lunes, 27 de octubre de 2014

La vida apesta....Historia corta... II




Huele a ajo.
Ajo.
Ungüento.
La mezcla de ambos…
Piso 13.

-      Sí, así es. – Dijo después de carraspear, aferró con fuerza el asa de su bolso y quiso trepar por la pared o algo así en un esfuerzo para alejarse y él ya no sintiera el olor. Dio un paso a un lado.
-      Y también a algo más… - Insistió él y con toda la naturalidad del mundo elevó esa bella nariz y aspiró con fuerza.



De adolescente había pasado por infinidad de situaciones desagradables. En una ocasión por sus prisas al salir del baño, parte de su  falda había quedado atrapada en su ropa interior, se paseó un buen trecho hasta que un alma bendita se lo había dicho. El daño estaba hecho pero después la chica más popular del salón había vomitado encima del profesor de biología y ella y su trasero al aire habían quedado relegados al olvido. Pero una cosa son las ridiculeces que todos cometen en la adolescencia y otras las que te pasan de adulto.  Iba matar a Nat se dijo con convicción aunque sabía que todo era culpa de ella y de nadie más. Recurrió al enojo para intentar salir airosa.

-      ¿Es usted un vampiro o alguna especie de ser sobrenatural?
-      ¿Perdón, como dice? – Preguntó con el asombro reflejado en su bella cara.

Casi al instante se arrepintió de soltarle eso, recordó al vampiro transparente, escuálido y romántico por el que babeaban millones de jovencitas y pensó que el espécimen a su lado no podía ser calificado bajo esos estándares. Así que lo comparó con Brad Pitt en “entrevista con el vampiro” y Brad Pitt salía perdiendo y sin exagerar. O quizás se debía a que a ella no le iban los rubitos. Le gustaban morenos, de espaldas anchas, sonrisa perfecta, ojos oscuros aunque los verdes de él no desmerecían en nada. Él tenía todo eso y más. Es como si hubiera llamado a la fábrica de hombres ideales y su pedido estuviera frente a ella. Vio la mirada de interés y curiosidad y se acordó del por que le había lanzado esa pregunta.

-      Si no lo es, no tiene nada que temer. Lo digo por lo del… ajo.
-      No me diga, es usted una cazavampiros… - Contestó con la diversión marcando cada palabra.
Debería ser pecado sonreír así, deberían multarle por acelerar corazones. ¿O es que ella andaba hormonal? ¿Cuándo le había venido su periodo? Mmm….
Un momento.
-      ¿Osea que me está diciendo que yo soy la que huele a ajo?
-      No, no… pero bueno, yo no soy y solo estamos usted y yo aquí dentro.

Piso diez…
-      ¿cómo sabe que no es usted? – Pregunto ridículamente solo para ganar tiempo.
-      Estoy seguro que no soy yo. – Enfatizó acercándose a ella.
-      Quieto. – Se pegó a la pared del elevador y puso una mano enfrente como para detenerlo.
-      No pienso atacarla, no tendría oportunidad después de todo…- Alzó las manos en gesto pacificador y tratando de esconder una ancha sonrisa que amenazaba con ser una carcajada.
-      ¿De qué está hablando?
-      Las caza vampiros son arduamente entrenadas en toda clase de defensa personal ¿no es así? – Dijo con toda la inocencia que un hombre que rezumaba pecado podría externar.
-      Veo que me sigue tomando el pelo.
-      ¿No acabo de decir que no podría ni siquiera intentar tocarla? Entonces ¿cómo podría…?
-      Muy gracioso. – Siseó ella alejándose de la pared y mirando con desespero el piso en que iban.

Piso ocho.
¿Por qué iba tan lento?
¡Por que!

-      No soy curioso por naturaleza pero…
-      No. Solo entrometido. – Cortó ella.
-      Es la primera vez que alguien me dice eso en la vida. – Le dijo con asombro real.
-      No es por que no hayan querido hacerlo, créame. – Calló al verlo reír, lo hacía genuinamente, sin cortes y Dios Santo, se veía tan sexy. Tuvo que tragar saliva y mirar hacia otro lado. Cuando terminó de reír parecía que la veía con otros ojos y creyó por un momento… pero entonces.

Piso cinco.
Entró gente.
Ella quiso morir. Por dos razones:
1.- Estaba disfrutando de tan bizarra situación ¿Quién no lo haría con semejante hombre?
2.- Más gente la olería… y más se avergonzaría.
Y entonces hubo otro entonces…
¿Cuántos entonces llevamos?
No importa.

Una fuerte mano la tomó del antebrazo y la sacó sin miramientos del ascensor. Ella no pudo decir ni pío, se vio arrastrada sin más. Reaccionó cuando las puertas se cerraron frente a ella y miró la mano que la aferraba aun. Era él.
-      ¿Me podría decir por que hizo eso? – Es decir, si la había agarrado del brazo y arrastrado de esa manera tan troglodita y cavernaria y… ¿a quien engañaba? La había emocionado, igual y podía culminar el show con un beso ¿No?
-      Digamos que soy el inspector ambiental del edificio y no podía permitir que los empleados se ahogaran con el olor a ajo.
Más claro ni el agua. De un manotazo le apartó la mano y se dirigió a las escaleras enfadada con él, con el mundo, con Nat, con el ajo y hasta con su abuelita. Eran menos pisos y estaba segura de que los bajaría en un santiamén.
-      ¿Por qué no espera el siguiente elevador? – Le dijo él tapándole el paso.
-      No quiero ahogar a sus preciosos empleados. – Respondió cortante y tratando de darle la vuelta, él se lo impidió.

-      Va ganarse una patada en sus… amiguitos si no me da paso libre. Fui arduamente entrenada ¿recuerda? 

-      Esos tacones son demasiado altos, su falda muy estrecha y no podrá caminar bien por las escaleras. – Enumeró de inmediato.
-      No quiero ser grosera. – Aspiró con fuerza intentando controlarse.
-      No, por supuesto que no. – Dijo él rápidamente sonriendo como si esperara ya una grosería.
-      Pero… ¿Qué diantre le interesa el alto de mis tacones, lo estrecha de mi falda o si huelo a ajo?
-      Ya se lo dije, soy el inspector de seguridad del edificio.
-      Dijo que era el ambiental…
-      Es lo mismo.
-      Sí claro… hágase a un lado o terminará inspeccionando el piso. – Una nueva carcajada, una nueva mariposa se unía al mariposario que parecía haber emergido en su estomago, diablos, a ese paso tendrían que declarar zona protegida su estomago.
-      ¿Cómo te llamas? – Dijo de pronto al terminar de reír y tuteándola.
-      Pero si mi nombre ya lo sabes.
-      No, nunca me lo dijiste.
-      Es Buffy por supuesto. – Las puertas de un elevador se abrieron, no había nadie. Corrió a subirse y apretó el botón para que las puertas se cerraran. Intentó alcanzarla pero no lo consiguió, ella le dirigió una mirada malévola justo antes de que se cerraran las puertas.
Una vez dentro sonrió satisfecha. Ella había tenido la última palabra. Ella había ganado.

Idiota.
Su afán de competitividad y de ganar habían hecho que perdiera la oportunidad de conocer más a ese bombón.
La picazón volvió.
Zapateó y gimoteó de rabia.
Idiota. 


6 comentarios:

  1. Esto no termina aquí, verdad? LA AMO SIS LA AMO...eres absolutamente genial y odio que escribas cada vez en un milenio porque disfruto a lo loca leerte...Y a propos está absolltamenet comprobado así que no entiendo por qué culpar a Nat! Y además semejante hombre....creo que buscaré algún edificio con ascensor y me encerraré hasta que aaparezca alguien así
    QUIERO MASSSSSSSSSSSSS

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  2. Jajajaja jajajaja
    Quiero mas y a la misma velocidad si es posible.
    Como deja escapar un bombón como ese reloca!!!

    Confieso, me trague buffy enterica

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  3. Ya leyeron seguro el final verdad? Tramposas! Ire a hacer algunos cambios jaja

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  4. Noooooo!!! No hagas cambios JJ, que yo quiero seguir leyendo la historia. Me he leído estos dos capítulos en un santiamén jijiji y me ha encantado quiero maaaaas.
    Gracias JJ, más quiero mas jijiji

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  5. Yo también me uno a la petición de más. Está muy divertida. ¡Cómo me he reído con lo de cazavampiros! Gracias Jey y a esperar lo que sigue :)

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    1. Gracias niñas por leer y por los animos! La historia queda tal cual y ya está terminada, sale mañana... abrazos

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