus “chinos”
Me encantan mis asiáticos, lo sabes, amo su cultura,
Sus programas, sus series, sus HOMBRES…


De: Natalia Stone (NatStone@Holding.com
Enviado: 20 de Noviembre de 2014 9:40 a.m.
Para: Jade Stone (jadeStone@ArtDeco.com)
Asunto: ¿VIEJA? ¡¡¡¿VIEJA?!!!!

Viejos los cerros y aun reverdecen, entonces ¿yo que soy?
¿La momia de Tutankamon?
Imbécil.
Pd. Estoy en mis dulces 35s.


De: Jade Stone (jadeStone@ArtDeco.com)
Enviado: 20 de Noviembre de 2014 9:43 a.m.
Para: Natalia Stone (NatStone@Holding.com)
Asunto: Dulces 33s

Dijo que estaba celoso de mis “chinos” pero que ahora no le importaba si me casaba con Bruce Lee o Jacki Chan. Contesto: uno está muerto y el otro es mayor y responde: sí, mayor… igual que tú, ¡Me dijo anciana!


De: Natalia Stone (NatStone@Holding.com
Enviado: 20 de Noviembre de 2014 9:50 a.m.
Para: Jade Stone (jadeStone@ArtDeco.com)
Asunto: En ese caso…

Dile que la momia de Tutankamon (Osea yo)
Mandará al fantasma de Bruce Lee a patearle el trasero.
Y que la única cosa que tiene de envidiable su patético ser, es que
Si ocurriese un Apocalipsis Zombie sería de los pocos que quedaran con vida, ¡a falta de un cerebro sería todo menos apetecible!
¡Rayos! ¡Eres mi valiosa hermana  y hasta cuestionaría si Mr. Darcy te merece!

De: Jade Stone (jadeStone@ArtDeco.com)
Enviado: 20 de Noviembre de 2014 9:55 a.m.
Para: Natalia Stone (NatStone@Holding.com)
Asunto: Awwwww
¿Ya dije que te quiero? Tú si que sabes como subirle el animo a una chica. Ese es un idiota, desearía no habérmelo encontrado. Parece que frecuenta ahora el bar al que vamos los viernes después del trabajo, me plantearé ir la próxima vez con un bate o algún objeto contundente.
Tengo que irme, Susana está impaciente por el chisme.
Te amodoro.
Jade quizás de Mr. Darcy si hubiera nacido en el siglo adecuado.

-      Ahora sí Susi, te cuento que pasó…

Al finalizar el día.
Puerta principal de Art&Deco
Puerta principal… giratoria.

No entiendo  estas puertas, cual es el sentido de ir girando sobre su eje, con lo fácil que sería abrir y cerrar y ya. Siento que entro en una especie de juego perverso, incluso me pongo nerviosa y más de una vez he acabado en el mismo sitio, finjo que olvidé algo para no verme idiota.
Aquí voy de nuevo, me veo en una de las paredes del vestíbulo del edificio, es una oda a la vanidad, toda ella es un espejo y todas las mujeres de la oficina hacemos el repaso correspondiente del momento. Mi vestido no está nada mal, color uva  y a la rodilla moldea mis tenues curvas, llevo mi chaqueta negra y botas de tacón que me elevan unos buenos diez centímetros. Cabello suelto y me veo de veinticinco ¡que rayos!
Busco en mi bolso mis gafas de sol, ya está haciendo frío pero el sol aun no se mete, debo cuidar mis ojos de las arrugas, con eso de que ese idiota dice que… ¡no! No pienso permitir que palabras huecas e imbéciles me afecten. Sin quererlo estoy dentro de la puerta giratoria y con horror veo a Charly el repartidor oficial de paquetes de la Empresa entrar en tromba, es famoso por atravesar todo sitio a mil por hora, no me ve y aunque intento que él a mí sí, pone sus manos empujando y corre, veo todo como en cámara lenta, me pongo patosa, mis piernas no cooperan y soy arrastrada por Charly la tromba. Lo último que veo es el pavimento de la acera, unos lustrosos zapatos negros y después nada, todo negro.
 Hay mucha bruma, está amaneciendo, la neblina oculta el suelo y el cielo se tiñe de suaves colores. Todo me resulta muy conocido, de pronto el corazón me empieza a latir con fuerza, ¡sí! Es la escena donde sale Mr. Darcy caminando entre la bruma de la mañana a buscar a Lizzie, veo a lo lejos la silueta de un hombre, su capa ondea con el viento y quiero correr hacia él, pero las piernas no me responden, de pronto más neblina, todo se vuelve negro y oigo voces…

-      Ya sé que por lo general las mujeres caen rendidas a tus pies, pero esto es ridículo. – Dice una voz femenina, muy bonita y melodiosa, su voz está teñida de diversión y un pelín de irritación.
-      Ella ha caído a mis pies pero sin verme te lo aseguro. – Una voz de hombre, profunda, varonil de esas que son capaces de arrancarte de ensoñaciones Austenianas y meterte en las suyas propias. – Lleva ya una hora sin despertar ¿segura que está todo bien? – Dice con preocupación y eso me agrada.
-      Todo está bien, se llevará un buen hematoma en la frente, pero eso es todo, los estudios han salido limpios. ¿cómo pasó esto?
-      Ya te lo he dicho, lo único que sé es que salió disparada de la puerta giratoria directo a mis pies o más bien a la acera, no vi ni siquiera que metiera las manos, su frente recibió el impacto.
Claro, típico de mí, ni siquiera meter las manos, seguro que Lizzie no solo cae de pie, sino que en los brazos de este hombre de voz profunda.
-      Es linda. – Dice la voz femenina y de inmediato me cae bien. - ¿Trabaja para ti?
-      No tengo idea.
¿Trabajar para él? ¿Es de la familia dueña de la  Empresa donde laboro? ¿Es un McAllister? ¿Es el famoso hijo que se ha encargado de las filiales europeas? ¿El que tiene cara digna de contemplar para la eternidad y cuerpo para….? Tantos pensamientos frenéticos, inquietantes y emocionantes hacen que mi cabeza empiece a punzar. Sin pensarlo me llevo una mano a la frente.
Y de pronto recuerdo, caí enfrente de un hombre de lo más interesante, caí de la manera más estúpida posible, me duele más la cabeza y gimo audiblemente.
-      ¡Ha despertado! – dice él y yo me niego a abrir los ojos.
-      Señorita, señorita… - me llama la chica que me cae bien y veo que me toma el pulso, me checa la presión arterial ¿es enfermera? Abro los ojos con cuidado y veo un ángel rubio muy ocupado atendiéndome, es todo precisión y eficiencia y no es enfermera es una doctora a juzgar por su bata, estoy en una habitación tumbada en una cama de Hospital, no hay nadie más. Me tapa la visión de McAllister y lo agradezco. De pronto él sale de donde está y se posiciona para verme mejor. ¡maldición! Él es sencillamente impresionante: alto, cabello negro, ojos azules, se adivina un cuerpo atlético y trabajado y yo, seguro me veo como una piltrafa humana. Mis años, mis muy queridos años vienen en mi rescate y evitan me sonroje. Cierro los ojos sin embargo.
-      ¿Se siente bien? –Me pregunta solicito y mi cabeza empieza de nuevo con su incesante martilleo.
-      ¿Cómo es que no pudo atraparme? – Suelto malhumorada al recordar que vi sus zapatos antes de aterrizar y ni un intento por evitar mi caída.
-      ¿Cómo dice? – Responde sorprendido.
-      ¿Suele responder a una pregunta con otra?
-      No por lo general. – Y su voz suena divertida. Oigo una risita y abro los ojos para ver a tiempo como la Doctora se cubre la boca para no soltar una carcajada.
-      Creo que está usted muy bien- me dice ella.
-      Y con ánimo combativo. – Añade él. Yo prefiero no decir nada más, es mi Jefe y seguro al saberlo, me correrá, por patosa y por reclamarle tonterías. No puedo quedarme sin empleo, ahora no.
-      Ella tiene razón, ¿cómo es que no hiciste algo para evitar esto? – Dice el ángel rubio y me cae aun mejor.
-      Iba hablando por teléfono, disculpa si no esperaba que ella cayera enfrente mío. – Se defiende del modo que lo haría un hermano con una hermana, pero ella es rubia, veo sus ojos y son idénticos, vaya… no sabía que había una McAllister rubia y doctora, lo que sé es que todos se dedican a la Empresa y casi todos tienen brillante y envidiable pelo negro. Él se gira a verme y parece disculparse con la mirada, enseguida me dice: bla bla bla…
No escucho nada, esa mirada me desarmó por completo y él sigue hablando… bla bla bla… veo sus labios moverse  y me pierdo por completo.
-      ¿Segura que se siente bien? – Me dice la Doc y revisa mis pupilas.- Seguro mi hermano la mareó con su perorata- Y lo mira acusadora.
-      No tengo idea de que dijo. – Admito y ambos me ven preocupados. Me doy un golpe mental por mi estupidez, mi creciente estupidez. Aunque si capté eso de que son hermanos, eso no se me escapó.
-      No se preocupe por la factura médica, trabaja en McAllister ¿verdad? - Me dice él y asiento con cautela. – Puede tomarse los días que necesite para recuperarse. - Vuelvo a asentir como autómata. - ¿Cuál es su nombre? – Pregunta y veo curiosidad, mucha curiosidad. – Me tenso, si Milton se entera de este incidente, me va jorobar el resto de mis días, no quiero eso.
-      No importa… - Digo y me incorporo de golpe quedando sentada y muy mareada.
-      ¡Tranquila! – Me dice la Doctora. Me llevo una mano a la cabeza. – Necesitas reposo, ya te administré el medicamento necesario pero toma. – Me entrega una bolsita de papel marrón. – Aquí hay más, dos de esas cada 8 horas y hasta que pase el dolor. No es el procedimiento normal, pero no quiero que demandes a mi hermano.- Dice sonriendo.
-      No lo haré. – Digo de inmediato y levantándome hasta quedar de pie, lo hago con cuidado para no marearme de nuevo.
-      La llevaré a casa, ¿su nombre…? – Dice él y yo me tenso de nuevo, estoy segura de que puedo pasar desapercibida el resto de mis días sin que él sepa nunca jamás quien soy. En estos momentos no me apetece la idea de pelear con Milton por haber caído enfrente de un dueño de la Empresa, lo de Milton raya en acoso laboral. Si fuera una dulce veinteañera seguro que Milton me valía gorro y corría a los brazos de este hermoso hombre, pero ahora lo que más me importa es trabajar sin tensiones extras. Además ¿Qué oportunidad tendría con este hombre? Ninguna.
-      Puedo ir sola, gracias… -Empiezo a caminar a la salida.
-      ¿Está segura? ¿Le pido un taxi? – Dice la Doctora y me abre la puerta.
-      No, no y gracias por todo.- Digo caminando un poco más deprisa.
-      Tiene que decirme su nombre. – Insiste él y lo veo confundido.
-      No hay problema, todo está bien. Fue mi culpa después de todo.- Sonrío avergonzada. – Sigo avanzando.
-      Sí, pero yo no la atrapé. – Menciona tratando de evitar una sonrisa y parece… parece que está ¿coqueteando conmigo? El golpe me ha hecho más daño de lo que pensé, le sonrío tensa y digo adiós y gracias y desaparezco.

-      Ella… ¿acaba de irse? – Parpadeó Ethan confuso.
-      Sí, mí querido hermano. Al parecer no cayó a tus pies después de todo. – Soltó en carcajadas.
-      Cállate Sophie.
-      Pero, es cierto. Es la primera mujer que veo que huye de ti. – Sophie seguía riendo.
-      Ya veremos… - Dicho eso salió prácticamente corriendo de la habitación dejando a su hermana más que sorprendida.


5 comentarios:

  1. AYYYYYYYYYYYYYYYYYY SISSSSSSSSSSSSSSS! TE AMODORO...¿sí sabes, verdad? Me reí a lo loca y estoy segura que ese Ethan obtendría aprobación de toda la comunidad femenina, hasta el nombre me encanta...BESOS y ¡¿Más?!

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    Respuestas
    1. Este irá uno a la semana sis mas o menos y serán 3 nada más. que bueno que te gustó y eso que aun no meto a la tercer hermana jajajaa

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  2. Ahhhh quiero mas!!! De esta peculiar y divertida historia, que llevo tiempo pidiendo a los dioses que ocurra. Pero faltó paraguas y lluvia jajajjajaja y ropa blanca, no verde aunque sea mi favorito ese color jejjee

    Si, soy E.J

    Besos

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  3. Muy bueno y divertidiiiisimo.
    Me encantó, muchas gracias JJ jiji.

    Esperando más.
    Besos a todas.

    P.D.: Que bien que hayais vuelto, se las extrañaban. Besos

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  4. Ahhhhh!!! Para cuandoo el otrooo???

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